Saturday, January 23, 2021

Una mirada a la historia de la Nueva Trova en Camagüey. Introducción a "Un Canto que no Termina" (por Saulo Antonio Fernández)

Agradezco a Saulo Antonio Fernández que comparta este importante texto, de la historia reciente, con los lectores del blog.


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Cuando el último de los trovadores de la nueva trova cubana deje de existir se hablará de algunos grandes como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola, Vicente Feliú, Sara González, Amaury Pérez –este último como cantautor, fundamentalmente-, Eduardo Ramos, Augusto Blanca, Lázaro García, Santiago Feliú y algunos otros como Pedro Luis Ferrer, Mike Pourcel, Donato Poveda, Alberto Tosca, Frank Delgado, Carlos Varela, Gerardo Alfonso, por así enumerar a los más famosos y grandes artistas que han pertenecido a este movimiento o que se acercan a su perfil, pero poco a poco irá desapareciendo la mención de ellos ante el empuje de las nuevas generaciones y las nuevas transformaciones de la sociedad cubana, ante la vorágine de nuevos trovadores que surgen con distintas e inmediatas propuestas que reclaman las nuevas dinámicas de estos tiempos devoradores de todo lo viejo o lo que se supone caduco, y es posible que ya no se quiera escuchar entre nosotros nunca más (como sucede con la popular canción “Yo soy el punto cubano” de tema campesino que tan magistralmente interpretaran Celina González y su hijo Reutilio, cuya música fue de tal manera transformada por David Blanco que ya no se reconoce por ningún lado la canción original) muchas canciones que suponíamos eternas y que ahora yacen perdidas u olvidadas en algún depósito de viejas partituras carcomidas o de cintas destruidas por el implacable paso del tiempo; porque si bien los grandes trovadores escriben sus obras con la intención de que alguna o algunas de ellas lleguen a ser perdurables, eso muchas veces resulta imposible y acaso suele perdurar lo que suponíamos menos trascendente o pasajero. De igual manera, así como muchas de las grandes canciones de Silvio Rodríguez, tampoco se oyen por la radio o la televisión –canciones como "Playa Girón", "La nueva escuela", "Melancolía" y muchas otras como la famosísima "Cuba va", realizada en conjunto con Pablo Milanés y Noel Nicola, que tantas veces enardeció nuestros corazones, apenas se escucha ni en los actos políticos, de igual manera –repetimos- ningún joven aficionado o aficionada a la buena música escuchará en la quietud de su cuarto o en la sala de su casa, o en ninguna reunión familiar estas canciones tan bellas, sino que sus oídos estarán atentos a la última versión de “un tema” –tal y como se dice ahora- de El Chacal, de Baby Lores, de Los Orishas, de Descemer Bueno, de Gente de Zona, de Cuba Libre y muchos otros grupos y solistas de la actualidad tanto cubanos como extranjeros -dígase Ricky Martin, Enrique Iglesias, Marc Anthony, Olga Tañón, Maná, Shakira, Arjona o Juan Luis Guerra-, que son y han sido muy buenos pero que la parafernalia de los medios masivos de comunicación ha llevado al estrellato nacional o internacional y acallan u opacan a veces a otras voces tan auténticas como aquellas, de los que no pudieron hacerse escuchar, cuando un día quisieron llegar, con sus presuntas manquedades poéticas o presuntos defectos técnicos, a los efímeros escalones de la fama nacional o internacional .

Resulta interesante el caso de los grupos Moncada, dirigido por Jorge Gómez; Síntesis, dirigido por Carlos Alfonso, y Manguaré, dirigido primero por Pancho Amat, en la época de su mayor esplendor y ahora por Andrés Pedroso, que se han venido renovando a través del tiempo gracias a una dirección inteligente y a que se encuentran en la capital del país, siempre favorecidos por los medios de un modo u otro, pero que no dejan de conservar su identidad y perfil ante todo tipo de contingencia o coyuntura, siempre fieles a su origen dentro del MNT. Y más interesante todavía es el caso del grupo Nuestra América de Matanzas, siempre fieles a su identidad y origen también no solo dentro del MNT sino por su filiación religiosa, un grupo verdaderamente ejemplar por su profesionalismo y alto nivel estético, que se mantiene casi igual desde sus primeros momentos hace ya más de cuarenta años bajo la eficaz dirección del maestro Luis LLaguno. 

Ahora se han proyectado de un instante al otro, nuevos grupos y talentosos cantautores y solistas como Raúl Paz, Kelvis Ochoa, David Torrens y quizá el que tiene más historia de entre ellos como Raúl Torres, quien ha redimensionado la nueva canción política y la canción de amor hacia los planos más estelares, al igual que Polito Ibáñez, quien ha sabido proyectarse en el plano internacional con gran fuerza debido a su poética de sentido profundo y original modo de decir desde una correcta interpretación de sus temas mediante la vía del pop rock; sin olvidarnos del nuevo rey de la guaracha son, Tony Ávila, también autor de profundos temas inteligentes como el que se refiere metafóricamente a los “cambios” que necesita “su casa”. También y desde hace bastante tiempo se han venido proyectando intérpretes de singular valía, recordamos con admiración y afecto a la notable Xiomara Laugart y a Miriam Ramos y hoy apreciamos igualmente la maestría de Rochy y a la explosiva y extraordinaria Ivette Cepeda. 

El caso de Habana Abierta, por otra parte, constituye un acontecimiento digno de estudio, es un grupo que vino a insuflar aire fresco a toda nuestra música, a revolucionar conceptos de modernidad y vanguardia después del trascendente paso hacia adelante o efecto transformador que había producido el dúo de Gema Corredera y Pável Urquiza con su tema Debo parar de fumar y otras obras de factura posmoderna. No podemos dejar de citar la asombrosa aparición de ritmos de gran dinamismo y complejidad provenientes de Brasil como el samba o el bossa que ya cultivaban algunos trovadores y trovadoras de la vieja Habana y otros lugares desde hacía bastante tiempo, la cumbia de Colombia fusionados con otros ritmos provenientes del área del Caribe y el acervo africano como el reggae o el calipso, la guaracha, el bolero, la rumba, la timba, el mambo y el son cubano, además de una asimilación inteligente del rock y el funk, lo que devino en llamarse"rockason", "timbaconrock", "rumbaconfunk" ó "congaconpop". 

La aparición de arreglos y textos más experimentales y también críticos dirigidos a combatir la inercia de la cotidianidad habanera impactaron poderosamente a la juventud de aquel entonces y de ahora, de modo que de ahí luego surgieran músicos de gran nivel artístico que hoy se reconocen por todo el pueblo, como Alain Pérez, Luis Barbería, Alejandro Gutiérrez, Kelvis Ochoa y otros que andan por el mundo, como Vanito Brown, José Luis Medina y Pepe del Valle.(1) 

Y, en medio de todo esto, ¿qué es lo que queda para la nueva trova camagüeyana, ahora que también han surgido otros grandes jóvenes como Diego Gutiérrez, la Trovuntivitis, Alain Garrido y muchos otros en Santa Clara, Eduardo Sosa y William Vivanco desde Santiago de Cuba, el grupo Buena Fé desde Guantánamo -que inaugura una maestría de nuevo tipo tanto en la modernidad de sus arreglos con base en el pop rock y una elemental fusión con determinados ritmos cubanos además de una poesía muy rica, literariamente muy bien elaborada y popularmente poderosa- y el auge que han tomado cantautores jóvenes como Adrián Berazaín y Mauricio Figueiral en La Habana, sin olvidar por ejemplo la unión entre cantautores como Eduardo Sosa, Raúl Torres y las magníficas y muy jóvenes cantantes Any Garcés y Luna Manzanares para el cuarteto ocasional que interpretara y grabara la memorable canción de Torres dedicada a la muerte de Fidel, Los agradecidos te acompañan, recurso que ha venido diversificándose entre muchos artistas de la nueva trova como en el dúo también ocasional entre el propio Sosa y el trovador y tresero de vieja generación, Pepe Ordaz, quienes en estos momentos están haciendo una gira por todo el país, así como el auge que están tomando las medianamente viejas cantautoras como Liuba María Hevia o Martha Campos por períodos apareciendo por la televisión nacional y otras más viejas y más jóvenes trovadoras como Heidy Igualada y Yamira de Pinar del Río, sin olvidar a la jovencita Yaíma Orozco, de Guantánamo, a quienes también de vez en cuando se les menciona por los medios, aunque sea de pasada. Entonces, ¿qué es lo que queda, repito, para los viejos fundadores de la nueva trova camagüeyana?, ¿cuándo se escucharán otra vez aquellos grandes temas del grupo Canto Libre como su creación colectiva titulada "Pequeña suite por la paz" o el rap llamado "El rock del juicio final" que inicia quizás la creación de este tipo de música en Cuba, o "Autobiografía del negro americano" o "Credenciales", canciones originales de Saulo Antonio Fernández, un miembro del grupo, que se montaron y arreglaron para este último fundamentalmente por la mano magistral de Armando Díaz, quien además también compuso el bellísimo tema "Este amor no es perfecto" que interpretaban en magnífico dúo Heriberto Reinoso y Luis Orestes Lima, sin olvidar el arreglo de Reinoso para el cuarteto Canto Libre, realizado a partir de la canción "Los pordioseros", original de Saulo Antonio Fernández, ni el otro gran arreglo del mismo Reinoso, para el propio cuarteto, de la gran musicalización original de Miguel Escalona del poema "Peñas arriba", de Rubén Martínez Villena, que duraba nueve minutos de música continua, o también su original y majestuosa musicalización en tiempo de son lento de un fragmento de "Canto a mí mismo" de Walt Whitman -obras que desaparecieron en la furnia de la desidia y el olvido?, ¿cuándo se escucharán otra vez las canciones de Miguel Escalona, su legendario "Conversatorio sobre el Festival de Varadero", -de inteligente y desgarrada protesta, como señalara Silvio Rodriguez (2)-, con aquella voz poderosa, interpretando sus originales y poéticos sones "Esa mujer"  y "La canta", o su especie de canción-testamento llamada "La sonrisa blanca"?; ¿cuándo se escucharán otra vez las alegres y notables interpretaciones, con aquella aguda voz de suaves matices, de Rafael de la Torre, quien dejó entre nosotros, antes de partir para La Habana y el extranjero, su magistral musicalización del "Poema impaciente", de Emilio Ballagas, y su inolvidable y moderno son "Tu canto no termina", dedicado a Carlos Manuel de Céspedes?; ¿cuándo volveremos a escuchar a Heriberto Reinoso, siempre afinado, exacto y expresivo tanto en el ritmo como en la armonía de aquellas impetuosas y hermosas composiciones como "La mujer del tiempo", "Annabel", su "Liz o respuesta a la imaginaria María del Carmen,, de Noel Nicola o en su épica "Batalla", también dedicada a Carlos Manuel de Céspedes?; cuándo volveremos a escuchar por la radio o la televisión al trovador Máximo Rolando Montes de Oca, cultivador inigualable de la guaracha ocurrente y picaresca, como "Pregones de Camagüey" y muchas otras, así como creador de sones extraordinarios y de eterna vigencia como "Son montuno" contra la penetración cultural, caracterizado por Leo Brouwer como un son andino? (3) Algunas de esas canciones quizá no lleguen a escucharse nunca porque muchas no pudieron grabarse en su momento con la calidad requerida o quedaron borradas de viejas y usadas cintas que debieron aprovecharse para hacer otras grabaciones más urgentes, como sucedió con la grabación que hizo el original cuarteto Canto Libre en los estudios Siboney de Santiago de Cuba en el año 1981 o 1982, de la musicalización de Peñas arriba, ya mencionada y otras canciones como "Homenaje a Walt Whitman" o "Nacimiento en Long Island", de Miguel Escalona y Saulo Antonio Fernández, según recordamos, y ya la melodía en algunos casos de aquellos viejos temas también se han olvidado entre nosotros, quedan algunas transcripciones –muchas de estas ni siquiera inscritas en la ACDAM o el CENDA- pero nada más. 

El documental "El último bohemio" (4) de Carlos León, producido por el ICAIC con el auspicio de Silvio Rodríguez y dedicado a la figura legendaria del trovador Miguel Escalona Robaina, ha abierto una pequeña ventana para lograr la realización de algunos trovadores que allí aparecen, fundamentalmente Miguel, de quien se recrea su gran tema "La sonrisa blanca" ligeramente arreglado por Pepe Ordaz y Augusto Blanca a partir de una cinta rescatada de un viejo casette que hizo Miguel en su tiempo. Asimismo, se puede destacar la fundación de la Cátedra de Estudios de la Nueva Trova, en la Universidad Pedagógica “José Martí” de Camagüey, el 18 de octubre de 2012 y el concierto “Vinieron de Camagüey” que realizaron cuatro trovadores camagüeyanos en el Patio de las Yagrumas del Centro Pablo en La Habana, el 27 de octubre del mismo año; también a última hora vale considerar la inusitada producción de un video clip que realizó una desconocida compañía alemana de audiovisuales al más viejo de los trovadores camagüeyanos, Saulo Antonio Fernández, con su canción "La sed del despertar", que aún no ha aparecido en los medios. Y se está realizando una producción discográfica auspiciada por la Oficina del Historiador dedicada a la ciudad de Camagüey, que incluye la original guaracha son "Pregones de Camagüey", de otro viejo y muy grande trovador nuestro que ya se ha mencionado aquí, Máximo Rolando Montes de Oca. Algo se está haciendo ya, pero no basta todavía. Mientras trovadores camagüeyanos más jóvenes pertenecientes a la AHS como Harold Díaz Pedraza y otros llegan incluso a ser promocionados en el evento nacional Cubadisco, los viejos trovadores ya mencionados no llegan a ninguna parte, ni al menos sus mejores canciones son tenidas en cuenta para ninguna producción discográfica ni mucho menos para un video clip, tampoco se escribe nada sobre la obra de ellos a no ser muy aisladas menciones de algún evento en el que hayan participado. Por lo que tal situación ha llevado a muchos a la autogestión promocional, como sucede con el libro titulado "Un canto que no termina", original de cuatro cantautores y una investigadora profesional, que compila casi toda la obra de algunos de los verdaderos fundadores de la nueva trova camagüeyana. Son estos Miguel Escalona, Rafael de la Torre, Heriberto Reinoso, Saulo Antonio Fernández Núñez, Máximo Rolando Montes de Oca Paredes, Mario Ayoub Aguilera y Omar Pérez Jacinto, quien este último fue solamente un intérprete que solo participó unos meses dentro de este grupo de fundadores y luego pasó a ocupar responsabilidades imperiosas de trabajo en la Universidad como profesor, pero los otros se mantuvieron siempre actuando dentro del MNT y son los que han tenido una trayectoria más significativa dentro del Movimiento desde entonces porque se trata de verdaderos cantautores o compositores e intérpretes de sus propias obras musicales. Pudiéramos mencionar aquí a Hildemaro de la Rosa y a Juan Garriga, quienes eran intérpretes y originales integrantes del trío del Preuniversitario de Camagüey que dirigía Rafael de la Torre, así como a Alejandro Pino, buen guitarrista e intérprete pero ellos no eran compositores. Casi lo mismo sucede con Luis Orestes Lima, quien fue un decisivo integrante del cuarteto Canto Libre y desde el punto de vista cronológico se incorporó al MNT un poco después; sin embargo, con Luis Orestes Lima hay que contar no sólo porque dedicó el resto de su vida al Movimiento sino porque fue también un profesional de la música y, a última hora dejó algunas canciones de su propia inspiración de las cuales hemos podido rescatar tan solo una pero con ella basta para que ocupe el lugar cimero que tiene dentro de la nueva trova camagüeyana. Lo mismo sucede con Mario Ayoub Aguilera, quien dejó una huella profunda dentro del trío Canto Libre, puesto que dirigió todos los montajes que este grupo primigenio hizo de las pocas pero memorables canciones iniciales de los otros dos miembros del grupo, Máximo Rolando Montes de Oca y Saulo Antonio Fernández, y aunque pronto partió para La Habana donde verdaderamente residía, después de haber cumplido su labor como profesor universitario en Camagüey, siempre se mantuvo en contacto con el grupo de los fundadores y en este libro se incluyen cuatro de sus mejores composiciones con sus respectivas transcripciones musicales.

El caso de Armando Díaz Hernández es un poco similar aunque también bastante diferente. Él es el último integrante de este grupo de fundadores que pertenecen en realidad al Movimiento de la Nueva Trova; cuando en el año 1983 sale Miguel Escalona del cuarteto Canto Libre para continuar su vida como cantautor independiente, y después que su sustituto Lino Nápoles es llamado para el servicio militar activo, por fuerza el cuarteto Canto Libre debió ampliarse y entonces la joven personalidad de Armando Díaz Hernández comenzó a adquirir una importancia creciente dentro del grupo, al comenzar a realizar arreglos novedosos de gran complejidad, que incluían la fusión, la música alternativa y la creación de muchos obras originales entre las cuales se cuentan algunos de los principales temas incluidos dentro del único disco realizado por el grupo Canto Libre, que data de 1984, realizado en los estudios Siboney, de Santiago de Cuba y titulado "Asombro", con una impronta sumamente original para la época, cuya grabación todavía inexplicablemente se encuentra en los depósitos de la EGREM sin haberse publicado nunca. Lamentablemente, Armandito murió demasiado pronto, cuando más prolífico y audaz se mostraba. De él ponemos a disposición del lector doce de sus mejores textos cancionísticos con sus propias transcripciones musicales, salvadas del olvido por el viejo profesor de armonía Elio Pérez Heredia, quien realizó su tesis basada en la obra de Armando Díaz Hernández para graduarse de Licenciado de la carrera profesoral del Instituto Superior Pedagógico “José Martí”, especialidad de Música. 

Por otra parte, hay algunos otros fundadores de la nueva trova camagüeyana pertenecientes en cierto modo a este grupo primigenio, solo que no fueron evaluados directamente por los dos evaluadores oficiales –Tony Pinelli y Germán Piniella- que vinieron en septiembre u octubre de 1973 para cumplir con esta tarea en la Casa de la Trova de esta ciudad agramontina. El primero y más importante de ellos, diríamos que sumamente importante, es nada menos que el hoy famoso productor musical y director de orquesta capitalino, Joaquín Betancourt, quien integró el grupo Agramonte cuyo cantante solista fue precisamente Rafael de la Torre y estaba integrado por músicos de la Orquesta Sinfónica de Camagüey, dirigido indistintamente por el violinista Omar González y por el chelista Juan Ramón Orol, quien este último, hoy es director de la Orquesta de Cámara de esta ciudad, aunque había también otro integrante de este grupo no menos relevante, buen ejecutante de la viola que se llama Enrique Álvarez, quien con el paso del tiempo formó y dirige la actualmente exitosa Charanga Latina. A la altura de 1974 y 1975 el grupo Agramonte realizó muchas actividades destacadas en esta provincia, de carácter espectacular, debido a la actuación sobresaliente en ellas de Joaquín Betancourt, ya familiarizado con el jazz, quien además en ese propio año ganó un premio nacional de composición auspiciado por la UNEAC y pronto partió para la capital en busca de mejores horizontes. Lamentablemente, este libro no dispone de textos de canciones al estilo de la nueva trova compuestas por Joaquín Betancourt, pero no dejamos de mencionarlo debido a que se trata de una personalidad ya histórica dentro de la música cubana actual.

Otro fundador es Rolando Granja, de Guáimaro, quien fue evaluado por Miguel Escalona alrededor de 1975 y quedó dentro del MNT. Sin embargo, Granja partió pronto para el extranjero y no hemos podido comunicarnos con él para publicar aquí algunos de sus textos cancionísticos ni disponemos de ninguna partitura al respecto.

En cuanto al maestro Juan Ramón Orol, en 1974 fue evaluado por la Comisión del MNT en la provincia, dirigida por Miguel Escalona como Presidente, Saulo Antonio Fernández como Organizador y Luis Mejías, este último representante del departamento de Cultura de la UJC, ya que el Movimiento de la Nueva Trova entonces era un proyecto nacional directamente dirigido por ese organismo de masas. Orol era ya un músico formado académicamente y además de tocar la guitarra con un estilo clásico también tocaba el chelo y escribía canciones de exquisita factura con una letra aceptable, por lo que quedó automáticamente dentro de las filas del MNT y llegó a participar en varias emisiones del programa titulado La nueva trova que empezó a salir al aire por Radio Cadena Agramonte, todos los domingos a las once y media de la mañana, dirigido en sus primeros momentos por el escritor Manuel Villabella y luego indistintamente por Miguel Escalona, Saulo Antonio Fernández y Máximo Rolando Montes de Oca. Pero con el paso del tiempo Orol se desvinculó un poco del Movimiento y se dedicó de lleno a la música sinfónica. Lamentamos que en esta ocasión se vea impedido de contribuir a esta obra predominantemente testimonial, con alguno de aquellos temas suyos y sus respectivas partituras, porque alega haberlos olvidado completamente. 

Habría que considerar en este grupo de fundadores a un músico destacado del Centro de la Música de Camagüey, llamado Falconery Cuza Jorge, quien dirige en la actualidad un grupo llamado Equison y lo recordamos cuando participó como trovador en dos o tres emisiones del programa La nueva trova ya mencionado anteriormente. Falconery vino al programa enviado por una de las casas de cultura que atendía el Consejo Provincial de Cultura por aquel entonces y cantaba con su guitarra algunas canciones políticas de su propia autoría. Su obra se incorpora aquí con tres de aquellos temas y sus propias transcripciones musicales.

Y, desde luego, no podemos dejar de mencionar a la única mujer trovadora que colaboró con el programa La nueva trova. Se trata de Ileana Socarrás, una joven trabajadora de Radio Cadena Agramonte que tocaba bastante bien la guitarra e interpretaba algunas de las primeras canciones de Silvio como aquella que introduce magistralmente el inusitado personaje de una bruja: “Hay una bruja amiga mía y vieja/que vivía en un viejo castillo y sola”. Esta joven no era compositora pero no dejamos de recordarla porque contribuyó de alguna manera a darle representatividad a la mujer entre nosotros los jóvenes trovadores de aquel entonces . 

En cuanto a Larry Morales y Clodoaldo Parada, de Morón, Ciego de Ávila, estos son dos auténticos fundadores de la nueva trova nacional quienes asistieron a todos los encuentros y festivales del Movimiento en todo el país. Entonces Morón formaba parte de la provincia de Camagüey y por eso debemos tenerlos en cuenta, sin olvidarnos de que en ese territorio hubo un grupo destacado de la nueva trova llamado Turiguanó, homónimo de la conocida isla avileña, que ambos integraron además del dúo que ellos hacían. Larry Morales, importante escritor y trovador, ha escrito sus propias experiencias dentro de la nueva trova, describe personalidades con las que él compartió como Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Vicente Feliú y Amaury Pérez por ejemplo y nos entrega un manojo de sus propias canciones junto a otros documentos referentes a la particular historia de la nueva trova en aquel territorio. (5) Por su parte Clodoaldo, músico también de destacada trayectoria internacional y residente actualmente en Argentina, realizó en colaboración con Larry muchas de sus canciones: aquí se incluye una buena muestra de algunos temas de ambos cantautores con sus propias transcripciones musicales 

A la altura de 1978 se produce en Cuba el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, realmente un acontecimiento político extraordinario, de gran repercusión internacional, y para asistir al mismo la UJC en coordinación con el CNC y el MINED, seleccionó algunos artistas para representar lo mejor de nuestra cultura en ese evento. Se buscaba ante todo jóvenes con verdadera formación musical o alguna experiencia profesional en ese sentido y buena actitud ante el estudio o el trabajo. Ya para entonces Heriberto Reinoso era un músico consumado, había dirigido durante cerca de tres años el grupo Girón, antiguo grupo Los Migs, que había sido protagonista de la "Cantata a Céspedes" (6) de febrero de 1974, donde seis trovadores del MNT habían intervenido con seis canciones de su propia autoría, entre ellos el propio Heriberto, quien luego se había estrenado como trovador profesional independiente y ahora había sido seleccionado para acompañar con su guitarra a tres jóvenes y talentosas muchachas que se presentarían como un trío vocal ocasional proveniente del conservatorio de la Escuela de Arte de Camagüey. Estas tres muchachas son Yanelda Rivero y Teresa e Isabel Beyra, quienes prepararon con asistencia de Reinoso su repertorio y, entre las canciones que llevaron al Festival estuvieron algunas de la nueva trova camagüeyana, entre ellas "De la infancia" o "Los marañones", de Saulo Antonio Fernández y la trascendental musicalización que hiciera Máximo Rolando Montes de Oca del poema "Cuando yo vine a este mundo", de Nicolás Guillén. Mencionamos esto porque ellas también pueden considerarse como fundadoras históricas del MNT en Camagüey, aunque no continuaran después con su trayectoria artística. 

Unos días después del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en el propio año 1978, en una esquina de la calle Avellaneda y el Callejón de Montera, donde se encontraba la casa de visitas del CNC, cierta noche se encontraban ensayando al aire libre los entonces miembros del trío Canto Libre, Miguel Escalona, Saulo Antonio Fernández y Máximo Rolando Montes de Oca -ya Mario Ayoub Aguilera había partido para La Habana y había sido sustituido por Miguel Escalona como nuevo integrante de la pequeña agrupación-, cuando ellos vieron desde los grandes escalones de piedra que daban acceso a la puerta de la casa de visitas, donde se encontraban sentados con sus guitarras, que dos hombres conocidos, jóvenes y barbudos a la moda de aquel entonces, venían caminando por la acera opuesta, desde el llamado Parque de la Juventud. La canción que ensayaba en ese momento el trío era "El pregonero", de Saulo Antonio Fernández, -con cuya interpretación el trío había sido aprobado para participar en el XI Festival durante una audición realizada en el teatro Principal de Camagüey ante el maestro y metodólogo nacional Armando Romeu y otros músicos de prestigio como Pedro Trujillo, flautista y saxofonista del grupo Moncada- pero Canto Libre no había podido participar entonces en aquel gran evento debido a ciertas diferencias de criterio entre algunos integrantes de la ya para entonces nueva Comisión Provincial del MNT, quienes no consideraron verdaderamente artística aquella interpretación que rompía con todos los cánones establecidos para la música, según ellos. En primer término se trataba de un son en 7 por cuatro, pero no era solamente eso porque la guitarra fundamental era la que llevaba ese ritmo, pero la segunda guitarra, la de Miguel Escalona, desarrollaba un rasgueo inusitado en 6 por ocho que él había concebido para darle mayor dinamismo aún al tema, y entonces Máximo Rolando Montes de Oca no se quedaba atrás sino que intervenía también con su instrumento, aportando un 4 por 4 a la polirritmia ya establecida por sus compañeros. El resultado era que se producían algunos portamentos en la interpretación, cosa que había advertido Pedro Trujillo, pero aún así la canción se producía de un modo absolutamente coherente y por eso fue aprobada. Sin embargo, como ya dijimos, en una segunda instancia otros miembros de la nueva Comisión Provincial del MNT se negaron a aceptarla y así había quedado devaluado el trío por determinados músicos profesionales desprovistos de una concepción más revolucionaria y menos tradicional de la música.

Aquella noche de 1978 Heriberto Reinoso y Luis Orestes Lima, quienes eran los trovadores que venían caminando y tarareando canciones despreocupadamente, se detuvieron y escucharon agradablemente sorprendidos al nuevo trío Canto Libre y el nuevo arreglo que habían hecho de "El pregonero", Heriberto hizo algunas preguntas y luego propuso que formaran un grupo más grande, un quinteto o un cuarteto, que él se responsabilizaría con la dirección de los arreglos vocales e instrumentales y que seria un grupo profesional. Eso implicaba que Saulo Antonio Fernández y Máximo Rolando Montes de Oca debían renunciar en primer término a la docencia que ambos cada uno por su parte desarrollaban en la Universidad y el Instituto Superior Pedagógico de Camagüey, de modo que ante esa disyuntiva Saulo Antonio no vaciló en dar el paso decisivo y convertirse en profesional de la música, lo mismo que hicieron Miguel Escalona, quien trabajaba en el Guiñol, y Luis Orestes Lima, quien trabajaba en un almacén de una empresa arquitectónica, pero Montes de Oca se vio obligado a renunciar a ese propósito porque tenía un compromiso muy grande con su familia y no podía arriesgarse a la pérdida de salario que el cambio de puesto de trabajo implicaría. De ese modo nació el cuarteto Canto Libre porque Montes se quedó en la Universidad donde continuaría en lo adelante su labor creativa como trovador pero desde el carácter de aficionado ya que su labor principal era la de profesor de Física. El proceso para llegar a ser profesionales de la música a Miguel Escalona y a Luis Orestes Lima no les costó mucho porque ya en cierto modo Miguel estaba dentro del organismo de `Cultura y por su parte Lima era un simple técnico de almacén que podía sustituirse con cierta facilidad pero a Saulo Antonio Fernández no le fue fácil, primero tuvo que transitar por el Museo Provincial Ignacio Agramonte, por una plaza de divulgador o especialista investigador del Museo y allí estar trabajando cerca de seis meses hasta que fuera evaluado como cantante e instrumentista del cuarteto mediante una audición especial del grupo ante un jurado compuesto de maestros del Centro Provincial de la Música. Pero mucho antes de que sucediera esto ya el cuarteto Canto Libre en ese mismo año de 1978 se estrena con "El pregonero" en una comunidad campesina de Santa Cruz del Sur junto al cuarteto Los Cañas dirigido por Tony Pinelli, con los mejores augurios, cumpliendo una actividad programada por Manolo Sánchez del Rosario, jefe de programación del Consejo Provincial de Cultura. Sin embargo, todavía hubo que esperar entonces por Heriberto Reinoso, quien pronto fue uno de los artistas seleccionados para hacer una gira de tres meses por Angola. Durante ese lapso de tiempo Lima, Escalona y Saulo matricularon en la Escuela Profesional de Música Ignacio Cervantes y continuaron estudiando durante algunos años a la vez que hacían su vida artística, la que se podrá apreciar por el lector a través de la lectura de los currículos y reseñas que contiene este libro. Sin embargo, no se puede dejar de apuntar en esta oportunidad que los miembros del cuarteto Canto Libre alcanzaron a realizar quizá el único o uno de los poquísimos manifiestos que hiciera un grupo de la nueva trova acerca de su programa de creación artístico-estética e investigativa en una fecha tan temprana como finales de 1978 y principios de 1979, pero sobre eso habría que abundar demasiado y lo dejaremos para que los historiadores de la música camagüeyana se ocupen de valorarlo. Por lo pronto, este manifiesto se incluye aquí en los Anexos de este libro. 

Cuando a finales de 1984 Escalona forma su propio grupo integra en este a tres músicos esenciales dentro de la historia de la nueva trova camagüeyana, son estos Gabriel Hernández, un consumado y audaz pianista, Ramiro Rodríguez, bajista; Moisés Porro, baterista y Alfredo Thompson, saxofonista y clarinetista, quienes inmediatamente después de hacer un trabajo realmente trascendente junto a Escalona se convierten en el grupo instrumental más importante de la música camagüeyana, el grupo Fervet Opus, pero esto último ya pertenece a la historia del jazz en esta provincia y en la nación .

A partir de aquí se puede mencionar a unos seis trovadores que viven ahora también en el extranjero, como Luis de la Cruz, Alejandro Zayas Bazán y otros, además de la trovadora María Eugenia Blanco, sin contar otros que trabajan en Cuba como Antonio Batista, Reynaldo Rodríguez, Ebenezer Semé Santiago, Harold Díaz Pedraza, Daulin Aldana, Roberto Baños y otros que empiezan a destacarse desde la AHS, pero ninguno de ellos es fundador o fundadora del MNT, aunque todos tienen su contribución a la historia de este género en la provincia y el país. Sin embargo, este libro no los puede contener a todos y pensamos que cada uno y cada una tendrán oportunidad de registrar su obra y su historia artística más adelante. No disponemos en este momento de ninguna metodología para proceder de esta manera y lo lamentamos `-porque todos estos trovadores sin excepción son grandes artistas y muchos de ellos han contribuido con obras notables a darle realce a la nueva trova camagüeyana en la actualidad hasta el punto de inspirar otros libros, artículos y análisis de algunos musicólogos y musicólogas del patio, pero pensamos que ya es la hora de darle un reconocimiento a la historia inicial de la nueva trova camagüeyana entre nosotros. Por eso, hemos considerado llegar hasta mediados los años ochenta del siglo pasado, cuando desaparece el grupo insignia Canto Libre y cuando poco después Fervet Opus se separa de Miguel Escalona, quien queda definitivamente como trovador independiente y viaja a Checoslovasquia invitado por el Comité Nacional de la UJC. Entonces, así quedan dadas las condiciones objetivas para el surgimiento de otros trovadores profesionales continuadores de aquella primera hornada como han sido Antonio Batista, Aldrovandi Rodríguez y María Eugenia Blanco, aproximadamente a finales de los ochenta y principios de los noventa. De una generación un poco más avanzada son Daulin Aldana y Reynaldo Rodríguez y de una más reciente, Harold Díaz Pedraza y Roberto Baños. Pero como hemos dicho, de los continuadores se ocupará la Cátedra de Estudios de la Nueva Trova después de ocuparse de aquellos y aquellas que vinieron primero. Y valga la aclaración, en el caso del trovador Ebenezer Semé Santiago, quien aún no es profesional pero está en vías de serlo, que él pertenece por su edad a la generación de los primeros continuadores pero está ahora incluido entre los de la más reciente generación porque realmente empezó a componer hace muy poco tiempo. En cuanto a Roberto Baños, este pertenece ahora al Coro Profesional de Camagüey. 

Recientemente acabamos de ver el último documental de la serie Vidas, original del destacado documentalista camagüeyano Gustavo Pérez, dedicado a la vida y trayectoria artística del viejo baterista del grupo Los Migs, luego Girón, que nosotros tan bien conocemos, Enrique Pérez Iznaga, convertido ya en una gran personalidad de la música camagüeyana, sobre todo por su ejemplar constancia y dedicación al trabajo desde hace muchos años, quien ahora dirige el grupo de los hermanos Torres que se dedica a la música de la década prodigiosa, fundamentalmente.

Se trata de un documental muy bien hecho en el cual Enrique narra los trascendentales momentos del grupo Girón, que adoptó ese nombre como ya hemos mencionado más arriba después de la cantata a Céspedes que la nueva trova camagüeyana organizó en febrero de 1974 y que fue el grupo que también Heriberto Reinoso llegó a dirigir durante unos tres o cuatro años hasta que pasó a ser dirigido por el tecladista José Alberto Estévez Medina, quien había además sustituido anteriormente al antiguo tecladista del grupo Los Migs, José Navia. Bajo la batuta de Estévez y el concurso de ciertas circunstancias favorables el nuevo grupo Girón pudo viajar a Estados Unidos, a Canadá y a varios países de América Latina desde 1978, aproximadamente hasta 1986 u 87, porque siempre fue un grupo que habiendo alcanzado el favor y el beneplácito de las estructuras políticas de la provincia después del éxito de la cantata mencionada, y cambiado su repertorio para inclinarse hacia una vertiente más comercial de lo específicamente popular después que Reinoso abandonó su dirección artística y se convirtió en trovador independiente y fue al XI Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes y también fue con aquella brigada artística a Angola, ellos mientras tanto después de ir al mencionado Festival tuvieron la suerte de representar a Cuba en algunas otras partes del mundo. Por lo que representaron a la nueva trova en un primer momento, -a propósito de ello es preciso recordar que fueron con el cuarteto Canto Libre, al encuentro de los grupos más importantes de la nueva trova que se produjo en Moa en 1980- pero luego se fueron hacia las vías más tradicionales de nuestra música, aprovechando las oportunidades que les ofrecían las empresas profesionales cubanas de giras artísticas internacionales, que acentuaban su preferencia sobre todo en la música cubana más popular, no tanto en la música de la nueva trova, que más bien era una música de élite, porque la verdad era que los grupos del MNT viajaban muy poco, excepto algunos grupos y solistas de La Habana, como Manguaré, Moncada y Síntesis, además de solistas muy connotados como Silvio, Pablo, Noel, Vicente Feliú y a veces algún que otro trovador muy significativo de provincias como por ejemplo Fredy Laborí, el Chispa, de Guantánamo -quien tuvo la suerte de viajar a España, solamente una vez- o Lázaro García, de Cienfuegos y Augusto Blanca, de Santiago de Cuba, quienes tampoco llegaron a viajar mucho por aquella época, pero a los que recordamos, en especial estos dos últimos, por haber sido víctimas y sobrevivientes a la vez, junto a Vicente Feliú, de aquel odioso secuestro y simulacro de fusilamiento cometido por fuerzas castrenses del gobierno dictatorial de Bolivia en 1982 o 1983, aproximadamente.

La realidad es que el grupo Girón vivió un momento de oro bajo la dirección de José Alberto Estévez: a la sazón después de haber pasado aproximadamente por Estados Unidos y Canadá durante su primera gira, viajan a Moa con el cuarteto Canto Libre, a aquel memorable encuentro de la nueva trova al que también asistieron los asombrosos trovadores, entonces adolescentes, Donato Poveda y Santiago Feliú. Y en medio de la efervescencia poética, romántica y trovadoresca de aquel tiempo, cuando todos pensábamos viajar y representar a la nueva trova cubana fuera del país, el único grupo que en efecto viajó, sin hacer mucha música original sino música popular y dentro de esta música también incluidas algunas canciones pertenecientes a lo más representativo entonces de la nueva trova habanera, además de la música digamos más convencional pero sin duda dignamente bien hecha que hacían corrientemente, fue el grupo Girón; ni el sofisticado grupo Canto Libre ni el grupo de Miguel Escalona tuvieron oportunidad de viajar. Cosas del destino: “no van bien los de adelante si los de atrás corren bien”.

Las únicas canciones originales según parece que hizo el grupo Girón fueron producto de la inspiración de Enrique Pérez Iznaga. Se trata de dos canciones que le encargó el gobierno de la provincia y que estrenaron en el extranjero, una dedicada a Camagüey y otra dedicada a la figura histórica de Carlos Manuel de Céspedes. Ambas canciones se pueden considerar como de la nueva trova y han sido cantadas por el propio autor, por eso deberían formar parte de este catálogo "Un canto que no termina", pero el principal interesado, Enrique Pérez Iznaga, aún no ha accedido a enviarnos ambas partituras digitalizadas, junto a su currículo artistico. 

Hemos considerado dejar en estas páginas la constancia eminentemente histórica y testimonial de haber integrado alguna vez las filas de este glorioso Movimiento de la Nueva Trova cubana y de haber realizado una obra cancionística que podrá tener algunos defectos, pero de la cual todos los que hemos participado en la creación de este libro, estamos orgullosos. 

Sin embargo, no podemos dejar de escribir esta introducción sin ocuparnos de mencionar también a dos grandes promotores por excelencia de la nueva trova camagüeyana, son estos el ya lamentablemente fallecido Manolo Sánchez del Rosario, quien fuera programador provincial del CNC durante muchos años y que muchas veces programó para importantes actividades de nivel tanto nacional como provincial a muchos humildes trovadores incluso aficionados pero con suficiente calidad para presentarse en esas actividades, compartiendo escenario con artistas profesionales; hay que decir en este sentido que Sánchez del Rosario amaba con pasión su trabajo y mucho contribuyó al reconocimiento entre nosotros de la trova camagüeyana.

La otra personalidad en esta dirección que no podemos dejar de mencionar es el notable escritor y poeta Benito Estrada Fernández, también integrante destacado de la Cátedra de Estudios de la Nueva Trova de Camagüey; se encuentra todavía infatigablemente dedicado a promover la trova, la buena música, la historia y la literatura cubanas en general en todos los ámbitos de la ciudad y la nación y, específicamente desde los espacios creados por él en la Filiales de Música y Literatura de la UNEAC , la Peña Poetrova “Miguel Escalona” y el Taller Literario “Rómulo Loredo”, ha contribuido notablemente a divulgar la obra de los trovadores camagüeyanos, en particular y en gran medida la obra anteriormente desconocida de muchos jóvenes y viejos artistas. Una muestra fehaciente de esta afirmación lo constituye el exhaustivo trabajo con el que se da comienzo al primer capítulo de este libro, que recoge sucintamente casi toda la historia de la música popular camagüeyana relacionada con la trova desde Patricio Ballagas hasta nuestros días, sin olvidar sus antecedentes desde el surgimiento de la canción "La Conchita" que dedicara Carlos Manuel de Céspedes a una joven de Guáimaro en 1865 hasta los últimos conciertos e incidencias de la vida bohemia de Miguel Escalona Robaina, todo muy pormenorizado a través del seguimiento de muchas publicaciones periódicas, libros y anécdotas de experiencias obtenidas por haber disfrutado de la amistad de muchos artistas además de la del gran trovador y poeta camagüeyano lamentablemente fallecido en el año 2001, de quien Benito rescata además un poema que ganó un premio provincial de poesía y lo inserta en su trabajo. Por su parte, Saulo Antonio Fernández ha rescatado también otro importante poema largo de Escalona, llamado Rapsodia 1970 que se incluye al final de la obra cancionística de este gran artista que presenta este catálogo.

Todas estas Remenbranzas iniciales ayudan a comprender mejor la historia de la nueva trova camagüeyana, sus aciertos y descalabros, así como sus mejores éxitos, entre ellos el acontecimiento especial de la Cantata a Céspedes que es hasta ahora lo más relevante que la trova ha logrado en el territorio y que es reseñado rigurosamente por Saulo Antonio Fernández en el segundo trabajo que aquí se incluye.

El tercer trabajo es el de una mujer incluida entre los coautores principales de este libro, la infatigable y temperamental investigadora del Centro “Nicolás Guillén” y profesora de filosofía del ISA, Máster Ángela Benítez Quevedo; ella realiza en apretada síntesis una interesante y pormenorizada reflexión con un carácter filosófico en torno a la significación estético artística e intertextual de las que ella considera las obras más significativas dentro de la historia fundacional de la nueva trova camagüeyana. Se concentra en las obras presuntamente hasta ahora más representativas de tres viejos trovadores que para ella son los más significativos dentro de aquella etapa inicial, no sin dejar de mencionar de alguna manera a una trovadora que no pertenece a aquel período de los comienzos pero que sin duda ha dejado una destacada impronta entre las pocas mujeres trovadoras pertenecientes a la nueva trova camagüeyana, aunque su obra no se incluye ahora en este libro por las razones apuntadas más arriba referentes a su pertenencia dentro de la generación de los noventa. La Máster Ángela Benítez Quevedo, por su parte, es una de las personalidades más destacadas que integran la Cátedra de Estudios de la Nueva Trova en Camagüey. 

El trabajo que sigue al de Angelita conforma una arriesgada hipótesis en torno a cierta relación que la doctora en filosofía y profesora de Estética, Imai Delgado Guerrero, encuentra entre una presunta acidia o dejación o éxtasis -extrapolado de una antigua teoría de raíz mística o teresiana- y una ascesis o elevación espiritual del ser interno del poeta o trovador quien de este modo entrega su realidad más íntima al público receptor y la recrea en su pensamiento y así se produce la más absoluta efusividad del conocimiento entre ambos polos de la comunicación artística. Este fenómeno lo encuentra o lo reencuentra la doctora Imai reproducido en el ahora del contacto o la experiencia de leer o escuchar algunas canciones de la nueva trova camagüeyana, pero acuda el lector al escrito en cuestión y compruebe si concuerda con esto. La doctora Imai también pertenece a la Cátedra de Estudios de la Nueva Trova y ha colaborado eficientemente en los cursos de superación de posgrado que auspiciados por la Cátedra se han impartido desde el año 2012 hasta fechas recientes y lo mismo ha sucedido con la Máster Ángela Benitez Quevedo, quien además de integrar la Cátedra es vicepresidenta de la Sociedad Cultural José Martí en el territorio.´´

El prólogo que sigue a esta introducción pertenece al gran poeta cubano Roberto Manzano, quien ha accedido gentilmente a escribir con su maestría acostumbrada en torno a las características poéticas generales de todas las canciones de los trovadores camagüeyanos que aquí se incluyen, otorgándoles un valor estético-artístico notable, además de una cubanía ejemplar, reflejo de la cotidianidad y la subjetividad más cultivada por estos artistas eminentemente citadinos de la provincia camagüeyana que buscaron de una u otra manera su realización definitiva a través de una obra que tarde o temprano habrá de considerarse dentro de la historia de la música, la poesía y la cultura de Camagüey.

Por último, se incluyen en este libro algunos documentos fundamentales relacionados con la Cátedra de Estudios de la Nueva Trova y una carta personal de Silvio Rodríguez enviada a Saulo Antonio Fernández Núñez en el año 2015 para ser publicada aquí, en la que el gran trovador y fundador por excelencia del MNT caracteriza la obra de Miguel Escalona Robaina. ´

CÁTEDRA DE ESTUDIOS DE LA NUEVA TROVA

Camagüey, 31 de noviembre 2018




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NOTAS:



2) Véase: "Carlos León. El último bohemio" (documental).- La Habana : ICAIC, 2016.

3) Leo Brouwer hace esta afirmación durante un encuentro o tertulia particular que sostuvieron con él los trovadores Saulo Antonio Fernández y Máximo Rolando Montes de Oca, la entonces joven guitarrista Mirta de la Torre y el profesor de historia del arte perteneciente al departamento de Extensión universitaria de la Universidad de Camagüey, Eugenio Riverón Sotomayor. en la Casa de Cultura de la Plaza de los Trabajadores de esta ciudad, hoy Centro Cultural Santa Cecilia, cierto día del año 1975, aproximadamente. La grabación de dicha tertulia o entrevista se perdió por manos irresponsables, como solía suceder en aquellos tiempos. 

4) Véase: Carlos León, ídem

5) Valga la aclaración en este sentido que, si venimos a ver, muchos músicos participantes de aquellas primeras actividades pudieran haberse considerado también fundadores, algunos eran buenos arreglistas y compositores como por ejemplo Ramón Cancio, René Fáez Martínez u Osvaldo Castellanos, quienes merecen todo nuestro respeto porque precisamente y en parte gracias a una gestión personal de Osvaldo se produjo la Cantata a Céspedes y, además, como los dos primeros, contribuyó notablemente en los arreglos de la Cantata, pero no fueron cantantes específicamente caracterizados como trovadores sino que incluso entre ellos hubo gente como el propio Fáez quien además de ser a veces guitarrista acompañante compone también música sinfónica y, en definitiva todos fueron integrantes de un modo u otro de este movimiento o fenómeno cultural que constituyó y de hecho constituye la nueva trova, pero aquí nos ocupamos de los trovadores fundadores que realizaron sus canciones dentro del perfil del MNT y no solo compusieron sino además cantaron sus propias canciones. 

6) Véase: Saulo Antonio Fernández: "Memoria de la cantata a Céspedes". Camagüey, 2005 (en este propio libro). 

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