Saturday, July 17, 2021

Mons. Wenski arzobispo de Miami: El pueblo cubano "se ha cansado de vivir en cadenas, que es vivir, como nos recuerda el Himno Nacional de Cuba, en afrenta y oprobios sumidos"


Homilía en la Misa  del 13 de julio en la Ermita de la Caridad, en Miami.



Queridos hermanos y hermanas,

Qué mejor sitio para orar por Cuba y su futuro que a los pies de la Virgen de la Caridad del Cobre, en este santuario que le construyeron sus hijos para venerarla, y para con su amorosa intercesión mantener vivo en sus corazones el anhelo de regresar a una patria libre.

Hoy, al recordar a las víctimas del hundimiento hace 27 años del remolcador “13 de marzo”, y orar por su eterno descanso, también venimos una vez más a pedirle a la Patrona de Cuba que interceda ante su hijo Jesucristo por todo un pueblo que ha decidido reclamar sus derechos y que ha puesto la proa de su destino rumbo a la libertad. Un pueblo que se ha cansado de vivir en cadenas, que es vivir, como nos recuerda el Himno Nacional de Cuba, en afrenta y oprobios sumidos. Un pueblo noble y emprendedor que quiere vivir sin miedos ni vigilancias, en una nación donde no se persiga el pensamiento ni se ahoguen los sueños. Es ese mismo pueblo el que sigue siendo hostigado, reprimido y encarcelado como nunca, por exigir la justicia con valentía, negarse a repetir consignas de muerte, y gritar al mundo con todas sus fuerzas: Libertad; Patria y Vida. 

Frente a semejante situación de opresión e injusticia, agravada por un desastre económico y sanitario sin precedentes que sus gobernantes se muestran incapaces de solventar, queremos pedirle al Señor de la Historia que ayude al pueblo de Cuba en medio de tan gravísima coyuntura, y no permita que la obstinación y la arrogancia de unos pocos que detentan el poder, provoque mayores dolores y sufrimientos a una nación que ya ha sufrido demasiado, que merece el derecho a elegir su destino para poder construir, como soñó el Apóstol de su independencia, José Martí, “una patria con todos y para el bien de todos”. Como también recordaba el Papa San Juan Pablo II durante su visita a Cuba en 1998, “los cubanos son y deben ser los protagonistas de su propia historia personal y nacional”. Que, con esta premisa y la ayuda de Dios, llegue cuanto antes para Cuba la hora de la libertad, del Derecho, y de la verdadera reconciliación que brota de la verdad y la justicia.

Hoy conmemoramos otro aniversario del ominoso hundimiento del remolcador “13 de marzo” por parte de las fuerzas represivas del régimen cubano, y en el que perecieron 37 personas, entre ella 10 niños, mientras escapaban de la Isla en busca de libertad. Un crimen abominable que nos recuerda el largo camino de sufrimiento de un pueblo, que en medio de las peores circunstancias nunca ha perdido la fe y la esperanza. Rezamos para que las víctimas del remolcador estén gozando junto al Padre Bueno de la libertad definitiva, y también lo hacemos por los que siguen muriendo en las aguas del Estrecho de la Florida y en otros tantos lugares, buscando libertad y un futuro digno para ellos y los suyos.

Hermanos y hermanas, pidamos en esta Eucaristía a los pies de nuestra Madre para que los cubanos puedan transitar el angosto sendero entre el temor que convive con la injusticia y una violencia desenfrenada que pudiera producir mayores cuotas de sufrimiento y odio. De manera particular, oremos para que las autoridades cubanas recapaciten en su lamentable obstinación por el poder, y desistan de sus peligrosas llamadas a la violencia contra su propio pueblo.

La Palabra de Dios nos recuerda en este día la necesidad de la fe, y las consecuencias que conlleva el pretender desterrar a Dios de cualquier sociedad. Jesús recrimina a las ciudades de Corozaín y Betsaida su incredulidad y su dureza de corazón para ver la presencia de Dios en medio de ellos. Solamente abriendo los corazones al Dios de la Vida puede ser posible el milagro del amor, del entendimiento, de la justicia y de la paz en medio de los pueblos. Ojalá que las autoridades de Cuba no endurezcan sus corazones, ni cierren sus oídos a la voz de Dios que les habla a través del clamor de libertad y justicia del pueblo cubano en esta hora histórica.

Que Jesús, verdadero liberador del género humano, haga brillar para Cuba una nueva aurora de esperanza en que los valores del Reino de Dios se arraiguen en el corazón y en las mentes de todos los cubanos, y que la Virgen de la Caridad nos una bajo su manto de amor, para que verdaderamente lleguemos a ser todos hermanos. Amen.




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Texto tomado del website de la  Arquidiócesis de Miami. 

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