Friday, June 3, 2022

Las fiestas en los campos de la Cuba de 1859


Bailes . - Llámanse bailes de música en el campo, los públicos de convite ó de pensión, donde hay orquesta y se bailan contradanzas y walses, para distinguirlos de los changüis ó guateques, reuniones con carácter de familiares en que solo se baila el zapateo al son del tiple, la guitarra ó el arpa, y del canto de los guajiros. El zapateo es un baile peculiar á la Isla aunque algo parecido al zapateado de la Península: hay zapateo punteado y escobillado, y también de ataja primo, todos sin figuras, á excepción de alguna vuelta de cuerpo para dar de nuevo frente a la pareja. Cuando la mujer quiere que descanse su compañero hácele un saludo y en el momento es reemplazado aquel por otro guajiro. 

El acompañamiento músico del zapateo se llama punto de harpa ó simplemente punto; y el canto, generalizadísimo en toda la Isla, se conoce por el llanto y por el ay, interjección que precedía á todas las coplas. Estas consisten en décimas compuestas á veces por los mismos guajiros sobre temas de galanteos amorosos y á ocasiones de sátira y de celos. El tema se expresa en una redondilla no cantable sino en la glosa que se hace de ella en las décimas, cuyo último verso es precisamente uno de los del tema. 

En estas reuniones cantan indistintamente, pero uno á uno, todos los que quieren hacerlo como en las Rondeñas de Andalucía, prorumpiendo los oyentes en gritos de entusiasmo para celebrar y jalear al cantante y á la bailadora. Los guajiros son incansables en el canto del ay; la mujer acompaña con él sus quehaceres domésticos, y el hombre le hace resonar por los caminos, vaya á caballo ó en carreta, tanto de día como en el silencio de la noche. Los amores rústicos se inician casi siempre con el canto del ay, teniendo el guajiro en la memoria más décimas que las que caben en este volúmen. Para dar una idea de ellas ofrezco aquí al lector unas escritas por el poeta matancero D. José Jacinto Milanés, el cual si bien ha tenido que rebajar su musa para hacerla cantar con el guajiro, ha logrado imitar perfectamente su estilo y pensamientos.


Amor y Esperanza

Si pagas mi amor, bien mio, 
manda con dominio entero 
en el alma de un montero, 
y sé reina en mi bohío .



    El tomeguín volador 
busca la flor del granado, 
y en el punto que la ha hallado 
silba y vuela alrededor. 
  Tal te busca con ardor 
mi enamorado albedrío; 
y aunque lloro tu desvío 
más que si comiese ají, 
oye lo que haré por tí 
si pagas mi amor, bien mío.

   ¿No ves sobre aquellas lomas 
una casita no fea, 
sobre la cual aletea   
una nube de palomas?   
  Si á su comedor te asomas   
verás un vasto potrero  
donde siembro lo que quiero,  
el cual te lo ofrezco yo;   
que en mí la que me prendó   
manda con dominio entero.

  Todo aquel paño de tierra 
lo he de alfombrar de maiz 
si el año sale feliz 
y Agosto no me hace guerra. 
 Ojalá, flor de esta sierra 
que de este cielo hechicero 
descienda tanto aguacero 
sobre todas mis labranzas 
como hay amor y esperanzas 
en el alma de un montero.

  Si la seca y tu desden   
se ausentan, como yo espero,   
¡qué bien irá mi potrero   
y mi corazon también!   
  ¿Qué rey tendrá tauto bien   
con todo su poderío?   
Haz tu reino el sitio mío,  
tus vasallos yo y mis bueyes,  
dame en tus gustos mis leyes  
y sé reina en mi bohío.




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Fragmento del libro Manual de la Isla de Cuba, 1859, de José García de Arbolena.

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