Monday, January 14, 2019

La “nacionalización” de Pro-Arte Musical (por Célida Parera Villalón)

Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín, que comparta este texto con los lectores. El mismo está incluido en el número de enero de 2019, de la revista Caritate.

La presentación será el jueves 31 de enero de 2019, a las 8 00 p.m., en el Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami (111 SW 5th Ave. Miami, FL. 33135).


La “nacionalización” de Pro-Arte Musical

por Célida Parera Villalón Fragmento tomado de su libro Pro-Arte Musical y su divulgación de cultura en Cuba (1918-1967)


Nota de Baltasar Santiago Martín,  editor de la revista CARITATE: Como en “Bambalinas II” he publicado el exhaustivo trabajo de Ahmed Piñeiro sobre el centenario de Pro- Arte Musical y el 90 aniversario del Teatro Auditórium, he considerado apropiado ofrecer a los lectores de CARITATE una versión más cruda de por qué Pro- Arte dejó de existir en 1967, y de cómo el llamado “Gobierno Revolucionario” la despojó arbitrariamente de su sede y del Teatro Auditórium, también de su propiedad.


Pro-Arte Musical, pilar del más alto exponente de la cultura universal, continuó su marcha triunfal hasta el año 1959, cuando el recién establecido régimen marxista-leninista de Cuba, comenzó a llevar a cabo la destrucción sistemática de las instituciones que representaban gustos elevados. Como primer golpe, el Banco Nacional, por disposición de su presidente, Ernesto “Ché” Guevara, negó a la organización el acceso a su cuenta de dólares, necesarios para abonar los honorarios de los grandes artistas extranjeros bajo contrato.


Seguidamente, el 31 de diciembre de 1960, el teatro Auditórium, (llamado, desde marzo de 1961, Teatro “Amadeo Roldán”), y la casona colonial adjunta, que albergaba las oficinas de Pro-Arte y su escuela de baile, fueron intervenidos por fuerzas de las milicias, y entregados a la Orquesta Sinfónica y al Ballet de Cuba, respectivamente.

Gracias a la gentileza de la Sociedad Infantil de Bellas Artes (SIBA), Pro-Arte pudo subsistir, trasladando el personal de la oficina, con la lista de socios y la escuela, al local de esa organización, también situado en El Vedado. Las clases continuaron funcionando con tres profesoras: (sic) Del Cueto*, Suárez Moré, e Hilda Canosa (todas residiendo actualmente en los EE.UU.). Durante ese tiempo, la directiva, tratando de mantener viva la chispa del buen arte, concertaba actos culturales para sus asociados (reducidos de 5500 a 500, en 1961) en pequeñas salas-teatros de la capital, con artistas locales.

El último recital de ballet de la escuela tuvo lugar en la Sala Hubert de Blanck, en julio 5 de 1961. La falta de fondos lo haría imposible en el futuro. El último concierto para los socios de Pro-Arte ─ un programa de música cubana con la Coral de Alfredo Levy─, se celebró el 23 de septiembre de 1967, en el Lyceum-Lawn Tennis. Días después, la Sociedad Pro-Arte Musical fue disuelta por decreto. 


Como triste acápite, el antiguo Teatro Auditórium fue destruido por un incendio en 1977, y después de muchos años de reconstrucción, abrió de nuevo sus puertas en 1999, con solo 800 asientos, donde antes se sentaban 2500.

*Elena del Cueto, ya fallecida.

Sunday, January 13, 2019

2 de diciembre: Cien años de Pro-Arte Musical y noventa del Teatro Auditórium (por Ahmed Piñeiro Fernández)

Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín, que comparta este texto con los lectores. El mismo está incluido en el número de enero de 2019, de la revista Caritate.

La presentación será el jueves 31 de enero de 2019, a las 8 00 p.m., en el Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami (111 SW 5th Ave. Miami, FL. 33135).

Teatro Auditórium, hoy “Amadeo Roldán” después de su reconstrucción como sala de conciertos
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El 2 de diciembre de 2018, la cultura cubana celebró dos importantes efemérides, estrechamente vinculadas entre sí: el centenario de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana, y los 90 años de la inauguración del Teatro Auditórium, hoy “Amadeo Roldán”.

La Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana, más conocida por sus siglas SPAM, o simplemente Pro-Arte, fue una importante organización cultural fundada el 2 de diciembre de 1918 por D.ª María Teresa García Montes de Giberga, una emprendedora cubana, amante de las artes, a cuya iniciativa, determinación y sensibilidad se debió, también, la posterior construcción del Teatro Auditórium.

María Teresa se unió a un grupo de otras damas cubanas —de entre ellas, la notable escritora Renée Méndez Capote—, y así, desde sus días fundacionales, Pro-Arte fue regido siempre por mujeres, caso insólito en Cuba y, tal vez, en toda América Latina.

La vida de Pro-Arte Musical duró hasta 1967, fecha en la que pueden verificarse los últimos conciertos ofrecidos por esta Institución. A lo largo de sus 49 años de existencia, dio a sus asociados la oportunidad de disfrutar de grandes espectáculos artísticos: conciertos, recitales, óperas, ballet, arte dramático…, por los mejores instrumentistas, cantantes, bailarines o actores del mundo, entre los que se encontraban los más relevantes artistas cubanos, algunos de los cuales se beneficiaron con becas ofrecidas por la institución, como sucedió, por ejemplo, con Jorge Bolet, uno de los más talentosos concertistas que Cuba ha aportado al arte pianístico universal.

Con el tiempo, por la altísima calidad de las figuras que contrataba, Pro-Arte alcanzó renombre internacional. La Sala Espadero, en la calle Galiano, donde se realizaron los primeros recitales, ya resultaba insuficiente. Entonces, las presentaciones comenzaron a realizarse en los Teatros Nacional –hoy Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”– y Payret, hasta que se impuso la necesidad de poseer un local propio, con las condiciones necesarias para ofrecer los espectáculos. Así, pues, surgió la idea de construir el Teatro Auditórium.

Un terreno ubicado en las calles Calzada y D, en El Vedado, fue el sitio seleccionado por la directiva para la erección del edificio, iniciada el 6 de agosto de 1927. Fueron sus realizadores Miguel Ángel Moenck y Nicolás Quintana y Arango (proyectistas); Julio César Japón (delineante); y los ingenieros-arquitectos Eduardo Albarrán y Machín, y Gregorio Bibal (constructores).

Dieciséis meses después, la inauguración del Auditórium constituyó todo un acontecimiento en la vida habanera de finales de los años veinte. Era tal su magnificencia, que obtuvo el primer premio en el Concurso de Fachadas del Rotary Club de La Habana.

Desde su apertura, el 2 de diciembre de 1928, y hasta la catástrofe que lo destruyó en 1977, asistimos a una de las épocas más interesantes en la historia del espectáculo escénico y de la propia historia de nuestra ciudad.

El Auditórium fue llamado en su época, “el primer teatro de La Habana”. Para tal designación, los críticos y periodistas hacían resaltar sus condiciones acústicas y visuales, el lujo y la elegancia de su sala, la comodidad de sus localidades —que sobrepasaba la cifra de las dos mil seiscientas butacas—, el grato ambiente que proporcionaba su sistema especial de ventilación laminar, el confort de todos sus servicios e, incluso, la rápida y fácil comunicación desde cualquier barrio de la capital.

Al respecto puede leerse una curiosa y hasta simpática nota en el diario La Lucha, del 6 de diciembre de 1928:
[…] La administración del teatro se ha preocupado de ofrecer mayores facilidades al público, obteniendo de la Compañía de Ómnibus de la (sic) Habana, y de la Empresa Cubana, que sus vehículos se detengan a la puerta misma del Auditórium en las noches de funciones. Además, a la hora de la salida, habrá siempre un número suficiente de ómnibus a la disposición de los espectadores.


Todas las artes, desde la literatura hasta el cine, tuvieron cabida en el prestigioso recinto de “condiciones magníficas que le hacen infinitamente superior a todos los demás coliseos de La Habana”, como lo catalogara Diario de la Marina, en su edición del 5 de diciembre de 1928.

Interior del Teatro Auditórium de El Vedado, La Habana
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En su escenario se presentaron personalidades imprescindibles de la cultura musical cubana, como Ernesto Lecuona, Gonzalo Roig, Rodrigo Prats, Jorge Bolet, Esther Borja, Rita Montaner, Rosita Fornés, Amadeo Roldán, Benny Moré, Bola de Nieve, Elena Burke, Leo Brouwer y Jorge Luis Prats, entre muchos otros. De igual forma, acogió, en diferentes etapas, a la Orquesta Filarmónica de La Habana y a la Orquesta Sinfónica de La Habana, por no olvidar que desde la fundación de la Orquesta Sinfónica Nacional, el 11 de noviembre de 1960, fue la sede de esta agrupación.

El Auditórium fue el escenario ideal para la presentación de notables conjuntos musicales, directores y solistas que nos visitaron, entre ellos, la Orquesta Sinfónica de Filadelfia, con su titular de entonces, Eugene Ormandy; los Niños Cantores de Viena, Herbert von Karajan, Leopold Stokowsky, Erich Kleiber –que fue director titular de la Orquesta Filarmónica de La Habana durante varios años–, Ígor Stravinsky, Heitor Villa-Lobos, Sergei Prokófiev, Vladimir Horowitz, Arthur Rubinstein, Claudio Arrau, Andrés Segovia, Yehudi Menuhin y Jascha Heifetz.

También se presentaron en el Auditórium agrupaciones teatrales como las de Ernesto Vilches, la Compañía Zuffoli de Alta Comedia, con la actriz italiana Eugenia Zuffoli; la Compañía de Margarita Xirgu, la Comedia Francesa o la aplaudida compañía de títeres Marionetas de Salzburgo.

Grandes temporadas de ópera, que le devolvieron a La Habana su reputación como una de las capitales mundiales del canto lírico, se desarrollaron en el entonces Auditórium. Fue en ese teatro donde se ofrecieron los estrenos mundiales de la zarzuela La flor del sitio y las operetas Lola Cruz, Sor Inés y Mujeres, del Maestro Ernesto Lecuona, o las primeras representaciones en Cuba de títulos como Tristán e Isolda, de Wagner, con la poderosa Kirsten Flagstad, una de las más grandes sopranos wagnerianas de todos los tiempos; El rapto de Lucrecia, de Britten; Angelique, de Ibert; Hansel y Gretel, de Humperdinck; Baltasar, del compositor cubano Gaspar Villate, ópera inspirada en el drama homónimo de Gertrudis Gómez de Avellaneda; Adriana Lecouvreur, de Cilea; Suor Angelica, de Puccini; Don CarIo, de Verdi, o Amahl y los visitantes nocturnos, la primera composición lírica de Menotti que se presenció en nuestro país.

Asimismo, acogió los debuts en Cuba de figuras emblemáticas del mundo de la lírica como Jussi Bjoerling, Victoria de los Ángeles, Elisabeth Schwarzkopf, Giulietta Simionato, Zinka Milanov, Fedora Barbieri, Mario del Mónaco, Leonard Warren y Renata Tebaldi, cuyas interpretaciones de La Traviata, Aida, Tosca, Manón Lescaut y Adriana Lecouvreur, constituyen una de las cimas de la historia teatral cubana.

Las Escuelas de Pro-Arte

Quizás sin proponérselo, una de las contribuciones culturales más importantes de Pro-Arte fue la creación de tres escuelas: Guitarra, de corta existencia, que tuvo como directora a Clara Romero de Nicola; Declamación, dirigida al principio por Jesús Tordesillas, e inmediatamente después por Guillermo de Mancha; y muy especialmente, la Escuela de Baile, bajo la dirección inicial de Nicolái Yavorski.

Fue gracias a la Escuela de Ballet de Pro-Arte Musical que iniciaron sus estudios en esa especialidad los patriarcas del ballet cubano: Alicia, Fernando y Alberto Alonso.

Y fue en el Auditórium donde Alicia Alonso nació como artista. En la danza, lo hizo el 29 de diciembre de 1931, interpretando una de las damas en el “Gran vals” de La bella durmiente, en la primera función pública que ofreció la Escuela. Unos meses antes, el 26 de septiembre, en ese mismo coliseo, Alicia Alonso (entonces Alicia Martínez) había realizado su debut escénico —¡como actriz, no como bailarina!— entre las alumnas de la Escuela de Declamación, con la comedia El recreo, de María Soto.

Programa de la primera función de la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical. Este mismo programa se repitió el 9 de enero de 1932.
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A partir de entonces, el nombre de Alicia Alonso estaría destinado a unirse a la leyenda de ese teatro y a prestigiarlo. Aquellas presentaciones infantiles fueron las primeras de una numerosa serie, entre las cuales se hallan su participación en los estrenos de títulos históricamente importantes como Dioné (1940), con música de Eduardo Sánchez de Fuentes y coreografía de George Milenoff, y Antes del alba (1947), con coreografía de Alberto Alonso, libreto de Francisco Martínez Allende, música de Hilario González y diseños del gran pintor cubano Carlos Enríquez; así como su debut en Cuba como Giselle, en el ballet homónimo (5 de junio de 1945), fecha que constituye uno de los momentos cumbres de la historia dancística del Auditórium.

No puede olvidarse que fue en el Auditórium, y con la ayuda de Pro-Arte Musical, que el 28 de octubre de 1948 ofreció su primera función pública el entonces Ballet Alicia Alonso, hoy Ballet Nacional de Cuba. El Auditórium fue, además, el escenario habitual de la compañía durante varios años.

En cuanto a la danza se refiere, otros conjuntos y bailarines de gran relevancia se presentaron allí: los Ballets Rusos de Montecarlo, con Tamara Toumánova, Alexandra Danilova, Irina Barónova, Tatiana Riabouchinska y Leonide Massine como figuras principales; Martha Graham y su compañía; el Ballet de Kurt Jooss; el Ballet Márkova-Dolin, con sus estrellas inglesas Alicia Márkova y Anton Dolin; el Ballet Caravan, el Ballet Theatre —hoy American Ballet Theatre—, con sus estrellas Alicia Alonso, Ígor Youskévitch, Nora Kaye, John Kriza, y el concurso de otras insignes personalidades de la danza como Antony Tudor, Lucia Chase, Muriel Bentley y Donald Saddler; la pareja de bailarines españoles Rosario y Antonio, Antonia Mercé, “La Argentina”; Mariemma, Yvette Chauvirée, André Eglevsky, Erick Bruhn, Cynthia Gregory y Paolo Bortoluzzi, por citar sólo algunos de los nombres más ilustres.

A partir del 3 de marzo de 1961, por decisión del Gobierno Revolucionario, pasó a denominarse “Amadeo Roldán”, en homenaje al importante músico cubano.

La noche del 30 de junio de 1977, después de una representación del Conjunto Folklórico Nacional, el antiguo Teatro Auditórium ardió en llamas. Después de casi 22 años, el sábado 10 de abril de 1999, el Teatro Amadeo Roldán abrió nuevamente sus puertas, restaurado, esta vez, como la mayor sala de conciertos de Cuba. Poco tiempo después, se acordó nominarlo Teatro Auditórium “Amadeo Roldán”.

Hace varios años que “el Amadeo” o “el Auditórium” —como popularmente se conoce—, permanece cerrado. Actualmente está en proceso de reconstrucción. Ojalá que cuando reabra sus puertas, no lo haga limitando su espacio a las necesidades de una sala de conciertos, por espléndida que esta sea, y que el nuevo Teatro Auditórium Amadeo Roldán, en una ciudad en la que no abundan los teatros con condiciones idóneas; pueda permanecer fiel a su historia, como uno de los grandes escenarios mundiales, y continúe siendo propicio para el gozo y plenitud de todas las artes.

Saturday, January 12, 2019

Reflexión (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.


No es necesario volverse insensible ante el dolor. No te conviertas en cómplice de la maldad humana, piensa antes de provocar un acto que cause daño a tu semejante, recuerda que no somos los encargados de hacer sufrir a nadie.

En la vida todo lo que lanzas al Universo se regresa y todo acto injusto que se le haga a cualquier ser humano, tarde o temprano el tiempo nos pasará la factura.

Eso no hará más que atrasar tu camino y nunca te permitirá alcanzar la felicidad.

Haz siempre el bien, extiende una mano solidaria para quien la necesite. Recuerda que en la vida siempre vamos a necesitar una persona que nos ayude a avanzar, por eso cuando hacemos este acto de profundo amor, todo se nos multiplica.

No cometas el mismo error que te lastimó, ponte en el lugar de la otra persona y aplica la empatía, es ahí cuando comprendes el dolor de la otra persona.

Protégete para que no seas tú, la persona que el día de mañana estés en desventaja.

Con ese aprendizaje serás un ser portador de luz y de grandes sentimientos solidarios. Recuerda que nada en la vida dura para siempre, todo se mueve, todo evoluciona y se transforma. Nada permanece estático, todo cambia, todo pasa y todo llega.

No vivas con resentimientos ni te compares con nadie. No te conviertas en un ser desarmonizado, no hay nada más saludable y placentero en la vida que llegar a casa y poder encontrar un lugar para reposar en paz con tu conciencia tranquila.

Por eso, nunca olvides hacer el bien, provoca la unión , siembra amor y la vida te regalará paz y asi podrás transitar sereno la ruta que tienes reservada.




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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.
Autora del libro "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.
-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección
Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
Ser Mujer

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Cabos, Sargentos y demás (por Víctor Mozo)


Días calurosos fueron los de aquel verano de 1966 que parecía nunca acabarse. Las invocaciones del 15 implorando el viento del ventilador de los pobres surtían poco efecto y si un día llovía era de paso una maldición. Por un lado refrescaba un poco, por el otro terminábamos regresando al campamento como pollos mojados, mientras que los sargentos y cabos tenían hules para protegerse. El fango rojo se pegaba a las botas y por mucho que tratábamos de limpiarlas se acumulaba poco a poco dentro de la barraca. Para más desgracia tuvimos en varias ocasiones que ponernos la misma ropa mojada después de intentar lavarnos un poco y al día siguiente ponérnosla de nuevo porque no había otra. Teníamos un aspecto miserable. No fueron pocas las veces que la bomba se rompía y no teníamos agua para bañarnos. Para la mayor parte de la oficialidad que no pudiéramos ni siquiera lavarnos un poco, formaba parte del plan para rebajarnos, vejarnos Era otra manera de quitarnos nuestra dignidad. El sargento Vicente era el primero en gritar que apestábamos cada vez que entraba en la barraca. Nosotros, ni el mal olor sentíamos.

Aparte del mencionado sargento sin grados Vicente Nodarse Pérez, e insisto en lo de sin grados porque nunca supimos de dónde habían salido. No eran reclutas, ni tampoco, por la corta edad, apenas mayores que yo, podían haber combatido en el ejército rebelde. Podrían haber salido de lo que en un tiempo se llamó la Asociación de Jóvenes Rebeldes, también conocida por AJR, que fueron los primeros jóvenes que se dejaron embarcar por la euforia de los primeros años y terminaron sirviendo para lo que fuera. En su gran mayoría iletrados o apenas alfabetizados, con tal de ganar unos pesos podían convertirse fácilmente en verdugos en nombre de una revolución que ni ellos mismos sabían qué era.

En el pelotón dos mandaba el sargento sin grados Rafael Martel. Alto, flaco, más bien desgarbado y de pocas palabras. Contrariamente a Nodarse, siempre vestía el uniforme verde oliva. Taimado, tenía la típica mirada del animal que acecha la presa.

El sargento Rodríguez, en el pelotón tres, era el más odiado por todos nosotros. Independientemente de hacernos marchar luego de regresar del trabajo muertos de cansancio y de sus interminables “patria o muere” con su “venceremos” como gran premio al final para ganarnos el derecho a dormir, tenía mala fama en su pelotón porque lo hacía trabajar entrada la noche. El sargento Rodríguez gozaba con hacernos levantar a la carrera a media madrugada para formarnos y ponernos a marchar pretextando que había que estar listos para hacerle frente al enemigo, al imperialismo, a los yanquis. El jueguito podía prolongarse varias veces por semana. Y nada, todos aguantábamos sin chistar, como si aquello fuera pan cotidiano.

Para apoyar el dicho de que no hay peor cuña que la del mismo palo, venían luego los cabos UMAP que eran salidos del primer llamado. Había de todo. A veces, mientras más instrucción tenían eran peores, como el cabo Delgado Deillá quien se las daba de Napoleón tropical con sus voces de mando, su actitud rígida y sus lecturas insípidas del código penal militar que nos sirvió durante varias noches. Había que oírlo, era verdaderamente patético. Un joven, católico incluso, que debía estar allí por la misma causa que muchos de nosotros, se prestaba al juego de los militares que nos maltrataban. Él no era el único, el cabo Braulio, de mi pelotón, era otro que trataba de amigarse contigo para luego chivatearte a la primera oportunidad. El cabo Roberto, del pelotón dos, era un infeliz del que todos los cabos se burlaban. Siempre me pregunté qué hacía allí un muchacho como él al que le faltaba prácticamente la visión de uno de sus ojos. Homo hominis lupus, el hombre es lobo para los hombres.

Al teniente jefe de compañía, Puro Ester Medina Cruz, lo único que le interesaba era su salario y darse sus paseos en un penco que le habían dado para sus inspecciones. Nunca venía a las barracas y solo lo vi salirse de las casillas con Muecke, el testigo de Jehová, a quien además de haberle dado un bofetón lo amenazó con su pistola disparando definitivamente al aire. En otra compañía, Muecke habría probablemente dejado el pellejo. Por suerte, la nuestra no era la peor. En otras se cometían horrores. Ya nos habían llegado comentarios de que en la compañía número cuatro un teniente había matado a un confinado. El segundo al mando, ya mencionado, se ocupaba de comer y de hacer ejercicios. El resto poco lo importaba.

Al mes de estar allí llegaron los llamados políticos, quienes supuestamente tenían la tarea de hacernos entrar en el redil revolucionario. Eran dos, uno flaco, con un águila tatuada en uno de sus brazos, con cara de delincuente, el otro, un negro de constitución fuerte salido de la Sierra Maestra llamado Segundo. Este último, excombatiente de la Sierra, fue una de las almas más nobles que me fue dada a conocer.


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Ver textos anteriores de Víctor Mozo, en el blog 

Friday, January 11, 2019

El Teatro Payret (por Ahmed Piñeiro Fernández)

Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín, que comparta este texto con los lectores. El mismo está incluido en el número de enero de 2019, de la revista Caritate.

La presentación será el jueves 31 de enero de 2019, a las 8 00 p.m., en el Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami (111 SW 5th Ave. Miami, FL. 33135).


Un fantasma recorre Facebook: “Quieren derribar el Payret”. Con plena y absoluta confianza, me niego a aceptar lo que considero un infundio, un “enemigo rumor”.

El Payret es, como el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, el Capitolio Nacional, los parques Central y de La Fraternidad, La Giraldilla, la estatua “de la India” (o de La noble Habana), un símbolo de la ciudad que se prepara para festejar su 500º aniversario.

Debe su nombre a su primer propietario: don Joaquín Payret, fallecido en 1885, completamente arruinado, en un hospital para dementes que existía en La Habana.


Desde su inauguración, el 21 de enero de 1877, con un concierto de beneficencia, y hasta que fue convertido definitivamente en cine, en fecha que no puedo ahora precisar, el teatro Payret acogió grandes temporadas de teatro dramático, arte lírico, conciertos sinfónicos y danza.

En sus inicios —aunque por un tiempo brevísimo—, recibió el nombre de Teatro de la Paz (recordando la del Zanjón). También solía denominársele “el Coliseo Rojo”, debido a la decoración interior de su espaciosa sala.

Allí se produjo el debut en la Isla de muchas figuras de renombre internacional, algunos de ellos verdaderos mitos en sus respectivas artes (valga citar como ejemplos de excepción, a las legendarias bailarinas Anna Pávlova y Antonia Mercé), y en su escenario se estrenaron en Cuba muchas obras de gran significación en la historia de las distintas artes escénicas.


La ya centenaria Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana —“una de las obras de cultura más importantes de Cuba”, al decir de la notable escritora Renée Mendez Capote—, ofreció muchos de sus conciertos iniciales en este teatro.

Fue en el Payret, el 11 de junio de 1922, donde se ofreció el primero de los Conciertos Típicos Cubanos, organizados y dirigidos por Jorge Anckermann, espectáculos de gran importancia, que con el mismo propósito: promover, defender y salvaguardar nuestra música, otros compositores (incluso algunos antes que Anckermann), mantuvieron durante años. En varios de esos Conciertos y Festivales de Música Cubana participó la gran Rita Montaner, quien con sus muchas actuaciones allí también contribuyó a darle realce y prestigio a este teatro. Precisamente en el Payret, y como parte de uno de esos espectáculos típicamente cubanos —el ofrecido el 2 de agosto de 1925—, la Montaner estrenó el lied Funeral, con música de Ernesto Lecuona y texto de Gustavo Sánchez Galarraga, una de las páginas memorables de su autor y uno de los más extraordinarios éxitos de Rita.

En distintas épocas, el Payret acogió a las compañías de Sergio Acebal y Pepe del Campo, Arquímedes Pous, Ernesto Lecuona, Regino López, Eliseo Grenet… por citar sólo a algunas.

Desde el día siguiente de su apertura oficial, es decir, el 22 de enero de 1877, en su escenario se presentó una ópera: La favorita, de Donizetti, con el entonces famoso tenor español Lorenzo Abruñedo y la soprano Alicia Urban. Y es que la ópera, la zarzuela, la opereta… el canto lírico en general, tuvieron el en Payret un sitio de especial relevancia.

Si de estrenos líricos especialmente importantes se trata, fue en el teatro Payret, en donde se escenificaron por vez primera en Cuba las óperas La forza del destino (1878), de Giuseppe Verdi; Las bodas de Fígaro [Le nozze di Figaro] (1892) y Così fan tutte (1925), de Wolfgang Amadeus Mozart; La bohème (1899), de Giacomo Puccini, con Chalía Herrera, la gran soprano cubana, desgraciadamente no muy recordada en nuestro días, como Mimí.

La primera representación en Cuba de la ópera Zilia, de nuestro compatriota Gaspar Villate (primera creación operística de un cubano que se estrenó en el país), se efectuó en el Teatro Payret, el 1° de diciembre de 1881, por la Compañía de Ópera de Tomás Azula. Adalghisa Gabbi, María Bianchi-Fioro, Antonio Aramburu y Senatore Sparapini asumieron los personajes protagonistas. Valga destacar que el libreto de Zilia, —cuya première mundial había tenido lugar en 1876, el Teatro Italiano, de París— fue escrito por el compositor y libretista italiano Temistocle Solera, el mismo que había creado para Giuseppe Verdi los libretos de las óperas Oberto, conte di San Bonifacio, I Lombardi alla prima Crociata, Giovanna d’Arco, y una parte de Attila. En su temporada de estreno en Cuba, Zilia subió a escena en tres ocasiones.

Otro acontecimiento importante relacionado con la ópera cubana, tuvo lugar el 21 de septiembre de 1906, cuando Hubert de Blanck (tan nuestro como holandés) estrenó en el teatro Payret la versión completa de su ópera Patria, con texto de Ramón Espinosa de los Monteros “Gazul”, la primera ópera cubana de temática mambisa. Esperanza Pastor (Fidelia), José del Campo (Ricardo) y Joaquín García (Chicho), fueron los intérpretes principales en aquel estreno.

En 1912, se presentó en el Payret la compañía de ópera Bocetta-Azcue. De entre los integrantes de su elenco, se encontraban, entre otros, los esposos Arturo Bovi (director musical) y Tina Farelli (soprano), dos figuras importantes en la historia del canto lírico en Cuba. El matrimonio Bovi-Farelli, decidió establecerse por esa época en la capital cubana y fundaron la Academia Filarmónica de Canto, donde se formarían muchos artistas líricos cubanos.

Zarzuelas y operetas

Quizás son la opereta y la zarzuela las representaciones líricas que más contribuyeron a la fama y el prestigio del teatro Payret. Allí se produjeron los estrenos cubanos de la zarzuela Los sobrinos del Capitán Grant (1881), de Manuel Fernández Caballero, inspirada, como puede inferirse por su nombre, en la novela de Julio Verne Los hijos del capitán Grant; y de las operetas La corte de Faraón (1910), con música de Vicente Lleó y libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios; Molinos de Viento (1911), de Pablo Luna-Luis Pascual Frutos; El murciélago (Die Fledermaus, 1912), de Johann Strauss, hijo-Carl Haffner y Richard Genée; y Frivolina, del compositor español Manuel Penella, cuyo estreno en Cuba, el 1º de agosto de 1919, se produjo apenas unos meses después de su premiére mundial, en 1918, en Madrid.

Hacia finales de 1928, el Teatro Payret acogió el debut cubano de la “Gran Compañía de Operetas de Lea Candini”. Desde el 23 de octubre, la prensa habanera se deshacía en elogios de lo que reiteradamente denominó “gran acontecimiento”. Lea Candini “la mujer mejor vestida del mundo” —como la calificó Diario de la Marina—, y su compañía arribaron a La Habana, a bordo del vapor Monterrey, el 25 de octubre. El estreno se produjo la noche del 29 de octubre, ocasión en la que se representó por primera vez en Cuba la opereta La Presidenta (conocida también con el nombre Crema de chic), de Carlo Lombardo. Lea Candini, Leo Micheluzzi, Federico Merce y Amata Candini, tuvieron a su cargo los papeles protagonistas. Aquella fue la primera de 11 funciones ofrecidas en el Payret que propiciaron los estrenos en la Isla de las operetas , de Pietro Mascagni (31 de octubre); Luna Park, de Carlos Lombardo y Virgilio Ranzato (3 de noviembre); y La condesa bailarina, de Walter Wilhelm Goetze (7 de noviembre, obra cuyo título es, realmente, Su alteza, la bailarina [Ihre Hoheit -die Tänzerin]). Durante esta primera temporada de Lea Candini y su compañía en el Payret, se presentaron, además, las operetas La danza de las libélulas y La viuda alegre, ambas de Franz Lehár; y Salomé, de Carlo Lombardo.


En 1929, el compositor cubano Bernardo Moncada, dio a conocer su “Drama lírico”, Pasión criolla, y el 1º de marzo de 1930, la Compañía de Ernesto Lecuona, que por entonces radicaba en este teatro, realizó el estreno de uno de los títulos emblemáticos del teatro lírico cubano, y la zarzuela más famosa de su autor: María la O, con música de Lecuona y libreto de Gustavo Sánchez Galarraga. La soprano valenciana Conchita Bañuls (María la O) y el tenor cubano Miguel de Grandy (Niño Fernando), tuvieron a su cargo los papeles protagonistas. En otros personajes se presentaron Natalia Gentil (Niña Tula), Mimí Cal (Ña Salud, Caridad Almendares), Julio Gallo (José Inocente), Fernando Mendoza (Santiago Mariño), Alfonso Miranda (Marqués del Palmar), Armando French (Conde de las Vegas) y Manuel Colina (Guadalupe).

La figura de Ernesto Lecuona está muy ligada a la historia del Payret. Allí, el más universal de los músicos cubanos, se presentó infinidad de veces, como concertista, director de orquesta o director artístico. Muchos fueron los homenajes que le rindieron al Maestro desde el escenario del Payret, como aquel que tuvo lugar el domingo 1º de agosto de 1954, y en el cual el gran compositor y pianista cubano festejó sus “Bodas de oro” con el piano y la música.

En el Payret, Lecuona estrenó, además, obras teatrales como El amor del guarachero (1929), La mujer de nadie (1929), El maizal (1930), o El calesero (1930), todas con libreto de Gustavo Sánchez Galarraga, y dirigió y protagonizó una serie de conciertos, en los que dio a conocer mundialmente algunas de sus composiciones más célebres.

No puede obviarse que, aunque estrenada en el Teatro Martí en 1932, la versión definitiva de Cecilia Valdés, —considerado el título por antonomasia del teatro lírico cubano—, se presentó por primera vez en el Payret, el día de Navidad de 1961. Para la ocasión, Miguel de Grandy redactó un nuevo libreto, sobre la base del original, y el Maestro Gonzalo Roig revisó su partitura, a la que adicionó números musicales.

Aquella nueva y “definitiva” Cecilia, formó parte de una brillante “temporada popular de zarzuela”, que el Consejo Nacional de Cultura organizó en el Payret, en 1961. Esas funciones, conjuntamente con las representaciones operísticas en el “Amadeo Roldan” (antiguo Auditorium), fueron preámbulo de la constitución del Teatro Lírico Nacional de Cuba (11 de septiembre de 1962).

De entre las obras que se presentaron en el Payret en esa, aún hoy muy recordada temporada, debido a su éxito sensacional; se encuentran también: La verbena de la Paloma, de Tomás Bretón; La revoltosa, de Ruperto Chapí; y Doña Francisquita, de Amadeo Vives.

Con toda intensión, he dejado para el final de esta escueta relación de estrenos “Payretianos”, La viuda alegre, la celebérrima opereta vienesa en tres actos, con música de Franz Lehár y libreto de Victor Léon y Leo Stein, estrenada en Viena, el 30 de diciembre de 1905.

“La emperatriz de las operetas”, como se le suele llamar, para considerarla, de esta manera, una de los exponentes más significativos del género; tuvo su estreno cubano, insisto, en el Teatro Payret, el 9 de octubre de 1909, cuatro años después de su première mundial. Los personajes protagonistas fueron interpretados por la gran la tiple mexicana Esperanza Iris, en el papel titular (Ana de Glavary), Josefina Peral (Valencienne); Modesto Cid (Conde Danilo), y Amadeo Llauradó (Camilo de Rosillón).

El estreno en Cuba de La viuda alegre, constituyó el primer gran éxito escénico (¡éxito apabullante, de verdad!) que tuvo lugar en la Isla: aquella puesta escénica se representó durante más de 150 noches consecutivas, y convirtió a su protagonista en una de las artistas más amadas por el público habanero, una popularidad que aún se evoca en nuestros días. Fue tanta la devoción que recibió Esperanza Iris en nuestro país, que la soprano mexicana llegó a considerar a Cuba su segunda patria.

A partir de este éxito sensacional, La viuda alegre se convirtió en la opereta más aclamada entre los cubanos, y propició uno de los más grandes triunfos en la larga trayectoria artística de Rosita Fornés, que debutó en el papel protagonista de esa obra en 1941. En obras dramáticas, en zarzuelas y en operetas, la Fornés actuó en reiteradas ocasiones en el Payret, y su presencia constituye, sin dudas, otros de los hitos de ese coliseo.

Revistas y otros géneros



Fue en el teatro Payret, en donde se presentó por primera vez en un escenario, la gran actriz de teatro vernáculo, Candita Quintana (Cantos de Cuba, de Sorondo y los maestros Prats, 1928). Y fue allí donde se produjeron los estrenos de sainetes, apropósitos y revistas musicales como El teniente Alegría (1913), de Luis Casas Romero.

El 7 de septiembre de 1926, la compañía de Regino López estrenó en el Payret Las viudas de Valentino, sainete (apropósito) con música de Jorge Anckermann y libreto de Agustín Rodríguez. La obra tomaba su argumento de la tremenda repercusión pública que tuvo la muerte del actor italo-estadounidense Rodolfo Valentino, uno de los ídolos de su época, que había fallecido semanas antes, el 23 de agosto. Como solía suceder con este tipo de espectáculos, Las viudas de Valentino se fue transformando y enriqueciendo en sus sucesivas representaciones.

Tres años después, el 27 de mayo de 1930, la misma compañía daba a conocer El impuesto a los solteros, revista sainete en siete cuadros, creada por los mismos autores de Cecilia Valdés: Gonzalo Roig- Agustín Rodríguez y José Arcilla.

La danza

En 1915, se presentó en el Teatro Payret la compañía de baile de Anna Pavlova, una de las figuras míticas, una de las bailarinas legendarias e imprescindibles de la danza de todos los tiempos. Acompañada de Alexander Volinine e Iván Clustine, el debut de Pávlova en Cuba se produjo en ese teatro el 13 de marzo de aquel año. Allí ofreció una serie de representaciones que propiciaron los estrenos en la Isla de Amarilla, Chopininana (una versión creada por la propia Pávlova de Las sílfides, ballet de Fokine que ella misma había estrenado en París seis años antes), La muñeca encantada, El despertar de Flora, Raymonda, La noche de Walpurgis, así como varios pas de deux y solos de entre los que sobresalen Gavota Pávlova, Pavlovana, Bacanal de otoño, La libélula y muy especialmente La muerte del cisne, extraordinaria creación de la ballerina rusa, una pieza que está íntimamente ligada a su leyenda.

A propósito del Payret y Anna Pávalova, existe una curiosa anécdota, que forma parte de la leyenda del coliseo de Prado, que, según se dice, hoy quieren destruir.

Durante la última estancia de Anna Pávlova en La Habana —desde finales de 1918 hasta principios de 1919—, Ernesto Lecuona escribió para ella Vals de la mariposa, pieza para piano que dedicó expresamente a la bailarina. Según relató el Maestro, en una entrevista concedida al periódico habanero La Calle, publicada el 25 de septiembre de 1959: “en 1918, la célebre bailarina Anna Pávlova bailó mi Vals de la mariposa en el Teatro Payret en un homenaje que me daban.” Es cierto que, hasta la fecha, no se ha logrado agregar nuevos detalles sobre ese acontecimiento, sin embargo, de haber ocurrido —hecho que es absolutamente posible, debido a la estrecha relación de amistad, a partir de la inmediata admiración mutua que surgió, entre Lecuona y la Pávlova—; entonces aquella actuación de la gran bailarina, significa la primera audición pública del Vals de la mariposa, pieza que generalmente se señala como estrenada en el Teatro Martí, el 9 de mayo de 1919, como parte de la revista Domingo de piñata, la obra teatral que inició la trayectoria de Lecuona en este género.

Los días 22, 23 y 24 de enero de 1917, en el Teatro Payret se presentó por primera vez ante el público cubano Tórtola Valencia, proverbial figura no sólo por su arte, sino también por su “polémica” personalidad. La “sacerdotisa del baile”, como solía llamarla la prensa de la época, bailarina de extraordinaria y exótica belleza, ofreció en el Payret tres funciones de un extenso programa que incluía, entre otros títulos: La maja (Aroca), La gitana (Granados), Momento musical (Schubert), Capricho árabe (Tárrega) y La canción de Solveig (Grieg). Los espectáculos incluían, también, algunos números orquestales, para que la bailarina tuviese el tiempo suficiente para cambiar sus trajes muy lujosos y llamativos, y cambiar, además, la escenografía que acompañaba cada actuación. A Tórtola Valencia, protagonista de no pocos escándalos donde quiera que se presentaba, se le atribuye una frase con la cual pudiera intuirse su personalidad: “Somos tres y somos diferentes e igualmente grandes: la Duncan, YO y la Pávlova.”

Por la misma época de las primeras presentaciones en Cuba de Tórtola Valencia, el teatro Payret acogió también otro debut cubano de gran significación, el de Antonia Mercé, la gran bailaora hispano argentina, hija de padres españoles, nacida en Buenos Aires, y conocida internacionalmente como La Argentina. El nombre de Antonia Mercé honra y prestigia cualquier escenario en el que ella se haya presentado. En nuestro país lo hizo, por primera vez, el 31 de enero de 1917; insisto, en el Payret.

A principios de la década del sesenta, acogió al Ballet de Cámara de La Habana, que dirigía la notable pedagoga Anna Leontieva. De entre las principales figuras de esa agrupación sobresalen nombres como los de la argentina Carlota Pereyra, que fuera primera bailarina del hoy Ballet Nacional de Cuba; Menia Martínez, Christy Domínguez, Elena del Cueto y Eduardo Recalt. Obras como Cántiga (Anna Leontieva-Cesar Frank, con diseños de René Portocarrero); La ciega (Anna Leontieva-Sergei Rachmaninoff); Mazurka (Anna Leontieva-Aram Jachaturiam); Le Journal (Anna Leontieva-Música popular francesa) fueron estrenadas o presentadas con gran éxito en el importante coliseo de Prado.


No es verdad. No puede ser. Semejante historia no puede ser “derribada”, sería un acto fallido, injusto y, sobre todo, inaceptable. Citando al Maestro, “tengo fe en el mejoramiento humano”, y el Payret, a pesar de sus muchos años sin su “razón de ser”, resurgirá de su estado actual y volverá a convertirse en uno de los centros culturales más atractivos y legendarios de esta Habana nuestra, la capital de todos los cubanos que muy pronto celebrará su 500 cumpleaños.



Dulce Compañía (un poema de Thelma Delgado)

Nota: Cada viernes un poema de Thelma Delgado. Puedes leer sus textos en el blog, en este enlace.


Sin pedir permiso se metieron a mi casa,!
Y como si ya la conocieran, en la oscuridad llegaron hasta mi cuarto;
en la penumbra pude ver sus caras sonriéndome con un gesto tan amable,
de esos que inspiran confianza; y, haciendo una reverencia con sus cabezas
se subieron a mi cama, se instalaron al lado de mi almohada y prendieron una fogata.
Como yo no salía de mi asombro ellos me dijeron con sus miradas:
-No temas, El nos mandó a velar tu sueño; duerme tranquila.
Hay cosas que no se debaten, y esa fue una de ellas.
La firmeza y la ternura de sus voces me hicieron sentir que estaba a resguardo con ellos.
Con el murmullo de sus voces y el calor de su fogata me dormí.
Esta mañana lo primero que vi al abrir los ojos, fue la sonrisa de todos ellos;
no sé cuántos son, no importa. Mi dormir fue placentero y reparador.
No sé por cuánto tiempo se quedaran a mi lado;
lo que sí se, es que las giralunas y los girasoles que me mandaste
me siguen haciendo compañía.




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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Thursday, January 10, 2019

Lourdes Libertad (entrevista por Baltasar Santiago Martín)


Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín, que comparta con los lectores, su entrevista a Lourdes Libertad, incluida en el próximo número de la revista CARITATE.

La presentación será el jueves 31 de enero de 2019, a las 8 00 p.m., en el Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami (111 SW 5th Ave. Miami, FL. 33135).


Lourdes Libertad, una señora cantante con el nombre muy bien puesto


por Baltasar Santiago Martín


Antes de comenzar este “confesionario” con Lourdes Libertad, quiero decir que, entre las casi ya 70 portadas de CARITATE, en estos ya más de seis años de publicación ininterrumpida, ha sido la de Lourdes una de las que he dedicado con mayor convicción y satisfacción. Se los confieso, y no solo eso, sino que estando dormido, en mi mente apareció muy claro este mensaje: “La portada de enero de CARITATE va a ser Lourdes Libertad”, y al otro día la llamé y se lo dije, para gran alegría de ella, porque hacía tiempo que se lo había prometido.

Nuestra artista en portada nació en La Habana, nada menos que el día en que el mes de enero se estrena, por lo que esta revista es también un amoroso regalo de cumpleaños para ella.

Lourdes, con un árbol genealógico de gran linaje –por ser hija del gran actor Germán Barrios, galán indiscutible de la Televisión Cubana en la década de los 60, y de la inolvidable cantante y compositora Lourdes Torres, desde su niñez y adolescencia cantó, bailó, fue la conductora de un espacio juvenil, y hasta grabó un disco de música infantil junto a su madre.

A sus 18 años, ya convertida en toda una profesional, comenzó a recibir recibir clases de Teoría, Música, Solfeo y Canto, y en 1983 creó el cuarteto “Solaris”, en el cual fue su voz prima, con numerosas presentaciones en espacios musicales de la televisión, teatros y centros nocturnos.

Su carrera como solista se inició en 1988, cuando, al verla en escena el gran compositor Alberto Vera, la invitó a sumarse a la Gira Nacional Para sentir amor, junto a figuras como Héctor Tellez y Annia Linares.

En 1991 viajó a México, como parte del espectáculo “Fantasía del Caribe”, y un año después actuó en los mejores cabarets y centros nocturnos de La Habana, como El Copa Room del Hotel Riviera; El Parisién del hotel Nacional; El Cortijo, El Pico Blanco y El Gato Tuerto, amén de sus presentaciones en television y también en los mejores teatros de la capital cubana, como el Mella, Nacional, América y la Sala Federico García Lorca del Gran Teatro de La Habana, hoy Alicia Alonso.

Los públicos de México, España, Venezuela, Colombia, Grecia, Inglaterra, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Holanda, entre otros, también han podido disfrutar de su opulenta voz y su gran carisma interpretativo.

Paralelo a todo esta intensa presencia de Lourdes en los escenarios, tanto nacionales como internacionales, el Salón de Boleros Dos Gardenias la tuvo como anfitriona durante 13 años, y la Plaza Cultural Arte Habana por 5 años, además de su trabajo en el Teatro Mariana Grajales y en el Museo de Artes Decorativas, que la hizo descubrir una nueva faceta suya: la producción y dirección de espectáculos, pues junto a su madre y su hija Jessie Riffá, también cantante, preparó Peligrosamente juntas –que comtinúa presentándose en la Isla.

Lourdes Libertad se ha presentado en importantes eventos musicales, como los Concursos de la OTI –en sus ediciones de 1991, 1993 y 1996 (en este último se llevó el tercer premio)–, y en el Concurso Juan Arrondo, donde ganó el Gran Premio en 1997.

Participó en todas las ediciones del Festival Internacional Boleros de Oro, realizadas en Cuba desde1991 hasta 2012, y por su excelente calidad artística y profesionalismo ha sido invitada a formar parte del jurado de diferentes certámenes musicales, así como actuar en comedias musicales en roles protagónicos. Importantes autores como Lourdes Torres, Alberto Vera, Rafael Espín, Mario Veiga, las Hermanas Diego, Elesbaan Diez y David Miranda, entre otros, le han entregado composiciones, pensadas y escritas para ella, y maestros como Frank Fernández y Harold Gramatges han quedado gratamente impresionados por su excelente técnica vocal.

Esta versátil y temperamental cantante ha sido incluida en el importante volumen Mujeres notables de la música cubana, de la musicóloga Alicia Valdés, y en el libro Te seguirá mi canción del alma. El bolero cubano en la voz de sus mujeres, de la autora española Yolanda Novo Villaverde.

En 2006 fue la única intérprete seleccionada para representar a Cuba en el Festival Internacional Boleros de Oro, de Venezuela.

Lourdes Libertad estuvo de visita en Miami en 2011, junto a su madre, la señora LourdesTorres, y en esa ocasión dio conciertos en “I Love Calle 8”, “Hoy como ayer”, “Alfaro's” y “Caribbean Night Club.

En 2013 decidió radicarse acá en la Ciudad del Sol, y su agenda – “¡gracias a Dios”, como ella misma lo dice– ha sido apretada: Alfaro’s, Millys Restaurant, Pekaditos, El Yunque, Caribbean Night Club y el Teatro Manuel Artime; así como presentaciones en horario estelar en programas televisivos hispano, y variadas intervenciones en programas radiales, junto a conductores de la talla de Mirka Pratts, Mariela Montes, Rey Ríos y Alfredo Rodríguez, entre otros.

En sus propias palabras: “No me ha faltado el trabajo; tengo un público que me sigue, y para colmo, he sido reconocida con la Llave de la Ciudad de Guttenberg, en New Jersey, en agosto pasado, y en abril de 2016, la de la ciudad de Miami. El señor alcalde, Tomás Regalado, dijo, al entregarme dicha llave: ‘Miami agradece que artistas como tú, con una excelente trayectoria, decidan venir a vivir aquí. porque eso engrandece nuestra cultura’”.

Tomás Regalado y Lourdes Libertad / Cortesía de la entrevistada.
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Lourdes Libertad, sin lugar a dudas. es una de las figuras más representativas de la cancionística cubana de las últimas décadas.

Madre e hija: las cantantes Lourdes Torres y Lourdes Libertad (foto cortesía de la artista)
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Después de esta exhaustiva presentación de nuestra luminaria invitada de enero 2019, procederé a someterla a un amoroso interrogatorio, para que tanto nuestros lectores como yo mismo podamos conocer más de su vida y de su carrera.

Cuando miras hacia atrás en el tiempo, ¿cuál es la primera imagen de ti cuando niña que te viene a la mente?

Existen varias imágenes: mis abuelos en mi casa de La Víbora; estudios de television; el Hotel Nacional, donde, por aquella época, mi mami y mi papi Miguel de la Uz vivieron por más de 5 años…

¿Qué maestros consideras que han influido más en ti?

De mi época docente no sabría decirte, pero mi maestro fue y será el hombre que fue un padre para mí: Miguel de la Uz.

¿Quiénes son tus paradigmas en el mundo del arte?

¡Wow! Tengo algunos: Elis Regina, Barbra Streisand, Barry Manilow, Manhattan Transfer (recuerda que me fascinan las armonías vocales)…

De Cuba: Mi mami, Rosita, Elena, Mirtha, Annia…

Después de tantos años en la música, ¿te sigue emocionando salir a cantar en un escenario, sea el de un gran teatro o un espacio más íntimo, como el de El divino?

Por supuesto, no se trata del escenario; eres tú, el artista, el que siempre debe tener ese respeto por cualquier escenario y por su público. Esos nervios no se van nunca. Sobre el escenario hay siempre una gran responsabilidad.

¿Cuáles son las canciones favoritas de tu repertorio?

Chico, si supieras: las quiero a todas, de la misma manera como se quiere por igual a los hijos.

Sobre tu madre has dicho: “La gente no entendía que éramos madre e hija, pero sobre el escenario, ella misma me consideraba su colega”.

Ella siempre dijo que sobre el escenario no había ni familia ni amigos; que todos éramos artistas tratando de dar lo mejor.

¿Cuál consideras que es el mayor legado de ella?

Su profesionalismo, el amor a su público, sus enseñanzas, sus canciones….

¿Qué cosas no pueden faltar en tu bolso de mano, en tu coche, y en tu casa?

En mi bolso: ¡el celular! (Jajajá)

En mi carro: Música

Y en mi casa: Paz

¿Tienes alguna superstición antes de salir a cantar?

Ninguna; nunca he sido supersticiosa.

¿Cómo es tu relación con tus fans, que por cierto son muchos, tanto en Cuba como en Miami?; ¿te incomoda que te pidan fotos con ellos, autógrafos?

Siempre le agradezco a Dios y a la vida por permitirme cantar, que es lo que amo hacer, y que eso me permita ser querida por muchos. Yo soy artista de pueblo; adoro a mis fans, y no me incomoda que me pidan fotos con ellos; para nada, al contrario.

¿Eres adicta a tener mascotas, es decir, gatos, perros, cotorras?

Adicta no, pero me fascinan los perros; solo que no tengo ninguno porque no me gustaría desatenderlo, y realmente mi trabajo no me permite dedicarle mucho tiempo a esto.

¿Estás de acuerdo con que las mujeres son el verdadero sexo fuerte?

Yesssssssssssssss! / Ouiiiiiiiiiiiiii! / ¡Síííííííííííííííííííí!

Las mujeres, cada día más, le mostramos al mundo nuestra valía; somos capaces de muchas cosas.

¿Te parece bien el llamado matrimonio igualitario?

¡Por supuesto! No entiendo cómo, a estas alturas, todavía existen personas retrógradas que no entienden que la gente tiene derecho a ser feliz como le dé la gana.

Dime tres adjetivos con que definirías a Miami:

Cosmopolita, tropical y famosa.

¿Crees eso de que todos hemos tenido una vida anterior?; ¿te han hecho alguna regresión?

Sí. Nunca me han hecho una regresión, pero sí creo en la reencarnación, y también creo en el espíritu, en la vida después de la muerte.

¿Cuál ha sido tu mejor viaje?

¡Wow! ¿Qué te digo? Es que todos han tenido lo suyo…

En todos los países en que he estado, he disfrutado y aprendido muchísimo.

¿Qué es la felicidad para ti?; ¿te consideras una persona feliz?

La felicidad es muy relativa; pienso que no se debe buscar la felicidad en las cosas exteriores, sino dentro de uno mismo.

Si estás en paz y eres consecuente contigo mismo, eres feliz.

Para una mujer tan temperamental como tú, tan intensa, debe ser más difícil lidiar con la envidia, la maledicencia y la mediocridad, ¿cómo te enfrentas a eso?

Muy fácil. ¿Te acuerdas de aquello de que “la ignorancia mata a los pueblos”? Veo y escucho a diario mucha envidia, celos, y sobre todo muchaaaaaaaaaaaa mediocridad, pero trato de vivir mi vida al margen de todo eso. No me lacera, no me quita el sueño.

Cuéntame sobre tus hjos.

Muy orgullosa de los dos. Jessie me ha dado a mi nieto Diego, que es mi mayor regalo; además, como sabes, ella es una excelente cantante y una gran actriz. Ya ha producido, dirigido y protagonizado obras de teatro.

Ariel tiene 22 años, vive aquí conmigo. Trabaja en una compañÍa llamada Always Winter y estudia programación de computadoras.

Jessie y Ariel, hijos de Lourdes Libertad/ Facebook - Lourdes Libertad
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¿Estás enamorada, casada, “ajuntada”?

Estoy casada con el amor de mi vida: Raúl Rodríguez, un excelente músico, y mejor ser humano.

Lourdes Libertad junto a su esposo Raúl / Facebook - Lourdes Libertad
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¿Cuál es tu opinion sobre la desaparición en Cuba de festivales como el Guzmán?

¡Ay, hijo, en Cuba han desaparecido tantas cosas!

Mientras haya tanto imbécil y tanta gente en puestos a los que solo les importa “vivir del nombramiento”, y tomando decisiones estúpidas, seguirán existiendo las desapariciones de grandes cosas.

¿Volverías a cantar en Cuba si te lo propusieran?

¡Seguro! Amo a mi gente de Cuba, a ese público cubano, que es uno de los factores fundamentales de los ya casi mis 39 años de carrera.

¿Te consideras una mujer y una artista exitosa?

Me considero una mujer realizada. Y como artista, no sé si exitosa o no, pero sí tengo mucho que agradecer por lo logrado.

¿Cómo sería para ti una Cuba ideal, un Miami ideal, un mundo ideal?

El mundo, sea donde sea, sería ideal si todos respetáramos al prójimo, sin egoísmos, sin hambre, sin guerras; con diversidad, mucho amor, y sobre todo, mucha armonía.

¿Cómo deseas que fuera tu futuro?

Que Dios me permita vivir lo suficiente para disfrutar de la vida, de mis hijos, de mis nietos, de mi gente. No sé, me gustaría tener superpoderes para saber qué pasará mañana, pero, como no los tengo, prefiero vivir el presente, el aquí y el ahora.

Jessie (hija), Lourdes Libertad y Lourdes Torres / Cortesía de la entrevistada
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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