Friday, August 16, 2019

Lo moderno y contemporáneo en el XXIV Festival Internacional de Ballet de Miami (por Wilfredo A. Ramos Vázquez)


Ha sido una norma incluir dentro de las presentaciones del Festival Internacional de Ballet de Miami, obras de corte moderno y de danza contemporánea, lo que convierte a este evento en uno de los más inclusivo, posibilitando el poder disfrutar de una gama mucho mayor de estilos y géneros danzarios. Para esta nueva edición del evento concurrieron agrupaciones de Italia, Suiza, República Dominicana y Brasil, de las cuáles la italiana nos visita por segunda ocasión, la suiza por tercera, mientras que la dominicana es ya casi de la casa con diez presentaciones.

El espectáculo se realizó en dos escenarios, el del teatro del Miami Arts Charter School of Wynwood, el sábado 10 y en el del Amaturo Theater Broward Center for the Performing Arts, el domingo 11, teniendo ambas noches el mismo programa, presentando cada agrupación obras en las dos partes en las que se dividían dichas funciones.

Octavio de la Roza y Camilla Colella. 
Foto/Emilio Héctor Rodríguez
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De Suiza, la Compañía Octavio de la Roza interpretó dos obras,”Tangocho” y “Pizzica”, según el programa, ambas de la autoría del propio de la Roza, quien es además el director de la agrupación, acompañado de la bailarina Camilla Colella. En dichas obras de la Roza interviene también con su voz interpretando algo que podría considerarse canto y ejecutando algunos acordes en una guitarra. Ambas coreografías resultan de una pobreza increíble, con un lenguaje a medio camino de todo, carentes de alguna demostración técnica, aburridas e incoherentes. En realidad dos trabajos que no debieran de presentarse en un escenario y menos en el de un evento de esta naturaleza.

Brasil es sin duda, un país con una larga y excelente tradición en la danza moderna en el continente, es por ello que la noticia de la asistencia de una agrupación de ese país, siempre crea cierta espectativa, algo que en este caso no tuvo el resultado esperado, defraudando totalmente. Compañia Nos de Danca, dirigia por Regina Sauer, fue la agrupación en cuestión, la cual contó supuestamente con la participación de Alan Rezende, Igor Silva, Janaina Ciodario, Nicoli Greco, Patricia Ruel, PriscilaMendes, Stela Maris, Thiago Manhaes y Victor Sampaio. Decimos ‘supuestamente”, ya que estos eran los nombres que aparecían en el programa pero que no coincidían con la cantidad de bailarines sobre el escenario, así como no coincidían tampoco en el programa el orden de las dos obras que interpretaron. Ambas piezas llevaban igual nombre “Bossa Nossa” y “Bossa Nossa II” y las dos dedicadas a homenajear a los maravillosos compositores de la música brasileña (Tom Jobim, Chico Buarque, Vinicius de Moraes, Baden Powel). En cuanto al elemento coreográfico, la segunda de las piezas presenta algunos momentos de mayor interés con un trabajo que solamente incluía un buen diseñado trabajo de brazos y medios cuerpos, sin desplazamiento alguno, pero en general el resto de la coreografía no ofrece nada que en realidad llame la atención. En cuanto a “Bossa Nossa” podemos considera que es un trabajo fallido en su totalidad, con una escena para el olvido en donde una bailarina hace algunos incoherentes movimientos, mientras el resto reposan estáticamente sobre unos pareos como si descansaran sobre la arena de las playas de Ipanema. Dos duos interpretados por los dos hombres del grupo, largos, aburridos, carentes de expresividad técnica y artística, para colmo con sus intérpretes pasados de músculos y pesos, mostró a dos personas sin preparación para estar en un escenario. Las expectativas fueron traicionadas.

Cia. Nos da Danca.
 Foto/Emilio Héctor Rodríguez
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Lyric Dance Company, compañía dirigida por Alberto Canesto, fue la propuesta que por segunda ocasión llega desde tierras italianas al Festival internacional de Ballet de Miami. En esta oportunidad participaron solo cuatro bailarines, Benedetta Pollini, Reika Vigilucci, Leandro Salvischiani y Nicola Giannelini, los cuáles presentaron las obras “Omaggio a Edith”, con música de F. Chopin, en la primera parte del programa y “Frida, Kaus Dentro”, con música de Gabriel Faure, en la segunda parte de la noche, ambas coreografiadas por el propio Canesto. Esta agrupación presenta una línea de trabajo ecléctica, que puede desorientar algo al espectador, ya que se mueve entre lo neoclásico y lo moderno de manera indiscriminada, sin una coordinación lógica entre ambos estilos, lo que provoca que no exista mucha coherencia en el lenguaje danzario, otro aspecto que hacen algo densas las obras, es la elección musical que se realiza para las mismas y su manera de manejarlas a través de las obras. En cuanto a los intérpretes, tenemos que destacar las hermosas líneas que poseen las bailarinas y su buena técnica, lo que las convierten en un punto de observación constante. Con respecto a los hombres, aunque resultan buenos compañeros de travesía, se quedan en lo correcto. Al ver el trabajo de esta agrupación, siempre nos quedamos con el deseo de que rompan con el cerco que les impone el trabajo de un solo coreógrafo, para verlos alzar vuelo en otras maneras de hacer la danza.

Lyric Dance Company. 
Foto/Emilio Héctor Rodríguez
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Por último, el Ballet Nacional Dominicano bajo la dirección del cubano Armando González, asiduo a este evento, se presentó con tres obras, dos solos y un trío, todas dentro del género de la danza contemporánea, aunque en el programa apareciera un duo y el trio ya mencionado. “Naboria Daco”, fue el título del primer solo interpretado por el bailarín cubano Maikel Acosta, quien desde algún tiempo forma parte de esta agrupación, que cuenta con coreografía de Carlos Veitía y música del conocido compositor dominicano Juan Luis Guerra. Esta es una obra que responde a un canto aborigen y que como tal trata de llevar en el lenguaje coreográfico la impronta de esa cultura, pero que por momentos la pierde, cediendo al impulso de la técnica clásica. El intérprete defiende con profesionalidad su trabajo, el cual resulta algo breve, dejándonos con los deseos de ver un mayor desempeño en la escena. El segundo solo estuvo a cargo de Joel Rodríguez, autor también de la coreografía, que contó con música del grupo australiano Dead Can Dance, llevando por título “Alma Desnuda”. Joel es un bailarín de excelente figura, lo que hace que su presencia escénica sea impresionante, su desenvolvimiento es ágil, domina el espacio, es limpio en sus movimientos, presenta buena técnica y dentro de la danza moderna se mueve como pez en el agua, aunque su quehacer dentro de los cánones más rígidos del ballet también resultan halagadores. En cuanto al trabajo coreográfico, la obra se mueve en una discreta pero acertada línea que le permite al intérprete demostrar sus cualidades. Algo que si no nos convenció del todo fue el que a la mitad de la obra se quitara una larga saya azul que solo tenía una función estética, pero no semántica dentro del lenguaje coreográfico, acción a la cual no le hayamos justificación escénica alguna. Sin duda este resultó uno de los trabajos mejores de la noche.

María Valerio Melogno, Maikel Acosta y Joel Rodríguez.
 Foto/Emilio Héctor Rodríguez
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Como tercera obra, la compañía dominicana ofreció el trío o “pas de trois”, si nos acomodamos al lenguaje balletístico, titulado “Una vida, dos vidas”, coreografía de Pablo Pérez y con música de Yann Tierseu, el cual contó con las interpretaciones de María Valeria Melogno, Maikel Acosta y Joel Rodríguez. Esta obra trata de moverse dentro de un ambiente psicologista, al querer contar una historia de amores y desamores que no llega a resultar muy clara para el espectador. No obstante el trabajo de los intérpretes resulta convincente tanto en su desempeño técnico como expresivo, aunque podría haberse trabajado esto último un poco más, de acuerdo al concepto de la pieza. Algo que nos resultó chocante y fuera de lugar, fue el vestuario utilizado para la misma, el cual le restó la sobriedad adecuada que el tema merecía. No obstante, esta pieza podemos incluirla también entre lo más acertado de la noche.

Para cerrar nuestro trabajo, nos vemos obligados a hacernos varias preguntas ....¿cómo es que en un evento como este no hay participación local, conociendo la existencia de agrupaciones que desarrollan su trabajo en esta ciudad de Miami? ¿Por qué no hay tampoco participación de compañías de otras partes del país, que siempre resultarían más fácil de mover que las provenientes del exterior? Considero que se debe trabajar más en superar estas lamentables ausencias, que enriquecerían aún más el evento y lo convertirían en realidad en una fiesta de la danza.

Wilfredo A. Ramos Vázquez
 Crítico de Teatro y Danza.


Wednesday, August 14, 2019

Narciso López en la Audiencia de Puerto Príncipe (por Carlos A. Peón-Casas)


La anécdota(1) creo ha sido poco o nada aireada hasta aquí. Narciso López, el caraqueño que viera la luz en 1797, primero soldado(2), muy pronto capitán con solo veinte años, para llegar a coronel de aquel Ejercito Español, discurrió por aquella ciudad nuestra de Santa María del Puerto Príncipe en 1826.

Avecinado primero en Santiago de Cuba, donde llegara siguiendo a las tropas españolas derrotadas y desmoralizadas por la insurgencia libertaria, pasaría luego a La Habana.

Corrían tiempos aciagos en la Isla, con las agitaciones de constitucionalistas de la Conspiración de los Rayos y Soles de Bolívar. Eran los tiempos igualmente azarosos del desgobierno del general Vives.

López, ya en la capital cubana habría de contraer matrimonio con una prominente dama habanera Dolores de Frías y Jacott, hermana del que con el tiempo llegaría a ostentar el título de Conde de Pozos Dulces.

La cercanía a la ciudad principeña pronto sería propicia, cuando Narciso, en representación de la familia de su esposa, tuviera que concurrir a la entonces Audiencia de Puerto Príncipe, a ventilar, ante aquel tribunal, un importante asunto que comprometía los intereses de su familia política.

El juicio en cuestión que allí se seguía, involucraba nada más y nada menos, que los terrenos del Vedado, propiedad que el Estado español, reclamaba a los Frías.

Ante aquella benemérita Audiencia, asentada en la ciudad del Tínima y el Hatibonico desde 1800, López protagonizaría un muy sonado y ruidoso incidente con el Presidente en funciones.

Al presentarse ante tan prestigiosa instancia, Narciso López lo hizo luciendo su uniforme completo de coronel de Húsares de Fernando VII, su pecho cubierto de las condecoraciones recibidas en su vertiginosa carrera militar, y para rematar su sable de caballería perfectamente ceñido.

El diálogo que sigue, lo cita oportunamente Herminio Portell Vilá en su artículo de Bohemia, ya mencionado.
“-Señor coronel-comenzó diciéndole el Presidente del Tribunal-la Audiencia ve con disgusto el que V.S, haya insistido en comparecer en estrados con sus armas y os invita a que dejéis el sable en la portería.
-Me niego a desceñirme el sable, Sr. Presidente-, contestó López,-si puedo aparecer en presencia del rey con mis armas, la Audiencia de Puerto Príncipe no puede aspirar a más…”(3)
Poco sabemos del desenlace de aquel litigio, que sin embargo podemos barruntar se falló a favor de los demandantes. Luego de tan controvertido lance, López fue transferido a la Península, a comienzos de 1827, pero volvería a Cuba en compañía de su amigo Jerónimo Valdés, nuevo Capitán General, y fungiría como Gobernador de las Trinidad.

Para 1842, liberado de tales funciones, y haciendo realidad sus ansias libertarias contra el coloniaje español, López conspiraba en Trinidad, y para tal época volvería a Puerto Príncipe en su paso a Santiago de Cuba, en los preludios de su asonada libertaria para Cuba.

De tal época datarían sus contactos con los prohombres de aquella intentona libertaria que comprometía, entre otros, a José de la Luz y Caballero, a quien el propio López, en una ocasión testimonio lo siguiente de nuestros correligionario: “Los cubanos nadan Don Pepe, lo que hay que hacer es empujarlos hacia el agua”(4).


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  1. La anécdota aparece narrada en el artículo "El General Narciso López, Héroe de la Independencia de Cuba", de Herminio Portell Vilá, publicado en la revista Bohemia. Mayo 21 de 1950. pp. 34-39.
  2. La historia cuenta como con solo catorce años, y entonces alumno de la Academia Militar Wantosten, suscribió la Declaración de independencia de Venezuela, aunque su vida militar posterior, al servicio de la metrópoli, fue signada por el deseo de su tío el coronel Francisco López. Sus ansias libertarias acabarían imponiéndose, y sacrificaría su vida por tal causa.
  3. Ibíd. p.37
  4. Ibíd. p.39

Tuesday, August 13, 2019

Cumpleaños (En 150 palabras de Félix Luis Viera)


Solo un espermatozoide logra atravesar el óvulo y, luego de varios procesos biológicos, lo fecunda.

Solo uno.

En una emisión de semen un hombre suele expulsar centenares de millones de espermatozoides, pero únicamente uno dará en el blanco.

Solo uno entre centenares de millones.

Uno.

Ese, y no otro, concebirá un ser único, irrepetible. No otro ser.

No otro ser.

De modo que si la ventura hubiera estado de nuestra parte, uno de los dos amantes hubiese sentido, en el justo momento, o unos minutos antes, digamos, deseos de tomar agua, o de mirar la oscuridad o el amanecer campestre o hubiese escuchado un ruido que lo llevara a postergar la cópula, y así esta hubiese ocurrido acaso unos segundos después.

Unos segundos que hubiesen resultado decisivos ―aunque hoy no lo sabríamos― para salvarnos de tanto padecer, tantos embustes, tantas muertes, tanta miseria.

Pero nada los detuvo.

Qué mala suerte.


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Félix Luis Viera, poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado siete poemarios; tres libros de cuento; cuatro novelas y una noveleta.

Entre los premios que recibiera en su país natal, se cuentan el David de Poesía, en 1976; el Premio Nacional de Novela, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, galardón que ya le había sido otorgado a este autor, en 1983, por su libro de cuento En el nombre del hijo.

Su poemario La patria es una naranja, que aborda el tema del exilio a la par que incursiona en la realidad mexicana, ha tenido una buena acogida de crítica y público y recibió en Italia el Premio Latina in Versi en 2013.

Es ciudadano mexicano por naturalización. Reside en Miami.

Mitch Laddie Band




Monday, August 12, 2019

Ileana Álvarez González, el ser humano en el meridiano exacto (por Manuel Vázquez Portal)


Ileana Álvarez González es una poetisa de las relaciones y los desbordamientos. De buenas relaciones e ilimitados deslindes. No hay en ella un solo símbolo poético sin contrapartida. Balanceada búsqueda de lo más alto. Singularidad que la define, pluralidad que nos aglutina. La frondosidad de su simbología matiza tropológicamente desde lo nimio hasta lo monumental. No hay fronteras, ni estéticas ni conceptuales, que no traspase en su discurso poético. No hay bridas para sus ensueños. El juego de categorías alegóricas parece crecer sin techo: luz/sombra, aldea/cosmos, libertad/necesidad, carne/ espíritu, virtud/miseria. Donde lo que pudiera parecer paradojal por su relación contrapuesta, es un todo dialéctico: estro y razón jugando a los ardides de la belleza siempre conseguida.

No la isla sino el mundo en peso. Erigido por una poética muy peculiar, pero aderezada con toda una sedimentación lírica de altas vibraciones y llegada del tiempo inmemorial. Alta inspiración y rigor filológico. Imagen grandiosa atrapada con redes de la sapiencia. No hay lugar para simples jugueteos solo ingeniosos. Se va al hueso. No muestra desgarrones, se desgarra. No muestra costurones, se torna cicatrices.

Nadie se adentre en su poesía sin tener en cuenta que es “una copa con alas”. Vino y vuelo. Embriaguez e independencia. Convite y fuga, a la vez. Hechizo que puede diluirse, como la imago misma, si no es atrapada con similar frenesí. Un poco de abluciones honradas no vendría mal antes de leerla. Llegar con el alma pasada por un Jordán interior, nos proporcionaría entenderla mejor. Así de pulcra veo su poética. Así de honestos veo sus versos.

Versos concebidos para almas refinadas, espíritus elevados. El patio de la casa pintado con los matices de universo, nada de parcialidades ni localismos. Joyas y harapos de la mano en el baile de lo trascendente. El ser humano en el meridiano exacto donde lo común lo torna excepcional. Nada exterior lo diferencia. Ontología del universo privado. Desnudez del alma. Ni poses ni pintoresquismo. El todo conseguido desde la unicidad. Partícula múltiple e identidad propia. Se canta a sí misma y nos canta a nosotros porque sabe que Ya se anuncia en el camino otro desamparo, / la memoria tensando los arcos del olvido. Y ella deja sus guijarros nobles para que sepamos que no fue inútil su paso por “la selva oscura”.

Voz seductora y sabia. Nos arroba y nos alecciona. Nos define, y ruega por nosotros. Sabe quiénes somos, se perdona, nos perdona, y aspira a nuestra salvación. Pero ni la oración manida ni la plegaria egoísta la conducen. Es María de todos, sin géneros, razas, sin geografías: el ser humano en toda su orfandad y toda su riqueza.
  Quién limpiará las grises serranías del miedo
  y hará de nuevo el sacrificio
  por nosotros, manzanas de la sombra.
No hay en ella requiebros de “hembrita humillada” ni perretas de “pelanduzca histérica”. Estamos en presencia de una mujer “mucha mujer”. Columna vertebral de la institución más vieja y más valiosa: la familia. Escudo a mis hijos como un tigre. Soy un cielo sobre su cabeza, Su lucha no es simplemente genérica sino humana. Vuelve, con ella, la poesía a ser andrógina. Poesía en sí y para sí. Amor sin distingos, belleza sin órganos. Sabiduría sin linderos. Memoria y profecía. Enaltecimiento o congoja. Exaltación o ruina. Analogía o cuestionamiento. Entrega o partida. O todo vuelto un manto de hermosura. Un nuevo Camelot. Un sitio de ensueños. Un acomodo para las tristezas. Un cauce para la dicha. Un pañuelo para el llanto.
                                                             un viento interior
me convidó a levitar por encima de la mano del hombre.
mas no alcancé a comprender la locura que encierra toda verdad.
…………
                    si todo es despedida y crepúsculo
nada espero pues.
queda, apenas, un último perdón:
este rasgar de mosca
sobre las estrías de mi sombra.
He citado ex profeso dos poemas donde el símbolo sombra juega un papel determinante en la gnoseología poética de Álvarez González: nosotros, manzanas de la sombra y este rasgar de mosca/sobre las estrías de mi sombra.

La sombra para ella no tiene el simple acometido de ser la contrapartida de la luz sino que en su cosmovisión individual se emparenta con el criterio platónico del Mito de la caverna en el que la sombra es un sucedáneo de la realidad y el conocimiento.

Debe recordarse que El mito de la caverna, es una alegoría con que el filósofo metaforiza la realidad que nos rodea, el confinamiento en que nos hallamos, así como el desconocimiento del que somos víctimas.

El mito forma parte del libro siete (VII) de la República de Platón, que fuera escrita aproximadamente en el año 380 A. de C. y cuya relevancia general estriba en la exposición de conceptos y teorías que nos llevan a los interrogantes sobre el origen del conocimiento, el problema de la representación de las cosas y la naturaleza de la propia realidad.

Claro que el andamiaje simbólico de Ileana Álvarez, a lo largo de más de diez poemarios es prolijo pero muy bien seleccionado en función de una poesía altamente parabólica y cargada de sugerencias que van más allá de la polisemia simple.

Escogí sombra entre los muchos símbolos (tren como oportunidad, provincia como encierro, espada como voluntad) con que enhebra su poética, porque me parece el más ilustrativo para su entorno vivencial y los malabares requeridos para escribir, y sobrevivir, en una sociedad cerrada.

En Cuba, y más agudizado en las provincias, del hambre y la desnudez y sus trenes amargos siempre a destiempo, la suspicacia política sobre la intelectualidad es de alta tensión.

Lo simbólico se torna campo minado, y el poeta, cuya arcilla primaria, es el símbolo, siempre danza sobre el filo de la navaja.

No es cierto que en la tierra del ciego, el tuerto sea Rey; todo lo contrario, en la tierra del ciego (y más si es de Ávila) nadie cree al tuerto que puede ver de un ojo, y su vida puede ser un calvario. Ella lo ha padecido en piel y huesos propios, y lo ha sublimizado en versos altamente perfilados. Por lo que también ha pagado un precio. Todo ello como resultado de que, según el propio Platón: el ser humano, inmerso en la caverna, puede llegar a sentirse cómodo en su ignorancia y oponerse, incluso ferozmente, a quien intente explicarle o cambiarle lo que cree su realidad, aunque solo sea sombras. La meta realidad, diríase kafkiana, que impone como realidad el gobierno cubano convierte la alegoría platónica en hecho concreto y a sus nacionales no le queda otro remedio que vivir como sombras que creen y defienden a otras sombras.


Y de esta realidad, o también sombras, es que deja testimonio Ileana Álvarez González en su ya vasta obra poética. Desde Escribir la noche, pasando por Oscura cicatriz, hasta El libro de lo inasible hay una espiral ascendente de su dimensión poética. Pareciera que el arsenal emotivo se agotaría, que el cauce formal se secaría, que la conceptualidad finalizaría, pero, todo lo contrario, es una voz que se potentisa, que se encumbra en cada arremetida lírica. No es la poetisa que encarrila todo el amor adolescente en decantados versos y luego se apaga. Es la rapsoda total que escribe una y otra vez el mismo libro pero con la mirada más honda y el verbo más afilado. Porque esa niña que quisiera ocultarse/ en el laberinto de los espejos sabe sobremanera que no hay caminos ni respuestas y no se resigna a permanecer sin buscarlas.

Pero, si me fuera menester, patentizar lo definitorio de la poética de Ileana Álvarez González, me arriesgaría a asegurar que se trata de la veneración a las tradiciones culturales y humanas, a la tradición espiritual de su pueblo y todos los pueblos, a los pilares que han sostenido per saecula saeculorum los más altos valores de la especie
La espada adolescente de tan antigua
no sabe cómo abandonar el corazón de la roca.
La lucha entre lo nuevo y lo antiguo, entre juventud y vejez, entre pasado y presente la coloca en una postura dicotómica que resuelve con la grandeza salomónica de la sabiduría y ofrece a cada parte la ración de valía que le corresponde, y esto lo logra establecer porque sabe muy bien que:
sobre el sillón en que dormían los abuelos de tu abuelo,
embadurnas los ojos con el fango de los antepasados.
son los espíritus que velan los estigmas de la ausencia
Y para no faltar a mi propia tradición, aquí van los poemas de Ileana, que saben defenderse por sí propios mucho mejor de lo que pudiera hacerlo yo.



Al fondo de la sombra
(Del libro Consagración de las trampas)

Un día más que escupe sobre el rostro.
Estoy sentada en el quicio de la escalera íntima.
Un caracol, una hogaza de nieve,
un pensamiento, la abulia perforando los sentidos.
El laberinto me posee.
Escudo a mis hijos como un tigre.
Soy un cielo sobre su cabeza,
una raíz fija mis ojos en cada gesto,
en cada surco estrellado
que los pequeños pasos dejan sobre mi espina dorsal.
Dejo pasar la nobleza de la luz,
un viento transido de ancestrales paisajes,
apenas la utopía que aún me habita.
En este estar alerta, me deslizo
por el borde de las tribulaciones.
Sutilmente me escurro hasta llegar a tierra.
Ya el roce no es el mismo con mis huesos.
Con el fango limpio,
las uñas hacinadas de levedad.
No quisiera pensar.
¿Morir acaso?
¿Pisotear hasta el agotamiento
las sílabas que ostentan mi dolor?
¿Escupirlas,
limarlas y limarlas
hasta que suelten fuego?
¿Alcanzar el cuchillo
que asfixie la zozobra?

Si al menos sólo pudiera avizorar el peligro
ser ala, espuma bajo los pies del inocente.
Pero el laberinto me posee.

Abro los cantos de Huidobro:
los arados de angustia que labran la carne de Altazor
también se hunden en la estrella que soñé para mi pecho.
Descubro el doble de mí misma,
a carcajadas ahogo el patetismo que sudan mis palabras.
No fue suficiente la distancia que halló el poeta
entre las almas de la postguerra
para ahuyentar su propio tormento,
¿creer, entonces, que pueda romperse el universo a mis pies?

Me dejaré caer, sin temor, sobre las trampas
que consagraron mis enemigos, las visiones
de los muertos a los cuales robé su pizca de resplandor.
Me dejaré caer sin miedo al fondo de la sombra.
Aun así surgirá la duda
al envés de los ojos del alba,
cuando mis hijos logren la serenidad
del primer cielo por refugio.

¿Y a mí quién me vigila?




Signos
(Del libro Escribir la noche)

                                           a Martha Núñez, hermana.


cada noche se torna un aguzado hierro en mi garganta,
densidad de sombras se adueña de mi voz,
del cuerpo abierto como una res, olvidado
en la mordacidad de la provincia.

por los entresijos de mi aliento
he intentado salvar todos los peligros, encrespadas lejanías
donde cenegaré las máscaras
y no logro saborear el matiz que me define.
frente al tedio apisono mis carnes gota a gota,
las moldeo, las arrojo al fuego,
y yo con ellas me arrojo bien serena,
como una vasija acariciada por dios.
es inútil tanto desvarío:
tábanos reaparecen,
se quiebran las colinas
en el polvo huérfano de la costumbre.

lo imposible,
el desierto que abre en la blancura
la ciudad donde la razón es espejismo,
vacuidad y extrañeza de imágenes
aprisionadas en fuentes donde mis nervios
tornados árboles se invertían.
transparencias que me poseen
como a una puta de campo extraviada
en la gran ciudad,
sollozando bajo la apatía de los rascacielos...
ellos y también la espesura del estanque
que hacina el sosiego de los astros,
su opresión en el amanecer,
perfilan mis contornos, los hieren,
trazan con frenesí las arrugas,
los signos que me ocultan ante el otro.
y tanto fervor es apenas un pájaro mudo.

¿la flor del grito
no vuelve, me define?

no puedo decir el arco del puente es la felicidad. soy feliz mientras miro cómo el arrebol del atardecer penetra en mis ojos y me acerca una ciudad distinta, menos irreal que esta que me inunda, de la que siempre estoy huyendo como un ratón gris; tórrida sombra bajo su cansancio. yo sé que la felicidad ha venido como ladrón en la noche y no es con exactitud una pistola caliente. he visto la felicidad como una muñeca rusa, con olor a madera recién curada; matrioska inmensa donde cabemos cálidamente todos, unos dentro de otros, unos fuera de otros. sé que existe la felicidad. me basta aquella noche en que sentí en los huesos trastocarse los límites y estallar en cristales hambrientos. acaricié su desamparo y ella puso saliva en mi dolor y el dolor desapareció, y yo le di un corazón que me sobraba y lo desbasté allí donde a ella le faltaba uno. la felicidad, triste, se sonrió y besó mi sexo tenazmente húmedo, femenino. pero las chispas de luz sobre mi piel duraron una noche, apenas una brizna que se espesa cuando necesitamos aclarar sensaciones y asir la raíz menos firme pero ya lo dije antes, no sé escribir la noche, no podría jamás iluminarla. ni siquiera podría alumbrar el silencio a oscuras que yace aquí en las palabras carcomidas por tanto crepúsculo, y tanto ratón inmenso, tontamente gris y pertinaz que se atraganta con la sílaba precisa y rebota siempre hasta mis manos con el eco chupado entre los dientes.

me aburro,
los aburro diciéndome, diciéndoles
que siempre estoy al borde de todo abismo,
que siempre estoy de nuevo retornando
a una imagen vivida.
yo escribiendo las mismas palabras
en un tren de Madrid que pronto estallará.
abro la boca para que las gotas de horror
no caigan sobre el piso metálico, ajeno,
forzando las conchas de la multitud
que se atropella como carbones ardientes
al fondo del olvido que ni nombro,
que no me atrevo a despertar.

nadie me oirá.
nadie ahuyenta mi miedo.
nadie se aburre tanto.
solo queda el impulso.
dentro y fuera el salto permanece,
espejo tras espejo.
la pregunta que engendra, permanece.
y yo varada sin atreverme jamás a vislumbrar
qué nutre su densidad,
¿permanezco?



Invocación
Del libro Los ojos de Dios me están soñando)

                                       A Francis, porque él cosió mis heridas
                                       con sílabas de oro.

Se levanta la noche en el fulgor del centro
donde manan los suaves arroyos de los sueños,
tiende sus alas claras sobre las negras piedras
y torna menos difícil los senderos del agua rota.
Mas la duda ahonda el cristal nocturno,
agrieta la memoria como una tensa cuerda
y se deshacen las manos apisonadas.
En espiral todo parece fluir hacia los descampados.
La luna no. La maternal moneda
se detiene en cada frente
dejando como estigma la redondez de un domingo.
El ojo del universo acoge entre sus leves noches
los aullidos del alba.
Nos lleva a vagar por cerrados límites.
El ojo afirma al puente. Ya nos descubrimos
hurgando en la rosa de ayer.
Nos impulsa el vacío de la certeza,
el miedo suspendido como gota
de miel entre los dedos.
Y es como si quisiéramos que las huellas fueran
una mentira más, en esa interminable
doblez que bordea el aliento de las nieves.
Ah, en el pecho la penumbra es un insulto mayor.
Ruido de una pezuña
en las aguas lentas que bajan de la noche.
Ante la confesión toda palabra confirma el látigo,
el hambre trenzada como la piel del animal
que huía al silencio, a las cimas.

¡Cuánta prisa en la fragilidad del que escucha
pegado al óxido de los rieles! ¡Qué júbilo
tensar la cuerda de lo desconocido, cortar el ala!
¡Aplaudir hasta el cansancio la nitidez del fondo
completada en los ojos de aquel que se desploma...!
¡Dentro de mí! ¡Cómo no humedecer al inocente
abrasado por el rayo azul de la lejanía...!

Detenidos al margen maldiciendo los albores,
evadimos la cúpula rajada de la voz del amigo,
ignoramos la pradera que apuntala su polvo pertinaz.
¡Qué pequeños y enfermos,
qué aferrados al mosaico de la brisa
donde se diluyen los últimos tintes!
¡Qué sordos ante el corno de Dios
llamando hacia las nubes cada muro disperso
de la ciudad soplada por el Leviatán!
Sus ojos, ay, su rostro lavado
perdiéndose entre las palmas
y los espinos de las manos,
y en el arpegio sereno tendido
sobre la garganta que le va imponiendo su diamante.
Solo un paso más, y quedaría afuera el corazón,
mostrándose como nueva cabra
en los riscos mojados.
Y piedra a piedra
preferimos el fervor de las murallas.



Diálogo del viento sobre la casa
(Del Libro de lo inasible )

Cierzo
Brumas fluyen por los pétalos dormidos
de la rosa. El aire azafranado trueca
las nubes en ciudades aturdidas,
belfos, procesiones, atormentados mares.
Hecho raíz el polvo en el alféizar
vaticina un caer intenso a los silencios
y dibuja esmerado tempranas somnolencias.
Al ojo del jardín el agua se le ahonda
como una loba ciega, desmadrada
que ha perdido la lengua en el intento.

Furtivas sombras teje, desteje la araña,
los deslindes, el acto en la espesura
que son las transparencias, su después.
Un redil inconcluso sumerge los tentáculos
en la sombra del sueño, agrietándola
con el sordo vagido que emerge de la noche.

Y la voz, qué va siendo la voz
si perfora las manos rudas de las puertas,
si en el zaguán descubre que otros muros
forjaron con pertinaz ahínco los temores.

Pulsa sobre el nombre la raíz del viento
y vuelta piedra cae en el ojo que agita
las mamparas. ¿Tras cual raído encaje
se oculta el esplendor calmo de la estirpe
que ahuesa los cimientos de estos muros?
¿En cuál pliego inoído yacían desde siempre
las líneas que hoy exhiben las manos
de mis versos? ¿Serán esas siluetas
que a veces merodean por la casa
intacta, secular, conspicua, desabrida,
mis íntimos contornos desasidos,
viandantes de por siempre ante mi espanto?

Escaparán de mí como el Verbo me esfuma
los asombros, la memoria inocente, los azores.
Ah, el temor de las columnas me rebosa,
encostrado a mis párpados como otra piel.
Ya mío el temblor y la plegaria, los silencios,
la ceguera. Mío el vacuo atril
y la campana sorda.

¿Y atrás, en el aljibe, quién se encumbra?
¿De qué fondo va muriendo el agua que me brinda?
¿Qué manos son el cáliz goteando sobre el lirio?
¿Se aleja, me acompaña, es otra ensoñación?

Malogra, descarna tanto viso.
El férreo enlace de la verja
hiere su solidez cetrina.
Impugna lo más hondo. La materia primera,
libre, acendra los cimientos.
Sobre mí irán cayendo las cales y los huesos.
Mis cales y mis huesos cayéndome
hasta tocar el fondo.


Ábrego
Rumor, balido, otear al horizonte,
desliz del entreacto, escarnio del final
fugándose por las hendijas que saborean la piedra.
A la entrada, la luz es sacrificio
para limpiar hedores trasnochados,
la lengua filosa en los umbrales
cantando Jeremías quedamente
como un soplo de labios invisibles;
y mi huella y las huellas de los otros,
también en el principio superpuestas
al orgiástico paso de la piedra
sobre el polvo que es la desmemoria.

Ruge el ojo del viento, anuncia
la nueva vuelta del sempiterno carro:
fundados serán sobre las ruinas
los trigos que harán los versos y la mofa.
Desde ese nido ya nace el pájaro,
húmedo y solo, deslizando el arpegio
como una cicatriz, como trillos
de sombras apedreadas, crispadura del ser.
El pájaro que soy, alicaído, roto,
brotando desde abajo, en la ceniza siendo.

El graznido para decir quién soy
cubre los párpados del árbol
que sostiene a los otros que me miran
como quien mira el agua brotando del costado
inteligible. Las ramas empinadas, ajenas
al ulular del argamasa penetran
los vacíos que harán los soportales,
el patio penumbroso, la torre, los altillos.

El graznido para decir los otros
abriga el empedrado de los muros
que arruinarán el eco hasta llevarlo
al canto de sirena
¿Y qué puede este pájaro torpe en la cubierta
con sus alas enormes anegadas de espuma,
sal sobre los ojos vidriosos y la burla
que ya sabía, amordazando su pico?
En cada resurgir el cielo se le agota
y el gemido es más bajo, menos atento
a la revelación de manso aire
qué hará sobre el tejado un nuevo nido.



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Ileana Álvarez (Ciego de Ávila, 1966). Poeta, ensayista, investigadora literaria y editora. Licenciada en Filología por la Universidad Central de las Villas y Diplomada en Investigación Cultural por Universidad de Camagüey, fue Investigadora Auxiliar y Profesora Auxiliar de la Universidad de Ciego de Ávila.

Laboró durante once años como especialista en investigaciones socioculturales del Grupo de Investigación de la Dirección Provincial de Cultura de Ciego de Ávila, y durante siete años en la Editorial Ávila. Actualmente vive en España.

Ha publicado los libros: El agua tampoco resiste los grilletes. (Poesía. Ed. Fidelia, 1990). Libro de lo inasible. (Poesía. Ed. Capiro, 1996). Oscura cicatriz. (Poesía. Ed. Ácana, 1999/ Ed. Ávila, 2da edición, 2002). Los ojos de Dios me están soñando. (Poesía. Letras Cubanas, Colección Pinos Nuevos, 2001). Desprendimientos del alba. (Poesía. Ediciones Ávila, 2001). Inscripciones sobre un viejo tapete deshilado. (Poesía. Editorial Vigía 2001). Los inciertos umbrales. (Poesía. Sed de Belleza, 2004/ Editorial Benchomo, Islas Canarias, España, 2009). Consagración de las trampas. (Poesía. Ed. Ávila, 2004). Trazado con ceniza. (Antología personal, Ediciones Unión, 2007). Escribir la noche. (Poesía, Letras Cubanas, 2010). Trama tenaz. (Poesía, Ed. Bayamo, 2011). Profanación de una intimidad. (Ensayo, Ed. Ávila, 2012). Realizó las Antologías de poesía femenina Cuarto Creciente (Antología de poetas avileñas, Ed. Ávila, 2007) y Catedral sumergida (Panorama de la poesía cubana escrita por mujeres; Ed. Letras Cubanas, 2013).

"Bayamesa", un muy digno homenaje al 40 aniversario de Teatro Avante y al 34 Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami (por Baltasar Santiago Martín)


Durante el 34 Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami se realizó el estreno mundial de Bayamesa, de Abel González Melo, por Teatro Avante, dirigida por Mario Ernesto Sánchez, en el Carnival Studio del Adrienne Arsht Center for the Performing Arts, y por supuesto no podía perdérmela, por muchas y variadas razones.

La primera –muy nepotista por cierto– es que mi querida sobrina Yani Martín fue la escogida para ser María Luisa Milanés, la protagonista; la segunda: la autoría del talentoso Abel, cuyas celebradas y significativas obras Chamaco, Nevada y En ningún lugar del mundo han sido ya elogiadas anteriomente por mí; la tercera: la dirección de Mario Ernesto, que garantiza calidad en todo lo que hace; y la cuarta – y no por ello menos importante: la escenografía y vestuario de Pedro Balmaseda y Jorge Noa, esa dupla de gusto exquisito que hasta ahora nunca nos ha defraudado con sus propuestas.


Al igual que cuando En ningún lugar del mundo, la obra de Abel y Mario presentada en el pasado 33 Festival, no tengo ahora la menor objeción sobre esta reciente puesta de Bayamesa, tanto por el texto, la dirección escénica y la escenografía, como por la actuación de sus protagonistas.

En conjunto –y de modo general–, todo el elenco, compuesto por Yani Martín Báez, Julio Rodríguez, Marilyn Romero, Alina Interián y Pedro Lofortez, además de apropiarse totalmente de sus personajes, logró algo sumamente difícil y riesgoso en el mundo de la actuación en el teatro: salirse de pronto de sus personajes para volver a ser las personas reales que los actúan, y volver a reencarnarlos de nuevo; en una transición, una especie de “rompimiento”, que fue mucho más allá de solo cambiarse de ropa; yo diría más bien que fue un cambio de piel orgánico y hasta justificado, por su originalidad, pues varias veces me pareció que como actores leían mis pensamientos sobre sus personajes, y los compartían conmigo en alta voz y entre sí.

Pedro Lofortez, Yani Martín, Marilyn Romero y Julio Rodríguez
 Foto/Asela Torres
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Pero ahora, yendo de lo general a lo particular, me detendré en cada uno de ellos, pero no por la jerarquía de su interpretación, sino –de modo “impresionista” –, por lo que me hicieron sentir, más allá de solo verlos y oírlos.

Julio Rodríguez, hermano, me trasladaste de la mano de Abel a los primeros años de nuestra denostada etapa republicana (que no seudo, por favor): a esos primeros 17 años en que Cuba daba sus primeros pasos como nación independiente, que, aunque con la tutela de esos mismos “yanquis” que ahora nos acogen bajo su bandera, con todos los derechos de los nacidos aquí (excepto el de ser presidentes), en solo 4 años de ocupación norteamericana (de 1898 a 1902) se rehizo con su gran ayuda, tanto en la sanidad, las escuelas, los ferrocarriles y el comercio, como en la vida pública en general, a pesar de haber sido duramente afectada por la guerra contra España.

Pero, mucho más allá de inducirme a ello, Julio dio una recia y magistral lección de actuación, tanto como padre de María Luisa como en sus dos desdoblamientos: para volver a ser él mismo y como Juan Francisco Sariol, y viceversa.

Mi Yani Martín, por su lado, me hizo olvidarme por momentos de que es mi sobrina, y casi deseé haber vivido en esa época, para haberme hecho amigo de esa contradictoria y malograda María Luisa que ella tan bien bordó en escena (yo le hubiera publicado sus poemas en una CARITATE de 1919 y nos hubiéramos ido juntos para Querétaro o Tijuana).

Julio Rodríguez y Yani Martín
 Foto/Pedro Balmaseda.
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Marilyn Romero, a su vez, en su rol de madre y esposa clásica de la época, fue la contrapartida perfecta de ese Julio poseído por el General de la Guerra de Independencia de quien desafortunadamente no se pudo independizar María Luisa, y Alina Interián me volvió a asombrar con otro de esos desdoblamientos increíbles que nada tienen que ver con la persona que es en la vida real, ahora como la comprensiva y compasiva monja Sor Ángela en quien mi Yani Luisa encuentra tanto apoyo moral.

Alina Interián, Marilyn Romero y Yani Martín
 Foto/ Asela Torres
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A Pedro Lofortez, primero como el fugaz doctor que recomienda operar de amigdalitis a la poeta, y luego como el vividor y mujeriego Ramón Fajardo que tanto la hizo sufrir, le tocó en este segundo rol ser el villano de la historia, y ya desde que le pidió los 20 pesos a Yani Luisa su personaje “mostró el cobre”, y él su oro en ciernes como actor, pues al finalizar la obra lo felicité en el vestíbulo, y tiene una cara de niño bueno y noble que nada tiene que ver con el despiadado Ramón (aunque “caras vemos y corazones no sabemos”, jajajá).

Yani Martín y Pedro Lofortez.
 Foto/Pedro Balmaseda.
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Para finalizar, confieso que me ha costado procesar el suicidio de María Luisa, pero así fue esta historia que Abelito ha sabido llevar tan bien a las tablas, “iluminada” por la mano maestra de Ernesto Padilla, y con la banda sonora de lujo –como ya nos tiene acostumbrados– de Mike Porcel.


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 9 de agosto de 2019

Sunday, August 11, 2019

Ese precio no lo pago (En 150 palabras de Félix Luis Viera)



Víctor:

¿Calificar de Bien a una poetisa de mente excesivamente hética?

¿Alabar a un novelista de prosa tautológica o a una famosa princesa literaria, dadora de panfletos malparidos bajo el título de Novela, y asimismo burguescomunista.

¿Sonreírle a un editor fabricante de bazofias escriturales nacidas con muerte neurológica?

¿Cabildear con “altos funcionarios culturales” mediocres, vendidos, con tal de hacérmeles visible?

Hermano, si no lo hice en mi tierra, ¿cómo sería posible que sí en México?

Y mucho menos arrastrarme —como tantos de esos escribas juaristas del entorno— con tal de que una crítica constipada y dizque azteca 1000 x 1000, apruebe la publicación de una de mis obras.

¿Aplaudir a un ensayista que se vende mucho más barato que un taco de ojo?

Qué va, manito. Ese precio no lo pago. Pueden hacerse llegar sus editoriales, catálogos, suplementos y todo lo demás hasta lo más profundo del recontraforro del colon.



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Félix Luis Viera, poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado siete poemarios; tres libros de cuento; cuatro novelas y una noveleta.

Entre los premios que recibiera en su país natal, se cuentan el David de Poesía, en 1976; el Premio Nacional de Novela, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, galardón que ya le había sido otorgado a este autor, en 1983, por su libro de cuento En el nombre del hijo.

Su poemario La patria es una naranja, que aborda el tema del exilio a la par que incursiona en la realidad mexicana, ha tenido una buena acogida de crítica y público y recibió en Italia el Premio Latina in Versi en 2013.

Es ciudadano mexicano por naturalización. Reside en Miami.

Saturday, August 10, 2019

Volando en Solitario. Pensamiento X (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.

Lo que tú provoques en la vida se dará, por eso es importante que seas el gestor de tu futuro.

Visualiza día a día en tu mente todo lo que desees, siempre con mucha fe, porque todo lo que anheles con certeza se va a producir, sólo espera, aguarda y nunca abandones tus deseos por más difíciles que sean y por más tiempo que requieran para que logren materializarse.

Recuerda que sólo depende de ti dar el primer paso y la luz iluminara tu horizonte para siempre.





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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.

Autora del libro "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.

-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy

Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección

Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
- Ser Mujer

Administra:
Facebook.com: Orlanda Torres
Instagram: orlanda.torres.3

Crónica: 3 Viudas [de Hialeah] en un Crucero (por Waldo González López)

Fotos/Cortesía Sala Catarsis
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«Muchos han definido al hombre como un animal que ríe».
Le Rire [La risa, 1899]
Henri Bergson (1859–1941)


Un año y medio lleva ya en cartelera 3 viudas en un crucero, la exitosa comedia del dramaturgo cubano Pedro Román. Una de las razones de su lucimiento es, sin duda, que la pieza retoma la zona del teatro cubano más gustada y de mayor trayectoria entre los géneros escénicos en la Isla [también presente en países latinoamericanos con larga tradición escénica, como Argentina y México]: el teatro vernáculo, cuya vertiente isleña, surgida en las postrimerías del siglo xix, adoptara personajes canónicos, arquetípicos, de la vida nacional: el ‘negrito’, el ‘gallego’ y la ‘mulata’.

La indudable popularidad de este ‘género’ teatral, continuada en el siglo xx y el xxi, contribuiría al reforzamiento de la identidad nacional por sus valores, entre ellos, la comicidad y la crítica con las que los autores satirizaban la cruel y torpe política de la metrópoli española hacia la Isla, en el último reducto de la corona hispana en ‘nuestra América’, según la denominara José Martí.

Tal popularidad arribaría a Miami en los ‘60s, cuando entre los cubanos que huían del castrismo, figuraban dramaturgos que escribían y montaban aquellas y otras piezas nuevas con las que rememoraban [nostalgia mediante] la vida dejada atrás. El mejor ejemplo es el actor, libretista humorístico Leopoldo Fernández (Tres Patines, Pototo…), cuyos programas siguen radiándose por emisoras y sus películas continúan exhibiéndose en televisoras de varios países latinoamericanos. Además, su hija Vivian Pérez [artista plástica y profesora universitaria] le dedica una sala permanente con sus objetos personales y fotos en Art Emporium Gallery, centro cultural que sobresale entre las instituciones miamenses por su intensa programación cultural.

No pocos residentes y visitantes de otros países ignoran que fueron justamente aquellos primeros cubanos quienes edificaron y enriquecieron, desde los ya lejanos ’60 del siglo pasado, nuestra hermosa ciudad.


Con libreto y dirección del avezado Pedro Román [quien es además prestigioso compositor, cantante y productor escénico], el incambiable elenco, integrado por tres formidables intérpretes cubanas, concita el máximo disfrute del público que cada fin de semana llena la acogedora Sala Catarsis, ‘hermana menor’ del teatro Trail, tal suelo denominarla cuando me refiero a Catarsis, donde los espectadores, de tanto reír y disfrutar, el arte les permite hacer catarsis: purifican sus sentimientos, disgustos, molestias y otros problemas de acuerdo con la definición que dieran a este término los griegos.


Las valiosas actrices Marta Velasco, Rosa Paseiro y Daisy Fontao corroboran su calidad de intérpretes integrales, pues, corroboran su fibra de genuinas comediantes durante las dos partes y la hora y algo más de duración de Tres viudas en un crucero. Y entre los méritos de estas excelentes intérpretes, sobresale ante todo su vis cómica, haciéndonos reír y disfrutar [y me incluyo] hasta la saciedad, logrando dignificar la comedia, como pocas veces en nuestra ciudad, tal aseveró a mi lado una señora [por supuesto, cubana] y luego se lo dijo a las satisfechas intérpretes por la labor realizada en la escena.

Mas, antes del inicio, Pedro Román aparece entre el público y canta «Toda una vida», clásico bolero del recordado compositor cubano Osvaldo Farrés y charla con el público, informándole que escribió la pieza mientras cantaba en un crucero, cuando conoció a las tres mujeres de Haileah y, con la debida ficción que hay en toda creación, al llegar a Miami, escribiría la obra. Tras pensar con acierto en las actrices y hablar con ellas, juntos fraguaron la travesía escénica y, luego de los ensayos, la estrenarían con éxito, desde las primeras funciones.


Las tres encarnan comprobables criaturas de nuestra comunidad, conformando la alocada comedia costumbrista que provoca en los espectadores el pleno disfrute, pues nunca dejan de reír. Sí, las cincuentonas [¿o sesentonas?] son en realidad tres ‘personajes’ que Usted puede encontrar en cualquier clínica de Miami, por sus peculiaridades las diferencian, por su peculiar idiosincrasia, del resto de las latinoamericanas: sus chismes, su crítica a sus ‘queridas’ vecinas, su ‘cariñosa’ efusividad, como sus ‘dulces’ expresiones de ‘afecto’ a esas amigas y vecinas con las que conviven en Haileah y viajan con ellas a las clínicas.


Mas, les presento a estas representativas y, por ello, comunes habitantes de nuestra comunidad: «La Gallega» [interpretada por Daisy Fontao] es la cubana que vivió durante un tiempo en Madrid y, a su regreso, es más española que El Quijote, pero sin abandonar su idiosincrasia cubana, con todo lo que ello implica: frivolidad [se hace ‘la fina’: dice que ‘ama’ la ópera], criticismo [chismea todo el día con sus vecinas y amigas, o ‘cotillea’, tal dicen los españoles, ‘olvidando’ a su marido… transformista.


Edelmira [‘Edel’, como gusta llamarse; interpretada por Rosa Paseiro] es handy woman del condominio en que viven las tres entre chismes, dime que te diré y otros ‘entretenimientos’ cotidianos de las personas de la ¿tercera? edad. Tiene fama de ‘machorra’: su marido la abandonó por un bailarín ruso y su hijo ‘Vivi’ es transformista: ama vestirse como Lady Gaga.


Katiuska [a cargo de Marta Velasco] es el tercer ‘personaje’: la folclórica viuda de Nemesio, con sus agudezas y ocurrencias, evidencia las mismas características de sus vecinas. Mas, en un instante de la pieza, categórica, sentencia: «El chisme es el único entretenimiento que no paga taxes».


Sin duda, Pedro Román logra reflejar en estas tres vecinas de Haileah, con sus tipicos caracteres, la categoría estudiada por el brillante intelectual cubano Jorge Mañach, quien, en su clásico ensayo Indagación del choteo, definiría las peculiaridades de la idiosincrasia de los nacidos en la Isla. Por otra parte, tampoco creo ocioso recordar que un amigo dramaturgo rioplatense me dijo años atrás que los cubanos somos «Los argentinos del Caribe», por nuestro parecido con ellos en no pocos rasgos caracterológicos, en especial que nos burlamos de nosotros mismos, pero no nos gusta que otros lo hagan.

En fin, ciberlectores, si quieren disfrutar una de las mejores comedias estrenadas en Miami durante los últimos años, les recomiendo no perderse 3 viudas en un crucero. Me agradecerán la sugerencia.


ADDENDA

No creo gratuito recordar que Jorge Mañach y Robato (Sagua la Grande, 1898-San Juan de Puerto Rico, 1961) fue un brillante escritor, periodista, ensayista y filósofo, autor de la mejor biografía de José Martí y de numerosos ensayos filosóficos, entre ellos Indagación del choteo. Graduado de Filosofía y Letras por la Universidad de Harvard (1920 (donde trabajó) amplió sus estudios en parisina Universidad de Droit (1922) y regresó a La Habana en 1924, terminando allí los doctorados en Derecho Civil y Filosofía y Letras. Colaboró con la revolución de 1933 y en la resistencia contra Batista. Vivió en Cuba en 1959; mas inconforme con los postulados de la farsesca ¿revolucionaria? del dictador Fidel Castro, en 1960 se fue a vivir a Puerto Rico, donde fallecería al año siguiente.

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Waldo González López (Las Tunas, Cuba, 1946) Poeta, ensayista crítico teatral y literario, periodista cultural. Graduado en la Escuela Nacional de Teatro (ENAT) y Licenciado en Literatura Hispanoamericana (Universidad de La Habana). Autor de 20 poemarios, 6 libros de ensayo y crítica literaria, varias antologías de poesía y teatro. Desde su arribo a Miami (2011), ha sido ponente y jurado en eventos teatrales y literarios internacionales. Merecedor de 3er. Premio de Poesía en el X Concurso “Lincoln-Martí” 2012. Colaborador de las webs: teatroenmiami.com (Miami) y Encuentro de la Cultura Cubana (España), Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (New York), y los blogs OtroLunes (Alemania), Palabra Abierta (California), Gaspar. El Lugareño, y el diario digital El Correo de Cuba (ambos en Miami)
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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