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Wednesday, February 21, 2024

A las camagüeyanas (Fragmento de un poema de Francisco Agüero Estrada.)


Mujer escucha este canto
Sincero que te dedico,
Que brota puro del alma,
En fuerza de mi cariño:
En él pago un fiel tributo,
Altamente merecido,
A la que me dió la vida,
Y en mil y mil beneficios,
De su bondad sacrosanta
Testimonios repetidos...
Y a mis preciosas amigas
También mi canto dirijo;
Y a tanta ilustre matrona
Que yo con razón bendigo,
Porque son el timbre y gloria
De mi Camagüey querido,
Por sus virtudes sociales,
Por su carácter benigno,
Por su ardiente caridad,
Por su noble pariotismo.


Fragmento de un poema de Francisco Agüero Estrada.
El Fanal. Camagüey, 1865.

Notas para un café en La Carreta. (por Carlos A. Peón-Casas)


Se trata de esos sitios emblemáticos que el recién llegado empieza a apreciar. En Miami como antes del diluvio allá “en la islita”, la ocasión de tomar un “shot” del negro y aromático brebaje, se acompaña con el ritual siempre inacabado de la clásica “conversada”. El tema puede ser tan variopinto y tan a su aire que lo humano y lo divino se superan de un plumazo… Cualquiera sean los parroquianos, hijos desperdigados de aquella ínsula inolvidable por cubana y por nuestra, el minuto del café compartido es una secuencia inevitable de anécdotas sugeridoras, de encuentros y desencuentros, de amores y odios intensos; de sueños incumplidos o por cumplir, y de cuanto tenga cabida en ese imaginario que nos particulariza.

Confieso que la repetición de este consabido gesto ritualizado en una y otra vez repetida, crea una adicción feroz. Pero esa necesidad es ciertamente salvadora. Saludo pues este advenimiento para mi actual condición de parroquiano más o menos recurrente, y agradezco la sabia compañía de mi interlocutor en estas intensas libaciones y parrafadas consecuentes, mi amigo y editor de este celebrado blog: Joaquín Estrada Montalván. A el culpo en primera instancia de esta afición desmedida que iniciamos en octubre de 2017, durante una breve visita a esta ciudad de Miami, en otro emblemático sitio al uso de esta ciudad: la ventanita del restaurante Versailles de la que queda cumplida evidencia gráfica. El tiempo del cafecito en La Carreta de la calle 40 o de cualquier otro de sus enclaves en la “sawuesera” están más que justificados y justioreciados.

Ventanita del Versailles.
Breve visita de Carlos a Miami, para presentar
su libro El Vino Mejor. Ensayos Sobre Ernest Hemingway. Octubre 2017.

Sunday, February 18, 2024

Ciudad provinciana (un poema de Felipe Pichardo Moya)


                                    a José M. Chacón y Calvo


Vieja ciudad en donde hizo un alto la vida
al encontrarla en una suave siesta dormida,
como si no supiese nada del Bien y el Mal:
quién el alma pudiera tener como tu alma,
sumida en una dulce y perdurable calma,
indiferente al mismo pecado original!

Quién pudiera, impasible, abrir al mismo ensueño
en cada nueva aurora, el mismo corazón
como tú, que alejada de todo actual empeño,
al amparo piadoso de un letárgico sueño,
has perdido del tiempo toda recordación.

Amo tus largas calles, tristes y silenciosas,
donde resuenan nuestras pisadas, temerosas
de romper su beatífico encanto conventual;
y amo tus quietas plazas, por donde cruza a veces,
en el alba, una vieja mascullando sus preces,
camino de la iglesia que hace de catedral.

Y amo tus melancólicos parques, donde desgrana
el Sol caritativo, su clara bendición
cuando desde la torre de la iglesia cercana
da el reloj a los vientos la voz de su campana
como el latido de su propio corazón!

Thursday, February 15, 2024

¿Por qué el Papa no renueva el episcopado católico cubano?

Foto/COCC
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En Cuba varios de los obispos han presentado su renuncia reglamentaria por cuestión de edad (75 años), pero el Papa los mantiene en su posición, sin nombrar sucesor.

401 § 1. Al Obispo diocesano que haya cumplido setenta y cinco años de edad se le ruega que presente la renuncia de su oficio al Sumo Pontífice, el cual proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias.

§ 2. Se ruega encarecidamente al Obispo diocesano que presente la renuncia de su oficio si por enfermedad u otra causa grave quedase disminuida su capacidad para desempeñarlo.

402 § 1. El Obispo a quien se haya aceptado la renuncia de su oficio conserva el título de Obispo dimisionario de su diócesis, y, si lo desea, puede continuar residiendo en ella, a no ser que en casos determinados por circunstancias especiales la Sede Apostólica provea de otra manera.  (Código de Derecho Canónico) 

Los obispos cubanos que han llegado o rebasado la edad límite de los 75 años: Card. Juan García (75), arzobispo de La Habana.  Mons. Dionisio García (79), arzobispo de Santiago de Cuba. Mons. Alvaro Beyra (78), obispo de Bayamo Manzanillo. Mons. Juan de Dios Hernández (75), obispo de Pinar del Río. 

Cercanos a la edad de retiro: Mons. Wilfredo Pino (73), arzobispo de Camagüey. Mons. Emilio Aranguren (73), obispo de Holguín-Las Tunas. Mons. Domingo Oropesa (73), obispo de Cienfuegos.  Mons. Silvano Pedroso Montalvo (70), obispo de Guatánamo-Baracoa.

Unicamente dos obispos titulares están distantes de la barrera de los 75 años de edad: Mons. Arturo González (68), obispo de Santa Clara y Mons. Juan Díaz (63), obispo de Matanzas y los dos obispos auxiliares: Marcos Pirán (62), obispo auxiliar de Holguín y Mons. Eloy Ricardo Domínguez Martínez (46), obispo auxiliar de La Habana.

La diócesis de Ciego de Avila carece de obispo, desde el año 2022, lo que se conoce como sede vacante, año en el que Mons. Juan Díaz fue trasladado a la diócesis de Matanzas. 

¿Por qué el Papa no renueva el episcopado católico cubano? No tengo la respuesta. (JEM)

Wednesday, February 14, 2024

La boda del que sería el último Capitán General de Cuba en la Iglesia de la Soledad de Camagüey (por Carlos A. Peón-Casas)


Para cuando ocurrió el citado enlace matrimonial, el 27 de Julio de 1870, Don Adolfo Jiménez- Castellanos y Tapia, tenía 26 años, y no era más que un capitán del Regimiento de Infantería de la Reina, destacado en la ciudad, en plena campaña española contra la insurgencia mambisa en tierras del Camagüey.

A Don Adolfo que le tocaba entonces la parte más intrincada y fogosa de de aquel minuto de la guerra, pero al parecer no todo fueron batallas para el intrépido capitán. El amor pareció también florecerle en la persona de una camagüeyana: Doña María del Carmen Barreto y Estévez, vecina de la calle Reina, República actual, nacida en el seno de una familia patricia en aquel Puerto Príncipe siempre señorial 

Ante nosotros, cuando escribimos estas páginas develadoras de la historia de la otrora ciudad del Puerto del Príncipe, obra la copia pertinente del matrimonio de marras. El texto va revelando los pormenores de aquella sacra ceremonia. 

Para empezar, el novio por ser un oficial español destacado en la ciudad, precisó de la correspondiente “información extrajudicial de estilo”, documento proveído desde el Arzobispado de Santiago de Cuba, y por el cual: 
el Sr. Dr. José Orberá y Carrión, canónigo Doctoral de la Sta. Iglesia Metropolitana Subdelegado Castrense, Vicario Gral y Vicario Capitular de este Arzobispado, sede vacante (…) se dignó aprobar el expediente de soltería y cristiandad del contrayente(…)[1]
La ceremonia se efectuaba ante el Pbro. Lic. D. Ceferino Silva, Cura Rector por el designio de su Majestad, el Rey, y a cargo de la parroquia de término de Nuestra Señora de la Soledad. Lo acompañaba en calidad de asistente el Pbro. D. Fernando Urrutia, capellán castrense del Regimiento de la Reina de Infantería, al que estaba destinado el novio. Al parecer la pareja residió en Camagüey por la próxima década. 

La historia nos narra como en 1865, terminados sus estudios en el Colegio de Infantería, con el grado de sub-teniente y sólo 21 años de edad, pidió ser destinado a Cuba. Ya en 1874 ostentaba los grados de teniente coronel, y al final de la Guerra de los Diez Años era coronel. Fungió además como comandante general interino de Puerto Príncipe hasta 1882.Ese año regresó a España, luego de diecisiete años ininterrumpidos en suelo cubano. 

Ausente por un tiempo de Cuba, regresó a esta a finales de 1895, ya investido como General de División, y nombrado comandante general de la 2da división, del segundo cuerpo del ejército, volvió a tierras camagüeyanas a enfrentar a Máximo Gómez. 

En abril de 1898 fue promovido a teniente general, y ya en noviembre se encargó interinamente del gobierno y Capitanía General de Cuba. El primero de Enero de 1899, le tocó rendir la plaza, y entregar la Isla de Cuba a las tropas norteamericanas cumpliendo lo estipulado por el Tratado de Paris[2]

Al embarcar ese mismo día rumbo a España, conmovido hasta las lágrimas, dijo al General Clous: “General muchas gracias por sus atenciones y ruéguele usted a Dios que no se le permita encontrarse nunca en el amargo trance en que yo me he encontrado hoy”. [3]



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[1] No. 71. Giménez D. Adolfo con Doña María Carmen Barreto. Libro 10 de Matrimonios Blancos. Parroquia de la Soledad. 
[2] Con notas de la Enciclopedia Universal Ilustrada. Europeo-Americana. T.XXVIII p.2781-2782. 
[3] Ibíd.

Wednesday, February 7, 2024

Virgilio Piñera revisitado. Entrevista a José Rodríguez Lastre, Nikitín. (por Carlos A. Peón-Casas)

Nota previa: La entrevista que dedicamos hoy a la consideración del amable lector fue concebida en su génesis para ser parte de un concurso periodístico. Sucedió hace ya algunos años, en el 2012, en mi natal Camagüey. El texto fue something entonces a la consideración de los respectivos jueces del afamado convite que regentaba entonces y quizás todavía, la prestigiosa revista Palabra Nueva. El texto ha permanecido inédito hasta este minuto.

La figura del retratado merecía la pena. José Rodríguez Lastre, además de su recia personalidad y sus innegables dotes como escritor y hombre del mundo teatral en la ciudad agramontina, es alguien que a mi humilde juicio forma parte de la historia del género teatral cubano, aunque de alguna forma su impronta siga mereciendo el impostergable y merecidisimo crédito que aún se le sigue debiendo.

Ojalá este intento sirva para lograrlo. Saludo desde este minuto miamense, en la acogedora impronta de Gaspar, El lugareño, la amistad y el cariño con que me honra el entrevistado.

Nikitín
Foto Facebook
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“Jamás el verdadero artista habló de una misión pues, ¿no era él mismo dicha misión?”
Virgilio Piñera. "El País del Arte". Revista Orígenes. Año IV. La Habana, 1947. Núm 16. p. 38)


José Rodríguez Lastre (Nikitín), Camagüey 1947, escritor teatral y radial, es de los pocos citadinos de esta otrora villa de pastores y sombreros, a quien se le puede atribuir, una indudable relación, desde la literatura y el teatro; pero igualmente desde las coordenadas de la amistad, con Virgilio Piñera. Nikitín, para quienes tenemos el privilegio de su amistad, pero también para su crecida audiencia radial de la ciudad de los tinajones, es de esos conversadores natos, con los que se pueden desgranar, sin esfuerzo perceptible, las muchas cuentas de una buena parrafada, cualquiera sea el tópico escogido. Su amistad con Virgilio Piñera siempre ha sido de las más reiteradas, en esas siempre apetecibles tertulias en las que nos hemos enfrascado, acogidas al buen amparo de la Biblioteca Diocesana de Camagüey. Ese es el sentido primordial de esta entrevista, en la que pretendemos que el propio entrevistado, pueda airear esas cercanías a un Virgilio, a veces tan poco conocido, con el que pudo intimar, y que sin dudas se nos hace mucho más vital y cercano a partir de esta revisitación. A cien años de su nacimiento nos proponemos echar más luz sobre las coordenadas del creador y del hombre que fue en suma, como sentido homenaje rememorativo.

Aunque, Virgilio Piñera nació en Cárdenas, habitó en algún momento esta comarca allá por los tempranos años 30. Fueron sus primeros años de juventud, y ya gestaba sus primeros trabajos literarios, con los que llegaría a La Habana. Algo se habla de sus contactos con jóvenes camagüeyanos con ciertas preocupaciones literarias y artísticas. 

¿Qué llega hasta ti de aquella temprana inmediación?

JRL. En uno de sus primeros viajes a Camagüey, después de habernos conocido, nos reunimos de tarde en casa de Carlín Galán Sariol, amigo de Virgilio desde los años treinta y pues se hablaba de todo lo imaginable. Virgilio tenía un montón de defectos con los que él jugaba con una especia de candorosa ironía, que por supuesto con el tiempo llegó a manejar muy bien, y uno de ellos era algo así como tomarle la temperatura cultural a los demás. Lo hacía con mucha frecuencia, al menos conmigo. En casa de Carlín sobre un mueble y debajo de un delicioso Víctor Manuel, frente a un Portocarrero y como que al lado de un Abela, estaba una fotografía muy bella de Emilio Ballagas, el grandioso poeta camagüeyano, el gran poeta cubano. Entre ellos hablaron con un cariño muy grande de Ballagas, y entonces Virgilio, virándose hacia mi, me dijo: “por supuesto que has leído a Ballagas… ¿no?” Yo le espeté las dos primeras estrofas de Nocturno y Elegía y lo maté. Claro me dijo, agudamente, algo así que los camagüeyanos debíamos leer a los camagüeyanos, a los poetas, y remató: pero no a todos los poetas.

Virgilio Piñera
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Luego, a mediados de los años sesenta, Virgilio vuelve a hacerse presente en la ciudad. Visita a amigos locales y discurre nuevamente por la geografía tan peculiar del Camagüey. Es entonces, cuando tienes la suerte de conocerlo. ¿Cómo discurrió aquel primer encuentro?

JRL. Yo andaba muy mal esa noche. Casi estoy seguro que era el 1 de Noviembre de 1966, y me encuentro con Carlín Galán en la calle Popular coincidimos los dos, pues íbamos a la Sala Teatro Tasende, y entramos juntos y fuimos hacia un grupo que había en el lobby y allí conocí a Virgilio, a Arrufat y a otros que no recuerdo. El asunto es que esa misma noche nos movíamos los dos por las calles de Camagüey, ya tarde… y él me preguntó sobre mí, sobre lo que hacía y mi vida cuál era…y claro, eso era como encender una radio en la cual hay alguien imparable locuteando… No llevaba mucho tiempo escribiendo y todo lo que tenía eran manuscritos. Me pidió que le llevara algo al día siguiente. Fue fantástico. Mi entrada al mundo de las letras estaba asegurada por alguien que para mí, en ese instante, era el paradigma, y aún lo es, de la escena nacional. Su aceptación fue total. Aún me asombro. Era mi primer texto teatral. El primero, como es natural no existe, se perdió.

De aquella primera vez con Virgilio, hay una anécdota muy singular y reveladora, en la que el Maestro alude a la figura de ese genial creador camagüeyano Emilio Ballagas, a quien ya citaste. ¿Te gustaría rememorarla?

JRL. No fue la primera vez, creo que te he dicho que lo fue, pero no… ahora pensando bien, no fue exactamente… Estábamos con Arrufat y fue él, Arrufat, quien sacó el tema de Ballagas… algo así como que era lo mejor, así dijo, esa frase no la olvidaré nunca: “es el cásico, Virgilio, el poeta clásico cubano.” Increíble, el rostro de Virgilio se volvió plácido y sonrió… “Emilito, dijo, tan lindo Emilito. Sí, tienes razón. Que cosa…” Yo no abrí la boca, pero bendije a Camagüey, esta ciudad que mata, la bendije…

Volvamos sobre aquel primer texto teatral, que pusiste bajo la mirada sapiente del Maestro Piñera, o más bien que tuviste la suerte de leerle tú mismo, gesto que el Maestro apreciaba. ¿Cómo fue la continuidad de aquella experiencia? 

JRL. Bueno, cuando le entrego en el lobby del Gran Hotel mi primer texto, sin título, escribo en la portada del bloc de papel amarillento, lo recuerdo muy bien: “yo no sé hacer nada”, y se lo di. Y por la noche, en el teatro… lo anterior había ocurrido en la mañana, me dijo: “estás concursando, mi vida, y el presidente del jurado soy Yo.” La cuestión era que ese gran escritor había pasado a máquina mi obra y había puesto el título: No, no se hace nada, que por demás le venía como anillo al dedo. Gané, gané uno de los tres primeros lugares. Gané. Figúrate. Por nada agarro a Dios por el cuello. No podía soñar que aún faltaba lo peor, lo peor… Lo más terrible, la nada, lo maldito, lo peor, insisto, lo peor de todo. Eran los finales de 1966. En la provincia de Camagüey, estaban los campamentos de las honorables UMAP.

Sin dudas el Maestro Piñera fue acogedor con aquel texto tuyo, y no hay que dudar que después de aquel premio, se te abrieron puertas al mundo teatral cubano, algo con lo que ni remotamente pensaste al escribirlo.

JRL. Claro, ya lo he dicho antes. Hay mucho que hablar y no tenemos tanto espacio, creo… y me dices que faltan preguntas. Solamente te voy a decir que al año siguiente en una gira del Teatro Estudio con la maravillosa Noche de los Asesinos, de José Triana, camagüeyano, ja, ja…estaba con un amigo conversando y el mismo Triana se me acercó y todo ironía él, me dijo: “ ¿Así que tú eres el geniecito del Teatro Cubano...? Carlos, tienes delante de ti al geniecito del teatro cubano… ¿Qué te parece…?” Resúmelo en la ironía de Pepe. Durante un tiempo es indudable que Virgilio me ponderó, claro, cuando aún era Virgilio. Antes de la caída. No “Después de la Caída”, como la asombrosa pieza de Arthur Miller, sino antes… antes… Virgilio no tuvo después… ¿Acaso esto es un después?

La continuidad de tu inmediación con el autor de Aire Frío, te llevan una y otra vez hasta su propio apartamento del Vedado; y al mismo tiempo, tienes la suerte de acompañarlo en sus periplos citadinos, en la temprana década del 70. ¿Qué recuerdos tienes de aquellos momentos?

JRL. Fue maravilloso: conciertos, exposiciones, teatros, él y yo por todo aquello y presentándome a todo el mundo como a una revelación. ¿De qué, Dios, de qué, que pasó? Dios, ¿qué pasó, cómo pasó?, no sé… Bueno, pasó, al carajo. Portocarrero, Raúl Milián, Servando Cabrera, Raúl Martínez, Adela Escartín, una actriz española que vivía en Cuba, y que el día que la conocí andaba con una piel de zorro al cuello, y posaba todo el tiempo…y los dos enseñaban los dientes, ella y el zorro que colgaba por su pecho…, Miriam Acevedo, la grandiosa Miriam de el Gato Tuerto, Omar Valdés, gente bella, talentosa, yo ahí sin saber a derechas que hacer. Estrenos, todo eso… ah, te digo, no podía pasar lo que pasó. Dios mío, pasó….

A partir de 1971, y de la impronta del Congreso de Educación y Cultura, la figura de Virgilio como escritor parece difuminarse de la realidad intelectual cubana; para entonces, su labor principal, o al menos la ocupación que le ganaba el sustento, era la traducción literaria; pero el Maestro seguía creando su obra impenitentemente, un poco para sí. ¿Tuviste la suerte, en alguna de tus visitas, de escuchar de su voz algunos de aquellos textos? ¿Los compartía en otros ámbitos con otros amigos?

JRL. Sí, claro que sí… Oír leer a Virgilio era un espectáculo increíble, el era sumamente teatral. El se denominaba a sí mismo “Teatral”. En su apartamento me leyó cuentos que aparecieron tras su muerte en un volumen llamado Un Fogonazo. Obras de teatro como La caja de Zapatos Vacía, El Trac, Las Escapatorias de Laura y Oscar, poemas magníficos, los leo siempre. Los Tres Poemas de Amor publicados, siempre que los leo se me convierten en tres canciones desesperadas, valga, valga bien, sí, desesperadas. Realmente él era en ese tiempo un desesperado. Creo que todo el tiempo. Su Vida Entera, y en cuanto a lo otro más vale no meneallo sólo que lo desaparecieron tanto que desapareció de verdad en Colón, en el cementerio, en Octubre del 79… dicen que había pasado el quinquenio gris. Virgilio nunca supo de esta trillada y socorrida denominación… no sé quién podría decir de qué color sería el siguiente quinquenio para él…

¿Qué te gustaría destacar de su obra creativa en general? ¿Tienes alguna especial contigüidad con alguna de sus creaciones? ¿Cómo reactualizas su literatura desde la experiencia de toda tu vida en el mediterráneo Camagüey?

JRL. Tengo una especial contigüidad con Virgilio, con él, con la letra viva que él significó y significa para mí, con sus chistes, con sus ironías, sus chismes y todos sus corre ve y diles… Eso. Ya antes de conocerlo, había leído su teatro, sus cuentos, luego leí su poesía, es lo que más leo…Curiosamente la vejez me agrada. Puedo sentarme a agradecer mi vida, a mirar mi extraordinaria existencia de provinciano ciento por ciento, no por vocación, no sino por necesidad y por no haberme podido mover por muchas razones o por una razón que no me interesa manifestar. Miro, como se dice, pasar el entierro de tanta gente buena, de mis mejores amigos… Carlos Victoria, David Lago, los que empezamos juntos y que el maldito exilio hizo lo que hizo de ellos y de mí… Vivo con el calor, otra vez, siempre, con ventilador, sí, no como Luz Marina Romaguera, el grandioso personaje de Aire Frío, esa obra que parece que se acaba de escribir. Luz Marina, ese personaje que es Cuba, Cuba, la Cuba de siempre, ansiosa y resignada a veces, o resignada siempre. Soportándose a sí misma, pobrecita, persiguiendo su azul sin encontrarlo… Ha sido fantásticamente triste, si es que esto puede ser.

Carlos Victoria y Nikitín
Foto Facebook
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Este 2012 Virgilio cumpliría su primer centenario. No han sido pocos hasta aquí, los homenajes y las rememoraciones alrededor de su vida y su quehacer. ¿Qué opinión te merece este renovado afán recordativo? ¿Cómo intuyes que hubiera sido su aceptación de tales actos?

JRL. No sé, no sé… me es inapresable… es algo que no puedo tener en mí… no sé. Pueden hacer lo que quieran… No puedo olvidar ahora su rostro la última vez que lo vi… está bien… Todo está muy bien. Aunque, en Camagüey, dicho sea de paso, estamos a mediados de año y hasta ahora, lo único que se ha hecho es un panel que se realizó cuando la Feria del Libro… Parece ser que en esta ciudad, eso de homenajear a Virgilio, no está dentro de los planes. Como si nunca hubiese vivido aquí en esta ciudad, como si en realidad, y creo eso es así para muchos, nunca hubiese existido, si mal no recuerdo, lo mismo sucedió con Emilio Ballagas en su centenario. ¿Premeditación? ¿Predestinación provincial…? ¿Predestinación?

Monday, February 5, 2024

A veces sufro de ataque de tos. (por Joaquín Estrada-Montalván)


Año 86, quizás 87. La conocí en el Tradicuba, una de esas noches que llegaba sin pareja, que entraba saltando una tapia por el costado del cabaret y que traía varios tragos por adelantado.

No recuerdo como fue. La memoria inicia esa madrugada, llegando a su casa, un magnífico e inmenso chalet de Montecarlo. Atravesamos con extrema cautela: sala, saleta, salita, salitica, comedor, cocina, un cuarto vacío, hasta recalar finalmente en su habitación.

Bella, de una delgadez exacta. En el instante mágico, se desata mi incontrolable y ruidoso ataque de tos, a un perro le da por ladrar. A toda prisa, de su mano, ambos con cara de pánico, desandé el hogareño camino hacia la calle, para poder continuar respirando de este lado de la vida, la terrenal.

Nunca más la vi, solo esa noche, pero me dijeron que su padre era uno de los "grandes" en esos momentos en Camagüey. Que su atuendo cotidiano incluía arma de fuego. Volví a toser. (JEM)

Friday, February 2, 2024

Camagüey celebra su 510 cumpleaños (por Joaquín Estrada-Montalván)


La tradición local registra el 2 de febrero de 1514 como el día de la fundación de la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, en Punta de Guincho (luego se trasladó a la orilla del río Caonao y por último a su emplazamiento actual).


La fecha coincide con la Fiesta Católica dedicada a la Virgen de la Candelaria, Patrona de Camagüey. Esta devoción tiene su origen en Tenerife, Islas Canarias.


Por consenso esta es la fecha seleccionada para celebrar el aniversario de la Ciudad, no existe el dato exacto que permita fechar el momento real, en el que la Cruz fue plantada por estos lares.


Camagüey tierra de leyendas, no hace mucho caso a historiadores, amantes de la certeza, que insisten tenazmente en aclararnos que quizás estemos equivocados. La ciudad prefiere y disfruta la duda romántica y la nebulosa del misterio.



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Imagen tomada del website


Thursday, February 1, 2024

Virgen de la Candelaria. Patrona de Camagüey

 

Canciones dedicadas a Camagüey


La Camagüeyana
Danza de Ignacio Cervantes
Interpretada por los Hnos. Alonso
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Camagüey
 de Agustín Lara, interpretada por Javier Solís
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Son de Camagüey
letra y música anónimo;
arreglado, con música adicional, en 1988 por Stephen Hatfield.
Interpretado por NYSCAME All County Mixed Choir. 2013
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Luna en Camagüey
de  Julio Seijas y Luis Gómez-Escolar
Interpretada por la Pequeña Compañía
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Camino a Camagüey
Silvio Rodríguez
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Vertiente, Camagüey...
Benny Moré
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Qué bueno está Camagüey
Virulo
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Carnaval en Camagüey
Conjunto Casino

¿Cuánto permanece del Camagüey?


Esta imagen muestra el área de la ciudad de Camagüey declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en el mes de julio de 2008.

En esa fecha el sitio web de la Oficina del Historiador de Camagüey registraba un total de "2 843 inmuebles civiles y domésticos". Desconozco cuantos quedan en pie, sin peligro de derrumbe, en este 2024, para celebrar el 510 cumpleaños de la ciudad. (JEM)


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"El núcleo más antiguo del centro histórico de la ciudad (Patrimonio de la Humanidad), abarca 54 hectáreas, está compuesto por 80 manzanas y en él residen 8 180 habitantes; posee 13 plazuelas y siete plazas, que acogen a seis templos católicos y 2 843 inmuebles civiles y domésticos.

El centro histórico camagüeyano, el mayor de Cuba, abarca en total unas 276 hectáreas." (Información tomada del website de la OHC)


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Imagen tomada del Adelante

Wednesday, January 31, 2024

Tomar un cafecito alrededor del Parque Agramonte


Tomar un cafecito alrededor del Parque Agramonte: en el Perla de Cuba, en el Parque Bar, en el Bar Agramonte, justo al lado del pequeño taller de Alfonso Sedrés. En Independencia había un cafetín con su correspondiente estanquillo de cigarros y tabacos y por supuesto la Cafetería Mozo (antigua billetería El Cambio), donde también se vendía cafecito y un poquitín más lejos en el Mogambo, por la calle Cisneros. La cafetería Mozo tenía una cafetera italiana Faema y ya salía de la vieja tradción de esas grandes cafeteras grandes, toda niqueladas que para mi mentalidad de niño resultaban unos artefactos bastante complejos de manipular. (Victor Mozo)

A la hora de la colada. Cafetería La Redonda, año 1957. (por Carlos A. Peón-Casas)


Era una cafetería de barrio como tantas en la ciudad agramontina de los años cincuenta del siglo veinte, que ya pasó. La Redonda fue su nombre comercial, un poco enigmático, pero igual de atrayente quizás por la novedad.

Un negocio bien puesto, y con clientela fija y perseverante a la hora en que la colada que se anunciaba en la calle García Roco, del reparto de Beneficencia, con un sonoro timbre. Efluvio inconfundible del Café Fariñas, producto del comerciante local que prestaba su apellido a la marca bien conocida, y de apetecible aroma y mejor bouquet.


La moderna cafetera ya con las sofisticaciones de la época, en su refulgente acabado de aluminio brillante, y con artilugios de modernidad añadidos, como aquel adminículo que con potente chorro de vapor esterilizaba las tazas antes de ser servidas, era representada y vendida por el Sr. José Guerra y González, tal y como se hacía anunciar en el propio establecimiento.

Los propietarios del local eran padre e hijo. El negocio pequeño, pero pulcro tenía un empleada fija, Evelina Mendoza, por muchos años la nana de mi tía paterna Ana María, y ya crecida aquella, empleada del prospero timbiriche de entonces. Era la cara del local, con sus atractivos ojos azules, y sus buenas maneras para con todos los marchantes.

La foto que rescata aquellos minutos de gloria del próspero emprendimiento, para seguir la usanza de los nuevos términos, deja claro que no sólo de café se nutrían sus expendios: una vistosa vitrina hacía las delicias de los más pequeños con golosinas sin cuento, refrescos bien fríos en su potente refrigerador General Electric; y cigarros y tabacos para acompañar la tacita del café humeante, de a tres centavos, con ese gesto inseparable de los parroquianos, que acto seguido del primer sorbo, prendían con deleite sus cigarrillos Trinidad y Hermanos, los Partagás de ocasión, o las brevas exquisitas de H Upman.

El gusto por aquellas coladas interminables mantenía el próspero cafetín. Su cercanía a la entonces Plaza de Santa Rosa, el mercado de exuberante variedad, la hacía paso obligado de muchos parroquianos, que se hacían asiduos, al buchito del consabido néctar.

Años después de ser nacionalizada, la conocí en mi temprana niñez. La cafetera primigenia todavía estaba en uso, pero creo muy pronto caducó o faltó el café, así que fue sustituida por una máquina expendedora de frozzen, Coppelita, creo le llamaban, que más temprano que tarde, hizo igualmente mutis por el foro. Para después el local tuvo usos y funciones diversas muy distintas a su primitiva función social. Hoy día es sólo un recuerdo apagado, otra certeza más del consabido y cierto refrán de que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor.

Monday, January 29, 2024

Nunca llegamos a la misma hora


Inexplicablemente, en el año 2020, durante la crisis producida por el virus..., cerraron playas, espacios costeros y parques. En resumen, cerraron los lugares donde el aire es más puro.

En Miami encontré una esquinita con un malecón, al que (casi) siempre permitían acercarse, a veces no. Me llegaba un rato cada día, respiraba, caminaba, hacía fotos. Ella vio las imagenes, notó que, aunque en diferentes horas, era su mismo lugar de respirar, me lo hizo saber.

Décadas sin coincidir, sin comunicarnos. Vía teléfono conversamos, conversamos, creo le dije ..., o quizás no.

La vida se fue (new)normalizando, regresaron las rutinas previas, atrás quedó el malecón de la esquinita. Las llamadas cesaron. Nunca llegamos a la misma hora. No compartimos la mirada. En mi recuerdo queda su cálida voz. (JEM)

Saturday, January 27, 2024

Regresa Talía al teatro Principal, luego de casi siete años de ausencia.


En mayo de 2017, publiqué la triste noticia de la destrucción parcial, a "tubazos", de la escultura Talía, obra del artista Aisar Jalil, emplazada en el hoy antiguo "parquecito" del Teatro Principal de Camagüey en el año 1989. Se habló, en ese entonces, de tener lista nuevamente la escultura en diciembre de ese año, como parte de los homenajes al Ballet de Camagüey, por el aniversario 50 de su fundación.

La escultura luego de ser vandalizada,
en el mes de mayo de 2017
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Este blog recordó en varias ocasiones, que Talía permanecía semidestruida, esperando por la restauración prometida, a pesar de que varios artistas locales y su propio creador se ofrecieron para reconstruirla.


Fotos publicadas en este blog
 por cortesía de Aisar Jalil, 
creador de la escultura. 
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En mayo de 2023, la versión digital del periódico Adelante, anunció que la escultura se encontraba en proceso de restauración, en el Instituto Superior de Arte, en La Habana.

Hoy ha regresado, ahora presidiendo una explanada, que en mi opinión, "no pega ni con cola, ni con colina, ni con la falda de alguna madrina", ni con el teatro, ni con el entorno arquitectónico de esa plazoleta. Parece una versión, en pequeño, del actual parque Agramonte 

De todas maneras, es de aplaudir que la escultura inspirada en Talía, del artista Aisar Jalil, sea finalmente recuperada y nuevamente emplazada frente al Teatro Principal. (JEM)

  
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Aisar Jalil al lado de su obra, 
en el hoy antiguo parquecito del Principal.
Fotos cortesía con el blog Gaspar, El Lugareño
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Thursday, January 25, 2024

Un fantasma en Cascorro (por Mariem C. Gómez Chacour y Marum Gómez Chacour)


Recorro de nuevo las calles de mi pueblo. Al margen de la inclemencia de los tiempos hay una evocación de alegría íntima, personal, como luz de adolescencia... Calles perdidas en la llanura de siempre donde tal vez por menosprecio, por perniciosas ambiciones y otros males, no hay eco de modernidad, lujo ni opulencia. Esos vienen a ratos con verbos y adjetivos pasajeros que no riman en la sabana.

¡Cómo andan los buenos recuerdos por esas calles!

Atesoro memorias de abrigo y cariño que ahora evoco como homenaje a tantas personas cercanas en el tiempo. Rostros, sonrisas y palabras de cariño... ¡mi pueblo! Cuantas veces siento las vivencias de aquellas tardes... Un silencio diferente acompañado de voces antiguas y, más allá de los potreros en penumbra, el cielo de nubes incendiadas a la despedida del sol... el primer lucero de la tarde, el lejano ladrido de un perro... interrogantes... soledades de caminos... Aquellas casitas en el monte de la infancia con los trillos del ir y siempre volver a las pequeñas luces de velas y quinqués, el regocijo irrepetible con aromas de paz. ¡La libre alegría de la humilde casa de los abuelos!

Degustar los menús de la abuela acompaña mis recuerdos más exquisitos: invariable sopa de fideos con sustancia de res o pollo, calabaza y papas acompañada del aborigen casabe por las tardes. Por los medio días ... en ocasiones la ropa vieja, tostones y arroz blanco. Otras... arroz con pollo lleno de pasas y aceitunas además de plátanos maduros fritos ... ¡las empanadillas! ¡El arroz con leche!¡Las galletas de sal grandes, les decían “de marineros”! ¡La harina de maíz con leche y sal!... Así la hizo abuela aquel día para complacerme. No la pude saborear por culpa de un visitante parlanchín con el cuento de un fantasma que salió en época lejana atemorizando a los pobladores. Fue la primera vez que escuché de aquel personaje... cuando estrenaba la vida.

Siempre razono sobre el miedo y los disgustos por cosas no amables de la existencia y creo que es el diablo para ahuyentar la paz. “Dicen que era una cosa de dos metros encapuchada de negro y con un sable con el que amenazaba...” Se sucedieron preguntas y respuestas que guardé en el subconsciente y esa noche no me dejaban dormir. Abuela, ¡esté con Dios!, tuvo que dar masaje en mis pies para combatir el ahogo mientras hacía el cuento de nunca acabar: y pasa pato... y pasa pato... y paasss...

Al otro día la conversación, escondida por los rincones oscuros de la mente, volvió a surgir. “¡No salgan de noche que anda la cosa esa asustando!” contaba mi abuela que decían en su casa. Ese fantasma del principio de los tiempos fue el desayuno y el almuerzo de aquel día. Comentaban que la rural lo anduvo cazando para darle su merecido por asustar a la gente de bien... que el sable era de la guardia rural... que si era un hombre debía ser bien alto... ¡que era un espía!... fue en la época de la segunda guerra mundial ¿Qué haría un espía alemán asustando a un pueblo de la sabana? Una vecina con malicia: “a mí no me lo crean que hace muchos años de eso, pero escuché en la tienda de los chinos que era fulano que andaba con fulana y.… mi abuela le cortó el chisme con un ¡ya! rotundo. Tantas y tantas fueron las conjeturas y los pasas patos de abuela que, con el tiempo, la escuela de monjas y otros afanes y temores, el fantasma de negro quedó en aquellos trillos de olvido.

Al paso de los años, en otras vacaciones que visité el pueblo, quise averiguar sobre la historia de Cascorro... La verdad de la verdad fue que conocí a un muchacho colombiano que andaba en esos trajines de revoluciones y cambios sociales... Un día me pidió la dirección porque se marchaba de La Habana y no sabía cuándo volvería. Siempre aquel momento perturba mi tranquilidad... me espetó de mal talante que era una mala palabra y no entendió razones. Le repetí una y mil veces ¡que yo no le había dado nombre al pueblo ni lo podía quitar! Jamás volví a saber de él y me alegro por ello... pero desde aquel tiempo consulto diccionarios.

Fue por aquel entonces que mi padre me aconsejó ir al Departamento de Orden Público donde Víctor Somonte hacía guardias, que sólo él podía orientar sobre la historia del pueblo, agregó. Y cierto que lo hizo. De Víctor guardo el mejor de los recuerdos porque además imprimió ese cariño y esa admiración por el lugar donde nacimos, por su trato tan atento y cordial, su afable humanidad. Jamás le molestaron las preguntas, por el contrario, le gustaba el tema. Y así volvió el fantasma de negro. “Le decían la araña”, comenzó... “yo lo seguí aquella noche” ... “en el momento no supe quién era, luego sí”. “El corrió a tu tío Chichi”, comentó risueño.

Entonces, con una paciencia infinita explicó la diferencia física del poblado al paso de los años. “Cascorro no era un pueblo tan grande, contando la Carretera Central, cinco cuadras paralelas de norte a sur comenzaban en la casa de la guardia rural donde está hoy el mercadito y terminaban en el bar de Socarrás. Y otras siete transversales, cortas, de este a oeste... excepto la Carretera eran todas de tierra. No sé si recuerdas que por donde están los edificios era un terreno para jugar pelota bordeado de un muro de cemento con escalones en cada esquina ... lo hizo el alcalde Pedroso allá por los años veinte del siglo pasado, alrededor del terreno sembraron almendros... recuerda también que donde está el hogar de ancianos era la quinta de los Portillas y frente estaba la casa del Dr. Mario Díaz con otra, que precisamente era de los Pedroso ... las únicas existentes por ahí, ni estaba el barrio de San Manuel como hoy día... todo era monte”. “Por uno de los almendros del parque de pelota apareció el fantasma por primera vez... las chismosas del pueblo decían que era noche de luna”.

Contó que en las tardes y noches se jugaban cartas en el local de la sociedad “La Alianza” donde era, más que conserje; historiador, guardián y alma ... Allí los vecinos tomaban sus traguitos y finalizada la jornada, ya casi a la hora que Baudelaire dice que pasa el ángel de la media noche, él recogía los ingresos monetarios para guardarlos fuera del lugar como era su costumbre. Lo propio hizo en aquella ocasión y salió a la calle, su casa no estaba lejos.

En aquella época el alumbrado era muy pobre, consistía en horcones de jiquí con una especie de platos de estaño donde se enroscaba una bombilla de 40 watts... y no en todas las esquinas. Me parece estar viendo al viejo Pascual, aquel moreno menudo de bigote canoso que pasaba cada tarde y mañana con el palo que encendía o apagaba las bombillas. Arrastraba los pies y tenía una sonrisa para cada persona.

La noche en cuestión Víctor, al salir de La Sociedad vio al fantasma y lo siguió de lejos. En vez de doblar a su casa se escondió en la esquina de los Portilla. Y cuando observó el rumbo del encapuchado lo persiguió a cierta distancia. A mi pregunta de si tuvo miedo se encogió de hombros e hizo un gesto como de esbozo de risa y continuó... “Cuando llegamos cerca del río se perdió por unos matorrales y me detuve esperando... luego de un momento sentí el paraguayo en el hombro y al dar la vuelta lo vi ... sólo su capucha porque estaba muy oscuro... intenté hablarle, no respondió y comenzó a dar señales con el paraguayo, la gente habla de sable... era un paraguayo. El caso es que no habló, sino que hacía señales para que caminara en dirección a mi casa y en la esquina se perdió de nuevo... recuerdo que usaba guantes negros también... era el hombre más alto del pueblo...” Y Víctor fue el vecino que más cerca lo encaró.

Víctor Somonte se refirió a que los vecinos eran familias conocidas por ser los de siempre, por las ocupaciones de cada quien, como los carpinteros, los albañiles, el herrero, etc. Y los emigrantes que se establecieron con sus familias. Que a pesar de ciertas rencillas sobre todo comerciales existía el respeto, garantía de la convivencia apacible. Que los que sobresalían por defectos como ladrones o borrachos y prostitutas, a las cortas o largas debían marcharse del pueblo... De él y mis abuelos cubanos aprendí que “el qué dirán” si era (y es) resguardo para la decencia social.

Al fantasma lo reconoció por la estatura y se lo confirmó el hecho de que el personaje desapareció, cuando aquel vecino sospechoso se fue del pueblo... que era mucha la coincidencia. Y Somonte agregó “no robó ni hizo mal, sólo amenazaba de sorpresa a los que salían de noche y los corría hasta su casa y sólo a hombres, no supe de mujeres... hay personas que ocultan inseguridades u otros complejos con una máscara para satisfacer su ego” “Nunca se supo o descubrió la identidad, aunque se mencionaron unos cuantos y también los supuestos porqués, aún hoy existe la incógnita ... a ti si te diré el nombre porque te vas a estudiar y a lo mejor ni regresas, pero promete que no lo repetirás para que continúe el misterio por todo el tiempo de nuestro Cascorro”.

¡Discúlpenme! Aunque tengo aquel apellido en las puntas de los dedos, no puedo romper la promesa que guardo a una de las personas más buenas que he conocido... y pienso que no importa n mucho la identidad del encapuchado... Sólo eso, que en mi pueblo también hubo un fantasma en las noches de invierno... y un buen día se perdió en la niebla de la sabana.

Saturday, January 20, 2024

¿Con polvito o sin polvito?


Conversar con Mons. Adolfo incluía una taza de café. "¿Con polvito o sin polvito? ¿Ahora o después? ¿Con polvito y sin polvito? ¿Ahora y después?

Le respondía: "con polvito, ahora"

En un instante llegaba Padilla (siempre amable y sonriente), con el café y una historia, o un cuento o una anécdota.

Se salía del despacho de Mons. Adolfo, con una hoja amarilla de su bloc, con lo conversao anotao.

El polvito era crema pal café. En el Camagüey de los 90s se consideraba "gourmet". (JEM)

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