Monday, November 4, 2019

Un poema de Félix Luis Viera

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.     

   
Poema 54 de La patria es una naranja



54


Adriana Villagra en Tlalpan. (Saudade de Víctor Hernández García.) Habrá de caer el follaje de los árboles más frondosos de Tlalpan; el ramaje de los arbustos que serpentean entre las bancas de la Plaza de Tlalpan habrá de tomar ese amarillo mustio de un otoño definitivo. Galaxias de hojas marchitas serán engullidas por las avenidas, que habrán de convertirse en piedra calcinada por los años. Las tiendas, las farmacias clásicas de Tlalpan, verán trasmutadas su vetustez por suntuosos expendios vía internet, por vidrieras virtuales donde los anuncios ya no serán aquellos que en el siglo XX avisaban sobre la venta de veladoras, de jarabes contra la tos, de vinos de marcas regionales. Los perros vagabundos de Tlalpan serán encarcelados o condenados a muerte ante el avance de una civilización polifulgente, antiséptica. Será raro ver un desplome de buganvilias sobre un muro. En el café de antaño, donde un día estuviste con el poeta, pálidas camareras con uniformes astrales servirán un líquido sintético, que será la última onda entre la gente de bien. Es decir, lo que quiero que comprendas, es que tú, lamentablemente, habrás de morir. De modo que tus senos, pequeños y zumosos como aquellos mangos de mi tierra que los niños llaman mangos de chupar, se habrán de disolver bajo la tierra; tus piernas duras, pulposas, breves, que se sospecha fueron las inventoras del acorde, olorosas a yerba en junio, serán también bienvenidas por la Muerte; tu voz, cámara donde realizan el coito las guitarras, guitarra del jadeo cumbre, asalto del cenzontle, será también el Silencio; los gusanos de la Muerte habrán de admirarse con el verde gris de tus ojos. El movimiento de tus caderas, cual esas briznas invisibles que vemos mecerse en el aire del invierno, será únicamente el recuerdo de tus últimos sobrevivientes. Sólo la poesía, sólo el poeta, lograrán hacerte permanecer un poco –sólo un poco– más allá de la Muerte. Sólo estas líneas, quizás, lograrán que todavía vivas un poco –sólo un poco– después de la Muerte. Es una pena.




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Adriana Villagra a Tlalpan. (Nostalgia di Víctor Hernández García.) Dovrà cadere il fogliame degli alberi più frondosi di Tlalpan; i rami degli arbusti che serpeggiano tra le banche della Piazza di Tlalpan dovranno assumere quel giallo malinconico di un autunno definitivo. Galassie di foglie avvizzite saranno inghiottite dai viali, che dovranno trasformarsi in pietra bruciata dagli anni. I negozi, le farmacie classiche di Tlalpan, vedranno trasformarsi la loro vetustà in eleganti rivendite via internet, in vetrine virtuali dove le pubblicità non saranno quelle che nel secolo XX annunciavano la vendita di camere ardenti, di sciroppi contro la tosse, di vini di marche regionali. I cani vagabondi di Tlalpan saranno imprigionati o condannati a morte davanti all’avanzata di una civilizzazione risplendente, antisettica. Sarà una cosa strana vedere un muro coperto di buganvillea. Nel caffè di una volta, dove un giorno ti incontrasti con il poeta, pallide cameriere con uniformi astrali serviranno un liquido sintetico, che sarà l’ultima moda per la gente bene. Come dire, ciò che voglio tu comprenda, è che tu, purtroppo, dovrai morire. In modo tale che i tuoi seni, piccoli e succosi come quei manghi della mia terra che i bambini chiamano manghi da succhiare, si dovranno dissolvere sotto la terra; le tue gambe sode, carnose, brevi, che sembrano aver inventato l’accordo, profumate d’erba a giugno, saranno anche loro accolte dalla Morte; la tua voce, obiettivo dove copulano le chitarre, chitarra intonata con affanno, assalto del passero canterino, sarà anche lei vittima del Silenzio; i vermi della Morte si specchieranno nel verde grigio dei tuoi occhi. Il movimento dei tuoi fianchi, come quei filamenti invisibili che vediamo ondeggiare nell’aria dell’inverno, sarà soltanto il ricordo dei tuoi ultimi sopravvissuti. Solo la poesia, solo il poeta, potranno farti restare un poco - solo un poco - oltre la Morte. Solo queste righe, forse, riusciranno a farti vivere ancora un poco - solo un poco - dopo la Morte. È una tristezza.


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Félix Luis Viera, poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado siete poemarios; tres libros de cuento; cuatro novelas y  una noveleta.
Entre los premios que recibiera en su país natal, se cuentan el David de Poesía, en 1976; el Premio Nacional de Novela, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, galardón que ya le había sido otorgado a este autor, en 1983, por su libro de cuento En el nombre del hijo.
Su poemario La patria es una naranja, que aborda el tema del exilio a la par que incursiona en la realidad mexicana, ha tenido una buena acogida de crítica y público y recibió en Italia el Premio Latina in Versi en 2013.
Es ciudadano mexicano por naturalización. Reside en Miami.

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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960.
Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.  Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

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