Wednesday, June 24, 2020

Ajiaco camagüeyano

Nota del blog: La información está tomada del libro: Cocina en dos ciudades. Platos tradicionales de Camagüey y Sancti Spititus. publicado por la Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2001 y escrito por Olga García Yero, Luis Alvarez Alvares y Héctor Juárez Sedeño. pp 25-29.


Ajiaco es una voz indígena, del arauaco insular, cuyo origen se le atribuye a la raíz ají y el sufijo aco; este último con el significado de "lo que aparece en, o lo que esta en". Equivaldría entonces, a: en-ajizado, igual que se dice entomatado. También se sabe de la existencia del ajiaco africano, que tiene su origen en los carabalíes. Dicho plato era tan picante que la tradición dice que servía para quemar una cuchara de plata.

El ajiaco está emparentado, entre otros, con "la olla podrida" o "cocido español".


Ajiaco (variante camagüeyana)

Ingredientes

1 kg de carne de res salada y seca
1 pato de buen tamaño
2 gallinas de Guinea de buen tamaño
6 pechugas de codorniz
320 g de plátano verde
320 g de plátano pintón
260 g de malanga
370 g de maíz tierno
300 g de calabaza
320 g de boniato
380 g de ñame
350 g de yuca
7 litros de agua
Zumo de limón al gusto
Sal al gusto

Ingredientes (para la salsa criolla)

Ají al gusto
1 o 2 cebollas
7 u 8 tomates maduros
Ajo al gusto

Preparación

Se mantiene la carne en agua alrededor de 12 horas a fin de que se desale. Las viandas se pelan, se lavan y cortan en pedazos medianos. Se ponen en recipientes, y se agregan agua y limón. Es necesario que no se mezclen los plátanos con el resto de las viandas.

Se elabora una salsa criolla con el ají, las cebollas, el ajo, y los tomates maduros, que se pasan por el aceite ya caliente mezclándolos hasta que se doren.

Desde el día anterior se preparan las gallinas de Guinea, cortadas en pedazos al gusto, cuya carne se frota minuciosamente con zumo de limón (tambien puede frotarse con ajo machacado) y se reservan para el día siguiente. El pato, que se debe descuerar y cortar en pedazos, tambien puede ser frotado con zumo de limón (o naranja agria), pero no se emplea ajo.

Las pechugas de codorniz se cuecen en agua, punteadas en sal y un poco de pimienta, durante 30 minutos. Igualmente las gallinas de Guinea se cocinan al fuego lento, durante unos 40 minutos. El pato, por su parte, se cocina en agua, punteado con sal y durante una hora. La carne de res, durante hora y media aproximadamente; se extrae y deja enfriar, para luego limpiarla y cortarla en pedazos pequenos.

Mientras, el caldo de la carne se mantiene al fuego (y se le agregan los caldos en que se cocieron la demás carnes), para incorporar el maíz, el cual se deja hervir una hora. Más tarde se echa el resto de las viandas, incluido el plátano verde, y se deja cocer alrededor de 20 minutos. Sólo entonces se le unen el plátano pintón y la calabaza, para verterle la salsa criolla y dejar que se cueza todo durante 10 minutos. Luego se le rectifica la sal al gusto; y pasados 5 minutos se retira del fuego.

Se sirve preferentemente en ollas de barro.

Hemingway, Gutiérrez y Russell pescadores en la Corriente. A propósito de "Pursuit as Happiness", otro inédito hemingwayano ambientado en la La Habana. (por Carlos A. Peón-Casas)


La Habana, y sus inevitables coordenadas hemingwayanas desde comienzos de la década del treinta, en razón inevitable de la pesca de agujas, es nuevamente el setting predilecto para la hasta hoy desconocida producción literaria del mismo Hemingway, esta vez narrador y alter ego de una acción piscatoria que preludia en su contenido, a su magistral noveleta El Viejo y el Mar.

El relato, un manuscrito, descubierto recientemente por su nieto Sean Hemingway(1), en la todavía inabarcable papelería que se atesora en la Biblioteca y Museo John F. Kennedy de Bostón, depositaria de su legado literario, fue publicada en el New Yorker(2), bajo el título de Pursuit as Happiness (Persecución como Felicidad), que repite el de una sección del libro Las Verdes Colinas de Africa(3).

La historia, totalmente autobiográfica, tiene unas inevitables coordenadas temporales y espaciales con su conocida Tener y no Tener, “la novela nerviosa y dura(…)”(4)  al decir de Norberto Fuentes y que discurre a caballo entre La Habana y Cayo Hueso, y en la que Hemingway trabajaba para entonces.

Ernest Hemingway, Carlos Gutierrez, Joe Russell, and Joe Lowe
 aboard the "Anita"
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Son los tiempos a partir del año 1932, cuando Hemingway aparece en los escenarios habaneros a bordo del Anita, el barco de su entrañable y pintoresco amigo Joe Rusell, compinche de muchas incursiones pesqueras y dueño del afamado Sloppy's Joe en Cayo Hueso, cuyos contenidos etílicos habría de mantener gracias a un activo contrabando desde Cuba, en los años duros de la Ley Seca.

En el puerto habanero, el dúo de pescadores sumaba a la tripulación a un reconocido lobo de mar de la época, y hombre muy entendido en la pesca de la aguja: Carlos Gutiérrez, quien para cuando Hemingway comprara su yate Pilar sería su primer patrón.

Desde abril y hasta a veces ya entrado el mes de noviembre, antes de la llegada de los primeros nortes, el inseparable trio se harían a la mar cada día, en busca de los preciados pejes de pico, cuya corrida era habitual en tal periodo “desde Punta Gobernadora, en el extremo occidental, hasta Cayo Cruz del Padre, en el noroeste de la península de Hicacos”(5).

El opening del relato nos da la clave del leit motiv, y de a dónde se mueve la acción, y que a nuestro ver, complementa con fruición todo el discurso que alude a los pormenores de aquellas interminables jornadas piscatorias habaneras:
Aquel año habíamos planeado la pesca del marlín aguas de Cuba por un mes. El mes dio inicio el 10 de Abril, y para el 10 de Mayo ya habíamos cogido 25, y el arrendamiento se acababa. Lo que habría que hacer era entonces comprar algunos regalos para llevar a Cayo Hueso, y llenar el tanque del Anita con el un poco más caro combustible, suficiente para cruzar el Estrecho y llegar a casa. Pero el gran pez todavía no había empezado a correr(6)
La ficción, que no nos parece tanta, entendiendo muy bien que los personajes sólo se nos trasmutan en apariencia, enseguida se hace sentir, y lo hace en el relato con una entrada del ya citado Joe (Josie) Rusell, propietario del bote, que interpela al Hemingway alter ego y narrador, con el apelativo de Capitán:
Capitán, ¿quieres alquilarla un mes más? El era el propietario del Anita y la rentaba por diez dólares diarios. El precio estándar de entonces eran treinta y cinco. Si tu quieres puedo rebajártelo a 9.”(…) Acepto, le dije, y pescamos por otro mes. Ya teníamos cuarenta y dos marlines, pero para entonces los grandes no habían llegado todavía(7)
El relato está centrado como el lector puede ya barruntar en la demanda siempre insatisfecha de un verdadero trofeo, de entre los más grandes y escurridizos marlines, siempre difíciles de conseguir, y que muchas veces, tal y como sucede en este relato terminaban en rotundos fracasos.

Hay una evidencia de una de tales empresas fallidas muy bien ilustrada por Carlos Baker en su autorizada biografía que data del año 1933.

Mas allá del Morro, el 6 de julio Ernest engancho un marlín de 750 libras. La lucha duro una hora y media y cubrió un área de unas ocho millas, en apretado y lento movimiento circular al nivel de las veinte brazas, ganando una yarda o dos de línea en cada giro. Ya había cogido un segundo aire cuando la vara se partió y perdió el pez…Ernest se encolerizo por mas de media hora. Pero su orgullo pronto volvió a su nivel. Había estado con el pez mas de lo que ninguno con menos habilidad habría durado antes de darse por vencido(8).
La anécdota, puede muy bien coincidir con la escogida por Hemingway para ilustrar este relato postergado que ahora ve la luz. Hay coincidencias en algunos detalles específicos de aquella dura jornada, en el relato también están en el mes de Julio, y los sucesos se encadenan de igual manera, aunque la ficción fije sus inevitables coordenadas:
Entonces un día soleado, con una corriente pesada y oscura(…) nos topamos con nuestro primer peje grande justo pasado el Morro(…) Carlos me sostenía por la cintura y frente a nosotros el pez estaba saltando. Lucía tan enorme como un barril de vino cuando saltaba. Era de color plateado y yo veía las franjas moradas de sus costados. Cada vez que saltaba hacía salpicaduras como un caballo saltando de una colina(…)-Es grande, dijo Carlos.-Es el marlin más grande que yo haya visto. El pez hizo su primera carrera más allá del Morro y en dirección contraria al Hotel Nacional(9).
Los detalles de tan singular batalla con aquel monstruoso espécimen que en algún minuto se nos dirá en boca del propio personaje Carlos Gutiérrez que llegaría a las novecientas libras, está cuajada de tintes muy dramáticos, que el Hemingway narrador va matizando como hábil artista, justo hasta el minute fatal en que la victoria sobre el pez se les muestra esquiva:
La próxima vez que lo vimos fue una hora y media después, más allá de Cojimar(…) El pez se movía en pequeños círculos.(…) Justo entonces el gran pez empezó a hundirse cada vez más(…) Yo sostenía al pez todo lo que podía con la vara inservible. El pez avanzó sostenidamente en su movimiento circular, y Mr. Josie recogía la línea pie a pie y se la pasaba a Carlos quien la iba anudando a la línea blanca.-Ya lo tiene atado, dijo Mr. Josie.-Córtala cuando ya estés listo, le dije a Carlos(…) Yo miraba la línea verde y al gran pez cuando Carlos cortó. Entonces escuche un agudo grito, como nunca lo oí antes. Era como si destilara todo el pesar y lo volviera un sonido. Entonces vi como la línea verde se escapaba lentamente por los dedos de Josie, y la vi hundirse cada vez más, y perderse de vista. Carlos había cortado el nudo equivocado. El pez se nos perdió de vista.-Capitán, dijo Mr Josie. El no luce muy bien. Entonces miro a su reloj-Cuatro horas y veintidós minutos, dijo(10)
El relato, más allá de esa coordenada, tiene otros momentos singulares que nos transparentan aquellos ambientes de la ciudad habanera del machadato, recorrida por las singularidades sociales que no escapaban al ojo avisor del narrador-personaje:
Éramos muy populares a lo largo del paseo marítimo, porque troceábamos nuestra captura y la regalábamos, y no más pasábamos el Morro y enfilábamos por el canal hacia el muelle de San Francisco, enarbolando nuestra presa, podíamos ver a la multitud que echaba a correr hacia el desembarcadero. La libra del pez podía venderse entre ocho y doce centavos, y en el mercado valía el doble. El día que llegamos con cinco pejes como banderas, la policía cargó contra la multitud usando sus bastones. Eso fue feo y malo. Pero era más feo y más malo aquel año en la orilla(11).
La anécdota del relato hemingwayano que sigue, sobre la repartición de toda la captura de jornada de pesca lo pone todo en contexto:
La maldita policía ahuyenta a nuestros clientes y se lleva todo el pescado-dijo Mr. Josie.-Al Diablo contigo- le dijo a un policía quien se estaba apropiando de un pedazo como de diez libras de nuestro marlin.-Yo nunca he visto antes tu fea cara- ¿Cómo te llamas? El policía le dijo su nombre.-Capitán, ¿ está anotado en el libro de compromiso-No. Aquel era donde listábamos los nombres de la gente a quienes le habíamos prometido el pescado. -Apúntalo para la semana que viene, Capitán.-Ahora, policía, vete al Diablo de aquí y apalea a cualquiera que no sea amigo nuestro. Ya he visto demasiados policías en mi vida. Vete con tu porra y tu pistola a otro sitio, aunque trabajes aquí. Finalmente el pez fue porcionado y entregado de acuerdo a nuestro libro, y el libro estaba lleno de promesas para la siguiente semana(12)
La alusión no es para nada gratuita. Hemingway conocía todos los entresijos y vaivenes del momento político. De su estancia en aquella temporada de 1933 se suman otros elementos interesantes como su cercanía al reconocido fotógrafo norteamericano Walker Evans y la anécdota de cómo Papa llevó consigo a bordo del Anita, unas fotos muy comprometedoras que el fotógrafo había hecho en la convulsa ciudad(13)

Justo para Agosto, y de nuevo en La Habana, para embarcarse a Europa, con rumbo a su primer viaje africano, fue testigo de los últimos pataleos del ya decadente régimen machadista, que caería unos días después. En Baker encontramos la oportuna alusión al hecho:
Cuando los Hemingway llegaron a La Habana el 4 de Agosto, la revolución izquierdista en contra del dictador Gerardo Machado, estaba por alcanzar rápidamente su climax (…) Los Hemingway estaban seguros en el Ambos Mundos, aunque Pauline y Jinny experimentaron un tiroteo cuando se aventuraron a salir a la calle. Las simpatías de Hemingway estaban con el pueblo cubano. El había dicho en privado que esperaba en Cristo que ellos se pudieran librar del vil tirano Machado(14)
En el decursar de la historia, volvemos a conocer de primera mano, los detalles ya explícitos de la vida del Hemingway que desde la primera vez en La Habana, pone su casa en el Ambos Mundos, cercano al muelle donde atraca, y en donde se alquila, por una bagatela.

Aquella especial habitación a la que volverá una y otra vez hasta tener su propia casa en la ciudad, y que le sirve de irreductible espacio para sus labores escriturales, las que no abandona nunca, y en las que ejercita sus horas mañaneras antes de partir a las faenas de la pesca:

Caminé por la calle adoquinada que servía de atajo al Ambos Mundos(…) Mi habitación estaba en la esquina nordeste y el viento entraba por las ventanas y la mantenía fresca. Miré desde allí los tejados de la parte antigua de la ciudad y más allá a la bahía(…)(15)
La noche es propicia para otras andanzas citadinas, y el relato las sigue explorando de boca de nuestro singular narrador y partícipe, retomando los tradicionales recorridos de aquel marinero en tierra:
Estábamos caminando por la estrecha acera de la calle Obispo, y Mr. Josie miraba las vidrieras iluminadas de las tiendas(…) Pasamos las dos últimas, (…) y empujamos la batiente puerta del antiguo Floridita. -Mejor te sientas Capitán, dijo Mr Josie.-No, prefiero estar de pie frente al bar.-Cerveza, dijo Mr. Josie.-Cerveza alemana. ¿Qué vas a tomar , Capitán?-Daiquirí helado sin azucar. Constante preparó el daiquirí y dejo suficiente en la batidora para un par extra(…)(16)
Otras alusiones a la vida nocturna habanera nos llegan en la voz del personaje de Josie, quien frecuenta otros ambientes muy hemingwayanos como la cercana Plaza de San Francisco, el Café La Perla, o el bar Donovan, todos ubicados en aquel setting que es el oportuno ambiente de la ya citada novela Tener o no Tener.
Me senté y escuché esa orquesta de mujeres en la plaza y me tome algunas cervezas, y de allí me fui al Donovan(18)
El cierre de la historia, vuelve otra vez a tener el paisaje de la ciudad, esta vez en lontananza, los impenitentes pescadores vuelven a la Corriente:
Mire a la orilla y estábamos muy distantes de un horno cercano a la playa donde el agua era muy profunda y donde la Corriente del Golfo casi llega a la orilla. Salía humo del horno y pude observar la polvareda que dejaba un camión que se movía sobre el camino de piedra. Algunos pájaros se disputaban un pedazo de carnada. Entonces escuché gritar a Carlos: ¡Marlin, Marlin(18)


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  1. Unknown Hemingway short story Pursuit As Happiness published. Alison Flood. Wed 3 Jun 2020 13.58 BST.wwwtheguardian.com/books/2020/jun/unknown-hemingway-short-story- pursuit as happiness-published.
  2. https: www.newyorker.com magazine /2020/ pursuit as happiness?fbclid/lwAR3enxju9yVj48W74DwDUEklqJgaZyfR8WB65IJKf4xEuxdqo-3r9oReqDA
  3. Citado en Ernest Hemingway o la multiplicación de los peces. www.centroonelio.cult.cunoticiaernesthemingway-o-la-multiplicaci%C3%B3n-de-los-peces
  4. Hemingway en Cuba. Norberto Fuentes. Letras Cubanas, La Habana, 1984. p.152.
  5. Ibíd. p.151
  6. Pursuit as Happiness by Ernest Hemingway. En https: www.newyorker.com magazine…Op. Cit.
  7. Ibid. Las traducciones de éste y los subsiguientes fragmentos del relato son de mi autoría.
  8. Ernest Hemingway. A Life Story. Carlos Baker. Scribner, NY. 1969 p.244
  9. Pursuit as Happiness by Ernest Hemingway. Op. cit.
  10. Ibíd.
  11. Ibíd.
  12. Ibíd.
  13. Véase mi trabajo sobre el particular: Hemingway y Walker Evans, amigos por una vez, en las tórridas noches habaneras de 1933
  14. En Ernest Hemingway. A Life Story. Carlos Baker. Scribner, NY. 1969. p.245
  15. Ibíd.
  16. Ibíd.
  17. Ibíd.
  18. Ibíd.

El San Juan Camagüeyano y los ensabanados (por Roberto Méndez Martínez)


El San Juan era una vieja tradición principeña que unos hacen remontar al siglo XVIII y otros consideran mucho más vieja. En la primavera, una vez concluidas las transacciones de ganado vacuno, principal fuente económica del territorio, los hacendados, encomenderos, peones o simples ociosos, se dedicaban a festejar de manera rústica el final de un ciclo de laboreo. A pesar de su nombre genérico, no se trataba de una fiesta religiosa, sino profana, que se ubicaba de manera estable entre las celebraciones católicas de San Juan Bautista (24 de junio) y San Pedro (29 de junio), aunque muchas veces su extensión era mayor. Los ganaderos acostumbraban a entrar a la población emulando en su destreza como jinetes, era habitual que lo hicieran por una vía conocida desde entonces como Calle del San Juan o de las Carreras[1]. Ya en la Villa, se dedicaban a celebrar torneos, bailes, paseos, meriendas y “asaltos” o visitas que eran pretextos para cenas abundantes. El disfraz más común era el de “mamarracho”, que consistía simplemente en cubrirse el cuerpo con petates o yaguas, y pintarse o tiznarse el rostro con almagre o carbón.

Gaspar Betancourt Cisneros (El Lugareño), en su curioso artículo “San Juan en Puerto Príncipe”, publicado en El Aguinaldo Habanero[2], describe estos elementales festejos:
En el mes de junio es ya a mediados de la estación lluviosa. Entonces nuestra gente campesina anda mucho a caballo: es el tiempo oportuno de recoger ganados, pastorearlos, conducirlos a los corrales, contarlos y beneficiarlos: y se necesita engordar los caballos, correrlos, amaestrarlos para ese servicio de las fincas. Júntanse los montunos de las haciendas inmediatas: ayúdanse mutuamente a los trabajos del pastoreo, recogida, encierro en los corrales, marcas de señal y letra de propiedad de los ganados. He aquí pues formada una trullada o pandilla que corren, vocean, cantan, se provocan, se desafían, se alientan a la carrera, a la destreza y la agilidad ecuestre; y aquí el origen, para mí, del San Juan, y la elección de la época. Esto pasó del campo a las inmediaciones, y después a la ciudad misma conservando en algunas cosas las huellas de su cuna; pues como luego lo verá vd. la imitación de las operaciones del campo hacía parte de la diversión de la ciudad.[3]
Las diversiones parecían reducirse a las carreras hípicas, las bromas y vejaciones de las que eran objeto personas de todas las clases sociales:
Era todo un saltar de la cama, almorzar o no, ir al pesebre o patio, ensillar el caballo, salir a la calle a dar carreras, gritos desaforados, provocar a los mirones, invitarlos, llevárselos, burlarse de las viejas, decirse sendas claridades, al feo, feísimo, al tonto, tontísimo, al plebeyo, plebeyísimo.[...]Lo cierto es que las frases usuales y de estilo eran las más groseras, y a veces obscenas, y que nuestros buenos abuelos y abuelitas las pronunciaban, oían y celebraban como un chiste del escudero de Don Quijote.[4]
Otro hábito de esos tiempos era la “caza del verraco” en que unos individuos, disfrazados de monteros, daban caza a otro, que hacía de “verraco”, no sólo por las calles de la villa, sino en el interior de cuanta casa encontraran abierta a su paso, con el consiguiente desorden que alguna vez concluyó en hechos sangrientos.

El ambiente se hacía ligeramente más refinado a partir de las cuatro de la tarde, cuando se producía el paseo de las damas y los galanes a caballo, todos —señoras, jinetes y cabalgaduras— emulaban por lo vistoso de sus adornos. En la noche se celebraban bailes en las casas de los vecinos principales, o en ciertos barrios, adornados con ramas e iluminados con antorchas.

Los festejos fueron suspendidos oficialmente por las autoridades en 1817, bajo el pretexto de que eran ocasión para insultos y ultrajes personales, pero los influyentes principeños llegaron a elevar un memorial de protesta a la Corte madrileña y consiguieron que fueran restablecidos en 1835. En lo que el asunto se resolvía, algunas personas del pueblo, de las que no podían acudir a la Audiencia ni al Capitán General, decidieron “sanjuanear” por su cuenta y necesitaban para ello algún disfraz fácil de llevar y de desaparecer si topaban con algún celador de policía. La solución de los rebeldes fue muy ingeniosa. El Lugareño explica de manera muy viva cómo surgieron los ensabanados, que llegarían a convertirse en uno de los elementos más peculiares de estas fiestas:
Temeroso el gobierno de que el disfraz de las máscaras por la noche pudiera perjudicar el orden público, ó acarrear algunas desgracias, prohibió enmascararse. El pueblo, nunca bastante saciado de su diversión, y acostumbrado a usar el San Juan de noche, buscó un medio ingenioso de eludir la prohibición, y lo encontró en las sábanas, manteles, cortinas y cuantos lienzos le vinieron a las manos. La sábana o colcha de una cama es un mueble con el cual puede uno cubrirse de pies a cabeza; es un mueble quitadizo, mueble que de un golpe se presenta colgado al brazo como una toalla que se lleva al río, ó a casa de la lavandera, quedando la persona en trage casero y burlada la prohibición graciosamente.[5]
Para estos nuevos tiempos se estableció una ruta oficial para el paseo de los carruajes, un Bando de la época indicaba: “seguir la dirección de la iglesia Parroquial Mayor al Hospital de San Juan de Dios, de éste al convento de San Francisco, de allí a la parroquia de la Soledad, seguir al convento de las Mercedes y volver al punto primero”. Poco a poco las diversiones van refinándose, bajo la influencia del carnaval europeo, con sus comparsas y disfraces de carácter histórico o novelesco.

A lo largo del siglo XIX el San Juan fue un termómetro de la cultura en Puerto Príncipe; sus aspectos positivos y negativos reproducen la estructura social que rodeaba al patriciado ilustrado; de ahí que cierta concepción ilustrada y exclusiva de estas fiestas tuviera su momento más alto entre 1835 y 1868, para desaparecer después junto con las bases socioeconómicas que las propiciaron, aunque su lado más popular dejó algunos elementos perdurables hasta nuestros días. El desarrollo de la música, la danza, la literatura, así como el del arte culinario y la moda, en esa centuria, aportaron un sello particular a estos festejos, a lo que habría que sumar la presencia en ellos de figuras eminentes de la cultura principeña, como Gaspar Betancourt Cisneros (El Lugareño), Salvador Cisneros Betancourt, Esteban Borrero Echeverría, Eva y Sofía Adán, quienes actuaron como animadores y protagonistas. Surgido con un neto carácter rural, derivado del rol que la ganadería desempeñaba en el territorio, el San Juan tuvo un período en el que la élite criolla lo convirtió en una parte de la utopía ilustrada, aunque su supervivencia, marcada por estos dos aspectos tan diversos, se debió sobre todo a su condición de fiestas populares que cumplían en el Camagüey la función del Carnaval en otras partes.

Como escribiera Salvador Cisneros Betancourt años después:
El Camagüey en aquellos días era un manicomio: la población se volvía loca y aparecía formando una sola familia; se trataban con tal confianza y espontaneidad, como no hubiera podido uno compenetrar tratándose de una población de más de 30 000 almas. En esos días de tan grandioso júbilo, raro era el que comía en su casa, pues el pueblo transformado en un solo hogar servía sus mesas, invitando con exquisitos manjares a los primeros que llegaban. Las calles principales se llenaban de toda clase de carruajes para las comparsas que en dichos días salían. Se permitía toda clase de dichos y jaranas decentes, sin que nadie debiera molestarse.[6]
Mas los ensabanados, a pesar de las nuevas libertades, habían llegado para quedarse y durante más de un siglo invadieron las calles principeñas, con sus sustos y bromas, no más refinadas que las de los antiguos “mamarrachos”. La más simple referencia a ellos ponía los cabellos de punta a Don Domingo del Monte, quien escribió unos años después, poniendo entre los ejemplos de la rusticidad de la vida principeña esas fiestas donde “aun el día de hoy se substituye a las máscaras y domingos de Carnaval una sábana, colcha o mantel sucio en los días de san Juan y san Pedro, y anda la gente ensabanada por calles y plazas a manera de locos sueltos, o de enfermos huidos de un hospital”.[7]

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  1. Hoy Avellaneda.
  2. El Aguinaldo Habanero, 1837. Recorte sin día y mes.
  3. Ibidem.
  4. Ibidem.
  5. El Aguinaldo Habanero, 1837. Ibid.
  6. Salvador Cisneros: “Suceso Bembeta-Pazo”. En: Cuba Libre, La Habana, no. 37, 1902, s/p.
  7. Domingo Del Monte: ”Movimiento intelectual en Puerto Príncipe”, En: Escritos. La Habana. Colección de Libros Cubanos. Cultural, S.A., 1929, t. II, p.77-78

(Bohemia. Julio 11, 1954) Una página poética de Juan Gualberto Gómez.


Tuesday, June 23, 2020

¿Es el sexo en el matrimonio mejor que el sexo casual? (por Cecilia Alegría, La Dra. Amor )

Nota  del blog: Espacio semanal de  Cecilia Alegría, La Dra. Amor,  dedicado al amor de pareja.


Sí, lo es. Y por muchas razones válidas y dignas de ser tomadas en cuenta.

La gente cree erróneamente que el matrimonio es la partida de defunción de la pasión sexual. Nada más lejos de la verdad. Lo afirmo no solo desde la teoría sino sobre todo desde la práctica de mis 24 años con mi amado esposo Jorge (quien falleció en el 2003), mas aún considerando que yo llegué vírgen y él casto a la luna de miel. Nosotros supimos mantener una intimidad gozosa y placentera por más de dos décadas porque nos amamos profundamente e hicimos un pacto ante Dios, el sagrado pacto de permanecer unidos en lo favorable y en lo adverso, hasta que la muerte nos separara. Y así fue.

¿Por qué el sexo es infinitamente mejor en el matrimonio que fuera de él? Les daré 6 razones y espero sus comentarios al respecto:

1) RELAJACION VS FINGIMIENTO

Puedes ser tú mismo(a), sin pretensiones, sin fingimientos, sin querer demostrar que eres mejor que la anterior o próxima pareja sexual de tu pareja de turno... gozando de la belleza de la intimidad sin temor a ser juzgado por los defectos de tu cuerpo o las deficiencias de tu desempeño sexual...porque tu ser amado te acepta y quiere por quien eres como ser humano, no por lo que representas como objeto sexual.

2) CONOCIMIENTO VS SATISFACCION AL AZAR

El sexo en el matrimonio te permite conocer el cuerpo de tu cónyuge casi a la perfección, recorriéndolo como un mapa que se explora una y otra vez y que se llega a conocer tan bien que puede ser recorrido exitosamente aún con los ojos cerrados....Encambio, dada la falta de conocimiento mutuo entre quienes practican el sexo casual, las posibilidades de plena satisfacción mutua son fortuitas.

3) SATISFACCION VS FRUSTRACION

La frustración sexual se reduce al mínimo en el sexo en el matrimonio cuando los esposos se aman generosamente. Dado que tu cónyuge conoce tu cuerpo, lo que te gusta y lo que no, lo que te excita y lo que no lo logra tanto, las probabilidades de que llegues al orgasmo o clímax son mayores. En el caso de los que practican el sexo casual, la pareja de turno puede inclusive terminar el acto sin haberse preocupado en lo más mínimo por la satisfacción del otro y esto produce frustración.

4) PERMANENCIA VS INSTANTANEIDAD 

El rostro radiante y el brillo en los ojos se prolongan durante el día, permitiendo que los esposos experimenten mayor intimidad emocional e inclusive mayor intimidad espiritual. Después de hacer el amor, la conversación suele ser más profunda y bella que cualquier otra. Cada toque, cada abrazo, cada caricia, cada beso es un cálido recuerdo del encuentro sexual previo. La intimidad sexual se convierte en una experiencia espiritual sublime que continúa fuera de la habitación. Los amantes casuales están muy lejos de siquiera imaginar semejante placer, porque el que experimentan es solamente instantáneo, mediocre y pasajero.

5) CONCENTRACION VS DISPERSION

El sexo en el matrimonio es EXCLUSIVO y EXCLUYENTE. El hombre conentra y dedica toda su energía sexual, e inclusive su pensamiento, a una sola mujer y viceversa. Los esposos viven un PACTO de MUTUA PERTENENCIA.

En el caso del sexo casual, no hay exclusividad alguna y se puede suponer con facilidad que la pareja de turno tiene también otras o las tendrá en breve. La dispersión y la incertidumbre, la falta de seguridad y el desconocimiento del tipo de relación que se tiene con el otro, son otras de las tantas desventajas del sexo casual.

6) GENEROSIDAD VS EGOISMO

El sacramento del matrimonio hace del lecho conyugal un altar donde los esposos se consagran el uno al otro y comparten sentimientos que no le confían a nadie más. Cuando una pareja se ama con un amor basado en la fidelidad, la amistad y el compromiso, la pasión es mucho mas plena y mas satisfactoria que la de aquellos que experimentan con el sexo fuera del matrimonio.

Las probabilidades de ser generosos y buscar la felicidad del otro son mucho más altas dentro del matrimonio que fuera de él ... La intimidad conyugal basada en la fidelidad y el compromiso, nos satisface como seres humanos integrales...el sexo casual nos deja, como doloroso fruto, un mayor vacío existencial.




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Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Medios Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.
Ha publicado diez libros entre los que se encuentran: Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande(Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez (Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja(Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (Book Master Co 2019)

Mi hamaca (un poema de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé)



A don Agustín Mariscal.

De una yagruma encumbrada
Y un corpulento mamey,
Con dos jicos de yarey
Tengo mi hamaca colgada;
En ella el alma cansada
Goza de dulce recreo,
Y cuando del cielo veo
Los deslumbrantes colores,
Me divierten los rumores
De los montes que poseo.

Cuando de cantar me antojo
Lo hago meciéndome en ella,
Y su enjicadura bella
Es de pita de corojo.
En ella me hago un manojo
Cuando mi calor se aplaca,
Me embeleso en la oajaca
Que en el dagame halla abrigo
Y entusiasmado bendigo
Los vaivenes de mi hamaca.

Mecerme en ella es mi gloria,
Mi dicha es tenderme en ella
Y de nuestra patria bella
Recordar la triste historia.
Allí traigo a la memoria
Sin mal que me mortifique,
La dulzura del behique,
La humanidad del semí,
Las penas del naborí,
Y las glorias del cacique.

El ronco rumor del trueno
Retumba en la inmensidad
Y ruge la tempestad
De las nubes en el seno.
Más brilla el cielo sereno,
Alegre el sinsonte trina,
Y en mi hamaca peregrina
Gozo de dulce contento;
Y me duermo al son del viento
Y sueño con mi Rufina.

¡Oh! mi hamaca es un tesoro
Es una prenda preciosa,
Una joya primorosa
Que yo bendigo y adoro.
Sin ella suspiro y lloro
Y se desconsuela mi alma,
No encuentro placer ni calma
Del monte entre los verdores,
Ni me inspiran los rumores
Que el viento forma en la palma.

En las noches del estío
Hermosas, claras y bellas,
Al brillar de las estrellas
Meciéndome gozo y río.
Dentro de ella desafío
El calor de la estación,
Mi ardoroso corazón
Con sus vaivenes se inspira,
Y ufano pulso mi lira
Y entono alegre canción.

Con eficacia y vigor
Trabaja mucho el montuno
Bajo el sol como ninguno
Ardiente y abrasador:
Vierte copioso sudor
Tolerando su destino;
Más el viento vespertino
Del sol el ardor aplaca
Y halla el guajiro en su hamaca
El descanso peregrino.

Canta el labrador contento
Aunque el cansancio lo rinda,
Porque la hamaca le brinda
Cómoda cama y asiento;
Su pausado movimiento
Infunde al pecho alegría,
Por eso yo amo la mía
En el monte y en el yermo
Y de noche en ella duermo
Y en ella canto de día.

Ama la hermosa guajira
El agua de la corriente,
Do calma su sed ardiente
Y retratada se mira:
De la flor de la jejira
Ama los bellos colores,
Pero ama más que a las flores
Y quiere más que su vida,
La hamaca en que adormecida
Sueña sus dulces amores.

En otro tiempo a la hamaca
La idolatraban ufanos
Los indios camagüeyanos,
Y los indios de Macaca.
Por eso yo, cuando opaca
Brilla la luna en el cielo,
Cuando la noche su velo
Extiende triste y luctuoso,
En mi hamaca soy dichoso
Y en ella encuentro consuelo.

Bendígate Dios mil veces,
Dulce hamaca que poseo,
Tú que formas mi recreo
Y mis penas desvaneces.
Bendita tú, que le ofreces
Reposo a mi alma abatida,
Tú eres mi joya querida
Mi más preciado tesoro,
Rústica prenda que adoro
Y descanso de mi vida.

Sunday, June 21, 2020

Glen Tetley (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Glenford Andrew Tetley Jr., tal su nombre completo, nació en la ciudad de Cleveland, Estados Unidos, el 3 de febrero de 1926. Descubre su pasión por la danza tardíamente, a los 20 años. Había iniciado la carrera de medicina en el Franklin and Marshall College y, para continuar sus estudios médicos se traslada a New York. Es allí cuando comienza a estudiar danza moderna con Hanya Holm al tiempo que continuaba en la New York University su formación en medicina. Participó en la compañía de Holm entre 1946 y 1951, incluyendo representaciones en Broadway de “Kiss Me, Kate” (1948) y de “Juno” (1959). Al mismo tiempo, entrenaba con Martha Graham y paulatinamente se fue interesando también en la danza académica, de la mano de Antony Tudor y la Escuela del American Ballet. Rápidamente abandonó la medicina para dedicarse por completo a la danza.

Como bailarín profesional, Tetley formó parte del New York City Opera Ballet (1951 a 1954), de la compañía de John Butler (1953/1955), participó en el recientemente formado Joffrey Ballet (1956/1957), en el grupo de Martha Graham (1958/1959) y, en 1959, regresó a Broadway para el estreno de “Juno”, tal como fue mencionado. Un año más tarde ingresa al American Ballet Theatre (1960 a 1961) y durante 1961participa en la compañía de Jerome Robbins.


1962 fue un gran año. Tras dejar la agrupación de Robbins, crea su propia compañía con la que estrena su obra “Pierrot Lunaire”, con música de Arnold Schönberg y con la interpretación del propio Tetley en el rol principal. Este ballet no fue su primera coreografía, pero sí fue con la cual obtuvo reconocimiento como coreógrafo. El éxito de la obra le valió una invitación, en 1964, para participar como bailarín y coreógrafo en el Netherlands Dance Theatre, del cual luego sería co-director junto a Hans van Manen, entre 1969 y 1971.

Se une laboralmente al Ballet Rambert, en 1967, participando del pasaje que hace la compañía desde el ballet a la danza moderna. Allí estrena la obra “Embrace tiger and return to mountain” (1968), inspirada en los movimientos de la antigua disciplina china del T’ai Chi Ch’uan.


En 1973 crea “Voluntaries”, con música de Francis Poulenc, en homenaje al recientemente fallecido director y coreógrafo del Stuttgart Ballet, John Cranko, y al año siguiente es contratado por dicha compañía como director artístico, donde permanecerá hasta 1976. Entre 1987 y 1989 se desempeñó como director del National Ballet of Canada.


Tetley creó gran cantidad de obras que fueron incorporadas a los repertorios de compañías tanto clásicas como contemporáneas, debido a que en su estilo fusiona lo cotidiano con lo académico, lo occidental con lo oriental y lo folclórico, la técnica clásica con la moderna. Entre ellas se encuentran el American Ballet Theatre, el Royal Danish Ballet, el Australia Ballet, el Nederlands Dans Theatre, la Alvin Ailey American Dance Theatre, entre otras. De sus más de 60 obras se destacan, además de las ya mencionadas, “The anatomy lesson” (1964), “Mutations”, que creó gran controversia por la aparición de cuerpos desnudos, y “Field figures” (ambas de 1970), “Sphinx” (1977), “Contredances” (1979), “Dances of albion—Dark night: Glad day” (1980), “Revelation and fall” (1984), “Alice” (1986), “Amores” (1997) y “Lux in Tenebris” (1999), su última obra. Además, realizó adaptaciones de “La consagración de la primavera” (1973), “El pájaro de fuego” (1981) y “Pulcinella” (1984).


El 26 de enero de 2007, a punto de cumplir sus 81 años, Glen Tetley falleció en Florida, Estados Unidos, como consecuencia de un cáncer de piel. Su obra influenció a coreógrafos de todo el mundo, siendo su trabajo valorado por sus puestas en escena creativas y su amalgama original de técnicas.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Saturday, June 20, 2020

Juan Cristóbal Nápoles Fajardo. "Cook Calambé: cocinero salvaje, de pampanilla o taparrabo". (por Orfilio Gómez)

Texto tomado del prólogo de  "Rumores del Hormigo, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé". José Muñiz Vergara, editor (La Habana, 1938)


Fué educado por su abuelo, don José Rafael Fajardo, que, a la muerte de su esposa, doña Micaela de Góngora, abrazó el sacerdocio, y fué durante largos años, párroco y vicario de las Tunas.

Inició su labor poética con motivo de la conspiración de 1848; y se comprometió en la de Joaquín Agüero, en 1851. Coadyuvó a esa conspiración y a otras posteriores con décimas y proclamas que enardecían al pueblo.

En 1855 comenzó a recopilar sus producciones políticas, líricas, jocosas y populares, principalmente en lo bucólico, y con ellas formó un volumen que se publicó, sin aprecio alguno por parte de sus editores y sin que el autor, a la sazón empleado del Gobierno, pudiera intervenir en su publicación, más que por la venta de la propiedad, por los graves disgustos de que al punto se vió asaltado. Ese tomo, es lo único que de Nápoles Fajardo ha llegado hasta nosotros; y para eso, en condiciones fraudulentas, mercantilistas, plagadas de incorrecciones.

Todas las iracundias llovieron sobre Nápoles Fajardo, que no acertaba a creer que fuera delito de lesa patria haber aceptado un empleo sin mando, sin compromiso y a la espera de cualquier movimiento revolucionario.

Atormentado por el conflicto moral en que se agitaba su vida, desapareció un día aciago del año 1862 de Santiago de Cuba, sin que desde entonces se volviera a saber de él. Apenas contaba entonces treinta y dos años de edad.

Faltó la evidencia material del cadáver; pero la lógica, certera y fatal, señalaba el suicidio como forzosa solución. Ni la esposa, con dos hijos, ni los padres o los hermanos recibieron jamás el más leve recado: todo quedó envuelto en un silencio verdaderamente de muerte.

Y el que admite la posibilidad de habérsele visto en Alemania o los Estados Unidos, no hace sino juzgar del corazón ajeno por el propio.

La vocación bucólica del Cook Catambé fué excitada por el presbítero Fajardo, quien por su forzado retiro campesino, encontraba consuelo en ella. A su discípulo le hizo traducir el Horacio del Beautus ille, el Virgilio de las Geórgicas y el Teócrito de algunas traducciones francesas. Desde luego, se requirieron las églogas de Garcilaso y las anacreónticas de Villegas. Con más empeño le incitaba a la emulación en recitaciones de la bucólica cubana, que, desde 1792, se había mostrado fragante y sincera en la famosa égloga Alabano y Galatea con que sorprendió a todos en el Papel Periódico, de la Habana, el misterioso Ismael Raquenue; en otra, como "La piña", de Zequeira, y mejor, en la Silva Cubana y Eglogas, de Rubalcava, que había muerto, en Santiago de Cuba, en 1805. Bien se nota la influencia de estos autores cubanos en la obra de Cook Calambé.

Este, no obstante, quería para su bucólica más intensidad campesina en el sujeto y en el ambiente.

No quería que su dicción fuese la de un hombre culto que, por condescendencia o alarde de habilidad hablase de cosas del campo sin perder nada de su porte, modales y expresión. Para su objeto, rehusando endecasílabos y heptasílabos en silvas, liras y cuartetos, adoptó el metro popular en Cuba, la décima de octosílabos; y en vez de la elocución narrativa del espectador, usó con preferencia la subjetiva o íntima del actor, que habla espontáneamente de lo que en su propio interior experimenta. Y así, cuando relata, refiriéndose a campesinos, se identifica de tal modo con ellos, que parece uno de tantos. Y siendo el sujeto campesino, la dicción, para ser sincera y adecuada, había de mostrarse cual si fuera de un campesino. Y he aquí el arte especial del Cook Calambé: la dicción de sus décimas es perfectamente gramatical, sin vocablos toscos o desfigurados; pero la ideación, el mecanismo interno del raciocinio es enteramente rural. Las décimas están pensadas en guajiro, y con esto se logra el éxito completo, sin necesidad de desfigurar las palabras para disimular el culto decir.

Muchos fueron donosamente engañados, y le creyeron labriego. Por eso compuso, aparte de numerosas y fáciles poesías sentimentales y festivas, muchas y largas en esdrújulos asonantados y de consonancias, que por su fluidez demuestran que su autor era persona de copioso léxico. Abundaban tales juguetes en España, durante aquélla época, pero eran muy raros en Cuba; y ante el dualismo literario de que disponía el Cook Calambé, es forzoso reconocer su arte y aplaudir su esfuerzo, asignándole preferente puesto en la bucólica cubana.

Los enemigos políticos de Nápoles Fajardo, como él había vivido mucho tiempo en el campo, le llamaron salcochador de yerbas del monte, indio escondido o negro cimarrón; pero él sin desconcertarse, adoptó en seguida el pseudónimo de Cook Calambé, en que la palabra inglesa significa cocinero, y la indígena, delantal, taparrabo, como explica Pichardo, o pampanilla, como quieren los antiguos diccionarios castellanos.

La pronunciación cuc de la primera palabra, ligada a la segunda, producía la variante Cucalambé, muy del gusto del pueblo, porque es el perfecto anagrama de la frase Cuba clamé"




(Bohemia. Julio 11, 1954) "Martí y yo. La última visita. La última carta." Por Juan Gualberto Gómez

Friday, June 19, 2020

Luna (un poema de Thelma Delgado)


Anoche por la madrugada
Bajito me susurró la luna:
-El sigue pensando en ti,
Aún te quiere como a ninguna.

-Su corazón sigue siendo tuyo
Sin importar el paso de los años.
Me dijo: -Prefiero estar solo
Que dormir en brazos extraños.

Ay luna! Mi amiga, mi confidente
Consejera, alabastrina
Ve y dile que también le pienso
Anda, se hoy mi Celestina.



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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Olga Moré, la musa que inspiró "Me gustan los tamalitos / los tamalitos que vende Olga"


Olga Moré, la musa que inspiró "Me gustan los tamalitos / los tamalitos que vende Olga / Pican, no pican / los tamalitos que vende Olga.” (Foto/Bohemia. Marzo 1958)

Thursday, June 18, 2020

Ojos (un poema de Janisset Rivero)



Tributo al poeta Oliverio Girondo



Ojos para palpar las madrugadas:
negros, negruzcos, lisos, blancos…
Ojos de claraboyas, de lisonjas.
Ojos para dormir y despertar.
Ojos llenos de lágrimas y de ataduras.
Tristes, dulces,
polvorientos y osados.
Ojos prestados para llorar la nada,
solitarios, torpes y brillantes.
Indiscretos, serenos, silvestres,
de gansos y de flores.
Ojos que miran y que murmuran.
Ojos para buscar a otros ojos,
que buscan a otros.
Ojos verdes, azules, ambarinos.
Ojos para no quedarse ciego ni loco;
Ojos para que no termine la noche,
para sobrevivir todo el insomnio.



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Janisset Rivero (Camagüey, 1969) ha publicado los libros de poesía Ausente, editorial Aduana Vieja, octubre 2008 y Testigo de la noche, Editorial Ultramar, Miami, 2014.

(Bohemia. Julio 11, 1954) Isis Margarita Finlay, Miss Cuba 1954. Sobrina nieta de Carlos J. Finlay


Calles y callejones de Camagüey: Calle San Diego, Martí (por Marcos A. Tamames-Henderson)


Nota del blog: Cada jueves se publica en el blog, gracias a la cortesía de Marcos Antonio Tamames-Henderson, una selección de su libro Calles y callejones de Camagüey. Entre la leyenda y la historia.   

 


San Diego es un eje estructurador de la ciudad, uno de los primigenios por estar en torno a la plaza de la Mayor. Parte de San Fernando, y en su recorrido supera San Juan; intercepta a la calle Plaza de San Francisco (I) (frente de la antigua casa de Tomás Pío Betancourt); corta la de la Reina, recibe el callejón de las Apodacas (D) y a la calle San Pablo (D) en el vértice de un triángulo que define la calle Plaza de Isabel II; traspasa los ejes de la Candelaria, de la Mayor, de la Carnicería o Contaduría, San Antonio, del Hospital o Nuestra Señora de Loreto con su plazoleta (I) y Honda o San Pedro Alcántara; se desliza lateral a la plazoleta del Pozo de Gracia o de Bedoya (D); limita los callejones de la Miseria (D) y de la Risa (I); da inicio a la calle del Carmen (D) y corta San Ildefonso, los callejones del Desengaño o de la Cruz y de Sedano; ofrece apertura a la Calle A del reparto Oliverio (D); corta el callejón de las Damas y da inicio a San Juan Bosco (D) para una vez traspasar la Carretera Central Oeste convertirse en derrotero de los barrios la Ceiba y Sánchez Soto: por el lateral izquierdo parten Cinco Metros, Cuba Libre y Pasaje C del primer barrio; mientras por la derecha ofrece límite a las calles A, B, C, D y tras cruzar el puente las calles E y no. 17 del segundo. Finaliza en Avenida Madame Curie. 

San Diego responde a la cosmogonía religiosa de los principeños desde las primeras centurias. ¿Cómo establecer una relación entre el santo y Puerto Príncipe? El punto de partida podría encontrarse en uno de los momentos claves en la conformación morfológica de la villa, en este caso la construcción del convento de san Francisco de Asís, cuyo templo abrió sus puertas en 1734 y otorgó nombre a la calle, mientras que a su paralela, la nombraron San Diego ¿Acaso en conmemoración del monje franciscano san Diego de Alcalá? Por la misión caritativa para con los pobres y su milagrosa obra con los enfermos, la vida de san Diego entronca con los rasgos identitarios de los principeños en el período en que se crea y consolida la toponimia urbana. ¿Celebrarían los vecinos su fiesta cada 12 de noviembre? 

Su rebautizo estuvo entre los primeros tras el cese del dominio colonial español sobre la isla. En enero de 1899 se propuso en el seno del Ayuntamiento nombrarla José Martí y el 27 de febrero se informaba que, vencido desde el día 25 el plazo fijado para alegar algo en contra de ello, debía informarse del cambio a la población y al Registro de la Propiedad. De la calle Martí se desprenden dos topónimos al mismo tiempo. Los inmuebles que están a la izquierda utilizan como referente el nombre de San Juan Bosco; mientras que los que están en la primera cuadra de la acera derecha, lo hacen bajo el referente de Calle A del reparto Santa Rosa. 

José Julián Martí Pérez (1853-1895), mayor general, abogado y periodista; el cubano que con elevadas cualidades de pensador, orador y poeta legó a la humanidad una extensa obra. No estableció lazos directos con la región camagüeyana, sin embargo, su matrimonio con una de sus hijas, Carmen Zayas Bazán, y los vínculos con otros principeños, tanto en la isla como en el extranjero, le permitieron hablar del carácter de los de esta región. En San Diego rindieron tributo los camagüeyanos al Maestro, al Apóstol de la Independencia, al Héroe Nacional.

Del total de sus cuadras pertenecen al área Patrimonio Cultural de la Humanidad las que limitan los ejes San Fernando y San Ildefonso y al Centro Histórico desde San Fernando hasta Sedano.


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Marcos Antonio Tamames-Henderson (Jamaica, Guantánamo, 1961). Lic. Historia del Arte (1997), MSc. en Historia del Arte y en Conservación y Rehabilitación de Centros Históricos (2007). Miembro de la Uneac, Unaic, Unhic. La Editorial Ácana ha publicado sus libros De la Plaza de Armas al Parque Agramonte. Iconografía, símbolos y significados (2001, 2da ed. 2003); Tras las huellas del patrimonio (2004); La ciudad como texto cultural. Camagüey 1514-1837 (2005); Una ciudad en el laberinto de la ilustración (2009) y La cofradía de los signos urbanos (2012). Premio Especial Roberto Balmaceda (Uneac, 2002), Juan Marinello (2006), Juan Torres Lasqueti (2005, 2010, 2011 y 2012), Ensayo Histórico Enfoque (2007), Crítica Histórica José Luciano Franco (2005), Publicaciones, teoría y crítica en el V Salón de Arquitectura (2005) y Jorge Enrique Mendoza (2004), entre otros.

Wednesday, June 17, 2020

La epidemia de cólera de 1835 en Puerto Príncipe. El coronel Sedano y el Padre Valencia se enfrentan al mal (por Carlos A. Peón-Casas)


Del hecho distan casi ya dos siglos. Pero en el Puerto Príncipe de entonces tuvo una incidencia nefasta.

Contribuyó a que el efecto fuera más trágico, como se nos cuenta en una apretada síntesis en Apuntes de Camagüey del celebrado historiador local Jorge Juárez Cano, la actitud negligente de los galenos de entonces en la otrora ciudad, quienes sin darle crédito a los notorios síntomas que provocaba el mal, negaban a todo trance la existencia de aquella plaga, hasta que rendidos ante la evidencia aplastante de las cientos de víctimas en la hasta entonces “alegre y confiada”(1)  población, reconocieron muy tarde su torpeza.

Y aunque muy poco o casi nada podía hacerse en aquel minuto, para salvar a los contagiados, ciertamente y desde los primeros días, si hubo una intención de intentar poner remedio al mal cuando apenas era un brote minúsculo, ese merito se lo llevarìa para la historia el que entonces fuera teniente gobernador de la ciudad: Francisco Sedano(2).

De inmediato tomo las previsiones pertinentes, de tipo “sanitarias y gobernativas’’(3), entendibles en aquella primitiva ciudad, donde las aguas negras corrían a su antojo por zanjas malolientes. La costumbre popular hacia que las fachadas se pintaran de blanco, usando lechada de cal, que según la creencia general era un poderoso detente para el mal.

Pero en general, las personas más pudientes acaban por cerrar sus propiedades en la ciudad y se marchaban a la carrera a sus estancias campestres, en busca de un mejor clima. A muchos empero los sorprendía la muerte en el trayecto, pues ya iban contagiados al salir.

Ante el avance incontenible del mal, Sedano tuvo el apoyo incondicional de un hombre a quien los camagüeyanos tienen por santo: el Padre Valencia. La voz popular los recuerda como amigos y colaboradores muy cercanos. Con afanosa diligencia se hacían presentes dondequiera era necesario el apoyo material, o el necesario consuelo espiritual, sin reparar en la posibilidad del contagio.

Juárez Cano hace oportuna referencia cuando cuenta que:
Recrudecido el mal el propio Sedano, acompañado del apostólico padre Valencia, recorría sin descanso, día y noche, la ciudad, auxiliando con recursos a los atacados del mal, hasta que al fin dicho gobernante, contagiado del terrible mal, expiró el 14 de septiembre(…)(4)
Ante tan sensible pérdida, Valencia no se amilanó y siguió adelante sus empeños. De tal época data una famosa oración que hubiera de escribir, pidiendo a Dios por el fin de tan temible flagelo.

El texto conservado por la piedad popular, es rezado con devoción por los camagüeyanos en los minutos en que se han visto amenazados por alguna repentina epidemia. Juárez Cano apunta que específicamente, en 1918, con el azote de la temible pandemia bautizada como la Influenza española, se reiteraba el rezo de aquella en todos los hogares.

Ahora mismo, y ante los rigores del azote del temible coronavirus por todo el mundo, tan sentida oración se hace presente otra vez, desde el imaginario de los camagüeyanos, en la inmediatez de las populares redes sociales de este aquí y ahora

Para el final reproducimos para el lector las estrofas de dicha plegaria tal y como la encontramos en el citado libro de Juárez Cano.
Jesucristo vencedor,
Que todo en la cruz venciste,
Venced Señor, esta peste
Por la muerte que tuviste
Por tu justicia divina
Aplaca el justo rigor,
Y por tu preciosa sangre
Misericordia Señor!
La peste de cuerpo y alma
Te pido, Señor, se acabe
Poniendo de intercesora
A tu Santísima Madre,
Y todos los pecadores digan:
¡Salve, ¡Salve!, ¡ Salve!



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  1. Apuntes de Camagüey. Jorge Juarez Cano. p. 80
  2. “Ilustre habanero (…) Gobernó durante veinte y nueve años la provincia de Puerto Príncipe, fundó en ella la Diputación Patriótica, 1832, y murió gobernador militar y político de dicha ciudad, pobre y generalmente sentido” En Diccionario Biográfico. Francisco Calcagno. Nueva York, 1878. p.590
  3. Ibíd.
  4. Ibíd.

(Bohemia. Enero 1, 1950) El teatro "Blanquita", el mayor del mundo, inaugura su primera temporada de arte

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El teatro "Blanquita", el mayor del mundo según Bohemia, fue inaugurado en diciembre de 1949.

En diciembre de 1975, luego de trabajos de remodelación, reabrió bajo el nombre "Karl Marx", para celebrar el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba.

Desde 1960 hasta diciembre de 1975, había sido rebautizado como Teatro Chaplin.

Comparto dos reportajes de Bohemia, el de su primera temporada, en diciembre de 1949 y el de la reapertura en diciembre 19, de 1975, con la celebración del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba,  este último, en mi opinión, un texto inexacto que intenta presentar como nuevo, lo que ya era una realidad en el mundo cultural cubano, desde varias décadas anteriores. (JEM)
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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