Wednesday, September 30, 2020

La historia poco contada del tabaco en Puerto Príncipe (por Carlos A. Peón-Casas)

 
Fábrica actual de tabacos en Camagüey. Marca “El Surco”
(Foto tomada del website de Radio Cadena Agramonte) 
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Que nadie lo dude. Fuimos productores de la tan selecta y aromática hoja, con la que se da vida a los tan apetecibles puros cubanos, que no serían de Vueltabajo, pero ya en algo tenían su propia valía, y sus productores lucraban sin dudas con tan demandado rubro que en el Viejo Mundo tenía ya suficiente demanda. 

El hecho, que acaecería hasta casi finales del siglo XVIII, se verificaba en esta comarca, ya no sólo de “pastores y sombreros”, sino también de vegueros; y que según cuenta la historia, no eran pocos y producían del rubro tanto o más que ninguno otro, hasta el punto que según se afirma: era, en 1776: “uno de los cultivos mayores de la jurisdicción (…) y se dice que de inmejorable calidad"(1).

Pero ese mismo año de marras ardió Troya en la jurisdicción de Puerto Príncipe. Todo fue debido a que los productores de tabaco locales fueron fuertemente gravados por las autoridades locales, que les exigieron enormes y desacostumbradas contribuciones sobre su producción tabacalera. El hecho acarreó una airada reacción de parte de aquellos que según el propio historiador que venimos citando, fueron de tal violencia que “las fuerzas de la guarnición no pudieron aplacarlos"(2).

Sigue contando el bien informado Juárez Sedeño que: “los propios vegueros arrasaron sus vegas, prefiriendo eso antes que pagar más impuestos”(3). Entonces el poder local, obligó bajo Decreto de la Junta de Fomento, hecho firme el 26 de enero de aquel 1776, a que los productores sembrasen la aromática hoja con carácter extensivo en las márgenes de los ríos locales: “siempre que en ella no lo hiciesen los propios dueños de las haciendas, sin perjuicio de la crianza de ganado, pagando poco arrendamiento por las tierras ocupadas"(4).
El asunto no prosperó de ninguna manera, pues los criadores de ganado que lo hacían en la modalidad de “suelto”, se opusieron tenazmente, con lo que el negocio tabacalero del añoso Príncipe vino a menos, y sólo, quedó en explotación una única vega: “La Concepción”, de la que nada más se nos dice, aunque si afirma el bien enterado cronista que era “de fama y calidad”.

No estaría de más, en estos tiempos en que se pretende “resucitar” a como de lugar nuestra condición de inoperantes productores agrícolas, fomentar otra vez, a lo largo de las márgenes del Tínima y el Hatibonico, el tal celebrado cultivo, a ver, si con suerte, ponemos en el mercado alguna selecta marca de algunas apetecibles brevas oriundas de este terruño, y con las que acaso podamos sacar algunos dividendos extras del turismo que colma por estos días nuestras calles y plazas.


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  1. En Camagüey (Datos curiosos y originales de su historia) Jorge Juárez Sedeño. Folleto editado en ocasión de la VII Convención de Leones celebrada en la ciudad de Camagüey en Junio de 1944. p.11
  2. Ibíd.
  3. Ibíd.
  4. Ibíd. p.12

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