Wednesday, January 5, 2022

Cinco poemas de Félix Rizo




Solsticio de Invierno

De repente frente a mí
allí estaba la palma
Sola, solitaria, vasta;
Abismal encuentro
Entre el final de la noche
y el inicio de la madrugada…
Parada ella tan sola
Palmo a palma,
Sobre un pedazo de tierra
Batiendo ala por ala
Los rayos de un día de sol
Esperando la mañana...
Boca abajo varias pencas
en conjunro, señalaban
Una extensión de silencio
Y hierbas altas,
Se oían los chillidos
De un totí y una zumaya
en el tumulto de aire
Sobre las nubes cansadas.
Allí estaba ella tan sola,
Una sola palma larga
Larga como la vida larga…
Su moño desempolvado
de un profundo verde gris
Oliendo a cal y albahaca,
Por ese sitio sin nombre
ay, se escondía la palma
Con su cinturón antiguo
Opaco, simple, rugoso
Desentrañando la calma…
Batía el silencio a tiempo:
Muy solitaria y callada:
Palma, bala, palma, casa
Grabado en su lomo gris
se leían diez palabras:
Hace mucho, hace mucho
Que dejé de ser tu palma.
Parecía bailorear al compás
De una barcaza
Que a lo lejos, muy muy lejos
En el mar
Entretejía filigranas…
De pronto frente a mí
Frente por frente a mi alma:
aparecía una palma
Sola palma mía lejana:
Ay, tan ligera y hermosa
Palma, palma, palma, palma
Retrato de la tierra isla:
Tierra de mi desventura,
Tierra santa
que ondeando sus pencas verdes
suavemente en la mañana
Quería decirme adiós
Como si fuera un fantasma…




A paso ligero

Para que querer callar
Cuando callan otros por nosotros
Para que optar por aplacar el silencio
Cuando no hay silencio que pueda silenciarlo.
Son bocas extremas que nutren
La palabra que gime
Son gargantas repletas de verbos y vocablos
Que quieren romper la hora
Con sus minutos absurdos.

Es que ya nadie puede jugar con la apariencia
No hay quien se atreva a mirar
Por la hendija cerrada de un postigo
Aunque no esté lloviendo.

Estamos expuestos al diario desandar
De una era de inútiles
Que alzan su signo de mediocridad
Por calles y arrabales…
Por lo que se nos hace imprescindible
avanzar a paso abierto
Y aplastar las cabezas del indigno.

Para que echar la vista a otro lado
Cuando hay un solo lugar donde los ojos
Quieren perpetuarse,
Por qué romper los vidrios de una ventana abierta
Si el aire
Tiene más poder que la venganza…

No existe silencio, ni palabra, amigos.
Solo existe ese color que se lleva dentro
Y que tiene capacidad
Para reducir al mundo infeliz
-Que nos ha tocado compartir-
En varios mundos con alma y con vergüenza.



Vuela alto paloma

Vuela alto paloma
Vuela alto
Rompe las cáscaras
Del viento
Y da tu salto.
Marca el renglón
Que dibuja
Las figuras de tu espacio,
Empina tu cabeza a un lado
Y vuela alto…

No dejes vida o muerte
Arrebatar tu paso,
No descartes la hora de un recuerdo
Por miedo a algún rechazo:
No existe gloria alguna
Sino no es paz y remanso,
No se haya solución
Donde domina el llanto,
Fija la vista afuera
Paloma blanca
Paloma mensajera…
Y sin mirar hacia atrás
Enjuaga tu realidad
De todo espanto
Y sal de este cuarto oscuro
Oscuro y chato;
Y vuela, vuela, alto:
Asciende por el cielo
Entre las nubes
Paso a paso,
Sin nunca mirar hacia abajo

Vuela sin parar y vuela
Paloma nueva.
Vuela sin mirar afuera,
y sin retraso,
Paloma eterna:
Paloma blanca
No bajes la cabeza
Y vuela alto.



Cuando baja la tristeza

Cuando baja la tristeza
Jueves veintidós de marzo
Justamente
nueve y media
de otra noche
viento frio, aire seco,
gente con las caras
largas
caminando silenciosa,
transitando las aceras.

Ese olor a sal y aceite
Que penetra silencioso
Por aleros y ventanas…
Apoyado a la zozobra
Del sabor
De los recuerdos

Es entonces, que comienzas
-Al cubrirte lentamente
De las sombras
De otra noche siempre vieja-
A comprender
Que no es siempre el mismo mundo
Agobiado, mundo y sueño
Que la vida – pan y agua
Reposo cansado y viejo:
Es de un pintor el boceto
De un paisaje en blanco
Y negro.



Canario en una mina de carbón

SÍ, ahí sigue volando
Se va enredando con las paredes negras
Que cierran el claustro,
Un ala perdida choca
Con su punta amarilla
Contra el polvo infinito
Que cruje su potestad sobre el espacio…

Vuela por aquí, por allá
Un revoloteo directo y sin sentido
Como buscando la realidad
De un árbol que le ofrezca una rama
O una ciruela china que le deje
Probar pico a pico su carnosidad…

Sigue su rumbo, lejos en lo oscuro
Hacia un grupo de mineros
Que cavan con exactitud una pared
Mientras escupen sus vahos calientes
Cerca de la chimenea que tira un poco
De aire hacia los túneles oscuros.

Sigue volando sin parar
Ay como si fuera una hoja de otoño
O el soplo arisco
De algún vendaval de primaveras…
Y como son las dos y cuarto de la tarde
Esta mudo el eco de la hora.

Por los orificios de las rampas
Se saborea el gusto de polvo y ceniza
En las bocas sedientas
Del encierro
Y allá sigue volando: vuela, vuelca, velo
El canario atrapado entre murallas
Altas y el cielo cerrado
Sin salidas

La luz amarilla de algún candil
Estropeado
Sigue luchando contra su voluntad
Entre las sombras
Y vuela, vuela, vuela
El canario vuela y que vuela,
Y aunque parezca eterno
Y sus alas brillen del color
de una ilusión pasajera,
Le queda solo una hora de vida
Para anunciar
Que el aire de la mina
Se ha acabado…






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Félix Rizo -también conocido como Chicho Porras-nació en Lisboa, Portugal, de padres cubanos. Poeta desde los 13 años en su pueblo de Jovellanos en la provincia de Matanzas. Ha publicado tres novelas y cinco poemarios. Sus dramas teatrales han visto la luz en Miami, New York y Caracas. En la actualidad es editor de la revista impresa Rácata, que se distribuye en Miami y Madrid.

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