Friday, October 20, 2017

De esos reencuentros que me devuelven la fe perdida (por Ingeborg Portales)

Carlos A. Peón-Casas presenta su libro  El vino mejor. Ensayos sobre Ernest Hemingway,  el 15 de octubre de 2017, en el Salón Padre Félix Varela de la Ermita de la Caridad
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Como él mismo suele decir, Carlos Peón Casas es uno de esos amigos de la vieja guardia. De algún modo Carlitos sigue siendo esa conexión con lo real, libre de las apariencias virtuales. Un buen día; por ejemplo, puedes recibir una carta de su puño y letra.

Nos conocimos siendo adolescentes, en Camagüey. Nos unió después un período especial y dos becas en La Habana. Carlos estudiaba Lengua y Literatura Inglesa en el ISPLE, y yo estudiaba Bibliotecología en Miramar. Fue en ese pueblo donde nací, y cuyo nombre no quisiera recordar, pero recuerdo, Guanajay, el que durante muchos fines de semana, se convirtió en su refugio. Carlos venía a mi casa y allí compartíamos la poca comida que mis padres podían poner en la mesa en esos momentos.

Treinta años después, en La Ermita de la Caridad del Cobre, donde presentó su libro, me lo recordaba con la misma alegría y agradecimiento de entonces.

Carlos vive en Cuba, con su esposa y sus tres hijos. Enseña Legua y Literatura Norteamericana en la Facultad de Lenguas y Comunicación de la Universidad de Camagüey y está también al frente de la Biblioteca Diocesana. A pesar de que en muchas ocasiones he recibido correos de Carlos, pidiéndome ayuda con materiales a los que no tiene acceso desde Cuba, ha sido sorprendente escucharlo contar historias sobre su proceso de investigación y los artificios para poder estar conectado con el resto del mundo.

Cuando lo escuchaba no podía dejar de pensar, en la falsedad de esa opinión que muchos cubanos suelen esgrimir, bien a la ligera, “en Cuba todo el mundo mordió”.

Más sorprendente aun, o admirable, ha sido escucharlo compartiendo en público sobre su enfermedad. Hace aproximadamente un año, sus dos riñones decidieron dejar de funcionar al mismo tiempo. Después de recibir la noticia, Carlos, que nunca ha dejado de ser un hombre de fe, solo se repetía una misma pregunta. ¿Por qué Dios mio? Su visita ha sido demasiado corta, apenas tres días, no puede interrumpir su proceso de diálisis y preparación para recibir el trasplante del riñón que le donará su hijo mayor Francisco Javier. Carlos que nunca ha dejado de ser un hombre de fé, intenta ahora encontrar cada día, las respuestas a una pregunta diferente. ¿Para qué Dios mio?

Desde aquí, yo solo espero que la operación sea exitosa, y que puedas regresar muy pronto, para celebrarlo y para presentarnos tu próximo libro.

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