Wednesday, July 5, 2023

Hemingway entrevisto. Declaraciones casi inéditas para el Diario de la Marina, al recibir el Premio Nobel de Literatura.(Octubre 29, 1954). Por Carlos A. Peón-Casas.

Foto/ Diario de la Marina.Octubre 29, 1954.
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Fue el día que el mundo supo que el recio escritor norteamericano, avecindado desde 1939, en su legendaria Finca Vigía, en la habanera barriada de San Francisco de Paula, era el ganador del del Premio Nobel de Literatura de aquel año.

La noticia pudo haberlo sorprendido en cualquier parte, sabida la constante movilidad del escritor entre su casa cubana y los más disímiles puntos geográficos del mundo por donde solía discurrir. Pero la buena nueva lo alcanzó entre nosotros, y la prensa de la época, cubana y no, tomó por asalto aquel mítico paraíso, para llevarse al vuelo las inevitables primicias de aquel suceso.

El Diario de la Marina, estuvo como el primero. Y el texto que hoy rescatamos es a no dudarlo, uno de esos testimonios todavía no bien aireados, de la impronta del Hemingway que ese mismo día se calificaría como “cubano sato”.

El cronista del minuto describe el ambiente de la casa colmada por más de un centenar de periodistas y así nos lo transmite para esta posteridad de ya casi pasadas siete decadas:
Hemos tenido que extraer materialmente al escritor de entre los micrófonos que captan su voz y las cámaras que captan su estampa de todos los días, desgarbada y descuidada, para llevarlas al público norteamericano por cuenta de la National Broadcasting y la Columbia Broadcasting… Unas veces en inglés y otras en su pintoresco español, según los casos, Hemingway compone calmosamente aunque con desusada alegría en los brillantes ojos, sus primeras impresiones tras haber ganado el Premio Nobel.
Sus primeras palabras para el Diario de la Marina resuenan todavía hoy con un hálito muy singular:
Este es un triunfo de Cuba, porque yo se lo ofrezco… Lo que ofrezco es un galardón a la tierra que escogí para vivir y en la que moriré para que siempre me caliente el sol.
Se trataba a no dudarlo de una verdadera declaración de principios, una aseveración a todas luces muy sentida y aún más lúcida.La vida empero, con su añadido de circunstancias nevitables, no le dejaría cumplir ese anhelo; pues como bien sabe el lector, terminaría sus días en las frías praderas del norteño Idaho, pero lo dicho y recogido y perpetuado por el diario habanero, inmortaliza a no dudarlo aquel deseo.

Y en otro aparte, seguiría redondeando su idea:
No se trata solamente de que mi presencia física en esta hermosa isla escogida por mi de entre el mundo entero, sino de mis afinidades, que se han vuelto profundo amor, y de un hecho tan importante como ese de que tenga ambiente cubano el libro premiado: El Viejo y el Mar.
El Premio Nobel, como bien acotaba, premiaba la que fuera, una obra suya de madurez sugerente y estilo de profunda maestría narrativa, aquella bellísima fábula del pescador y el gran pez, la historia de Santiago,vencido pero no derrotado, y singularmente construidadesde la realidad cubana, en el setting del inolvidable poblado marítimo de Cojimar.

Al respecto, y ante la inevitable pregunta del reportero, por cual aspecto de aquella obrahubiera podido haberle alcanzado tan merecido galardón de la Academia Sueca, Hemingway se lo dejaba muy claro:
Su costumbrismo, su colorido que no le doy yo sino que le dan esos héroes y ese ambiente que por lo visto he tenido la suerte de expresar, acaso porque he puesto en ello lo más puro de mi sinceridad.
El titular de la noticia que parafraseaba sus palabras en la primera plana el Diario de la Marina de aquel viernes 29 de Octubre de 1954 no hacía más que confirmar un apego de singulares alcances a la Isla, a su gente, a su geografía marítima, pero también, y a no dudarlo a su humana condición. Lo dejamos ahora para el lector en las exactas palabras del laureado escritor:
Lo que obtiene el Premio Nobel es un himno a la reciedumbre de la brava gente de la costa Norte desde Cabañas hasta Jaruco, y que yo he admirado a lo largo de veinticinco años, sólo distinta de la que ocupa la costa sur en que aquella hace frente a las marejadas que vienen de arriba, mientra que la otra se bate con los ciclones. Pero unos y otros- y yo- amamos el mar como a una mujer, porque como una mujer es capaz de dar y de quitar 
La entrevista fue accidentada y casi por entregas, entre los inevitables avatares de aquella jornada tan inusual para el escritor, rodeado de la prensa plana y televisiva, acostumbrado empero, al recogido silencio creativo que imponía como condición en su refugio literario y vital.

El cronista nos deja un esbozo de aquel minuto, y de lo que el propio Hemingway le declarara con cierta resignación, por tener que sufrir ser el centro de la inevitable atención mediática. Sus palabras nos redondean aquel sentimiento:
Verdaderamente no soy un actor y esto es cosa de actores. Las cámaras, los micrófonos. Dirigirse al público de esta manera…. Que sea lo que Dios quiera…
Y ya al final, una declaración muy sugerente que nos permite recobrar y entender, algo de su más profundo sentimiento de responsabilidad creativa, y que nos sigue reafirmando su ética y sus convicciones:
Mi manera son los libros y con ellos me siento seguro, porque como te dije la última vez que nos vimos cuando no me gusta algo lo mando al cesto. ¿Pero cómo hago lo mismo con unas palabras recogidas ya con estas endiabladas y peligrosas grabaciones?

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