Thursday, June 18, 2020

Calles y callejones de Camagüey: Calle San Diego, Martí (por Marcos A. Tamames-Henderson)


Nota del blog: Cada jueves se publica en el blog, gracias a la cortesía de Marcos Antonio Tamames-Henderson, una selección de su libro Calles y callejones de Camagüey. Entre la leyenda y la historia.   

 


San Diego es un eje estructurador de la ciudad, uno de los primigenios por estar en torno a la plaza de la Mayor. Parte de San Fernando, y en su recorrido supera San Juan; intercepta a la calle Plaza de San Francisco (I) (frente de la antigua casa de Tomás Pío Betancourt); corta la de la Reina, recibe el callejón de las Apodacas (D) y a la calle San Pablo (D) en el vértice de un triángulo que define la calle Plaza de Isabel II; traspasa los ejes de la Candelaria, de la Mayor, de la Carnicería o Contaduría, San Antonio, del Hospital o Nuestra Señora de Loreto con su plazoleta (I) y Honda o San Pedro Alcántara; se desliza lateral a la plazoleta del Pozo de Gracia o de Bedoya (D); limita los callejones de la Miseria (D) y de la Risa (I); da inicio a la calle del Carmen (D) y corta San Ildefonso, los callejones del Desengaño o de la Cruz y de Sedano; ofrece apertura a la Calle A del reparto Oliverio (D); corta el callejón de las Damas y da inicio a San Juan Bosco (D) para una vez traspasar la Carretera Central Oeste convertirse en derrotero de los barrios la Ceiba y Sánchez Soto: por el lateral izquierdo parten Cinco Metros, Cuba Libre y Pasaje C del primer barrio; mientras por la derecha ofrece límite a las calles A, B, C, D y tras cruzar el puente las calles E y no. 17 del segundo. Finaliza en Avenida Madame Curie. 

San Diego responde a la cosmogonía religiosa de los principeños desde las primeras centurias. ¿Cómo establecer una relación entre el santo y Puerto Príncipe? El punto de partida podría encontrarse en uno de los momentos claves en la conformación morfológica de la villa, en este caso la construcción del convento de san Francisco de Asís, cuyo templo abrió sus puertas en 1734 y otorgó nombre a la calle, mientras que a su paralela, la nombraron San Diego ¿Acaso en conmemoración del monje franciscano san Diego de Alcalá? Por la misión caritativa para con los pobres y su milagrosa obra con los enfermos, la vida de san Diego entronca con los rasgos identitarios de los principeños en el período en que se crea y consolida la toponimia urbana. ¿Celebrarían los vecinos su fiesta cada 12 de noviembre? 

Su rebautizo estuvo entre los primeros tras el cese del dominio colonial español sobre la isla. En enero de 1899 se propuso en el seno del Ayuntamiento nombrarla José Martí y el 27 de febrero se informaba que, vencido desde el día 25 el plazo fijado para alegar algo en contra de ello, debía informarse del cambio a la población y al Registro de la Propiedad. De la calle Martí se desprenden dos topónimos al mismo tiempo. Los inmuebles que están a la izquierda utilizan como referente el nombre de San Juan Bosco; mientras que los que están en la primera cuadra de la acera derecha, lo hacen bajo el referente de Calle A del reparto Santa Rosa. 

José Julián Martí Pérez (1853-1895), mayor general, abogado y periodista; el cubano que con elevadas cualidades de pensador, orador y poeta legó a la humanidad una extensa obra. No estableció lazos directos con la región camagüeyana, sin embargo, su matrimonio con una de sus hijas, Carmen Zayas Bazán, y los vínculos con otros principeños, tanto en la isla como en el extranjero, le permitieron hablar del carácter de los de esta región. En San Diego rindieron tributo los camagüeyanos al Maestro, al Apóstol de la Independencia, al Héroe Nacional.

Del total de sus cuadras pertenecen al área Patrimonio Cultural de la Humanidad las que limitan los ejes San Fernando y San Ildefonso y al Centro Histórico desde San Fernando hasta Sedano.


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Marcos Antonio Tamames-Henderson (Jamaica, Guantánamo, 1961). Lic. Historia del Arte (1997), MSc. en Historia del Arte y en Conservación y Rehabilitación de Centros Históricos (2007). Miembro de la Uneac, Unaic, Unhic. La Editorial Ácana ha publicado sus libros De la Plaza de Armas al Parque Agramonte. Iconografía, símbolos y significados (2001, 2da ed. 2003); Tras las huellas del patrimonio (2004); La ciudad como texto cultural. Camagüey 1514-1837 (2005); Una ciudad en el laberinto de la ilustración (2009) y La cofradía de los signos urbanos (2012). Premio Especial Roberto Balmaceda (Uneac, 2002), Juan Marinello (2006), Juan Torres Lasqueti (2005, 2010, 2011 y 2012), Ensayo Histórico Enfoque (2007), Crítica Histórica José Luciano Franco (2005), Publicaciones, teoría y crítica en el V Salón de Arquitectura (2005) y Jorge Enrique Mendoza (2004), entre otros.

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