Monday, February 5, 2024

A veces sufro de ataque de tos. (por Joaquín Estrada-Montalván)


Año 86, quizás 87. La conocí en el Tradicuba, una de esas noches que llegaba sin pareja, que entraba saltando una tapia por el costado del cabaret y que traía varios tragos por adelantado.

No recuerdo como fue. La memoria inicia esa madrugada, llegando a su casa, un magnífico e inmenso chalet de Montecarlo. Atravesamos con extrema cautela: sala, saleta, salita, salitica, comedor, cocina, un cuarto vacío, hasta recalar finalmente en su habitación.

Bella, de una delgadez exacta. En el instante mágico, se desata mi incontrolable y ruidoso ataque de tos, a un perro le da por ladrar. A toda prisa, de su mano, ambos con cara de pánico, desandé el hogareño camino hacia la calle, para poder continuar respirando de este lado de la vida, la terrenal.

Nunca más la vi, solo esa noche, pero me dijeron que su padre era uno de los "grandes" en esos momentos en Camagüey. Que su atuendo cotidiano incluía arma de fuego. Volví a toser. (JEM)

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