Friday, November 12, 2021

"Alguna vez en Miami", teatro para pensar. (por Wilfredo A. Ramos)



“El teatro esencial se asemeja a la peste, no porque sea también contagioso sino porque, como ella, es la revelación, la manifestación, la exteriorización de un fondo de crueldad latente, y por él se localizan en un individuo o en un pueblo todas las posibilidades perversas del espíritu”.

Antonin Artaud.



Con este pensamiento de dicho importante teórico y creador teatral francés, quien es considerado fundador de lo que se ha conocido como ‘teatro de la crueldad’, se dan las primeras palabras en la obra “Alguna vez en Miami”, que tuvo su estreno mundial el pasado 29 de Octubre en el escenario de Artefactus Teatro, en la barrida de Kendal de nuestra ciudad, con dramaturgia y dirección de Eddy Díaz Sousa, y que cerró la cuarta edición del Open Arts Fest Miami, evento que corre bajo su propia organización.

En esta ocasión, Sousa asume el riesgo de construir un texto partiendo de diversas historias que aparentemente no encierran relación alguna entre ellas, debido a que lo contado en cada una tiene referencias muy particulares que las distancian entre si. Dicho texto, el cual no puede ser visto como un texto común, no contendrá una acción que pueda ser vista transcurriendo a lo largo del mismo, ni el orden de las historias contadas tendrán uno especifico. A no ser en el principio y final de la obra, no se nos revelará una continuación argumental con la cual pudiéramos observar un pequeño atisbo para hacernos cerrar un ciclo, pero que sin el intelecto del espectador de por medio, este se podría diluir.

Sousa dará nombres a las escenas que serán dichos por el narrador a manera de presentación de las mismas, personaje del que más adelante hablaremos y que tendrá una imprescindible función en el desarrollo dramático del espectáculo. De esta manera nos encontraremos con títulos como “Primeros pasos”, “Alma mía”, “Relato abreviado de la mujer del policía”, Colonia de Violetas”, “Es Octubre y llueve”, “Instrucciones para matar un gato”, “Medea y Jason”, “Algo grave” y “Navidad”.

Nosotros tuvimos el privilegio de tener acceso al texto primigenio, desde donde comenzó el trabajo de montaje de la obra, así como también al escrito final resultado de un amplio y complejo proceso dramatúrgico, donde la búsqueda y la insatisfacción, dieron al traste con muchas de las cuartillas antes escritas, creando un intenso trabajo, agotador por demás, tanto para el dramaturgo-director como para los propios actores, producto del surgimiento de nuevas ideas y reclamos que permitieran llegar al resultado final deseado, uno con una cota muy alta de exigencias artísticas e intelectuales.

Armando Naranjo y Dairín Valdés
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Para enfrentar este trabajo, el director acudió a la presencia en la escena de Oneysis Valido, Armando Naranjo, José Luis Pérez, Dairín Valdés, José Miguel Quezada y Julio César Amador, quienes asumen el reto de poner piel a personajes con historias complejas desde una posición en que ninguno podía ‘representar’ sino ‘narrar’ las historias, un trabajo de real distanciamiento que los obligaba a separarse lo más posible de las tradicionales técnicas stanilaskianas, algo en extremo difícil de lograr, mucho más para actores no suficientemente entrenados en este tipo de trabajo, aunque el resultado se acercó bastante a lo deseado.


El trabajo de cada uno de los actores fue desigual, destacándose los de José Miguel Quezada y Oneysis Valido, el primero con un excelente desempeño, sobre todo en la escena “Colonia de violetas”, en el que supo asumir los conflictos, sensaciones y actitudes que su difícil personaje requería, desdoblándose en varios, de una manera totalmente narrativa, pero proyectando la fuerza interior de cada uno a través de una magnífica dicción y proyección de voz, junto a un efectivo y preciso trabajo corporal. Vale aclarar que el texto que asume este actor es uno de los más duros en cuanto a acciones y contenido tanto de palabras como de frases que suelen ser consideradas de fuerte connotaciones eróticas, algo que pudiera extrañar a los conocedores de la dramaturgia de Sousa, quien se esmera en el cuidado de sus textos, dotados de bellas imágenes y poético lenguaje, pero que en esta oportunidad, con su vulgar rudeza, ayudan a crear el raro ambiente que recorre la obra de principio a fin.


En cuanto a Oneysis Valido, una actriz que ha trabajado desde sus primeros pasos en esta ciudad en innumerables oportunidades al lado de Sousa, enfrenta sus diferentes personajes sacándoles a cada uno de ellos la esencia germinal para colocarlos en polos opuestos, donde la entrega de su cuerpo resulta en imágenes contrarias de una misma realidad. Si en una parte de su desempeño asume un rol enérgico, cargado de ansiedad ante la posible pérdida del macho copulador, en el otro se deja llevar por la placentera sensualidad de quien es arrastrada en su semi inconsciente desnudez por las olas de un mar salvador como única manera de ser libre. Aquí el personaje nos hace un guiño a la aun reciente perdida de la actriz cubana Broselianda Hernández en las playas de Miami Beach, momento que hace saltar la emociones del espectador conocedor de la tragedia.


Aunque una vez más la Valido nos regala su plástica imagen corporal para el goce de nuestros sentidos, nos vemos precisados a decir que por momentos se le presentaron problemas con la proyección y dicción de la voz, tragándose las palabras, resultando en un murmullo ahogado, algo no usual en su decir.


Dairín Valdés ofrece un personaje conflictivo, dudoso, cargado de miedos, con buena proyección escénica, pero sin explotar las pocas posibilidades de desenvolvimiento que su rol le exigía, algo que igualmente lastró el trabajo de Armando Naranjo, conocido por todos en nuestro medio como un excelente cantante lírico, devenido actor para esta ocasión, en su escena junto a dicha actriz, en la que estuvo por momentos debajo de la intensidad que su personaje requería. Considero que ambos actores no asimilaron totalmente las contradicciones existentes en las relaciones entre sus personajes, dejando su desempeño inconcluso.


José Luis Pérez es un actor con fuerte presencia sobre las tablas, la que tal vez sea también su mayor handicap, pues maneja sus personajes con una cierta rudeza física que le resta organicidad y plasticidad a sus movimientos, amen que presenta un salvable problema en donde ocasionalmente se traga los finales de palabras, lo que hace prácticamente ininteligibles algunas frases.

Por último Julio César Amador asume el importante y decisivo rol del ‘narrador’, personaje encargado de darle a la obra la unidad necesaria para no ser percibida como una suerte de cuadros sueltos e inconexos. Por medio de su narración, el público va teniendo conocimiento de que la ciudad de Miami en tiempos ya demasiados lejanos como 1899, fue azotada también por una pandemia de salud -la fiebre amarilla -que dejó en la insignificante comunidad su legado de víctimas mortales. De igual manera van transcurriendo ante los espectadores narraciones de diversos momentos en el devenir de nuestra ciudad, dejando por el camino una estela de buenos y malos sabores que forman parte de nuestra historia, tales como algún que otro intenso y raro invierno para estos predios con nevada incluida, así como que debido a los grandes cultivos de cítricos que teniamos en nuestras tierras, estos nos ofrecieron la oportunidad de tener nuestro primer tren en 1896 o como fue castigada la ciudad por el terrible huracán que tocara esta ciudad la mañana del 18 de Septiembre de 1926, donde perdieron la vida 372 personas y más de 6000 resultaron heridas, una verdadera catástrofe para la época. También mediante este locutor nos enteraremos que Miami ha sido una ciudad diversa, en donde vivió Juan Ramón Jiménez, el escritor español y donde a pesar de haber visto una ligera capa de nieves sobre nuestras vidas; “...alguna vez sobrevivimos al fuego, a la nieve, al destierro y a la lluvia...”

Con respecto al trabajo de Amador en este distanciador rol del narrador hay que decir que por momentos su dicción no fue clara, dificultándose por ejemplo, el escuchar con claridad los nombres de algunas de las escenas.


Me veo obligado aquí a hacer una pausa para hablar sobre una situación que estamos viendo muy reiteradamente sobre las tablas miamenses que es el problema de algunos actores con la proyección de la voz y la correcta dicción. El trabajo del actor descansa en un alto porcentaje en la utilización de su voz, por lo que esta es su principal atributo de trabajo, el cual debe cuidar y pulir, por lo que es absurdo que dentro de un mismo espectáculos encontremos a varios actores que presenten por momentos dificultades en este rublo. Hago un llamado de alerta para que cada actor tome conciencia sobre dicho aspecto y no tenga miedo en reconocer sus problemas para tratar de superarlos. Ese, es no deber, sino obligación de quien decide subirse a un escenario.


Retomando el tema del narrador en esta obra, la inclusión de este personaje en un texto que pudiera sentirse caótico, no hace más que ayudar a crear un hilo conductor entre las distintas acciones que van transcurriendo a través del discurso dramático que encierra una ciudad como la nuestra, sacudida por acontecimientos, tragedias personales y pandemias tanto en el ayer como en nuestra actualidad inmediata.

Si bien en el principio de la obra los personajes no son más que actores reunidos en un escenario al que han accedido en busca de protección frente a una situación extrema desconocida, hacia el final, estos, despojados de los personajes en que se vieron envueltos, regresan al mismo espacio, todos con ligeros síntomas de mala salud demostrando lo inútil de tratar de huir de lo inevitable. Aqui el rejuego con la situación pandémica pasada y presente se hace presente, pero no quedando totalmente clara.


Mediante este provocador texto, el autor nos convida a evocar el “Decamerón”, obra producto de la reunión de diez jóvenes en la región italiana de Florencia que huyen de la peste bubónica conocida también como peste negra, que golpeara a dicha zona en 1348, haciendo que se cree de manera magistral y siniestra, un trágico nexo entre dicha realidad y la actual, lo que sin duda es un gesto maestro por parte de Sousa.


La realización de “Alguna vez en Miami” no pudo ser posible sin la eficaz producción de Carlos Arteaga, el diseño y realización escenográfica de Carlos Artime y el auspicio de Windhover Foundation, Miami-Dade Cultural Affairs, Histepa y el Archivo Digital de Teatro Cubano.


Para finalizar, lo hago con una frase extraída de un cuento de Gabriel García Márquez que muy bien se aviene con el mensaje provocador de esta obra: “... andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado”.





Wilfredo A. Ramos
Noviembre 12, 2021


Fotos de Alfredo Armas y Wilfredo A. Ramos




Thursday, November 11, 2021

Mons. Emilio Aranguren, nuevo período como presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba



NOTA INFORMATIVA DE LA 158 ASAMBLEA PLENARIA DE LA COCC.



Del 8 al 11 de noviembre, los Obispos Católicos de Cuba han tenido en la Casa Sacerdotal “San Juan María Vianney” de La Habana, su 158 Asamblea Plenaria. Estuvieron presentes todos los miembros de la Conferencia Episcopal, excepto Monseñor Manuel Hilario de Céspedes, obispo de Matanzas, ausente por motivos de salud. En la mayoría de las sesiones participó el Sr. Nuncio Apostólico.

Esta Asamblea fue de carácter electivo para la Presidencia y el Comité Permanente de la Conferencia de Obispos, así como algunas Comisiones. Los resultados de las elecciones aparecen a continuación:


Presidente: Mons. Emilio Aranguren Echeverría, Obispo de Holguín.

Vice-Presidente: Mons. Arturo González Amador, Obispo de Santa Clara.

Secretario General: Mons. Juan de Dios Hernández Ruiz s.j., Obispo de Pinar del Río.

Los otros dos miembros del Comité Permanente elegidos son:
  • Sr. Cardenal Juan de la Caridad García Rodríguez, Arzobispo de La Habana.
  • Mons. Juan Gabriel Díaz Ruiz, Obispo de Ciego de Ávila.
Mons. Jorge Serpa Pérez, Obispo Emérito de Pinar del Río continuará su servicio al frente de la Pastoral Penitenciaria y se eligió a Mons. Marcos Pirán, Obispo Auxiliar de Holguín, como nuevo Presidente de la Comisión de Pastoral de la Salud.

La Comisión Episcopal de Seminarios se encargará temporalmente de coordinar los trabajos de la Comisión del Clero y Vocaciones. Y Mons. Arturo González Amador es el nuevo Presidente de la Comisión Episcopal de Economía.

Los Obispos han intercambiado ideas y experiencias con la Lic. Maritza Sánchez Abillud, Directora de Cáritas Cuba y la Lic. Carmen María Nodal Martínez, quien a partir de enero próximo asumirá la dirección de esta Institución. Al mismo tiempo que compartieron vivencias y testimonios sobre el trabajo de Cáritas durante el período de la Pandemia y la proyección presente y futura de la misma, los Pastores han agradecido a la Lic. Maritza Sánchez por su servicio de tantos años y han acogido a la Lic. Carmen María, ofreciéndole apoyo y colaboración para el desempeño eficaz de la misión encomendada. Ellas también han ofrecido sus consideraciones y reflexiones.

Otros temas que los Obispos han tratado con especial interés han sido los siguientes: el inicio y la marcha del proceso sinodal en las diócesis, el funcionamiento del Secretariado General de la COCC, la eventual renovación y/o actualización de la estructura del Departamento de Coordinación Pastoral, la participación de la Iglesia Cubana en la Asamblea Eclesial Continental a celebrarse en México del 21 al 28 de este mes de noviembre, el estado actual del Ecumenismo en Cuba y la próxima Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Asimismo han analizado la situación social del país, a propósito de lo cual han tenido a bien dirigir un Mensaje que a continuación se hará público.

En el marco de esta Asamblea Plenaria, los Obispos junto a un grupo de sacerdotes, matrimonios y abogados han podido participar en un intercambio con miembros de la Comisión que está trabajando en la redacción del anteproyecto del Código de familias. Este encuentro permitió un conocimiento más amplio, claro y directo del citado código y que se pudiera transmitir la opinión de la Iglesia Católica sobre algunos tópicos que particularmente han preocupado a muchos fieles y familias. Del mismo modo, se ha intercambiado con las autoridades de la OAARPCC sobre cuestiones que preocupan a ambas partes y sobre la realidad que los Pastores constatan en el frecuente intercambio con el pueblo. Ha sido motivo de satisfacción saber que el programa radial dominical que cada Obispo transmite en su diócesis, se asume como un elemento natural y habitual del servicio y la misión de la Iglesia en nuestro país.

Toda la Asamblea se ha desarrollado en un ambiente de oración, discernimiento comunitario, fraternidad y continua atención a la vida concreta de la Iglesia y del pueblo cubanos. Los Obispos concluyen su encuentro con esperanza y confianza. Y piden al Señor y a la Virgen de la Caridad que, al retomar el camino eclesial después del tiempo duro de la Pandemia, podamos experimentar, en clave sinodal, que la comunión vivida nos impulsa a la participación en la misión de hacer presente, en medio de nuestro pueblo, la cercanía, la compasión y la ternura de Dios.


La Habana, 11 de noviembre de 2021.




P. Ariel Suárez Jáuregui
Secretario Adjunto de la COCC

Oficina de Prensa del Obispado de Santa Clara





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Alumnos de la Academia "Mozart", de Nuevitas, que dirige la Profesora Sra-. Balbina G. de Jiménez. (Año 1929)

 

Grupos de alumnos de la Academia "Mozart", Nuevitas, que dirige la Profesora Sra-. Balbina G. de Jiménez.

-Primer grupo: de izquierda a derecha. Primera fila: Georgina Arrabal; Gloria Sasturain; Virginia Rodríguez. Segunda fila: Eulalia Soler; Ana Granja. Tercera fila: Luz Roselló; Olga Fuentes. Cuarta fila: Marina Caymares; Liduvina Díaz; Amelia Fontela. Cuarta fila: Balbina G. de Jiménez, Directora; Luciana Agramonte; Alexina Agramonte.

-Segundo grupo, de izquierda a derecha. Primera fila: Josefa Panisello; Adela González; Aleida Betancourt; Mercedes Uriz; Esther Magariño; Balbina G. de Jiménez, Directora, Segunda fila: Lidia Arrabal; Noemi Ramos; Esther Tobar; Carmen Arce; Adela Zayas. Tercera fila: Emérito González; Mercedes Flores; Lesira Palomino; Blanca R. Díaz.

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Obispos Católicos de Cuba: "Es imprescindible la implementación de los cambios necesarios, tan largamente deseados, que favorezcan una vida digna y feliz para todos los hijos, aquí, en esta tierra nuestra."


Mensaje de los Obispos Católicos de Cuba


En las últimas semanas constatamos, entre nosotros, el aumento de un clima de tensión y confrontación que no es saludable ni beneficia a nadie. Por este motivo, queremos fraternalmente compartir con ustedes unas consideraciones que brotan de nuestros corazones de cubanos y pastores del Pueblo de Dios:

Toda persona merece estima y reconocimiento de su dignidad, por su condición de ser humano e hijo de Dios, por ser ciudadano libre, sujeto de derechos y deberes. En consecuencia, todo cubano debería poder expresar y compartir libremente y con respeto, sus opiniones personales, su pensamiento o sus convicciones, incluso cuando disienta de la mayoría.

Cualquier acto de violencia entre nosotros, ya sea física, verbal o sicológica, hiere gravemente el alma de la nación cubana y contribuye todavía más al pesar, al sufrimiento y a la tristeza de nuestras familias. Un alma herida no está en condiciones de construir un futuro de esperanza. La violencia contradice la voluntad de Dios, pues Cristo ha asegurado: “Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt. 5,9).

Consideramos que urge, cada vez más, la implicación de los cubanos en un proyecto de nación que involucre y motive a todos; que tenga en cuenta las diferencias, sin exclusiones ni marginaciones.

Pensamos que hace falta implementar mecanismos donde, sin temor a intimidación y represalias, toda persona pueda ser escuchada y se encaucen las insatisfacciones ante las duras realidades cotidianas que agobian a tantos, especialmente a los más empobrecidos y vulnerables.

Es imprescindible la implementación de los cambios necesarios, tan largamente deseados, que favorezcan una vida digna y feliz para todos los hijos, aquí, en esta tierra nuestra.

¡Cuánto agradecerían tantas familias cubanas y la misma Iglesia, y cuánto disminuiría la tensión social, si hubiese un gesto de indulgencia para los que aún permanecen detenidos por los acontecimientos del pasado verano!

Una vez más exhortamos a todos a que no escatimemos esfuerzos para que se allanen los caminos del entendimiento, la reconciliación y la paz; de tal modo que las diversas propuestas sobre el destino presente y futuro de nuestro país, encuentren un ámbito de cordura, tolerancia y concordia, y se establezca un diálogo armónico y civilizado en el cual se puedan encontrar las mejores soluciones a los problemas que nos atañen.

A la Virgen de la Caridad del Cobre, Madre y Patrona de Cuba, encomendamos esta hora difícil de la historia de nuestra nación, para que la luz que brota de la paz y del amor, prevalezca sobre los nubarrones del odio y de la enemistad.

“Todos tus hijos a ti clamamos, Virgen Mambisa, que seamos hermanos”.


LOS OBISPOS CATÓLICOS DE CUBA
La Habana, 11 de noviembre de 2021

El juego (por Rafael Duharte Jiménez)



En su estupendo ensayo titulado Memorias sobre la Vagancia en Cuba, José Antonio Saco afirma que el juego es uno de los vicios más generalizados en la sociedad criolla; en esa época en una valla de gallos, durante una racha de mala suerte, un hacendado podía perder su quitrín con caballo y todo y hasta un cafetal con la dotación de esclavos incluida.

El pintor ingles Walter Goodman en su libro Un Artista en Cuba comenta sobre el juego que tenia lugar, discretamente, al terminar el baile en los salones de la sociedad Filarmónica:
… un grupo de caballeros toman asiento o permanecen de pie ante una mesa cuadrada. Una vez que han decidido si se jugara al monte, al tresillo o al burro, el jugador que se encarga de la distribución de las cartas procede a barajarlas (…) frente al que ha repartido háyase sentado el banquero con muchas monedas de oro, las famosas onzas española…
A comienzos del siglo XX, los norteamericanos prohibieron las peleas de gallos, las cuales les parecían un espectáculo bárbaro, lo cual desató una intensa polémica sobre el tema.

En 1907, la revista santiaguera Oriente intervino en la polémica citando la opinión de Enrique José Varona:
Nosotros veremos con gusto que las lidias de gallos no sean permitidas, y aun más, que se persiga a los contraventores de la ley, pero consecuente con aquello de que “el azar es también una manera de trabajar” permitiríamos que se reglamentara el juego, siempre que en este se usaran otros medios menos crueles, por lo que transigiríamos con la lotería.

Con la modernidad llegó la lotería la cual satisfacía nuestro “vicio nacional”, pero ahora legalmente y sin el revuelo de plumas ensangrentadas y los gritos de las vallas y lo mejor de todo, generaba la ilusión en los pobres de hacerse ricos con un golpe de suerte.

El primer sorteo de la Lotería Nacional se efectuó en la Habana el 10 de septiembre de 1909, los niños de la Beneficencia “cantaban” los números, en medio de un ambiente de renovadas esperanzas; los yanquis se iban y renacía la republica con el General Jose Miguel Gómez, el hombre más popular de Cuba, como presidente en medio del júbilo de los liberales “miguelistas”.

El día 3 de septiembre el periódico santiaguero La Independencia publicó un editorial quejándose de los problemas con el primer sorteo de la Lotería Nacional:
Cuando casi todos los elementos que componen el pueblo cubano se aprestaban con ansias para adquirir billetes del primer sorteo de la lotería Nacional, puestos a la venta el 1º del que cursa, hanse encontrado con el disgusto de que sus deseos no han podido aun ser satisfechos, porque la Administración General de esa Renta puso al expendio público los billetes en la Habana únicamente…
Rápidamente llegaron billetes a Santiago y se inició la especulación como muestra una nota del propio periódico:
Esta mañana han concurrido muchas personas a querellarse a la jefatura de la policía secreta contra los revendedores de billetes de la Lotería Nacional por querer cobrar por ellos 25, 30 y hasta 35 pesos. Ha resultado un verdadero escándalo la venta de esos billetes, que no han satisfecho a la clase pobre, que era a la que se quería favorecer.
La prensa santiaguera elogió ampliamente el auge de los establecimientos para vender los billetes de lotería los cuales surgieron como hongo en la ciudad. “Los establecimientos de moda hoy son las colecturias. Antiguos locales lucen restaurados a ese efecto y desconocidos bajo las reformas”. Una de las colecturias más populares era la de Mariano Coca en Enramada y San Félix.

El 10 de septiembre del mismo año el periódico La Independencia publicó en su primera plana: La Lotería Resultado del Sorteo de hoy. Los Premios Mayores. El primer premio fue de 60 mil pesos, el segundo de 10 mil y el tercero de 4 mil, ninguno le tocó a un santiaguero.

En los años veinte Jorge Mañach afirmaba que la índole frívola del cubano era proverbial y que “el único vicio arraigado que en justicia quepa atribuir a nuestro pueblo es el juego; es decir, el vicio imprevisor por excelencia”.

Aquellas vocecitas de los huerfanitos que cantaban los números de la lotería por la radio, ciertamente no eran celestiales, sino un testimonio más de los graves problemas de nuestra cultura.




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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.

Wednesday, November 10, 2021

Sacerdotes Católicos Cubanos: "No queremos volver a ver policías golpeando y maltratando a su propio pueblo. No queremos que se vuelva a derramar sangre, no queremos volver a escuchar disparos. No, porque ese no es el camino que nos llevará a la Cuba que necesitamos y que todos deseamos"


Carta a favor de la Paz y la  No Violencia



A las autoridades civiles y militares.

A los miembros de la Policía Nacional Revolucionaria.

A los miembros de la Seguridad del Estado.

A todos aquellos que en estos días han sido convocados para reprimir la marcha ciudadana del 15 de noviembre.

Los que firmamos esta carta somos cubanos, sacerdotes católicos llamados a ser pastores de nuestro pueblo, que queremos sólo el bien de nuestra patria, queremos una Cuba donde reinen la justicia, la libertad y la paz.

El 11 de julio miles de cubanos salieron a las calles con un clamor que durante muchos años fue un grito ahogado: ¡Libertad! Libertad para expresarnos sin ser reprimidos, para que exista una pluralidad política, para ser protagonistas de la marcha y el destino de nuestra tierra. Muchos de ellos fueron golpeados, detenidos, denigrados. Muchos están siendo juzgados y condenados duramente sin haber hecho el mal.

En estos momentos el gobierno está haciendo lo imposible para que la población desista de la manifestación pacífica programada para el 15 de noviembre. Hay un llamado masivo al enfrentamiento violento. Hay citaciones y advertencias a muchas personas que han expresado su adhesión a esta convocatoria. Y no estamos de acuerdo con eso, no queremos violencia, rechazamos la orden de combate, los palos entregados en los centros de trabajo, las convocatorias a “ejercicios de defensa”.

Si bien es cierto que ningún cubano debe alzar la mano contra su compatriota por el solo hecho de pensar distinto, mucho menos la policía que por vocación tiene el deber de dar ejemplo de civismo a toda la población, que existe para cuidar a los ciudadanos y proteger el orden público.

No queremos volver a ver policías golpeando y maltratando a su propio pueblo. No queremos que se vuelva a derramar sangre, no queremos volver a escuchar disparos. No, porque ese no es el camino que nos llevará a la Cuba que necesitamos y que todos deseamos.

No golpees a los manifestantes porque tanto ustedes como ellos viven entre tanta escasez y miseria. No los calumnies como mercenarios, porque tanto ustedes como ellos tienen padres, madres, amigos, conocidos, que lo dieron todo por un ideal y que hoy no tienen nada. No les impidas marchar pacíficamente porque tanto ustedes como ellos quieren vivir sin miedo a decir lo que piensan, sin miedo a ser vigilados, sin miedo a “caer en desgracia”.

No arrestes a ningún cubano por expresarse en paz, por soñar, por sentirse con derecho a vivir en una Cuba de todos, por sentirse con derecho a participar en su construcción.

No reprimas, esta marcha es por ellos y es por ustedes.

Cuando se escriba lo que sucedió el 15 de noviembre, sólo habrá dos alternativas: hablar de aquellos que fueron convocados a golpear y reprimir pero decidieron proteger y cuidar a sus compatriotas; o se cuente cómo golpeaste a tu hermano y cómo reprimiste a aquel que estaba reclamando lo que otros muchos añoran.

Les pedimos que sigan siempre la voz de sus conciencias, esa voz que nos dice que el camino no es ni la intolerancia ni la represión. Hazlo por Cuba, por ti, por tus hijos. Este 15N elige el respeto, el cuidado, la paz, y no aceptes ninguna invitación a la violencia.

Todos somos cubanos, todos hermanos. Demos ejemplo al mundo diciendo sí a la paz, a la libertad y al civismo.

Que la Virgen de la Caridad del Cobre, Madre y Patrona de todos los cubanos, interceda por nosotros ante su Hijo Jesucristo; Él es nuestra paz. A sus pies encomendamos los esfuerzos y anhelos de los que sueñan y trabajan por una Cuba de todos, con todos y para todos.


P. Alberto Reyes Pías
P. Rolando Montes de Oca Valero
P. Lester Zayas Díaz, OP
P. Jorge Luis Pérez Soto
Diac. Maykel Gómez Hernández, sdb
P. Jorge Luis Gil Orta
P. Fernando Gálvez Luis
P. Kenny Fernández Delgado
P. Ramón Rivas, sj
P. Danny Roque Gavilla, sj
P. José Conrado Rodríguez Alegre
P. Alberto Martín Sánchez
P. Eduardo Llorens Núñez, sj
P. Wilgen Cancio Álvarez, sdb
P. Castor José Álvarez Devesa
P. Luis Alberto Formoso

"Srita. Concha García Pérez. Nacida en Camagüey, tierra de patriotas y mujeres hermosas". (Bohemia. Septiembre 29, 1912)

 

"La Zambrana, Almacén de Víveres de Pérez y Cía." (por Carlos A. Peón-Casas)

Fotos actuales
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Tomo de prestado este titular que recogiera la edición de Cuba Contemporánea(1) en su aparte dedicado a la Provincia de Camagüey en el año 1944.

La publicación hacía un pormenorizado recorrido por todo el entourage de un Camagüey que al decir de los editores era:
próspero, laborioso y entusiasta, mostrando sus más destacadas actividades en el comercio, en la industria, en la agricultura y en la ganadería que sirve de cimiento a su gran riqueza económica, y en la vida social, cultural y religiosa que forma la entraña cívica de esta gran provincia prócer (…)(2)
La alusión del título ubica de inmediato al camagüeyano más castizo en el que fuera uno de los almacenes de víveres de su tipo con más prosapia en la ciudad agramontina.


Felizmente localizado en la intersección de las céntricas calles de Martí y República, aquella razón social se fundaba en la ciudad bajo el nombre de Pérez y Compañía
integrada por los señores Cristóbal Pérez Díaz, Rufino Fernández, José Martínez López, Antonio Sánchez Cervero y Armando Basulto Martínez con un capital social de 45.000 con el objeto de dedicarse a al negocio de compra y venta de víveres en general y para lo que se acondicionó un moderno y amplio edificio, donde se instalaron las oficinas correspondientes y los depósitos para la gran cantidad de víveres importados directamente de los principales mercados de España, Estados Unidos, Brasil, Ecuador y la Argentina.(3)
El artículo que aludimos no dejaba duda alguna de la inmejorable salud que gozaba aquella “razón social” que hoy pudiéramos considerar dentro de las muy populares Mipymes, para entonces prósperos negocios locales:
Esta razón social realiza sus operaciones bancarias por medio de The Royal Bank of Canada, City National Bank y Banco Nova Scotia donde tienen sus referencias y cuentas corrientes, y tributando al Estado por concepto de impuestos y contribuciones fiscales, un promedio anual de 59, 645.20. Además adquirieron dos camiones para el reparto de las mercancías entre la numerosa clientela que lograron conquistarse en la propia localidad y lugares limítrofes, empleando en su negociación a más de 18 personas que libran allí la subsistencia de sus familias, gozando de muy buena remuneración…(4)
Los dueños eran españoles de origen, pero habían optado por la nacionalidad cubana, y al menos tres de ellos estaban casados para entonces en la ciudad: los Sres. Pérez Díaz, Fernández y Basulto.

Todos pertenecían a la Asociación de Comercio, Asociación de Almacenistas y Centro de Detallistas de Víveres de Camagüey.


Dejamos a la inmejorable memoria de muchos de nuestros atentos lectores los pormenores siempre reveladores de aquella prestigiosa casa, y que según remataba el cronista en su cierre:
la firma de Pérez y Cía. por su importancia y prestigio con quistados con una actuación decente y honrada siempre está a la cabeza de cuanto propende al engrandecimiento de la provincia camagüeyana y por ello figura de manera prominente en la importante y heroica provincia agramontina.(5)



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  1. Cuba Contemporánea. Provincia de Camagüey. Centro Editorial Panamericano, 1944.
  2. Ibíd.
  3. Ibíd.
  4. Ibíd.
  5. Ibíd.

A María Teresa de la Torriente (un poema de Bonifacio Byrne)



Eres más linda tú, más hechicera
cuando abrazas la intrépida bandera
                  de tu tierra natal;
el machete colgado a tu cintura,
aumenta tu magnífica hermosura
maravillosamente tropical.

Si te pudiesen ver nuestros guerreros,
con más tesón, si cabe, sus aceros,
                   esgrimieran tal vez;
pues tu belleza, que al pasar arrolla,
lo tiene todo para ser criolla;
¡arrogancia, nobleza y altivez!

Junto a tu diestra, mórbida y pequeña
más hermosa aparece nuestra enseña,
               blanca, azul y punzó.
Mientras tú la sostengas en la mano,
será tu admirador todo cubano,
pero tu esclavo nadie más que yo!

Al mirar tus undívagos cabellos,
y que hay en tus pupilas más destellos
           que del Sol en la luz;
ante tu imagen célica y radiosa
- ¡perdóneme la patria! - más hermosa
 que mi bandera me pareces tú...



Tampa, 8 de agosto de 1898

(Miami) José M. Fernández Pequeño presenta su más reciente novela "Tantas razones para odiar a Emilia"

 

Tuesday, November 9, 2021

La música en la revista "Lis", dirigida por Nicolás Guillén. (Texto de Verónica E. Fernández Díaz)

Teatro Avellaneda
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Desde el siglo XIX Camagüey contó con gran cantidad de publicaciones periódicas al ser la tercera villa de la Isla en poseer imprenta. En las páginas de periódicos como: Boletín de Ciencias, Arte y Literatura (1846), Aguinaldo camagüeyano (1848 y 1864), La Orquesta (1864), El Colibrí (1864) dedicado a difundir el arte en sentido general; El Oriente (1867) consagrado al desarrollo de las ciencias y las artes y El Patriota (1878) periódico manuscrito dirigido a promocionar la actividad de los teatros; es posible encontrar comentarios y anuncios referidos a la música. En particular, destacan publicaciones que, como El Fanal, La crónica del Liceo de Puerto Príncipe y El Popular respondían a los intereses de Sociedades de Instrucción y Recreo como el Casino Español —luego Colonia Española—, la Filarmónica y la Popular de Santa Cecilia.

A finales de la centuria aparecieron diferentes Sociedades pertenecientes a las clases de color. Entre ellas: Ilustración (1879), La Nueva Aurora (1880) y Antonio Maceo (1899). De igual manera, surgen periódicos en los que se reflejan las actividades culturales de las mismas como: La nueva aurora (1882) relacionada a la Sociedad de igual nombre, El Progreso (1884) órgano de la Sociedad de la misma denominación, El artesano (1886) y Las dos Repúblicas (1898), entre otras que tuvieron una vida efímera. Sin embargo, no es hasta 1923 que aparece una revista dirigida a promover las actividades de las Sociedades de color camagüeyanas de la época con un espectro nacional: la revista Lis dirigida por Nicolás Guillén Batista.

La música en Lis aparece generalmente en la sección titulada “Notas sociales”, pequeñas crónicas en las que se encuentran referencias a orquestas, géneros, instrumentistas y cantantes camagüeyanos o invitados de otras provincias del país. En su mayoría, músicos de color pertenecientes o no a las Sociedades de este tipo existentes en el territorio, pero si muy vinculados a las actividades musicales desarrolladas en las mismas.

Alberto B. Noriega de Varona
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Entre las agrupaciones musicales del patio recurren con asiduidad en diferentes números de Lis la orquesta Camagüey Jazz Band de Alberto B. Noriega de Varona y Joseíto Gómez. Alberto Noriega de Varona fue considerado por el Álbum Cuba musical de 1929, uno de los más importantes músicos cubanos. Estudió clarinete con Luis Casas Romero y aprendió también saxofón y flauta; fungió como director segundo de la Banda Municipal de Camagüey y destacó como compositor de valses, paso doble y danzones. Entre sus valses más conocidos destaca el titulado La reina de las flores que, presumiblemente fue compuesto para festejar el Baile de las Flores de la Sociedad “Antonio Maceo”, baile de sala en que según la revista Lis actuaba de manera invariable la orquesta de Alberto Noriega.

Por su parte, Joseíto Gómez destacó como intérprete de diversos instrumentos —clarinete, guitarra, contrabajo y trompeta— integró la banda del Segundo Distrito Militar y compuso varias danzas y danzones. La agrupación que dirigieron ambos: Camagüey Jazz Band fue una de las primeras agrupaciones de su tipo existentes en el territorio. Surgida en 1913 se mantiene hasta aproximadamente 1925 integrada en su totalidad por músicos de color que ejecutaban instrumentos como drums, contrabajo, violín, piano, saxofones y trompeta. Formato que, si bien no cataloga como orquesta, si contiene los timbres instrumentales que caracterizan las agrupaciones jazz band norteamericanas.

Gloria City. Sierra de Cubitas.
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Poco antes de culminar el siglo XIX, la presencia de norteamericanos en la región de Camagüey fue aumentando paulatinamente. El desarrollo de la industria azucarera y otros renglones económicos como el cítrico trajo consigo diferentes asentamientos que trasladaron no solo estilos constructivos, modo de producción, cultivos y costumbres, sino también sus instrumentos musicales y tipos de música. Por ejemplo, en la comunidad conocida como Palma City del municipio Esmeralda y Gloria City de Sierra de Cubitas. En esta última se conoce la existencia de una orquesta de 12 músicos —5 mujeres y 7 hombres— con violines, violas, clarinetes y algunos instrumentos de percusión para amenizar sus fiestas, solistas acompañados por banjos o guitarras y otros conjuntos instrumentales que utilizaban como medios sonoros, clarinete, timbal y violín.[1]

Para la segunda década del siglo XX, el auge de la radio, compañías disqueras y sociedades al estilo norteamericano favoreció el boom de la música de aquel país debido a la especial relación cultural que se produce entre la Isla y Norteamérica más allá de la injerencia económica y política de esta última en la mayor de las Antillas. Tras un lógico proceso de transculturación, la influencia de esos músicos y sus agrupaciones instrumentales se traduce en la aparición de otros géneros y formatos que hoy forman parte de nuestra cultura musical: el jazz y la jazz band. Ambos definidos por la presencia de elementos afros, la capacidad de asimilación de estéticas y culturas musicales ajenas a su origen y de generar otras formas musicales; la proliferación de disímiles estilos como el fenómeno de la big band, swing, bop y cool, entre otros que presentan entre sí enormes diferencias musicales e interpretativas con base en la improvisación.

Camagüey Jazz Band
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Camagüey Jazz Band fue una de las primeras agrupaciones de su tipo en la región. Por las referencias a ella en la revista Lis se conoce que interpretó tanto música cubana como norteamericana, sobre todo danzones y fox trot.[2] Ambos, géneros bailables y de preferencia entre la población de color cuya influencia ya se había consolidado en diversos géneros musicales cubanos. Esto posibilitó la fuerte raigambre de este tipo de música y su formato instrumental en la población caribeña. Sobre todo, porque la jazz band norteamericana “[…] contribuyó (además) a un cambio profundo de la sonoridad de nuestras orquestas de música popular”.[3] Fortalecido el formato ya en la década del 20, se expandió por diferentes provincias incorporando ritmos e instrumentos netamente cubanos —fundamentalmente de percusión— y géneros como el danzón, de manera que su presencia como género musical habitual del formato contribuyó en su consolidación como baile nacional.

La composición racial de las primeras agrupaciones jazz band cubanas es un elemento que distingue este tipo de agrupación en la región camagüeyana con respecto a otras del país. Mientras en su primera etapa, las jazz band habaneras, por ejemplo, estaban integradas por músicos blancos, de buena posición social y en muchos casos egresados de carreras universitarias; la Camagüey jazz band de 1913 se componía, en su totalidad, de individuos de la raza negra pertenecientes a una pequeña burguesía de color y letrada.

Esto no hace sino confirmar las peculiaridades de la región y sus relaciones con los descendientes de africanos desde la centuria anterior. Además de servir de fundamento a la proliferación de Sociedades de Instrucción y Recreo de este tipo en el territorio y a los propios estatutos de la revista Lis, que en las “Palabras preliminares” de su primer número a cargo de Nicolás Guillén, deja esclarecidos sus objetivos y proyecciones al señalar que: “Con la revista se aspira a realizar una doble labor: dotar a Camagüey otra vez de un órgano que sea vocero amoroso de sus virtudes más altas y contribuir a la difusión de la cultura y el progreso”.[4]

Cultura que en su sentido más amplio —y en concordancia con el pensamiento que caracterizó la obra toda de Guillén— estaría encaminada a la reivindicación del hombre de color a través de la instrucción. No por azar la revista toma el nombre de Lis, palabra francesa que evoca la flor en la que se inspiraran no pocos modernistas, y cultura que no solo atañe a la cubana, sino a la americana en su sentido integral.

Las relaciones culturales entre Norteamérica y Cuba, por otra parte, se venían consolidando desde la centuria anterior. Es importante tener en cuenta que la esclavitud y las luchas por la abolición de la misma en ambos territorios es un factor común que no debe pasarse por alto. De igual manera, la huella de las culturas africanas en las músicas nacionales de ambos países es un elemento que las identifica y distingue del resto de los países de América Latina, a excepción de Brasil, cuya cultura musical, al igual que la cubana y norteamericana se significa y reconoce más por el componente afro en su música que por el indígena.

La presencia de Camagüey Jazz Band en las páginas de Lis y en las Sociedades de Instrucción y Recreo de color en Camagüey no es, tampoco, un hecho aislado. Al lado de ellas se presentaron otras agrupaciones de este tipo como la orquesta de Vitico González, luego conocida como de los Hermanos González, la orquesta de Angelito Mola, la de Nicolín Cánovas y otras invitadas de la vecina Ciego de Ávila y Caibarién.

La orquesta de Vitico González estaba integrada por los hermanos Víctor —director y saxofonista—, Chelito —piano— y Rafael —trompeta— entre otros músicos que completaron su plantilla de manera ocasional. Por ello, en la composición racial de esta agrupación se aprecia la presencia tanto de músicos negros como blancos y por ende su presentación en otros escenarios como el Club Ferroviario, la Colonia Española y las sociedades de blancos: El Liceo y Tenis Club. En su repertorio era común encontrar música cubana variada, sobre todo boleros populares como Chupando caña de Ernesto Duarte y Basta ya.

La orquesta de Angelito Mola realizó diversas actividades dentro de las sociedades de color del territorio. Las más destacadas por la revista Lis son verbenas, bailes, asaltos y veladas de concierto de la Sociedad “El Progreso”, ocasiones para las cuales ejecutaba, sobre todo, danzones y fox trot. La revista, además, devela el nombre de los integrantes de esta agrupación musical, algunos de los cuales destacan por su permanencia como músicos reconocidos en lustros posteriores. De ellos, vale la pena detenerse en Emiliano Castillo y Ángel Mola.

Banda Municipal de Camagüey. Foto año 1929
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El primero se destacó como instrumentista de la Banda Militar y Municipal donde tocaba el bombardino, fue considerado por sus colegas y amigos como el mejor ejecutante de este instrumento en la época por el sonido claro y limpio que lograba. Ángel Mola, por su parte, fue miembro de la Banda Municipal y director de la orquesta tipo jazz band “Los muchachos del swing”, que tomó su nombre de una de las vertientes del jazz norteamericano de preferencia entre sus integrantes y que luego incorporó mujeres en su seno. Entre ellas, Fela Hallowell —pianista y arreglista de música norteamericana— y la trompetista Suncia.


Por las páginas sociales de Lis se infiere que las Sociedades de color camagüeyanas se relacionaban indistintamente con estas agrupaciones. A la vez, se inclinaba por tipos de actividades musicales determinadas. Por ejemplo, la “Antonio Maceo” parece haber estado asociada a la Camagüey Jazz band y la Orquesta de Angelito Mola para la realización de bailables. En particular el llamado “Baile de las Flores” para el cual Alberto Noriega de Varona escribió su vals La reina de las Flores dedicado a la señorita Blanca Biosca, seleccionada reina del baile de esa Sociedad en 1923.

Otras actividades musicales habituales en la “Maceo” fueron las veladas que, al estilo de las tertulias decimonónica, conjugaban poesía, conferencias, música y proyecciones cinematográficas como novedad del siglo XX. En estas veladas Lis refiere la ejecución de obras para piano —aunque no menciona su título, ni el compositor— a cargo de señoritas de la Sociedad. También se interpretaba guitarra a cargo de Ángel Lazo y el banjo[5] —instrumento característico de la música tradicional norteamericana y de procedencia africana cuya ejecución se hizo común en las Sociedades de color de la época— por José Meléndez. Por otra parte, destacan las actividades líricas que tuvieron el concurso de Víctor Pacheco Zaldívar, hijo del director de orquestas y arreglista de partituras de óperas y zarzuelas para formatos orquestales pequeños Víctor Pacheco Arias y de quien su hijo aprende el amor por el arte lírico, ya de tradición en la sociedad del Camagüey. Pacheco Zaldívar se desempeñaba como director de la sección lírica de esta Sociedad. El coro por él formado en la “Maceo” interpretó, entre otras obras del repertorio lírico, el “Coro de las Segadoras” en el que intervinieron señoritas de la institución.

La Sociedad “El Progreso” por su parte, aparece asociada en Lis con la orquesta de los Hermanos González y Nicolín Cánovas en la realización de bailables. Mientras que la de Angelito Mola se destacó en la ejecución de obras de concierto —sinfonías, según se deja constancia en Lis— que de modo particular, menciona las incursiones de Angelito Mola como ejecutante del violín en dúos ocasionales con la pianista María Tornet y el guitarrista Enrique Hernández.[6] Fuera de los salones de la Sociedad, se realizaron verbenas, especie de ferias en que se vendía comida, refrescos, bebidas y se realizaban bailables al aire libre. Ocasiones en las que la orquesta de Angelito Mola era la agrupación seleccionada.

Lis hace notar, además, que en los salones de “El progreso” era habitual la ejecución de obras al piano y la interpretación de canciones y trovas cubanas en las que salen a relucir nombres como el de “Cuco” Agüero y Virgilio Guerrero. Es necesario entonces, detenerse en la figura de José de la Cruz Agüero Frías “Cuco”, destacado pedagogo del violín y compositor de obras de carácter patriótico como el Himno para coro mixto titulado Al Mayor Agramonte,[7] ya que precisamente la revista Lis dedica diferentes números a temas y figuras relacionadas con la independencia. Entre ellas, José Martí, Antonio Maceo y Salvador Cisneros Betancourt (Marqués de Santa Lucía). Por otra parte, la mayor cantidad de las fiestas de las Sociedades de color que da a conocer en sus páginas, están dedicadas a fechas importantes como “El grito de Baire” (24 de febrero) y la instauración de la República (20 de mayo).

De “Victoria” se conoce por Lis que contó con la orquesta del violinista Nicolín Cánovas y del maestro Manuel Borrero en sus actividades bailables, en particular, el denominado “Baile de las hojas”. Veladas en las cuales primó el canto, la ejecución de piano, guitarra y como elemento diferenciador, la realización de altares de Cruz de mayo, festividad de tradición andaluza en la que junto a la ceremonia religiosa se entonaban salves y música popular como cierre a la celebración. Posiblemente los altares de Cruz de mayo auspiciados por la Sociedad “Victoria” fuera una de las últimas desarrolladas en la ciudad, pues el historiador Jorge Juárez Cano asegura que este tipo de festejo desapareció a principios del siglo XX.[8]

En las referencias de Lis a las actividades de la Sociedad “Antonio Maceo” y “Victoria” destaca la realización de comparsas. Estas comparsas se entienden en su acepción de representación de un tema determinado como era costumbre en las actividades realizadas con motivo de las festividades del San Juan principeño de la centuria anterior. En las mismas tenían un peso fundamental las que representaban alegorías musicales, muestra del interés de las sociedades de color por este arte. Entre ellas, las realizadas sobre valses populares como el titulado “Las tres de la mañana”, comparsa en la que se cantó y bailó en honor de la Reina del San Juan de la Sociedad “Maceo”.[9] Además, estas comparsas constituyen otro elemento de tradición conservado por las asociaciones negras de la región, aspecto que se encuentra remarcado en los propósitos manifiestos de la revista Lis al enfatizar en: “[…] la defensa de la hermosa tradición cultural camagüeyana y beneficio de sus elementos más humildes”.[10] Es decir, el rescate y continuidad cultural de la región.

El baile es el tipo de actividad relacionada con la música que resulta común y de mayor popularidad entre las principales sociedades de color del Camagüey. Quizás por ello, Edmundo del Valls escribe una crónica impresionista en la que refiere a este tipo de actividad como espacio propicio para encontrar pareja, lucir trajes de moda y mostrar dotes de bailarín. De ahí que su autor coloque como subtítulo de la crónica “De cómo fui derrotado espiritualmente, por ser una cosa detestable, un mal bailador”.[11]

Debe recordarse que en la centuria anterior, Gaspar Betancourt Cisneros había tomado algunas páginas del periódico La Gaceta de Puerto Príncipe, en su sección de “Escenas Cotidianas” para referir al baile tanto de la aristocracia como de la gente que habitaba los llamados barrios “de orilla”. También, Antonio Bachiller y Morales en “Recuerdo de mi viaje a Puerto Príncipe” hace notar que: “La afición a bailar es extraordinaria en Puerto Príncipe”.[12] De manera que la crónica del señor Valls se fundamenta no solo en la defensa de una tradición cultural camagüeyana, sino en su pervivencia en las generaciones del presente. A ello se suma que la mención de la crónica de Lis refiere en particular al danzón, género que desde la centuria anterior se venía perfilando tanto en su estructura musical como en su coreografía y era habitual, casi obligado, en las actividades de todas las Sociedades de blancos y negros del siglo XX.

Lis, por otra parte, incluye la programación de sociedades y clubes de asociaciones de color de algunos municipios del Camagüey y de los teatros de la ciudad. Entre los primeros destacan las noticias sobre los bailes del Club “Esperanza” de Florida amenizados por la orquesta danzonera de Sixto Pintó, director y profesor de la academia municipal de música de esa localidad[13] y del Club “Unión jaronesa” del poblado de Jaronú en Esmeralda, que realizó bailes amenizados por una orquesta integrada por siete profesores de Caibarién.[14]

En cuanto a la programación de los teatros de la ciudad se destaca la presencia de músicos extranjeros como el lírico español Miguel Fletas, la violinista Rauskaya ejecutando danzas clásicas y la representación de compañías de óperas en el Teatro Avellaneda.[15] Asimismo, la presencia del guitarrista español Antonio Hernández, autor de la conocida obra La semana santa de Sevilla[16] en el Teatro Iris y los trovadores habaneros María Teresa Vera y Rafael Zequeira interpretando canciones y boleros de su autoría[17] en el teatro Camagüey.

La referencia a la actuación del dúo Vera-Zequeira no fue bien acogida por la crítica de la revista Lis, que calificó su interpretación como desfavorable quizás porque, como ha señalado la musicóloga María Teresa Linares: “[…] cantaba igual que hablaba, (sin) […] prestar atención a la dicción de las palabras. (y) […] Nunca fue preciosista en la pronunciación ni en la expresión de la voz”.[18] No obstante, y como la revista Lis se propuso llevar la alta cultura a la raza de color, este rasgo —hasta cierto punto similar al estilo improvisatorio del jazz norteamericano— era visto como un defecto ante las impecables cualidades vocales, virtuosistas e interpretativas de la alta cultura musical a las que aspiraban los asociados a estas instituciones. A pesar de ello, ya María Teresa Vera había grabado algunas obras del trovador camagüeyano Patricio Ballagas como Timidez, El trovador, El lunar y Nena y esto le aseguraba un puesto importante en los escenarios del territorio.

El rescate y continuación de la cultura camagüeyana como objetivo de la revista se evidencia, además, por la presencia de José Varona Hernández como colaborador de Lis. En el último número de 1923, bajo el título Hagamos nuestro porvenir, el señor Varona Hernández insta a la raza de color a la superación constante, a olvidar viejos resquemores y prejuicios, a dejar atrás vanas imitaciones y ser, en cambio, más virtuosos y honestos. Años antes, el propio Varona Hernández había dejado constancia —quizás por conocer la inexistencia de documentación al respecto— de la actividad en los cabildos africanos del antiguo Puerto Príncipe. La cual constituye hoy día, la única evidencia detallada de la función de los mismos, sus rituales, música, cantos e instrumentos musicales empleados.

Estos dos trabajos de José Varona Hernández, aunque fueron escritos en fechas y con propósitos diferentes, están relacionados entre sí. Si bien el objeto del artículo sobre los cabildos africanos daba a conocer la cultura de este grupo social —en el sentido amplio del término y de la cual no se había hablado suficiente como sí sucedió en otros territorios de la Isla—; no es menos cierto que como institución, los cabildos tuvieron como fin salvaguardar dicho acervo al fungir como organizaciones de asistencia mutua; formar una sociedad de pura diversión y socorro.

Al producirse la abolición de la esclavitud en 1886 y de los cabildos como su asociación legal, los descendientes libres de africanos y mestizos cubanos continuaron reuniéndose y celebrando sus fiestas tradicionales. Pero este negro libre tenía ahora una mejor posición económica y un nuevo reconocimiento social —no solo en Cuba sino también en las dos Américas—, de manera que las Sociedades de Color en la región, bajo el apelativo de Instrucción y Recreo serían la continuación del antiguo cabildo, mantendrían esa tradición cultural, incentivarían la erudición e incorporarían otros elementos culturales/musicales presentes en la Isla.


De ahí que Varona Hernández en su artículo de Lis titulado “Hagamos nuestro porvenir”, advirtiendo esa continuidad, ese legado cultural y alertando sobre la necesidad de defensa del reconocimiento social alcanzado, expresara:
Piense nuestra entidad que, no con un título de Mandatario, Procurador, Comadrona, Modista &, queda resuelto el problema, ¡no! Es, elevándonos por sobre disensiones y bastardías de disociadores pareceres de antaño, es, dejando como bagaje inútil la arcaica carga de desiguales cunas; […] es estudiando hondamente nuestros problemas y viendo de mejorar […] nuestras facultades intelectivas. […]

Hacia ese fin, deben de tender todas nuestras iniciativas, ese debe ser todo nuestro solo anhelo […] puesto que, de ese entrelazamiento de los intereses de todos, brota la fuente más pura de la energía nacional.

Pensemos siempre, que a la Patria y a la entidad social nuestra, no se le sirve con lirismos inútiles; la mejor manera de honrarla es, honrándonos en aumento de decoro […] depurándola de males, a medida que nos depuramos nosotros mismos.[19]
De esta manera y aún siendo una revista local, Lis —por el contenido de los trabajos que publicó— se convirtió en órgano defensor de los derechos y anhelos de la raza de color, en revista cultural/didáctica que contribuiría en la formación de valores de este sector poblacional y fuerza impulsora del interés por el conocimiento. En particular, hacia los temas y las figuras de la Patria. Mientras que por su estructura puede compararse con otras revistas culturales de la época en la que colaboraron hombres —blancos o negros— que representan la estética modernista de aquellos tiempos: José Enrique Rodó, Rubén Darío, Amado Nervo y Julián del Casal; de la literatura clásica: Alejandro Dumas, Honorato de Balzac, Guy de Maupassant, Rabindranath Tagore o Víctor Hugo y mujeres que defendía su lugar en la sociedad desde diferentes profesiones y campos como Aurelia del Castillo y Josefa Guillén.

Nicolás Guillén
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En lugar especial puso Lis a la intelectualidad camagüeyana, alzando las voces negras y mulatas de su director Nicolás Guillén, Félix Nápoles, Edmundo del Valls y Tomás Vélez cuyos artículos de corte social y trabajos literarios en diversos géneros marcaron la orientación de la revista como “[…] reflejo del espíritu de los cubanos de la época”.[20]






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[1] Cfr. Martha Esquenazi Pérez: Del areíto y otros sones. Ed. Adagio, Centro Nacional de Escuelas de Arte, 2007. p. 176.

[2] Fox trot es un baile popular estadounidense que nace en 1912 con las primeras orquestas de Jazz. Su nombre significa, literalmente, "trote del zorro" y este nombre alude a las primitivas danzas negras que imitaban pasos de animales y en las que se inspiraron los primeros bailarines de Fox trot. Es un baile de ritmo cortado y alegre.

[3] Juan Carlos Malagón: “La big band en Cuba. Entre rumbas y lentejuelas” en, Clave Nos. 1-3, Año 6, 2004, p. 3.

[4] Nicolás Guillén Batista: “Palabra preliminares” en, Lis No. 1, Año 1, 10 de enero de 1923.

[5] Banjo: instrumento musical de cinco cuerdas constituido por un aro o anillo de madera circular de unos 35 cm de diámetro, cubierto por un "parche" de plástico o piel a modo de tapa de guitarra. El parche y el anillo de madera se ensamblan con tornillos metálicos (y el resonador de madera que se añade posteriormente también). La mezcla de materiales que conforman el banjo consigue uno de los instrumentos musicales con un sonido más característico e inconfundible que existen.

[6] “Sociales de El Progreso” en, Lis No. 12, Año 1, 30 de abril de 1923.

[7] Cfr. Verónica Fernández Díaz: “Un diamante en la música” en, Cuadernos de historia principeña 9.Ed. Ácana, Camagüey, 2010. Pp. 74 y 81.

[8] FONDO Jorge Juárez Cano, carpeta 122. Archivo Histórico Provincial de Camagüey.

[9] “Sociales de Maceo” en, Lis No. 18, año 1, 30 de junio de 1923.

[10] José Armando Pla: “Cinco párrafos” en, Lis No. 2, año 1, 20 de enero de 1923.

[11] Edmundo del Vals: “La influencia taumatúrgica del baile en Sociedad. De cómo fui derrotado espiritualmente, por ser una cosa detestable, un mal bailador” en, Lis No. 3, año 1, 30 de enero de 1923.

[12] Antonio Bachiller y Morales: “Recuerdos de mi viaje a Puerto príncipe” en Prosas Cubanas. T.1. Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1962, p. 211.

[13] Lis No. 8, año 1, 20 de marzo de 1923 y No.11, año1, 20 de abril de 1923.

[14] Lis No. 16, año 1, 10 de junio de 1923.

[15] Lis No. 8, año 1, 20 de marzo de 1923.

[16] Lis No. 12, año 1, 30 de abril de 1923.

[17] Lis No. 13 año 1, 10 de mayo de 1923.

[18] Jorge Calderón: María Teresa Vera. Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1986, p.30.

[19] José Varona Hernández. “Hagamos nuestro porvenir” en, Lis No.18, año 1, 30 de junio de 1923.

[20] Ernestina Hernández Bardanca y Alicia Moreno: “Dirección y proyección de la revista” en, Estudio crítico bibliográfico de la revista Lis. Biblioteca Provincial Julio A. Mella, Camagüey, 1993 (s.e.).







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Verónica E. Fernández Díaz. Nació en Camagüey, el 28 de enero de 1972. Doctora en Ciencias sobre Arte, Profesora Titular e investigadora Auxiliar de la Universidad de las Artes y el Centro de Estudios Nicolás Guillén. Premio Anual de Investigación Cultural 2007 con “Diccionario de la música camagüeyana. Siglo XIX” y 2015 con “Música e identidad cultural. Puerto Príncipe 1800-1868. Premio CUBADISCO 2014 en Producción de Investigación Musical con el CD Páginas de vida. Música camagüeyana del siglo XIX. 3er Premio de Musicología Argeliers León de la Uneac 2017 con el estudio de la obra de José Marín Varona.

Tiene publicado el libro Diccionario de Música camagüeyana. Siglo XIX, y varios artículos en Cuadernos de Historia Principeña de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, el Anuario de la Universidad de las Artes y la revista Antenas de su ciudad natal. También tiene trabajos publicados en la revista Videncia de Ciego de Ávila, Sic de Santiago de Cuba y Clave de Ciudad de La Habana, así como artículos en varios libros. Otros trabajos suyos se han publicados en Lisboa, Portugal; Baeza, España y Santiago de los Caballeros, República Dominicana.
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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