Friday, June 27, 2014

San Juan, sanjuaneando II (por Carlos A. Peón-Casas) San Juan Camagüeyano 2014-IV

 
 
 
Fotos/Ileana Sánchez Hing
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El primer “paseo” de esta edición del 2014 del San Juan Camagüeyano ya es historia antigua. Con los últimos ecos de los tambores de africana raigambre con sus “toques “ancestrales que sólo se escuchan en el entorno del antiguo villorrio una vez cada junio; y las luces extintas de la “carrozas” pobladas en su mayoría por mujeres atractivas quizás en su gran conjunto por la grasa abdominal en abundancia y las contorsiones pelvianas a veces pobres remedos de otras “funciones” más privadas; se ha dado inicio “officially”, al recorrido sanjuanesco de congas, comparsas, monos viejos y siempre bien concurrido de paisanos, este año con la inédita impronta de retomar la calle Avellaneda o de “las carreras” para el recorrido de varios kilómetros y que finaliza a la altura de la Plaza de La Caridad.

Los que lo vimos a su comienzo claro está que no vimos nada. Asistimos, como casi siempre sucede, a un desganado paso de los grandes carromatos poblados de “bailarinas” ya descritas más arriba, moviéndose al ritmo de cualquier “musicanga”, casi siempre de poca o ningún valor, reguetonesca casi al cien por cie; pero albricias!, solo una de ellas esta vez, “animada” por una “orquestica” con al menos música en vivo…algo es algo, ¿no?.

Merece que mencione el suceso, que es siempre el mismo en otras ediciones, de que estos altísimos vehículos, alados esta vez por modernísimos tractores, hasta con aire acondicionado, tienen que discurrir a lo largo de la estrechas callejas nuestras, y lidiar en la altura con los cables eléctricos, pero atención en cada carroza viaja un señor con una especie de vara en forma de “T” con cuya herramienta levanta los cables que pudieran colisionar con las danzantes, evitando un peligroso percance con peligro de electrocución instantánea. Recemos porque estos señores estén lo suficientemente atentos a cada cruce bajo los peligrosos cables eléctricos. Ayer ya fuimos testigos de algunos “despites”, donde las bailarinas tuvieron que hacer contorsiones cirquescas para evitar colisionar con aquellos.

Lo demás es más de lo mismo. Creo que a este animado discurrir al ritmo de los tambores de duro cuero afinados a puro fuego de hogueras extemporáneas, les salva únicamente, ese sonido peculiar que logran, y que impregnan las fibras ancestrales de los viandantes que se lanzan presurosos a “menear el esqueleto” detrás de cada conga puertoprincipeña, movidos con el combustible de ocasión: la cerveza local envasada en cualquier continente: pomos plásticos de litro y medio, las populares “balas”, pero en cualquier caso hasta un antiguo “orinal” sirve igual.

Así van las cosas. Pero el camagüeyano reyoyo, sigue soñando con aquellos sanjuanes de un pasado casi remoto, y quizás asiste al de presente con la inevitable y hasta un poco ya conformista nostalgia de aquello que fue y ya no es ni será.

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