Tuesday, December 21, 2021

Oración para la hora del nacimiento del Señor (por Gertrudis Gómez de Avellaneda)


¡Gloria s Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!


Oh divino Jesús recién nacido! permitid que repitiendo jubilosos las angélicas frases, vengamos como los pastores de Belén á adoraros con sencilla fé en la humilde cuna que os habeis escogido. Permitidnos glorificar ante vos y por vos al Padre omnipotente, cuya benéfica voluntad venís á ejecutar en la tierra, y al paráclito Espíritu divino por cuya operación inefable fuisteis encarnado en el virgineo seno de María.

Trasportándose nuestro pensamiento al venturoso pesebre, os contemplamos llenos de alegría en aquellos purísimos maternales brazos de la que fué bendita entre todas las mujeres, y nos unimos á cuantas generaciones la han aclamado y aclamarán bienaventurada, por las cosas grandes que ha hecho en ella el que es Todopoderoso, cuyo nombre es santo, y cuya misericordia se estiende de siglo en siglo á todos cuantos le temen. 

Oh Salvador del mundo! Dignaos aceptar por la augusta mediación de esa Madre gloriosa, y del fiel custodio de vuestra infancia, los humildes homenajes de nuestra indignidad; y en albricias de vuestro fausto nacimiento concedednos el perdón de todas nuestras culpas, gracia para no volver á cometerlas, y-- á cada uno, si le conviene el favor especial que os pide. (Aquí dice cada uno mentalmente lo que desea.) — Pero no os pedimos solo para nosotros las divinas mercedes; pues para todos habeis nacido ¡Niño poderosísimo! y por todos debemos imploraros en esta grande hora de universal salud. Recibid, pues, nuestros rendidos ruegos en favor de vuestra Iglesia y conservadla y santificadla más y más; colmando de bendiciones a su cabeza visible nuestro Papa, á los obispos y demás pastores de vuestro espiritual rebaño. Volved también ¡dulcísimo Jesús! volved la mirada piadosa de vuestros divinos ojos, hacia los infieles, herejes y descreídos. Haced brillar vuestra luz para los que yacen entre sombras de la muerte, y no permitaís que el infierno esclavice para siempre á ninguno de los que hicisteis vuestros hermanos, al revestiros de humana naturaleza. 

Sí, adorable Dios Niño nosotros recurrimos á los inmensos tesoros de vuestra caridad en pro de todos los hombres; para que preserveis á los buenos de ominosas caidas, convirtais á los malos, saneis á los enfermos, consoleis á los tristes, defendais á los perseguidos, conforteis á los débiles, protejais á los desamparados, llameis á vida eterna á los difuntos. 

Nosotros os suplicamos — poniendo por intercesora á la bendita Vírgen Madre y á su dignísimo esposo - que atendais así mismo á los votos de nuestros corazones respecto á cuantos nos son particularmente queridos, tanto vivos como difuntos. Por ellos y por cuantos velan en esta hora con religiosa intención -á la cual nos asociamos, -os rendimos ¡amable Salvador recien nacido! mil acciones de gracias por vuestra venida á este valle de lágrimas, como remedio de todas nuestras miserias; y os suplicamos se las tributeis por nosotros al Padre celestial, que nos há colmado en vos de toda suerte de bienes. 

¡Viva Jesús! ¡Viva María! 
¡Viva José! 

Amén.


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