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Saturday, May 11, 2024

"Júrame", un encuentro en las antípodas del amor. (por Baltasar Santiago Martín)


El sábado 20 de abril tuvo el gusto de asistir al Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami –al frente del cual se encuentra el Maestro Eriberto Jiménez– para ver la obra de teatro Júrame, del dramaturgo y director venezolano Eduardo Pardo, con los primeros actores Sonya Smith y Eduardo Ibarrola como los encargados de darle vida a una pareja que se amó, se separó y decidió volverse a encontrar, pero ya desde “las antípodas del amor”, como reza en el título escogido para esta reseña.

Inicialmente el título de la obra fue Sombras en blanco, pero luego de su estreno en Ecuador y a raíz de la puesta en escena con la actriz cubana Susana Pérez, pasó a denominarse Júrame, en referencia a la conocida canción de María Grever que es clave en la relación de los protagonistas.

El amor, ese sentimiento que, como expresé en mi Poema dramático al amor, “es una ‘variable’, un misterio, que no admite ser reglamentado, sino que solo puede ser ‘sentido’ y ‘estudiado’ cuando se padece –y mejor todavía, cuando duele–; y ‘explicado’ mediante dramas, novelas, canciones y poemas, que son como una partitura musical para esa gran orquesta que constituyen y bastan solo dos personas”; lo cual es, precisamente, el primer gran mérito de Júrame: el haber podido exponer, con solo una pareja, los altibajos y los avatares de una relación amorosa, mediante sus diálogos puntuales, punzantes y certeros, que gracias a la entrega y a la excelencia de estos dos primeros actores, dejaron de ser textos memorizados de un libreto para llenar de vida, de amor y desamor el escenario.

Escena de Júrame
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Conozco el excelente y reconocido trabajo actoral de Sonya desde que fui Jurado del Primer Festival de Teatro de Pequeño Formato de Art Spoken, celebrado en Miami del 1ro al 19 de diciembre de 2011, en que dirigida por Yoshvani Medina –también al frente de dicho festival–, Sonya protagonizó La hijas, un texto de Ulises Cala, en que la actriz venezolana encarnó a las hijas de Bernarda Alba y “transitó” de cada una a la otra de un modo impresionante, merecedora por ello del Premio a la Mejor Actriz, en un monólogo, de ese festival; amén de su inolvidable trabajo en varias telenovelas de Telemundo, en las que he estado a su lado en algunas de ellas como extra, por lo que me consta su elegancia y su clase, sin poses ni engreimientos de diva.

Con todos esos antecedentes, no fue ninguna sorpresa para mí que Sonya asumiera de modo totalmente contemporáneo y desenvarado su rol en Júrame, “arropada” por Eduardo Ibarrola, un actor mexicano de reconocida trayectoria, a quien no había tenido oportunidad de ver en escena.

Voy a confesar que su personaje me provocó un fuerte rechazo, al punto de que me dije que cómo una mujer tan bella y sensata como la que se metió en la piel de Sonya –y como es ella en realidad – se pudo enamorar de semejante tipo, pero cuando se lo comenté a mi amigo Ismael Requejo, me dijo que Ibarrola, en la vida real, no tiene nada que ver con el personaje, lo que evidencia su calidad como actor “camaleónico”, que ya es mucho decir.

Escena de Júrame
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Acoto que muchas veces en la vida nos encontramos con parejas así -disparejas–, por lo que la obra es solo uno de los tantos espejos que demuestran que, como ya dije en mi poema al inicio, el amor “es una ‘variable’, un misterio, que no admite ser reglamentado, sino que solo puede ser ‘sentido’ y ‘estudiado’ cuando se padece –y mejor todavía, cuando duele”, y que para tratar de entenderlo, se puede observar a “esa gran orquesta que constituyen y bastan solo dos personas”, en este caso, dos grandes actores.


Hialeah, 11 de mayo de 2024

Fotos: Ismael Requejo

Friday, May 3, 2024

"La bohème" de la Florida Grand Opera: la perfección sí es posible. (por Baltasar Santiago Martín)


Aunque según un dicho muy socorrido hasta por mí: “Lo perfecto es enemigo de lo posible” –sobre todo cuando se trabaja con lo que se tiene, y lo mejor que se puede con ello, pero se sabe que siempre se puede superar–, en esta ocasión tengo que desdecirme, porque el domingo 7 de abril de 2024 pude ver una puesta de la ópera La bohème, de Giacomo Puccini, por la Florida Grand Opera, grandiosamente perfecta, lo que es ya mucho decir.

Generalmente, en una reseña de un espectáculo, sea de ballet, ópera o teatro, el crítico debe argumentar muy bien sus opiniones adversas –si las hay–, pero en el caso que hoy me ocupa, yo debo hacer lo contrario, que es defender mi calificativo de “grandiosamente perfecta” para esta La bohème de la Florida Grand Opera, cuyas puestas he reseñado desde el año 2000, pero confieso que es la primera vez que le adjudico a una de ellas ese calificativo, lo que no quiere decir que otras no lo hayan sido, como la Tosca de Deborah Voigt, La Traviata y la Thais de Eglise Gutiérrez y el Nabucco de Nelson Martínez, entre otras.

Por ser un miamense agradecido y muy orgulloso de nuestra Florida Grand Opera, por reivindicar nuestra denostada y vilipendiada ciudad desde el punto de vista cultural –y sobre todo, en el universo de la alta cultura: ópera, ballet y música clásica en general– es que, por primera vez en estos 24 años de reseñas operísticas a la FGO, estreno el ditirámbico adjetivo de “grandiosamente perfecta” con esta su más reciente entrega, porque precisamente llevo 24 temporadas escuchando que “en Miami no hay cultura y que es en Nueva York, París, Londres, Viena y Praga donde se puede ver ópera del más alto nivel”, y parece que ahora sí esto ya “me colmó la copa”, pues en Miami, señoras y señores, la FGO lleva ya, desde 1994, presentando espectáculos operísticos que no tienen nada que envidiarle a los europeos, que los he visto, que conste, en video y varios en vivo.

La bohème (en español, La bohemia) es una ópera en cuatro actos​ con música de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en la novela por entregas Escenas de la vida bohemia, de Henri Murger,​ publicada a lo largo de cinco años (1845-1849) en el periódico El Corsario, que los libretistas extractaron a solo determinadas viñetas de la vida de varios jóvenes bohemios en el Barrio Latino de París, en la década de 1840, teniendo como centro la relación entre el poeta Rodolfo y la modista Mimí.

1- Vestuario de Mimí para el Acto I del estreno mundial
2- Diseño de vestuario para el Acto II de la rappezzatrice (la remendadora) para el estreno mundial. Fuente: Wikipedia
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Para ir de lo general a lo particular, el primer gran acierto de esta puesta es la escenografía y el vestuario –a cargo de David P. Gordon y Howard Tsvi Kaplan respectivamente–, que junto con el trabajo de luces de Barry Steele, lograron “traer el París de 1838 a Miami”.

Como para mí la ópera es antes que algo –no digo “que nada” ni “que todo”– música –en este caso la maravillosa partitura del genial Giacomo Puccini–, tengo que decir que el maestro Joseph Mechavich condujo con mano experta la orquesta, desde la primera a la última nota, para sacarle toda su riqueza cromática, con un nivel de excelencia a la altura de las mejores casas de ópera del mundo, y el coro, bajo la dirección de Daniel Bates, aportó también lo suyo, para realzar aún más la representación con su participación en el Café Momus del segundo acto.

Entrando ya en lo particular, todos los actores cantantes “vivieron” sus personajes con absoluto “verismo” –cual lo demanda esta ópera–, amén de ser vocalmente suntuosos, sin desigualdades entre sí, lo que evidencia la exquisita selección del elenco por la dirección de la FGO.

La soprano Rebecca Krynski, como Mimí, dejó de ser ella para convertirse en la joven e ilusionada modista protagonista de la ópera, por su encomiable entrega al personaje, sin desmerecer en lo absoluto en lo vocal, con un “Sì, mi chiamano Mimi” / “Sí, me llaman Mimí” de estudio de grabación, “arropada” por el tenor Davide Giusti como el poeta Rodolfo, quien brilló también tanto en lo actoral como en lo vocal, desde su “Che gelida manina” / “Qué manita más fría” hasta el precioso dúo “O soave fanciulla” / “¡Oh, dulce muchacha!” con Rebecca.

A su vez, el resto del elenco estuvo en todo momento a la altura de sus protagonistas, pues tanto el barítono Craig Verm, como el pintor Marcello; el bajo Keith Klein como el filósofo Colline y el barítono Joseph Canuto León como el músico Schaunard, se lucieron en sus imprescindibles roles de fieles amigos de Mimí y Rodolfo, con gran simpatía y comicidad en los momentos felices en la buhardilla de los cuatro bohemios.

El primer acto en la buhardilla de los cuatro bohemios amigos: Keith Klein como el filósofo Colline; Craig Verm, como el pintor Marcello; Joseph Canuto León como el músico Schaunard; y Davide Giusti como el poeta Rodolfo.
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Y regresando al ya mencionado Café Momus del Barrio Latino de París del segundo acto, la soprano ligera de coloratura Taylor – Alexis DuPont agregó un diamante más a la diadema de excelencia de esta puesta, como la casquivana y coqueta Musetta, pues “bordó” el emblemático vals de Musetta: “Quando m'en vò” / “Cuando voy”) como si estuviera también en un estudio de grabación sin necesidad de repetición –por lo perfecto– y con gran gracia por demás, por lo que hubiera dejado a Giacomo muy satisfecho en todos los sentidos, amén del colorido cuadro conformado por los vendedores callejeros que vociferan sus productos (coro: “Aranci, datteri! Caldi i marroni!” / "¡Naranjas, dátiles! ¡Castañas calientes!"); los niños de las calles que claman por ver las mercancías de Parpignol, el juguetero; y los soldados que irrumpen con sus llamativos uniformes; así como por su convincente desempeño para deshacerse astutamente de su rico –y envejecido– amante y admirador: el ministro del gobierno Alcindoro, rol que el bajo Neil Nelson se calzó como el ajustado zapato que Musetta usó como pretexto para reconciliarse con su amado Marcello (Neil hizo también del casero Benoit en el primer acto).

El segundo acto en el Café Momus
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El segundo acto en el Café Momus: Joseph Canuto León como Schaunard; Sara Kennedy como Musetta; Craig Verm, como Marcello; Davide Giusti como Rodolfo y Rebecca Krynski como Mimí.
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En el emotivo tercer acto, que se desarrolla en la aduana de Enfer, Mimí pasa la barrera junto a los vendedores ambulantes que entran a la ciudad y canta el aria: “¡O buon Marcello, aiuto!” / “¡Oh, buen Marcello, ayuda!", en la que le cuenta a este lo difícil que se ha vuelto la vida con Rodolfo, que ha abandonado la casa la noche anterior.

El tercer acto en la aduana de Enfer: Rebecca Krynski como Mimí y Craig Verm como Marcello.
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Rodolfo, que acaba de despertar en la taberna donde ambos viven, entra a escena en busca de Marcello y le confiesa en el aria “¡Mimí e tanto malata!” / “¡Mimí está tan enferma!”, que decidió fingir no amarla más para que se olvide de él y encuentre a otro hombre que le haga la vida más cómoda y la cuide mejor por su enfermedad mortal (tuberculosis, sin cura en ese entonces); Mimí, desde su escondite, lo escucha todo y su tos la descubre, entonces canta de forma sublime a su amor perdido el aria “Donde lieta usci” / "Donde feliz salí"), pero deciden permanecer juntos hasta que llegue la estación de las flores, la primavera.

El acto finaliza con el bellísimo cuarteto de Mimí, Rodolfo, Musetta y Marcello: “¡Addio dolce svegliare alla mattina!” / "¡Adiós, dulces despertares por la mañana!"), tras haber confrontado sus respectivos amores, de reconciliación los primeros y de continua pelea los segundos.

En el cuarto acto y final, nuevamente en la buhardilla –donde hasta llegué a “sentír” desde mi butaca el intenso frío del invierno parisino que ya “la nieve” del tercero había evidenciado–, Marcello y Rodolfo se lamentan de la pérdida de sus respectivas amadas (dúo: “¡O Mimì!, ¡Tu più non torni!” / "¡Oh Mimí, no regresarás!") y tras ello, los cuatro amigos bohemios parodian un delicioso banquete, cantando y bailando “¡Gavota!”; entonces Musetta entra con Mimí, a quien ha encontrado vagando por las calles, muy debilitada por su enfermedad, y todos la ayudan a sentarse en una silla y luego a acostarse.

Musetta y Marcello salen de la habitación para vender las joyas de ella y así comprar algunas medicinas, lo que me lleva a hacer una disgresión que no tiene que ver en sí con esta puesta: Musetta, que no duda en explotar a viejos ricos por su dinero –lo que es también otra forma de prostitución (ver mi reseña a Burdel El Ojo Azul de El Ingenio Teatro) –, tampoco vacila en deshacerse de sus joyas para socorrer a Mimí. lo que demuestra una vez más que el fenómeno del sexo por dinero no es solo en negro o blanco, sino que, como todo, tiene sus matices muy humanos: ellas –y ellos, por supuesto– también sienten, sufren y aman como los que más.

De regreso a La bohème de la FGO, reitero un concepto que siempre he defendido en mis reseñas cuando de dramas como este se trata: “Si llega a conmover hasta las lágrimas, el director y el elenco merecen el máximo elogio”, y no me da ninguna vergüenza confesar que, a partir de la llegada de Mimí tan enferma, he tenido que contener los sollozos.

Davide Giusti como Rodolfo
 y Rebecca Krynski como Mimí.
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Colline sale para empeñar su abrigo ( “Vecchia zimarra, senti” / "Viejo abrigo, escucha"). Solos, Rodolfo y Mimí recuerdan sus tiempos felices (dúo de Mimí y Rodolfo: “¿Sono andati?” / "¿Se han ido?") y Rodolfo le entrega el sombrerito rosado que él le compró y que ha conservado como un recuerdo de su amor. Regresan todos, con el manguito para calentar las manos de Mimí que ella quería y alguna medicina. Le dicen a Rodolfo que han llamado al médico. Mientras Musetta reza, Mimí muere. Schaunard descubre a Mimí sin vida. Rodolfo cae en cuenta y grita: ¡Mimí...! ¡Mimí...! angustiado, y llora sin poder contenerse.

Como dije al principio de esta reseña: ¡la perfección sí es posible!



Baltasar Santiago Martín
Fundación y Editorial APOGEO
Revista CARITATE
Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM)

Hialeah, 2 de mayo de 2024

Fotos: Cortesía de la FGO

Saturday, April 20, 2024

Notición (no chisme): ¡Bernarda Alba ha puesto casa en Miami, con sus cinco hijas y toda su parentela! (por Baltasar Santiago Martín)

Afiche de la obra. 
Fotos/Alfredo de Armas.
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Pues parece que sí, que la cosa en la Madre Patria no está muy buena que digamos –como me comenta en nuestras frecuentes llamadas por Whatsapp mi dilecta amiga Alina Sánchez (que por allá vive “la tía”, joder, y por más señas, en Salamanca)–, porque Bernarda Alba se ha mudado para Miami con sus cinco hijas, su senil madre; la Poncia, la criada, Pepe El Romano, algunas vecinas y hasta la mendiga del barrio; nada, que ese vuelo de Iberia debe haber estado “de rechupete”, un verdadero “mogollón”, y, “por si las moscas”, ninguno en el asiento al lado de la puerta de emergencia, por si el vuelo fue en un Boeing 737 MAX 9, ya que se hubiera podido descompletar el elenco, ¡válgame Dios!

El sábado 29 de marzo de 2024 pude ver a la “tripulación” completa ya instalada en el escenario del Miami Dade County Auditorium, convertido en la casa miamense de Bernarda gracias al piloto y casero Miguel Sahid y a sus copilotos Andrés Mejías y Ana Laura Rodríguez Travieso, con alguna que otra robusta y adusta aeromoza de Iberia –enganchada con los bernardianos pasajeros durante su ibérico vuelo– sentada en la platea.


Dejando mi relajo cubano del hipotético vuelo a un lado, es muy de agradecer que la Sociedad Actoral Hispanoamericana, tan diestramente piloteada por el actor y director Miguel Sahid, felizmente apoyado por el Centro Cultural Español, haya apostado por una de las tragedias más conocidas –y reconocidas– del genial poeta y dramaturgo español Federico García Lorca, para presentarla ante el público de Miami, al que se suele cortejar con temas mucho más relajientos, donde si hay bodas no corre la sangre, Adelita se va con otro –o con otra– para un motel de Okeechobee en Hialeah, y Pepe es cubano y no romano.

La casa de Bernarda Alba es una obra teatral en tres actos, escrita por Lorca en 1936, que muestra la historia de Bernarda Alba, quien, al enviudar por segunda vez a los 60 años, decide vivir los siguientes ocho años en el más riguroso luto y enclaustramiento, tanto para ella como para sus cinco hijas solteras: Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela; metáfora todo ello de esa España profunda, de principios y mediados del siglo XX, que se caracterizó por ser una sociedad muy conservadora y a la vez violenta –prueba de ello, la cruenta Guerra Civil de 1936 a 1939, en la que fue fusilado el propio Federico–, de gran fanatismo religioso y miedo a mostrar la intimidad, con la mujer sometida al hombre sin derecho al voto ni a actuar por su cuenta.

Para completar la trama, con Bernarda y sus hijas vive su madre, María Josefa, ya senil; Poncia, quien ha servido durante treinta años a la matriarca, y otra criada cuyo nombre se omite en la obra.

Roxana Montenegro como Martirio, 
Yani Martín como Magdalena 
y Alba Raquel como Bernarda.
 Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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Yendo ahora ya a la puesta específica de Bernarda en Miami –más allá del gran acierto que ha sido sin lugar a dudas–, recomiendo emplazar micrófonos para que los parlamentos de las actrices que no se pudieron escuchar bien la segunda noche –que fue a la que asistí, porque mi sobrina Yani Martín prefiere que no vaya el día del estreno, y yo la complazco– no se pierdan, o que ellas proyecten mucho más su voz, como le aconsejé de modo “terapéutico” terminada la función a Roxana Montenegro, Betsy Rodríguez y Vivian Morales –Martirio, la visitante Prudencia y la criada respectivamente–, para que su excelente desempeño actoral se pueda apreciar mejor como ellas se merecen.

1- Roxana Montenegro como Martirio.
 Foto/ Oscar P. García de Paula (Oscarito)

2- Alba Raquel como Bernarda 
y Rosa Vasconcelos como Poncia. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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1- Vivian Morales como la criada. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)

2- Roxana Montenegro como Martirio 
y Vivian Morales como la criada. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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Quiero aclarar, antes de seguir, que Rosa Vasconcelos, como Poncia, Noris Joffre como la senil María Josefa y Yani Martín, como la atolondrada Magdalena, sí se escucharon perfectamente, amén de brindar las tres unas actuaciones también espléndidas. ¡Esa Poncia, joder, que me la llevo yo para mi mansión como ama de llaves si me saco la lotto!

1- Yani Martín como Magdalena. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)

2- Rosa Vasconcelos como Poncia. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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Yani Martín como Magdalena, 
Alba Raquel como Bernarda y Noris Joffre como María Josefa. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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Dejando de lado los subsanables aspectos auditivos, la puesta de Sahid es una muestra muy inteligente de que se puede “recrear” a Lorca con códigos menos rígidos y melodramáticos, sin dejar de enfatizar el intenso drama de cada una de las cinco hijas de Bernarda, pero sin tanta carga opresiva para el espectador de hoy, sobre todo en el caso de Angustias con la más joven y fresca Adela como rival; el de esta, por su amor escondido con Pepe, y el de la pobre Martirio, coja y amargada, pero con su corazoncito, también enamorada de Pepe El Romano.

Como ya elogié la Martirio de Roxana, me queda decir que Gabriela González “cumplió” como Angustias, al igual que la acriz que encarnó a Amelia (en el programa aparecen dos, y no se aclara el día), pero Gabriela debió hacerse sentir más en la obra, por ser Angustias a mi juicio la mayor víctima de esta tragedia en que todas también lo son –aunque no llegue a suicidarse como Adela.

Ariadna González-Medina como Adela.
 Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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Y hablando de Adela, opino que, paradójicamente, Ariadna González-Medina, por ser tan joven y sin tantas tablas, no debió ser la escogida para ese papel, que demanda una actriz con más fuerza, además de que también le faltó proyección en sus parlamentos.

Sobre la inclusión de la música en vivo y del bailarín de flamenco Pedro Medrano como un alter ego del disputado Pepe El Romano, me pareció bien, pero su taconeo sí fue excesivo y gratuito, como una distracción de la trama.

Alba Raquel como Bernarda. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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Finalizo con mi elogio a esa primera actriz que es Alba Raquel, que se apoderó de la Bernarda como el papel lo demanda, al punto de que no me la llevo para mi mansión si me saco la lotto, porque me pone a lavar los platos y a cortar el césped, aunque yo sea el dueño, por lo mandona y autoritaria, ¡joder!


Baltasar Santiago Martín
Hialeah “La grande”
Jueves 18 de abril de 2024

Wednesday, April 17, 2024

"Burdel El Ojo Azul", un regalo visual y un close-up de El Ingenio Teatro al mundo de “las mujeres públicas”. (por Baltasar Santiago Martín)

Diseño/Susana Miguel
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Hablar sobre la prostitución es siempre un tema muy delicado, incluso con tu propia familia –y hasta con el círculo más íntimo de tu pareja y amigos más cercanos–, porque las opiniones siempre van a estar sesgadas por prejuicios y “lugares comunes”, así como por el temor a decir algo que no sea bien recibido por alguien o por varios de tus interlocutores, que pueden llegar incluso a ripostarte y a descalificarte por tus opiniones nada “convencionales”.

Yo, por ejemplo, defiendo que la prostitución debe ser legalizada aquí en los Estados Unidos, como lo es en México, España, Holanda y el resto de la Comunidad Europea, y que poder contratar los servicios de una prostituta o de un prostituto –¡porque no son solo ellas las que venden sus servicios sexuales, que conste, sino también nosotros los hombres!– debe ser un derecho legal, por no decir “humano”, de igual modo que ejercer la prostitución, pero sin proxeneta, obligación, secuestro ni amenazas por medio.

Y, para que no se me quede nada sin teclear en mi laptop, me parecen mucho más sinceras y sinceros quienes la ejercen a cara descubierta, sea en un burdel o en las redes, que quienes se casan por interés y se venden por “un buen partido”, como se decía antiguamente.

Si el tema en privado es escabroso, qué decir cuando se lleva al teatro, y nada menos que en medio de un prestigioso festival como Casandra, dedicado precisamente a la mujer, con una obra que se desarrolla en un burdel, ese templo pagano con mujeres nada vírgenes dedicadas al culto del placer sexual y del desahogo por dinero, pero que no dejan de ser seres que sienten y padecen, que aman y que sufren, como las más puras –si es que las hay (recuerden que, como reza el dogma católico –que, gracias a Dios, yo no comparto ni sigo– se peca también de pensamiento).

Doble mérito tiene entonces esta puesta de El burdel El Ojo Azul, de El Ingenio Teatro, que dirigida por Lilliam Vega, la también actriz y cabeza de esa esforzada troupé, se ha atrevido a mostrar una ventana a esa tan denostada parcela de la vida real, que es un burdel imaginario en proceso de un doloroso cierre.

Armada de un poderoso texto de la maestra Raquel Carrió –Premio Nacional de Teatro 2024, muy merecido, en esa Cuba nuestra donde la prostitución sui generis y rampante de hombres y mujeres es una triste forma de sobrevivir para muchos de ellos, por los míseros sueldos y la también “rampante” escasez de todo (en La Habana, la Rampa y el Malecón enfrente han devenido en un burdel gigante al aire libre)–, Lilliam ha logrado recrear (crear, para ser más exactos) la atmósfera opresiva y sin esperanza de ese burdel a punto de desaparecer, donde tres prostitutas interactúan entre sí y con dos de sus más prominentes clientes, para revivir cada una su drama personal y el drama colectivo que significó la muerte de la joven Angelina.

Por supuesto que no hubiera sido suficiente solo la magistral dirección de Lilliam, la coreografía de Rubén Romeu ni la música original de Jorge Morejón y Héctor Agüero –con esa Ivanesa Cabrera como Verónica Laferté “que cada vez canta mejor que nunca” – para el éxito de la puesta, sin las cinco actrices y los dos actores que se apoderaron de sus personajes para “vivirlos” con absoluta intensidad.

Ivanesa Cabrera como Verónica Laferté.
Foto/Manuel Valladares. 
MVS Photography 13.
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Kirenia Vega, Susana Pérez 
y Rachel Cruz.
Foto/Amelia Sierra
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Kirenia Vega, Susana Pérez,
 Ivanesa Cabrera y Rachel Cruz.
Foto/Amelia Sierra
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La multifacética Susana Pérez, como la, además, matrona del burdel; y Rachel Cruz y Kirenia Vega, como las más jóvenes prostitutas bajo sus órdenes, lucieron su provocativo y atractivo vestuario como si fuera una segunda piel con que cubrir su desnudez en venta, para reivindicar con total lucidez y credibilidad ese oximorón que es la frágil dureza de su profesión –“la más antigua del mundo” –, mientras que Jorge Luis González “fue”, sin dudas, el arquetípico macho que comparten –y las comparte a todas–, al que la matrona llega a amar como ilusión y consuelo; y el juvenil José Raúl Acosta encarnó a ese cliente que, más que de sexo, va en busca del afecto y la compañía que no encuentra por fuera, y que parece que halló hasta cierto punto en Angelina, a cargo de la actriz Dianel Conde, en fugaz aparición y posterior e intrigante desaparición a manos de…

Dianel Conde como Angelina.
Foto/Manuel Valladares. 
MVS Photography 13.
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No debo concluir esta reseña de la función del domingo 17 de marzo de 2024 a la que asistí, sin volver a alabar la música original de Jorge Morejón y Héctor Agüero –interpretada en vivo por ellos mismos junto a María Teresa García–, la coreografía de Rubén Romeu y la producción general de Loipa Alonso, así como la escenografía y el vestuario de… El Ingenio Teatro (ella nunca se da crédito).


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 15 de abril de 2024

Fotos/Amelia Sierra y Manuel Valladares. Cortesía de El Ingenio Teatro.

Thursday, February 29, 2024

(Miami) Invitan a homenaje a Juana Bacallao


Invitación para el Homenaje In Memoriam a la show woman Neris Amelia Martínez Salazar –la inolvidable Juana Bacallao.


El Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami, dirigido por el maestro Eriberto Jiménez; la Fundación APOGEO y su revista CARITATE, de conjunto con la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM) y Miami Latino Magazine, presidida por Paulina Fátima Aly, tienen el gusto de invitarle al Homenaje In Memoriam a la show woman Neris Amelia Martínez Salazar –la inolvidable Juana Bacallao–, recién fallecida en La Habana, con un panel integrado por Armando López, Armando Nubiola, Baltasar Santiago Martín y Lázaro Caballero Aranzola, autor del libro Juana la Cubana, evento abierto a todos los que quieran participar y contar sus vivencias con ella.


Miércoles 6 de marzo de 2024, a las 8:00 p.m.

Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami
111 SW 5th Ave. Miami, FL. 33130.




Números telefónicos para mayor información:

786 390 5855 (APOGEO)

561 310 5925 (HCCAM)

Parqueo gratis disponible

Tuesday, February 20, 2024

Mozart “remozado” por la Maestra Marlene Urbay con la Florida Chamber Orchestra. (por Baltasar Santiago Martín)


El domingo 11 de febrero de 2024 no fue la primera vez que he asistido a una de las excelentes y prestigiosas presentaciones de la Florida Chamber Orchestra en el Miami Dade County Auditorium, pero sí la primera vez que le dedico una reseña, lo que no quiere decir que las anteriores no hayan sido del más alto nivel artístico, al igual que esta, sino que mi fuerte es el ballet y la ópera, a los que llevo ya más de 30 años apoyando, tanto en Cuba como en México y, desde 2000, en los Estados Unidos, pero considero muy justo y necesario que se reconozcan también por escrito los extraodinarios méritos de los conciertos de música clásica, que desde 1995 hasta la fecha ha ofrecido su esforzada, elegante y exquisita directora, al frente de estos músicos de primera línea, en una ciudad percibida injustamente en el mundo solo como “reguetonera” y de poca cultura.

Para comenzar, el título Mozart Extravaganza, escogido para el concierto, tanto para su promoción como para el programa de mano correspondiente, fue reinvidicado totalmente por el programa escogido, ya que extravaganza tiene en inglés un significado diferente al de “extravagancia”, su false cognate word en español: “una elaborada y espectacular producción con diferentes formatos”, en este caso: orquesta sola, arias de ópera, piano solo, quinteto y concierto para piano y orquesta, para dar una muestra de los diferentes géneros que abordó Mozart.

Y efectivamente, Mozart Extravaganza no tuvo nada de “extravagante”, sino todo lo contrario, por el buen gusto y la muy cuidada dirección y ejecución de las piezas seleccionadas por parte de la Maestra Marlene (“Maestra”, porque lo es, y en grado superlativo) y “su” Orquesta de Cámara de la Florida / Florida Chamber Orchestra, con la participación de la renombrada soprano Eglise Gutiérrez y los reconocidos pianistas Leo de María y Leonel Morales.

El concierto comenzó con la gustada Overtura de la ópera La flauta mágica, estrenada el 30 de septiembre de 1791 en Viena, que fue interpretada por la orquesta con gran empaste y afinación, así como con toda la brillantez y la energía que la misma demanda.

A continuación –como sucedería a todo lo largo del concierto–, la Maestra Marlene intercaló interesantes datos sobre la vida y la obra de Mozart, tanto en inglés como en español.

Mozart c. 1780, detalle del retrato 
de Johann Nepomuk della Croce.
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Wolfgang Amadeus Mozart (27 de enero de 1756—5 de diciembre de 1791) mostró un talento musical prodigioso desde su niñez, tanto para el piano como para el violín, pero sobre todo como compositor, con más de 600 obras en su haber, muchas de ellas reconocidas como paradigmas de la música sinfónica, concertante, de cámara, operística y coral. Se encuentra entre los compositores clásicos más populares e influyentes del universo musical occidental.

Durante sus últimos años en Viena, compuso muchas de sus sinfonías, conciertos y óperas más conocidos, y porciones del Réquiem, que en gran parte dejó inconcluso en el momento de su temprana muerte, en 1791.
Después de este escueto resumen mío editado de Internet (Wikipedia) sobre la vida y obra de Mozart (Marlene dio muchos detalles más, incluso sobre la vida amorosa del compositor, muy interesantes), retomo el hilo de mi reseña para celebrar la intervención de la diva Eglise Gutiérrez, quien cantó de modo exquisito dos arias: Ach, ich ful’s, también de La flauta mágica –por cierto, la última gran obra terminada del genial compositor– y Dove sono I bei momenti de Las bodas de Fígaro, ópera también estrenada en Viena el 1ro de mayo de 1786.

La soprano Eglise Gutiérrez
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A continuación, el joven pianista español Leo de María –ganador del Primer lugar del Concurso Internacional de Piano UNISA, celebrado recientemente en Sudáfrica– tocó el Concierto para piano No. 12 en A mayor KV 414 de modo tan brillante, que regresó al piano para ofrecer como encore una interpretación no mozartiana en agradecimiento a los cálidos aplausos recibidos, que inició con Para Elisa, de Beethoven y derivó hacia una demostración libre de sus habilidades pianísticas.

El pianista Leo de María
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Tras un adecuado intermedio, el programa continuó con la Sonata in A minor KV 330 –Allegro moderato, Alegro cantabile y Allegretto–, interpretada con todas sus luces por el reconocido pianista cubano, residente en Madrid, Leonel Morales, quien fue premiado también por el público asistente con agradecidos aplausos, para dar paso luego al gustado y “popular” primer movimiento de la Serenade No. 13 Eine Kleine Nachtmusik, ya no por la orquesta completa –por haber sido escrita por Mozart para un cuarteto de cuerdas–, sino por un quinteto conformado por Orlando Forte, Svieta Forte, José A. Guibert, Germán Marcano y Hernán Matute, todos miembros de la orquesta.

El pianista Leonel Morales
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El concierto cerró con el Concierto para piano N.20 in D minor KV 466 –Allegro, Romance y Allegro–, tocado magistralmente por Leonel Morales, quien, ante la ovación del público, regresó al piano, para ofrecer como encore Adiós a Cuba y otras piezas de Ignacio Cervantes.

El pianista Leo de María, 
la soprano Eglise Gutiérrez, 
la Maestra Marlene Urbay
 y el pianista Leonel Morales.
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Como bien dijera la Maestra Malene Urbay al inicio, a pesar de que esa misma tarde se estaba celebrando el Super Bowl, este hermoso homenaje a Mozart contó con la presencia de numeroso público, muestra elocuente de que tanto ella como la Orquesta de Cámara de Miami bajo su sabia y experta batuta se han ganado la atención y el apoyo de los miamenses amantes de la música clásica y de concierto.




Baltasar Santiago Martín 
Director de la Fundación APOGEO para el arte público y Presidente de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM)
Hialeah, 18 de febrero de 2024.

Fotos: Cortesía de amigos de la Florida Chamber Orchestra.

Saturday, February 17, 2024

"Giselle" honrada de nuevo en Miami (por Baltasar Santiago Martín)


El viernes 9 y el sábado 10 de febrero de 2024, el Ballet Clásico Cubano de Miami, dirigido por el maestro Eriberto Jiménez, en colaboración con Youth Ballet Company de Panamá y el Sanctuary of the Arts Coreographic Ensemble, ofreció en el escenario del Miami Dade County Auditorium su puesta completa del ballet Giselle, cuyo segundo acto se había ya presentado solo en ese mismo teatro el sábado 18 de junio de 2016, sin obviar por supuesto las dos inolvidables funciones del ballet completo en 2007, estelarizadas, respectivamente, por las primeras bailarinas cubanas Alihaydée Carreño y Lorena Feijóo.

En Giselle, el ballet romántico por excelencia, el drama transcurre en Europa Central, en el Medioevo. La protagonista es una joven campesina que corresponde al amor de Lois, a quien ella cree un aldeano, pero que en realidad es Albrecht, Duque de Silesia. Hilarión, el guardabosque, quien también la pretende sin ser correspondido, descubre la impostura del duque, y se la revela a Giselle ante Bathilde, la prometida de Albrecht, que se encuentra de visita en la aldea junto a su corte. Giselle, ante la traición de su amado, enloquece y muere.

En el segundo acto, Hilarión visita la tumba de Giselle en el bosque, donde pasada la medianoche las wilis (espectros de doncellas que murieron vírgenes) persiguen a todo hombre que se aventure en sus dominios, y las wilis lo atrapan y lo hacen bailar hasta morir. Giselle hace su iniciación ante Mirtha, su reina, y luego se aparece ante Albrecht, que al igual que Hilarión se ha aventurado en el bosque para visitar su tumba. Giselle intercede sin éxito ante una implacable Mirtha, pero logra alargar el extenuante baile de su amado hasta el amanecer, en que las wilis desaparecen, y consigue así salvarlo, tras lo cual regresa a su tumba ante la desesperación de un arrepentido Albrecht.

Aunque asistí a las dos funciones, en esta reseña me limitaré a comentar solo la del sábado 10 de febrero, que a mi juicio fue la más lograda, sobre todo por la protagonista.

En el primer acto de esta puesta, Eriberto ha incorporado, de la versión del Royal Ballet, una temprana aparición de Bertha cuando recibe las piezas cazadas por Hilarión, lo cual brindó a la primera bailarina forever Alihaydée Carreño una muy bien aprovechada oportunidad para mostrar sus dotes de actriz, tal y como lo hizo durante todo el primer acto –sobre todo en su sobrecogedora y orgánica reacción ante Albretch cuando Giselle muere–; y a Israel Kaique da Silva, para “humanizar” a su guardabosques, injustamente percibido como “el malo” de la obra, cuando en realidad lo es Albretch.

Alihaydée Carreño como Bertha
 en el primer acto. 
 Foto: Guillermo Menéndez.
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Otro aspecto muy positivo del primer acto fue el bello vestuario del cuerpo de baile como los campesinos amigos y amigas de Giselle, que se lucieron en todos sus bailables, con gran sincronización, musicalidad y fluidez, en contraste con la pueril escenografía, tanto de las dos casitas como el telón de fondo que no evocaba ningún castillo.

Yendo por orden, toca destacar el brillante debut de Jorge Oscar Sánchez en el rol de Albretch, así como la formidable actuación de Gretel Batista como Giselle, tanto por su dominio técnico como por su cuidada interpretación del personaje, que de la inocencia y el candor de joven enamorada transitó convincentemente a la desesperación ante la traición de Albrecht, locura incluida, la cual fue “sentida” por sus “amigos de la aldea”, atentos a cada gesto suyo de dolor, ya no solo como bailarines que actúan, aunque Gretel no debió abrazarse a Hilarión en el transcurso de su desvarío al interponerse este en su camino, al punto de que fue él quien la tuvo que dirigír hacia Bertha.

Gretel Batista como Giselle 
en el primer acto. 
Foto: Guillermo Menéndez.
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Gretel Batista como Giselle en la escena
 de la locura del final del primer acto. 
Foto: Guillermo Menéndez.
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A su vez, al inicio del primer acto, Jorge Oscar no debió tomar del piso la misma margarita que ha deshojado Giselle, sino buscar una nueva de la jardinera de la casa, para recontar los pétalos a su favor, ni alzar a Giselle al final de su locura antes de que caiga muerta al piso.

La muerte de Giselle. 
Al frente: Alihaydée Carreño como Bertha;
 Gretel Batista como Giselle; 
Jorge Oscar Sánchez como Albrecht
 e Israel Kaique da Silva como Hilarión. 
Foto: Eduardo Ruiz.
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Quiero destacar que la secuencia dramática de la versión del Royal Ballet, en la que los campesinos bailan para Giselle, su madre y otros aldeanos, y no para la corte como es lo lógico, no fue seguida por Eriberto, que acertadamente sustituyó el pas de peasant, tradicional en casi todas las versiones (excepto la cubana, con diez amigos de Giselle: seis mujeres y cuatro hombres), por un pas de trois ofrecido a la corte, interpretado de modo admirable por Natalie Álvarez, Eleni Gialas y Wilhelm Josué Gómez, que lejos de interrumpir la secuencia dramática, enriquecieron la representación con su virtuosismo y bravura.

Y hablando de la corte, tanto las damas como los caballeros nobles –todos con suntuosos trajes acreditados junto con la escenografía a Youth Ballet Company de Panamá, al Miami Dade College North Campus (Alejandro Galindo) y a Luis Celeiro, Giogio Michel Milián y Olga Yero– actuaron sus aristocráticos personajes con gran elegancia y dignidad, especialmente Diana Figueroa como Bathilde.

(En este punto, se debió separar el crédito del vestuario del de la escenografía, por el desnivel ya señalado entre ambos).

Diana Figueroa como Bathilde 
y Gretel Batista como Giselle en el primer acto.
 Foto: Guillermo Menéndez.
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Antes de pasar a comentar el segundo acto, quiero hacer una observación muy personal sobre la orquestación escogida para la partitura, ya que se utilizó una diferente a la que utiliza el Ballet Nacional de Cuba para su paradigmática y mundialmente celebrada versión de Giselle por Alicia Alonso, sobre la original de Jules Perrot y Jean Coralli al igual que la de Eriberto.

No creo que la orquestación tenga derechos de autor e invito a los que me lean a comparar esta empleada por Eriberto con la usada por el BNC, sobre todo para la llegada de Albretch a la tumba de Giselle en el bosque, donde la diferencia es ostensible y a favor de la segunda.

Segundo acto

Antes de pasar a glosar las interpretaciones de los personajes principales, quiero elogiar el efecto de la niebla y la escenografía empleada para el bosque, tanto el hermoso telón de fondo como los “árboles” situados como “patas” del escenario.

Tumba de Giselle y telón de fondo
 para el bosque del segundo acto. 
 Foto: Karime Arabia.
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Mayrel Martínez, como Mirtha, la dura, altiva e implacable Reina de las Wilis, logró un dominio absoluto del personaje, tanto técnica como interpretativamente, con impresionantes grand jetés y elegantes balances, arropada por el admirable trabajo de las wilis del cuerpo de baile, sin el cual la función no hubiera sido lo memorable que fue, al igual que las dos wilis que la secundaron, a cargo de Eleni Gialas como Moina y Natalie Álvarez como Zulma, quienes ya habían brillado en el pas de trois del primer acto y en este segundo acto subieron todavía más la parada, con arabesques y jetés de consagradas, y Natalie con unos renversés a lo Aurora Bosch, la Mirtha paradigmática.



Natalie Álvarez como Zulma. 
Foto: Simon Soong.
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Las willis del segundo acto. 
Foto: Eduardo Ruiz.
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Israel Kaique da Silva resultó ser un convincente y suplicante Hilarión, además de un excelente ejecutante de su coreografía, mucho más demandante que en otras versiones, incluso la del BNC.

Gretel Batista, en la segunda Giselle de su ascendente carrera, al salir de la tumba giró rauda en planta sin perder elegancia, pero no concluyó en punta como hubiera sido más impactante.

En el inicio del Grand Pas, giró lentamente en planta sin titubeos y concluyó con el arabesque correspondiente, pero no a 180 grados, mientras que los entrechats de su variación fueron inobjetables, así como su diagonal de piqués con pirouettes y el esperado balance antes de salir de escena.

Jorge Oscar Sánchez volvió a sobresalir como Albretch, tanto como eficaz partenaire de Gretel como en sus variaciones, aunque en esta versión se sustituyeron los entrechats six que justifican el agotamiento de Albretch, por una diagonal de pasos menos demandantes ante Mirtha.

Antes de la entrada a la tumba, sobró esa cargada horizontal balanceante de Giselle por parte de Albrecht, en vez del efecto del “cruzamiento” de ambos sin tocarse que se justifica por la inmaterialidad de Giselle.

Para mejorar el efecto de su desaparición, se podía haber pegado más la tumba al árbol adyacente (se vio claramente como Gretel se “escabullía” por el lateral), pero nada de ello empaña el gran triunfo que representa montar este ballet tan romántico y bello en Miami, gracias al enorme esfuerzo de Eriberto Jiménez, así como de todos los talentosos bailarines y personal técnico involucrados en hacer realidad este sueño.


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 14 de febrero de 2024

Monday, January 1, 2024

"Maestro," un film incompleto (por Baltasar Santiago Martín)


He visto Maestro, y el guion se ha quedado por debajo de mis expectativas, no así la actuación de Bradley Cooper, que considero digna de un Oscar 2024 (no he visto aún Napoleón ni Oppenheimer). Falta, a mi juicio, el haber destacado la obra de Bernstein por sobre su vida privada.

El hombre que compuso la música para seis musicales de Broadway y dirigió la orquesta del Teatro Alla Scala de Milán, nada menos que para la antológica Medea, de Cherubini, por Maria Callas, en 1953 –sin haber dirigido nunca antes una ópera (fue la propia Maria la que lo propuso para ello)–, además de para La Sonnambula, de Bellini, en 1955, también con Callas, merecía un film que no rompiera el equilibrio que sí logró en su vida entre "Vivir y crear", como reza El Kybalión de Hermes Trimegisto. Bernstein vivió y creó, y esto último con creces.

Leonard Bernstein, como director de orquesta
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El film insiste demasiado en su bisexualidad, en su intensa vida erótica con hombres (que no "amorosa") y en su complicada relación de amor con Felicia Montealegre, por lo que no hace justicia a su legado como febril creador y su pasión por llevar la musica clásica a los jovenes, lo que se menciona solo de pasada.

He aprendido más sobre su obra como director de orquesta y compositor gracias a Google que viendo Maestro, lo que es la principal debilidad del film.

Menos mal que el Bradley director y guionista no incluyó una escena del Bradley actor teniendo sexo con un hombre y mostrando las nalgas, como es la tendencia actual en las series de Netflix, sobre todo las de la Madre Patria, en las que hemos visto hasta las de Juan Carlos cuando era monarca y amante de Bárbara Rey.

A mí me hubiera gustado más enterarme de su amistad con Maria Callas, a raíz de esa Medea de 1953, gracias al film que por Google, y esa escena de la disco bailando con su joven discípulo "orquestal" de modo explícitamente erótico me pareció de un mal gusto exquisito, máxime cuando en el film acaba de morir su Felicia víctima del cáncer.

No objeto el Oscar para Cooper como actor ni para Carey Mulligan como la actriz que se "apoderó" de Felicia Montealegre, pero sí para el guionista y director, sobre todo guionista.

El sexo es como la sal en la comida, que le da sabor pero que en exceso la echa a perder, y Bradley, en su Maestro, hace énfasis en "la sal" y no en lo variado del menú que indudablemente ofreció –y nos sigue ofreciendo– el inmenso Bernstein en su "restaurante" musical.

Hialeah, 29 de diciembre de 2023


Bradley Cooper como 
Leonard Bernstein joven
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Bradley Cooper como 
Leonard Bernstein mayor
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Carey Mulligan como 
Felicia Montealegre
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Maria Callas, en Medea
con Leonard Bernstein, Milán (1953)
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Maria Callas con Leonard Bernstein 
años después (¿en París, 1975?).
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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