Wednesday, May 13, 2020

La Parroquia de San José (por Carlos A. Peón-Casas)


El actual templo de San José, que acoge a la parroquia de igual nombre ha cumplido sus primeros ochenta años. La bella y acogedora iglesia neo-gótica, con su vistosa torre que se alza impertérrita, y totalmente renovada, al igual que el resto de la edificación, sobre la populosa barriada de la Vigía, ha sido espacio acogedor para vivenciar la fe católica de tantos católicos que han recibido en ella los sacramentos del bautismo, la confirmación, el matrimonio y el orden sacerdotal a lo largo de estas ocho décadas.

Pero la historia de la parroquia es más larga, y sobrepasa las dos centurias. Todo comenzó en aquel Puerto Príncipe, de 1805, cuando se dio comienzo a las obras de una pequeña ermita dedicada al Patrono San José, en la entonces barriada de Pueblo Nuevo, justo al comienzo de la Plazuela y la calle del mismo nombre. 

Favoreció aquella temprana encomienda de dotar al vecindario de una pequeña iglesia, la Sra. Trinidad de Uriza, y fue secundada por la limosna de los vecinos. El primitivo templo veía la luz en el año de 1806. Un poco después, por gestiones de otros benefactores: Felipe Moreno y su hija, y el padre Don Francisco Viamontes, se mejoró la temprana fábrica, añadiéndose la capilla mayor, el comulgatorio, el coro y la torre. Su extensión total era, según las medidas de la época, de 34 varas de largo y 8 de ancho.

Para el año de 1829, la Iglesia fungía ya como Auxiliar de Parroquia, como lo testimonia una anotación en el Libro Primero de Bautismo de Blancos Españoles donde se lee:
Erigida en esta fecha con todas la ritualidades legales, en Auxiliar, la Iglesia del Patriarca Sr. San José, de esta ciudad, de orden superior de S.E. Ilma. El Arzobispo, mi Señor, entrego este libro al Teniente Cura Pbro. Antonio Rodríguez(2). Puerto Príncipe 6 de septiembre de 1829(3).
La primera partida de Bautismo de que se tiene registro, se asentaba en el precitado libro, el día 6 de septiembre, y correspondía al niño José Ramón Gil Morel y de los Reyes; quien tuvo por padrino a un prominente vecino de la ciudad principeña: el Conde de Villamar: Don José Miguel Hernández.

En agosto de 1851, visitó la parroquia el entonces Arzobispo de Santiago de Cuba, hoy San Antonio María Claret. Dada la relevancia de aquella, transcribimos para el curioso lector el Auto de Visita, donde el celosos pastor dejaba claras indicaciones de cómo proceder en el entonces peliagudo tema de los “amancebamientos” y los hijos naturales de tales uniones consensuales, asunto al que, dada su proliferación en la época, el santo arzobispo dedicó mucho empeño en su gobierno arzobispal:
En la ciudad de Santa María de Puerto Príncipe a diez y ocho de Agosto de mil ochocientos cincuenta y uno, estando de Sta. Visita el Ilmo y Rvmo. Señor Dn. Antonio María Claret y Clará por la Gracia de Dios y la Santa Sede Apostólica, Arzobispo de Cuba, Primado de Indias, caballero Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, del Consejo de su Majestad (Q.D.G) habiendo visto estos libros donde se asientan las partidas de bautismo, entierros y matrimonios, de informaciones extrajudiciales y de Autos de Visitas correspondientes a la Iglesia Auxiliar del Sr. San José y fueron presentados en visita por su actual cura Dn. Antonio Ramos, Su Excelencia dijo: Que los había y hubo por visitado disponiendo que se devuelvan al mencionado Párroco para que continúe en ellos el asentamiento de las partidas y que teniendo muy presente lo que se previene en el Auto de visita del Exmo. E Ilmo. Sr. Don Cirilo de la Alameda y Brea del 27 de Agosto, lo cumplan en todas sus partes, y como quiera que ha llamado la tención de S.E.I el abuso escandaloso de estampar en las partidas de los bautizados a ambos padres sin ser estos casados debía mandar y mando que no debiendo autorizarse en los Libros Parroquiales los amancebamientos que se advierten en esos mismos s reconocimientos sino que por el contrario los Párrocos deben contribuir en cuanto les es deseable suprimir este mal tan funesto a la moral y a la sociedad que se abstenga en lo sucesivo de poner a los hijos que no han nacido de legítimo matrimonio por naturales de ambos, ni del padre aún cuando este presente Escritura Pública de haberlo reconocido ante Escribano, debiendo hacerlo únicamente la madre, cuando ésta sea conocida, que exhorte a los que no han contraído matrimonio y no se han velado para que concurran cuanto antes a verificarlo y que no proceda a matrimonio alguno e tiempo hábil sin que en el acto reciban las bendiciones nupciales, a no ser que para ello obtengan gracia especial, exigiendo a estos su presentación lo más pronto a llenar este deber: que continúe con el mismo celo y caridad que se advierte hasta aquí para que todos los moribundos reciban los santos sacramentos (…)
Otras Visitas Eclesiásticas fueron las de los arzobispos Manuel María Nogueruela, en 1861; Primo Calvo Lope en 1864; y José Martín de Herrera y de la Iglesia, en 1876.

Entre los hitos singulares de la historia parroquial cuentan entre otros, la apertura del Libro Único de Bautismos, matrimonios y Defunciones en la Iglesia de Minas en 1875, la susodicha iglesia se alzaba en el territorio a que abracaba la Parroquia de San José, y en ese minuto la regentaba el Teniente Cura Párroco del Segundo Batallón del Regimiento de la Reina No. 2 de Infantería, el P. José Gustavino Moreno.

En el año de 1881, se inició, el Libro de Matrícula de la Parroquia de San José. Consistía aquel en la relación de los habitantes de las distintas casas que pertenecían al territorio parroquial. El registro señala la calle, el número de la propiedad, los nombres y apellidos de todos sus habitantes, estado, naturaleza y observaciones. Es interesante releer estos primitivos datos estadísticos que nos relocalizan el espacio de la antigua parroquia en la ciudad principeña entonces Eran parte de aquella, algunos tramos de las calles ya antológicas de la barriada: San José, San Martín, Jesús María, Pintor, Rosario, Progreso, San Juan Nepomuceno, Pobres, San Fernando; y las que colindaban hacia el norte como la antigua calle Vigía, hoy la Avenida de los Mártires, y hacia el sur, donde la de San Esteban era la frontera natural con la parroquia de la Soledad, la que abarcaba igualmente gran parte de la calle de la Reina, hoy República, y Avellaneda. Los censados de la época sumaban 2489 personas. La calle más poblada era la de San Martín, con una matrícula de 387 parroquianos, y la menos, la de Progreso, con sólo 6.

No pertenecían sin embargo al territorio de la parroquia lo que hoy serían las extensas barriadas comprendidas al norte de la línea ferrea, inexistente entonces, que incluyen: Beneficencia, Florat, Strickland, Alturas del Cerro, y la zona anexa a la Plaza de Méndez, con los repartos conexos colindantes con la actual Circunvalante Norte. Toda esa zona se segregaría en el año 1918 de la parroquia de Santa Ana, y se añadiría a la de San José, tal y como conocemos hoy al territorio parroquial. 

El año de 1921, marcaría el hito hacia la consolidación del nuevo edificio de la parroquia que conocemos hoy. Al fallecer la Srta. Dolores Betancourt, dejaba en su testamento la cantidad de cincuenta mil pesos destinados a la erección de un nuevo templo. Su albacea testamentario, el Sr. Francisco Agramonte y Ávila, ordenó la demolición del antiguo, ubicado en la plaza de San José. Las funciones litúrgicas fueron trasladadas provisoriamente a dos viviendas de la Avenida de los Mártires marcadas con los números 105 y 34 respectivamente. Los cultos duraron en esta última hasta el año de 1936, minuto en que fue inaugurado, el 31 de mayo, el templo actual marcado con el número 259 en la propia Avenida de los Mártires. Su construcción estuvo a cargo del arquitecto diocesano, el Sr. Claudio Muns padre, a cuyo cargo estuvieron otras obras señeras de la ciudad, incluyendo el bello templo de San Francisco, igualmente levantado a expensas de la ya citada benefactora. Su bendición, sucedía el 28 de ese mismo mes, de manos del obispo en funciones, Enrique Pérez Serantes. Quedaría en manos de los PP. Jesuítas, hasta el año de 1955, cuando pasó a manos de los PP. Agustinos. Lo PP Jesuítas, retomaron su cuidado en el año 1961, al ser expulsados los ya mentados Padres Agustinos Holandeses.

En el primitivo sitio de la parroquia en la Plaza de San José, con entrada por la de Jesús María, se inauguró en 1938, a expensas del mismo legado ya citado, la Capilla homónima, que hoy ocupan las Siervas de María. La atendieron inicialmente los ya mentados PP Jesuitas, quienes en el año de 1952 añadieron el piso superior de la sacristía con habitaciones para tres religiosos y un hermano de la Compañía que allí habitaron.

La actividad parroquial desde finales de los años 30’s incluyó la atención a otras capillas y catequesis ubicadas en el extenso territorio a ella asignado, igualmente se atendían las necesidades de los enfermos del antiguo Hospital General, y de las niñas del Asilo Amparo de la Niñez.

Del mismo modo, la intensa vida parroquial tuvo en los años 50’s igual destaque al ser fundadas las distintas ramas de la Acción Católica, Las Hijas de María Auxiliadora, y el Apostolado de la Oración. Igualmente funcionaba en la parroquia la correspondiente Asociación de Caballeros Católicos.

La parroquia fue así mismo pródiga en vocaciones sacerdotales, entre ellas la de nuestro querido primer Arzobispo camagüeyano: Monseñor Adolfo Rodriguez, oriundo de Minas, Mons. Juan de la Caridad García Rodríguez, continuador del primero y actual Arzobispo de La Habana; los padres Edelman Nogueiras SJ, Armando Pérez Rodríguez, Raúl Guzmán Piña, José Luis Rodríguez, José Grau Adán, y Francisco García Pérez, entre otros.


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1. Los datos que conforman este trabajo están tomados de los Apuntes relativos a la fundación de la Iglesia de San José, en la villa de Santa María de Puerto Príncipe hoy Camagüey, excelente esbozo investigativo del recordado parroquiano Armando Cortina Varona. Otros datos han sido aportados por el también investigador local, el Sr. Enrique Palacios, archivero de la Parroquia de la Soledad.

2. La lista de sacerdotes que atendieron la parroquia durante el siglo diecinueve fue larga, apuntamos los nombres de los presbíteros que la tuvieron a su cargo: el P. Pedro Santiago Blanco (1834), el Pbro. Antonio Ramos (1844), el Pbro. Manuel Norniella (1851), Rafael Arbiol, Capellán del Regimiento de Lanceros (hasta 1852) en ausencia del precedente), el Teniente de Cura José Ramón Armillán (1855), Pbro. Baltazar García y la Riestra, cura Rector por S.M,(1856), Joaquín Cisneros (1862), Pbro Pedro Madir y Oliú (1866 ), Pbro. Antonio Barnada y Aguilar, cura propio (1867 y 1871), Pbro. Pedro Francisco Almanza, cura Encargado (1868), Pbro. Esteban de la Torre (hasta 1874 ; 1876-1890 y 1891-1898),Pbros Simeón Visent y Ezequiel García Valderrama (1875); Gerónimo Pérez Valdés (1876),Pbro. Pedro de Beascoechea, Pbros. Manuel Martínez Saltage y Pablo Gonfaus (1898-1899) y Pbros. Rafael Sosa Jurado, José Valenti (escolapio) (1900), y Juan Mayola Prats (hasta 1902)

3. Libro Primero de Bautismo de Blancos Españoles. Firmaba la nota José Teodoro Rodríguez. La erección como tal sucedía bajo el gobierno eclesiástico del arzobispo de Santiago de Cuba, Mariano Rodríguez y Olmedo.

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