Monday, June 12, 2023

Aires del San Juan en Cascorro (por Mariem Gómez Chacour)


Era el aire de San Juan, con su ruido característico causado por los papeles de seda del Lejano Oriente, que articulaban los abanicos o bien, la ornamentación de las calles sin pavimentar. Oráculo del alma popular. Alegrías de junio. Conjuro mágico y espontáneo, arraigado en la propia identidad. Fuente de armonía multicolor, fecunda en prodigios e inventos que se rebelaban contra lo establecido, lo importado o lo impuesto.

Era el aire de San Juan, con el cornetín chino y el tambor mayor acelerando los latidos de vida. Alguien lo definió hace tiempo: siempre fuimos cimarrones, con más o menos refinamiento, con más o menos cultura blanca. Eternamente,nlos tambores africanos le marcaron el ritmo a un tiempo de compases de orígenes. La conga fue (y es) la suma inacabada de océanos prehistóricos volcados en espacios sin cánones prefabricados.

Era el aire de San Juan con antifaces de cultos misteriosos. Rencuentro con cierta mistificación de la otra Europa, para cambiar la luz al sol del trópico. Hubo submundos de reinados efímeros donde la belleza alzaba sus dominios. Las calles semioscuras conocieron a los grandiosos ensabanados, erguidos sobre sus zancos de dos metros, codeándose con los mejores disfraces del mundo. La doña Canda en su minúsculo bohío fabricaba un Liborio hablador, con la doblez intencional despuntando en el iris de la picardía. Artificios de comparsas con zapatos de Luis XV, o chancletas de barrio, ambas comparsas meneándole los glúteos a la burla y sandunga del paseo. El salto descomunal del indio, el señor del velo de novia, los charros mexicanos, y aquellos mamarrachos desinhibidos, de guantes de medias de hombre y voz de falsete. Las máscaras improvisadas, que trocaban el orgullo de la identidad por un rústico palo de bastón para alejar a los curiosos averiguadores del sexo. Eran todos así, tan inimaginables, maravillosos, insólitos. Pléyade que un mal día se perdió en la niebla bailando al son de la carroza de Carioca, entre serpentinas y confeti, mientras los voladores iluminaban el cielo de la despedida. No encontraron los caminos de retorno. Esos andan sigilosos y libres en el aire de San Juan, cuando cantan al rencuentro en los penachos de las palmas. Mientras, que vivan los palenques.




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Texto incluido en el libro Un soplo de niebla en la llanura, Mariem Gómez Chacour. Editorial Acana. Camagüey, 2015.

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