Friday, March 8, 2024

El "Potro Criollo" continúa adornando la sabana del Camagüey (por Oreidis Pimentel Pérez)


Un inusual cambio de rutina me hizo encontrarlo hace unos años. Allí estaba, firme aunque sin sus arreos de cuero, listo para cuando le griten ¡Caballo! Igual al cuento de Onelio Jorge Cardoso.

Por fortuna “El Potro Criollo”, ese azabache de madera que adornaba la talabartería de República sigue en Camagüey. Al parecer lo llevaron a la calle Apodaca para su restauración antes que lo ubicaran en su lugar actual, el parque conocido como "El Lago de los Sueños".

Su belleza obliga a cuidarlo. Pocos saben la historia de tan ilustre equino, pocos saben es también un símbolo con más de 80 años en la ciudad.  

Su pelaje y color han cambiado con el tiempo. Para eso se le hizo, para lucir arreos de cuero, monturas, y en cada década sus dueños lo tiñeron desde el blanco o carmelita rojizo hasta el negro.


El origen de este, desde hace mucho nuestro caballo de madera sin ser el de Troya, nos lleva al norte de Las Villas en 1925. Allá por Sagua la Grande, tierra de peloteros, surgió una talabartería con el nombre de “El Potro Criollo”, aunque no fue hasta un quinquenio más tarde que a sus dueños les dio por publicitar más el negocio con semejante obra torneada, de cuatro patas y a tamaño natural.

Es que ese potro de criollo no tiene mucho. Es una reproducción de la delgada y altiva raza europea Nonius, y vino a parar a La Habana, junto a otro ejemplar similar, desde la fría Alemania, luego de hacer escala en Argentina y casi extraviarse el lote entre las aduanas portuarias. Uno de los caballos se quedó en la capital cubana para exhibirse en un comercio afín a los cueros, y el otro, el que vemos hoy en Camagüey, fue comprado por los sagüeros.

A nosotros llegó en 1935 porque dicen aquí se vendían más las monturas. Y tiene que ser verdad por la fama de vaqueros recios entre los altos pastos de la llanura.

Lo curioso es que desde entonces el Potro cambió de República y San Martín a la acera de enfrente, entre San Martín y Correa, pero solo “trotó” fuera de esa calle en tres ocasiones. Una fue durante la feria de 1950, la otra en el año 2013 cuando lo encontramos en Apodaca, con una astilla de menos, vaya accidente, luego a su establo actual "El Lago de los sueños."



Texto y fotos/ Oreidis Pimentel Pérez.

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