Wednesday, January 10, 2018

Plegarias a lo Job (por Carlos A. Peón-Casas)


Plegarias a lo Job


Déjame que mis días son un soplo.

Grito a ti y no me respondes,
Me pongo en pie y tu me dejas fijo
Te has hecho cruel conmigo
Con todo el vigor de tu mano me persigues
Me levantas por el viento, me haces cabalgar
y me sacudes en medio del estruendo el huracán….
Job. 20-23


I

Señor

Tu tienes todas las respuestas a mis fatigosas preguntas.
Tu bien sabes la medida de mi desolación, la vastedad de mi culpa, lo merecido de mis afanes…
Pero si te es posible, Señor, alivia donde puedas los rigores de mi pena…
Infunde Esperanza en mi raquítica Fe.
Dame tu consuelo Eterno y sálvame de este tormento, AMEN.

II

Señor

Que todo se empareje
Que el raudal de mi pena
Alivio encuentre
Pensar y percibirlo
En plena madrugada
Como una luz temprana
que enciende afanes.

III

No saber, no me exime de aceptar lo ignoto
Cualquiera sea su signo…
Cualquiera fuera mi suerte…

IV

Pero como Job
seguiré implorando Misericordia
al Dueño de Todo…
Al Señor de la Vida,
al Proveedor de todos los Consuelos…
Al Detentador de toda Esperanza…
Soy una voz que clama en otro desierto
Pero como Job,
No perderé mi poca fe.

V

Dios mío
Perdóname este estilo a lo Job
definitivamente no al humilde modo del santo varón
Sino al mío propio
Desproporcionado y grandilocuente
En medio de esta miseria que no le descubro sentido
Y que solo puedo explicar desde lo inexplicable
En medio del inevitable malestar que me ronda
Perdón Señor, pero ya tu lo sabes…

VI

Debo asumir mi destino,
Pero hacerlo con fe.
No me es dado ver el futuro,
Inexcusable es tratar de avizorarlo
por que es de Dios y de nadie mas..

VII

Deja a Dios ser solo Dios
Tu conténtate con vivir el día a día
Y planifícate de cara a una nueva realidad…

VIII

Llueve
Acaso tanto liquido elemento es la confirmación tacita
De una Voluntad que lo tiene todo atado ab infinitum…
Yo no puedo mas que aceptar con Paz-ciencia
Lo que me toca sufrir
Alguna razón subyace en tan desolada sin razón.

IX

Los gorriones me miran desde su maltrecho nido
en lo alto de la viga del techo
Hasta allí, los acompaña la Misericordia Divina
¿quién soy entonces para despojarlos de su precario nido?

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