Friday, November 20, 2020

Félix Varela: sacerdote

Plaza Padre Félix Varela
 Catedral de San Agustín en Florida, USA
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De la labor pastoral del P. Félix Varela se habla poco y se conoce menos. Es una de las razones por la que al mencionar el nombre del P. Félix Varela, la imagen que viene a la mente es la de un político y no de un sacerdote.

Revisando el escaso archivo que logré recuperar de mis papeles de Cuba, encontré este artículo publicado en la Revista Enfoque de la Arquidiócesis de Camagüey.

El autor es el P. Alvaro Beyra Luarca, quien por aquellos días era el Asesor de la Pastoral de Cultura en la provincia eclesiástica camagüeyana, y desde el 9 de julio de 2007 es el Obispo de Bayamo-Manzanillo.

Joaquín Estrada-Montalván


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Félix Varela: sacerdote

por el Pbro. Álvaro Beyra Luarca


Cuentan los biógrafos de Félix Varela que a la temprana edad de trece años, al serle propuesto por su abuelo y tutor el entrar en la carrera militar, que en aquellos tiempos proporcionaba una envidiable situación social y económica, hubo de contestarle: “Yo quiero ser un soldado de Jesucristo. Mi designio no es matar, sino salvar almas”. Independientemente de la exactitud de la anécdota, indudablemente la misma refleja la actitud del joven ante el llamado vocacional que le hizo el Señor y que va a ser el centro d su vida y de todo su actuar , porque no es posible interpretar ambas si no se sitúan en esta opción fundamental en su vida y que va a determinar todo su ser y hacer. Desde que fue capaz de tomar decisiones en su vida y hasta el día de su muerte, Félix Varela va a ser en cada minuto de su vida sacerdote de Jesucristo.

De regreso a La Habana de su estancia de la familia en San Agustín de la Florida va a comenzar sus estudios en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio el 14 de septiembre de 1801 sin aún haber cumplido los trece años y realizará estudios en el Seminario y en la Universidad de la Habana hasta ordenarse sacerdote el 21 de diciembre de 1811 a los veintitrés años de edad. Inmediatamente ocupa la cátedra de Filosofía en dicho Seminario que va a ser el centro de su actividad hasta el exilio forzado en 1823, aunque su actividad pastoral va a extenderse también al ámbito parroquial donde va ser reclamado frecuentemente como predicador en ocasión de distintas festividades litúrgicas.

Luego de la disolución de las cortes constitucionalistas en 1823 y la condena a muerte de todos sus diputados, entre los cuales se encontraba Varela en representación de la isla de Cuba, el mismo logra huir a Gibraltar y dirigirse finalmente a Nueva York, ciudad que va a ser el principal testigo de la actividad de Félix Varela como párroco casi hasta el final de su vida, treinta años más tarde.

Para poder aquilatar el ministerio sacerdotal de Varela en Nueva York es necesario ubicarlo en el contexto de lo que era la sociedad y la iglesia norteamericana de la época.

Situación socio-religiosa e Iglesia Católica en E.E.U.U. en tiempos de Varela

Al llegar Varela a Nueva York tan solo hacía cuarenta años que las trece colonias inglesas se habían constituido en nación independiente. La mayor parte de estas colonias habían sido fomentadas por disidentes protestantes de la iglesia anglicana y en un tiempo de confrontación político-religiosa la presencia de la Iglesia Católica estaba prácticamente prohibida. En el año 1763, veinte años antes de la independencia, tan solo en dos de las trece colonias se podía celebrar misa. En el estado de Nueva York existió una ley hasta el 1784 en que se prohibía la entrada de Sacerdotes Católicos y al entrar el primero en ese año tuvo una comunidad de tan solo 200 católicos, mayormente personal diplomático de las embajadas extranjeras que en aquel momento radicaban en dicha ciudad. Fue en terrenos de la embajada española donde se comenzó a celebrar misas en Nueva York pues obviamente no había templo católico en la ciudad. No va a ser hasta el año 1786 que se va a disponer de un templo para los servicios religiosos.

En el año 1789 se va a erigir la primera diócesis en territorio estadounidense cuya sede sería la ciudad de Baltimore y que abarcaría toda la nación donde se estimaba que había unos 30000 católicos en una población total de 4 millones de habitantes. En 1808 dicha diócesis se dividirá en cinco, una de las cuales será la diócesis de Nueva York pero que no tendría obispo residente hasta el 1815, momento en el cual existía en toda la diócesis 3 templos y 4 sacerdotes para una población católica de 15000 fieles. Ocho años más tarde llegará Varela y será el sacerdote número cinco de la ciudad de Nueva York y el décimo de la diócesis. Un año más tarde será asignado como vicario a uno de los templos existentes en la ciudad, Saint Peter.

Ambiente religioso

Llega Varela a Nueva York a los treinta y cinco años de edad con suficiente madurez y juventud como para que fuera esta etapa de su vida la más productiva, pero los acontecimientos lo privan bruscamente de las condiciones propias para desarrollar su trabajo. Es un extranjero en un país desconocido cuyo idioma no domina y cuya situación religiosa era diametralmente opuesta a la que él había conocido y vivido durante toda su vida.

Varela procedía de una cristiandad española donde el catolicismo, además de ser la religión única, era la sustancia de toda su cultura: la escuela, el arte, la sanidad, el calendario, los registros civiles, la moral y normas de comportamiento, las fiestas, incluso la autoridad (el obispo era en la práctica la segunda autoridad del país luego del capitán general y era designado por el rey).

Los Estados Unidos como hemos dicho tenía un origen protestante y aunque al principio de la república con el entusiasmo provocado por un nuevo tipo de gobierno donde la autoridad provenía del pueblo se vivieron años bastante liberales en cuestiones religiosas ya en tiempos de Varela se vivía un “revival” de fundamentalismo protestante con fuertes tintes anti-católicos. Por otro lado se estrenaba también una nueva forma de relación Iglesia-Estado, el estado laico, el cual si bien no era anti-religioso y ni siquiera anti-clerical, era muy celoso de la autoridad eclesiástica lo cual afectaba sobre todo a la administración en la Iglesia Católica que por su carácter jerárquico ha sido siempre muy centralizada. Así por ejemplo la diócesis no era reconocida como ente jurídico sino tan solo las parroquias como asociación de fieles gobernada por una junta directiva que era la que tenía representación jurídica y toda la autoridad legal desde el punto de vista administrativo, hasta el punto que era ella la que contrataba o despedía a los párrocos y maestros de las escuelas religiosas y les pagaba un sueldo para su sustento incluyendo en esto hasta el obispo. Y más aún, no era solo la legislación pública sino la mentalidad de los fieles, ilustrada por un anécdota en tiempos de Varela en la que la junta directiva de la catedral de san Patricio amenazó con suspenderle el pago de su sueldo al obispo porque consideraron que este había tomado una decisión sin consultarlos a ellos.

Relación con los protestantes

Es en este ambiente para el cual Varela carecía absolutamente de preparación, donde él ve que es la voluntad de Dios que desarrolle su ministerio, y en lugar de retraerse o marcharse a algún país con condiciones similares a las que él conocía, comienza a hacer lo único que podía hacer que era crear soluciones a los problemas nuevos creados.

Uno de estos problemas era la tirantez en las relaciones entre católicos y protestantes que caldeaba los ánimos en ambas partes. Como ilustración de ello están los debates públicos que eran convocados en algunas iglesias protestantes con temas tales como: “¿Está justificado que el clero católico aleje a las gentes de las Sagradas Escrituras?” o “¿Es el Papa el hijo maldito de la perdición ?”, o “¿Es la jerarquía romana el hombre del pecado, el hijo de la perdición a que se refiere Pablo en la epístola a los Tesalonicenses ?”.

Varela comenzó a asistir a esos debates y con su enorme preparación intelectual, muy superior a la de sus contrincantes, trató de ilustrar mentes y elevar el nivel de los debates, procurando siempre combatir errores sin herir a sus contrincantes, lo cual le ganó el aprecio de los más ilustrados como veremos en un ejemplo posterior. Pero no todas las respuestas del lado católico fueron afortunadas. Otro sacerdote, El Padre John Hugues, futuro arzobispo de Nueva York, empleó tretas de las cuales lo menos que se puede decir es que no eran evangélicas. Así comenzó a enviar a un periódico furibundamente anti-católico los relatos de supuestas barbaridades cometidas por católicos, los cuales fueron gustosamente publicadas, para posteriormente mostrar su falsedad descalificando así dicho periódico.

Luego de poco tiempo Varela se alejó de dichas polémicas por el tono virulento que las mismas habían adoptado y con espíritu constructor se dedicó a organizar unas conferencias semanales en las cuales buscaba ilustrar la fe de los católicos pues creía que antes de defender su fe era necesario conocerla. Las conferencias llegaron a tener tanto éxito que a las mismas concurría incluso todo el clero católico de la ciudad.

Posteriormente durante los años 1830-1831 comienza a publicar un periódico en el cual trata de contrarrestar, con tono ecuménico y conciliador adelantado para su época, el tono virulento y fanático del periódico anti-católico denominado “El Protestante”. Sirva como ilustración de ello el prólogo del primer número:
Pudiera suponerse que “El Protestante”, periódico semanal, es el órgano de un ataque hecho por todas las sectas protestantes contra la Iglesia Católica; pero en realidad trata de ser y es dirigido, por los líderes de solo una de ellas, y no ha encontrado la aprobación general de los protestantes, al considerarle la mayoría como una iniciativa difamadora, descortés y vana. Todo tipo de injuria e insultos son empleados. Los católicos son llamados filisteos y sus sacerdotes presentados como impostores. Mi religión, mi honor y mi ministerio, me obligan a convertirme en el comentador del Protestante, y mostrar que está, por lo menos, equivocado.
A la afirmación de que la Iglesia Romana cree que no hay salvación fuera de su comunidad, Varela en un espíritu de universalidad bastante poco común en su época responde:
“No hay más que una iglesia que es la Católica; y no hay más que un solo bautismo independientemente que sea administrado por un hombre o una mujer, por un católico, un hereje o un pagano. Todo el que ha sido bautizado es miembro de la iglesia”. Muchos de los miembros de las sectas cristianas “pertenecen en realidad a la Iglesia Católica Romana”. En cuanto a los paganos que nunca han oído hablar de la Iglesia, serán condenados solo por pecados “cometidos contra la ley natural”; y si sus vidas son justas, “serán unidos por la caridad al único Señor… serán unidos a la única Iglesia de Jesucristo, a esa iglesia cuya cabeza en la tierra es el obispo de Roma, aunque no tuvieran la menor idea de dicho obispo ni de dicha ciudad.”
Constructor de templos y de comunidades

Como ya se ha señalado, otro de los problemas existentes en la diócesis era la falta de templos. A esto también se enfrentó la creatividad de Varela a pesar de su nula experiencia como constructor o negociante. Siendo vicario en Saint Peter en 1827 se entera que los anglicanos querían vender un templo en un barrio pobre de inmigrantes que se había quedado prácticamente sin feligresía al haber mejorado la situación económica de estos y mudarse la mayoría a mejores lugares. El edificio quería ser adquirido por un club hípico como cuadra de caballos, pero los anglicanos preferían que tuviera un uso sacro y gracias a las buenas relaciones de Varela con ellos se lo cedieron por 19 000 dólares, precio muy inferior al que estaban dispuestos a pagar los miembros del club. Varela reúne el dinero entre sus amistades y su caudal personal y compra el edificio poniéndolo a nombre del obispo para evitar el control de la junta de administración, inaugurando así un sistema de propiedad de los templos que luego se generalizó en todo la iglesia estadounidense. Era el cuarto templo católico de la ciudad de nueva York, Christ´s Church.

Ocho años más tarde por problemas estructurales fue necesario abandonar el edificio y con su feligresía se fundaron dos parroquias, una de las cuales, la parroquia de la Transfiguración fue fundada por Varela en otro edificio que hubo de adquirir por 55 000 dólares gracias a los donativos sobre todo de un amigo suizo que había hecho su fortuna en el comercio de vinos en Cuba y a los derechos de autor que había adquirido Varela por la publicación de su “Lecciones de filosofía” que había sido adoptado como libro de texto en muchos seminarios y centros de estudio en América Latina.

Pionero de la prensa católica

La amplia cultura del P. Varela le permitió ser uno de los pioneros de la prensa católica en los E.E.U.U. Así a poco tiempo de su llegada a Nueva York, en 1825, comenzó a escribir en el segundo periódico católico de los E.E.U.U. El The Truth Teller fundado por el P. J. Power párroco de la parroquia en que comenzó a servir como vicario. Posteriormente en ese mismo año fundó en colaboración con el lexicógrafo Mariano Velázquez de la Cadena, el periódico The Youth´s Friend, El Amigo de la Juventud, en inglés y español, destinado a sostener ética y culturalmente a los jóvenes, teniendo en cuenta las necesidades de los de habla española en los Estados Unidos. Ya antes habíamos hablado de otro periódico que fundó en 1830 el The Protestant´s Abridger and Annotator destinado a responder con serenidad y amistosamente los ataques que The Protestant dirigía contra la Iglesia Católica.

Al ser nombrado párroco de su primera parroquia en 1827 fundó junto a su vicario un periódico dirigido principalmente para su feligresía compuesta de inmigrantes irlandeses el New York Weekly Register and Catolic Diary el cual tuvo una vida de cuatro años y llegó a tener mayor circulación que el Truth Teller.

Pero su genio innovador se mostró en este aspecto sobre todo al fundar el primer periódico católico para niños en el país y que llegó a circular con 13000 ejemplares entre los años 1832-1842.

Maestro siempre

Al ser nombrado párroco Varela confrontó el serio problema de la falta de centros de educación para sus pobres inmigrantes irlandeses. Por ello enseguida consiguió abrir una escuela parroquial para niños y niñas en el cual el profesor de Filosofía del Real y Pontificio Seminario de San Carlos y San Ambrosio impartía personalmente las clases de religión a los niños, y al no existir texto adecuado, el autor de las “Lecciones de Filosofía” hubo de escribir un catecismo para niños.

Labor social

La feligresía de Varela como hemos señalado, estaba compuesta fundamentalmente de inmigrantes irlandeses que habían abandonado su patria debido a la pésima situación económica y por ello llegaban a América sin los más elementales recursos económicos y tenían que ocupar los escalones más bajos en la naciente economía norteamericana. El desarraigo patrio unido a la pobreza económica engendraba muchos problemas sociales, morales y económicos.

Con recursos casi nulos y muchos deseos de servir al necesitado, Varela los enfrentó con creatividad y confianza en Dios. Así ante la realidad de niños que habían quedado huérfanos de padre o madre, cuyo progenitor vivo tenía que salir a buscar el pan de cada día, Varela creó adjunto a la escuela parroquial lo que pudiéramos llamar un círculo infantil para el cuidado diurno de estos niños y también un taller de costura para confeccionar ropas apropiadas para enfrentar el crudo invierno neoyorquino a los desamparados. Uno de los males sociales que siempre crean la pobreza y sobre toda la desesperanza es el alcoholismo, muy frecuente entre los inmigrantes irlandeses; para ello Varela creó en 1841 la primera sociedad de abstinencia total de alcohol, una especie de precursora de los Alcohólicos Anónimos.

El hospital de la ciudad de Nueva York estaba bajo administración protestante. Gracias al ejemplo de caridad y humildad que ofrecía su persona y a las buenas relaciones con los protestantes, Varela siempre tuvo entrada libre al mismo donde fue visita casi diaria durante 25 años. Cuando ya su enfermedad le impidió realizar esta misión, el hospital emitió regulaciones en que para que pudiera entrar un sacerdote católico se necesitaba una petición expresa del enfermo.

Misiones Parroquiales

Varela fue también el iniciador en Nueva York de la institución conocida como misiones parroquiales. Cuando aquello no había ningún sacerdote especializado en esta misión, pero Varela organizaba antes de las fiestas litúrgicas importantes una semana de preparación en la cual impartía sermones edificantes e instructivos. Por estar la eucaristía en el centro de la adoración católica, preparaba con especial esmero la fiesta del Corpus Christi que era también su devoción personal preferida.

Ejemplo personal

La dedicación y entrega de Varela a su ministerio fue tal vez su mayor labor pastoral. A través de anécdotas contadas siempre por otras personas han podido llagar hasta nosotros aspectos de su vida personal, muy en especial de su pobreza y del afecto a sus parroquianos.

Una de las más conocidas y que muy bien pudo haber servido de inspiración a la famosa escena de Los miserables de Víctor Hugo, es el de la viuda que hubo de pedirle una limosna y a la cual contestó que no tenía dinero dándole una cuchara de plata que era la única que la quedaba de su vajilla personal que había pertenecido a su familia. Posteriormente un policía detiene a la mujer pensando que había robado la cuchara, por cuyas iniciales grabadas pudo conocer que pertenecían a Varela a quien el mismo se dirigió a confirmar la declaración de la pobre infeliz. Otra anécdota contada por un testigo ocular fue la de la noche de un crudo invierno en que Varela ve en la calle a una mujer con un niño pidiendo limosna y encogidos del frío. Varela se acerca a ella por detrás y mirando a un lado y a otro para no ser visto, se quitó el abrigo y se lo echó a la mujer por la espalda retirándose él por detrás para no ser visto por la mujer.

Cuenta también un amigo personal que cansado ya de regalarle relojes al P. Varela que siempre acababa vendiendo para utilizar el dinero en ayuda a los pobres, le ofreció uno en calidad de “prestado” para que el buen clérigo pudiera al fin saber la hora.

También está la deliciosa anécdota de la mujer que atendía su casa en la parroquia, la cual le solicita un día dinero para poder comprarle a un pobre hombre ropa interior adecuada para el frío y sustituir su deteriorada ropa de cama incapaces ya de calentarlo durante el sueño. Varela accedió a la petición y hubo de sorprenderse al día siguiente, al encontrar sobre su cama, frazadas nuevas y ropa interior de lana.

El afecto que le profesaban sus parroquianos se evidencia en el turbio episodio del intento de asesinato de Varela. Dionisio Vives, capitán general de Cuba, irritado por la influencia de Varela en Cuba sobre todo a raíz de la publicación del periódico El Habanero, comisionó a un matón de oficio apodado El tuerto Morejón entregándole 30 000 pesos para eliminar a Varela. El hecho fue del conocimiento de los irlandeses de su parroquia, los cuales interceptaron a dicho matón, “disuadiéndolo” de llevar a cabo su encargo y regresándolo a la Habana en el primer barco que partió de Nueva York.

Vicario y teólogo de la diócesis de Nueva York

El celo pastoral y las cualidades intelectuales de Varela fueron rápidamente reconocidas por los obispos bajo cuyo mandato ejerció se ministerio. En fecha tan temprana como 1829, Mons. Dubois segundo obispo de Nueva York, parte para Europa en busca de clero y ayuda financiera para su diócesis. Al partir para este largo viaje deja al frente de la diócesis a dos vicarios, uno de los cuales es Varela, al cual designa además como representante personal en el primer concilio provincial de la iglesia norteamericana en Baltimore. Por problemas de salud del obispo es nuevamente designado representante del obispo al tercer concilio provincial en 1837. Debido a su enfermedad el obispo pidió un co-adjutor al concilio y recomendó a Varela para el cargo, como se pudo conocer por la intervención del gobierno español ante la Santa Sede para oponerse a dicho nombramiento.

Al nombrarse un nuevo obispo para Nueva York, el irlandés Hugues, éste volvió a nombrar a Varela como uno de sus vicarios durante una larga ausencia. Este mismo obispo nombró a Varela como teólogo consultor en otro concilio provincial en 1846.

Algunos años antes (1841) la facultad de Teología del seminario St. Mary de Baltimore le había otorgado el título de Doctor en Sagrada Teología.

Relación con Cuba

Varela nunca dejó de ser cubano y no solo jurídica y afectivamente. Desde su exilio siguió amando y trabajando por la patria prohibida. Tan pronto llegó a E.E.U.U. y mientras regularizaba su situación canónica para poder ejercer su ministerio, editó desde la ciudad de Filadelfia el periódico El Habanero del cual llegaron a ver la luz siete números, los últimos ya desde Nueva York.

Varios emigrados cubanos le propusieron ponerse al frente de un movimiento independentista, a lo cual Varela se negó rotundamente. Una cosa era orientar conciencias y otra tomar la jefatura de un movimiento político.. Durante los años 1835-183ª altas horas de la noche luego de concluir su siempre cargado ministerio parroquial y a la luz de un quinqué que acabó por deteriorarle su no muy buena vista, hasta el punto que murió casi ciego, Varela escribía para sus discípulos en Cuba lo que sería su obra más conocida, Cartas a Elpidio, con las cuales quería ayudar a formar una juventud sana y virtuosa que sería la mejor garante de una patria libre y próspera.

Varela nunca regresó a Cuba aunque pudo haberlo hecho, como lo hicieron otros desterrados como Saco, Heredia y Gener, acogiéndose a la amnistía otorgada por el general Tacón. Nunca dio las razones para esta decisión. Solo pueden hacerse suposiciones entre las cuales está que su presencia en Cuba le hubiera causado dificultades a su antiguo obispo y protector Espada con las autoridades civiles y eclesiásticas; y tal vez porque Varela vería como más necesario su ministerio en E.E.U.U. que en Cuba dada la escasez de clero en aquella nación comparada con la relativa abundancia del mismo en la isla. Refiriéndose a esta decisión, escribe el Padre a una de sus hermanas:
“Solo puedo contestar a tu carta melancólica recordándote nuestro deber de conformarnos con la voluntad de Dios. Mi separación de mi patria es inevitable, y en esto convienen mis fieles amigos. Acaso yo he tenido la culpa por haberla querido demasiado, pero he aquí una sola culpa de que no me arrepiento”(Nueva York, 30 de diciembre de 1842)
El Padre Varela y sus relaciones con el presbiterio y los obispos

Difícilmente haya mejor forma de conocer a una persona que oírlo expresarse sobre el prójimo, sobre todo el más próximo y del mismo gremio. La boca siempre habla de lo que hay en el corazón. Dejemos que él se exprese con sus propias palabras.

Al referirse al clero de la Isla y sus relaciones con él, dice:
“…es innegable que si en aquel clero no abundan los hombres sobresalientes, sin embargo no faltan, y la generalidad tiene la instrucción que basta para desempeñar con decoro su ministerio y para merecer aprecio en la sociedad… Bien sé que muchos dirán que escribo apasionadamente, porque al fin yo fui individuo de aquel clero, y no habiendo chocado jamás con ninguno de mis compañeros, debo conservarles, y les conservo, grande afecto…(El Habanero no. 2)
Varela entiende el sacerdocio como un ministerio sagrado con exigencias que pasan por encima de los sentimientos personales o la popularidad barata. Con respecto a las burlas que en su tiempo se hacían contra los clérigos Varela escribe:
“Muchos (clérigos) se exasperan en términos de incurrir en el mismo defecto que sus enemigos, enfureciéndose contra ellos y dando pábulo a la venganza personal cohonestada con el título de celo religioso; y otro capitulan con ellos… y se jactan de ser liberales sin ser más que unos viles aduladores de una partida de perversos que tiene la audacia de llamarse hombres libres, como si pudieran serlo los esclavos del demonio. ¡Ojalá fueran todos los eclesiásticos liberales! Pero de los que pretenden serlo, muchos son libertinos y otros fundan su liberalismo en una debilidad inicua por la cual hacen las más infames concesiones, sacrificando a veces la doctrina evangélica, solo por granjearse el afecto del mundo.” (Cartas a Elpidio sobre la impiedad. Carta sexta)
Varela no es ningún ingenuo y conoce la debilidad humana que no se elimina con la ordenación sacerdotal y sabe analizar con profundidad de miras sus consecuencias.
“Yo estoy persuadido de que el pueblo, sabiendo que los eclesiásticos somos hombres, si bien lamenta y se escandaliza al ver las faltas que cometemos como tales, tiene sin embargo el consuelo de que como eclesiásticos le guiamos con acierto y el ministerio conserva su dignidad; pero si el pueblo observa la superstición o la impiedad en los ministros del altar y desgraciada y erróneamente se persuade de que todos estamos infectados por estos dos monstruos, poca esperanza nos queda de ser útiles.” (Cartas a Elpidio sobre la superstición. Carta primera)
Y a continuación expresa sus sentimientos sobre su sacerdocio:
“Dirás que escribo una diatriba contra el clero, siendo uno de sus miembros. No mi amigo, yo escribo su defensa y si acaso tengo que reprimir algún sentimiento para hacerlo con imparcialidad, es el afecto a mis compañeros y el amor a mi estado, amor nutrido por treinta y tres años, en los cuales no ha habido un solo momento en que me haya pesado ser eclesiástico y muchos en que me he gloriado de serlo.”
Varela siempre concibió y vivió el ministerio sacerdotal en estrecha relación con sus obispos, a los cuales consideraba como lo que en realidad son, sucesores de los apóstoles. Ante las variadísimas y a veces opuestas labores ministeriales que desempeñó, no es aventurado afirma que nunca las realizó por gusto o aptitudes personales, sino por cumplir la voluntad de Dios manifestada en el mandato de su obispo. Así primero por instigación de Espada se dedica a la enseñanza y renovación pedagógica en el seminario de la Habana y luego como diputado a las Cortes Españolas. En Nueva York en el periódico por él fundado defiende al obispo Dubis en los conflictos con las juntas de administración parroquiales. Incluso cuando tuvo divergencias evidentes con su obispo, Varela siempre de una respuesta eclesial que sin renunciar a sus opiniones personales lo llevan a poner en primer lugar el ministerio apostólico del obispo. Así con su último obispo Hughes, Varela tuvo diferencias de criterio en cuanto a la forma de enfrentar los conflictos surgidos con la junta de educación de Nueva York gobernada por protestantes anti-católicos. Hughes era un irlandés violento e iracundo y de esa forma reaccionó ante el conflicto. Varela aunque de la misma firmeza en los principios era de talante conciliador. Ante la virulencia que adquirió la polémica, Varela optó por retirarse de la misma sin contradecir al obispo pero sin seguir su estilo.

Muerte en San Agustín

A partir de 1846 el deterioro de su salud, que nunca había sido muy brillante, lo obliga a refugiarse durante el invierno en San Agustín de la Florida de clima más benigno. Físicamente se encontraba muy deteriorado a pesar de ser relativamente joven, 58 años, los ataques del asma que siempre le habían acompañado durante su vida se hicieron más intensos y su vista se deterioró mucho. Al mejorar algo la salud regresa a su parroquia al terminar el invierno y lo mismo hará en los años sucesivos hasta 1850 en que se establece definitivamente en San Agustín donde radicará hasta su fallecimiento tres años más tarde.

Su estado físico no le permitía hacer muchas cosas, pero nunca hasta poco antes de su muerte, estuvo inactivo. Hacía lo que podía cundo estaba bien; misa, confesiones, visitas a enfermos y tocaba el violín para los niños en el parque situado frente a la iglesia. Vivió pobremente acogido por la generosidad del P. Aubid, el párroco. Visitado dos meses antes por un ex-discípulo que lo vio en estado físico y económico lamentable, este inició una colecta entre sus ex-discípulos en la Habana que hubo de llegar una semana después de su fallecimiento y que fue empleada en construir el monumento funerario que se le dedicó en el cementerio de Tolonato en San Agustín.

Al comenzar su agonía muchos fieles se congregaron en oración hasta su deceso. Al recibir el viático quiso hacer profesión de la fe por la cual siempre había vivido y así dio el paso final a la eternidad. Los fieles cortaron mechones de sus cabellos y los repartieron como reliquias con esa intuición que tiene la gente de fe para descubrir la presencia de un santo.

El P. Varela, pionero del periodismo católico en los Estados Unidos (por Teresa Fernández Soneira)

Dibujo a plumilla del P. Félix Varela
 del artista cubano Gervasio Esturo,
 de la colección de la autora.
Prohibida la reproducción. © 
Todos los derechos reservados.
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El P. Varela, pionero del periodismo católico en los Estados Unidos(1)



por Teresa Fernández Soneira


Cuando el Padre Félix Varela(2) llega exiliado a Nueva York en 1823 arriba por los muelles Atlantic Docks. Una fuerza laboral reforzada por inmigrantes europeos descarga el café que viene de Brasil; las pieles de la Argentina, el azúcar de Cuba y el guano del Perú. Al igual que hoy, los inmigrantes y exiliados dan apoyo con la mano de obra y agilizan el proceso de la industria americana. Las familias cubanas que exportan azúcar a Nueva York en esa época envían con frecuencia a sus hijos a esa ciudad para que aprendan el idioma, la destreza en los negocios, y las costumbres del país. España aún gobierna en Cuba, pero los cubanos adinerados empiezan a considerar a los Estados Unidos como un lugar importante. Nueva York ya es entonces una ciudad en constante ajetreo, llena de bullicio y vida que acoge a pobres y a ricos.

Varela es un hombre maduro, de sólidos conocimientos y vasta cultura, y con un temperamento de luchador que derriba obstáculos como es todo aquel que empuña la pluma. Durante la travesía que ha hecho desde España hasta los Estados Unidos, ha estado meditando y se da cuenta que no habrá ya más cátedra en el Seminario de San Carlos de La Habana por lo que ya no tendrá más alumnos. Se pregunta entonces si no es quizás el periodismo una cátedra con un amplio auditorio. Sin pensarlo más decide entregarse a esta empresa y como veremos llegará a ser uno de los pioneros del periodismo católico de Norteamérica.


Tiene una gran facilidad para aprender idiomas y aunque lee inglés, no lo domina. Entonces, siempre con Cuba en la mente y el corazón, mientras aprende inglés se dedica a escribir y publicar El Habanero, en cuyas páginas enseña a los cubanos la manera en que hay que prepararse para lograr la total independencia de Cuba. El Habanero sería el primer periódico en español publicado en los Estados Unidos.

Dos años después comienza a distinguirse en la prensa de Norteamérica. Por entonces existe un movimiento anticatólico que, aunque tiene una finalidad política, recurre al antagonismo religioso. Vemos como se congregan 73 ministros protestantes y fundan en Nueva York la revista El Protestante en la cual desatan una campaña que es un verdadero furor religioso contra la iglesia Católica en la que despliegan una oleada de odios, persecuciones y discriminaciones contra los católicos, siendo incluso destruidas algunas propiedades de la iglesia. Además del idioma y del clima tan distintos a los de su Cuba natal, Varela tiene que enfrentarse a esta intolerancia y fanatismo del protestantismo. Para contrarrestar la campaña de El Protestante se echa sobre sus espaldas la tarea de refutarlos fundando por su cuenta el Protestant’s Abridger and Annotator(3) (El Abreviador y Anotador de El Protestante), donde hace gala de sus cualidades como polemista severo y enérgico que jamás se excede y que nunca ofende. Prueba de ello es su comentario de noviembre de 1839 en el periódico The Catholic Register(4) (El Registro Católico) de Nueva York en el que responde a ciertas críticas del sector protestante: “los protestantes besan la Biblia en señal de respeto y reverencia. Ellos no están besándola como libro sino porque contiene la palabra de Dios expresada en letras y símbolos. No deberían objetar entonces a que nosotros, los católicos, besemos un crucifijo que más profundamente llama la atención a nuestros sentidos y significa lo mismo”.

El 20 de febrero de 1840 escribe el editorial “La educación de los niños Católicos en las escuelas públicas” en el que nuevamente refuta a los protestantes: ‘La verdadera libertad y tolerancia se demostrarían si se tomase a la educación sin interferir con los principios religiosos de nadie. Lo primero que se hace en las escuelas públicas es poner la Biblia Protestante, sin notas ni comentarios, en manos de un niño, dejándola a su libre interpretación. En casi todas las escuelas públicas se utilizan libros que contienen muchos pasajes alterando y ridiculizando nuestra doctrina Católica. Los mismos maestros no dejan pasar la oportunidad para añadir sus sarcásticos comentarios’. Aunque la situación es muy tensa, Varela la maneja con delicadeza y sensibilidad a la vez que pone los puntos sobre las íes.

Entre 1829 y 1832 escribe también para El Mensajero Semanal(5) de Filadelfia y para el New York Register and Catholic Diary (Registro y Diario Católico) de Nueva York. Contribuye con la revista Bimestre Cubana de La Habana en la que colaboran prestigiosos intelectuales de la época como José de la Luz y Caballero, Felipe Poey, Joaquín Santos Suárez y Domingo del Monte, entre otros, que logran que la revista alcance renombre. Varela también escribe en el periódico La Verdad de Nueva York, en el Repertorio Médico Habanero, y luego en 1836 funda The Catholic Observer.


El obispo de Boston le encomienda en 1838 la dirección de un periódico destinado a la juventud norteamericana: The Children’s Catholic Magazine. Esta revista para niños fue una de las primeras publicaciones dedicada a la juventud católica de Estados Unidos entre 10 y 16 años, y se publicó entre marzo 1838 y febrero de 1840. Varela fue su director a partir del segundo número. Un año después escribe para The Catholic Expositor y en 1840, a petición del obispo John Dubois(6), dirige el New York Catholic Register. Incansable, continua su labor y un año más tarde funda con la ayuda del padre Constantine Pise, The Catholic Expositor and Literary Magazine donde aparece la producción teológica más completa y madura de su pluma.

Como si todo esto no fuera ya suficiente, colabora con el Truth Teller (El Narrador de la Verdad) y con The New York Freeman’s Journal and Catholic Register (Diario y Registro Católico Libre) de Nueva York. Escribe hasta altas horas de la noche; es una intensísima labor periodística la que despliega el Padre Félix Varela en estos años. En la biblioteca que este poseía se encontraron colecciones completas de historiadores griegos y latinos en sus lenguas originales, prueba de que poseía una cultura vasta y completa. Además del español y el inglés, entendía perfectamente el alemán, el portugués, el francés y el italiano. La plataforma sobre la que sustentó sus argumentos y polémicas estuvo siempre fundamentada en fuentes e idiomas originales.

En las primeras décadas del siglo XX, la Iglesia norteamericana comenzó a valorar la labor periodística del P. Félix Varela. En 1898 el padre D.A. Merrick, S.J. publicó en la revista Mensajero un artículo titulado El Apóstol Cubano de Nueva York(7), y en 1927 el Padre William F. Blackestee realizó un extenso trabajo para la Sociedad Católica de la Historia de Filadelfia en el que hace resaltar no solo la solidez de los conocimientos científicos y religiosos del Padre Varela, sino también su sorprendente dominio de la lengua inglesa. Dice Blackestee: “Con su penetrante visión, estilo grácil y un dominio asombroso de la lengua inglesa, derrotó de la forma más completa a sus más audaces y formidables opositores en las controversias literarias y en los debates públicos”(8). El padre Varela también aparece en el Diccionario de Biografía Americana editado en 1936 y en el libro Pioneros del Periodismo Católico de la Sociedad Católica de la Historia de los Estados Unidos(9) donde se le hace justicia por sus innumerables contribuciones.

Iglesia de la Transfiguración (Manhattan)
inscrita en el Registro Nacional de Lugares Históricos
donde el Venerable P. Varela fue párroco.
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Además del periodismo, Varela fundó en Manhattan dos parroquias: la Transfiguración y St. James donde se distinguió como pastor dedicado a cuidar de los pobres y desamparados de la ciudad, particularmente de los inmigrantes irlandeses. El Venerable Padre Félix Varela Morales fue el primer sacerdote cubano incardinado(10) en lo que entonces era la Diócesis de Nueva York. Como había deseado desde su llegada a Norteamérica en 1823, con su pluma luchó por la justicia, los valores cristianos y la libertad para creer en Dios por lo que desempeñó una verdadera cátedra en los 30 años que permaneció exiliado en los Estados Unidos.

En este mes de febrero que conmemoramos los 167 años de su deceso en San Agustín de la Florida, recordamos al Venerable Padre Félix Varela Morales como abanderado de la fe católica, patriota, músico, científico, teólogo, periodista y figura clave en la historia de Cuba y los Estados Unidos. Es un santo que espera el milagro.

La labor humanitaria del Padre Varela fue reconocida
al emitir el servicio postal de los Estados Unidos un sello
conmemorativo, el 15 de septiembre de 1997, gracias a la labor de
la Fundación Padre Félix Varela de Miami, y el interés del
Dr. Tirso del Junco (cubano), Presidente entonces de la Junta
Administrativa del Servicio Postal de los Estados Unidos.
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Citas y notas

  1. Este escrito es un resumen de la entrevista que me realizó el locutor y periodista Miguel Alberto para Radio Fe (que luego se convertiría en Radio Paz), el 19 de abril de 1991, en el Programa Amanecer.
  2. Félix Varela y Morales (La Habana, Cuba, 20 de noviembre de 1788 - San Agustín de la Florida, 25 de febrero de 1853) fue un sacerdote, maestro, escritor, filósofo y político cubano que tuvo un importante desempeño en la vida intelectual, política y religiosa en la Cuba de la primera mitad del siglo XIX. Es considerado uno de los forjadores de la nación cubana.
  3. The Protestant’s Abridger and Annotator, publicado por George F. Buncer y el P. Félix Varela, en el 224 Cherry Street de Nueva York, comenzando en 1830.
  4. The New York Catholic Register, Gallagher & Smith pubs. publicación semanal, 1839-1840.
  5. En el que colaboró con José Antonio Saco. El primer número apareció el 19 de agosto de 1828 en New York redactado por Félix Varela y José Antonio Saco. Los números del 2 al 32 fueron editados en Filadelfia, y a partir del 33 y hasta el final, de nuevo en Filadelfia. De contenido variado. Colaboraron en sus páginas Gaspar Betancourt Cisneros, Tomás Gener, Ramón Vélez y José Estévez. El último número publicado corresponde al 29 de agosto de 1831.
  6. John Dubois (Paris 1764-Nueva York 1842), fundador de St. Mary’s College y tercer Obispo de la diócesis de Nueva York.
  7. D. A. Merrick: “The Cuban Apostle of New York”, Messenger, 1898, pp. 613-26.
  8. Father William F. Blakeslee: “Félix Varela”, Catholic Historical Society, Vol. 38, No. 1, marzo, 1927, pp. 15-46
  9. Publicado en 1930.
  10. Vincular de manera permanente a un eclesiástico en una diócesis determinada.




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Bibliografia

Blakeslee, Father William F: “Félix Varela”, Catholic Historical Society, Vol. 38, No. 1, marzo, 1927, pp. 15-46.

McCadden, Joseph: Felix Varela: Torch bearer from Cuba, 1984.

Merrick, D.A.: “The Cuban Apostle of New York”, Messenger, 1898, pp. 613-26.

Piqueras, José Antonio: Félix Varela y la prosperidad de la Patria criolla, Fundación Mapfre, Edición Doce Calles, Madrid 2007.

The New York Catholic Register, Gallagher & Smith pubs. 1839-1840.

The Protestant’s Abridger and Annotator, Félix Varela Ed., New York, 1830.




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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas. En el verano del 2022 publicó La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Pub. House, Miami) que recoge 150 daguerrotipos del siglo XIX de mujeres cubanas de todas las edades y razas, acompañados de poemas de la época. Es un homenaje a la mujer cubana de todos los tiempos.

(Revista Social) Dibujos del Camagüey por Roura Oxandaberro

Febrero 1924
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Noviembre 1923
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(Revista Social. Diciembre 1919) Raimundo Cabrera visto por Conrado Massaguer


 

Thursday, November 19, 2020

Enrique José de Varona (por Frank de Varona)

Enrique José de Varona y de la Pera,
 pensador, patriota y orientador


por Frank de Varona


Uno de los fundadores de la cultura cubana y figura destacadísima entre los grandes intelectuales que dio Cuba en el siglo XIX y principios del siglo XX fue Enrique José de Varona y de la Pera. Varona fue un excelente patriota, político, pensador, orientador, poeta, crítico literario, ensayista, periodista, filósofo, psicólogo, sociólogo y pedagogo. Nació en el seno de una familia acomodada de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, el 13 de abril de 1849. 

Fue hijo del licenciado Agustín José de Varona y Socarrás y de Dolores de la Pera y Beltrán. Estudió en las Escuelas Pías de su ciudad natal, en el colegio San Francisco de Asís en Regla y en el Cerro y terminó su bachillerato en el Instituto de Matanzas. Cuando su obra literaria y filosófica fue conocida en Hispanoamérica y en el mundo se le otorgó el título de Licenciado y Doctor en Filosofía de la Universidad de La Habana en 1891 y 1892.

Desde muy joven demostró su afición por los libros y adquirió una enorme cultura. Fue autodidáctico y adquirió un enorme caudal de conocimientos. Comenzó a estudiar idiomas desde los 11 años y llegó a aprender griego, latín, alemán, inglés, francés e italiano.

A los 18 años ganó un concurso poético donde se rendía homenaje al Lugareño al cumplirse el primer aniversario de su muerte. Ese mismo año, a finales de 1867, publicó su primera obra, una colección de composiciones poéticas con el título de Odas anacreónticas. Colaboró desde muy joven con El Fanal, periódico principal de Puerto Príncipe. Participó en la Sociedad Santa Cecilia y estuvo a cargo como presidente de la sección de literatura de esa institución.

Cuando estalló la Guerra de los Diez Años, el joven Varona se incorporó a los insurrectos camagüeyanos en noviembre de 1868 en el campamento de Las Clavellinas. Varona se enfermó en la manigua y se vio obligado a regresar a su casa en Puerto Príncipe. Desde entonces se dedicó al estudio, la investigación y a publicar poemas, ensayos y libros. 

De la pluma de Varona salieron importantes trabajos sobre literatura comparada y estética. Entre los años 1873 y 1875 escribió varios trabajos entre los cuales se encuentran tres artículos de literatura comparada: El personaje bíblico Caín en las literaturas modernas, El marido hace mujer de Antonio Hurtado de Mendoza y La escuela de los maridos de Molière. Posteriormente, Varona publica estos trabajos en un libro llamado Estudios literarios y filosóficos que vio la luz en La Habana en 1883.

Se casó con su prima Tomasa del Castillo y fue muy feliz en su matrimonio. En 1878 Varona se trasladó con su esposa e hijos a La Habana. Ese año Varona publicó un folleto llamado Ojeada sobre el movimiento intelectual en América. Varona adquirió un extraordinario conocimiento de la obra de los grandes filósofos del movimiento positivista francés, tales como Augusto Comte, Alexander Bain y Emilio Littré. Igualmente leyó a los ingleses John Stuart Mill y Herbert Spencer. Varona se convirtió en un extraordinario filósofo positivista de Hispanoamérica, de la misma categoría de Justo Sierra y Eugenio María de Hostos.

José Antonio Cortina, un joven entusiasta del progreso y gran orador, fundó la Revista de Cuba (1877-1884). Desde los primeros números, Varona comenzó una ininterrumpida colaboración. Impartió numerosas conferencias y discursos en las veladas literarias, centros y sociedades culturales de la isla que eran tan de moda en esos tiempos.

El ilustre camagüeyano publica libros de poesías, uno llamado Poesías en 1878 y Paisaje Cubano en 1879. En el libro Arpas amigas de 1879 y Arpas cubanas de 1904 aparecen algunos de sus poemas, junto a la obra de otros poetas cubanos. En Arpas cubanas apareció el famoso poema de Varona "Alas".

En 1880, Enrique José Varona comenzó un gran ciclo de conferencias filosóficas que posteriormente se publicaron en libros. Estos tres cursos se conocen con el título de Conferencias filosóficas. Al escuchar a Varona sus alumnos quedaron asombrados ante la inmensa suma de sus conocimientos. 

El primero de estos libros fue Lógica que se publicó 1880, después se publicaron Psicología y Moral. En estos libros y en los posteriores tenía Varona el deseo de superar en la juventud cubana el ansia de conocimiento con la esperanza que así se pudiera alcanzar la verdadera libertad. Por eso hizo una dedicatoria a la juventud cubana en su obra Lógica donde escribió lo siguiente: "A la juventud cubana, en cuyo corazón deseo fervorosamente que jamás se extinga el amor a la ciencia, que conduce a la posesión de sí mismo y a la libertad". Comienza así su carrera como orientador de la juventud. Varona sabía que el conocimiento es el camino que lleva a la libertad y ese camino era el que él quería que Cuba siguiera hasta convertirse en una república libre y soberana.

Félix Lizaso en su libro El pensamiento vivo de Varona, publicado en Buenos Aires en 1949, explicó que en la vida de Varona hay tres etapas principales de su actividad creadora. El primer período se inicia con sus trabajos literarios y filosóficos y culmina en la serie de conferencias filosóficas. Este período dura hasta que deja de publicarse su Revista Cubana. Esta revista de Varona la comenzó a la muerte de José Antonio Cortina y la desaparición de la Revista de Cuba.

El segundo período es de una actividad política. A la muerte de José Martí, Varona lo sustituye en la dirección del periódico Patria, órgano del Partido Revolucionario Cubano en 1895. Varona estuvo al frente de ese periódico durante toda la Guerra de 1895. Con la instalación de la República el 20 de mayo de 1902, comenzó la tercera etapa de su vida.

Entre los años 1885 y 1895 colabora Varona con las revistas La Habana elegante, El libre pensamiento y La ilustración cubana. En 1887 publica en Barcelona su libro Seis conferencias que incluyen su famoso trabajo sobre Cervantes, Víctor Hugo, Emerson, la educación de la mujer, la importancia social del arte y las teorías de Platón y Michelet sobre el amor. José Martí tuvo un gran aprecio por Enrique José Varona. 

Desde Nueva York, al año siguiente, en 1888, Martí hace un análisis sobre el libro Seis conferencias de Varona. Martí observó que, en este libro, Varona demostraba la belleza de su prosa y la excelencia de su estilo, que según Martí, venía del perpetuo fulgor de su pensamiento. 

Martí escribió lo siguiente:
Y el lenguaje, al que es el pensamiento lo que la salud a la tez, llega por esas dotes en este escritor a una lozanía y limpieza que recuerdan la soberana beldad de las mujeres, éticas y sencillas, de la tierra del Camagüey, donde nació Varona. De la fijeza del conocimiento le viene la seguridad del estilo, de su certidumbre del valor de cada detalle la flexibilidad y la majestad de la que indudablemente tiene en sí, acrecentada con su noción bella y sólida de la del mundo. Cada conferencia ostenta un caudal de voces propio, escogida sin esfuerzo entre la flor del vocabulario conveniente al asunto...
Martí quiso que Varona conociera su propio trabajo y le envió, por ejemplo, dos números de la Revista Venezolana, y también su libro Ismaelillo. A pesar de que Varona estuvo un tiempo trabajando con el autonomismo, eso no impidió Martí que lo estimara profundamente. Varona fue electo por su provincia diputado a las Cortes españolas. De regreso hizo escala en Nueva York y pudo conocer a José Martí y hablar detenidamente con él. Pronto, en 1887, se separó Varona del autonomismo, al darse cuenta de la intransigencia del gobierno español. 

Martí le escribió una carta el 1 de diciembre de 1881 donde le dijo lo siguiente: "Bien puede ser, amigo mío, que se le haya olvidado de su amigo Martí, que, no por haberle visto poco ni usado escribirle, le tiene en menos de lo que sabe que usted vale". Le escribió otra carta de 1882 donde le dijo "Le debo respuesta, y se la pago con placer y cariños". Martí escribió otra una carta a Varona donde dijo lo siguiente: "Yo no veo en mi tierra, fuera de los afectos naturales de familia, personas a quien deba yo querer más que a usted, por la limpieza de su carácter y la hermosura de su talento". En otra ocasión, José Martí describió a Varona en un artículo publicado en El economista americano de esta forma: "habla el cubano Varona una admirable lengua, no como otras acicalada y lechuguina, si no de aquella robustez que nace de la lozanía y salud del pensamiento.

Durante su estancia en Nueva York durante la guerra de independencia, Varona redactó en 1895 el documento Cuba contra España, que fue circulado por los países hispanoamericanos. Varona explicó en este documento las razones que justificaban la revolución cubana. Describió el atraso en que vivía Cuba y las causas del mismo debido a la explotación económica y a la violación de los derechos individuales que practicaba la metrópolis. También explicó la incompetencia de la administración pública española en Cuba con sus impuestos excesivos, los cuales perjudicaron el desarrollo de las industrias tabacaleras y pecuarios. Cuestionó severamente Varona la esclavitud del gobierno colonial español y quiso la libertad para los todos los esclavos negros.

Terminada la Guerra Hispana-cubana-americana en 1898, Enrique José Varona regresó a Cuba. El gobierno interventor estadounidense lo nombró primeramente al cargo de Secretario de Hacienda y después a Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. Llevó a cabo una reforma completa de toda la enseñanza, desde la primaria hasta la universitaria. Con el llamado Plan Varona comenzó la modernización de la educación en Cuba. Quiso Varona que Cuba tuviera más maestros que soldados. Usando sus ideas positivistas, Varona reformó la educación cubana hacia una mayor diversificación técnica. 

Se le designó profesor de sociología de la Universidad de La Habana en 1900 y se convirtió en uno de los más brillantes e influyentes catedráticos del país. Varona fue presidente de la Academia de la Historia de Cuba. 

En 1907, escribió Desde mi belvedere, libro que pude leer mientras cumplía prisión en el Presidio Modelo de Isla de Pinos como resultado de mi participación en la invasión de Bahía de Cochinos el 17 de abril de 1961. Este libro contiene numerosos artículos sobre temas variados que Varona publicó en varios periódicos. Muchos artículos tratan sobre figuras literarias como José María Heredia y Heredia, Balzac, Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire, Nietzsche, Heine y otros.

Fue electo vicepresidente de la República junto a Mario García Menocal en 1912 y sirvió en ese cargo de 1913 a 1917. Al mismo tiempo asumió la presidencia del Partido Conservador. En 1917 sale a la luz su libro Violetas y ortigas, obra donde abundan críticas literarias sobre autores cubanos, españoles y extranjeros. En 1918 publicó su obra Con el eslabón en donde hace evidente el pesimismo que caracterizó los últimos años de su vida.

El doctor Elio Alba-Bufill, Profesor Emérito de City University of New York y Secretario Ejecutivo Nacional del Círculo de Cultura Panamericano, escribió lo siguiente sobre Varona:
 La posición destacadísima de Varona en la historia de la cultura cubana es indiscutible. Su importancia literaria ha sido reconocida por grandes figuras de la intelectualidad de Cuba, Hispanoamérica y España. Fue uno de los más sobresalientes críticos positivistas en el continente americano y su dimensión como ensayista rebasa las fronteras nacionales para alcanzar carácter continental. 
El profesor Alba-Bufill añadió lo siguiente:
La preocupación de Varona por su patria y el deseo que su pueblo mejorara las condiciones de vida, lo llevaron a estudiar con interés y seriedad los problemas que atravesaba la isla y a pronunciarse públicamente sobre ellos, la mayoría de las veces, salvo el breve período de exilio, en plena colonia, afrontando con valentía y civismo el riesgo que conllevaba tal actitud en la represiva sociedad colonial.
Enrique José Varona se convirtió en la conciencia moral de la nueva República. Sufrió mucho, cuando las pasiones entre políticos al querer el primer presidente de Cuba, Tomás Estrada Palma, ir una reelección, provocó una pequeña guerra. Como consecuencia, Cuba sufrió otra intervención norteamericana de 1906 al 1909.

El insigne camagüeyano, al igual que José Martí, rechazó el comunismo. Pudo ver Varona los peligros para el futuro del mundo que representaban las ideas marxistas. Varona fue uno de los primeros intelectuales y pensadores hispanoamericanos que comprendió el riesgo que el comunismo constituye para nuestra América. Escribió en 1885 lo siguiente: "El comunismo aunque pretenda hacerse oportunista, no es menos peligrosa quimera, que empieza por ser la negación de toda libertad y acaba por anular toda iniciativa, y por tanto, todo verdadero goce de los mismos bienes que pretende esparcir equitativamente y profusamente". Aunque los comunistas en Cuba han nombrado una universidad en su nombre, nunca han revelado al pueblo de Cuba lo que Varona pensaba de lo terrible que es el comunismo.

Varona estuvo opuesto a la prórroga de poderes del presidente Gerardo Machado, la cual provocó una guerra civil en Cuba. Ya anciano se convirtió en el guía espiritual de la juventud universitaria y defendió los ideales democráticos. Tras la caída del dictador Gerardo Machado, tuvo lugar la muerte de Enrique José Varona y de la Pera, el 19 de noviembre de 1933, a los 84 años de edad en su casa del Vedado, La Habana.

En 1936 se inició en La Habana la edición oficial de las obras de Varona, pero ésta aparecieron muy lentamente. Varona es por la extensa obra uno de los espíritus más amplios y fecundos de la cultura cubana. 

Enrique José Varona es un gran orgullo para todos los que como él, nacimos en el legendario Camagüey. Varios colegios y calles llevan su nombre por diferentes ciudades de Cuba, al igual que una universidad para pedagogos. Pero él no solamente se convirtió en una gloria para la República de Cuba sino también una gran figura literaria en Hispanoamérica y en el mundo.

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Frank de Varona is an educator, historian, journalist, and internationally known expert on politics, economics, foreign affairs and national security issues. He was born in Cuba and, at the age of 17, he participated on the Bay of Pigs invasion in an effort to eradicate communism in Cuba. After spending two years in prison, he returned to the United States, where he earned three college degrees. He is married and has a daughter and a grandson.

Mr. de Varona had a 36-year career in the Miami-Dade County Public Schools as a social studies teacher, principal, region superintendent, and associate superintendent of instruction. He also was an associate professor of social studies in the College of Education at Florida International Education for seven years. Currently, he is a part-time Adult Education Coordinator in the Miami-Dade County Public Schools.

He has written 20 books and many articles in newspapers and magazines. Among his books are Hispanics in U.S. History Volume 1 and Volume 2 (1989), Hispanic Presence in the United States (1993), Latino Literacy: The Complete Guide to Our Hispanic History and Culture (1996) and Presencia hispana en los Estados Unidos: Quinto Centenario (2013). Mr. de Varona is the only Hispanic in the nation who has written three books in Spanish about Barack Obama: ¿Obama o McCain? (2008), El verdadero Obama (2010) and ¿Obama o Romney? (2012).

(Camagüey) Casa Natal y tres poemas de Enrique José Varona

Calle Lugareño esq. San Ramón.

En esta esquina se conforma una pequeña plazoleta, donde confluyen, además de Lugareño y San Ramón, el final del callejón de San Antonio y el inicio de la calle Horca.


Aquí nació el 13 de abril de 1849
Enrique José Varona
Su labor cívica, su pensamiento filósofico
y su obra literaria
dieron gloria a la patria.

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"... desde la escuela a la universidad
la necesidad, el propósito y el deber de los profesores se concentra
en formar hombres".
Enrique José Varona

"I.S.P. José Martí. Camagüey"

(Fotos. Marzo 2020)


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La casa antes de las reformas que se le hicieron  en la primera mitad del siglo XX. Año 1905.




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A una amiga curiosa

Comprendo que con ansia de saber,
O por curioso espíritu sutil,
De hosco volcán, que no enguirnalda abril,
Quieras el hondo cráter entrever.

O que eleves tu afán de conocer
Al astro muerto, pálido pensil,
Que no refresca nunca aura gentil,
Ni tiñe de la aurora el rosicler.

Yermos glaciales, si en su busca vas,
Regiones de pavor, aquí y allí
En torno de tus pasos hallarás.

Mas si hay piedad, y sé que la hay, en ti,
No pretendas, amiga, ver jamás
El desolado erial que escondo en mí.

1894



¿Qué es el poeta?

¿Qué es el poeta? Cuando el mundo infante
Medroso avanza de sorpresas lleno,
una plegaria férvida que asciende
Cual blanca nube de fragante incienso.

¿Qué es el poeta? Cuando el mundo eleva
La frente osada al estallar del trueno,
una esperanza que sus himnos rima
En el sonoro escudo del guerrero.

¿Qué es el poeta? Cuando el mundo yerra
Entre ruinosas glorias macilento,
un inmenso dolor que se humaniza,
Y condensa sus lágrimas en versos.


XXIII

¡Ciencia del mundo! Vana ciencia torturadora, tú que fomentas y castigas mi ansia curiosa de conocer cuanto está afuera de mí, tú que aguijas y no sacias mi sed infinita de penetrar los enigmas del hombre y la naturaleza, espantado como estoy por los abismos que mi interior descubro, ¿de qué me sirves? ¿de qué me has servido? ¿He sufrido menos mi tortura, porque haya visto a los demás dilacerados en el mismo potro? ¿Me he mofado menos de mi desvarío, porque haya sentido pasar la mascarada turbulenta de mis hermanos en locura? ¡Quién pudiera, como Próspero, quitarse de los hombros el manto mágico, y arrojándolo de una vez para siempre al abismo, clamar en un largo suspiro de descanso: Queda allí sepultado, saber mío!


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Ver en el blog

(Bohemia. Enero 17, 1915) Enrique José Varona, es recibido como socio en la Academia Nacional de Artes y Letras

El 11 de enero de 1915, se celebró en La Habana,  el acto solemne en el que Enrique José Varona, fue aceptado como socio en la Academia Nacional de Artes y Letras.

El discurso de contestación estuvo a cargo de Aniceto Valdivia, Conde Kostia.

Según la reseña de Bohemia, escrita por Guillermo de Sanz,  los discursos fueron opuestos, sin seguir la tradición de tales eventos, "pesimista" el de Varona y "optimista" el del Conde Kostia 
Varona y Valdivia son dos colosos, han estado admirables. Bien han hecho en seguir sendas opuestas. Uno entra en la vida con el corazón; otro con el pensamiento. Pero entiéndase que Valdivia es poeta, y los poetas lo ven todo color de rosa. En cambio Varona es filósofo, y con su criterio exagera los aspectos sombríos de la vida.
lo que produjo un interesante debate. (JEM)



(Social. Octubre 1926) Los 25 libros que Enrique José Varona recomendó a la juventud cubana


Monday, November 16, 2020

(Ordenanzas Municipales. Ciudad de la Habana,1856) "El día del Santo Patrono de esta ciudad y su víspera..."


Art . 10. - El dia del Santo Patrono de esta ciudad y su víspera, todos los vecinos de la carrera por donde deba pasar la procesion, limpiarán el frente de su casa respectiva; adornarán con colgaduras sus ventanas y balcones, y en las noches de ámbos dias iluminarán las fachadas de sus edificios; bajo la multa de dos á cinco pesos.


(Se ha respetado el texto como fue escrito)

Poema 67 de "La patria es una naranja" (de Félix Luis Viera)

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.


Poema 67  de La patria es una naranja ( Ediciones 2010, 2011, 2013) (Poesía del exilio) 


                          67


La Madre de Osvaldo ha muerto, allá, en el centro de la Isla, de la patria,
de modo que para él todas las flores de los mercados de flores de la ciudad de México
han quedado congeladas.
Ahora mismo su Mamá está muerta allá en la patria y él prende una vela
y confía en que su luz llegue hasta el cadáver.
El cadáver de la Madre ya no podrá verlo a él
ni él podrá ver
cómo pasan sus hermanos el último camino por donde irá la Madre.
Son gajes del exilio, dirán.
Apenas quedan flores en los interminables mercados de flores de la interminable ciudad de México
porque Osvaldo ahora mismo se las está enviando todas a la Madre muerta.

Antes, en la patria,
este hombre era uno de aquellos fuegos invasores que se mencionan en los himnos,
fue yunque y martillo,
pistola y pluma.
¿Acaso alguna vez debió de asesinar a una margarita en nombre de la Rosa?
¿En nombre del rojo a veces debió negar algún matiz del cielo?
En la patria
escribió un poema sobre un tanque de guerra
y tuvo esos hilos que conducen a los más sagrados expedientes.

Fue un hombre sobrepuesto entre el futuro y más allá del futuro.
Pero un día vio que las montañas caían
por la tenacidad de los mismos que habían mandado levantarlas
y que las montañas volvían a caer
después que los mismos, tenazmente, mandaban de nuevo a levantarlas.
Y se agotó:
estuvo seguro de que ni una sola de las frutas largo tiempo anunciadas
daría la cosecha largo tiempo anunciada.

Y hoy, ahora mismo, desde tan lejos,
salen y salen bandadas y bandadas y bandadas de palomas
con flores en sus alas para la Madre muerta
allá, tan lejos.


1998


                               67


La Madre di Osvaldo è morta, là, nel centro dell’Isola, della patria,
in modo tale che per lui tutti i fiori dei mercati di fiori della Città del Messico
sono rimasti congelati.
In questo momento sua Madre è morta là nella patria e lui accende una candela
e confida che la sua luce arrivi fino al cadavere.
Il corpo morto della Madre ormai non potrà vederlo
né lui potrà vedere
come affronteranno i suoi fratelli l’ultimo cammino della Madre.
Sono i guadagni dell’esilio, diranno.
Rimangono pochi fiori negli interminabili mercati
di fiori dell’interminabile Città del Messico.
Perché Osvaldo in questo momento li sta inviando tutti alla Madre morta.

Prima, nella patria,
quest’uomo era uno di quei fuochi invasori che si citano negli inni,
fu incudine e martello,
pistola e penna.
Forse qualche volta dovette assassinare una margherita in nome della Rosa?
In nome del rosso a volte dovette negare qualche sfumatura del cielo?
Nella patria
scrisse una poesia su un carro armato
ed ebbe in mano i fili che conducono alle cause più sacre.

Fu un uomo teso verso il futuro e ben oltre il futuro stesso.
Ma un giorno si rese conto che le montagne cadevano
per la tenacia degli stessi che avevano ordinato di erigerle
e che le montagne tornavano a cadere
dopo che le stesse persone, tenacemente, ordinavano di nuovo di erigerle.
E si stancò:
fu sicuro che neppure uno dei frutti da lungo tempo annunciati
avrebbe dato il raccolto per lungo tempo annunciato.

E oggi, in questo momento, da così lontano,
escono ed escono stormi e stormi e stormi di colombe
con fiori nelle loro ali per la Madre morta
là, così lontano.



1998


 
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Félix Luis Viera, poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado siete poemarios; tres libros de cuento; cuatro novelas y una noveleta.
Entre los premios que recibiera en su país natal, se cuentan el David de Poesía, en 1976; el Premio Nacional de Novela, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, galardón que ya le había sido otorgado a este autor, en 1983, por su libro de cuento En el nombre del hijo.
Su poemario La patria es una naranja, que aborda el tema del exilio a la par que incursiona en la realidad mexicana, ha tenido una buena acogida de crítica y público y recibió en Italia el Premio Latina in Versi en 2013.
Es ciudadano mexicano por naturalización. Reside en Miami.

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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960.

Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.  Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

El día de San Cristóbal (de La Habana). Bohemia. Noviembre 1935

 


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