Wednesday, August 10, 2022

"Bohemia". Un relato de Aurelia Castillo de González. (por Carlos A. Peón-Casas)



La obra narrativa de esta eximia mujer de letras con mayúsculas, nacida en estos lares camagueyanensis es siempre un motivo de interés para los lectores que la reconocen mejor por su faceta poética.

Ante nosotros hoy, yace una perla sin igual de su narrativa. Se trata de Bohemia, una singular puesta en escena de los mejores efluvios expresivos de la autora.

Su escritura data de Abril del año 1910, y fue publicado muy prontamente en mayo de ese mismo año, con no poca casualidad aparente en la misma revista cubana que lleva igual nombre.

A primera vista se trata de un muy peculiar relato, donde una advenediza reportera, interesante detalle a nuestro ver entre la persona del narrador y el personaje, quiere plasmar para alguna crónica anodina, el retrato de esa peculiar mujer que responde al singular apelativo ya esbozado antes: Bohemia. De ella y de toda su raza: los bohemios.

El escenario o setting de la historia corta que nos ocupa, es el emblemático muro del malecón habanero de aquel tiempo, donde la enigmática dama concurre cada tarde a contemplar la puesta del sol.


La descripción que nos hace la cronista de la entrevistada no está exenta de un lenguaje bellamente retocado por las mejoras esencias de la poetisa:
Encontréla allí absorta en la contemplación de una puesta de sol, que desplegaba sus pompas de incendio sobre un inmenso cristal azul, cristal movible que al romperse en sus bordes, tomaba la blancura y ligereza de la nieve y saltaba y caía formando surtidores de perlas. Sus ojos brillaban humedecidos cuando mi voz obligóla a volver la cabeza, y tenían tan extraña, que sentí como una sacudida eléctrica. Su rostro, limpio de afeites, lo que me predispuso en su favor, me dejó después confusa: visto por la derecha ofrecía el perfil sereno y bello de una diosa, visto por la izquierda lo deslucían grandes y obscuros lunares. Su ropas eran de colores vistosísimos, y examinadas de cerca, resultaban ser retazos de varios trajes, envueltos con donaire en torno de su grácil figura, entre los cuales se encontraban hasta girones de purpura recamados de plata y oro, y por todas partes la enredaban sartas de gruesos corales y otras cuentas de diversos colores. La impresión general que despertaba era de simpatía y de tristeza, como un ser enigmático que atrae, sin lograr no obstante la entera intimidad y confianza.
Lo que sigue es para este escribidor, una alegoría donde el personaje que es retratado es sin dudas el dibujo mejor de la poesía y del encanto que en sus efluvios expresan las distintas lenguas humanas, y con ella, todos sus hermanos: bohemios y poetas por igual naturaleza.

Todo esto enmarcado con un sumun de universalidad cuando dice:
Yo y los que llamo mis hermanos, aunque estrictamente no lo sean, venimos de muy lejos; tuvimos nuestro origen allá donde se levanta el Himalaya y corre el Ganges. Quizás por eso somos tristes y contradictorios: el Himalaya mira al infinito y da nacimiento al Ganges que si corre y crece puro, acaba formando pantanos, Venimos de allá pero han ido entrando en nuestras venas tantas y tantas gotas de sangre que ya sería difícil saber cuáles están en mayor abundancia, como es difícil ya definir el color de nuestros cabellos y de nuestros ojos.- Tienen fama de locos mis hermanos porque las gentes ven en sus ojos… Ven una vaguedad infinita, y otras veces una extraña fijeza como si explorarasen lejanos, remotísimos horizontes, descubriendo en ellos nuevas estrellas, nuevas constelaciones de sorprendente hermosura (…) Ya habrás comprendido que mis hermanos son en su mayoría artistas de todo género: pero ante todo poetas…
El regodeo del relato en tales seres que hacen del arte de lo bello oficio singular, es la línea argumental de este tan particular y argumentativo discurso, donde lo narrativo es quizás un pretexto para presentarnos en el lenguaje más poético posible esta raza singular:
Vibratorios como los pájaros, sus nervios se excitan a los más leves contactos, a las más leves mutaciones del paisaje. Todo en ellos es extremado. Una mañana clara y fresca los lleva al paroxismo de alegría, como si en lo más recóndito de su alma sintiesen el beso de la luz, y en esos momentos brotan los cantos de entusiasmo y de esperanza; el crepúsculo de la tarde (…) los hunde por el contrario en paroxismo de tristeza, como sie el alma pudiese ser real y tangible (…)
Los bohemios, hermanos de la mejor estirpe del personaje homónimo, están por doquier:
¿Quieres conocer bohemios? Búscalos en los incendios y los hallarás entre las llamas, como si estuvieran en el baño de rosas del que habló Guatimozín, exponiendo sus vidas para salvar las ajenas(…)
Y acaso, y como alusión muy cercana a la realidad nativa, que ante tanta efusión poética parece desconectada hasta este punto de toda posible circunstancia patria, la autora nos devuelve al escenario cubano y aún más particular al terruño camagüeyano al aludir a un mártir local: Bernabé de Varona y Borrero, el General Bembeta:
Búscalos en las guerras de independencia luchando por la libertad, propia o ajena. Juegan la vida como si nada valiese, con la sonrisa en los labios, y suelen ser generosos y altruistas más que otros alguno en medio del exterminio... Bembeta…
Con un final inesperado, donde la protagonista, con gesto inusitado pierde su vida al salvar un pequeñuelo de ser atropellado por un raudo automóvil, la historia se nos deshace como acaso, en aquel mismo minuto una ola impetuosa rompiera con fuerza inusitada en el ancestral malecón habanensis:
Me pareció entonces que sus lunares, abandonando las mejillas, se habían transformado en otras tantas estrellas y orlando su frente, iluminaban el semblante en que se veía inefable y beatífica sonrisa.

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