Saturday, January 16, 2021

"No es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós…" En Memoria de Carlota Vidaud (por Víctor Mozo)


Fotograma del documental "A puertas abiertas", sobre el Centro Católico de Orientación Cinematográfica de Camagüey, en la década de 1950 (dirigido por Anay Vázquez)
-------------------------



Las escaleras que conducían a su apartamento eran estrechas, una vez en él, pocas veces tomé cita previa, tocaba apenas a la puerta que Carlota Vidaud, venía a abrir. Carlotica, así la llamábamos familiarmente. Su cara siempre reflejaba la alegría de alguien que se sentía útil y a la vez querida. Porque, quién no quería a Carlotica Vidaud en Camagüey.

Su apartamento era reflejo de sencillez, de entrega como ella. Una vez adentro, iba a saludar enseguida a su mamá, sentada al lado de la radio oyendo programas en francés, quizá Radio Francia Internacional o alguna otra emisora de lengua francesa. Su mamá, muy anciana ya, pero con gran lucidez, me devolvía el saludo en español. Mamá, decía Carlotica, háblale a Mozo en francés. Y así recuerdo aquella voz frágil que me decía, semble-il- que l’ouragan se dirige vers les Petites Antilles. Debía ser a fines de septiembre o mediados de octubre de un año que no recuerdo y, efectivamente, se hablaba de algún huracán no lejos de las Antillas.

Luego Carlotica y yo nos sentábamos uno frente al otro y conversábamos en francés. Yo que empezaba a ser aprendiz de traductor, tenía en Carlotica la sabiduría y ese savoir-faire de alguien que domina un idioma en toda su extensión, porque no hay que olvidar que si Carlotica era una persona sencilla era a la vez persona de vasta cultura.

Carlotica predicaba con su ejemplo en todos los sentidos, en ningún momento hablaba de religión. No hacía falta, aun a sabiendas de que yo practicaba como ella y era asiduo a la iglesia. Quizá muchos de los que fueron alumnos y eran no creyentes, vieron ella un ejemplo a seguir.

Nunca me dijo que no a una consulta, su puerta siempre estuvo abierta para mí hasta mi salida en 1983 y a ella le debo en parte haber salido del país y ser hoy en día un traductor con más de 45 años de experiencia.

Prácticamente la veía todos los días pues pasaba por el callejón que llevaba también a su casa. Carlotica era de las pocas personas en 1983 que sabía de mis trámites para salir del país. Mi confianza en ella era absoluta, y así un buen día en ese callejón, me despedí de ella.

Trato de buscarle defectos y no encuentro, aunque seguro los tenía. Mucho me habría gustado estar allí en ese momento de su partida y poner una rosa blanca, la más bella de todas, en su féretro. Hasta luego, Carlotica, sembraste mucho bien por todas partes. Hasta luego, maestra.




-------------
Ver en el blog

No comments:

Post a Comment