Thursday, October 8, 2020

El "Diario de la Marina", en su edición del 19 de agosto de 1851, informa sobre la ejecución de Joaquín de Agüero y Agüero, D. José Tomás Betancourt, D. Fernando de Zayas y D. Miguel Benavides



La sección "Correo de la Isla", del Diario de la Marina, en su edición del 19 de agosto de 1851, da cuenta de dos notas de El Fanal de Puerto Príncipe (actualmente Camagüey).

La primera corresponde al 11 de agosto, en la que se anuncia que 
... mañana a las 6 de ella serán pasados por las armas en la sabana de Arroyo Méndez (...) los paisanos D. Joaquín de Agüero y Agüero, D. José Tomás Betancourt, D. Fernando de Zayas y D. Miguel Benavides, reos todos de sedición.

Se nombrará una compañía de cada regimiento de infanteria de esta guarnición para formar el cuadro y cuarenta caballos del regimiento de la Reina, segundo de lanceros. Además de esta fuerza de caballería, una sección del propio cuerpo despejará la carrera por donde pasen los reos para el sitio de ejecución y no permitirá aglomeración de gente a la inmediación del convoy.

El señor comandante D. Erasmo Ortemback mandará el cuadro y cuidará de tomar las medidas que considere oportunas para el exacto cumplimiento de lo que queda prevenido." (El Fanal. Puerto Príncipe, agosto 11 de 1851)
En la nota del 13 de agosto, El Fanal informa "bajo la impresión de un acontecimiento doloroso" que "D. Joaquín de Agüero y Agüero, D. José Tomás Betancourt, D. Fernando de Zayas y D. Miguel Benavides, ya no existen. A las seis y media de esta mañana [12 de agosto de 1851] han sido ejecutados".

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San Antonio María Claret narra en su Autobiografía

Cabalmente en aquellos días cogieron las tropas a cuatro insurgentes o revoluciona[rios] [Joaquín de Agüero, Fernando de Zayas, Miguel Benavides y Tomás Betancourt] hijos de la misma Ciudad con las armas en las manos, y así es que fueron condenados a muerte. Y era tanta la confianza que de mi hacían los reos y aun sus parientes, que me llamaron para que fuese a la cárcel a confesarlos, y, en efecto, fui y los confesé. De tal manera fue creciendo la confianza que de mí hicieron, que me hicieron agenciar con el General a fin de que todos los que estaban comprometidos y se hallaban con las armas en las manos dejarían las armas y se volverían disimuladamente a sus casas sin que se les dijese cosa alguna y sin que constaran sus nombres. Así lo alcancé del General; por manera que toda aquella armada se desvaneció, se deshizo el acopio que tenían de armas, municiones y dinero, y todo quedó en paz.
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En 1853, en lo que hoy es el Parque Agramonte, fueron sembradas cuatro palmas, en homenaje a estos cuatro mártires camagüeyanos. 

La idea inicial era construir, cuando las circunstancias lo permitieran, un monumento a cada uno. Luego se decidió mantener el homenaje con las palmas, las cuáles se han renovado hasta la actualidad. 

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En el barrio de La Vigía, cada uno tiene una calle que le recuerda con su nombre. (JEM)

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