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Thursday, May 13, 2021

Los 20 días que conmovieron a Santiago de Cuba (por Rafael Duharte Jiménez)



Una Guía Comercial de los años veinte del siglo pasado, afirma que por esa época funcionaban en la ciudad de Santiago de Cuba numerosos gremios, encontrándose entre los más importantes: La Unión de Empleados de los Ferrocarriles de Cuba, La Unión de Torcedores de Tabacos, La Unión de Obreros Panaderos; La Asociación Tipográfica de Oriente y los Estibadores y Braseros de la Marina.

Resulta interesante observar, a la distancia de 104 años, la huelga que en enero de 1917 sostuvo el gremio de Estibadores y Braceros de la Marina, frente a los consignatarios de buques y dueños de los muelles santiagueros, por un aumento de salario.

Según la prensa local de la época, ese año el movimiento de mercancías en el puerto fue intenso, al extremo de que la explanada que separaba la estación de tren, de los almacenes, estaba llena de bultos de todas clases y había numerosos barcos cargados en el puerto, por lo que la recaudación de la aduana seguramente era muy satisfactoria.

Esta debió ser la coyuntura aprovechada por el gremio de Estibadores y Braseros para solicitar un aumento de salario. Las negociaciones de los representantes de los obreros con la patronal fueron inicialmente infructuosas y el miércoles 3 de enero los obreros se declararon en huelga, abandonando las labores de carga y descarga de los buques y sentándose en la explanada, frente a la Aduana, La Alameda y los muelles de la Naviera.

El sábado día 6 algunos vapores comenzaron a salir del puerto rumbo a Cienfuegos, para descargar allí sus mercancías; la noticia de que las gestiones realizadas por la Administración de la Aduana y la Alcaldía Municipal habían fracasado, corrió como la pólvora por la ciudad e inmediatamente los víveres comenzaron a subir de precio en los comercios.

La situación era grave, muchos barcos estaban descargando las mercancías en el puerto de Cienfuegos, lo cual encarecía la transportación; el miércoles día 10, los trabajadores rechazaron una proposición de los patronos de pagar por toneladas la carga y descarga.

En la noche tuvo lugar una asamblea en el Círculo Obrero, en la cual los gremios acordaron esperar un poco para declarar un paro general, pero a la mañana del día siguiente la situación se precipito y se fueron a la huelga albañiles, carpinteros, sastres y planchadores, en solidaridad con los estibadores y braseros.

En algunos muelles y tinglados, comenzaron sin embargo tareas de descargas de buques por parte de más de un centenar de rompe-huelgas, los cuales no tardaron en ser agredidos por algunos huelguistas indignados; la policía tuvo que intervenir para restablecer el orden.

En medio de aquella tensa situación tuvieron lugar varios incidentes violentos en la vía pública y la zona comercial, en los cuales tuvo que intervenir la policía.

El sábado día 20, los carretilleros y carniceros que no se habían sumado a la huelga, continuaban sus labores normalmente y los planchadores, sastres y barberos retornaron a sus actividades; el trafico en la Marina continuaba con el acarreo de mercancías a los almacenes, pero custodiados por policías.

El lunes 22 todos los gremios que habían apoyado la huelga de los estibadores habían regresado a sus labores.

En la noche del martes 23, una comisión integrada por representantes de la Cámara de Comercio y la Asamblea de Presidentes de los Gremios, presentó una propuesta que fue intensamente debatida y finalmente aceptada por los representantes de los consignatarios y dueños de muelles, poniendo fin a la huelga, a la mañana del día siguiente, regresaron los estibadores al trabajo, con la satisfacción de haber vencido a los patronos y con un salario mas alto.

En el año de 1917 los obreros del puerto de Santiago de Cuba no aspiraban a tomar el cielo por asalto, pero es evidente que sabían defenderse, negociando con los patronos, utilizando el recurso de la huelga y contando con la solidaridad de otros gremios. Faltaban unos meses para que estallara la Revolución de Octubre a 9 550 kilómetros del puerto de Santiago de Cuba, aun no circulaba la consigna proletarios del mundo uníos, pero aquí entre el mar Caribe y las montañas de Cuba, los obreros defendían sus intereses.

La paralización del puerto era impensable para una ciudad que como Santiago avanzaba dinámicamente a la cabeza de la Provincia de Oriente, el poder de los estibadores y braseros santiagueros en aquella época era real. 






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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.

Thursday, May 6, 2021

La aventura del automóvil en Santiago de Cuba (por Rafael Duharte Jiménez)



El 31 de mayo de 1902 circuló el primer automóvil por las calles, Marina, Nepomuceno y Enramada, entonces el tramo mejor empedrado de la ciudad. Según el cronista Carlos Forment, Charles Brooks el propietario del auto le contó que el iba muy despacio y un grupo de muchachos callejeros le hacia burlas y hasta le tiraron piedras, porque lo creían “un coche endiablado” ¡Así entró el automóvil a Santiago de Cuba!

¡Aquel automóvil marca Locomovil, puso fin a casi cuatrocientos años de hegemonía absoluta de la tracción animal en el transporte en la ciudad! 

Aunque pueda asombrarles, once años después de aquel día en que Brooks manejara su auto rodeado de curiosos y en medio de los gritos y las pedradas de los mataperros, la ciudad de Santiago contaba ya con varios garajes y establecimientos de automóviles de alquiler que tenían un total de 62 vehículos para prestar servicio a los santiagueros.

En el mes de junio del año de 1913, el periódico El Cubano Libre publicó la noticia de que la empresa Santiago Automovile Co., pondría en circulación una guagua–automovil con capacidad para treinta personas, que diariamente haría los viajes entre la ciudad y el pueblo de Dos Bocas.

La circulación de automóviles en Santiago de Cuba aumentaba significativamente cada año, en 1916 se registraron en el Ayuntamiento casi el doble de vehículos que el año anterior: 92 automóviles particulares y 105 de alquiler.

En la tarde del viernes 18 de febrero del año de 1916 ocurrió algo insólito, una manifestación rodante para reclamar al Ayuntamiento el arreglo de la avenida que unía la ciudad con el reparto Vista Alegre, en la que participaron más de cien automóviles de todos los tipos y algunos coches, atronando las calles con el ruido de sus bocinas, timbres y mofles abiertos.

Una comisión que incluía entre otras personalidades a German Michaelsen, al pasar frente al Ayuntamiento se bajó de los autos que iban a la cabeza del desfile, para entrevistarse con el gobernador y el alcalde y exponerle sus demandas; luego continuaron su larga marcha a través de las calles; era una interminable hilera de vehículos y la población se agolpaba para verla pasar en medio de un ambiente carnavalesco.

En 1926 se celebró en el teatro Rialto, el Primer Congreso Automovilístico de Oriente: Pro Buenos Caminos, asistieron personalidades, autoridades civiles y militares y un gran número de industriales norteamericanos que representaban varias fabricas de automóviles. Las palabras de clausura estuvieron a cargo nada más y nada menos que del destacado intelectual dominicano Max Enríquez Ureña. La ciudad de Santiago de Cuba era evidentemente un mercado potencial para los fabricantes norteamericanos de automóviles. 

¡Poco más de dos décadas después de la aventura de Brooks y su coche endiablado, la ciudad de Santiago de Cuba era la sede de un Congreso Automovilístico y tenia un Palacio del Automóvil! 

El jueves 14 de febrero de 1929 la prensa local comentó ampliamente una exposición de cuatro modelos de la marca Chevrolet en el Palacio del Automóvil, ubicado en las calles Aguilera y Corona, el evento fue amenizado por el trío Matamoros que ya por entonces era bastante famoso.

El 8 de enero de 1931 quedó abierto al paso de los vehículos el tramo de la Carretera Central desde la Loma de Quintero hasta la Avenida Victoriano Garzón. Unos días después se efectuó la inauguración de la Carretera Central, el gobernador Barceló declaró en el acto: vía publica a “la hermosa carretera que une lo pueblos y las ciudades desde Pinar del Río hasta Oriente”. Si se tiene en cuenta el aislamiento que sufrió la región oriental durante más de cuatro siglos, puede aquilatarse la trascendencia de aquel acontecimiento desde el punto de vista económico y social.

En la primera mitad del siglo pasado, sin lugar a dudas, tuvo lugar en la ciudad, una fantástica revolución en el transporte, protagonizada por el automóvil, el tren, el tranvía, el ómnibus y el avión. La añeja ciudad de empinadas lomas, callejones y calles empedradas por la que circularon durante siglos solo: coches, carretas y carretillas tiradas por caballos, se iba esfumado ¡Santiago de Cuba entraba sobre ruedas en el siglo XX!




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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.

Thursday, April 29, 2021

Santiago de Cuba: El triunfo del espíritu (por Rafael Duharte Jiménez)


"Si quieres conocer el futuro, estudia el pasado"
Confucio






En los últimos meses del año de 1898, la guerra, las privaciones materiales y la presencia militar de los norteamericanos, debieron crear en la ciudad de Santiago de Cuba un profundo malestar en la cultura. La sociedad Filarmónica orgullo de los criollos, era un lejano recuerdo, el Club San Carlos se caía a pedazos. No había lugar, ni público, ni ánimo, para conferencias, conciertos o recitales. Las sociedades de tumba francesa, los cabildos carabalíes y los grupos carnavalescos de los barrios populares a duras penas sobrevivían.

Con la llegada del nuevo siglo este sombrío panorama comenzó lentamente a cambiar. En aquel oscuro minuto, el alcalde, historiador y novelista Emilio Bacardi, el pintor José Boffil y el Coronel mambi Federico Pérez Carbo, contra viento y marea, imaginaron un mundo espiritual y con la creación de un museo-biblioteca pusieron la primera piedra del mismo.

El las primeras décadas del siglo, las sociedades de recreo y ayuda mutua fundadas por españoles, chinos y árabes, estimularon, en pequeña escala, la preservación de sus respectivas culturas. También se crearon clubes aristocráticos como el Country Club, El Vista Alegre Tennis Club, el Ciudamar Yacht Club y otros, que contemplaban además de la recreación el estimulo al deporte y la cultura artística.

El Club San Carlos fundado en 1864, renació en un majestuoso edificio de tres plantas, frente a la antigua Plaza de Armas, ahora Parque de Céspedes, con un proyecto del arquitecto santiaguero Carlos Segrera y en sus salones pronto brilló la cultura.

A lo largo de las primeras cuatro décadas se fundaron una serie de instituciones en las cuales se cultivaba la cultura cubana, sin ningún tipo de subordinación ante la española o la norteamericana; este proceso se inició con la fundación del Ateneo en 1914 y quizás alcanzo su clímax a fines de la década del cuarenta con el nacimiento del Lyceum y la Universidad de Oriente. 

La idea de crear el Ateneo parece haber surgido en 1908, pero el proyecto no cuajó hasta el año de 1914 en que se fundó oficialmente en un acto en el Teatro Oriente, con el objetivo de: Promover en la ciudad de Santiago la cultura en el campo de las letras, las artes y las ciencias.

En el año de 1921 se fundó el Ateneo de Oriente, el cual se propuso elevar la cultura en toda la provincia de Oriente, promoviendo el desarrollo de la literatura, las bellas artes, el teatro cubano y la historia patria.

Siete años más tarde en el Teatro de Vista Alegre se inauguró la institución Hispano-Cubano de Cultura de Oriente, presidida por el intelectual dominicano Max Enríquez Ureña, quien en sus palabras inaugurales caracterizó el ambiente cultural de aquellos tiempos en los siguientes términos: “Asistimos en Cuba a un movimiento intenso que favorece la extensión de la cultura y que hoy puede observarse en toda las clases sociales, donde hay interés por las cosas del espíritu”;en diciembre de ese año la institución contaba con 430 socios.

En las conferencias promovidas por esta sociedad se abordaron temas de filosofía, jurisprudencia, estética, pedagogía, historia, música y literatura. Entre los invitados estuvieron personalidades de la talla de José Maria Chacon y Calvo, Alfonso Hernández Cata, Camila Enríquez Ureña, Carlos Loveira, Rafael Estenger y Luís Felipe Rodríguez, entre otros. El órgano oficial de la institución fue la revista literaria Archipiélago dirigida por Max Enríquez Ureña.

A comienzos de la década del treinta, Ernesto Buch movilizó a los intelectuales y artistas de la ciudad para la refundación del Ateneo. Pronto comenzaron los Domingos del Ateneo que se desarrollaron inicialmente en la casa natal del poeta José Maria Heredia y luego sucesivamente en los teatros: Rialto, Cuba y Aguilera. Sus programas se basaban en charlas sociológicas, científicas e históricas, conciertos, recitales, lecturas de cuentos y puesta en escena de obras de teatro.

¿Quiénes eran los principales intelectuales en aquellos años en que se cultivaba con pasión en Santiago la cultura espiritual? La figura más relevante posiblemente fuera Max Enríquez Ureña, extraordinario animador cultural. También eran personalidades muy reconocidas, Antonio Bravo Correoso, presente en lo principales proyectos culturales de la época y Eduardo Abril Amores, la estrella del periodismo local; Carlos Forment, periodista y continuador de la crónicas de Emilio Bacardi, el periodista y escritor Armando Leyva, el historiador Leonardo Griñan Peralta, el poeta José Manuel Poveda; Ernesto Buch López, formidable promotor cultural y autor de una magnifica historia de Santiago de Cuba publicada en 1947; los pintores Justo Orozco y Jose Joaquín Tejada; la célebre concertista y pedagoga Dulce Maria Serret y su hermano Daniel Serret, entre muchos otros.

Entre los años de 1936 y 1941 funcionó en la Casa de Heredia la Asociación Pro Arte Cubano cuyo objetivo era “despertar el culto a las Bellas Artes, con preferencia a la pintura, la escultura y el Dibujo”.

En el año de 1940 se constituyó La Sociedad Filarmónica de Santiago de Cuba para “fomentar el desenvolvimiento musical en esta ciudad, mediante la organización de conciertos, recitales, conferencias, publicaciones, becas y otros medios incluyendo la creación de una Orquesta Sinfónica”. Ese año fue muy fecundo en materia de instituciones culturales, pues también surgió Pro Arte de Oriente que tenia como principal objetivo “fomentar el desenvolvimiento cultural de la ciudad” y cuya primera función artística fue un cuadro de ballet con el acompañamiento de la orquesta de Gonzalo Roig en el Teatro Oriente. 

Sobre el nacimiento del Lyceum en el año de 1940, la prensa comentaba que: “un grupo de damas entusiastas de nuestra sociedad se han dado a la tarea de organizar una nueva institución denominada Lyceum” La misma desarrolló una intensa actividad cultural que incluía, conferencias y exposiciones de artes plásticas, recitales de poesía, conciertos y actos conmemorativos dedicados a Heredia y Marti. También organizaron una Feria del Libro en 1954 y junto al Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Oriente, dirigido a la sazón por el profesor e historiador Felipe Martínez Arango, patrocinó Cine y Arte.

Es de destacar que en Pro Arte Cubano, Pro Arte de Oriente y el Lyceum, las mujeres ejercieron un indiscutible liderazgo que debió resultar incomodo y hasta retador para los prejuicios de la época. 

Es cierto que en aquella época existía un abismo entre lo que pudiéramos llamar la alta cultura y la cultura popular; ciertamente no hubo puertas abiertas en el Lyceum, Pro Arte o El Ateneo para los percusionistas y tocadores de corneta china de La Conga de Los Hoyos o la Tumba Francesa La Caridad de Oriente; aunque tampoco estuvieron abiertos para ellos los salones de las sociedades de color; se trataba de mundos paralelos que se miraban con recelo, luego de una larga historia de racismo y discriminación.

En Santiago de Cuba durante la primera mitad del siglo pasado, existieron profundas tensiones sociales, prejuicios e incluso segregación racial; sin embargo a ratos la sociedad civil alcanzó consensos que lograron que la cultura avanzara y fueron haciendo de Santiago una ciudad culta. 

Detrás del Ateneo, la Sociedad Hispano-Cubano de Cultura, Pro Arte de Oriente, Acción Ciudadana, El Club Aponte, El Casino Cubano, La Luz de Oriente y la Universidad, existió una voluntad muy santiaguera, que en ocasiones saltó por encima de barreras sociales y prejuicios y sintonizó con los de abajo, llevando el espíritu de Santiago al triunfo.





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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.

Thursday, April 22, 2021

Máscaras y disfraces en Santiago de Cuba (por Rafael Duharte Jiménez)



El disfraz fue un elemento típico del carnaval en España que debió arribar a la ciudad de Santiago de Cuba en algún momento de la época colonial. A mediados del siglo XIX el pintor ingles Walter Goodman titula: Mascaras en Santiago, el capitulo dedicado al carnaval, de su libro Un Artista en Cuba, afirma allí: “Lo principal que tiene el carnaval de Santiago son las comparsas callejeras o conjuntos de enmascarados o mamarrachos como se les llama en el lenguaje criollo, y los bailes de mascaras”.

A comienzos del siglo veinte los bailes de disfraces eran muy populares en la ciudad según se consigna en la prensa de la época. En 1906 Ilustración Cubana señalaba que: “El día de San Joaquín, en las calles de nuestra vieja ciudad, la población pudo observar la invasión de numerosas comparsas. Mas la nota sobresaliente de las fiestas la dieron las sociedades de recreo, con sus brillantes bailes de disfraces (…) Los bailes de máscaras de las demás sociedades transcurrieron muy animadamente”.

Una crónica de periódico La Independencia de julio de 1911 dice que: “Durante la mañana y el mediodía se movieron algunas máscaras por las calles (…) Los parques de la ciudad, sobre todo, el Parque Céspedes, estaban llenos de enmascarados (…) circulaban coches engalanados, tripulados por jóvenes de los dos sexos, vestidos de atractivos disfraces…”.

El carnaval del año 1912 estuvo bajo la sombra fatídica de la llamada Guerrita de los Negros y ese año la prensa afirmó enfáticamente que: “el disfraz brilló por su ausencia”.

En las crónicas del carnaval publicadas en la prensa los años de 1916, 1917 y 1922 no hay mención al disfraz. Una relación de fiestas bailables en los salones del Club Aponte, el Casino Cubano y La Luz de Oriente, así como en residencias de familias, no hace referencia al disfraz.

En 1939 parece haber regresado el disfraz a los salones. Una extensa relación de bailes anunciados para el carnaval incluía numerosos bailes de disfraces en distintos lugares como, Los Jardines de la Cervecería Hatuey y sociedades como La Luz de Oriente y el Club Aponte, donde se dice que eran tradicionales. Al parecer las máscaras desaparecieron de las calles y parques, pero resurgieron en los salones.

En el año de 1955 el alcalde municipal prohibió expresamente el uso de caretas y disfraces durante el carnaval; en las crónicas del carnaval de 1957 no se menciona la presencia de estos elementos en comparsas o carrozas.

Las máscaras y el disfraz que según Goodman eran lo principal del carnaval santiaguero, cien años más tarde habían desaparecido de la fiesta popular más importante de la ciudad. ¿Empobreció esta ausencia la fiesta? Sin lugar a dudas, pues la máscara y el disfraz, como el alcohol, desinhiben y con ello aumentan las posibilidades de diversión. El carnaval es un momento de inversión de valores, de locura, en el cual el anonimato de la máscara y el disfraz desempeñaban un papel fundamental; estos y el ron tenían un papel protagónico en la fiesta. 






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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.

Thursday, April 15, 2021

Aventuras de Santiago Apóstol en Santiago de Cuba (por Rafael Duharte Jiménez)


 
En el siglo XVI el culto a Santiago Apóstol tuvo un lugar protagónico en la intensa vida religiosa de los habitantes de la ciudad de Santiago de Cuba; pero a comienzos de la centuria siguiente este comenzó un lento proceso de decadencia, quizás asociado con el surgimiento de cultos criollos como el de la Virgen de la Caridad del Cobre y el del Ecce Homo; a lo cual se añadió el hecho de que la creciente contradicción entre criollos y peninsulares, convertiría progresivamente al Santiago Matamoros en un símbolo del colonialismo español, distanciándolo de los santiagueros.

A comienzos del siglo XX Santiago Apóstol era para los santiagueros prácticamente uno más dentro del santoral católico, al tiempo que la Virgen de la Caridad era declarada, a solicitud de los mambises, como Patrona de Cuba y su santuario en el poblado de El Cobre se convertía en un lugar de peregrinación nacional.

Una revisión de las crónicas de Carlos Forment, muestra que en la primera década del siglo no se celebró el día de Santiago y sólo a partir de 1911 parece recuperarse la celebración, al respecto escribe el cronista: 
Día 25 como día de Santiago, patrono de la ciudad, ha habido extraordinaria animación este año. Anoche las sociedades celebraron bailes de disfraces y todo el día de hoy numerosa comparsas han recorrido la ciudad hasta altas horas de la noche, poniendo una nota de colorido y alegría popular.
El periódico La Independencia ofreció detalles sobre aquel día de Santiago:
Los parques de la ciudad, sobre todo el parque Céspedes, estaban llenos de enmascarados y de paseantes a pie, en tanto que, por las calles de sus alrededores, circulaban coches engalanados tripulados por jóvenes de los dos sexos, vestidos de atractivos disfraces y arrojando serpentinas y confetis. El paseo de los coches se extendió por muchas calles. También se movieron las carrozas entre las que llamo la atención la del establecimiento El Louvre. 

Resulta interesante este renacer del Apóstol Santiago en su ciudad, sólo que ahora no entre nubes de incienso, sino de serpentinas y confetis. El 25 de julio en el atrio de la catedral una pequeña procesión recordaría al Santo, al tiempo que abajo, en el parque Céspedes, sonaban músicas profanas y jóvenes disfrazados se divertían lanzándose serpentinas y confetis.

Hacia fines de siglo, los historiadores, finalmente se pusieron de acuerdo sobre la fecha del año de fundación de la villa y fijaron para festejar el acontecimiento, el 25 de julio. La fecha del onomástico del Santo, que devino día de Santiago en el carnaval, ahora era también objeto de solemnes conmemoraciones oficiales. Durante ese día el actor Dagoberto Gainza desde hace muchos años recorre la ciudad disfrazado de Santiago Apóstol, personaje que él encarnó en una obra clásica del teatro santiaguero, titulada: De Cuando Santiago Apóstol Puso los Pies en la Tierra. ¡En esta ciudad que lleva su nombre, el Apóstol Santiago es parte de lo real maravilloso!

Thursday, April 8, 2021

Una mirada a los mercados de Santiago de Cuba en la primera mitad del siglo XX (por Rafael Duharte Jiménez)




Algunos viajeros afirman que es necesario visitar los mercados y cementerios cuando de quiere conocer a fondo una ciudad; los mercados son ruidosos, calurosos y están llenos de olores, sabores, los cementerios sin embargo son fríos y silenciosos; en unos bulle la vida, en los otros reina la muerte.

En el año de 1860 se inauguró la Plaza del Mercado en el lugar donde habían estado el convento y el hospital de Belén, destruidos por el terremoto de 1852. El edificio contaba con cuatro galerías y espacios para 600 puestos en los que se vendían todos los frutos del mar y la tierra.

En una Guía Comercial de la segunda década del siglo XX se hacia referencia a la vieja plaza del Mercado en los siguientes términos: “Es un edificio que desmerece de la importancia y cultura de esta ciudad…”

En 1930 se inauguró el Mercado Modelo Vidal, “mercado de abastos”, propiedad de Jaime Vidal, situado en los limites de las calles Saco (Enramadas); Barnada y Bayamo, a unos escasos metros de la Plaza de Marte. El Mercado Vidal contaba con 750 puestos de venta en los que se podía comprar hasta lo inimaginable.

En el año de 1947 el poeta y periodista Regino Pedroso visitó la antigua plaza del Mercado que posiblemente por esa etapa estaría en estado ruinoso, por lo que seria demolida tres años mas tarde. Sin embargo el testimonio del poeta ilustra muy bien el ambiente de aquel sitio.
No obstante lo temprano de la hora el mercado estaba lleno. Por los alrededores, los mas diversos comercios y los mas variados medios de transporte y sobre todo, en profusión, cargadas de plátanos, de cocos, de frutas, esas chatas carretillas santiagueras. Entramos por la pescadería, en cuya tarima cabrillean como si aun estuviesen vivos hermosos cangrejos y los más variados peces de las aguas antillanas. Por dondequiera sacos y canastas con los mas diversos frutos. Plátanos de Baracoa, yuca y boniatos de La Maya y Jiguani, grandes mameyes (aquí zapotes) de cuajada sangre. (…..) y sorprendemos a alguien que discute con un vendedor la compra de un melon: 

----Bueno compay insiste el comprador, cinco reales esta bueno.

---- No compay, ese melón es del Cristo. Si usted no da seis reales usted no come ese melón. (…..)
En 1950 se demolió la vieja plaza del mercado y se puso la primera piedra del nuevo edificio, que se construyó en 6 meses. El mismo fue inaugurado por el Presidente de la República y el Alcalde de Santiago de Cuba. El nuevo edificio constaba de 4 plantas, contenía almacenes, frigoríficos, elevadores y un horno crematorio para incinerar la basura; así como modernos equipos para la extracción del aire. Según la prensa local: “En el momento de su inauguración, el nuevo mercado se consideraba como uno de los mas modernos del mundo”.

En los mercados de la ciudad de Santiago el viajero, sin quitarse el polvo del camino, podía observar lo real maravilloso santiaguero.

Thursday, April 1, 2021

Epidemias en Santiago de Cuba (por Rafael Duharte Jiménez)


En el verano del año 1515 se propagó una epidemia de viruela en la región de Cuba que diezmó la población aborigen, probablemente fruto de la llegada de los españoles que fundaron la villa de Santiago. El historiador mexicano Aguirre Beltrán afirma que un negro ladino que se embarcó con su amo en la expedición de Hernán Cortes que salio de la bahía santiaguera en 1518, llevó la viruela a tierra mexicana.

La precaria situación de la higiene y la ausencia de médicos y boticas fue un fenómeno crónico en la ciudad de Santiago de Cuba durante prácticamente toda la época colonial. El médico e historiador Rafael Fleitas afirma que “Hacia el año 1600 la ciudad quedó una vez más sin médico, el Ayuntamiento acudió a la curandera india Maria Nava y el 3 de noviembre de 1609 esta fue oficialmente contratada”.

En las actas capitulares de la ciudad aparecen frecuentemente denuncias que atribuyen epidemias a los esclavos africanos que traían los barcos negreros y se informa sobre controles y medidas de cuarentena a dichos navíos en algunos cayos de la bahía. Las Crónicas de Santiago de Cuba de Emilio Bacardi también ofrecen un registro pormenorizado de las distintas epidemias que azotaron la ciudad.

Durante la época colonial las principales epidemias que asolaron a Santiago de Cuba fueron la Viruela, la Fiebre Amarilla y el Cólera Morbus. Las rogativas a los santos y particularmente a la Virgen de la Caridad del Cobre a partir del siglo XVII, fue el único remedio frente a las epidemias, pues los antibióticos no llegaron hasta el siglo XX. Las autoridades coloniales instrumentaron numerosos medidas para mejorar la higiene de la ciudad relacionadas con el destino de la basura y los desperdicios sólidos; en 1844 se creo incluso una estación de cuarentena en Cayo Duan para los buques que venían de lugares donde habían epidemias; todo este esfuerzo choco siempre con la tradicional indisciplina del vecindario, poco inclinado a cumplimentar las medidas sanitarias. 

En los últimos años del siglo XIX, las intensas medidas sanitarias del gobierno de ocupación norteamericano erradicaron o controlaron enfermedades como la fiebre amarilla. En el año de 1902 según la Guía Directorio de Comercio y Profesiones e Industrias en la ciudad de Santiago habían: 42 médicos, 7 dentistas, dos droguerías y 19 farmacias. 

En el año de 1918 al concluir la Primera Guerra Mundial se propagó una pandemia que afectó a numerosos países de Europa y los Estados Unidos la cual se denomino Gripe Española, por supuestamente haberse originado en España.

Ese año la ciudad de Santiago de Cuba sufrió una epidemia de influenza, que debió ser la terrible Gripe Española. Las salas del Hospital Civil y todos los sanatorios estaban llenos de “griposos”. La epidemia provoco más de 200 defunciones. El Diario de Cuba comentaba “Es macabro el espectáculo de los numerosos entierros que se ven pasar diariamente por las calles más transitadas.”

En el mes de octubre, teniendo en cuenta la gravedad de la situación, el Alcalde decretó la suspensión de todos los espectáculos, el cierre de las escuelas públicas y todo lugar de reunión eventual como los templos y logias.

A fines de mes se constituyó el Comité de Auxilio de Santiago de Cuba que organizó comisiones de trabajo para enfrentar la epidemia. Numerosas brigadas sanitarias recorrieron la ciudad y sus repartos para desinfectar todos los establecimientos de acceso público, las ciudadelas y cuarterías.

El 16 de noviembre aún se reportaban numerosas defunciones y permanecían enfermos con la gripe más de 2 200 santiagueros según reportaban los periódicos La Independencia y Diario de Cuba.

¿Como llegó a Santiago de Cuba la Gripe Española? Quizás con los emigrados que venían de Europa, tal vez con los norteamericanos; lo real es que la ciudad logró controlar la llamada “Gripe Española” como años antes había derrotado al colonialismo español.





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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.

Thursday, March 25, 2021

El profesor Hebert Pérez (por Rafael Duharte Jiménez)


El profesor Hebert Pérez


Ayer, 10 de marzo de 2021, fui a saludar al profesor Heber Pérez por su 80 cumpleaños y lo encontré en el techo de su casa, cortando una enredadera, cuando me vio bajó enseguida, descolgándose por la reja de una ventana; yo, asombrado, le dije: ¡profesor sólo le falta la capa de Superman! , a lo que él sonriendo, respondió: !es el mejor elogio que se le puede hacer a un hombre de mi edad!

Fui su alumno en la Escuela de Historia de la Universidad de Oriente a comienzos de la década del setenta, donde me impartió la asignatura Historia de los Estados Unidos, recuerdo clases caracterizadas por la profundidad de sus análisis. También en aquellos años duros nos dio lecciones de ética y dignidad, cuando enfrentó con hidalguía, el extremismo ideológico que por esa época estremecía al mundo académico.

A comienzos de los años ochenta, Joel James, Radames de los Reyes y yo, que habíamos sido sus alumnos, lo invitamos a acompañarnos en la recién fundada Casa del Caribe, donde con el tiempo se convirtió en una suerte de mentor intelectual.

En el primer lustro de la década del noventa, le pedí que me ayudara en el ejecutivo provincial de la Unión de Historiadores de Cuba, junto a Olga Portuondo y Alcibíades Poveda.

Con el paso del tiempo Hebert se convirtió en una leyenda que ha rebasado las fronteras de la Universidad de Oriente y la ciudad de Santiago de Cuba, por lo que a nadie le sorprendió su reciente ingreso a la Academia de la Historia y el otorgamiento del Premio Nacional de Historia.



Rafael Duharte Jiménez ,11 de marzo de 2021




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El profesor de la asignatura Dignidad.
Un pequeño homenaje 
a un viejo y querido profesor.



El lustro en que fui estudiante de la carrera de historia en la Universidad de Oriente fue particularmente complejo para el país. La Gran Ofensiva Revolucionaria del 68, había hecho cenizas el mundo de los timbiriches y pequeños comercios privados, al punto que en una noche de carnaval podía morirse literalmente de inanición en la calle, al ritmo de la conga…

Pero de pronto apareció en el horizonte una luz de esperanza: La zafra de los 10 Millones. Sobre la misma escribiría muchos años después el profesor de la Escuela de Letras: Rodrigues Rivera (para nosotros 7 curvas): “…la zafra loca, la gigante, la hipertrofiada, la de los 10 millones y el proyecto de independencia se nos fue para casa del carajo. Había que entrar al mundo de los bolos…”

Cuando efectivamente entramos al mundo de los bolos los problemas materiales se fueron lentamente aliviando, pero aparecieron otros nuevos, los ideológicos. En aquel contexto la Escuela de Historia se convirtió en una suerte de campo minado, en el cual reinaba el profesor de Historia de América (Igolfo el Exterminador, para nosotros); era un hombre de entendimiento grueso que veía sombras por todas partes.

Pronto los profesores más brillantes de la escuela estuvieron bajo fuego, lo cual incluían no viajar al extranjero y que no les vendieran un Moscovich. Entre sus víctimas estaba el profesor H. P., quien tenia desde su punto de vista, todos los atributos de un sospechoso: Aunque H. P. era hijo de una familia campesina de Holguín, tenia un nombre raro, se llamaba Hebert, había estudiado en la Universidad norteamericana de Duke, estuvo casado con una estadounidense, impartía la asignatura Historia de los EE. UU. , tenía un motor y para colmo algunas mujeres decían que parecía un galán de Hollywood. Probablemente este hombre encabezara la lista negra de Igolfo.

Aquel profesor se convirtió sin embargo en una leyenda y ganó la admiración y el respeto de sus estudiantes, claro excepto de algunos que Igolfo probablemente usara para espiarlo en sus clases, lo cual dio lugar a varios escándalos. Uno de estos, recordado aún por mis colegas de aquellos tiempos, ocurrió cuando el profesor impartía una clase de Historia Moderna y dijo que la burguesía había desempeñado un papel progresista en el enfrentamiento al régimen feudal; lo cual

provocó que un estudiante se pusiera de pie y lo interrumpiera, diciendo en tono desafiante que la burguesía nunca había sido revolucionaria, allí termino la clase; el profesor no dijo una palabra más y con un gesto de cansancio salió del aula. A la semana siguiente, el profesor comenzó la clase abriendo el Manifiesto Comunista y leyendo textual lo que Marx allí dice sobre el papel de la burguesía; el estudiante provocador sorprendido quedó en ridículo, pues evidencio que ni siquiera se había leído el Manifiesto.

En otra ocasión el profesor sorprendió in fraganti a un alumno con un chivo, lo saco del aula y le anuló el examen; pero aquello de pronto se convirtió en un problema político, pues el alumno que era militante, en vez de sentirse abochornado, intrigó aludiendo a una supuesta intención política en su sanción; el profesor se defendió con su habitual hidalguía y deshizo el entuerto.

Paso el tiempo y una cotorra sobre el mar Caribe, el profesor H. P. hizo su doctorado, publicó libros y recibió el Premio Nacional de Historia.

Hoy el profesor Hebert Pérez cumple 80 años y la Universidad de Oriente lo tiene como un icono de su claustro, para algunos de sus alumnos no sólo nos enseñó Historia Moderna y de los Estados Unidos, sino que también nos dio valiosas lecciones de dignidad… 



Rafael Duharte Jiménez, 11 de marzo de 2021.

Foto: Juan Manuel Reyes, Rafael Duharte y Hebert Pérez. Centro Pratt Puig, antiguo Colegio San Basilio Magno. 





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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.

Thursday, March 18, 2021

Un perfil psicológico del santiaguero (por Rafael Duharte Jiménez)


En el siglo XIX se publicaron numerosas opiniones críticas sobre los criollos de la América Española, las cuales a juicio de Marti, eran obra de “viajeros soberbios y escritores” y en ellas estaba el origen de los prejuicios que se formarían en la sociedad norteamericana, sobre los “latinos”; el motivo en definitiva de porque “el Norte revuelto y brutal, nos desprecia”.


En la vasta literatura de viajeros decimononos, encontramos al creole Hipólito Pirón, nacido en Santiago de Cuba y educado en Francia, quien nos dejó sin embargo este interesante perfil psicológico de los santiagueros en su libro La Isla de Cuba:
Los cubanos son los españoles nacidos en Santiago de Cuba; tienen muchas cualidades de los españoles europeos; también algunos de sus defectos, pero en grado diferente. Son menos orgullosos, más fanfarrones, más pretenciosos, más aturdidos (…) Practican la hospitalidad con menos esplendidez, pero con mayor franqueza. Su inteligencia viva y brillante los hace sentirse demasiados confiados en ella, no la cultivan lo suficiente mediante el estudio (…) las cubanas son en extremo coquetas (…) Los hombres son muy ardientes, muy apasionados, muy voluptuosos (…) Por naturaleza, poco trabajadores e industriosos.

Resulta evidente que Pirón se refiere sólo a los criollos blancos, aunque a la sazón había miles de negros y mulatos en la ciudad de Santiago de Cuba, muchos de los cuáles eran libres e incluso habían ascendido en el plano económico. Pirón sin dudas los conoce, lo cual se hace evidente en su libro, pero para él, criollos son solo los blancos nacidos en la Isla.

Este grupo que Pirón observó cuidadosamente en la sociedad Filarmónica, la retreta de la Plaza de Armas, las tertulias hogareñas y la calle, era el fruto de un largo proceso que se inició a comienzos del siglo XVI y cristalizó aproximadamente un siglo después; un momento fundacional sobre el cual ofrece un testimonio de primera mano el poema épico Espejo de Paciencia, de Silvestre de Balboa.

¡El santiaguero que nos presenta Pirón, es el criollo que está a punto de metamorfosearse en cubano, en el curso de la Guerra de los 10 Años!

La interrogante que resulta fascinante intentar responder, es cómo se modifica este perfil, luego de las guerras de independencia y el choque con la modernidad.


¿El espíritu guerrero que se nos encarnó en la manigua, nos hizo más orgullosos, fanfarrones y pretenciosos? Probablemente sí, de lo que no caben dudas es que elevó nuestra autoestima en tal grado que algunos vecinos antillanos nos han visto algunas veces como una suerte de “argentinos del Caribe”.

La hospitalidad y la franqueza que Pirón aprecia entre las virtudes del santiaguero, aún se reconocen como distintivas de éste.


La inteligencia viva y brillante que no se cultivaba con el estudio, dio un vuelco significativo en el siglo pasado, cuando crecieron como hongos en la ciudad las escuelas, los museos, las bibliotecas y las instituciones culturales.

¡Creo que las mujeres continúan siendo coquetas y los hombres apasionados, tal como los vio Pirón!

En cuanto a nuestra naturaleza poco laboriosa, sin dudas sigue siendo un importante defecto, en el cual tienen responsabilidad la herencia española como bien apunta Pirón, quizás la africana y también el clima.


Una mirada a la cultura santiaguera contemporánea confirma que como dijera el francés, tenemos “imaginación, el instinto de la poesía y el gusto por la música”. Decenas de poetas, pintores, teatristas y músicos han dado fama, incluso internacional, a Santiago de Cuba. 

La afirmación de Jorge Mañach en el sentido de que el cubano es “frívolo y arrogante”, en cierta medida como resultado del impacto de la modernidad, puede explicar algunos comportamientos sociales, particularmente de nuestra azarosa vida política.


La personalidad del criollo se ha mantenido en lo esencial, por lo menos en los últimos dos siglos; con el paso del tiempo se han producido cambios de hábitos, costumbres y hasta de mentalidades; pero el santiaguero, con sus virtudes y defectos, no parece haber cambiado en lo esencial desde los tiempos del francés Hipólito Piron. 





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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.

Thursday, March 11, 2021

El deporte en Santiago de Cuba (por Rafael Duharte Jiménez)


En el Santiago colonial no existió el concepto de deporte, algunos autores sólo mencionan ciertas practicas de esgrima en el Club San Carlos. Entonces, ¿qué movía las pasiones de los santiagueros en aquellos tiempos? Sin lugar a dudas, las peleas de gallos y las corridas de toros.

Después de la guerra de 1898, con la intensa influencia norteamericana llegó el deporte a Santiago de Cuba. Carlos Forment anota en su crónicas con fecha 15 de junio de 1902: “Hace tiempo que hay mucho entusiasmo por el base ball entre nosotros, que llena los terrenos del antiguo Cuartel Reina Mercedes” Al mencionar los clubes Cuba y Central, se refiere a ellos como “los eternos rivales”. Eran los albores de lo que con el paso del tiempo se convertiría en la cubanísima pelota.

El periódico El Cubano Libre publicó en su edición del 24 de julio de 1905, que a las cuatro de la tarde del día anterior, se había efectuado el primer juego de football en la Glorieta América, entre las bandas Azul y Amarillo: “El juego, desde el principio promovió un interés general, a pesar de ser desconocido por la mayoría del publico, que no era muy numeroso”.

Según el cronista Carlos Forment, el 10 de febrero de 1907 llegó a Santiago de Cuba el boxeo y la primera pelea se efectuó en la Glorieta América. A diferencia del baseball que tuvo una cálida acogida entre los santiagueros, el boxeo no despertó mucho interés, como se refleja en los comentarios de la prensa local sobre aquella pelea en la Glorieta América. 

El periódico La Independencia publicó en aquella fecha este comentario cargado de ironía: “Esta lidia humana nos ha sido importada, para sustituir la de gallos, por entender los altruista yanquis, que es más edificante y menos bárbara que esta última”. El Cubano Libre por su parte, hizo este ácido comentario: “El bárbaro espectáculo desagradó a los que tuvieron el mal gusto de asistir, con excepción de algunos interventores, que siguieron con gran interés las peripecias de la lucha”.

Afloraban tensiones políticas ocultas tras el espectáculo deportivo? Sin lugar a dudas, el rechazo al boxeo de cierta forma era un reflejo de cierto malestar en la cultura santiaguera. Así como años atrás las corridas de toros se volvieron un símbolo del colonialismo español, ahora el boxeo lo era de la Intervención Norteamericana.

Resulta asombrosa la cantidad de lugares para la práctica de deportes que existían en Santiago de Cuba en las primeras décadas del siglo XX. Una breve relación de estos incluiría los siguientes: El Club Náutico donde se practicaban deportes náuticos, tenis, baseball y basketball; en el reparto Los Olmos la Glorieta América trasformada en 1923 en el Campo de Sport Cataluña, con capacidad para 5 mil espectadores; el Campo Leguina dedicado al football; la Pista San Juan, inaugurada en 1924 con más de 12 mil espectadores; la Arena Vista Alegre destinada al boxeo, con capacidad para 2 mil espectadores y el Tennis Club en el reparto Vista Alegre. 


La prensa local generalmente dedicaba una amplia atención a los eventos deportivos de la ciudad. En 1920 el gran acontecimiento deportivo fue la visita al Cuba Park del célebre jugador Babe Ruth: “El estadio estuvo repleto. Se llenaron casi todas las gradas, el Grand Stand, los palcos y se desbordó el área del sol. Al aparecer Babe Ruth ante el público, a las dos de la tarde, fue saludado con estrepitosos aplausos. La primera parte estuvo dedicada a las demostraciones de Babe Ruth que estuvieron acompañadas de un clamoreo ensordecedor”.

El sábado 6 de diciembre de 1924 la prensa anunció que habrían diversos encuentros deportivos en la ciudad. En el Campo Bacardí se enfrentaban los equipos de baseball, Oriente Stars y Bacardí en el Campo Leguina habría un partido amistoso de football; en el Náutico competencias de basketball y en la Arena Vista Alegre, un cartel de boxeo. En estos años la prensa también dedicó atención al ajedrez, destacando las partidas jugadas por el Campeón Mundial José Raúl Capablaca que visitó la ciudad en varias ocasiones y el campeón de Chicago Edward Lasker que también jugó con los ajedrecistas santiagueros.

En la década del veinte las dos plazas de toros de la ciudad habían desaparecido y sólo quedaba la Valla Oriente en la avenida Victoriano Garzón; los deportes llegados del Norte, habían revolucionado la recreación de los santiagueros; lo cual formaba parte del cambio de mentalidad que hizo que en aquella época todo lo español cobrara una suerte de olor a viejo, al tiempo que lo que arribaba del Norte, fuera apreciado como moderno y elegante. ¡De pronto el sportsman se había convertido en el nuevo arquetipo masculino de la sociedad santiaguera!






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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.

Thursday, February 25, 2021

¿Alta cultura en Santiago de Cuba? (por Rafael Duharte Jiménez)

Nota del blog: Inicia hoy jueves nueva sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, dedicada a Santiago de Cuba, a cargo de Rafael Duharte Jiménez.




Luego de un largo y escabroso proceso que quizás tuvo su punto de partida en la fundación del Seminario San Basilio Magno en el lejano siglo XVIII, comenzó a cristalizar en la década del cuarenta del siglo pasado la alta cultura en Santiago de Cuba.

El itinerario de los principales momentos de este largo y complejo proceso pudiera haber sido el siguiente:
  • 1939- Constitución de la Sociedad de Geografía e Historia de Oriente 
  • 1943 Fundación de la Sociedad de Estudio Superiores de Oriente (SESO)
  • 1945 –Santiago sede del Cuarto Congreso Nacional de Historia 
  • 1947 Fundación de la Universidad de Oriente
Un breve inventario de los principales intelectuales de la ciudad en aquellos tiempos nos remite a Pedro Cañas Abril, Leonardo Griñan Peralta, Francisco Ibarra Martínez, Ulises Cruz Bustillos, Rafael Argilagos, Rafael Estenger, Juan Maria Ravelo, Felipe Salcines, Felipe Martínez Arango y Fernando Boytel, entre muchos otros.

La Sociedad de Geografía e Historia de Oriente se constituyó oficialmente el 18 de mayo de 1939 y estuvo presidida por Pedro Cañas Abril y Leonardo Griñan Peralta. Los fines de la institución eran el estudio y divulgación de los conocimientos sobre la geografía e historia de Cuba, en especial de la región oriental.

Esta sociedad creó el legendario Grupo Humbold que realizó un intenso programa de exploraciones en la montañas, el cual incluyó las ruinas de los cafetales en la zona de la Gran Piedra y otras áreas de la implantación de los colonos franceses en el siglo XIX; en esta actividad de carácter científico participó vivamente Fernando Boytel Jambu, quien años después contribuyó decisivamente al rescate del patrimonio cafetalero francés de Santiago con sus investigaciones sobre el tema y la restauración del cafetal La Isabelica.

En junio de 1943 se constituyó la Sociedad de Estudios Superiores de Oriente, presidida por Ramón Corona y Luís Mestre. La misma tenia entre sus objetivos viabilizar los estudios superiores, organizar cursos de postgrado para los profesionales de la región e impulsar el desarrollo de las manifestaciones artísticas. De manea especial se propuso organizar un programa de conferencias con profesores cubanos y extranjeros del más alto nivel, el cual de cierta forma abrió las puertas de la ciudad al pensamiento científico más avanzado de la época.

En agosto de 1944, la SESO se estableció en la casa número 304 de la calle Castillo Duany, donde se impartirían conferencia dentro de un amplio espectro temático que incluía: filosofía, historia, ciencias naturales, sociología, derecho, política, literatura, arte, arquitectura, educación, psicología, crítica de arte y medicina.

La nomina de conferencistas invitados incluyó figuras de una relevancia sorprendente como Maria Zambrano, Emil Ludwing, Medardo Vitier, Juan Arron, Jose Elías Entralgo, Roberto Agramonte, Raúl Roa, Carlos Rafael Rodríguez, Manuel Bisbé, Leonardo Griñan Peralta, Pedro Cañas Abril, Jose Antonio Portuondo y Jorge Mañach entre otros.

A través de la Sección de Artes Plásticas se organizaron importantes exposiciones de pintura y escultura. El 20 de mayo de 1946 se organizó el Salón de Mayo, donde expusieron 100 artistas locales y se exhibieron obras de Eduardo Abela, Rene Portocarrero, Fidelio Ponce, Wilfredo Lam y Carlos Enríquez. Jorge Mañach pronuncio dos conferencias sobre las tendencias de las artes plásticas contemporáneas y comento las obras del salón.

A la distancia de más de un siglo asombra la labor de la Sociedad de Estudios Superiores de Oriente, la cual sin lugar a dudas sólo pudo desarrollarse por la existencia en la ciudad de un ambiente cultural en el que había un gran respeto por la labor intelectual.

La noticia de que en la noche del miércoles 4 de octubre de 1950 en una seguramente tormentosa reunión de la Junta General de Miembros y el Directorio de SESO, se tomó el acuerdo de disolver la sociedad, debe consignarse como una de las paginas más oscuras de la historia de la cultura santiaguera. La Comisión Liquidadora con un gesto elegante entregó todos los fondos y propiedades de la sociedad al Instituto de Segunda Enseñanza y la Escuela Normal de Oriente.

El fin de la Sociedad de Estudio Superiores de Oriente es un misterio; oficialmente se dijo: “como quiera que no existen cinco socios que quieran mantenerla, se acuerda disolver esta sociedad.” ¿Rivalidades con la Universidad de Oriente? ¿Oscuros intereses políticos o financieros? La muerte de la SESO es un episodio que se mueve entre las sombras autodestructivas de nuestra cultura.

Del 8 al 11 de octubre de 1945 la ciudad de Santiago de Cuba fue sede del Cuarto Congreso Nacional de Historia, organizado por la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales y la Oficina del Historiador de La Habana; este cónclave reunía a los principales historiadores del país y estaba presidido por Emilio Roig de Leusenring.

El Congreso proclamó: “que ninguna ciudad o pueblo de Cuba supera a Santiago en interés histórico (…) Santiago lugar de nacimiento de muchos cubanos de extraordinario relieve; y a la vez singular foco de irradiación cultural”.

El éxito de este evento fue posible porque en la ciudad existían instituciones como la Sociedad de Geografía e Historia de Oriente y la SESO, que garantizaron el clima científico e intelectual que nutrió al vento. No se trataba sólo de una ciudad repleta de historia, sino también de un lugar donde había científicos sociales, intelectuales y un público culto que podía apreciar el valor de las actividades del congreso.

El Cuarto Congreso Nacional de Historia demostró que Santiago de Cuba era una plaza intelectual de alto nivel, de lo cual debieron tomar nota los habaneros presentes en el congreso. 



El 10 de octubre de 1947 tuvo lugar el acto de inauguración académica de la Universidad de Oriente. En la Carta Magna de la misma se destacaba lo siguiente: “La Universidad de Oriente se funda como centro de enseñanza e investigación superior, destinado al desarrollo de la alta cultura…” La fundación de la universidad que como dijera Pedro Cañas Abril: “fue una hazaña cívica de los santiagueros”, también constituyó un paso decisivo hacia la conquista por Santiago de Cuba del mundo de la alta cultura.







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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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