Thursday, April 13, 2023

"Tebas Land", la ambigüedad conceptual en escena. (por Wilfredo A. Ramos)


Desde que el traductor, escritor, profesor de literatura y crítico literario francés Serge Doubrosky diera a conocer el término “autoficción”, alrededor de la década de los 70, definiéndolo como “... una ficción de acontecimientos y de hechos estrictamente reales”, ríos de tinta han corrido, así como opiniones al respecto. Intelectuales como Regine Battiston, Philippe Weigel, Isabell Grell, Patrick Saveau, Gerard Genette, Vincent Colonna, entre otros, se han volcado al estudio y análisis de dicho concepto propuesto por este autor. Este neologismo ha provocado una cierta revolución en la escritura novelada donde dos tipos de narraciones opuestas se van a enfrentar, una considerada como autobiográfica frente a otra conceptuada como ficcionalizada. Según las reglas sobre las que se sostiene este discurso, el cual es sin duda un ‘pacto oximorónico’, en el cual la contradicción es su sentido de ser, la narración se elevará sobre la identidad visible del autor con el narrador y el personaje protagónico dentro de un texto que no acude a la realidad, es decir, que es puramente ficción.

Como muestra de la amplitud del recorrido que ha alcanzado dicho discurso, nos encontramos con una larga lista de autores donde dentro de su obra converge dicha proposición conceptual, tales como Nelly Arcan, Nicole de Buron, Michel Breton, Ulysse Caan, Colette, Guillaume Dusta, Pedro Almodovar, Jorge Urrutia, Pilar Eyre, Marta Sanz, Javier Cercas y muchos más.

Sería bueno tener en cuenta antes de continuar, que esto que se ha querido ver como un ‘descubrimiento literario’ reciente, es posible encontrarlo dentro de las páginas de la literatura desde casi los orígenes de la misma, por lo que podríamos estar frente, no precisamente a un hecho literario nuevo en su concepción

Se dice que "La Divina Comedia" del poeta Dante Alighieri es un ejemplo de autoficción, pero incluso, siguiendo los parámetros con se que busca definir dicho concepto, se podría además encontrar el mismo dentro de la escritura de "La Odisea" o "La Ilíada,, del griego Homero e igualmente formando parte de un gran registro de autores en todas las épocas, el cual podría incluir no solo a escritores, sino hasta filósofos y doctos eclesiásticos como también ha sido señalado.

Este concepto, al cual en ocasiones se le denomina ‘autodrama’, ha llegado por supuesto a la escritura dramática, teniendo en Sergio Blanco, autor uruguayo residente en París, con una gran cantidad de obras traducidas y presentadas en diversos escenarios alrededor del mundo, uno de sus más destacados exponentes. Al igual que en la literatura no dramática, hay que decir que es posible encontrar igualmente rasgos de autoficción en escritores teatrales de otros tiempos como podría ser el caso del conocido escritor norteamericano Tennesse Williams, con algunas de sus obras, del español Federico García Lorca, en su obra "El Público" o con el propio dramaturgo cubano Virgilio Piñera y su obra "Aire frío", entre otros muchos..

La llamada contemporaneidad ha traído a discusión toda una serie de re-elaboraciones en el área de la cultura y el arte, de conceptos y pautas ya establecidas, en muchos de los casos asentadas en el tiempo, provocando el surgimiento de nuevos discursos dirigidos a desarticular la credibilidad asertiva, poniendo la duda como eje fundamental del mismo, en donde todo cabe.

A través de la historia de la humanidad, la cultura, tomándola desde su mirada artística solamente, ha ido evolucionando al mismo tiempo que lo ha hecho el hombre. No es posible separar cultura y sociedad, a lo que debemos agregar que desde siempre, ésta se ha encontrado fuertemente ligada a los valores de la política, lo que se ha podido ver con mayor claridad en algunos momentos de la historia y bajo determinados condicionamientos socio-ideológicos.

La autoficción, se nutre de la retórica de la memoria, así como de la escritura de lo recordado, sobrevalorando el valor de la ambigüedad en la construcción de la historia a contar, conduciéndonos a un para-texto que de manera paralela va a recorrer todo el discurso. Dicha condición de lo ambiguo podrá conducirnos a poner en duda la veracidad de lo contado, aunque al mismo tiempo podamos identificar uno o varios elementos que nos tienten a afirmar la certeza de los mismos. La antigua duda cartesiana va a abrirse paso subrepticiamente a través de la autoficción si partimos de su postulado básico del cogito, ergo sum (pienso, luego existo).

Sergio Blanco
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Regresando sobre la obra de Sergio Blanco dentro de aquel contexto, vemos que él define su incursión en este camino de la siguiente manera: “... La autoficción no es una biografía sino que es todo lo contrario, donde la segunda tiene que decir verdades, la primera parte de las verdades del yo pero para mentirlas, para ficcionarlas, transformarlas, Cuando escribo autoficciones miento muchísimo, porque la idea es la siguiente: a partir de algo que me sucedió poder empezar a transformarlo y a poetizarlo”.


Partiendo de tales presupuestos, hablemos de “Tebas Land”, obra de este autor, que entre los días 17 al 20 de Marzo, subió al escenario del On-Stage Black Box del Miami Dade County Auditorium, en una producción de Arcas Images, con dirección del director cubano asentado en España, Carlos Celdrán, quien una vez más ha sido invitado por esta productora, y para el que al parecer se la ha abierto una puerta recurrente en nuestra ciudad.

El elenco de esta pieza se encuentra limitado a la participación de sólo dos intérpretes, para los cuales se tuvo en cuenta a Ariel Texidó y Daniel Romero, ambos actores cubano-americanos con una amplia trayectoria en cine, televisión y teatro.

La impronta para escribir esta pieza la encontró su autor al enfrentarse a una enrejada cancha de baloncesto de la urbe parisina, donde reside, y a partir del dibujo de la misma en un cuaderno de notas, comenzó la escritura del texto. Convocado por este escenario el dramaturgo concibe el espacio escénico dentro del cual se va a desarrollar la acción.

El que la obra transcurra inevitablemente dentro de este enjaulado ambiente, va a otorgarle a la misma la impactante y asfixiante atmósfera que el texto reclama sin duda alguna, pero al mismo tiempo representará un obstáculo al proceso creativo por parte del director que enfrente dicho trabajo. Al asumir el autor la indispensabilidad de su acotación escénica, va más allá de su posición como escritor, incorporando y suplantando forzosamente la del director. Hay quien podrá aducir que los dramaturgos siempre han escrito notas sobre como ven ellos en sus obras un ambiente determinado, qué elementos escenográficos y de utilería usar, hasta que vestuario, luces y banda sonora tener en cuenta, pero ello no obliga en modo alguno, como en este caso, al director a tener que atenerse a dichas acotaciones para obtener los derechos a montar la obra. Dicha situación, que nos parece en lo particular, injusta y lamentable, en los últimos tiempos se ha visto con mayor frecuencia que la deseada, siendo también el caso de otros autores teatrales que plantean tales exigencias para que sus textos dramáticos puedan ser llevados a las tablas.

Como si ya con el obligado concepto del plano espacial no fuera poco, el estar atado a la utilización definida por el autor de otros elementos, como determinado mobiliario y el uso de un ciclorama blanco a manera de pantalla donde proyectar imágenes en un momento de la acción, la exigencia de estos aspectos me lleva a cuestionarme hasta donde queda limitada la labor del director escénico, la cual se verá reducida a un muy exiguo trabajo con la dirección de actores exclusivamente.

Las anteriores interferencias en cuanto al proceso creativo, dirige mi preocupación hacia otro aspecto tal vez de carácter neo-filosófico, que según el autor, es determinante para el artista y que está condicionado por la capacidad que ofrece la duda, según él mismo dice, como forma de libertad plena, la cual se vería coartada de manera total al querer ejercer dicho autor la certeza, que en este caso estaría dada por su imposición sobre del director, no permitiendo la duda de enfrentar otra posible mirada creativa.

Dejando estas apreciaciones atrás por un momento, vayamos al encuentro con lo que sin duda resulta el plato fuerte de la puesta disfrutada en nuestra ciudad: el trabajo actoral.

Ariel Texidó
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Ariel Texidó es uno de esos inusuales casos que partiendo de su trabajo en el mundo teatral aficionado, sin haber pasado por institución educativa especializada alguna, llega a forjarse una excelente carrera como actor, desenvolviéndose con igual soltura en el cine, televisión o teatro, donde ninguno de los roles asumidos le haya quedado grande. Actor preocupado siempre a los detalles de cada personaje a interpretar y con un muy atento poder de interiorización de los mismos, llega a este nuevo trabajo regalando una acertada propuesta a través del mismo. Con un sobrio accionar va develando poco a poco los sentimientos y contradicciones del ser humano que interpreta. Buena dicción, magnífica proyección de voz y un interesante color de la misma, son características que acompañan el trabajo de este actor, así como una sobria cadena de acciones, ejecutadas desde la psicología de un personaje que poco a poco se va despojando de la escéptica coraza con que se nos presenta en un principio.

Daniel Romero
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Por su parte, Daniel Romero, es un joven actor graduado del Instituto Superior de Arte de Cuba (ISA), lugar donde ha tenido una excelente carrera abarcadora de todos los medios. Desde su llegada a los Estados Unidos, este será su primer trabajo sobre los escenarios, aunque ha participado con antelación en algunos proyectos cinematográficos. No obstante lo dicho el actor no es totalmente desconocido para el público de nuestra ciudad, debido a que con anterioridad a su establecimiento entre nosotros, como integrante de la compañía cubana Argos Teatro, que nos visitara un tiempo atrás y que recorriera varias ciudades de este país, se presentó asumiendo el rol protagónico en la obra “10 Millones” escrita y dirigida por el propio Celdrán, que ahora lo vuelve a dirigir, donde dejó una excelente impresión por su bien delineado trabajo.

En esta oportunidad, Romero, incorpora una nada fácil doble interpretación, la de Marcos y Federico, en un complejo trabajo, donde por la trama de la obra, un personaje tiene la responsabilidad de interpretar al otro y para lo cual el actor se verá obligado en ciertos instantes a realizar súbitas transiciones, marcadas por un mínimo movimiento, un casi imperceptible gesto o un ligero acomodamiento del cuerpo, logrando con ello severos cambios de personalidad, de actitud corporal y proyección psicológica.

El desempeño de estos intérpretes en el escenario es excelente. Ambos, se confabularon para darle vida a sus personajes partiendo de un férreo soporte psico-dramatúrgico, que los lleva a la concreción de nuevos seres humanos de realidad innegable.

Carlos Celdrán
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Es aquí donde se puede indiscutiblemente encontrar la mano del director, Carlos Celdrán -quien ha desarrollado una extensa carrera en Cuba al frente de su compañía Argos Teatro, tratando de continuarla ahora en tierras española y aquí en Miami por lo visto- que pese a las limitaciones ya señaladas para la construcción de la puesta en escena, logra hacer sentir -para los que somos conocedores de su quehacer artístico- su concepto de dirección, el cual está marcado por un sobrio estilo de trabajo, que lleva al actor a redefinir sus emociones y movimientos, imponiendo un contenido ritmo en la acción, así como mostrando los hechos desde su más sobria expresión. Sin duda alguna este texto dramático resulta perfecto para el estilo de trabajo del director en cuestión.

Esta puesta de "Tebas Land", llevada a escena por Arca Images no se diferencia en mucho de las innumerables puestas que de la misma obra han sido vistas en escenarios de varios continentes, debido a que el autor, como ya lo hemos expresado con anterioridad, no lo permite, cercenando la libertad al director de escena, en aras de su estricta concepción artística, por lo que valorar la puesta que nos ocupa en esta ocasión, resultaría en un acto de injusticia, ya que de hacerlo estaríamos hablando del mismo montaje que se ha realizado en todos los escenarios en donde la obra ha subido.

Esta situación, donde se impone una única manera de representar un texto dramático, va directamente en contra de la supuesta libertad encontrada en la duda constante y absoluta como forma de desarrollo social y humano, que promulga el escritor en su discurso teórico, quien por demás considera toda absolutización como un acto tendenciosamente fascista. Contradicción entre pensamiento teórico y actuación? No sería de extrañar, ni la primera ocasión en que nos enfrentamos a tales circunstancias contradictorias.

Dejando a un lado las anteriores disquisiciones teóricas, siempre indispensables para el análisis y crecimiento del teatro, resulta indispensable agradecer una vez más la labor de Alexa Kuve al frente de su casa productora Arca Images y su empeño constante por ayudar a que la escena de Miami crezca cada día en calidad artística. Empeño este, que sumado al trabajo en común de todo el gremio escénico de la ciudad, hacen posible que esta urbe sea el centro de referencia absoluto a tener en cuenta, cuando del teatro hecho en español en los Estados Unidos, se hable.



Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Abril 11, 2023

Fotos/Alfredo Armas

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