Wednesday, November 14, 2018

Un viaje en tren a la ciudad camagüeyana de 1909 (por Carlos A. Peón-Casas)


Un viaje en tren a la ciudad camagüeyana de 1909.
Revelaciones de un añoso itinerario de
la Cuba Railroad Company(1)


por Carlos A. Peón-Casas


Bosques tupidos e invitantes pastos (…) pasan en sucesión. Casi inmediatamente después de dejar atrás Guarina(2), el viajero atisba en el horizonte más de una alta torre, de las iglesias de la ciudad de Camaguey(3) 


Viajar en tren, hacia o desde la ciudad de los tinajones de aquel 1909, no era una tarea ciclópea como acaso puede lucir para cualquier hijo de vecino, que lo intente, un siglo y algo después.

Las revelaciones de este ya inencontrable itinerario, anotado e ilustrado, de la que fuera en su época la más grande compañía ferroviaria en Cuba, viene a confirmárnoslos sin cortapisas, haciendo igualmente valedero lo que reza el castizo refrán: cualquier tiempo pasado fue mejor.


Con sus oficinas generales ubicada en nuestra ciudad legendaria, The Cuba Railroad, era regentada en aquel año por el Sr. D. A. Galdós, quien fungía como manager. La compañía unía en su recorrido ferrocarrilero, tres de las entonces seis provincias, Santa Clara, Camagüey y Oriente.

Habiendo iniciado sus operaciones el 8 de diciembre de 1902. El proyecto ferroviario, que algunos ya en la época de dominación española lo habían considerado imposible, fue prestamente acometido por Sir William Van Horne, quien logró la demandante empresa en la mitad del tiempo pactado.

Ya en su época, tenía las mismas especificidades técnicas y el equipamiento que las mejores de sus pares norteamericanas. Incluyendo ramales y líneas principales que alcanzaban una extensión de 444 millas.

La compañía mantenía un servicio diario de pasajeros y carga entre las ciudades de La Habana y Santiago de Cuba, con una duración de 24 horas: de la capital a Santa Clara, usaba las vías propiedad de la United Railways of Havana. Sus trenes incluían coches de primera, segunda y tercera clases, dormitorios y de observación.

Saliendo desde la estación habanera de Villanueva, a las 9 de la noche, el tren arribaba a Santa Clara a las 5 y 30 AM, y luego de una parada de veinte minutos, continuaba viaje. A Camagüey debía hacer su entrada a las 12.20 PM, ni un minuto más ni uno menos. Veinte minutos después, el potente pitido de su locomotora de vapor, anunciaba la partida de la entonces flamante estación. La llegada a Santiago se producía a las 9 de la noche.


Propiamente a la ciudad de los tinajones había igualmente una salida directa desde la capital, que partía a las 7.30 AM, y arribaba a nuestra ciudad a las 10.15 PM. En dirección contraria, el tren corría todos los días a las 6.30 AM, con llegada a la capital, por el marítimo poblado de Regla, a las 9.08 del mismo día.

La lista de precios para los viajeros, variaba de acuerdo a la clase escogida: primera segunda, o tercera. Un billete en primera Habana-Camaguey, importaba 15.41 pesos, pero en tercera, ascendía sólo a un tercio de aquella suma: 5,13 pesos. A Santiago de Cuba desde Camagüey el viaje importaba 9,32 pesos. Desde la capital hasta Santiago el importe era de 24.03 pesos.

El servicio de coches camas estaba solo disponible a los viajeros de primera y sumaba un extra al precio del billete original, de entre 3 y 10 pesos.

Un dato muy curioso sobre el costo de los carruajes públicos en nuestra ciudad en aquel tiempo, lo aporta igualmente este bien informado itinerario. El dato resultaba utilísimo para los pasajeros que desembarcaban y se dirigían a distintos puntos de la otrora villa.

Los recorridos que se hacían dentro de los límites de la otrora ciudad, por entonces menos extensa que la actual, importaban 20 centavos para dos personas y 30 si viajaban tres.

Rumbo a La Caridad, el Casino, la Vigía, sólo hasta el puente de Méndez, y Pueyo, el importe era de 30 centavos por dos pasajeros, y 40 para tres.

Igualmente se ofrecían servicios por horas, y el costo era de un peso para dos viajeros, por una hora, y de 1.50 para tres.

El servicio estaba disponible durante las veinticuatro horas, aunque la tarifa se doblaba en el horario entre las once y las seis de la mañana. El pago por el servicio era obligatoriamente en plata española, y no se aceptaba el dólar estadounidense.

Para los viajeros foráneos, la ciudad agramontina disponía desde 1905, de un fastuoso hotel, el Camagüey, propiedad de la citada compañía, que prometía a sus huéspedes un servicio de lujo, con habitaciones grandes y ventiladas, dotadas de cuartos de baño, agua corriente, y hasta sábanas de hilo.

Grandes corredores, y un jardín interior o patio, le dotaban de una singularidad difícilmente encontrable en ningún otro de su clase en el mundo.

El sitio fue el preferido por muchos visitantes norteamericanos, que organizaban sus recorridos por toda Cuba, usando los servicios que la propia compañía propiciaba, con salidas desde Nueva York a la Habana o Santiago, primero a bordo de los buques de la Ward Line, y luego, en los trenes de la compañía a cualquiera fuera el destino. El precio era entonces de solo 55 dólares, incluyendo el traslado marítimo de ida y vuelta, y el servicio ferroviario dentro de Cuba.

Los detalles más singulares de la otrora ciudad principeña, cuya población totalizaba entonces 29.616 habitantes, estaban igualmente disponibles en este itinerario, y nos dan una idea de las singularidades de aquel minuto, ya a la distancia de más de una centuria.

Con la traducción de aquel texto informativo, verdadera promoción turística al uso de aquel minuto histórico, cerramos esta cercanía, singular memorabilia de aquel instante de nuestra ya irreconocible memoria vital.
La ciudad de Camagüey luce su antigüedad. Proliferan por doquier pintorescas esquinas y rincones. Las ventanas enrejadas, las pesadas cornisas, y los techos de tejas, la mampostería deshecha, y el venerable aspecto de las calles y casas, da una sucesión atractiva de imágenes que seduce al viajero a extender sus exploraciones. 
Entre sus atracciones principales, están las añosas iglesias, las más renombradas son la de la Merced y la Soledad(…) 
A los visitantes foráneos, les agrada permanecer en la ciudad. Sus conveniencias más modernas, los tranvías eléctricos , sus calles limpias, los carruajes públicos, parques, bancos, oficinas de telégrafo, y especialmente el alojamiento en el confortable Hotel Camagüey, en combinación con su agradable clima, hace de la ciudad un amable lugar de residencia, mientras sus desparejadas calles, sus peculiares y añosos edificios, y la atmosfera intacta de originalidad la hace muy interesante. 
La Cuba Railroad Company tiene su cuartel general en Camagüey. Aquí ha construido recientemente la más atractiva estación ferroviaria de Cuba, en cuya segunda planta se acomodan sus oficinas. 
Habitan en la ciudad y en sus vecindades gran número de hombres de negocios: norteamericanos, canadienses y británicos. 
Los alrededores de la ciudad son ricos en pastos. La ganadería es el principal rubro de riqueza. Igualmente hay valiosas reservas madereras, se exportan a su vez, cera y miel(4).


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  1. The Cuba Railroad. Annotated and Ilustrated Time Table 1909-1910. General Offices. Camagüey, Cuba.
  2. Un punto en la línea férrea ubicado a unas 6 millas de la ciudad de Camagüey.
  3. Ibíd. p.12
  4. Ibíd. pp. 14-17

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