Wednesday, June 28, 2023

Anécdotas sanjuaneras para no olvidar (por Carlos A. Peón-Casas)

Folleto editado 
para el San Juan del año 1959
------------


Las extemporáneas celebraciones de la fiesta sanjuanera, tan del gusto camagueyanensis, en este muy caldeado agosto, me motiva estás notas recordatorias.

Refiero a sucesos de memorable signo festivo, en otros minutos citadinos, que para no hacer quedar mal al adagio de marras, siempre nos lucirán mejores.

Los narra el bien enterado autor local Abel Marrero Companioni en unas páginas inolvidables de sus Tradiciones Camagueyanas:
En uno de aquellos convites de Junio del siglo XIX, justo antes de la Guerra Grande de 1868, sucedió un hecho singular que transcribo desde el original del autor citado, y qué refiere a la unas muy populares cabalgatas, precursoras de los tradicionales paseos de este aquí y de ahora:
Cómo la mayoría de nuestras calles en aquellos días carecían de pavimento alguno, eran prácticamente caminos de tierra, y por ser estás fiestas en el mes de Junio, mes en el que llueve diariamente, se forrmaban en las calles grandes baches, de agua y fango, lo que aprovechaban los alegres sanjuaneros cómo pretexto para salpicar y a los no parrrticipantes de sus cabalgatas. Está costumbre dió origen a un muy serio incidente con un grupo de Sargentos del Ejército Español, puesto que al pasar una tarde por frente a La Filarmónica -hoy Liceo-, ellos salpicaron a varios socios cubanos allí sentados. Estos se prepararon con pinturas de Almagro aguas malolientes y en otros no feos y podridos huevos y tomates, arrojándoles al pasar de nuevo. Los Sargentos se bajaron de sus caballos dispuestos atacar con sus armas a la juventud cubana, iniciándose una batalla en la que por la rápida intervención de las autoridades españolas no fue de mayores proporciones...
Justamente para esos mismos minutos antes de la contienda por la Independencia durante las cuales se suspendieron las fiestas, tuvo lugar un ce la ebrado suceso. La anécdota es oportuno cierre por esta vez:
En la tarde del San Juan en el año 1867, apareció en el paseo una volanta reluciente, enjaezados sus caballos con arneses de plata; una pareja de caleseros con gustas cuyos cubos eran de plata, y estribos del mismo metal. Llevando solo a bordo a las hermanas Amalia y Matilde Simoni Argilagos, que hacía pocos meses habían regresado de Europa, dónde habían recibido esmerada educación y aprendido los idiomas Alemán Francés e Italiano, así como canto y música. La volanta era seguida por dos apuestos jóvenes camagueyanos: los señores Ignacio Agramonte Loynaz y su primo hermano Eduardo Agramonte y Piña, que en magníficos potros trotaban detrás de la volanta, que llevaba en su parte trasera letras de plata con la siguiente inscripción: Belleza, Nobleza, Riqueza, siendo muy comentada durante largos años aquella por los cronistas...

No comments:

Post a Comment