Wednesday, September 1, 2010

En el Centenario de José Ángel Buesa (por Manuel Sosa)



por Manuel Sosa
(para el blog Gaspar, El Lugareño)

Resulta difícil repetir ciertos reproches en medio de un ceremonial marcado por fecha tan rotunda, como lo es este centenario, y sobre un poeta a quien nadie ha sabido rescatar o hundir del todo, al esgrimirse invariablemente razones equivocadas. De José Ángel Buesa conocemos su popularidad y copiosidad, su expresión sentimental y llana, su inmediatez y el entusiasmo de tantos lectores. También su apartamiento del estante canónico y las antologías, por obra de una crítica que se resiste a enjuiciar la literatura actual y no ahorra desprecio hacia los muertos, materia dispuesta y siempre dúctil.

Pero en realidad Buesa supo aprovecharse de fórmulas que garantizaban acceso a todo tipo de audiencia, y conjugó intención con oportunidad, para sacarles provecho. Esas fórmulas, que mitigaban la sed más elemental, y donde abundaba el lugar común y los dejos patéticos, mostraban una hechura virtuosa, siendo un poeta de gran oficio y oído. Conocedor de medidas y cadencias enaltecedoras del castellano, le servían para dar textura a temas universales, irresistibles: el desprecio, la pasión silenciosa, el desengaño. Su poesía pasó a depender de la recitación y el dramatismo casi gestual, palabras como golpes y alocuciones que resonaban entre hechizados espectadores.

Cierta crítica, y el consenso de aquellos poetas que preferieren la densidad antes que la expansión, miran a Buesa como un capítulo interesante de nuestra literatura, sin otra consecuencia. Otros han tratado de reevaluar su obra a la luz de este momento en que muchas corrientes parecen aposentarse y los juicios de valor retoman argumentos anteriormente desechados: "auténtico", "genérico". Ni tan insignificante, ni tan valioso, podríamos decidir, siguiendo a unos y otros, porque a Buesa nadie añade los matices que pudieran complementarle y dejarnos hacer una lectura aprovechable.

Yo me quedaría con la inspiración que marcó algunas páginas notables, con su personalidad vistosa, el fervor con que ha sido citado y extenuado, y con este poema:


Yo vi la noche...

Yo vi la noche ardiendo en su tamaño,
y yo crecía hacia la noche pura
en un afán secreto de estatura,
uniendo mi alegría con mi daño.

Y aquella realidad era un engaño,
en un sabor de ensueño y de aventura;
y abrí los ojos en la noche oscura,
y yo era yo, naciendo en un extraño.

Y yo era yo, pequeño en mi amargura,
muriendo en sombra bajo el cielo huraño
y cada vez más lejos de la altura.

Y odié mi realidad y amé mi engaño,
y entonces descendió la noche pura,
y sentí en mi estatura su tamaño.

1 comment:

  1. Un articulo sobre Buesa, que para mi resulto aleccionador, lo escribio en la Revista Hispano Cubana el cineasta Roberto Fandiño. Seria interesante si lo pudieras conseguir, complementaria el atinado comentario de Sosa.
    Un abrazo

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