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Saturday, February 17, 2024

"Giselle" honrada de nuevo en Miami (por Baltasar Santiago Martín)


El viernes 9 y el sábado 10 de febrero de 2024, el Ballet Clásico Cubano de Miami, dirigido por el maestro Eriberto Jiménez, en colaboración con Youth Ballet Company de Panamá y el Sanctuary of the Arts Coreographic Ensemble, ofreció en el escenario del Miami Dade County Auditorium su puesta completa del ballet Giselle, cuyo segundo acto se había ya presentado solo en ese mismo teatro el sábado 18 de junio de 2016, sin obviar por supuesto las dos inolvidables funciones del ballet completo en 2007, estelarizadas, respectivamente, por las primeras bailarinas cubanas Alihaydée Carreño y Lorena Feijóo.

En Giselle, el ballet romántico por excelencia, el drama transcurre en Europa Central, en el Medioevo. La protagonista es una joven campesina que corresponde al amor de Lois, a quien ella cree un aldeano, pero que en realidad es Albrecht, Duque de Silesia. Hilarión, el guardabosque, quien también la pretende sin ser correspondido, descubre la impostura del duque, y se la revela a Giselle ante Bathilde, la prometida de Albrecht, que se encuentra de visita en la aldea junto a su corte. Giselle, ante la traición de su amado, enloquece y muere.

En el segundo acto, Hilarión visita la tumba de Giselle en el bosque, donde pasada la medianoche las wilis (espectros de doncellas que murieron vírgenes) persiguen a todo hombre que se aventure en sus dominios, y las wilis lo atrapan y lo hacen bailar hasta morir. Giselle hace su iniciación ante Mirtha, su reina, y luego se aparece ante Albrecht, que al igual que Hilarión se ha aventurado en el bosque para visitar su tumba. Giselle intercede sin éxito ante una implacable Mirtha, pero logra alargar el extenuante baile de su amado hasta el amanecer, en que las wilis desaparecen, y consigue así salvarlo, tras lo cual regresa a su tumba ante la desesperación de un arrepentido Albrecht.

Aunque asistí a las dos funciones, en esta reseña me limitaré a comentar solo la del sábado 10 de febrero, que a mi juicio fue la más lograda, sobre todo por la protagonista.

En el primer acto de esta puesta, Eriberto ha incorporado, de la versión del Royal Ballet, una temprana aparición de Bertha cuando recibe las piezas cazadas por Hilarión, lo cual brindó a la primera bailarina forever Alihaydée Carreño una muy bien aprovechada oportunidad para mostrar sus dotes de actriz, tal y como lo hizo durante todo el primer acto –sobre todo en su sobrecogedora y orgánica reacción ante Albretch cuando Giselle muere–; y a Israel Kaique da Silva, para “humanizar” a su guardabosques, injustamente percibido como “el malo” de la obra, cuando en realidad lo es Albretch.

Alihaydée Carreño como Bertha
 en el primer acto. 
 Foto: Guillermo Menéndez.
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Otro aspecto muy positivo del primer acto fue el bello vestuario del cuerpo de baile como los campesinos amigos y amigas de Giselle, que se lucieron en todos sus bailables, con gran sincronización, musicalidad y fluidez, en contraste con la pueril escenografía, tanto de las dos casitas como el telón de fondo que no evocaba ningún castillo.

Yendo por orden, toca destacar el brillante debut de Jorge Oscar Sánchez en el rol de Albretch, así como la formidable actuación de Gretel Batista como Giselle, tanto por su dominio técnico como por su cuidada interpretación del personaje, que de la inocencia y el candor de joven enamorada transitó convincentemente a la desesperación ante la traición de Albrecht, locura incluida, la cual fue “sentida” por sus “amigos de la aldea”, atentos a cada gesto suyo de dolor, ya no solo como bailarines que actúan, aunque Gretel no debió abrazarse a Hilarión en el transcurso de su desvarío al interponerse este en su camino, al punto de que fue él quien la tuvo que dirigír hacia Bertha.

Gretel Batista como Giselle 
en el primer acto. 
Foto: Guillermo Menéndez.
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Gretel Batista como Giselle en la escena
 de la locura del final del primer acto. 
Foto: Guillermo Menéndez.
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A su vez, al inicio del primer acto, Jorge Oscar no debió tomar del piso la misma margarita que ha deshojado Giselle, sino buscar una nueva de la jardinera de la casa, para recontar los pétalos a su favor, ni alzar a Giselle al final de su locura antes de que caiga muerta al piso.

La muerte de Giselle. 
Al frente: Alihaydée Carreño como Bertha;
 Gretel Batista como Giselle; 
Jorge Oscar Sánchez como Albrecht
 e Israel Kaique da Silva como Hilarión. 
Foto: Eduardo Ruiz.
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Quiero destacar que la secuencia dramática de la versión del Royal Ballet, en la que los campesinos bailan para Giselle, su madre y otros aldeanos, y no para la corte como es lo lógico, no fue seguida por Eriberto, que acertadamente sustituyó el pas de peasant, tradicional en casi todas las versiones (excepto la cubana, con diez amigos de Giselle: seis mujeres y cuatro hombres), por un pas de trois ofrecido a la corte, interpretado de modo admirable por Natalie Álvarez, Eleni Gialas y Wilhelm Josué Gómez, que lejos de interrumpir la secuencia dramática, enriquecieron la representación con su virtuosismo y bravura.

Y hablando de la corte, tanto las damas como los caballeros nobles –todos con suntuosos trajes acreditados junto con la escenografía a Youth Ballet Company de Panamá, al Miami Dade College North Campus (Alejandro Galindo) y a Luis Celeiro, Giogio Michel Milián y Olga Yero– actuaron sus aristocráticos personajes con gran elegancia y dignidad, especialmente Diana Figueroa como Bathilde.

(En este punto, se debió separar el crédito del vestuario del de la escenografía, por el desnivel ya señalado entre ambos).

Diana Figueroa como Bathilde 
y Gretel Batista como Giselle en el primer acto.
 Foto: Guillermo Menéndez.
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Antes de pasar a comentar el segundo acto, quiero hacer una observación muy personal sobre la orquestación escogida para la partitura, ya que se utilizó una diferente a la que utiliza el Ballet Nacional de Cuba para su paradigmática y mundialmente celebrada versión de Giselle por Alicia Alonso, sobre la original de Jules Perrot y Jean Coralli al igual que la de Eriberto.

No creo que la orquestación tenga derechos de autor e invito a los que me lean a comparar esta empleada por Eriberto con la usada por el BNC, sobre todo para la llegada de Albretch a la tumba de Giselle en el bosque, donde la diferencia es ostensible y a favor de la segunda.

Segundo acto

Antes de pasar a glosar las interpretaciones de los personajes principales, quiero elogiar el efecto de la niebla y la escenografía empleada para el bosque, tanto el hermoso telón de fondo como los “árboles” situados como “patas” del escenario.

Tumba de Giselle y telón de fondo
 para el bosque del segundo acto. 
 Foto: Karime Arabia.
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Mayrel Martínez, como Mirtha, la dura, altiva e implacable Reina de las Wilis, logró un dominio absoluto del personaje, tanto técnica como interpretativamente, con impresionantes grand jetés y elegantes balances, arropada por el admirable trabajo de las wilis del cuerpo de baile, sin el cual la función no hubiera sido lo memorable que fue, al igual que las dos wilis que la secundaron, a cargo de Eleni Gialas como Moina y Natalie Álvarez como Zulma, quienes ya habían brillado en el pas de trois del primer acto y en este segundo acto subieron todavía más la parada, con arabesques y jetés de consagradas, y Natalie con unos renversés a lo Aurora Bosch, la Mirtha paradigmática.



Natalie Álvarez como Zulma. 
Foto: Simon Soong.
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Las willis del segundo acto. 
Foto: Eduardo Ruiz.
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Israel Kaique da Silva resultó ser un convincente y suplicante Hilarión, además de un excelente ejecutante de su coreografía, mucho más demandante que en otras versiones, incluso la del BNC.

Gretel Batista, en la segunda Giselle de su ascendente carrera, al salir de la tumba giró rauda en planta sin perder elegancia, pero no concluyó en punta como hubiera sido más impactante.

En el inicio del Grand Pas, giró lentamente en planta sin titubeos y concluyó con el arabesque correspondiente, pero no a 180 grados, mientras que los entrechats de su variación fueron inobjetables, así como su diagonal de piqués con pirouettes y el esperado balance antes de salir de escena.

Jorge Oscar Sánchez volvió a sobresalir como Albretch, tanto como eficaz partenaire de Gretel como en sus variaciones, aunque en esta versión se sustituyeron los entrechats six que justifican el agotamiento de Albretch, por una diagonal de pasos menos demandantes ante Mirtha.

Antes de la entrada a la tumba, sobró esa cargada horizontal balanceante de Giselle por parte de Albrecht, en vez del efecto del “cruzamiento” de ambos sin tocarse que se justifica por la inmaterialidad de Giselle.

Para mejorar el efecto de su desaparición, se podía haber pegado más la tumba al árbol adyacente (se vio claramente como Gretel se “escabullía” por el lateral), pero nada de ello empaña el gran triunfo que representa montar este ballet tan romántico y bello en Miami, gracias al enorme esfuerzo de Eriberto Jiménez, así como de todos los talentosos bailarines y personal técnico involucrados en hacer realidad este sueño.


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 14 de febrero de 2024

Sunday, February 11, 2024

“La mesa verde” (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


El coreógrafo alemán Kurt Jooss estrenó “The Green Table” el 3 de julio de 1932, en el marco del "Concurso International de Coreografía en homenaje a Jean Borlin", organizado por Rolf de Maré y los Archivos Internacionales de la Danza en el Théâtre des Champs-Élysées, Paris, donde obtuvo el primer premio. La música fue compuesta por Fritz Cohen, el diseño escenográfico y de vestuario fue realizado por Hein Heckroth, el diseño de iluminación estuvo a cargo de Hermann Mankard y el libreto fue creado por el propio Jooss. Esta primera representación estuvo a cargo de la Folkwang Tanzbuhne, compañía dirigida por Jooss, y los roles principales estuvieron interpretados por Karl Bergeest (El Beneficiario), Ernst Uthoff (El Abanderado), Elsa Kahl (Mujer), Lisa Czobel (La Joven) y Kurt Jooss (La Muerte).


Esta obra tiene una duración de 30 minutos y posee un subtítulo bastante gráfico: “Una danza de la muerte en ocho escenas”. Hay que tener en cuenta que “La mesa verde” fue creada en el período de entreguerras, en pleno surgimiento del nazismo, y Jooss muestra la forma en que el hombre libera sus impulsos destructivos, a través de una guerra inútil, y las consecuencias que trae aparejada. Cada escena es una variación del mismo tema: la Muerte es una pareja de baile que alcanza a todos, haciéndolos bailar al ritmo de sus propias vidas. Enmarcando las danzas de la Muerte, al inicio y al final de la obra, están los diplomáticos resolviendo los problemas del mundo alrededor de una mesa verde, siempre con los mismos gestos, las mismas preguntas y las mismas respuestas. Si bien Jooss no toma partido, parece sugerir que es poco lo que se puede esperar si no se modifican los actores y las estrategias.


La primera escena muestra a los diplomáticos vistiendo de negro y portando máscaras grotescas, intentando dirimir algún conflicto y, como es de esperar, termina cuando todos sacan sus armas y disparan, en clara declaración de guerra. Las siguientes escenas, siempre con la Muerte acechando, abordan la guerra desde diferentes ángulos: primero “Las despedidas”, con la separación de los seres queridos que implica ir a la guerra; luego, la representación de la guerra en “La batalla” y “El partisano”; la siguiente escena es “Los refugiados”, que muestra la soledad y la miseria que desencadena la guerra; el vacío emocional y el entretenimiento forzado, necesario para evadir el sentimiento de destrucción, en “El burdel”; el séptimo cuadro, “Las secuelas”, presenta a los sobrevivientes, psicológicamente golpeados y heridos. Finalmente, en el último cuadro, vemos nuevamente a los caballeros de negro alrededor de la mesa verde, continuando con sus negociaciones, indiferentes a la tragedia que causa la guerra.


“La mesa verde” fue la primera obra en ser registrada íntegramente con el sistema de notación creado por Laban, kinetography o labanotation. Así mismo, es considerada la obra más representativa de Jooss, incluida en el repertorio de múltiples compañías, habiendo sido el propio coreógrafo el encargado de los montajes. A partir de 1979, año en que falleció Kurt Jooss, esta responsabilidad pasó a su hija, Anna Markard.





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)


Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, February 4, 2024

Ballet "As Time Goes By" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


La obra “As Time Goes By” de Twyla Tharp fue estrenada el 24 de octubre de 1973 en el New York City Center. La coreógrafa utilizó los dos últimos movimiento de la Sinfonía N° 45 de Joseph Haydn, “Farewell”. El diseño de vestuario estuvo a cargo de Chester Weinberg y el de iluminación de Jennifer Tipton. La orquesta estuvo dirigida por Seymour Lipkin y el elenco estuvo conformado por miembros del Joffrey Ballet, siendo Beatriz Rodriguez y Larry Grenier los bailarines principales y el cuerpo de baile conformado por Eileen Brady, Ann Marie DeAngelo, Jan Hanniford, Nancy Ichino, Krystyna Jurkowski, Pamela Nearhoof, Christine Uchida, Adix Carman, Richard Colton, Donn Edwards, Robert Estner, Tom Fowler, Jeffrey Hughes, Burton Taylor y William Whitener.


Este ballet fue el primero que Tharp creó para una compañía que no era la propia, el Joffrey Ballet, basándose fuertemente en la técnica del ballet, lo que incluye el uso de las zapatillas de punta por parte de las bailarinas. Ese mismo año Twyla había estrenado con su compañía “Deuce Coupe”, con música de los Beach Boys, y la obra para televisión “The Bix Pieces On Camera 3”.


La estructura de la obra sigue, en alguna medida, la de la música. Comienza con un solo femenino en silencio, a medida que aparecen los instrumentos de la orquesta ingresan los bailarines hasta que los diecisiete bailarines que participan están en escena. La conformación va variando: inicia el solo que se transforma en sexteto y luego queda un trío, ingresan todos y lentamente, siguiendo el devenir de los instrumentos, los bailarines comienzan retirarse de la escena, concluyendo con un solo masculino acompañado por un dúo de violines.





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, January 28, 2024

Ballet "La Bayadera" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


​​El ballet “La Bayadera” se estrenó​ el 4 de febrero de ​1877​, ​en​ ​el​ Teatro​ ​Mariinski​ ​de​ ​San​ Petersburgo. La coreografía fue creada por Marius Petipa, la música por Ludwig Minkus y el diseño escenográfico y de vestuario por Piotr Lambkin, Konstantin Ivanov, Orest Allegri y Adolf Kwapp. El libreto, inspirado en dos dramas del poeta hindú Kalidasa, fue creado por Sergei Kuschelok y el propio Marius Petipa. En el día del estreno los protagonistas fueron Lev Ivanov (como Solor), Ekaterina Vazem (en el papel de Nikia) y Maria Gorshenkova (en el rol de Gamzatti).

Las bayaderas, denominadas “devadasi” en la India, eran doncellas formadas desde la infancia, con una rigurosa disciplina, como bailarinas profesionales. Ellas realizaban danzas religiosas y sagradas ya que eran percibidas como seres que generaban la idea de luz, perfume y belleza. El término “bayadera” deriva de “bailadeiras”, forma en que los navegantes portugueses (en los siglos XV y XVI) llamaban a estas bailarinas. El orientalismo idealizado, lo exótico y lo sobrenatural, temas que fascinaron a los autores románticos, aparecen en este ballet que, desde el punto de vista historiográfico, pertenece al período clásico de la danza académica.

Este ballet se desarrolla en tres actos y cinco escenas. En el comienzo del primer acto, en las inmediaciones del templo, vemos a los guerreros junto a Solor regresar de una cacería. Solor le solicita al fakir Magdaveya que le avise a Nikia que se encontrarán frente a la Llama Sagrada. Llegan los sacerdotes y el Gran Brahmán para preparar la Llama Sagrada para las inminentes celebraciones.


Las bayaderas hacen su aparición, entre ellas Nikia, quien será elevada al rango de Gran Bayadera. El Gran Brahmán, fascinado por su belleza, le declara su amor; pero ella lo rechaza puesto que él es un hombre de Dios. Las ceremonias comienzan y Magdaveya comunica a Nikia los deseos de Solor. El Gran Brahmán, sin ser visto, advierte la conversación y comienza a sospechar.

Al finalizar la ceremonia, todos regresan al templo. En la soledad, Nikia y Solor se encuentran y se juran amor eterno ante la Llama Sagrada. Sin embargo, el Gran Brahmán observa la escena desde el interior del templo. Cuando ellos se separan, el Gran Brahmán, furioso, invoca a los dioses para que Solor sea destruido.

Ya en el palacio del Rajah, se le rinde homenaje a Solor, por su gran valor. En recompensa, el Rajah le ofrece la mano de su hija, Gamzatti, en matrimonio. Solor queda deslumbrado ante su belleza y, a pesar de estar unido a Nikia por un juramento, el joven no puede resistirse a sus encantos ni rechazar el ofrecimiento del Rajah. La fiesta comienza, llega el Gran Brahmán y le revela al Rajah los lazos que existen entre Solor y la bayadera.

El Brahmán supone que el Rajah eliminará a Solor. Sin embargo, para su sorpresa, el propósito del gobernante es dar muerte a Nikia. Gamzatti, escondida, escucha toda la conversación y decide encontrarse con Nikiya para tratar de persuadirla y que se aleje de Solor. Tras el infructuoso intento, Nikia huye y Gamzatti, al igual que su padre, decreta la muerte de la bayadera.

La siguiente escena se desarrolla en los jardines del palacio. Se anuncia un gran festín para celebrar el compromiso entre Gamzatti y Solor. El Gran Brahmán impulsa a Nikia a bailar en la ceremonia, ella rehúsa. La sirvienta de Gamzatti, Aya, le entrega una cesta con flores diciéndole que es un presente de Solor. Pero entre las flores se oculta una mortal serpiente, colocada allí por Gamzatti y el Rajah. El áspid muerde a Nikia, el Gran Brahmán le ofrece un antídoto pero, al ver a Gamzatti y a Solor juntos, lo rechaza y muere.


En el segundo acto, encontramos a Solor en su tienda, desesperado por la muerte de la hermosa bayadera. Bajo la influencia del opio ve a Nikia en el Reino de las Sombras, con su imagen multiplicada en espectros de bayaderas. Junto a ella, Solor evoca su danza ante la Llama Sagrada. Solor continúa aun atrapado por la fascinante visión de Nikia, cuando aparecen en escena sus compañeros que lo requieren para los preparativos de la boda.


En el tercer y último acto se lleva a cabo la boda, en el templo. Bajo la sombra del Gran Buda, un ídolo de bronce danza mientras el Gran Brahmán y los sacerdotes preparan la ceremonia nupcial. Los novios hacen su entrada rodeados de bayaderas, que ejecutan una danza ritual, símbolo de la Llama Sagrada que brilla fuera del templo. El Rajah, Gamzatti y Solor bailan, pero éste es continuamente asaltado por la visión de Nikia. Aparece misteriosamente un cesto con flores, idéntico al que provocó la muerte de la bayadera, Gamzatti, aterrada y atormentada por la culpabilidad, solicita a su padre que apresure el culto.

El Gran Brahmán avanza con la ceremonia en medio de la indecisión de Solor. Los dioses, furiosos ante la situación, desencadenan su venganza y el templo se desploma sobre los presentes. Finalmente, las almas de Nikia y Solor se unen en amor eterno.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Sunday, January 21, 2024

Coppelia (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Coppelia  es un ballet con coreografía de Arthur Saint-Leon, con argumento del propio Saint-Léon y Charles Nuitter, sobre un cuento de E.T.A. Hoffmann titulado Der Sandmann (El hombre de arena), publicado en 1815. La música fue creada especialmente por el compositor francés Léo Delibes.

El ballet se estrenó el 25 de mayo de 1870 en la Ópera de París, con Giuseppina Bozzachi interpretando a la joven Swanilda. Fue un gran éxito pero la Guerra franco-prusiana y el consecuente Sitio de París (entre mediados de 1870 y mediados de 1871), pospuso sus representaciones. Sin embargo, se convirtió en uno de los ballets más interpretados por la Ópera de París. Este fue el primer ballet en incluir danzas folclóricas, como czardas, mazurcas y polcas, dando realce al color local y otorgándole realismo a la acción dramática.

El equipo formado por Saint-Leon y Nuittier ya había conseguido un éxito anterior con el ballet La Source (1860), en el que Delibes había contribuido con una parte de la música.

Es un ballet en tres actos que se desarrolla en Cracovia (un pueblo Polaco)

En el primer acto, Swanilda, la joven más linda del pueblo, está de novia con Franz. Cierto día, Franz queda maravillado con una joven que todas las tardes se sienta a leer en la ventana de la casa del Dr. Coppelius, un viejo fabricante de juguetes, inventor con fama de brujo. Franz trata de llamar la atención de la joven de todas las maneras posibles: le hace gestos, la invita a bailar, le tira besos, pero no recibe ninguna respuesta. Swanilda ve a su novio en semejante actitud y termina interpelándolo al respecto.

Más tarde, en la Plaza del pueblo, los campesinos danzan una mazurca, Swanilda y Franz se ven forzados por sus amigos a reencontrarse.

Franz y sus amigos deciden hacerle una broma al Dr. Coppelius, que termina por perder la llave de su casa. Accidentalmente Swanilda la encuentra y decide ingresar a la casa junto a sus amigas.

Durante el segundo acto, Swanilda y sus amigas llegan a una sala llena de personas, pero nadie se mueve. Descubren que son muñecos mecánicos de tamaño real, les dan cuerda y se quedan observando cómo se mueven. Mientras tanto, Swanilda encuentra a Coppelia, la joven que leía en la ventana, detrás de una cortina y descubre que ella ¡también es una muñeca!

El Dr. Coppelius entra y las encuentra urgando entre sus cosas. Varios muñecos todavía están bailando. Coppelius se enoja y las reta por la intromisión. Rápidamente las echa y comienza a ordenar todo. Sin embargo, Swanilda se queda atrapada junto a Coppelia.

Lo que más desea el inventor, es darle vida a Coppelia, por eso cuando ve que Franz ingresa en su casa, lo invita a pasar y le da una bebida mágica que lo adormece, con la idea de transferir su espíritu a Coppelia.

Mientras tanto, Swanilda se ha puesto la ropa de la muñeca y finge ser ella. Cuando Coppelius la busca para darle vida, ve que la muñeca comienza a moverse y a bailar. Swanilda intenta desesperadamente despertar a Franz y, cuando lo consigue, le da cuerda a todos los muñecos para facilitar la huida. El Dr. Coppelius queda confundido y triste al encontrar a Coppelia, sin vida, tras una cortina.

Finalmente, en el tercer acto, Swanilda y Franz están listos para casarse cuando aparece el Dr. Coppelius furioso, reclamando por los daños ocasionados, llega el intendente y le da una bolsa con dinero a Coppelius para tranquilizarlo. Finalmente Swanilda y Franz se casan y todos en el pueblo celebran.


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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).
Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, January 14, 2024

Ronald Petit (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Roland Petit nació el 13 de enero de 1924 en Villemomble, Francia. Edmond, su padre, tenía un bistró en Les Halles, un barrio comercial de París; Rose Repetto era su madre, italiana, fue la creadora de las famosas zapatillas de danza marca Repetto. Con tan solo nueve años, Roland ingresó a la Escuela de la Ópera de París, donde se formó fundamentalmente en técnica académica. En 1940, a los dieciséis años, ingresó al cuerpo de baile del ballet de dicha institución y en 1943 fue ascendido a bailarín solista por Serge Lifar, director del Ballet de la Ópera por aquellos años. Su primera función en ese puesto fue la interpretación de Carmelo, en la versión de Lifar de “El amor brujo”.


En 1944, decide alejarse de la Ópera para comenzar a coreografiar sin las ataduras estrictas del ballet, participando con sus obras en los Vendredis de la Danse (Viernes de Danza) que se llevaban a cabo en el Teatro Sarah Bernhardt de París. Un año después y en colaboración con el escritor Boris Kochno y el diseñador Christian Bérard, crea el Ballet des Champs-Elysées, donde se desempeñaba como coreógrafo y bailarín principal. De su breve paso por esta compañía (de 1945 a 1947) son las obras “Les Forains” (1945) y “Le jeune homme et la mort” (1946), que lo ubicaron en el centro de la escena europea de post guerra.


Tras la salida del Ballet des Champs-Elysées, a finales de 1947, crea los Ballets de París, con sede en el Théâtre Marigny. Es aquí donde conoce a quien luego fuera su esposa, la bailarina Renée Jeanmaire (luego conocida como Zizi Jeanmaire). De este período se destaca su versión de “Carmen”, con música de Bizet, estrenada el 12 de febrero de 1949 en Londres, con Jeanmaire y Petit en los roles de Carmen y Don José, respectivamente. El éxito fue rotundo, con máxima aprobación entre público y crítica, lo que lo llevó a realizar representaciones en París y luego (1949) en New York.


Tras varios años de coreografiar para importantes compañías internacionales, como el Royal Ballet, el Royal Danish Ballet y el Ballet de la Ópera de París, y de incursionar en el cine y los espectáculos de revista (de los cuales participaba también su esposa), en 1972 es convocado para crear el Ballet Nacional de Marsella, donde permaneció como director y coreógrafo hasta principios de 2005. Con dicha compañía presentó “Pink Floyd Ballet”, en la Salle Villier y, dos años después, “Proust” (1974). A la que siguieron sus versiones de los ballets “Coppélia” (1975) y de “La bella durmiente” (1990) con Jeanmaire como la bruja Carabosse, “Dama de picas” (1977, con música de Tchaikovsky) y “El murciélago” (1980, sobre la opereta de Johann Strauss).

El 10 de julio de 2011, a los 87 años, fallece Roland Petit, en Ginebra (Suiza), a causa de la leucemia. Discípulo de Serge Lifar (el último protegido de Diaghilev), prolífero creador y merecedor de numerosas distinciones (la última, el Benois de la Danse en 1994), sus obras otorgaron nuevos aires a la danza clásica, integrándose al repertorio de las compañías más importantes del mundo.






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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, January 7, 2024

El Royal Danish Ballet y su Escuela de Ballet (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.



August Bournonville (1805-1879) es el fundador del Royal Danish Ballet. Nació en Copenhage y se formó en la tradición dancística francesa con su padre y en la italiana junto a Vincenzo Galeotti, que enseñó en Copenhage entre 1775 y 1816.

Bournonville se desarrolló como un elegante bailarín de demi-caracter, liviano, ágil y con gran facilidad para la mímica. Durante la década de 1820 continuó sus estudios en París, núcleo del ballet durante el S XIX, bailando en la Ópera de Paris. Llevó el estilo refinado y grácil de la Escuela Francesa a Dinamarca, preservando ese estilo luego de que se diluyera en Francia.


Bournonville fundó la tradición del bailarín danés, con un alto nivel técnico, llevando al Royal Danish Ballet a niveles internacionales, proveyéndolo de una identidad nacional que lo diferencia hasta hoy en día, como una característica única y distintiva.

Salvo breves interrupciones, Bournonville se desempeñó como maestro de ballet en Cophenage entre 1830 y 1877. Creó alrededor de 50 ballets y numerosos divertimentos, muchos de los cuales todavía se representan. Esta prolífica producción convierte al Royal Danish Ballet en la compañía con mayor cantidad de ballet románticos en el mundo. Además de “La Sílfide” (1836), encontramos ballets como “Napoli” (1842), “Le Conservatoire” (1849), “A Folk Tale” (1854) y “Festival de Flores en Genzano” (1854).

Con una fuerte base en la tradición cultural danesa de la época, Bournonville sostuvo que el arte debería ser positivo, su propósito era elevarnos y convertirnos en seres armoniosos. Esta armonía la encontramos en las historias, en su estilo y en su delicada sincronización musical.  


La Escuela de Ballet del Royal Danish Ballet se remonta a 1771 y junto con la Escuela de la Ópera de París y la Escuela de Ballet de San Petersburgo está entre las más antiguas del mundo. De esta escuela han emergido grandes bailarines reconocidos internacionalmente, como Lucile Grahn, la primera intérprete de “La Sílfide” de Bournonville, Erik Bruhn, Peter Schaufuss, Nikolaj Hübbe y Thomas Lund entre otros.

La Escuela, además de brindar la formación en danza, ofrece la escolarización obligatoria en el mismo espacio. Actualmente cuenta con unos 120 alumnos aproximadamente, de 6 a 18 años de edad. Durante su conformación como bailarines, los estudiantes tienen la oportunidad de participar de experiencias escénicas que los enriquece, complementando su formación.


El Royal Danish Ballet, durante el SXX, evolucionó hasta convertirse en una compañía moderna que representa obras de coreógrafos daneses, como Harald Lander (“Etudes”, 1948) y Flemming Flindt (“The Lesson”, 1963), y de importantes coreógrafos internacionales, como Jiri Kylian y John Neumeier. Luego del Ballet de la Ópera de Paris, el Royal Danish Ballet es quién, en Europa, tiene en su repertorio más obras de G. Balanchine. Desde ya que la Compañía también tiene en su repertorio a los grandes “clásicos” del ballet como “Giselle”, “El lago de los cisnes”, “El cascanueces”, “La bella durmiente”, etc.






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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, December 31, 2023

Ballet "Flore et Zephyr" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.



El ballet "Flore et Zephyr" fue estrenado en 7 de julio 1796 en el King’s Theatre de Londres. La coreografía y el argumento fueron realizados Charles-Louis Didelot, la música por Cesare Bossi y los diseños de escenografía estuvieron a cargo del ingeniero Liparotti, quien fue también el principal responsable de la maquinaria teatral utilizada. En ocasión del estreno, los roles principales fueron interpretados por Collinet (esposa del coreógrafo) como Flore, Marie Louise Hilligsberg como Cupido y el propio Didelot como Zephyr.


Esta obra remite a la mitología griega y es por eso que puede ser catalogada como ballet anacreóntico, muy en boga en la época. Según el mito, Zephyr (dios del viento oeste) se enamora de la ninfa Flore. Su hermano Boreas (dios del viento norte) compite con Zephyr por el amor de la ninfa. Finalmente, Zephyr recupera a Flore y Boreas es castigado por su comportamiento. Cabe aclarar que la denominación “Zephyr” pertenece a la mitología griega y “Flore” a la romana, si se mantuviera el original griego debería llamarse “Cloris”. Didelot realiza una adaptación del mito para este ballet y entonces vemos a Zephyr que se enamora efectivamente de la ninfa Flore, pero en un momento se distrae con otra bella mujer; al final se da cuenta que su verdadero amor es Flore, la toma en sus brazos y la lleva consigo hacia el cielo. En este momento se veía a la bailarina “volando” sobre el escenario, gracias al artefacto escénico creado por Liparotti.


Según algunos relatos de la época, en este ballet se vio por primera vez a la bailarina pararse sobre las puntas de los pies, aunque se cree que ese efecto era generado por la maquinaria teatral que lentamente iba elevando a la bailarina del suelo, ya que la zapatilla de punta se crearía unos 20 años después. Lo que sí se sabe es que las bailarinas utilizaban un calzado que les permitía pararse sobre la media punta con gracia y fluidez, lo que daba la sensación de liviandad y daba un carácter etéreo a las bailarinas, ambas características del Romanticismo en la danza. Debido a esto, también se puede encuadrar a este ballet como pre romántico.


“Flore et Zéphire” tuvo gran éxito en toda Europa y se transformó en la obra más conocida de Didelot. Gracias a ella, en 1799, el coreógrafo fue contratado por el Zar como director de los Teatros Imperiales. En 1808, Didelot cambió el nombre de la obra a “Zephyr y Flore” para la producción que protagonizó el bailarín francés Louis Duport, en San Petersburgo. En 1830, Marie Taglioni debutó en Londres con este ballet, interpretando a Flore, junto a Jules Perrot, lo que significó el inicio de una larga sociedad artística entre ambos.


Leonide Massine realizó, para los Ballet Russes, otra versión sobre este mismo mito, en 1925. En este caso, la música fue compuesta por Vladimir Dukelsky, el vestuario y la escenografía fueron creados por Georges Braque. Los protagonistas en la premier fueron Anton Dolin, Alicia Nikitina y Serge Lifar.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, December 24, 2023

Ballet "El Cascanueces" y la Navidad (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


El ballet “El cascanueces” fue estrenado el 18 de diciembre de 1892 en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo, Rusia. La música fue compuesta por Piotr Ilich Tchaikovsky y la coreografía a cargo de Marius Petipa, aunque se enfermó y fue concluida por su asistente, Lev Ivanov. La obra fue protagonizada por Antonietta Dell'Era (Hada del Azúcar), Pavel Gerdt (Príncipe Coqueluche), Stanislava Belinskaya (Clara), Sergei Legat (Príncipe Cascanueces), Timofey Stukolkin (Drosselmeyer) y Vassily Stukolkin (Fritz). El libreto está basado en la adaptación que Alejndro Dumas realizó sobre el cuento “El Cascanueces y el Rey de los ratones” escrito por Ernst Theodor Amadeus Hoffmann en 1816.

En el primer acto encontramos a la familia Stahlbaum (o Silberhaus), en la víspera de Navidad. Clara (o Marie), Fritz (su hermano) y sus padres están terminando de decorar el árbol para esa noche. Llegan los invitados y los festejos comienzan, los niños juegan y bailan, hasta que el reloj de búho da las ocho. En ese momento un misterioso personaje entra en la sala, es Drosselmeyer, mago, padrino de Clara y talentoso fabricante de juguetes, que ha traído regalos para los niños. Todos están felices salvo Clara, quien no ha recibido su regalo aun. Drosselmeyer les enseña entonces tres muñecas de tamaño natural que bailan. Cuando terminan su danza, Clara se acerca a Drosselmeyer pidiendo su regalo. Drosselmeyer tiene otro juguete, es un Cascanueces con la forma tradicional de un soldado con su uniforme. Clara está encantada, pero su hermano siente envidia y lo rompe.


La fiesta termina y la familia Stahlbaum se acuesta. Mientras todos duermen, Drosselmeyer arregla el Cascanueces y cuando el reloj toca la medianoche Clara se despierta. De repente, los ratones comienzan a llenar la sala, el árbol de Navidad comienza a crecer y el Cascanueces cobra vida. Clara se encuentra en medio de una batalla entre un ejército de soldados y los ratones dirigidos por el Rey de los ratones. El Cascanueces conduce a los soldados, a los que se suman soldaditos de plomo y muñecas que sirven como médicos para atender a los heridos. Cuando el Rey de los ratones avanza hacia el Cascanueces aún herido, Clara agarra al Rey de la cola, le tira un zapato y el Cascanueces aprovecha la oportunidad y apuñala al Rey, que muere.


Los ratones se retiran y el Cascanueces se transforma en un príncipe. Clara y el príncipe viajan hacia un bosque de pinos en el que los copos de nieve bailan a su alrededor. Las hadas y reinas bailan para darles la bienvenida.

En el cuento original de Hoffmann y en algunas versiones coreográficas, el príncipe es el sobrino de Drosselmeyer, a quien el Rey de los ratones había convertido en un cascanueces. Tras la fiesta de Navidad, todo se soluciona cuando Drosselmeyer elimina el hechizo.

En el segundo acto, Clara, el Cascanueces y Drosselmeyer llegan al Reino de los Dulces donde los recibe el Hada del Azúcar (o Hada del Confite), su caballero y el resto de los dulces. Se suceden una danza española (que representa el chocolate), una danza china (en alusión al té), una danza árabe (recordando el café) y una danza rusa (que simboliza a los bastones de caramelo) que es, en realidad, una danza tradicional ucraniana denominada Trepak. También danzan Mamá Jengibre y sus polichinelas, las flautas de lengüeta (pastoras de marzipan o mirlitones), el Hada del Azúcar y el Vals de las Flores. Todas estas danzas pueden variar su orden dependiendo de la versión coreográfica.


Aquí se presentan dos desenlaces posibles. En uno, luego de las celebraciones, Clara se despierta bajo el árbol navideño con su Cascanueces de madera, feliz por su maravillosa aventura onírica. En otro, Clara no se despierta: luego de todas las danzas, ella y el príncipe parten en un trineo tirado por renos. El sueño ha sido real...




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Marius Petipa: Maestro de ballet, coreógrafo y bailarín francés (por Florencia Guglielmotti)
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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Sunday, December 17, 2023

Pearl Primus (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Pearl Primus nació el 29 de noviembre de 1919 en Puerto España, Trinidad y Tobago. Cuando tenía dos años, su familia se mudó a New York. Su primera vocación fue la medicina y por ello estudió biología y ciencias premédicas en el Hunter College, recibiéndose en 1940. Buscó trabajo en diversos laboratorios pero, debido a la discriminación racial de la época, nunca pudo obtener un puesto. Donde sí la contrataron fue en la Administración Nacional de la Juventud, en el departamento de danza, en el área de vestuario. Al poco tiempo de ingresar, en 1941, y sin ninguna formación previa, obtuvo una beca para estudiar danza moderna en el New Dance Group, donde mostró un don innato para el movimiento, formándose con algunos de los fundadores del grupo: Jane Dudley, Sophie Maslow y William Bates. Un año más tarde, en 1942 debutó con la compañía, siendo la primera integrante afrodescendiente. Su tiempo en el New Dance Group no solo le brindó las bases técnicas de su danza, sino que también la inició en el activismo político mediante el arte. Paralelamente complementó su formación estudiando con Martha Graham, Charles Weidman, Ismay Andrews y Asadata Dafora, quién le brindó un primer acercamiento a la música y la danza africanas.


El 14 de febrero de 1943 realiza su primera función independiente, presentando “African Ceremonial” donde, tras seis meses de investigación, pone de manifiesto su herencia negra, basándose en una leyenda del Congo Belga, donde un sacerdote realiza un ritual de fertilidad hasta que colapsa y desaparece. Completaron el espectáculo las obras “Strange Fruit” (sin música, sobre la reacción de una mujer a un linchamiento), “Rock Daniel” (con música de jazz) y “Hard Time Blues” (sobre la dura vida de los arrendatarios de parcelas). Con esta función llamó la atención de público y crítica, lo que favoreció que el mismo programa se repitiera en abril, en el Cafe Society Downtown, un night club donde prevalecía la integración racial, y en junio durante su participación en el Negro Freedom Rally, en el Madison Square Garden.

En 1944 forma su propia compañía, la Primus Company, presentándose en el Roxy Theatre con una revisión de “African Ceremonial” para catorce intérpretes. Durante los años que siguieron realizaron giras por todo Estados Unidos y participaron en algunas obras de Brooadway, como “Caribbean carnival” y “The Emperor Jones” de Eugene O'Neill.


Gracias a una beca de la Fundación Rosenwald, en 1948, pudo realizar su primer viaje a África para estudiar sus danzas nativas, entendiendo a la danza como una forma de fomentar la comprensión cultural. La experiencia africana se repitió varias veces más a lo largo de su vida, visitando Costa de Oro (luego denominada Ghana), Angola, Camerún, Liberia, Senegal, el Congo Belga, Nigeria y Costa de Marfil, entre otros países. En esa misma línea, en 1963, crea el Instituto de Danza Afroamericana en Nueva York y, en 1978, fundó el Dance Language Institute Pearl Primus en New Rochelle.


Se casó en 1954 con Percival Borde, un bailarín, coreógrafo y percusionista nacido también en Trinidad y Tobago, que la acompañó en sus viajes e investigaciones, y con quién trabajó colaborativamente en sus creaciones hasta su fallecimiento, en 1979.


Si bien muchas de sus obras estaban basadas en las danzas nativas africanas, como “The Wedding” (1961) realizada para la compañía de Alvin Ailey, “Fanga” (1949) o la ya mencionada “African Ceremonial”, muchas otras tienen anclaje en la vida cotidiana de los afroamericanos, como “The Negro Speaks of Rivers” (1944), “Michael, Row Your Boat Ashore” (1979) o “Strange Fruit”, citada anteriormente.

Sus inquietudes la llevaron a obtener un doctorado en antropología en la Universidad de Nueva York (1978). Su vocación la impulsó a compartir sus conocimientos, así Primus enseñó en diversas universidades, entre ellas la New York University, el Hunter College, la State University of New York en sus sedes de Purchase y Buffalo, el College of New Rochelle, el Iona College y la Howard University. Además, como antropóloga, dirigió diversos proyectos culturales en Europa, África y América.


Pearl Primus falleció en su casa de New Rochelle, el 29 de octubre de 1994, a causa de la diabetes que padecía. Ella estudió las danzas africanas, su función y significado más que nadie, codificó detalles técnicos y desarrolló un sistema de notación para evitar que las danzas nativas caigan en el olvido. Todo ese bagaje permanecerá gracias a su gran generosidad que la llevó a compartir sus conocimientos con el mundo.







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