Monday, September 7, 2020

La Virgen de la Caridad del Cobre en nuestra música popular (por P. Jorge Catasús)

Texto publicado originalmente en la revista católica cubana Verdad y Esperanza (Segunda Época. Año 2, No. 2. 2010) aparece en el blog Gaspar, El Lugareño por cortesía de sus editores.
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En el año de 1989, procedente de Guantánamo, arribé a la ciudad de Bayamo, segundo destino en mi ministerio pastoral. Poco tiempo después de mi llegada, conocí a un anciano octogenario, Juan Atencio, hombre humilde, mestizo, entre otros oficios había sido pintor “de brocha gorda”. Toda la luz que casi no podían percibir ya sus ojos, la irradiaba, sin embargo, al narrarme sus vivencias de trovador e interpretar “a capella” emocionado, con voz potente y melodiosa, las antiguas canciones de la trova tradicional. Con singular sentimiento me interpretó una de ellas, dedicada a la Virgen de la Caridad, que aprendió de un disco de prueba que llevaron desde La Habana al taller en el que trabajaba en Manzanillo, a comienzos de la década del 20 del siglo pasado. Había sido grabada por el dúo de Manuel Luna y Pablito Armiñán.
Imagen protectora de mi vida
Emblema de pureza y salvación
Hoy protege una vez más a quien te pide
Y lo salvas con tu santa bendición.
Eres casta y piadosa en realidad
Eres la luz que alumbra mi camino
Amparo eres de todo peregrino
Virgen sagrada de la Caridad.
Su autor –me dijo– era Sindo Garay (Santiago de Cuba 1867-La Habana 1968), a quien conoció años más tarde en Bayamo y le manifestó que la inspiración para componerla había sido una visita que había realizado al Santuario del Cobre. Atencio, quien la titulaba Imagen protectora, me contaba que ésta fue una de las piezas favoritas en su repertorio, interpretándola frecuentemente en serenatas y veladas familiares y, cada 8 de septiembre, se la solicitaba el Padre Nueva Paz, de la Iglesia del Santísimo Salvador.

El texto alude al comenzar a la imagen y, al concluir, a la misma Virgen de la Caridad. Va del símbolo a la persona, entretejiendo virtudes (pureza, castidad, piedad) con acción benefactora (protección, salvación, iluminación, amparo) que trasciende a “todo peregrino”. Sorprende al enlazar una petición (tercer verso) con una afirmación del poder de la bendición de la Virgen (cuarto verso).

Traté de imaginarme con mi guitarra cómo hubiera “sonado” armónicamente la de Sindo, para acompañar y grabarle esta bella obra al anciano trovador. Luego de un primer intento con la mejor grabadora de cassette de que pude disponer, se dio la ocasión providencial de registrarla en soporte digital –voz y guitarra– teniendo como improvisado estudio la sacristía del templo del Santísimo Salvador. Fue una mañana inolvidable de octubre de 1993; transcurría la Jornada de la Cultura Cubana en la ciudad del Himno.

Esta significativa experiencia constituyó para mí el detonante motivador para comenzar mi insistente indagación sobre la presencia de nuestra Patrona en nuestra música, especialmente en los compositores populares.

Avanzando en mi pesquisa, un amigo bayamés, poseedor de una valiosa discografía, puso en mis manos un viejo Long Play del sello Panart (LP3032). Era el primer volumen de una serie, Glorias de la Canción Cubana, íntegramente dedicado a obras de Sindo Garay, interpretadas magistralmente por uno de los mejores dúos de mediados del siglo XX, Cabrisas-Farach, con la orquesta de Orlando Estivill. Uno de los temas: Madre Virgen. En la contracarátula del LP se precisa: “inspirado en un buque bajo los efectos de una tormenta”.
Eres la Madre de Cuba
Madre de la humanidad
Eres la preciosa Virgen
Santa y pura de la Caridad.
No porque me encuentre ausente
Dejo de acordarme de ti
Para que tengas piedad
Virgen pura, para mí.
Se trata de una cadenciosa guaracha cuyo texto comienza afirmando no sólo la maternidad de la Virgen de la Caridad para con todos los cubanos, sino su maternidad universal, destacando su hermosura y nuevamente sus virtudes: santidad y pureza. El autor le recuerda a la Madre que su lejanía no significa olvido, implorando su piedad.

Tras las huellas de Sindo, tropecé un tiempo después con el ensayo de Carmela de León Sindo Garay. Memorias de un trovador (Letras Cubanas, 1990). En el catálogo de las obras, que aparece al final del libro, se reportan dos con el título Virgen del Cobre, ambas grabadas pero no registradas, y sólo una fechada, entre 1890-1900. Dada la fecha que llegó aquel disco de prueba a las manos del trovador Atencio -alrededor de 1920- pudiera pensarse que la más antigua debe ser la que pudimos grabarle, Imagen protectora, de la que no hemos encontrado otra grabación. En la discografía que aparece en estas Memorias… se consigna el LP del dúo Cabrisas-Farach arriba mencionado, que incluye el título Madre Virgen.

La figura femenina más relevante de nuestra trova tradicional es, sin duda, María Teresa Vera (La Habana 18). Su bolero Veinte años ha llegado a ser una obra antológica de nuestro cancionero popular. Precisamente, el trío Veinte años –Lorenzo Hierrezuelo, Valeriano Doherty y Evelio Valdés- grabó un disco con obras de su autoría, entre ellas el bolero A la Virgen del Cobre (1922). El texto revela una situación de gran congoja y abatimiento, elevando una plegaria devota en que se implora piedad y compasión buscando cobijo en la bendición de la Virgen, lo que queda excelentemente acentuado en la versión que regala el trío en la grabación.
Virgen del Cobre, apiádate de mí
Eres la santa de mi devoción
Hoy que las penas agobian mi existir
Tú no me olvides y tenme compasión.
Consuela mi dolor, sé compasiva
Aunque el mundo me desprecie sin razón
Que no me falte de ti mientras que viva
Virgen sagrada, de ti la bendición. (2)
En una espléndida interpretación de Miguelito Cuní nos ha llegado, en el álbum registrado por la EGREM, MIGELITO CUNÍ, Sones de Bienvenido Gutiérrez (La Habana 1904-1966) un dramático tema, en ritmo de bolero, Los tres Juanes. Se relaciona el tiempo tormentoso en el que apareció la imagen de nuestra Virgen con una situación de hambruna tremenda en el país, fuente de gran sufrimiento para toda la Nación que parece naufragar. La súplica desgarradora, con cierto aire de reproche, quiere sustentarse en el Niño que lleva la Madre en sus brazos. No se ha podido precisar la fecha o época en que fue compuesto este tema. En el original arreglo musical aparece en la introducción una cita instrumental, con una trompeta con sordina, de la primera frase de la conocida Ave María, de Franz Schubert, y se reitera al concluir.
Virgen que a los tres Juanes apareciste
Aplacando la furia del elemento
Por el Niño que llevas, te ruego triste
Calma, Virgen del Cobre, mi sufrimiento.
En el mar de mi Cuba, Madre mía,
Poco a poco la barca se va hundiendo
Faltándonos el pan de cada día
Sin que tú oigas la voz de un pueblo hambriento.
¿Qué verdadero cubano no ha escuchado y/o entonado la tonada más popular dedicada a nuestra Cachita?: …Y si vas al Cobre/ quiero que me traigas/ una Virgencita de la Caridad…. Se trata de un son que aparece registrado de la autoría de Noemí Matos y fechado en 1930. El destacado musicógrafo Lino Betancourt, sustentado en testimonio de primera mano, me ha afirmado que en realidad es una composición de Miguel Matamoros (Santiago de Cuba 1894-1971), quien la regaló a la Matos, amiga de Rafelito Cueto, uno de los integrantes del célebre Trío Matamoros. Esta destacada agrupación realizó una primera grabación. En 1959 la regrabó en La Habana Miguel Matamoros y su Cuarteto Maisí, con la cantante Juana María Casas, La Mariposa. Esta hermosa versión aparece en el cassette Dulce embeleso (EGREM 1959) e incluye en su instrumentación un piano y una trompeta que le aportan una especial impronta.
Cuando tú vayas a Oriente
Mi legendaria región
Tierra que tiembla caliente
Cuna del sabroso son
Llégate al Puerto de Boniato
Mira la Loma de San Juan
Vete al Caney por un rato
Y prueba las frutas
Que allí dulce están.
Y si vas al Cobre
Quiero que me traigas
Una Virgencita
De la Caridad.
Yo no quiero flores
Yo no quiera estampas
Lo que quiero es Virgen
De la Caridad.
Y si vas allá
Donde está Cachita
Tráeme una estampita
Para mi mamá.
Y si vas allá
Donde mi negrita
Traime una estampita
De la Caridad.
Cuando pienso en mi morena
Que se llama Caridad
Rezo como un alma buena
Por toda la humanidad
Virgencita, tú eres buena
Hazme un milagro de amor
Mira que muero de pena
Si tú no mitigas
A mi cruel dolor.
La versión original del Trío Matamoros no incluía los versos del estribillo: yo no quiero flores/ yo no quiero estampa/ lo que quiero es Virgen de la Caridad, pero incluía estas estrofas de improvisación:
Y si vas al Cobre
Tráeme una estampita
Que sea bendita
De la Caridad.
Y si vas a Oriente
Tráeme de allá
Algo reluciente
De la Caridad.
Y si vas al Cobre
Busca a mi negrita
Que es mi Virgencita
De la Caridad.
El texto se presenta como petición a un supuesto viajero que se desplaza a la legendaria región oriental, con una invitación a visitar pintorescos imprescindibles lugares de Santiago de Cuba y sus alrededores, entre ellos aquél donde está el Santuario de la querida Virgen de la Caridad: El Cobre. El objeto de la petición se desplaza desde la misma Virgen a la estampita que la representa. Hacia el final se alza una sencilla pero sentida oración no sólo pidiendo por las necesidades personales y familiares, sino también por toda la humanidad.

El bolerista Fernando Alvarez (Santiago de Cuba 1927-La Habana 2002) ha grabado un tema de su inspiración titulado también A la Virgen del Cobre. Se trata de una humilde súplica por las necesidades propias, implorando además el don de la paz para todo el mundo y expresando igualmente el gozo por lo alcanzado gracias la Virgen. Ha sido incluido en una Postal CD con obras dedicadas a La Caridad, editada por la EGREM en el 2007.
Madrecita mía, Virgen del Cobre
Sé que tienes muchos hijos
Dame lo que te sobre
Con una limosnita
Y tu santa bendición
Quedaré muy conforme
Y alegrarás mi corazón.
Todo eso tendré
Hermosa realidad
Te adoro tanto, Virgencita
Estoy lleno de felicidad
No me alejes de ti
No me abandones nunca
Dale paz a la Tierra
No pido nada más.
Asistí a la clausura del Festival Nacional de la Trova en su edición del año 1997, en la Sala de Conciertos Dolores, en Santiago de Cuba. No imaginaba que el cierre del programa estaría a cargo de Compay Segundo (Francisco Repilado, El Caney 1907-La Habana 2003) y su grupo. El afamado artista estaba entonces en la cúspide de la popularidad, luego del boom del Buenavista Social Club. Antes de finalizar su presentación explicó que la víspera había visitado el Santuario del Cobre y en la noche, hasta la madrugada, había compuesto un tema dedicado a la Virgen; que aunque no lo había podido trabajar bien con el grupo lo iba a interpretar. Así lo hizo.
Cuando yo llegue
A mi Oriente querido
Cuando yo asome
Al balcón de la capital
Cuando yo sienta sonar
Las campanas de la Catedral
Doy un salto de alegría
Y les digo a los viajeros
Estamos en Santiago
Como custodio dejo atrás
La Virgen de la Caridad
La que me vio partir
La que me vio llegar.
Ya te diré, te diré, mis penas
Ya te contaré, te contaré mis alegrías
Cuando yo me vaya te diré
Adiós, adiós, Virgen mía.
Cuando me vaya te diré
Te diré adiós
Virgen querida
De mi adoración.
Tanto te he querido
Tanto te he adorado
Virgen te lo pido
Estar a tu lado.
Virgen milagrosa
Por ti suspiramos
Eres una diosa
Del pueblo cubano.
Estás presente
En sitio ideal
Tú cuidas a Oriente
Mi tierra natal.
Guardo en mi memoria afectiva la ovación conque reaccionamos todo el público al concluir. Finalizado el concierto, me acerqué a felicitarlo con un amigo guitarrista y me atreví a proponerle volver al día siguiente al Cobre a filmarle el número, cantándolo a los pies de la Virgen. Estuvo afablemente dispuesto, pero su partida muy temprano hacia La Habana impidió que se hiciera realidad mi osada propuesta.

Meses más tarde, en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional, en la Habana, en el concierto conmemorativo por sus 90 años, al interpretar este bolero-son provocó similar reacción del público, potenciada por la aparición en la escenografía de un altar con la imagen de nuestra Patrona que progresivamente se fue iluminando.

Balcón de Santiago -así lo tituló Compay- fue grabado en los estudios Abdala por un excelente dúo espirituano: Evocación (Vionanka, acompañado por nuestro afamado trovador y su grupo. Aparece incluido en un precioso CD, Calle Salud, editado en Alemania.

Todo el texto transparenta el inmenso gozo que experimenta el trovador al regresar a su tierra natal, dejando constancia de su amor filial hacia Aquella que le vio partir… y llegar y que reconoce como su custodio. Los términos con que se refiere a la Virgen (adoración, diosa) denotan cariño inmenso, entrañable, ningún asomo de mariolatría.

Sin duda alguna, el Canto a la Caridad de José de Jesús Llanes (Santiago de Cuba 1947) ha sido el tema dedicado a nuestra Patrona más divulgado en los últimos dos años en la región oriental de nuestra Patria pues el mismo ha sido incluido en las alocuciones radiales que han transmitido el Arzobispo de Santiago y los obispos de Holguín y Guantánamo con motivo de la Fiesta de la Caridad. La historia de esta hermosa e inspirada obra, de estribillo contagioso, nos la refiere el propio autor:
Siempre visité el Santuario del Cobre, llegando allí por algún tipo de transporte. Luego comencé a hacerlo caminando por el Camino Viejo del Cobre, acompañado por familiares y amigos. Hice muchas veces el trayecto hasta los pies de la Virgen, buscando paz para mi alma. Cuando volvía a casa no tenía cansancio alguno y trabajaba como masajista todo el día.
La Virgen hizo el milagro de darle paz a mi alma, que tanto lo necesitaba. Borró viejas heridas que hoy no constituyen ni siquiera un recuerdo. Continué los viajes; primero, para darle gracias a la Virgen. Y también para pedir paz y misericordia para mi familia, mi pueblo cubano y los necesitados de todo el mundo. Después de uno de estos viajes llegué a casa y compuse el tema Canto a la Caridad, en sólo unos minutos. Un canto de amor y agradecimiento dedicado a la Virgen. Por la paz y la reconciliación de todos los cubanos. Por Cuba y por el mundo.

Por el camino viejo del Cobre
Marcha un buen hombre
Buscando a la Caridad.

Qué bueno es peregrinar
Por un camino divino
Que nos conduce a un destino
Lleno de amor y de paz
Convoca la Virgen buena
A todo el pueblo cubano
Que marcha unido de mano
Por el camino del Cobre
Virgen buena, llegaré
Para darte muchas gracias
Todo lo que te pedí
Lo has puesto en mi corazón
El odio no cabe en mí
Ahora puedo perdonar
Qué bueno es poder amar
Sin prejuicios ni rencores.

Con este ramos de flores
Virgen de mi devoción
Amarillos girasoles
Virgen de la Caridad
En nombre de mi familia
En nombre de mi mamá
Muchas gracias, Virgencita
De la Caridad del Cobre.
Me retiro, Virgen buena
Pero no me marcho sólo
Tu imagen vive en mis ojos
Y la fe en mi corazón.
La obra rebosa gratitud hacia la Virgen que tanto ha concedido al autor, especialmente liberándolo del odio. Su ofrenda floral es también en nombre de su madre y de toda la familia. Al partir, con la fe, se lleva el trovador la íntima presencia de la Virgen. Ya cuenta este tema con cuatro versiones: se grabó por primera vez con arreglo e interpretación de Melvin Rodríguez; luego las agrupaciones Son de la loma y Los Guanches. La última versión, de Ernesto Camacho, con orquestación de éste junto a Melvin Rodríguez, añade nuevas peticiones por los hijos, los padres y la paz.

Otros compositores, miembros de comunidades católicas, también han dedicado obras a nuestra Patrona en los últimos años. Por su gran calidad, musical y literaria, quiero aludir a dos especialmente:

Danzón para una Virgen cubana, del manzanillero Marcos Paneque. Obra que cuenta con una bella versión del Grupo Kerigma, con excelente orquestación de Jesús Estrada; ha sido incluida en el CD Kerigma Tercer Milenio.
Surtidor de trinos, tierra fresca
Del silente reino que te asoma
Guardada entre las faldas de una loma
Celadora del alba y de la puesta.
Te guardó la pupila del sendero
Refinado monte donde creces
Dulcísima princesa, mientras meces
Al Niño replegado entre tu velo.
Desnudos van tus pies, allí la luna
Posada se quedó, halló su nido
Prendada del fulgor, llegó sin ruido
Buscando entre la luz la suave cuna.
Surtidor de trinos, tierra fresca
……Entre tus manos, hacia tus manos.
El autor ha dibujado, con espléndidas imágenes, un paisaje que derrocha cubanía donde se inserta la Virgen sin aludirle explícitamente -celadora, princesa- mostrando su regalo mejor: el Niño que mece entre sus brazos.

Morena mía es la otra obra a la quiero referirme. Una guajira de Luis Llaguno, director del grupo matancero Nuestra América y Presidente del Festival de Música Cristiana Perlita Moré. Fue compuesta con motivo del viaje de Juan Pablo II a nuestra Patria, en enero de 1998.
Ay, Morena mía
Virgen del Cobre
Mujer del mar
No te olvides de mi pueblo
Danos tu bondad.
Ay, Morena mía
Virgen mambisa
Mujer del mar
Te pedimos en este canto
Toda tu caridad.
Y si puedes, Madre mía
Fortalece mi misión
Danos la salud del alma
Para trasmitir tu luz
Y que pueda acompañarte
Junto al que sudando va
Y que podamos consolarte
En el que sufriendo está.
Danos siempre de tu calma
Si abate la confusión
No permitas el fracaso
Por nuestra falta de amor.
Y si no es pedirte mucho
Dale hoy tu bendición
Al Caimán de mi Caribe
A este pedazo de sol.
Preciosa melodía con hermoso texto-petición que vincula la devoción a la Virgen con la misión y el compromiso concreto de caridad hacia los más pobres e insiste en el auxilio de nuestra Madre en las situaciones difíciles en que puede fallarnos el amor. Inspiradas imágenes aluden a nuestra Patria.

Me he circunscrito a la llamada música popular. Otro trabajo deberá acercarse detenidamente a las obras de nuestros compositores más connotados y las utilizadas en la liturgia de la Iglesia. A continuación solamente citaré las que he podido localizar.

En el archivo de música del Museo Arquidiocesano Mons. Enrique Pérez Serantes, en nuestra Catedral Primada, se ha encontrado: Misa consagrada a la Virgen Santísima de la Caridad del Cobre, de Silvano Boudet, para 4 voces y orquesta, todas las partes en latín, debió ser compuesta entre 1863 y 1868; Plegaria a la Virgen de la Caridad, texto de Emilio de los Santos Fuentes y música del Maestro de Capilla Cratilio Guerra, para voz y piano, escrita probablemente en la década de 1880 y el Himno a la Virgen de la Caridad, de Ramón Figueroa Morales, posterior a 1927.

Por otra parte, son conocidas Plegaria a Nuestra Señora de la Caridad, Ernesto Lecuona, fechada en 1948 y Plegaria a la Virgen, Hno. Alfredo Morales fsc. También, Himno del Congreso y Coronación (1936), letra: P. Florencio del Niño Jesús y música: P. José D. de Santa Teresa e Himno a nuestra Patrona (1946), Eliseo Grenet, dedicado al Cardenal Manuel Arteaga.

Asimismo, en las últimas décadas se han compuesto cantos a nuestra Madre y Patrona que han ido conformando un repertorio que ha servido para animar la liturgia en nuestras celebraciones comunitarias. Varios de ellos están incluidos, junto a las Plegarias de Lecuona y Morales arriba mencionadas, en un disco, Madre del Pueblo Cubano, grabado en Miami (1988) y editado por la Oficina de Liturgia y Vida Espiritual de la Arquidiócesis de Miami: Puente entre cielo y tierra (Criolla-Bolero) y Salve, Santa Madre (Punto cubano), Perla Moré; Santa María del Cobre (Balada), P. Pedro García; Venimos con María (Bolero-Son), Mayda Galano; María del Cobre (Lamento Afro), Emérita Sorí; Canto a la Caridad (Balada), P. Juan J. Sosa; Madre de nuestra esperanza (Guajira) y Virgen Mambisa (Lamento Afro), Rogelio Zelada/Orlando Rodríguez; Virgencita del Cobre (Balada), P. Vicente García; Llena de gracia (Guaracha) y María (Balada), Roger Hernández; Himno a Nuestra Señora de la Caridad (Congreso Católico Nacional, 1959); Llena de gracia(Bolero), María A. Fernández y Virgen del Cobre (Himno-Balada), Hno. Alfredo Morales.

Otras composiciones: Ave María (Caridad del Cobre), Alfredo Morales; Patroncita de Cuba, Mercy Ferrer; Salve, María, Tony Rubí; Décimas para celebrar una fiesta (1978), Siembra siempre el amor (1986), P. Jorge Catasús; Son a María de la Caridad, Te quieren hoy cantar y Vamos al Cobre, Alfredo Betancourt.

Casi todos estos cantos se incluyen en el cantoral Cuba canta su fe, editado por la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (1996).

Finalmente, Misa Cubana a la Virgen de la Caridad del Cobre del destacado compositor José María Vitier es, sin duda, la obra “mayor” dedicada a nuestra Patrona en el siglo pasado. Una abarcadora e inspirada partitura que fue estrenada en La Catedral de la Habana el 8 de diciembre de 1997, en una Eucaristía presidida por el Cardenal Jaime Ortega. Los textos latinos del común de la Misa (Kyrie, Gloria, Sanctus, Benedictus, Agnus Dei), Salve Regina y Ave María, se unen a tres partes con textos en español, de Emilio Ballagas (Déjame tomar asiento) y de Silvia Rodríguez Rivero (Misteriosa transparencia y Plegaria a la Virgen del Cobre).

Sunday, September 6, 2020

Steve Paxton (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Steve Paxton nació el 21 de enero de 1939 en Phoenix, Estados Unidos. Su primer acercamiento al movimiento fue a través de la gimnasia, luego incursionó en la danza moderna, el ballet, el yoga, aikido y tai chi chuan. En el verano de 1958, asiste al American Dance Festival at Connecticut College, donde estudiando con José Limón y Merce Cunningham. Ya instalado en New York, al año siguiente integró la Compañía de José Limón y, entre 1961 y 1964, formó parte del elenco de la Merce Cunningham Dance Company.


Simultáneamente, a partir de 1962, fue miembro fundador del grupo experimental Judson Dance Theater junto a Yvonne Rainer, Lucinda Childs y Trisha Brown, al compositor Robert Dunn y al artista plástico Robert Rauschenberg. Además sumaron sus aportes otros artistas, como Robert Morris, Andy Warhol y Merce Cunningham. Realizaron gran cantidad de funciones en el Judson Memorial Church, de ahí su nombre, y allí Paxton presentó muchos de sus trabajos, entre ellos “Proxy” (1962), “Transit” (1962), “Afternoon” (1963), “Rialto” (1964), “Flat” (1964), “Jag Ville Gorna Telefonera” (1964). En 1970, fue miembro fundador del grupo experimental Grand Union, que funcionó hasta 1976. Aquí participaban también Yvonne Rainer y Trisha Brown. En ambos grupos se incorporaban movimientos cotidianos, como caminar, vestirse, sentarse o lavarse los dientes. Por ejemplo, su obra “Satisfyin 'Lover” (1967) mostraba, simplemente, personas caminando por el escenario.


Es a partir de todo el trabajo y la influencia experimental y vanguardista recibida en los años anteriores que, en 1972, comienza a desarrollar su sistema de improvisación, conocido como “contact improvisation”, basado fundamentalmente en el movimiento corporal y su relación con el espacio y la energía. Esta técnica de improvisación se apoya en la comunicación generada por el contacto de los cuerpos en movimiento, utilizando el peso y el impulso de uno de los bailarines para generar una respuesta motriz en otro. Desde el “contact improvisation”, desarrolló otra técnica, denominada “material for the Spine”, a partir de 1986, pensada como una forma de explorar los músculos de la espalda, apuntando a tomar consciencia de una parte de nuestro cuerpo que no podemos ver, un elemento primordial generalmente olvidado por el bailarín.


A partir de 1980, las apariciones escénicas de Paxton comenzaron a ser cada vez menos frecuentes, presentando mayormente solos improvisados. Su tiempo se repartía, y se sigue repartiendo, entre el dictado de cursos y talleres en todo el mundo, y la publicación de artículos sobre danza e improvisación. De sus creaciones vale destacar “Physical things” (1966), “Collaboration with wintersoldier” (1971), “Backwater: Twosome” (1977), “Suspect terrain” (1989), “Some english suites” (con música de Bach, 1993), “Long and dream” (con Trisha Brown, 1994), “Excavations continued” (1996) y “Ash” (1997), entre tantas otras.






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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

We Believe (by Newsboys)


Saturday, September 5, 2020

Reflexión (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.


El apego es pobreza espiritual, cuando nos sentimos seguro en lo conocido, aunque nos lastime, nos volvemos prisionero de un acondicionamiento que está lacerando nuestro ser día a día, hasta que nos convierte en seres verdaderamente dependientes.

No evolucionamos, no crecemos y nos sumergimos al punto de que puede deteriorar nuestro interior.

Si tenemos temor de vivir algo nuevo, nos convertimos en víctimas de nuestros propios temores ocultos y arrastraremos un pasado que no nos dejará avanzar.

Cuando le damos paso a lo desconocido estamos creando un mundo nuevo, donde podemos descubrir nuestras verdaderas potencialidades.

Si nos desligamos del apego nos convertimos en seres más libres, porque lo desconocido, aunque trae incertidumbre lleva también un poco de felicidad y magia hacia un horizonte nuevo lleno de nuevas posibilidades y eso nos motiva a vivir.

Para conseguir nuestros objetivos, se necesita hacer estructuras y escoger otro camino, lo importante es que nos lleve a la meta a pesar de que tengamos que transitar un trayecto muchas veces lleno de obstáculos y dificultades.

Recordemos que mientras más nos apegamos a las cosas más infelicidad nos puede producir.

Es necesario despojarse de todo aquello que nos ate. Todos merecemos alcanzar la libertad y en la libertad se encuentra la verdadera esencia de la vida.






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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.
Autora de los libros: "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle). "Los símbolos del Amanecer" (Editorial Voces de Hoy, 2020)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.
-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección
Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
- Ser Mujer
Administra:
www.vivencialhoy.blogspot.comwww.facebook.com/vivencialhoyFacebook.com: Orlanda Torres
Instagram: orlanda.torres.3
orlandatq@gmail.comtorres_q@yahoo.com

Nuestra Señora de la Caridad en la Poesía Cubana (por Roberto Méndez Martínez)

Imagen/Website Virgen de la Caridad
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Nuestra Señora de la Caridad
 en la Poesía Cubana



por Roberto Méndez Martínez



Texto publicado originalmente en la revista católica cubana Verdad y Esperanza (Segunda Época. Año 2, No. 2. 2010) aparece en el blog Gaspar, El Lugareño por cortesía de sus editores.



Proemio

No resulta tarea sencilla el estudio de la impronta de nuestra Madre y Patrona en la poesía de la Isla, pues una devoción por esencia popular no sólo deja sus huellas en las páginas de algunos poetas consagrados, sino que se extiende como rico venero en el quehacer de los improvisadores populares, cuyos versos raras veces pasan al papel sino que deben ser rescatados del tesoro de los memoriosos. La Virgen de los humildes, de los mestizos, de los pobres de espíritu de que habla el Evangelio, no parece haber movido demasiadas veces la pluma de las figuras capitales de nuestra literatura, aunque de las muy felices y privilegiadas excepciones hayamos de nutrir nuestro artículo. Queda pendiente, más allá de estas cuartillas, una exploración de la literatura oral cubana, así como una prospección en revistas de orientación religiosa, folletos y hasta almanaques, para hacer un justo inventario de lo que Nuestra Señora, desde su peñón del Cobre, ha derramado sobre los cantores insulares. Modestamente coloco estas páginas incompletas a sus pies, en espera de que alguien encuentre en ellas el aliento para emprender una obra mayor.

María en los albores de nuestra literatura

El siglo XVIII en la literatura cubana es un período fragmentario, lleno de lagunas y carente, por decirlo en dos palabras, de una obra grande y significativa. Hay versos festivos y de ocasión, piezas vinculadas a una peculiar circunstancia histórica o función oficial, pero no habiéndose formado una expresión criolla de rasgos estables, difícilmente podían sentarse todavía las bases de una literatura nacional.

Sin embargo, aún en este modestísimo panorama, la Virgen María encuentra sitio en los versos que en la Isla se redactan. Disponemos, por ejemplo, del romance “A la Purísima Concepción” del médico villaclareño José Surí Águila (1696-1762), pieza de cierta extensión que José Lezama Lima quiso recoger en su Antología de la poesía cubana. Al texto se puede aplicar la aseveración que Enrique Saínz formula a propósito de las muestras que se han conservado de este aficionado:
Diríase que sus poemas vienen a ser exaltaciones de la doctrina católica mediante versos pobres de expresión en todos los sentidos, tanto conceptual como estilísticamente. Sus octosílabos tienen, por momentos, cierto ritmo que hace grata su lectura, cierta fluidez simpática y una adjetivación muy acorde con sus intenciones doctrinales, aunque a veces extremadamente pobre. Un culteranismo ingenuo está presente también en esta poesía simple y candorosa…1
Así, por ejemplo, en el citado romance a la Inmaculada Concepción, exhibe una enojosa erudición sobre el simbolismo de las piedras preciosas, destinado a relacionar la visión apocalíptica de la Nueva Jerusalén con las virtudes virginales:
[...]
de María el dulce nombre
indica la calcedonia,
con resplandor y virtudes
que a este mar de gracia adornan,
rubricando la esmeralda
la esperanza que transforma
este ser inmarcesible,
este nardo o amapola…2
Es llamativo que este médico, que ganó fama popular por su capacidad para convertir en versos hasta las recetas que dejaba a los pacientes, hombre de notoria piedad como terciario de la Orden Franciscana, necesitara acudir al culteranismo gongorino para proclamar su devoción a María.

Un año después de la muerte de Surí, en 1763, el obispo Pedro Morell de Santa Cruz extiende el título en que se nombra a Esteban Salas maestro de capilla en la Catedral de Santiago de Cuba. Este talento singular, tomaría posesión de su cargo al año siguiente y trabajaría allí el resto de la centuria, para enriquecer los oficios divinos con misas, himnos, salmos, pero sobre todo con aquellos “villancicos, cantadas y pastorelas” cuyos textos él mismo redactaba. Quizá porque no tenía pretensiones de poeta, quizá porque las letras no debían perder el sabor popular de los villancicos antiguos, son piezas donde hay mucha menos retórica que en la mayor parte de la poesía de su tiempo y a la vez, sus imágenes son de una riqueza singular, muy particularmente cuando se refieren a María. Véase la estrofa que inicia Una nave mercantil: "Una nave mercantil / que conduce Pan de el cielo / para bien del mundo todo / busca tierra, pide puerto". 3

Nótese que en solo cuatro versos se desarrolla una imagen de singular riqueza: María, que lleva en su seno al Redentor, es comparada con las naves que tocan el puerto santiaguero, cargadas del alimento para los hombres. En este caso, Jesús es visto no en su figura humana externa, sino en la sacramental de “Pan de el cielo”. Es habitual reconocer a Salas la condición de ser el primero de nuestros grandes compositores, habría que añadir que, a la vez, fue un poeta más moderno y elocuente que la mayoría de sus contemporáneos.

Se sabe que por esos mismos años, en el modestísimo santuario a Nuestra Señora en el Cobre se cantaban ya “gozos o coplas” en su alabanza. Sin embargo, la primera versión escrita conservada es muy posterior:
Pues te hizo la Trinidad
tan perfecta y sin igual.
Líbranos de todo mal
Virgen de la Caridad.
Sobre las aguas vinisteis
A dar al hombre consuelo
Como una señal del cielo
A tres os aparecisteis,
Con esto claro nos disteis
Pruebas de tu gran piedad.
Líbranos de todo mal
Virgen de la Caridad.4
No puede afirmarse que tales “gozos” sean demasiado originales. Probablemente los elaboró un capellán del santuario, guiándose por ejemplos más antiguos dedicados a otra advocación mariana, como los que popularmente se rezaban a la Virgen del Pilar en Zaragoza. Pero en ellos, con su condición de oración antifonal —es decir, donde alternan, estrofa y estribillo, que podrían corresponder en la liturgia al diálogo entre cantor y coro— así como en el casi infantil relato del hallazgo de la imagen y sus milagros, está la impronta de lo auténticamente popular.

María en el romanticismo

Cuando se inicia el siglo XIX ya la devoción a la Virgen de la Caridad alcanza a la mayor parte de la Isla. Peregrinos de todos los sitios van hacia su santuario y se han levantado templos bajo su advocación en otros sitios, como Puerto Príncipe, sin embargo, sigue siendo un culto extremadamente popular, que no tiene el “prestigio” de otras advocaciones más antiguas, que gozan del apoyo de órdenes religiosas o son titulares de templos de gran relieve: la Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de los Dolores, Nuestra Señora de la Merced, la Virgen del Pilar. Esto, indudablemente, influye en la literatura de carácter culto. Por ejemplo, en el caso de Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) en cuya obra hay el mayor número de poemas dedicados a la Virgen María de nuestro siglo XIX, muchos de ellos notorios por sus valores estéticos. Ella, en su infancia y adolescencia principeña debió conocer la devoción a la Señora del Cobre, más aún, seguramente participó en los grandes festejos que cada año se celebraban en torno a al templo que le habían consagrado en las afueras de la ciudad, durante el novenario que precedía a la fiesta. Sin embargo, en sus versos no hay una alusión precisa a los rasgos singulares de esta advocación, como sí los hay a la Inmaculada o al Dulce Nombre de María, aún en los numerosos versos y oraciones que incluyó en su Devocionario, sin embargo, no sería difícil aplicar algunos de ellos a la que sería Patrona de Cuba, por ejemplo “A la Virgen. Canto matutino”, poema compuesto en 1842:
Vuela mi ruego, y endulzando el pecho
plácido el nombre —que doquier invoco— ecos del monte, del vergel y el valle
                             vuelven ¡María!
Vuelven ¡María! y sin cesar mi lengua
torna — ¡María!— a pronunciar despacio...
Siempre —¡María!— y cada vez más dulce
                              suena ese nombre!5
Sin embargo, a todos parecerá evidente el que los dos poemas más notables dedicados en esa centuria a la Virgen Morena, hayan sido redactados por autores que nacieron en la región oriental.

El primero de ellos, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, más conocido por su seudónimo El Cucalambé, nacido en Las Tunas en 1829, va a consagrarle un extenso poema en dos partes, compuesto totalmente en décimas. Aunque era un hombre culto, el poeta, acostumbrado a cantar el paisaje oriental, la flora y fauna que lo rodeaban, así como a evocar el supuesto pasado idílico de los primitivos habitantes de la Isla, empleando para ello los metros y combinaciones más populares: el romance y la décima, otorga un tono de extrema sencillez y familiaridad al poema:
Cuando yo, inocente niño,
En el regazo materno
Era objeto del más tierno
Y solícito cariño;
Cuando una mano de armiño
Me acarició en esa edad,
Mi madre con la ansiedad
Más grata y más fervorosa,
Me habló de la milagrosa
Virgen de la Caridad.6
Son versos que pueden ser cantados todavía, con acompañamiento de guitarra y laúd en una fiesta campesina, de ahí su música persuasiva, su permanente actualidad, su estricta concordancia con una devoción que se encuentra inscrita en lo más humilde y raigal de nuestras tradiciones.
Tú que bondadosa y pía
Consuelas el trance fiero
Del náufrago marinero
Que en ti con fervor confía;
Tú, cuyo nombre lo guía
Al puerto de salvación;
Tú, para quien nunca son
Los tristes clamores vanos,
No niegues a los cubanos
Tu sublime protección.7
En una finca, en las cercanías del Cobre había nacido la poetisa Luisa Pérez Montes de Oca (1865-1922), de ahí que ella recibiera de manera privilegiada la devoción a María, junto con su primer aliento. A lo largo de su azarosa y atormentada vida, la imagen piadosa de María iba a acompañarla y una muestra de ello es su poema “Ante la virgen de la Caridad” compuesto por seis cuartetos endecasílabos, de un tono más solemne y elevado que el de las décimas de Nápoles, como corresponde a la plegaria de una mujer atribulada por las pruebas que sufre en su existencia. Una de sus estrofas evidencia la incorporación de la leyenda que asocia el hallazgo de la imagen en medio de una tempestad que pone en peligro la vida de los navegantes y ella aprovecha simbólicamente ese motivo para darle un sentido espiritual, aplicable a todos los hombres:
Virgen, a quien los náufragos un día
hallando ya en las aguas sepultura,
aparecer sobre las olas vieron
como un ángel de blanca vestidura.
También nosotros somos ¡madre amada!
náufragos que tu amparo reclamamos,
haz que delante de nosotros siempre
flotar tu blanca túnica veamos.8
No es este uno de los textos mayores de la autora de “La vuelta al bosque”, pero su sinceridad y fervor lo convierten en uno de los exponentes más valiosos de nuestra poesía religiosa en esa centuria.

Poemas en un siglo contradictorio

La vida cubana se inicia en el siglo XX bajo doble signo, por una parte, la Constitución de 1901 trae consigo no solo una polémica sobre la pertinencia de invocar el nombre de Dios en ella, sino la separación de la Iglesia y el Estado. El pensamiento liberal, masónico y anticlerical tiene una gran influencia a lo largo del siglo sobre los que participan en la política cubana y entre la intelectualidad en general. Mas, por otra parte, ocurre también la proclamación de la Virgen de la Caridad como Patrona de Cuba, a solicitud de un grupo de veteranos de la guerras de independencia y su culto se extiende de forma notoria por todo el país, lo que se evidencia por ejemplo, en las gestiones de Doña América Arias, esposa del General José Miguel Gómez, para que el templo habanero de la calle Salud consagrado a la Virgen de Guadalupe, cambie su advocación por la de la Caridad. Todo esto debía influir en la poesía.

En 1936, con motivo de la coronación de la Virgen en el Cobre, se convocó a un Concurso para confeccionar una Corona Poética compuesta por los doce poemas más notables. A repasar el conjunto en la actualidad se hace notoria la ausencia de las verdaderas voces de la lírica cubana de ese tiempo, no solo las de primera fila, sino aun las que por entonces eran consideradas “medianas”, a pesar de que entre ellas había auténticos creyentes. También —aunque esto entra ya en el terreno inseguro de lo subjetivo— se nos hace notorio que aunque el primer lugar es otorgado al “Canto a la Virgen de la Caridad” de Marietta Escanaverino, tanto el segundo como el tercer lugar resultan piezas mucho más apreciables: sea la “Balada del peregrino” del sacerdote paúl Francisco Romero, que aunque no tiene un alto vuelo poético, conserva, en sus octosílabos romanceados, tantas décadas después la frescura de una inspiración que nos remite a los ya citados “Gozos” del siglo XVIII:
Dos almas tengo sin duda:
ésta que conmigo va,
y la que dejé a la Virgen,
de hinojos ante su altar.
Prendida aquélla en la gracia
quedó de celeste imán,
y ésta camina al reclamo
de un bohío en un palmar.
Bajo un dosel me imagino
de protección contra el mal...
¡Por Tí, Patrona de Cuba,
Virgen de la Caridad!9
Algo semejante ocurre con el “Romance a la Virgen de la Caridad” de Luisa Muñoz del Valle, cuya simplicidad casi infantil tiene aún una gracia que nos recuerda la llamada “poesía pura” que cultivaron Mariano Brull y otros poetas de la vanguardia:
Para escribir su leyenda,
que es alba primaveral,
busqué una tiza de luna
y ahora quiero llegar
a la pizarra del cielo
por mi escala de cristal.
Quiero escribirla muy alto:
lección pura, que leerán
cuantos levanten la frente
al gran pergamino astral.
Una leyenda de estrellas
sólo se puede contar
con la garganta del viento
o el aroma de un rosal.10
De todos modos, la “Corona” nos permite comprobar que los festejos en honor de la Virgen mestiza, a pesar de celebrarse en un año tan convulso en lo social como el 1936, tuvieron una verdadera impronta nacional y que entre los autores participantes había no solo clérigos —obtuvieron lugares, además del paúl citado, dos jesuitas y un franciscano—, una religiosa —la Madre Mercedes Azcárate, del Sagrado Corazón del Cerro en La Habana— y siete laicos —tres hombres y cuatro mujeres— lo que habla de modo muy positivo de la acogida que recibió esta convocatoria.

Por esos años, el P. Juan J. Roberes, quien fuera Párroco de Managua, en La Habana, compuso el “Himno a Nuestra Señora de la Caridad”. Como dato curioso puede señalarse que este fue cantado durante varios años, en ceremonias religiosas con la música del Himno Nacional cubano o del Himno Invasor, hasta que en 1959 se convocó a un concurso en vísperas del Congreso Nacional Católico, para dotarlo de una partitura propia. Ganó el certamen el compositor catalán, radicado en Camagüey, Félix Rafols y con su música fue cantado en el citado evento y desde entonces es el Himno Oficial a nuestra Patrona, aunque lamentablemente no es demasiado conocido a nivel popular:
Salve, salve, delicias del cielo
Virgen pura, suprema beldad,
salve excelsa Patrona de Cuba
Madre hermosa de la Caridad.
Si de Cuba en las bellas comarcas
elegiste, Señora, un altar,
para hacer la mansión de prodigios
y a tus hijos de dichas colmar… 11
En esta centuria, aparecen algunos textos de inspiración mariana, en los que no se puede precisar con exactitud qué advocación de la Virgen los inspiró, pero sus valores estéticos hacen necesario que nos detengamos un instante en ellos. Es el caso del Himno a la Virgen de Silverio Díaz de la Rionda (1902-?), publicado en forma de folleto, sin fecha, cuyos cuartetos asonantados tienen la delicadeza y emoción de la lírica neorromántica: “¡Oh fruto celestial!¡Oh luz herida! / espuma de candor en tiempo de alma: / déjame adivinar qué siente el cielo / bajo el etéreo ardor de tus pisadas”.12

Tampoco en el ciclo de los cuatro “Sonetos a la Virgen” que José Lezama Lima (1910-1976) incluyó dentro de su primer libro de poemas: Enemigo rumor (1941) puede precisarse cuánto pudo aportar a su inspiración nuestra Patrona, aunque, dentro del barroquismo de su lenguaje, pueda discernirse la alusión a la aparición de la imagen en el mar: “Pero sí acudirás; allí te veo, / ola tras ola, manto dominado, / que viene a invitarme a lo que creo: / mi Paraíso y tu Verbo, el encarnado.”13

Sin embargo, la obra poética de mayor extensión y aliento dedicada a la Virgen de la Caridad es Nuestra Señora del mar, cuaderno que Emilio Ballagas (1908-1954) dio a la luz en 1943. El autor camagüeyano había conocido esa devoción en su propio hogar, a partir de su madre, Caridad Cubeñas. Después de haber transitado su obra por la llamada poesía pura, la poesía de inspiración afrocubana y el neorromanticismo de sus Elegías, siente la necesidad espiritual de ofrecer este conjunto como prueba de sus sentimientos cristianos, donde se mezclan la religiosidad popular con el conocimiento de la poesía católica en lengua española e inglesa. A diferencia de otros autores, para escribirlo ha consultado las fuentes disponibles, conoce la historia de la aparición la imagen y sus traslados, los “Gozos” y loores anónimos que se le han dedicado, así como la iconografía de la Caridad que en estampas y medallas se hace presente en los hogares cubanos.

El conjunto está estructurado a partir de formas estróficas tradicionales: la introducción es el “Soneto de los nombres de María”, que como afirma el escritor en una nota:
El soneto con que se inicia este poema se refiere a la unicidad de la Virgen María y a la pluralidad de nombres que recibe por parte de la Iglesia y de la tradición religiosa universal. Uno de esos nombres es el de la Caridad, bajo cuya advocación el pueblo cubano rinde amoroso culto de hiperdulía a la madre del Redentor.14
El cuerpo del poema está formado por diez décimas, destinadas a cantar la aparición y traslados de la Señora. La inspiración viene al autor de un grabado que acompañó el libro de Bernardo Ramírez: Historia de la aparición milagrosa de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre… publicado en 1853 en Santiago de Cuba15 y que años después, en forma de litografía coloreada, resultó muy difundida. Allí se mostraba la imagen rodeada por seis óvalos que contenían cada uno de los momentos fundamentales de su historia y un poema conclusivo “Liras de la imagen” que consta de siete estrofas.
El poema termina con unas liras en donde se canta a los atributos de la Virgen, cuya imagen de media vara aproximadamente lleva en el brazo un diminuto grumete, y en la mano izquierda una cruz de oro con una esmeralda al centro. Situada sobre una nube de dos tercios de alto lleva un cerco de doce estrellas y la acompañan diez y seis serafines.
De esta manera hemos querido, aislar la luminosa religiosidad popular —tradición universal popular— de la superstición plebeya que con innegables vetas de pintoricidad étnica, carece de legítimo vuelo espiritual. Y creemos que sin dejar de ser fieles a la poesía lo hemos sido a una de nuestras más puras tradiciones de isla, el culto de una Virgen que boga a través de nuestro mediterráneo.16
Resulta llamativo el hecho de que, si bien Ballagas había cultivado hasta entonces, como signo de su pertenencia a la poesía de vanguardia, el verso libre, se sujete ahora a las normativas clásicas, en busca del sabor tradicional y popular que asocia al culto mariano.

No todo el cuaderno está a la misma altura estética. De las décimas, confieso preferir la inicial u “Ofrecimiento”, con su rima fácil y lenguaje deliberadamente añejo, que tiene la gracia y ligereza de los improvisadores populares:
Déjame tomar asiento
En tu preciosa canoa
Y poner al cielo proa
Navegando por el viento.
Muévame el Divino Aliento
Con su poderoso brío.
Éntrame en tu claro río
Y súbeme a los alcores
Donde ángeles ruiseñores
Abren las albas del pío.17
Así como una de las espinelas finales, aquella en la que el ermitaño Matías de Olivera interpela a la imagen, que se ha ausentado por la noche de su lugar y que tiene una discreta relación intertextual con el Cantar de los cantares bíblico y el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz:
¿De dónde vienes, Señora,
Con la ropa tan mojada?
¡Saliste sin ser notada
Y regresas con la aurora!
Bajo el manto seductora,
Igual que la sulamita.
Fuiste, Paloma, a la cita
Con el Celestial Esposo
Y traes del Amor Hermoso
Reflejo en la faz bendita.18
Algunas de estas estrofas ganaron más amplia difusión hace unos años, cuando el compositor José María Vitier las intercalara en su Misa cubana, algo que hubiera gustado sobremanera a este poeta tan lleno de músicas.

Hacia un nuevo milenio

¿Hacia adonde ha derivado después la poesía cubana en alabanza de María? Creo poder arriesgarme a señalar dos vertientes fundamentales, una que sigue la ruta de inspiración católica, que se caracteriza, en lo formal, por su filiación clásica y que pudiera ejemplificarse con un soneto poco conocido del Dr. Rubén Darío Rumbaut López, psiquiatra, conocido durante años como uno de los líderes de la Acción Católica Cubana que salió de la Isla hace medio siglo. Aunque nunca pretendió ser un escritor profesional, el texto tiene esa sinceridad conmovedora de quien escribe desde la lejanía:
Te llamaron tres voces
      aterradas.
Respondiste colmando
      sus anhelos,
serenando las iras
     de los cielos
y aquietando las aguas
      sublevadas.

Subiste luego grácilmente sobre
el frágil bote que la fe salvara,
y porque siempre en Cuba se te amara
te posaste en lo verde, allá en el Cobre.

Fuiste madre al hacer callar el agua,
marinera al subir a la piragua
y gaviota al posarte en el oriente.

Y tus hijos, tus olas y tus montes
—toda Cuba, partida en horizontes—
a tus plantas están eternamente.19
Mucho más cercano en el tiempo es el Canto a la Virgen del Cobre, debido a la inspiración del P. Jesús Bermejo (1941),20 sacerdote claretiano español que residió algunos años en Cuba. El texto consta de 56 partes, compuestas en diferentes formatos métricos y más allá de la buscada, y lograda, sencillez del lenguaje, percibimos la huella de la poesía religiosa española, no sólo la clásica, sino la del movimiento católico que tras la Guerra Civil ganó fuerza en la Península, de la mano de autores como José María Pemán, Dionisio Ridruejo y Luis Rosales.

Una vertiente completamente distinta es la de aquella poesía actual en la que la Virgen de la Caridad no es vista desde la inspiración católica, sino como un motivo cultural, generalmente sincretizada con Ochún, deidad de la santería o Regla de Ocha, como sucede en el poema de Sigfredo Ariel (1962) “Aparición natural de la Virgen de la Caridad del Cobre,21” inspirado en un dibujo de Zaida del Río, que el autor incluyó en su poemario Hotel Central (1999). En esta línea, donde el sentido evangélico es preterido en función de una identidad de corte antropológico, abierta a todos los vientos, puede encontrarse también en “Nacimiento de Ochún” de Minerva Salado y en motivos o alusiones dispersos en los versos de Georgina Herrera, Alina Galliano, Miguel Barnet y otros autores. Aun cuando podamos diferir de esta óptica, se hace evidente la riqueza de influencias que Nuestra Señora de la Caridad ha colocado en la cultura cubana, que impregna el quehacer no solo de los creyentes católicos, sino de los practicantes de la religiosidad popular, de los cultos afrocubanos o de los que, desde rumbos muy personales, buscan acercarse de algún modo a lo trascendente.
Sería un hermosísimo tributo a la Señora que, a propósito de los tres siglos de su hallazgo sobre las aguas, alguien reuniera en un pequeño folleto algunos de esos textos con que los cubanos, desde cuerdas diferentes, han cantado sus amores y sueños.


Notas

1 Enrique Saínz: La literatura cubana de 1700 a 1790. La Habana. Editorial Letras Cubanas, 1983, p.125.
2 José Surí: “A la Purísima Concepción”. En: Golpes de agua. Antología de poesía cubana de tema religioso. Selección y prólogo de Leonardo Sarría. La Habana, Biblioteca Literatura Cubana, Editorial Letras Cubanas, 2008, p. 33.
3 Esteban Salas: “Una nave mercantil”. En: Pablo Hernández Balaguer: Los villancicos, cantadas y pastorelas de Esteban Salas. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1986, p.89.
4 “Gozos de Nuestra Señora”. En: P. Luis Betancourt: “Gozos de Nuestra Señora de la Caridad”. Artículo en Virgen de la Caridad del Cobre. Sitio web oficial. Arquidiócesis de Santiago de Cuba( www. virgendelacaridaddel cobre.org), 13 de mayo de 2009.
5 Gertrudis Gómez de Avellaneda: “A la Virgen. Canto matutino”. En: Obras de la Avellaneda. Edición del Centenario, La Habana, Imprenta de Aurelio Miranda, 1914, tomo 1, p.120.
6 Juan Cristóbal Nápoles Fajardo: “La Virgen de la Caridad”. En: Golpes de agua, tomo 1, p.111.
7 Ibid, p. 114.
8 Luisa Pérez de Zambrana: “Ante la Virgen de la Caridad”. En: Golpes de agua, tomo 1, p.128.
9 P. Francisco Romero, cm: “Balada del peregrino” en Virgen de la Caridad del Cobre. Sitio web oficial… Sección Arte Mariano. Literatura. Segundo premio.
10 Luisa Muñoz del Valle: “Romance a la Virgen de la Caridad” en Virgen de la Caridad del Cobre. Sitio web oficial… Sección Arte Mariano. Literatura. Tercer premio.
11 P. Juan J. Roberes: “Himno a la Virgen de la Caridad”. En Virgen de la Caridad del Cobre. Sitio web oficial…
12 Silverio Díaz de la Rionda: “Himno a la Virgen”. En: Golpes de agua, tomo 1, p.178.
13 José Lezama Lima: “Sonetos a la Virgen” (IV). En: Poesía completa. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1985, p. 48.
14 Emilio Ballagas: “Nuestra Señora del Mar”: “Este poema”. En: Obra poética. Compilación y prólogo de Enrique Saínz. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2007, p.134.
15 José Juan Arrom: “La Virgen del Cobre: historia, leyenda y símbolo sincrético”. En: De donde crecen las palmas.La Habana, Centro de Investigación y desarrollo de la cultura cubana Juan Marinello, 2005, p. 84.
16 Emilio Ballagas: “Nuestra Señora del Mar”: “Este poema”, p. 135.
17 Emilio Ballagas: “Nuestra Señora del Mar”: “Ofrecimiento del poema”, pp.127-128.
18 Emilio Ballagas: “Nuestra Señora del Mar”: “La virgen se ausenta del altar durante la noche”, pp.131-132.
19 Rubén Darío Rumbaut: “A la Virgen de la Caridad”. En: www. cjaronu.wordpress.com, colocado el 2 de septiembre de 2009.
20 P. Jesús Bermejo, cmf: Canto a la Virgen del Cobre. Santiago de Cuba, Oficina de Medios de Comunicación Social, Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 2009.
21 Sigfredo Ariel: “Aparición natural de la Virgen de la Caridad del Cobre”. En: Golpes de agua, tomo 2, p. 167.

Friday, September 4, 2020

Ven (un poema de Thelma Delgado)


No, no te vayas todavía
Tengo tantos besos para darte
Un poema, una canción, un madrigal
Mil caricias y amor que regalarte.

Siéntate aquí a mi lado
Veamos juntos el atardecer
Contemos en la noche las estrellas
Contemplemos el sol al amanecer.

Que no te importe de la gente
Las críticas ni los enfados
Ven, y dejemos que el mundo afuera
Diga - Son cosas de enamorados.




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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Thursday, September 3, 2020

La Iglesia de la Caridad de Camagüey, en la Ermita de Miami


Esencia y resistencia (un poema de Janisset Rivero)


Renuncio al talismán,
al espejismo de las horas
devorando mi sueño.
A la palabra vaga,
la caricia estéril,
el cuerpo y su gemido.
Renuncio a lo aparente
y su reino de formas absolutas.

Quiero ser agua clara
que resiste tormentas y sequías,
fluyendo entre las grietas.
Quiero ser tibia luz
que resiste la noche
y hace que amanezca.
Quiero ser la semilla diminuta
que resiste el invierno
y germina en la tierra.
El sereno silencio
donde habita el vacío;
el núcleo indisoluble
de energía divina:
verdad, códice, credo
esencia y resistencia.


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Janisset Rivero (Camagüey, 1969) ha publicado los libros de poesía Ausente, editorial Aduana Vieja, octubre 2008 y Testigo de la noche, Editorial Ultramar, Miami, 2014

(10 de mayo de 1916) Texto del Decreto que Declara a la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba

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Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos
declarando a la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba
(10 de Mayo de 1916)

La antigua imagen de la Virgen Madre de Dios, con el título que ella misma ostenta "de la Caridad", venerada antiguamente en España, desde tiempos remotos, es honrada en la Isla de Cuba como la principal Patrona de dicha República, ante Dios.

Dicha imagen, según refiere una constante tradición, fue donada por uno de los primeros colonizadores de la Isla a cierto jefe de tribu o cacique y después de muerto éste, permaneció oculta hasta que se encontró milagrosamente sobre las olas del mar, siendo entonces trasladada a la villa denominada "El Cobre", de donde tomó el nombre.

Desde tiempo remoto, en este propio lugar, la Bienaventurada Virgen de la Caridad ha sido objeto de tan gran veneración para los católicos de Cuba que no dudaron elegirla su Celestial Patrona, confiando en que la Sede Apostólica confirmaría la elección. Y así, de acuerdo con los Reverendísimos Cabildos y Clero, los Prelados de todo el territorio cubano, como también los Superiores de las Órdenes Religiosas que en dicho territorio se encuentran establecidas, el pueblo fiel y PRINCIPALMENTE LOS JEFES VETERANOS Y SOLDADOS DEL VALEROSO EJÉRCITO DE CUBA, suplicaron a nuestro Santísimo padre Benedicto XV se dignara declarar a la Bienaventurada Madre de Dios de la Caridad, llamada "del Cobre", Patrona Principal de la República de Cuba; pidieron también que su fiesta principal se celebrase el día 8 de Septiembre, con el oficio y la Misa de Natividad de la Bienaventurada Virgen María, en todas las Diócesis de la Isla, con correspondiente rito doble de primera clase, con octava; y finalmente que permitiera se celebrase otra fiesta el día 27 de Octubre, aniversario del hallazgo de la milagrosa imagen de la Madre de Dios.

Su Santidad, accediendo benignamente a estos deseos manifestados a la Sagrada Congregación de Ritos por el cardenal Pro-Prefecto infrascrito, en virtud de su Suprema Autoridad declaró e instituyó a la B. Virgen María "de la Caridad", llamada "del Cobre", Patrona Principal de toda la República de Cuba, concediendo a la misma todos los privilegios y honores que por derecho corresponden a los Patronos principales de los lugares; determinó también Su Santidad se declarase, según el anunciado rito con octava, la fiesta de dicha patrona, el día 8 de Septiembre, con el Oficio y Misa de la Natividad de la misma Bienaventurada Virgen María.

Benignamente también se dignó a conceder Su Santidad, que en cada una de las Iglesias u oratorios públicos, que serán designados según la voluntad de los respectivos Ordinarios, se celebre todos los años el día 27 de Octubre la solemnidad externa en honor de la Madre de Dios "de la Caridad del Cobre", con privilegio de una Misa Solemne y otra rezada del Patrocinio de la B. Virgen María, guardando en todo caso las disposiciones litúrgicas.

No obstante cualquier cosa en contrario, en Roma a 10 de Mayo de 1916.

A. Cardenal, Obispo de Oporto y Santa Rufina, Pro-Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos.


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