Sunday, July 25, 2021

P. Alberto Reyes: "Una fe que se desentiende de la vida concreta de la gente pierde credibilidad, porque se hace concepto abstracto y no testimonio, se convierte en palabras a la vez hermosas y vacías"


A propósito del XVII Domingo del Tiempo Ordinario.


Evangelio: Juan 6, 1-15.



Hace algunos años, en La Habana, varios jóvenes estaban visitando a las personas de un barrio para hablarles del Evangelio. Su objetivo era suscitar un diálogo sobre la figura de Jesucristo, e invitar a las personas a hacer una experiencia de fe. Llegaron a una casa y les abrió la puerta una mujer con el rostro desencajado, que transmitía cualquier cosa menos deseos de hablar de religión. Pero los jóvenes se presentaron y ella los dejó pasar.

El diálogo, sin embargo, no giró en torno a Cristo, porque en esos inicios inciertos de una conversación entre extraños, se hizo evidente que aquella mujer necesitaba hablar más que escuchar. Y estos jóvenes lo intuyeron, y se interesaron por ella, y se dispusieron a escuchar. Y la mujer habló, habló mucho, y lloró, y desahogó su alma. Y cuando se sintió mejor, los invitó a pasar al comedor, y les enseñó un pequeño tanque lleno de gasolina, y les agradeció el toque a la puerta que impidió que atentara contra su vida.

Cristo vino a hablar de su Padre, y a sembrar en los corazones humanos la esperanza y la fuerza que nacen de la fe, pero una fe que no se desliga de la vida, una fe que toca la existencia.

El Reino de Dios no se realiza en una esfera separada de la realidad concreta. Por eso Jesús, que ha estado hablando a la multitud, que ha estado enseñándoles el amor del Padre, se preocupa por darles de comer. La gente ha venido porque tiene hambre de Dios, pero necesitan también saciar el hambre natural de sus cuerpos. Y Jesús no se desentiende.

La Iglesia no es una organización de ayuda humanitaria, ni una consultoría psicológica, ni un partido político. La Iglesia está fundada para dar testimonio de la existencia y del amor de Dios, pero ¿cómo puede la Iglesia ser creíble en su testimonio si se desentiende de las necesidades concretas de aquellos a los que les predica, si no se convierte en un espacio de acogida y escucha, si se hace ciega, sorda y muda ante los problemas de la “polis”, de la ciudad, de la gente?

Precisamente porque la Iglesia (que somos todos los bautizados) ha “conocido el amor que Dios nos tiene y ha creído en él”, como dice el apóstol Pablo, precisamente por eso, la Iglesia está capacitada para, desde esa experiencia, ser luz y guía para la gente en medio de sus problemas cotidianos y no tan cotidianos.

Una fe que se desentiende de la vida concreta de la gente pierde credibilidad, porque se hace concepto abstracto y no testimonio, se convierte en palabras a la vez hermosas y vacías.

Por el contrario, cuando una persona encuentra en un cristiano alguien que se interesa y se compromete con los escollos de su camino, de algún modo, y tal vez sin que sepamos cómo, dejará a Dios entrar en su alma.



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Texto tomado del Facebook del autor.

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