Friday, January 15, 2021

Gran Hotel (por Joaquín Estrada-Montalván)


En el Gran Hotel, luego que lograba burlar la vigilancia del portero, jugaba en la máquina de las maquinitas y al hockey en la mesa que echa aire pa rriba, con las monedas que hurtaba de la alcancía que tenía mi mamá encima del armario para el "Día de los Niños" (imagino que ella sonreía al ver la hucha vacía, pero nunca me dijo nada y los tres juguetes una vez al año, más algún otro, nunca faltaron).

Ir a comer al Gran Hotel, allá en lo alto, en su último piso, era uno de las mayores satisfacciones que se daba una familia camagüeyana, desde el mismo momento que accedia a su clásico y eterno ascensor (fines de los 70s y muy al inicio de los 80s).

Su Marquesina era uno de los lugares que en la segunda mitad de los 80s, se podía apretar  en la ciudad, antes del anochecer. 

En el Gran Hotel, el primer amanecer con N, y el nuevo primer beso (luego de varios años) con M, ...


Luego cambió, le construyeron una piscinita por atrás, pero como casi todo en la Isla, los 90s desaborearon el hotel que fue grande. 

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