Friday, May 26, 2017

Najasa, notas de mis recuerdos (por Joaquín Estrada-Montalván)

El municipio de Najasa está ubicado al sureste de la provincia de Camagüey, fue creado el 10 de octubre de 1976. Cuenta con 901.4 Km2 de extensión superficial y una población de 15 654 habitantes; Limita al norte con Jimaguayú y Sibanicú; al este con Sibanicú, Guáimaro y “Amancio Rodríguez”; con este último y con Santa Cruz del Sur al sur; y al oeste con Vertientes. (Datos ONE Cuba 2014)

Najasa es hoy un pueblo muerto debido a los fracasos de los megaproyectos de la llamada revolución. En este municipio crearon la cuenca lechera y una planta para extraer zeolita, ambos intentos llegaron a ningún lugar y produjeron la ruina del territorio.

Territorio rico en historia, mencionando de paso en el siglo XIX: Gaspar Betancourt Cisneros, El Lugareño introdujo la pequeña parcela rural con trabajo libre asalariado y hombres instruidos. Rosa La Bayamesa fundó hospitales de campaña. Fue zona de talleres artesanales mambises donde se producían zapatos, monturas, armas, etc. Enrique Loynaz del Castillo compuso, en la finca La Matilde, El Himno Invasor. Najasa fue el paraíso donde Amalia y Agramonte vivieron su idilio…

Entre sus tesoros naturales, el bosque fósil…

Llegué al entronque de Najasa, luego de coger un par de botellas, una mañana de septiembre de 1991, donde está el Jimbambay o quizás algo más allá, con mis botas rusas, pitusa viejo de la yuma, camisa de mangas largas de mezclilla (quizás algodón) azul, sombrero de guano, la mochila de la alfabetización de mi mamá y tabaco de la bodega, debajo del brazo un sobre amarillo reciclado, con los papeles que me condenaban a pasar el servicio social en el municipio de Najasa, variante camagüeyana del Pueblo de las Maravillas de la fílmica Alicia.

Una guagua escolar destartalada, echando humo por casi todos los lados, con un chofer sin camisa lleno de grasa se detiene y me ofrece el último ride hacia el pueblo prometido, por el camino mientras metía y sacaba la mano del motor que quedaba al lado del timón, me preguntó qué hacía yo por esos lugares; cuando le expliqué la misión que recién estaba iniciando, se limpió las manos con un trapo que debió haber sido parte de una sábana blanca y se presentó como Bolanés, el director de Cultura Municipal; de esta manera se iniciaron los tiempos del Servicio Social, que se extendió por algo más de un año, pero que en la distancia rememoro con afecto del bueno.

A Najasa llegaba con cierta frecuencia la caravana de los 4×4 del Comandante, como ellos le nombran a Guillermo García Frías, quien pasaba raudo y veloz por el pueblo a disfrutar de los excesos permitidos a los que guían al proletariado insular, hacia la zona que se conoce como el Coto de Caza de Belén o Area Protegida de Flora y Fauna. En algunas ocasiones concedía una breve escala en el Partido Municipal para recibir las reverencias de los dirigentes locales.

No escasearon los conflictos con el director, el del sindicato, … por los intentos fallidos de enviarme a construir refugios militares, construir cercas estilo voisan, quererme implicar en jornadas agrícolas de dos o tres semanas o intentar juzgarme en esas cortes inquisitoriales atemporales versión tropical, por lo que ellos consideraban mis confusiones y/o desvíos ideológicos (a pesar de demostrarles más de una vez que ellos de ideología no habían leído un chícharo, y yo de confusión ninguna tenía, pues al marxismo nunca le vi lo lindo ni en teoría). 

Recuerdo con satisfacción que recuperé (encontré en el Archivo Histórico de Camagüey) para ese municipio el documento escrito más antiguo hallado hasta el día de hoy, que corresponde a 1729 y que trata de unas transacciones comerciales relacionadas con cacao (si la memoria no me falla). Descubrí el primer asentamiento con material arqueológico que demuestra la presencia habitacional aborigen, en una cueva en la Sierra de Guaicanamar (hasta ese momento se conocían pictografías, pero no se habían hallado pruebas de sitio estable en esta zona). La expedición arqueológica la conformé con Francisco Luna, Juan Carlos Agüero, Odalis Brito y Oropesa (padre). Realicé una investigación social-cultural en la comunidad de Revolico y diseñé un pequeño catálogo para el museo local. 

Con cariño recuerdo a ... maestra de literatura, quien también andaba por esos parajes cumpliendo su servicio social, entre bromas y poemas (que poeta fui en mi juventud), nos enamoramos en nuestras idas y venidas en el guacamión (como le llamaba al híbrido de Kamaz con cabina para pasajeros en la parte de atraá, con un diseño que simulaba una guagua). 

Amigos, recuerdo a un músico y un pintor, ambos cumpliendo su servicio social.

Tiene Najasa su poeta Miguel Andrés, sus historiadores Oropesa (padre e hijo) y muchas otras excelentes personas, con las que compartí buenos ratos.

Amigos y familia agradecieron mi breve destierro najasense, pues viajaba de vuelta con una jaba (exjean) repleta de frescas tilapias provenientes de la presa de Najasa, que cada día le correspondía a alguien diferente, quien me iba a esperar a Ferro Omnibus para recoger su alimento, tan escaso en aquellos tiempos del llamado Período Especial en Tiempo de Paz.

Así inició mi postgraduado andar…

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