Monday, January 1, 2024

Fin del año (por el Pbro. Emilio de los Santos Fuentes y Betancourt. Año 1877)


Al llegar al último día de diciembre no puede uno menos de pararse, tirar una línea por debajo del último minuto y sumar. "La cantidad que arroja esa operación puede ser cualquiera de estas tres: un año, doce meses o trescicntos sesenta y cinco días." Esa cantidad puede anotarse o entre las ganancias o entre las pérdidas, "El tiempo es una de las cosas que mas facilmente se gana y se pierde." (José Selgas y Carrasco.- "Nuevas Páginas. - Año Nuevo, 2.") El tiempo, en su precipitada e inevitable carrera, se dispone a echarnos, con su potente brazo, del año que hoy concluye, relegando a la eternidad la serie que acaba, y eslabonando toda esta sucesión que fué presente con lo pasado. Y al hacer esto, imperiosamente nos arroja a un porvenir que no conocemos, pero que nos consta ciertamente llegará a ser también, a su vez, indefectible pasado. La humanidad entera, llevando a cuestas el ponderoso y despreciable fardo de sus deméritos y el beneficioso y apreciabilísimo tesoro de sus merecimientos, sin poder resistir a su inquebrantable poderío, pasa presurosa los umbrales del tiempo que deja , y entra, quizás tímida y lentamente, o acaso con confianza y llena de osadía, por las puertas del desconocido recinto del nuevo año en cuya fachada verá inscrito lo siguiente: Aquí realizarás, por ahora, tu existencia física, espiritual y moral. o ocurren pues, naturalmente, ó deben ocurrir, a todo hombre sensato, las siguientes preguntas, al experimentar semejante tránsito: -¿Qué tal salgo de aquí? -¿Cómo quedo con este pasado? - ¿Qué consecuencias me traerá mi pretérita conducta para lo futuro? - Fatigado viajero, que camino constantemente hacia el término anhelado de mi penoso viaje, ¿cuál ha sido la distancia que he recorrido y de qué modo lo hice? - Activo comerciante, que espero siempre cuantiosas ganancias, y temo dañosas pérdidas, ¿cuáles y cuántas fueron unas y otras, durante el tiempo del cual hoy me despido? - Individuo que entró a formar parte integral del gran todo humanidad, ¿qué porción me toca en sus deméritos, qué puedo reclamar con justicia de sus merecimientos? He aquí las preguntas a las que hay que contestar categóricamente, si hemos de atender a nuestro provecho, antes de ingresar en el nuevo período que se nos presenta. He aquí el detenido exámen que tenemos que hacer para nuestro común interés. He aquí el balance exacto, que hemos de ejecutar, para de este modo ver si saldamos, con escrupulosa precisión, nuestras antiguas deudas, para reparar nuestras deplorables pérdidas, y preservarnos, en lo sucesivo, de terribles y abrumadoras desventuras . A lo espiritual, del mismo modo que a lo material, a lo moral, así como también a lo religioso, se deben extender nuestras interrogaciones, nuestro exámen, nuestro balance; teniendo siempre en cuenta la importancia de la materia sobre que versen nuestros procedimientos. Nuestros desaciertos, nuestros errores, nuestras faltas, nuestros crímenes: estos han de ser los resultados que se desearán saber para repararlos, para abominarlos, para no darlos al olvido en lo venidero. Nuestros aciertos, nuestras racionales elucubraciones, nuestras acciones morales, nuestras religiosas virtudes: tales serán los resultados que hay que tener presentes para congratularnos por ellos, para felicitarnos a nosotros mismos, para nuestra propia y más cumplida satisfacción. He aquí en pocas palabras expuesta la por demás delicadísima operación que debemos realizar con energía, con empeño, con conciencia cierta de lo que hacemos, con un criterio desapasionado y seguro, con disposiciones, por último, enteramente aptas para el caso. He aquí la importante tarea a la que por deber, por interés personal nos habemos gustosos de entregar en estos momentos, en los cuales decimos adiós a un período respetable de nuestra vida y saludamos, queriendo dar la bienvenida, a otro de no menos consideración, de no menos trascendencia. ¡Año nuevo! ¡Qué dos vocablos tan misteriosos! Cuánta oscuridad no encierran en sus profundos e insondables senos estas dos expresiones depositarias de todas nuestras futuras dichas y venturas, de todos nuestros venideros disgustos y sinsabores, de todas nuestras esperanzas e ilusiones, de todas nuestras tremendas decepciones e ingratas realidades. ¡Año nuevo! ...... En esta sola, significativa y fecunda frase se encuentra de una manera maravillosa encerrada la riqueza del pobre y la pobreza del rico, la felicidad del desdichado y la desdicha del venturoso, la prosperidad del que no la tiene y la desaparición de tamaña suerte de manos de aquel que la posee. Estas dicciones peregrinas, en fin, pueden traernos la salud o la enfermedad, la risa o el llanto, la vida o la muerte. ¡¡¡Аño nuevo!!! ¡Oh y cuánto quiere decir esta brevísima cláusula! El niño puede entrar en la pubertad, el joven en la virilidad, el hombre o la mujer en la ancianidad. Cuántos acontecimientos nuevos, cuantos hechos portentosos, cuantas maravillas, cuantas cosas sorprendentes y estupendas. Qué nuevas evoluciones pueden efectuar las ciencias, qué de adelantos las artes, cuántas transformaciones la industria, qué rápidos vuelos puede tomar el comercio. Año nuevo, vida nueva .Esto dice el refrán, mas ¿podemos nosotros acaso medir acertadamente y con exacta precisión toda la inmensa profundidad que se oculta en esta fórmula? No. Esto es imposible, para alcanzarlo necesitaríamos ser omniscientes.

En conclusion: - ¿Qué tenemos delante? Un nuevo período de tiempo que principia, una nueva época de nuestra vida que comienza. - ¿Qué dejamos detrás? Una série de tiempo que se acaba, una parte de nuestra existencia que se pierde. - ¿Qué más? -Un pasado que huye, un por-venir que se presenta. He aquí todo lo que hay. Entre este pasado que se nos escapa y este porvenir que columbramos, y que aun no conocemos, muy justo es que nos paremos, siquiera sea por leves instantes, a meditar con detenciòn. Meditemos.


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