Friday, July 12, 2019

Fragmento de "El diario de Lola" (por Thelma Delgado)

Nota del blog: Selección de textos, que serán parte del libro (en preparación) El diario de Lola, de Thelma Delgado.

Para leer sus escritos en el blog, en este enlace.


Querida Mimí:

Esta tarde al llegar del trabajo vi la ambulancia estacionada en la puerta del edificio; en el primero que pensé fue en mi vecino, Don Rigo, que últimamente ha estado delicado de salud. Cuando la ambulancia se fue y terminé lo que estaba haciendo, bajé a su apartamento para saludarlo. Sandra, su hija me abrió la puerta. –Hola, está tu papá? Me gustaría verlo. Sandra titubeó y me dijo –Papi sigue en el hospital. –Oh, perdona, vi la ambulancia y pensé que estaría de vuelta. Sandra se puso más nerviosa y me dijo –No, no, bueno, es que, lo que pasa es que, él vino a dejarme unos papeles del hospital. Me despedí y al subir las escaleras ella me dijo –Lola, podemos hablar? Me hizo pasar y me ofreció asiento y algo de beber. Sandra nunca ha sido así conmigo; más bien siempre me había dado la impresión de que yo le caía mal. –Quieres tomar algo, café, soda, agua? –Café está bien, gracias. Ahora ya no me quedaba duda. Era claro que ella necesitaba desahogarse de algo que la atormentaba. Ella no sabía cómo empezar a hablar y rompió en llanto. Yo no dije nada, respetando ese momento. –Tú sabes que yo he dedicado mi vida a cuidar de mis padres. De jovencita tuve un novio pero a ellos no les gustó y lo tuve que despedir. Después mami se enfermó; pasó el tiempo y me olvidé de mí. Ahora, a mis años, me he enamorado y estoy feliz pero al mismo tiempo siento temor de causarle un disgusto a mi papá, por eso lo he mantenido en secreto; ya sabes que papi está muy delicado de salud. La ambulancia que viste aquí no vino a traer papeles. Nos hemos visto a escondidas y solo cuando se puede. Él me dice que no hay nada de malo en hacerlo público pero a mí me aterra la idea. No tengo amigas y me siento sola. Yo te pido disculpes mi mal genio; tú eres una buena persona; te agradezco que me escuches y te pido guardes el secreto. –Sandra, no hay nada más bello que estar enamorada y tú, al igual que cualquier otra persona tienes todo el derecho de ser feliz. Es de alabarse que hayas dedicado tu tiempo a tus padres, pero es importante que te dediques tiempo a ti también. Así que no le digas no al amor. Te agradezco tu confianza y te prometo guardar el secreto. Además, te ofrezco ayudarte a cuidar de Don Rigo cuando quieras salir con él. Ya sabes lo mucho que aprecio a tu papá. –Gracias Lola, hora sé que no estoy sola.

Ay Mimí, que bonitas son estas cosas del amor. Me alegra saber a Sandra enamorada y bien correspondida.

Esta noche soñaré que Quien Ya Tu Sabes está muy enamorado de mí.

Buenas noches Mimí.




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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Thursday, July 11, 2019

Aleisa Ribalta Guzmán: estro y cerebro (por Manuel Vázquez Portal)


Aunque escribía desde muy joven, quizás por pudor, o por temor, o por respeto a tanta poesía cantada, contada y escrita desde los inicios del tiempo del "Reino de este mundo", no es hasta la bella e independiente otoñalidad de las cuarentonas (y ya se conoce la de matices que tiene todo otoño), que Aleisa Ribalta Guzmán se decidió a publicar sus dos primeros libros.

De niña declamaba. Sus inocentes manos moldeaban en el aire versos ajenos, de los que se adueñaba en su recitar para sentir en carne propia las vibraciones. Con vocecilla trémula rafagueaba metáforas que apenas si comprendía a cabalidad, pero que ponían en su piel irisaciones de núbil arrobada. Fue desde entonces que la poesía la penetró como un garañón febril y la enseñó a amarla; la poesía, ya se sabe, puede ser un sátiro libidinoso o una ramera descocada o ambas cosas simultáneamente. Lo que, quizás, en ese momento, no sabía Aleisa Ribalta Guzmán, era que ese amor sería para siempre, el breve siempre humano, y que la arrastraría hacia una dimensión donde todo es posible si se tiene la bendición/maldición de ser poeta, y se poseen los garabatos/ santo y seña/ del sonido.

Aleisa Ribalta Guzmán es una poetisa (y que conste, escribo poetisa por pura tradición semántica; una sacerdotisa no es un sacerdote, aunque el sacerdocio sea el mismo; pero, como la lengua es diacrónica, según indican, desde los más elementales hasta los más rigurosos, estudios lingüísticos, hoy es más común escribir poeta para referirse a la poetisa; y que a mí, en particular, me importa un carajo esa obsesión genérica, porque una concavidad o una protuberancia, no es lo que define al ser humano, y resulta, en fin, lo que verdaderamente me interesa) y ella guarda en sus versos una serenidad y belleza que la acorazan contra etiquetas, melindres y otros cacareos extraliterarios. Ella parece de pedernal puro cuando se tiene a prudencial distancia, pero, cuando se le camina por el alma, se descubre que es blanda y luminosa como la puerta de entrada a un universo paralelo. Así que poeta o poetisa, me propongo algunas aproximaciones a su poesía que es más esencial que esas bronquitas musicales, además de baladíes, entre "pitos" y "trompas".


Digo aproximaciones a su poesía porque toda valoración es apenas una aproximación al universo del poeta en cuestión, al menos para mi. No creo en el concepto de crítica constructiva porque me resulta socialistoide e hipócrita, un modo solapado de destrucción que aspira a la aprobación del criticado y resulta ser una especie de autoinculpación a la manera stalinista. No creo en el concepto de crítica cómplice porque se torna traicionero, veo en él un modo adulón para no decirle la verdad al amigo, y al cómplice debe decírsele toda la verdad, aunque sea en privado. Luego hacer una valoración estética publica debe regirse solo por el instrumental teórico que respalde la opinión.

En una primera lectura de la poesía de Ribalta Guzmán, la cual, por lo general, decide si se vuelve a por más o no, da la impresión de que escribe una poesía neuronal, que, dicho sea de paso, nada tiene de rechazable si alcanza la elevación y donaire que requiere, pero ya en las lecturas exegéticas que impone hasta el más humilde estudio, se descubre que no es solo fabricación cuidadosa sino que también hay en ella un estro poético que le propicia las resonancias que, luego burila con oficiosa mano lo valioso o taja con cruel navaja lo tumefacto de la versión primaria atrapada de la imago fugaz que una vez disuelta se pierde para siempre.

El primer indicio de esa combinación que algunos suelen llamar délfico/órfica y otros contenido/forma, Aleisa la proporciona en el poema A garabatos, cuyos versos cito en el segundo párrafo. Se necesita poseer la velocidad del trazo urgente (el garabato, engrasado por la acumulación y el sedimento cultural y alertado por el estro poético propio, añadiría yo), el oído proclive a las resonancias (conocer el santo y seña para que se abra el canal de lo inefable) y escuchar (el sonido) la armonía universal dentro del babélico chillar del parloteo inútil. Y he ahí que, más tarde, vendrá la parte cerebral de artesanía para conseguir una pieza digna: las estrellas son curiosas/ novias desde su propio azoro ante la nada.

Si en su primer libro, Talud, Editorial Bokeh, 2018, ya suena el verso sosegado y terso que la caracteriza, aunque aún falta la madurez que se alcanza, en este sentido, en Tablero, Editorial Verbo(des)nudo, 2019. Talud, como todo buen libro inicial muestra al poeta que se lo echó a cuestas y salió airoso, pero paga la cuota de adolescencias de estructuras caprichosas y deja transparentar óptimas influencias junto a otras no tan beneficiosas. No importa si el poeta tomó exprofeso las influencias, sino el resultado estético. En toda intertextualidad o apropiación, como en las analogías, una de las partes comparadas suele perder. Si la influencia es mala, pierde el que la permite. A Talud, excelente libro, en su mayor parte, lo salva la cuota de integridad, honestidad y amor/nostalgia que destilan la mayoría de los poemas, sobre todo, aquellos que le arrancan su éxodo propio de la tierra natal, donde la luz no es más/ que el reflejo del mar/ en cada lágrima, y, La ciudad de las nostalgias/ y de los nostálgicos que la habitan/ ha dejado de existir.

En Tablero ya estamos en presencia de una poetisa (poeta) de mayores quilates. Aquí, además del verso equilibrado y elaborado hasta el tuétano, escuchamos un tono más salmódico y melodioso, una voz más reposada y límpida, un atrevimiento conceptual más elocuente, y sugerente al mismo tiempo, en el que la polisemia toma bifurcaciones de dimensiones impactantes. No vertían allí más que sus sueños/ los jóvenes lánguidos y casamenteros/ en busca de su leyenda más real, y saben que han perdido algo tan preciado como el sueño congelado de una diosa.

¡Qué Catarina ésa, la Fagunda! Se exclama a la manera de los hexámetros épicos de los grandes rapsodas en Tablero, con el aire narrativo de los antiguos aedas sin que se pierda la contemporaneidad ni la sustancialidad. Y es que, ya a estas alturas, Ribalta Guzmán cierra los ojos porque sabe que la derrota es del que suelte el arpón. Aquí ya está la poeta (poetisa) entera. De ahora en adelante habrá que oírla (leerla) con la atención de quien sabe que se halla frente a la madurez de un ser dispuesto a expresar lo que cree su trascendencia propia.

Para muestra de lo que sostengo, "sin honda energía" pero con una convicción abierta a todo debate, aquí les dejo dos poemas de Aleisa.


Astro jodedor
(del libro Talud)

Para Alejandro Fonseca, in memoriam.


Y ahora, ponte el sextante al lomo
 que no te faltarán constelaciones.

Puesto a catalogar
no te querrás perder,
agarra brújula y azafea
y llévate una caneca
de aquello, por si acaso.

Sé que no puedes ni nombrarlo,
pero un día es un día.
Date el buche y pa’abajo.
Anonimemos eso.

Te advierto: las estrellas son novias
curiosas desde su propio azoro ante la nada.
Qué haces aquí y por cuánto tiempo
estarás, qué fue lo que te trajo,
caramba, cómo fue que caíste. En fin,
ese tipo de cosas que una estrella pregunta.

Tú no abras boca y contempla,
déjalas, feliz, inquisitarte el alma.

Sin prisa, enfoca el equatorium,
presume por vez primera de astrolabio,
sácales de remate un buen torquetum
despampanante y en desuso,
pa’ que sufran, bellezas.

Total, Galileo y el telescopio
se mueven ya patentados.

¡Ah! pero en eso de divisar
los golpes en la sombra, el cielo amplio,
el tiempo deslumbrado y tu ínsula
(de dónde va a ser) del Cosmos Barataria,
no te ganará nadie la pelea,
viejo poeta socarrón,
astro jodedor maldito,
hoy por la estela
de ti mismo
rejuvenecido.




A tiras y embadurnada 
(Del libro Tablero
"y ahora alumbra tu oficio
con su silencio fugitivo,
en son sereno como de agua a mediodía."
Claudio Rodríguez


¡Que Catarina ésa, la Fagunda! No se lo creería ni Dios.
Decían los marineros que iban a verle los tersos muslos
¡que hembra, cómo arponea la bestia, menudas ancas
pero que pobres brazos!, ¿cómo es posible tanta fuerza?

Ballenas surcan los mares de Terranova,
ahí va la hija de Joao, arpón de la casa Álvarez Fagundes,
mano tibia y púber, de casi niña,
hasta que entierra dura, y el lomo sangra…

Dicen que la ballena herida se hunde
mientras se desangra muy despacio
que sale varias veces a respirar,
y que el soplo es tenebroso.

Sola entre mozos, embadurnada de aquella sangraza
con manteca, dentro de una chalupa que se bandea
y se va a pique. Toda vida de mar es sin garante, dice el padre,
y lo sabe pues está a punto de sucumbir en un charco rojo. 
La Fagunda cierra los ojos, entierra más,
piensa en los tres hijos que un día tendrá,
en cuántas bocas pueden comer de una tira de carne,
en el aceite de la cámara que necesita más lumbre,
en su padre que viaja de punta a punta
del océano fundando islas con su nombre. 
Cierra los ojos porque sabe que la derrota
es del que suelte el arpón
esta vez no será ella, se dice, a oscuras…
sola con la voz de un poeta del que le separan siglos.

Como soplo de ballena, indescifrable
vuela en el tiempo el mejor consejo
a la niña asustada que todavía es:
"Y no mires al mar porque todo lo sabe
cuando llega la hora".




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Ver Aleisa Ribalta en el blog

Wednesday, July 10, 2019

De una rica receta puertoprincipeña (por Carlos A. Peón-Casas)


Se trata esta vez de un apetitoso postre de la variada y a veces poco conocida, repostería de la otrora comarca principeña: el bizcochuelo camagüeyano. Aquel dulce proverbial, “especie de panetela o bizcocho que el sacarse del horno tiene un color tostado, un aspecto esponjoso, un olor estimulante, un sabor amelcochado”(1), hacía las delicias de las tardes del San Juan, cuando era servido a los concurrentes a cualquiera de las casas señoriales de la otrora calle homónima, para ver “pasar la procesión”(2), léase el siempre atrayente paseo de quitrines y volantas, atractivo imprescindible de aquel sui géneris carnaval de tierra adentro.

El deleitoso plato era acompañado, “con grandes tazas del sabroso y oloroso chocolate pilado a mano…”(3) al decir de la propia cronista ya citada, quien recrea de memoria la anécdota y la receta que a su vez le legara, su suegra, la Sra. Doña Clemencia Masvidal, viuda de Boza.

Pero si aquel dulce tan impar, ya era en sí todo un success para el paladar, lo era igualmente el ambiente tan acogedor de aquellas casonas proverbiales, como lo fuera en específico los de aquella familia de tanta prosapia y que la cronista evoca no sin nostalgia(4):
con grandes salas de techos de vigas de caoba trabajada, con bellas rejas de hierro forjado, con amplios patios llenos de rosales circundados por galerías con arcos de medio punto con cristales de brillantes colores, por cuyas columnas trepaban madreselvas y las kiskalias, con los típicos tinajones entre macizos de malangas y jazmines…(5)
La ocasión de aquellas alegres reuniones de las tardes del San Juan, era el pretexto perfecto para que la dueña de casa agasajara a sus invitados en la mesa del bien puesto comedor, con lo mejor de la mantelería de alemanisco con sus iniciales bordadas, “un centro de cristal lleno de flores y frutas, las bandejas de plata con mil golosinas y confituras, la preciosa vajilla de fina porcelana con orla verde y oro…”(6) y presidiendo aquel goloso convite el recién horneado bizcochuelo preparado con los más selectos ingredientes: huevos criollos, azúcar blanca, harina de Castilla, polvos de hornear, y un imprescindible agrego: media libra de almendras peladas y tostadas que eran el adorno final, enterradas hasta la mitad sobre su tostada superficie.

Ante el recuerdo de aquel tan suntuoso postre camagueyanensis, que hizo las delicias de nuestros ancestros, sólo quedaría exclamar: Bon apetit!


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Citas y Notas
  1. Biscochuleo Camagüeyano. Por Guillermina Domínguez Roldán de Boza Masvidal. En ¿Gusta Usted? (Prontuario Culinario). VV.AA. Ucar y García. La Habana, 1956. p. 393
  2. Ibíd.
  3. Ibíd. p.394
  4. La foto que acompaña esta reseña corresponde a la de la casa citada, ubicada en la otrora calle de San Juan o de las Carreras, hoy Avellaneda, marcada con el número 18 antiguo. El inmueble, en estado de altísimo deterioro, y que dejara de fungir como vivienda durante muchos años, está siendo reacondicionado por parte de la Oficina del Historiador
  5. Ibíd. p393
  6. Ibíd. p. 394

Tuesday, July 9, 2019

(Noviembre 2012) El hombre posmoderno cubano y la fe religiosa (por Card. Jaime Ortega)


No podemos olvidar que el mundo posmoderno en sus nuevas generaciones está integrado por hombres frágiles, con adhesiones más débiles a los preceptos establecidos, con menor capacidad de compromiso. Estamos en la era del pensamiento débil.

Esta mentalidad potencia aquella “superficialidad” del cubano en cuanto a la religión a que me referí al principio.

En otras palabras, la actitud del cubano actual frente a la religión no es la misma que la del hombre moderno cubano de antes de 1985.

Este tendrá una aproximación al mundo religioso distinta a la del hombre de 30 años atrás. La modernidad, en sus vertientes liberales o marxistas había tratado de excluir a Dios basándose en la razón y en la ciencia. La negación de Dios era necesaria para la exaltación del hombre. Pero con la “muerte de Dios” se llegó también a la “muerte del hombre”. El vivir sin Dios produce una vaciedad interior, a veces una angustia, un tipo particular de infelicidad. Esto lo ha experimentado el hombre cubano con diversos grados de intensidad. 

El mundo posmoderno reacciona contra ese materialismo racionalista y pretendidamente científico, y buscará entonces en las filosofías orientales, en religiones esotéricas, en los misterios científicos no esclarecidos aún, en religiones y mitos de África, Asia o de la América Precolombina y en la misma Biblia (fundamentalismo emotivista), el modo de estructurar una nueva visión espiritualista de la vida, revalorizando viejos mitos, incorporando métodos de oración de tipo budista o hinduista. El fracaso existencial del materialismo de occidente de tipo práctico-capitalista o de tipo teórico pseudocientífico marxista, lleva al hombre occidental a buscar en otra parte una respuesta a su inquietud religiosa. Es la nueva era: “The New Age”.

Cuba se convierte en un laboratorio histórico de este proceso. El hombre cubano ha experimentado la vaciedad del ateísmo ambiental en forma estremecedora, esa soledad espiritual que produce en el alma humana la influencia del materialismo.

La Iglesia Católica (y volvemos a los círculos concéntricos del estanque), era en Cuba el principal punto focal de referencia religiosa. Al imponerse silencio a la Iglesia, al quedar disminuido drásticamente el número de sus ministros y personas consagradas, al perder sus escuelas y centros de enseñanza y asistenciales, y no tener acceso a los medios de comunicación escritos, radiales o televisivos, se apagó la voz de la Iglesia que recordaba las fiestas religiosas y los días sagrados, que proponía los valores cristianos, que cuidaba ancianos, niños y enfermos, y por medio de todo esto hacía pensar en Dios. Se sumó entonces a este obligado silencio eclesial sobre Dios la difusión oficial del ateísmo: “la religión es cosa del pasado, no conviene criar a los niños con ideas religiosas, pues vivirán después en una sociedad atea y podrán verse traumatizados”, etc. Se produjo así una ausencia de Dios de las estructuras sociales, del calendario, que no indicaba ninguna fecha religiosa, y aún de la vida familiar.

Pero en el corazón humano, donde habita siempre el misterio, un tedio personal y ambiental acompaña de modo habitual la ausencia de Dios. Con el mismo mecanismo del hombre occidental, el cubano no hizo, porque no podía hacer, viajes a la India para encontrar algún “gurú”, pero se fue a Guanabacoa (barrio al este de La Habana) para visitar a un babalaw (especie de sacerdote de la santería).

Es decir, se volvió hacia algo que tiene muy a mano; los sincretismos afrocubanos, el espiritismo o la santería. De lo que he llamado “autorización oficial para manifestar su fe”, de la necesidad de vencer el tedio por la ausencia de Dios de las estructuras sociales, de encontrar algo que dé sentido a la vida y sus pruebas, que no han sido pocas en Cuba, viene el crecimiento de la Iglesia Católica y otras confesiones cristianas. Pero en los años difíciles fue más fácil canalizar la religiosidad en el sincretismo afrocubano que en la Iglesia Católica o protestante, pues la visibilidad de los cultos sincréticos afrocubanos es menor, es un culto más privado, no periódico, se acude al rito cuando se quiere o se puede, no hay exigencias morales grandes y los elementos mágicos dan tranquilidad o seguridad tan pronto como se practican, aunque crean después temores y ansiedades. Esto llevó a capas de la población blanca y con mayor cultura a acercarse a esos cultos. Después a su difusión ha contribuido la propaganda turística que presenta esos cultos en sus aspectos folklóricos y se añade el esnobismo de inclusión de los extranjeros en este otro camino esotérico, todo lo cual conlleva ganancias económicas para muchos “que viven de la santería”. 

Es el postmodernismo de la Nueva Era vivido “a la cubana” con los medios disponibles, con desarrollos indeseables.

Un teólogo francés que enseñó por más de treinta años en el Seminario San Carlos en Cuba, el padre René David, hoy retirado en Francia, afirmaba que la religiosidad popular más o menos sincrética había salvado la fe religiosa del cubano en los momentos más difíciles, incluso llegó a decir que había que agradecerlo. Pero este tipo de religiosidad se torna más difícil para el quehacer evangelizador que dirigirse a aquellos que sin ninguna referencia religiosa hacen un tránsito de la no fe a la fe, sobre todo cuando ha sido inficionada por elementos ajenos a una auténtica actitud religiosa. (ver texto completo de la conferencia impartida por el  Card. Jaime Ortega Alamino en el XI Seminario Internacional del Programa de Diálogo entre Alemania y Cuba, en la Universidad Católica de Eichstatt-Ingoldstadt)

Amor y Rutina (por Cecilia Alegría, La Dra. Amor)

Nota del blog: Espacio semanal de Cecilia Alegría, La Dra. Amor, dedicado al amor de pareja.




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Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Medios Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.
Ha publicado diez libros entre los que se encuentran: Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande (Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez (Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja (Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (Book Master Corp. 2019)

Stairway to Heaven (by Neil Sedaka)


Monday, July 8, 2019

Cosas del café (un poema de Rufino Blanco Fombona)


La noche era de bruma. Triste, fría
invitaba la noche a la melancolía.
Yo, sin saber por qué, me entristecía.
Una joven pareja, a mi espalda, reñía...
Rompieron. Y rompieron sin la cortesanía
de fingirse un momento de odio, o melancolía.
Yo, sin saber por qué, me entristecía.


(Tomado de la revista Social. Abril 1917)

(Revista Social. Mayo 1923) Pobre Cuba


Saturday, July 6, 2019

Gran Gala de Primavera del Ballet Clásico de la Florida en el Teatro Manuel Artime de Miami (por Baltasar Santiago Martín)

Fotos/Belinda Carhartt Rodríguez 
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En la tarde del domingo 23 de junio de 2019, de nuevo en compañía de la gran bailarina Sonia Calero –“la musa rumbera de la cultura cubana” – y de la multifacética y brillante artista plástica –pintora, escultora y poeta– Zaida del Río, asistí a la Gran Gala de Primavera del Ballet Clásico de la Florida en el Teatro Manuel Artime de Miami.

El programa comenzó con el segundo acto del ballet La Bayadera, con coreografía de Marius Petipa, música del austríaco Ludwig Minkus, y libreto de Sergei Kuschelok y del propio Marius Petipa, inspirado en dos dramas del poeta hindú Kalidasa (la palabra “bayadera” tuvo su origen cuando los navegantes portugueses, entre los siglos XV y XVI, llegaron a la India y llamaron “bailadeiras a las “devadasi”, mujeres consagradas a la danza por la religión, de donde ha derivado a “bayaderas”).

La bella y seductora Sophie Miklosovic y el viril y apuesto Taras Domitro, como Gamzatti y Solor, la pareja protagonista de este acto, comenzaron con un adagio soberbio, con cargadas elegantes y precisas, y un impresionante girar en arabesque de Sophie a 90 grados, sostenida por la mano firme y segura de Taras, para luego subir la parada en sus respectivas variaciones, con penchés a 180 grados de ella, gráciles grand jettés, raudos fouettés sin desplazarse del lugar, y un dominio escénico admirable, sobre todo en personaje, pues Gamzatti no es una perita en dulce, sino una mujer celosa y vengativa.

Taras, a su vez, no se quedó en absoluto detrás en el dominio de su Solor, al que dotó además de esa fabulosa bravura técnica que es ya su “marca de fábrica”, con raudos giros, deslumbrantes saltos –con arriesgadas volteretas en el aire y double cabrioles devant (es el salto con las piernas hacia delante, casi horizontal, con “batido” de los pies), para finalizar con una coda impecable, tras ser arropados ambos en todo momento por los dotados solistas y un muy bien acoplado cuerpo de baile, con lujoso vestuario y adecuado maquillaje incluido –algo que casi nunca se menciona, pero que es importantísimo para poder lograr toda esa magia que logró con creces esta excelente puesta de la esforzada compañía liderada por Magaly Suárez e Ibis Montoto.

A continuación, Brianna Guagliardo y Alejandro Boza salieron a escena como Franz y Swanilda, para bailar el pas de deux de su boda en el ballet Coppélia, coreografíado por Arthur Saint-Léon, música de Léo Delibes y libreto de Charles-Louis-Étienne Nuitter –basado en dos historias de E. T. A. Hoffmann: Der Sandmann (El hombre de arena/The Sandman) y Die Puppe (La muñeca/The Doll).

De igual manera que la pareja anterior, Brianna y Alejandro se lucieron en el adagio –en el que Alejandro evidenció un muy buen trabajo como partenaire, tanto al hacerla girar como en las cargadas–, así como en sus variaciones: ella, con arabesques penchés a 180 grados, sostenidos balances –pese a estar bailando con música grabada– y grand jettés, y él, con audaces saltos con volteretas en el aire y una diagonal de grand jettés finalizada con felices giros.

Brianna Guagliardo y Alejandro Boza
 como Franz y Swanilda,
 en el pas de deux de su boda
 en el ballet Coppélia
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Ya en la coda, Brianna me pareció un poco lenta en los fouettés, aunque los terminó con tres pirouettes y nunca se desplazó de su lugar; y Alejandro volvió a convencer con sus saltos y un trabajo de pies –entrechats– encomiable, para luego ambos despedirse con una espectacular cargada.

Les siguieron Suttyn Simon y Walter Gutiérrez, con hermosos trajes orientales –sobre todo el turbante de Walter–, en el Pas d’esclave del ballet El corsario, coreografía de Marius Petipa y música de Riccardo Drigo, en el que brindaron una impecable demostración de técnica, estilo e interpretación, pues no debe olvidarse nunca la importancia de la pantomima en este ballet –como en casi todos–, y Walter, excelente partner por demás, “actuó” la demandante coreografía, amén de impactar con su muy bien dotado arsenal técnico –arriesgada cargada de Suttyn con volteo en su hombro incluida–, en un mano a mano con ella, que no se quedó rezagada, con una rauda diagonal de piqués intercalados con pirouettes; fouettés en el lugar, y un óvalo de piqués, que si bien fueron algo lentos, no deslució su interpretación, para finalizar luego con una audaz cargada por parte de Walter, para desaparecer ambos por el lateral del escenario como una oriental ensoñación.

Suttyn Simon y Walter Gutiérrez
 en el Pas d’esclave del ballet El corsario
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Del Medio Oriente, Laura Lissette Moradillos y Jorge Barani fueron los encargados de trasladarnos al París de la Revolucióm Francesa, con el efervescente y delicioso pas de deux del ballet La llama de París, que es como se le conoce en español –Boris Asafiev/Vasily Vainonen–, donde Barani brilló por sus grandes saltos, vertiginosos giros, y su entrega impecable de principio a fin, mientras que la novel Laura sorteó con frescura y musicalidad casi todo el demandante, pero tuvo algunas imprecisiones que debe evitar cuando vuelva a bailar este rol, sobre todo en los fouettés finales.

Después de un adecuado intermedio, la rutilante Grace- Anne Powers y el siempre elegante Miguel Ángel Blanco salieron a escena transformados en Raymonda y Jean de Brienne respectivamente, para “bordar” –sobre todo ella– el Grand Pas del ballet Raymonda, otra creación del prolífico genio coreográfico Marius Petipa (el renombrado Maître de Ballet de los Teatros Imperiales de San Petersburgo, Rusia), con música del compositor Alexander Glazunov, y libreto de Iván Vsevolozhsky, director de dichos Teatros Imperiales, y de la condesa Lidiya Pashkova.

En esta presentación, el dúo protagonista estuvo secundado por cinco sincronizadas parejas, que replicaron las riesgosas cargadas de Grace-Anne y Miguel al centro, y cuatro de los bailarines partnearon elegantemente a Grace en el adagio y la hicieron girar sin titubeos, para entregarla finalmente en brazos de Miguel Ángel.

Confieso que la Raymonda de la Power me cautivó de principio a fin, pues, absolutamente entregada al personaje –y exquisitamente musical y en estilo– la otrora muy joven debutante en el rol de la Reina de las Wilis del ballet Giselle. con el Ballet Clásico Cubano de Miami en 2009, es ahora ya una consumada intérprete histriónica, sin haber perdido en absoluto su pirotecnia técnica.

Grace-Ann brindó una clase magistral de estilo, vuelvo a repetirlo, con palmadas en música y esa mano detrás de la cabeza, que otras –y otros– olvidan cuando se concentran solo en los pasos de la coreografía en ballets que demandan esas sutilezas, y algo que es de gran importancia para mí (y creo que para todos los amantes del ballet): los saludos en personaje, sin salirse del rol interpretado.

En cuanto a la cuidada técnica de ambos, Miguel Ángel demostró su clase de dotado bailarín, con saltos y volteretas en el aire, amén de un amplio óvalo de grand jettés, con colocación perfecta en la culminación, mientras que Grace- Ann hizo gala de sus arabeques penché y de sus sostenidos balances totalmente en música (¡grabada, no en vivo, recalco!), para cerrar ambos la coda con una cargada perfecta y en estilo, luego de haber sido el centro de una preciosa rueda formada por las parejas solistas que los secundaron en este pas de deux.

Y como broche de amor (mucho más valioso que el oro) para esta memorable Gala del Ballet Clásico de la Florida, en el Teatro Manuel Artime de Miami: el esperado pas de troi del ballet El corsario (coreografía de Petipa y música de Drigo),para celebrar el triunfo del amor de Medora y de Conrad, con Alí, el esclavo favorito de Conrad, incluido; algo muy “vanguardista” para la época, pues sugiere un entendimiento demasiado estrecho entre amo y esclavo, con Medora en el medio, por lo que en muchos festivales las compañías lo ofrecen como pas de deux, eliminando a Conrad.

Tocó a tres muy reconocidas luminarias del ballet interpretar este gustado pas de troi: Adiarys Almeida como Medora, Taras Domitro como Conrad, y Jorge Barani como Alí, y los tres nos regalaron un verdadero tour de force, como si fueran tres divos de la ópera tratando de sostener el agudo más allá que los otros, pero, nada que ver, pues son buenos amigos en la vida real –y Taras y Adiarys un feliz matrimonio.

Adiarys Almeida como Medora, 
Taras Domitro como Conrad, 
y Jorge Barani como Alí
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El “combate” comenzó con el gran salto de Taras Domitro irrumpiendo en la escena (¿el nuevo Nijinski?), con un estilizado pañuelo en la cabeza, en juego con el anudado en su cintura, seguido de la aparición de Adiarys, y luego de Barani, quienes, después de brindarnos un adagio ejemplar, bello y preciso, subieron la parada aún más en sus respectivas variaciones.

Taras Domitro como Conrad
 en el pas de troi de El corsario
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Taras, con sus grandes y audaces saltos, con volteretas en el aire incluidas, hizo un verdadero alarde de bravura en su variación, y Adiarys –cuya sonrisa, “parodiando” a Lezama, es un fiesta nada innombrable, sino todo lo contrario– nos brindó una impresionante cascada virtuosa de giros, balances y extensiones en la suya, para finalizar con unos espectaculares fouettés, clavada en el lugar, intercalados con pirouettes, y finalizados con cinco de ellos, mientras que Barani tampoco se quedó atrás, sino que, a la par de Taras, deslumbró también con sus saltos acrobáticos en el aire –casi horizontales–, con volteretas incluidas, y su correspondiente óvalo de grand jettés, para finalizar el menage a troi con una coda apoteósica, que dejó el escenario incandescente y al agradecido público aplaudiendo enardecido.

Concluyo de nuevo reiterando mi agradecimiento a Magaly y a Ibis; a Adiarys y a Taras, y a todos los esforzados y dotados bailarines participantes, por tanta devoción por el arte del ballet, y tan admirables resultados artísticos y estéticos.

Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 4 de julio de 2019





Volando en Solitario. Pensamiento V (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.


El ser humano tiene la gran facultad de sobreponerse ante situaciones lacerantes, sólo cuando se está en estas condiciones es cuando el individuo logra desarrollar mecanismos de defensas y de supervivencia que no imagina poseer.

Hay que lograr descubrir fuerzas que verdaderamente se desconocen, cuando nos tenemos que enfrentar a lamentables sucesos que están muchas veces fuera de todo control.




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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.

Autora del libro "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.

-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy

Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección

Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
- Ser Mujer

Administra:
Facebook.com: Orlanda Torres
Instagram: orlanda.torres.3

 

Una imagen a medio camino... (por Wilfredo A. Ramos Vázquez)

Fotos/Website de FUNDarte
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La ciudad de Miami no es muy pródiga en presentar en sus escenarios espectáculos danzarios en cualquiera de sus diversas expresiones, a pesar de existir en la ciudad una notable presencia de artistas de dicha manifestación, algunos estudios de agrupaciones y gran cantidad de academias de ballet y de bailes españoles, tampoco son muy frecuentes los espectáculos provenientes del extranjero que suban a nuestros escenarios, ni que decir de los del resto del país. Es por eso que cuando se anuncia la presentación de alguna agrupación, proyecto o compañia danzaria se cree cierta espectativa entre el poco numeroso público interesado en este arte tan ausente de la vida cultural de la ciudad.

El anuncio del estreno con carácter mundial del espectáculo “Objects in Mirror are Closer than They Appear” (Los objetos en el espejo están más cerca de lo que parecen), con coreografía de los cubanos Abel Berenguer y Sandra Ramy, abrió inmediatamente el apetito por degustar esta nueva oferta danzaria patrocinada por la productora FUNdarte, quien con su constante búsqueda de trabajos artísticos de diversos orígenes, criterios estéticos y manifestaciones variadas, trae a las tablas miamenses un oasis de gran diversidad cultural.

Como ya mencionamos, este es un trabajo coreografiado a cuatro manos, entre Berenguer, bailarín y coreógrafo cubano radicado desde el 2015 en este país, graduado del Instituto Superior de Arte de la Habana en el 2006, quien se ha presentado en festivales y eventos en diversos países de América Latina y Europa, y la Ramy, cubana residente en la isla, egresada también del Instituto Superior de Arte de la Habana en 1994, quien ha trabajado con agrupaciones en Cuba y Alemania, siendo profesora de danza moderna, trabajando también en distintos proyectos hasta crear el actual, Persona Ensemble. Ha sido merecedora además de algunos premios por su creación coreográfica.


Para esta obra se llamó a las bailarinas Britney Tokumoto, originaria de Honolulu, Hawaii y Ivonne Batanero, nacida en Lima, Perú, pero acentada en este país desde su temprana niñez, ambas con una corta pero ya intensa trayectoria tanto desde la interpretación como de la enseñanza. El diseño escenográfico, de luces y de vestuario corresponden al también cubano residente en la isla, Guido Gali, mientras que la fotografía y video corrieron a cargo de Randy Valdes.

Si nos remontamos a los orígenes de la humanidad, el hombre ha utilizado la danza como elemento acompañante de su vida cotidiana. En sus primeros momentos sirvió para expresar agradecimientos o rogaciones a las fuerzas que controlan la naturaleza. También fue utilizada con sentido religioso en las diferentes culturas para mostrar las alabanzas hacia ellos y su sumisión a sus designios. Se danzó para divertirse y confraternizar, fue popular y llegó a los salones de la alta sociedad. Fue prohibida y bendecida. Más tarde llegaría un Rey y la elaboraría hasta el máximo subiéndola a los escenarios, creando pasos y coreografías, entonces se creó una técnica: el ballet, el cual dió origen a escuelas y estilos diferentes. Con el tiempo surge una Duncan deseosa de regresar a los orígenes naturales de la danza y es a partir de esos momentos en que comienza a fluir otra manera de danzar, alejada del rígido baile de las academias: la danza moderna.

Este género danzario, desde su surgimiento, ha invadido al mundo con una muy variada posibilidad de propuestas, cada una con orígenes y conceptos propios, tomados de la filosofía, la naturaleza, el folklore y las más intrincadas búsquedas; unas exitosas e interesantes, otras no tanto. La danza moderna se ha ocupado de crear técnicas propias, aunque con la imposibilidad de negar totalmente los elementos de la técnica académica, como base imprescindible para la formación de todo bailarín sin importar el estilo al que se dedique. Grandes coreógrafos y maestros han hecho escuela en el mundo de la danza moderna. El francés Francois Delsarte es considerado como uno de sus precursores teóricos debido a sus ideas de que todo movimiento humano está relacionado con un estado mental o una emoción, lo que impulsa uno de los componentes ideológicos principales de este género: “las emociones y su intensidad son la causa del movimiento y su calidad”, es decir que, que la fuente de la danza se encuentra en el interior del bailarín y no fuera de el, ni en gestos codificados como enseñaba la danza académica.

Figuras como el bailarín e investigador húngaro Rudolph Laban, la alemana Mary Wigman, la francesa Isadora Duncan, los norteamericanos Loie Fuller, Doris Humphrey, Martha Graham, Alvin Ailey, Merce Cunnningham, José Limón, entre otros, son sin duda alguna de las más destacadas e importantes figuras que forjaron y desarrollaron este género, el cual ha llegado hasta nuestros días de la mano de otros también importantes artistas. Si los orígenes de la danza moderna se sitúan entre Europa y Estados Unidos, no podemos ignorar la que se crea en América Latina, con gran cantidad de artistas interesados en ésta, principalmente bajo las miradas del mejicano Guillermo Arriaga y del cubano Ramiro Guerra, ambos creando estilos y escuelas muy propias en sus respectivos países.


Después de este breve recorrido histórico por el mundo de la danza moderna y el análisis de sus planteamientos teóricos, hemos llegado al momento de valorar la obra que nos trajo hacia este trabajo: “Objects in Mirror...”. Lo primero que tenemos que decir de esta obra, es que su largo título ya crea algo de desconfianza en el posible público, debido a que el mismo ya nos está proponiendo un trabajo de intelectualización y abstracción fuerte. Así, nuestro sentido no nos engañó y tal fue la realidad escénica que nos encontramos.

Esta obra se anuncia como un reencuentro en el plano danzario entre la “dos orillas” cubanas, por estar concebido y coreografiado por sendos artistas de la isla caribeña, uno viviendo en este país y la otra en la ínsula, vendiéndose bajo el eslogan político de que “los artistas cubanos estamos unidos y trabajamos unidos desde ambas orillas”, todo demasiado políticamente correcto para aquellos promotores del olvido y el perdón a las atrocidades provocadas a la nación y el pueblo cubano por una larga dictadura. Pero bien, dejemos el tema político a un lado.


Al entrar el público al escenario del On Stage Black Box del Miami Dade County Auditorium, ya los tres intérpretes se encuentran en el escenario y en movimiento. Con ligeros balanceos de sus cuerpos y girando lentamente en 360 grados en el lugar, los bailarines mantienen dicho monótono y pausado movimiento durante el tiempo de entrada de los asistentes e incluso después de apagada las luces, a través de toda la duración del primer número musical de la excelente banda sonora que recoge variados temas de los legendarios Irving Mills, Count Basie, Eddie Durham, Harry Ruby, Ted Snyder, Bert Kalmar, Jimmy Rushing, Connie Francis y Pérez Prado. El espacio en el que se mueven los bailarines ha sido cuadriculado con un diseño geométrico irregular de líneas blancas formando cuadrados y rectángulos, que alcanzan la pared del fondo, en los cuales los danzantes se moverán de manera muy respetuosa de cada espacio. Es esta la escena que recibe al espectador.


Según las notas al programa, este trabajo coreográfico pretende “explorar la resistencia propia del cuerpo humano en cada momento y en cada acción, en la búsqueda de una imagen carente de significado, en un micro universo en donde cada uno habitamos, el cual puede ser una ciudad o un país Es la realidad que nos ofrece un reflejo de nuestra propia imagen, es la necesidad de tomar distancia para mirar las palabra que definen a una ciudad, un artista inmigrante que explora una nueva vida en Miami”. Como se podrá apreciar el concepto teórico que se toma como base fundacional de esta obra se encuentra situado en un plano mayormente conceptual-existencial que en el técnico-artístico. Sobre estas coordenadas los coreógrafos se lanzan a ofrecer una continua cadena de movimientos carentes de significados objetivos, que tienen como único fin el movimiento por el movimiento, el trabajo continuo del cuerpo en el espacio, sin alardes tecnicistas, pero que crean un ambiente de ambiguedad, cansancio, repetición, aburrimiento, claustrofobia.


Los tres bailarines en escena se mueven entre la abulia y el desespero, entre la agonía y la euforia, sus cuerpos son casi marionetas, no humanos. Hay una casi total ausencia de expresión facial, la frialdad predomina en la mayor parte de la obra, así como existe una ilógica concatenación de esos continuos movimientos. Un momento a destacar es el solo que realiza la Batanero, en donde a través de gestos y movimientos cortantes y descompuestos, acompañados de también cortantes inflexiones de voz, va llevando su trabajo hacia un posible climax en donde su fuerza interna va brotando, pero que es detenida de pronto, para regresar a una acción de cuasi flirteo con el publico, que desinfla todo lo anterior. El trabajo de la Tokumoto esta mucho más en función de su relación con Berenguer y muestra cierta expresión en sus acciones que no se ven en el resto del elenco. En cuanto a Abel en su condición de bailarín, ofrece un trabajo demasiado frió, impersonal, en donde no hay momento alguno de destaque individual.


En general, esta obra resulta demasiado cerrada, inexpresiva, si no fuera por el sencillo pero efectivo trabajo escenográfico y de luces, sería casi imposible de soportar sin un bostezo o una mirada reiterada al reloj, algo que ningún trabajo debe provocar en el espectador. No acabo de comprender por que los artistas de la danza moderna se embarcan en estos tipos de trabajo tan herméticos, tan conceptuales que solamente sus creadores pueden asimilar sus postulados. Los hacedores de esta manifestación siempre hablan de que su trabajo es una necesidad ante el elitismo que representa el ballet clásico, pero alguien quiere algo mas “elitista” que un trabajo danzario en donde además de no haber argumento alguno, algo no siempre necesario, no hay tampoco imágenes, no hay expresión, no hay virtuosismo de ningún tipo, tampoco extrictamente necesario, ni nada que entretenga en el más “superficial” de los comentarios y a eso sumémosle toda una teoría conceptual solo concebible en la imaginación de sus creadores. Y a todo esto me hago también la pregunta de que tiene que ver el tema del artista emigrado con lo que vimos en escena o retomando el asunto del que ya habíamos hablado, “los artistas cubanos de ambas orillas y su comunicación”.

En realidad fui a ver una función, esperando ver algo que me hiciera sentar al borde de la silla, que hiciera pensar, no que me dejara con la impresión de ser un ignorante, pero no fue lo que encontré y que conste que no soy de los que da prioridad a un tipo de danza sobre otro, por el contrario, le doy tanto valor a un ballet, a la danza moderna, a un baile folclórico, todos tienen algo que ofrecerme y de todos tomo, pero lo que no me permito es aplaudir lo que considero se ha quedado por el camino y necesita reelaborarse. El artista tiene que ponerse también en el lugar del espectador iniciado o no, porque su obra va dirigida a un público y este es su consumidor. Los experimentos no siempre pueden subir a un escenario, el experimento no es un producto terminado. A veces los artistas se preguntan por qué cierto tipo de danza moderna no tiene o no llega al público, la respuesta se encuentra en ustedes mismos. Los grandes coreógrafos de la danza moderna han experimentado y mucho han ido dejando a lo largo del camino hasta lograr encontrar el camino y así y todo siempre han continuado tropezando.

No obstante estas notas, con las cuales podrán o no estar de acuerdo algunos, considero importante que suban a los escenarios propuestas como esta más a menudo, ya que es importante para alimentar el ámbito cultural de la ciudad, para enfrentar opiniones, para conocer nuevos obras y nuevos creadores e interpretes, para valorar su propuestas y para que los propios artistas se vean y tengan puntos de referencias para enfrentar sus propios trabajos y sobre todo, para educar un poco más a un público que lo necesita... y como siempre hay que darle las gracias a FUNDarte por posibilitar estas ofertas artísticas tan necesarias.


Wilfredo A. Ramos
Crítico de Teatro y Danza.

Friday, July 5, 2019

El Card. Jaime Ortega mantiene la mejoría, dentro de su gravedad.


por Joaquín Estrada-Montalván.
 Con información de fuentes cercanas a este blog


El Card. Jaime Ortega, quien padece un cáncer de hígado en estado muy avanzado, mantiene su mejoría ya informada aquí el pasado 24 de junio. 

Al día de hoy 5 de julio de 2019, no tiene dolor, se alimenta por si mismo y está de buen ánimo. 

Ver en el blog 

Fragmento de "El diario de Lola" (por Thelma Delgado)

Nota del blog: Selección de textos, que serán parte del libro (en preparación) El diario de Lola, de Thelma Delgado.

Para leer sus escritos en el blog, en este enlace.


Querida Mimí:

Hoy fue un día intenso, muy intenso. Hoy posé para el pintor. Ay! Nunca pensé que haría eso, posar para alguien. Fue una sensación nunca antes experimentada. Sentí vergüenza, calor, frío, nervios, todo a la vez. Llegué temprano. El me ofreció desayuno, pero no tenía hambre, solo acepté café para no despreciarle del todo. –Azúcar? –Sí, gracias. La estancia estaba iluminada por el sol que entraba por la ventana. –Lindo tu gato. –Gracias. Apenas y contestaba pues los nervios me tenían casi muda. –Lola, relájate; todo estará bien, me dijo mirando la expresión de mi cara notablemente nerviosa. –Nunca he hecho esto; le dije mientras acariciaba a Huevo Frito desde su cabeza hasta la cola. –Lo sé, pero lo haremos de manera que te sientas cómoda. Trajo a la cocina un jarrón de cristal con flores de varios colores y lo puso en la mesa que tenía un mantel azul Prusia. En la mesa también había un plato con naranjas dulces, fresas, bananas y uvas y mi taza de café. –Bien, empecemos. –Entra al cuarto; ahí encontrarás una bata de dormir sobre la cama. Póntela y regresas aquí a la cocina. Seguí al pie de la letra sus indicaciones. Ya de regreso me senté en la posición que él me indicó. -Toma la taza de café con tu mano derecha y bebe un sorbo. No te muevas. Mira hacia la ventana. Ahora mira a tu gato. Huevo frito estaba casi dormido en el sofá. No te muevas. Ahora suéltate el pelo. El seguía tomando fotos desde diferentes ángulos. -Ahora quítate la bata hasta la cintura. Deja que la tela caiga a su capricho. Así; Quédate sentada. Al quitarme la ropa sentí un poco de frío. Mis pezones reaccionaron inmediatamente sin que yo pudiera evitarlo. Mi frente estaba perlada por el sudor. -Mira hacia la ventana. Más fotos, de varios ángulos. -Ahora recuéstate en el sofá sobre tu lado derecho, sin la bata. Deja que tu antebrazo descanse sobre el reposabrazos y guarda tus dedos entre tu pelo. Tu brazo izquierdo déjalo reposar sobre tu cuerpo. Dobla un poco tu pierna izquierda. Así. No te muevas. Ahora mírame. Ahora toma a tu gato y acomodalo junto a ti. Más fotos. -Ahora siéntate y cruzando la pierna derecha pon tus manos sobre la rodilla. Pon al gato al extremo del sofá. No te muevas. Mira a tu gato. No sé cuánto tiempo pasó ni cuántas fotos habrá tomado. Pero en esos momentos de estar posando me olvidé de todo. Seguí sus indicaciones al pie de la letra. Tenía nervios y vergüenza y al mismo tiempo me sentí valiente, atrevida. Me sentí poseída por el lente de la cámara, y por la voz dominante y cálida del pintor quien tuvo el control de la situación en todo momento. Me sentí controlada por su presencia de hombre, un hombre al que no conozco, que de él solo se su nombre y que me miraba sin tocarme. Te confieso Mimí que al cabo de un rato empezaron a volar por mi mente ideas, muchas ideas, lo que me hizo posar con mucha más soltura. Yo sé que él lo notó pues ya estaba relajada, las manos ya no me temblaban. –Hasta aquí lo dejaremos por hoy; me dijo mientras recogía su equipo de fotografía. Al salir del cuarto ya vestida pregunté si podría ver algunas fotos mientras me le acercaba y entonces descubrí que su camiseta estaba mojada de sudor. Ese sudor me hizo entender que no fui yo la única que se puso nerviosa. –Gracias Lola, me dijo al tiempo que besó mi mano haciendo una reverencia. Mi humilde hogar, mi cámara y yo nos sentimos honrados de haber tenido esta sesión. Cuando yo sea famoso y escriba mis Memoirs diré que tú eres mi modelo preferida.

Ay Mimí, esto de posar me gustó, mucho. Me pregunto ahora cómo se lo diré a Quien Ya Tu Sabes.





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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Wednesday, July 3, 2019

Un lugar en el tiempo (Ballet Contemporáneo de Camagüey)

Foto/Gustavo Linares
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Un lugar en el tiempo (Somewhere in time) 
Ballet Contemporáneo de Camagüey (BCC)

Coreografía: Pedro Ruiz

Tuesday, July 2, 2019

Ana Margarita Mireles: intensidad y delirio (por Manuel Vázquez Portal)


La poesía de Ana Margarita Mireles es como las visitaciones de una luciérnaga: fúlgida y fugaz. Titileos entre las ramas frágiles del jardín. Poemas con aderezo de sangre barbullando, de carne en carne viva. Cuando menos lo esperas: un relámpago de ternura, y, otro fusilazo de incertidumbre. Más figuraciones que coordenadas. Parecieran erráticos aleteos. Todo entre la intensidad y el delirio. Intensidad de la voz del sujeto poético; delirio en los objetos poéticos que parecen siempre deslizarse hacia otra dimensión, donde se es, y no se es a un tiempo, donde todo fluye y se empoza a la vez. Un alma dada a husmear en las hendijas del acertijo, un espíritu con respuestas pero sin imponer las que cree encontrar. Todo como la vida: azaroso y sin apelaciones.

Hay que haberla hurgado para saber quién es: flor hibernada en los volcanes de lo inexorable, vuelo que siempre parte pero deja un rastro indelebles, no importa si el sol le derrite o no las alas. Hecha de pasiones desaforadas y entrega sin linderos. Ana Margarita Mireles es una poetisa del caos y la armonía al unísono. Su universo interior se amalgama y forcejea con todos los universos y se torna ese revoltijo fulgurante o sombrío donde todo sucede y nada ocurre, donde todo acontece o puede acaecer. En sus versos parece cantar el desasosiego de la sempiterna búsqueda, de la infinita, eterna indagación. Más espíritu que cuerpo se eleva hasta donde, quizás, le esté negada la visión al ser humano, pero ella arriesga la piel y las palabras, porque, de algún modo, sabe que su reino se afinca en esas serventías que no existen y que uno cree inventar al andar.

Ella no fabrica versos; le brotan. O la penetran, o la surcan, o se le escapan, o la invaden, o la abandonan; y más que versos, son vibraciones o resonancias, que de astros le viene la música que escucha y devuelve. Su poesía es rapsodia del universo enroscándose, sibilinamente, en los tobillos y las neuronas de una maga desbridada que cuando juega sus naipes hace eclosionar la primavera y obliga a un timonazo de estrellas para alcanzar la transparencia. Transparencia una vez tramontada te deja sin retorno o sin conciencia de que has regresado porque: hoy nada puede andar en el pasado.

Nunca se sabe si escribe desde la alta tarima de un sueño, o trashuma la dicha o la pena en un bar de putas, sin más culpas que la de brindarnos el tierno pezón de una flor que se deshoja en perdones.

Anciana transcurrida y niña intrépida al mismo tiempo, su péndulo va de la inocencia a la sabiduría sin que apenas se perciba la oscilación, y siempre, sin faltar a la medida que separa a un extremo del otro. Ella se encarama en los latidos del susto sin lindes y se arranca arpegios a si misma porque en sí misma encuentra el todo universal.

Ana Margarita Mireles no escribe, ella combate contra un asedio incoloro, un mundo resbaladizo, una atalaya amorfa. Nunca sabe si triunfa o se desgasta, si ha terminado o comienza de nuevo. Va adelante, si es que existe un adelante. Prosigues, si es que no es un retroceder. Pero sí entiende, nítidamente que el otero es más alto, y aún no sabe si la mirada alcanzará.

Inocente y sabia, repito, se agazapa y, espera que surja un héroe quizás desde el tejado, un tejado que el mundo desconoce y ella se esmera en habitarlo, no intuye si hoy o nunca, pero la espolea la esperanza de que existe otro tejado y otra luz, otra colina y otra fosforescencia.

Otro pudiera, tal vez, adentrarse en la poesía de Ana Margarita Mireles y verla con ojos de preceptivita y fundamentar sobre el buen uso de sinestesias exquisitas, metáforas atrevidas, paradojas insospechadas. Pudiera dar lecciones de la excelente aplicación de la métrica y la rima, de como Ana Margarita juega con hemistiquios y encabalgamientos, como puede transitar del Soneto a la Espinela, del Romance al Madrigal, y sería verdad, pero eso, a mí al menos, me diría muy poco porque me estaría hablando de cascarones o de vestuarios, y la poesía, según la asumo yo, sin imponérselo a nadie, claro está, no nace de bisuterías fulgorosas labradas con manos de orfebre consagrado ni casacones suntuosos pespuntados por sastres de la alta etiqueta, sino de yemas y rizomas, convulsiones telúricas y estremecimientos cósmicos, elevaciones al infinito y estrellones contra el piso.

También otro pudiera argüir que se trata de versos conseguidos con significantes de alto valor semántico y un lenguaje de hallazgo inusitados, y también seria verdad, pero a mí al menos, volvería a decirme muy poco, porque la poesía no habita en el léxico sino en las conmociones que provoca. Para mí la poesía es un sonido del universo que se transmite por medio de personas muy especiales y escogidas. Y eso es Ana Margarita Mireles: un ser excepcional y elegido por lo cósmico para enseñarnos lo que a simple vista no logramos advertir.

Por si me equivoco, no culparla a ella, sino a mí que no supe elegir bien los tres poemas de ella que aquí les dejo.



Expectativa del héroe

Los primeros libros dicen que
en otro tiempo un héroe
tuvo su dosis de error
y acierto de forma singular
y fíjate que digo
otro tiempo

El héroe lleva en sí
un regalo del pasado como
bandera
En pié aún en píe
como la idea del tiempo
uno espera que surja un
Héroe quizás desde el tejado.


Trascendencia

Aloyahè, confianza es orden oculto en un salto inmortal de paradoja. Y como todo oscila, miedo al miedo se deshace con afán de comienzos.
Así puedo ver la aguja en el mar y la verdad en tus ojos. Ante la duda un puente. Ante los decorados paisajes y mapas, un solo espectador haciendo el universo.


Octava isla

La realidad se miró al espejo. Era hermosa
Y sin saber que miraba una ilusión perfecta
cambió y entre sus cejas
temblaron las montañas
Realidades eran sal y ceniza.

Entonces realidad quiso saber quién
se estaba mirando
quién realmente era

Y cuando la ilusión mostró
luces cortas de cambio... Cambio.
Los paisajes son y desaparecen
Eso que mira es cambio.



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Ana Margarita Mireles Tamayo, La Habana 1965. Es Licenciada en Artes Escénicas y Dramaturgia. También es especialista en Desarrollo de Negocios y Contenidos Multimedia. Vive en España.
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