Thursday, May 30, 2019

Una Medea del ayer y del hoy (por Wilfredo A. Ramos Vázquez)


Durante todo el mes de Mayo, algo raro en nuestra cartelera teatral, se ha estado presentando en la Sala Artefactus Teatro, de Kendal, la obra de teatro “Medea Prefabricada”, del joven dramaturgo cubano residente en la provincia de Pinar del Río, Irán Capote y bajo la dirección de Miriam Bermúdez, en una producción del Proyecto Teatral Puertas. Esta puesta contó con las actuaciones de Simone Balmaseda, Vivian Morales, Héctor Alejandro González, Laura Alemán, Rafael Farello y Javier Alemán.

Medea es un pesonaje de la mitología griega, hija de Eetes, rey de la Cóoquida y de la ninfa Idía, consagrada como sacerdotisa de Hécate, de la que obtuvo los principios de la hechicería. Medea es el arquetipo de la bruja o hechicera, portando la condición de mujer autónoma e inusual, muy distinta al prototipo de mujer ideal para la época. Este personaje fue utilizado por distintos autores teatrales de la antiguedad griega para crear otro carácter del mismo nombre, que tomará vida sobre la escena y que ha llegado hasta nuestros días, retomado por una gran cantidad de dramaturgos fascinados por tal personaje, pero que tiene en la “Medea” de Eurípides, la máxima representación dramática, en donde el autor exalta los valores femeninos, defendiendo su condición de mujer, que está consciente de sus desventajas sociales frente al hombre y la sociedad. Este autor nos presenta a una mujer inteligente y sabia, respetada por algunos y temida por otros, que cobra venganza de Jasón, su esposo, ante su secreto futuro enlace con la hija de Creonte, rey de Corinto, matando a la prometida y a sus propios hijos, para después huir. Muy interesante resultan las palabras que en su huida se intercambian Medea y Jasón, para poder entender el carácter de esta mujer:

Medea: Oh niños, como habéis perecido por la locura de vuestro padre! 
Jasón: ...pero no los destruyó mi mano derecha!

Medea: No, sino tu ultraje y tu reciente boda!

Del anterior parlamento se desprende como esta mujer no siente ningún vestigio de arrepentimiento por la terrible acción realizada al asesinar a sus propios hijos, sino que pone la responsabilidad de la misma en manos del esposo por abandonarla, mostrándonos que para ella su papel como mujer en su sociedad es más importante que su función como madre. De aquí, que el personaje de Medea haya sido tratado por la dramaturgia posterior y la literatura teatral como el de una mujer cruel, desalmada, vengativa, despiadada, mujer por encima de todas las cosas y carente de sentimiento materno alguno, pero si entráramos en un análisis profundo de dicho personaje y su comportamiento, que aquí no es nuestro objetivo, podríamos realizar diversos análisis que ofrecerían alguna justificación a su actitud.


Teniendo en cuenta lo anterior, Capote, el autor de esta nueva Medea, nos trata de recontar el antiguo mito, pero desde los postulados de una actualidad rebosante de elementos que nos pueden contextualizar una completa paradoja hacia otra realidad insular, utilizando para ello alusiones a elementos, situaciones y lenguaje que nos llevan de inmediato a querer visualizar una Medea caribeña, es decir, casi cubana. Al leer el texto detenidamente, podemos apreciar como un ambiente conocido para nosotros los cubanos, de putrefacción moral, de pérdida de valores, de habla vulgar, de encerramiento, de violencia, de falsos valores, de desesperanza, de escape, que forman parte de nuestra piel, se pasean por el entorno de esta nueva Medea, uniendo sus conflictos originarios a otros muy actuales y conocidos.

No podemos dejar de señalar que la dramaturgia cubana contemporánea, tanto la del cine como la teatral se ha estado nutriendo de historias sacadas de la dura y dolorosa cotidianeidad que envuelve al cubano de hoy, como tomando prestadas otras historias, de otros tiempos y otras latitudes, para reflejar el sombrío escenario insular. Bajo estas premisas, estos autores buscan en las situaciones más retorcidas y dolorosas para tratar de presentar las inquietudes que los agobian como artistas y como pueblo. Es por ello que abunda el lenguaje vulgar, las situaciones groseras, la violencia extrema. La dramaturgia nacional ha hecho una oda a eso que se le ha dado en llamar “literatura sucia”, Nuestro cine, nuestro teatro actual, tiene de sobra y ya demasiados ejemplos de ello.

Volviendo al texto de la puesta en escena que nos convoca, se puede apreciar como Capote pudo enlazar perfectamente ambas historias, la de ayer con la de hoy, ofreciéndonos una Medea que manteniendo todo su destino trágico griego, incorpora toda la tragicidad contemporánea. Mediante un vocabulario obviamente muy cubano y elementos de la acción que giran hacia esa realidad, podemos decir sin miedo a equivocarnos, que la tragedia de esta otra Medea, pudiera ser la de una Yurislaidy cubana de hoy.

Teniendo estos elementos en la mano, Miriam Bermúdez, la directora de esta puesta en escena, también se lanzó a realizar su “propia dramaturgia”, tratando de deslocalizar un poco el texto, para presentarla con una lectura más globalizante y uniéndola aún más al texto original mediante la incorporación de una otra Medea, la verdadera, como alter ego del personaje que vemos sobre la escena. Este gran acierto al momento de armar la dramaturgia escénica brinda al espectador la oportunidad de observar un diálogo entre ambas mujeres, que a la vez es un soliloquio, mostrando sus mismos puntos de vista pero desde realidades muy diferentes: la del ayer clásico y la del hoy irreverente. Con pocos recursos escenográficos, pero bien concebidos, se construye el ambiente escénico, que como bien en el texto se hace alusión, tiene que ver con un espacio en donde los materiales de construcción se convierten en el centro de la acción actoral y pretexto para el desarrollo de la misma acción dramática, emparejando la supuesta construcción material a la construcción dramática. Al buen ver del espectáculo se suma un sencillo pero eficaz diseño de luces y una banda sonora apropiada, todo dentro del reducido pero efectivo espacio escénico que oferta siempre la sala Artefactus Teatro, la cual tiene el privilegio de hacer dialogar cualquier puesta directamente con el espectador.


Con respecto al elenco, creo que debemos comenzar hablando del excelente trabajo que realiza la actriz Simone Balmaseda, en su rol de la nodriza de Medea, quien recibe el muy poco dramático nombre en este texto de Yuyú, aunque en esta versión, su autor le da un carácter homosexual a este personaje, el cual aparece en escena como una mujer algo machorra por cierto, que no nos deja imaginarnos, que en realidad, según esta nueva historia, es un hombre que ha asumido el rol de mujer y que le sirve a Jasón como desahogo sexual también en ocasiones, algo de lo que nos enteramos a través de una de las mejores escenas de la obra en las que se produce un fuerte diálogo entre ambos personajes. Simone, hija del conocido actor cubano Mario Balmaseda, enfrenta este complejo personaje con algo que es vital para el trabajo de todo actor, el creérselo y dejarse llevar por él. La actriz trabaja con gran intensidad dramática su personaje, manteniéndose en un punto neutro entre el texto clásico original y el contemporáneo, lo que le permite un registro actoral creible y sincero, sin impostaciones, ni llevando su personaje por carriles demasiados actualizados. Con un buen trabajo vocal y dicción, algo prioritario en el actor, su potente voz llega a todos en todo momento, tanto en los violentos como en los de introspección. Su presencia se hace casi constante en la escena y siempre se justifican sus acciones y tareas escénicas. Sin duda, para nosotros el mejor trabajo en escena.


Héctor Alejandro González, asume el rol de Creonte, padre de la nueva esposa de Jasón, el cual para esta actualizada versión deja de ser rey de una nación, para convertirse en el ricachón y mafioso del barrio, que se hace acompañar con “guardaespaldas negros en motocicletas”, que alardea de su poder económico y gansteril. mostrándonos con su indumentaria esa estrafalaria y escandalosa ostentación. Héctor, es un actor al que hemos podido ver en escena en diferentes trabajos y siempre sentimos la sensación de estar frente al personaje interpretado, desapareciendo el actor. Su fuerte energía en el escenario no pasa desapercibida en momento alguno, dotando a su personaje de vida propia, a ello contribuye en gran medida su potente voz, de clara dicción y excelente proyección. Otra de las grandes escenas de la puesta lo incluye a él en su enfrentamiento con Medea, en el que logra llevar a la actriz a su zona de conflicto dramático. Aunque con una sola escena, el trabajo de este actor deja su huella en la puesta.


Medea, el personaje protagónico, centro de toda la trama, le corresponde incorporarlo a la joven actriz Laura Alemán, sin duda todo un reto y del cual sale bastante airosa, con más logros que desaciertos, aunque su trabajo de incorporación del personaje no nos convenció del todo, ya que sentimos cierta falta de credibilidad en el mismo. La actriz necesita sentir más el drama, pero desde la interiorización del mismo, no desde su exteriorización, DRAMA no significa siempre tensión externa, gritos, acciones violentas. Aunque esta Medea es de otros tiempos y otras realidades, nada le impide mostrar gradaciones en su temperamento. La contención y el silencio también pueden ser dramáticos.


Vivian Morales, también es una actriz conocida de nuestras tablas y que para esta ocasión asume un personaje creado e introducido con gran acierto por la directora a este texto, que enriquece la acción dramática y tiene a bien acercarnos de nuevo al texto original, permitiéndonos ver en escena a la Medea de la antiguedad clásica junto a esta otra Medea de hoy en día, convirtiéndose en su “alter ego” e interactuando ambas todo el tiempo. Sin duda la incorporación de este personaje le da otro vuelo al texto, aumentándole su valor literario. Esta Medea hablará con textos clásicos, extraídos del original, que se imbrican perfectamente entre los textos de marcada contemporaneidad de la puesta. En cuanto a este punto, nos quedamos con la necesidad de algo más de incorporación de esos parlamentos originales para que aumentaran el enlace entre ambos textos, el de ayer y el actual. Con respecto al desempeño actoral de Vivian, su trabajo va por el camino de la tragedia clásica griega, sus movimientos consiguen llevarnos por esa vía, marcando la diferencia en el escenario entre el actuar de ambas mujeres. Algo que tendríamos que señalarle a la actriz, es acerca de lo que podemos considerar un vicio de actuación muy presente en ella, nos referimos al tratar de hablar siempre con los ojos, apoyándose en una excesiva y algo exagerada expresividad de los mismos, como refuerzo a su trabajo. No lo necesita en lo absoluto, ella es una actriz que emana fuerza y sabe trabajar sus personajes. Otro aspecto a señalar es una necesidad de más energía o carga dramática interna en algunos instantes de su trabajo, que por su característica de personaje totalmente clásico lo necesita, para no dar la sensación en algunos momentos de estar ajena a la acción que se desarrolla sobre la escena. No obstante estos señalamientos, la actriz nos entrega un personaje creible, de peso y trabajado, que al final recibe la aprobación del público y de la propia puesta en escena.

Creo necesario hacer un alto para comentar otro de los aciertos de la dirección en esta puesta y es para referirme al intercambio de roles que en un momento muy avanzada la obra, se realiza entre las actrices que han venido incorporando a ambas Medeas, pasando la actriz que venia desarrollando el personaje actual a incorporar el personaje clásico, mientras que la otra actriz se despoja del personaje original para asumir el contemporáneo. Este cambio de personajes por parte de la actrices no solo acerca ambos textos, el de ayer con el de hoy, sino que enriquece la dramaturgia de la puesta en escena y ofrece a ambas actrices un mayor trabajo de asimilación e interiorización del espíritu de ambos personajes, que al final no es más que el mismo.


Por último nos queda hablar sobre el trabajo Rafael Farello, quien incorpora al Jasón y Javier Alemán quien asume el personaje de Egisto. Con respecto al desempeño del primero de estos jóvenes actores, nos quedamos con una sensación de personaje impostado, no elaborado, actuado, no vivido, de nada valen las acciones violentas o una entonación fuerte de la voz, cuando por dentro no se incorpora por entero el personaje. En el trabajo de este actor siempre se vio un distanciamiento entre actor y personaje, estuvimos en presencia de una “representación” y no de una “actuación”. Creo que es muy necesario para los actores tener siempre presente la escencia de los postulados de Stanislasky para construir los personajes y llevarlos a escena. Rafael posee buena voz, presencia y buen desplazamiento en el escenario, pero requiere a nuestro entender de más rigor a la hora de preparar y trabajar sus personajes. Con respecto a Javier, el segundo de estos actores, no podemos decir mucho, solo que realizó un discreto trabajo, teniendo en cuenta que no es actor y era primera vez que subía a un escenario para tratar de resolver esos problemas que ocurren demasiado frecuentemente en las tablas de Miami, cuando los actores abandonan ya un trabajo comenzado por diversas razones, y surje la imperiosa necesidad de encontrar a “alguien” que asume el espacio abandonado por aquel otro irresponsable actor. Se le agradece su espontaneo trabajo y su arriesgada entrega.


Sin duda, aplaudimos esta nueva entrega de Miriam Bermúdez, que a pesar del viento en contra siempre trata de entregarnos un trabajo de calidad y grandes vuelos artísticos, algo que siempre se agradece y valora.

Para concluir, tenemos que reafirmar nuestro apoyo a todos aquellos que se involucran en cualquiera de los proyectos teatrales que suben a los escasos escenarios de nuestra ciudad de Miami, son héroes de las artes y la cultura, que se enfrentan a la indiferencia de instituciones, empresarios, publico e incluso artistas día a día, pero que a pesar de ello no cejan en su tenaz empeño de subir a las tablas y ofrecernos TEATRO, que es lo mismo que ofrecer VIDA. Por eso hoy, 30 de Mayo Día del Teatro y la Dramaturgia Cubana del Exilio le hacemos llegar nuestras felicitaciones a todos que, aún lejos de sus orígenes, luchan por mantener vivo el Teatro Cubano.


Wilfredo A. Ramos
Crítico de Teatro y Danza

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