Tuesday, December 4, 2018

Pequeña tregua para llegar a Ítaca -Fragmento- (un poema de Nuvia Estévez)

Nota: Cada martes un poema de Nuvia Estévez. Puedes leer sus textos en el blog, en este enlace.



Pequeña tregua para llegar a Ítaca (Fragmento)

Canto V

Entre lobos monteses y leones
Entre perros hambrientos y castrados
tiemblan lánguidos hombres desterrados
por el hacha sagaz de las pasiones
Es Circe quien derrama los ciclones
en el rostro viril de quien se ahoga
Es su voz el arpegio que interroga
sin mostrar la figura que amordaza
Es Circe divinal y pulcra taza
bañándote en el Pramnio de su droga

Tú puedes caminar hasta su fuego
Tú pudes sostener su dura piedra
macerar todo el verde de la hiedra
que adorna   su palacio donde el ruego
es deleite eficaz para su ego
Mas puedes apagar toda la llama
porque nunca a tu mano irá la escama
tajante del destino   Pues los dioses
te eximen de sus garras de sus toses
Tú puedes ir con Circe hasta la cama

“... pero hazle prestar el solemne juramento de que no maquinará contra ti ningún otro funesto daño”.





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Nuvia Estévez nació en Puerto Padre, Cuba, 1971. Ha publicado, entre otros, los poemarios “Últimas piedras contra María Magdalena”, “Penancolía”, “Maniquí desnudo entre Escombros”, “Misterio de Clepsidras” y “Las muñecas, las putas, las estatuas”. Su obra aparece en varias antologías y en estudios sobre poesía cubana. Actualmente reside en el Sur de La Florida.

(Miami) Cuban Basel Art Exhibition


“Cuban Basel”, presenta a 21 artistas cubanos, de diferentes generaciones que tienen algo en común: Miami. Algunos de ellos han producido toda una obra desde esta ciudad, otros han tenido contactos contaminantes con la misma, y otros han establecido relaciones profesionales con artistas locales. La muestra no es temática, ni el eje curatorial establece una hipótesis a priori sino que resulta una especie de exploración, un experimento social que se sustenta en el simple hecho del crear desde “aquí”. Y el “aquí” puede ser, a su vez, cualquier lugar. La exhibición pretende visibilizar prácticas que desafían el estatus quo de lo que se puede disfrutar, comúnmente, en Art Basel. Este evento es presentado por Umbrella Art Foundation. 

Monday, December 3, 2018

"Aquí vivió José Francisco Martí Zayas Bazán hijo de nuestro Héroe Nacional José Martí"


Recibo estas fotos desde el Camagüey, donde se puede apreciar la (original y personalizada) manera que han utilizado para llamar la atención, sobre un lugar en la calle Luaces, que fue habitado por el Ismaelillo

Imagino que ha sido una iniciativa personal, de alguien que ama la historia y admira al Apóstol cubano. Ojalá que este buen acto, sea percibido por quien debe ocuparse y plante una tarja como Dios manda. 

Además, se extienda la alerta  y se ocupen de colocar señal en su casa materna, San Ramón esq. General Gómez. (Joaquín Estrada-Montalván)

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Ver en el blog
(Camagüey) La casa de Carmen Zayas-Bazán

Cuándo, cómo y por qué, se fundó la primera Compañía de Ballet Profesional en Cuba (Angela Grau, revista "Cuba en el Ballet", 1972)

Sunday, December 2, 2018

Los trenes se demoran. Capítulo 22 (novela de Liset Lantigua)

Notal del blog: Agradezco a Liset Lantigua que comparta con los lectores, un fragmento de su más reciente novela Los trenes se demoran.

Se puede adquirir en los websites
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Ma no sabe qué hacer.

Tiene sueño pero teme quedarse dormida y descuidar la vigilia.

Tiene ganas de cerrar los ojos y pensar en Esteban como pensó hace siglos, cuando lo vio en el mirador.

Ese día, el hechicero acababa de llegar al bosque, la gente lo vio con un enjambre de retazos de tela a la zaga.

Ese día, Hugo habló de los sueños y de los deseos en la glorieta. Y Ma se acuerda. Y recuerda que quiso quedarse y que se quedó. Y también recuerda que luego tuvo ganas de desear el amor, porque Hugo había dicho que ese deseo hacía mejor a la gente.

«Nosotros le damos un calor bueno a la tierra cuando amamos. El suelo no recibe bien a los que no aman.

Dijo que lastimar a una persona por desamor era lo mismo que anotar, en los futuros ciclos, un desbordamiento o un estallido.

«Esa es la repercusión, porque quien ha sido herido derrama mucha tristeza, mucha vergüenza sobre la tierra. Sin llorar, sin dar alaridos, quien sufre de desamor carga una sonda de aire y va librando la pena por ella. Entonces la tierra se traga la sangre de los que han sido olvidados y hace de su piel un sitio de desierto en el que los hombres antiguos volvían a llorar a sus muertos, porque al pisarlo sabían que era sagrado el piso hosco que había nacido del desamor.

«Muchos tuvieron el valor de amarse otra vez en ese lugar y vieron florecer los peñascos de roca fría, y volvieron a cosechar el maíz y el trigo en el suelo que ya no conocía semilla. Pero de todas formas, reverdecido o no, ese seguía siendo un sitio agonizante».

«Eso pasa con los seres humanos —dijo Hugo—, el amor los constituye, el desamor los golpea y les deja la piel contrita. Adentro el desamor abre zanjas por las que no corre agua, y el suelo se cubre con una sal gruesa».

Habló de todo esto, porque Luisa, en ese tiempo, había llorado cerca de la quebrada durante nueve noches.

Lloró porque el hombre que había amado le dijo —un día en que ella había liberado una docena de pájaros de una de esas jaulas que se heredan—, que ellos no querían lo mismo, que era mejor no verse.

Después, la quebrada se puso oscura y bajó más aún, como buscando a su madre de aguas, que seguro le habló, como hacen las madres en estos casos.

Le habló tan suave, tan delicadamente, que Luisa dejó de llorar el desamor aquel.

Y Ma, conmovida, deseó hacerle bien a la tierra amándole hasta los huesos. Por eso cuando Esteban la miró y luego bordeó su cintura como subido a un barco en un puerto anaranjado de madera, lo amó.

Y trajo a Eva a su cuerpo.

Lo amó como se ama cuando no ha habido herida en la tierra que ponga a llorar los caminos o seque el mundo.

Así lo amó.







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Los trenes se demoran

Eva, la joven protagonista de esta historia recibe cartas de amor anónimas que la llevan a lo largo de la narración a ahondarse en la búsqueda implacable del autor de las epístolas. Los personajes de Los trenes se demoran parecen marcados por la incansable espera. Cada despedida se convierte en la carga del dolor por aquellos que se desvanecen, pero al mismo tiempo, el dolor y la pérdida forjan la esperanza en cada uno de ellos, creen en la nobleza de la magia y aquello que los une, aquello que los mantiene cerca, es la posibilidad de poder reencontrarse con los que se fueron detrás de viejas promesas.





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Liset Lantigua: Poeta y narradora cubano-ecuatoriana nacida en Los Arabos, Matanzas, Cuba, en 1976. Escritora de literatura infantil y juvenil, biblióloga, profesora de Literatura y editora. Su obra ha recibido reconocimientos como Lista de Honor IBBY 2009 por su novela Y si viene la guerra (Grupo Editorial Norma, 2006), y el Premio Nacional de Novela Darío Guevara Mayorga, de Ecuador, por Contigo en la luna (Grupo Editorial Norma, 2009) y por Me llamo Trece (Alfaguara, 2013). Entre otros libros suyos están Gato ama a Lola (Alfaguara, 2011), Ahora que somos invisibles (Alfaguara, 2010), Estas son mis manos (Pearson, Chile, 2012), El papá pintor (Altea-Alfaguara, Perú, 2012), Mi casa no es un naufragio (Alfaguara, 2012), Quiero ese beso (Zonacuario, 2013), Sofi, tu mirada (Edinun, 2016), Princesa Cochi, (Loqueleo 2016), Ana Delcirco de Findelmundo (Edinun, 2017) Metrópoli y otras muertes (Libresa 2017), Ancla (Amargord, 2017). El nido infinito, (Deidayvuelta, 2017), Los trenes se demoran (Planeta Lector Colombia, 2018). Es Máster en Edición por la Universidad Autónoma de Barcelona.


https://www.planetadelibros.com/libro-los-trenes-se-demoran/287833

Saturday, December 1, 2018

Méjico, el campamento (por Víctor Mozo)


Al toque de diana – que nunca fue con corneta - se unieron los gritos de los sargentos, Vicente Nodarse Pérez y Rafael Martel que apenas salido el sol entraban por dos de las cuatro entradas con que contaba la barraca para obsequiarnos con un brutal despertar bajando cuanto Dios y santos había en el cielo, sin olvidar a la Virgen. Le roncan los cojones, gritó un nuevitero desdentado que dormía frente a mí en señal de protesta. Morgado, otro de Nuevitas, no se quedó atrás: me cago en la puta madre que lo parió, diciéndolo a la vez que bajaba la cabeza para que los sargentos no lo notaran. ¡Arriba, arriba, tienen diez minutos para recoger las hamacas y lavarse!, gritó el sargento Martel.

Dábamos grima. La barraca con paredes y piso de palma y techo de guano no nos ayudaba, reinaba la suciedad. De manera obligada nos sentíamos hermanados por los malos olores que de seguro despedíamos y que nosotros mismos ni sentíamos después de más de 24 horas sin lavarnos. Sin olfatearnos como los animales, nos escudriñamos tratando de saber quién era quién.

Salimos casi en tropel para lavarnos un poco la cara en unos lavaderos de cuyas llaves salía un hilo de agua. Los más listos habían traído jabón, pero muchos como yo se atenían solo al cepillo y la pasta de dientes. Al menos mi boca no apestaría y el agua refrescaría mi cara aun somnolienta.

Me sentía perdido. Como bien lo describiría mi amigo y compañero de infortunio Pedro Bencomo Sarmiento, me habían sacado de un mundo: “Fue un trancazo físico y emocional sin transición alguna, un día estábamos ensayando para el vals de los 15 de fulanita y al otro día estábamos en casa del carajo con gente vociferándote en los oídos”. Los gritos, las malas palabras, serían mi pan cotidiano como lo sería también esa tierra roja que pisaba y que nunca había visto. Pensaba a veces que debajo de mis pies se encontraban las entrañas del mismísimo infierno.

Ciento veinte hombres conviviríamos hacinados en dos barracas con los cabos de la UMAP y el hedor de las cercanas letrinas. Completarían el campamento la barraca con piso de cemento que cobijaba a los sargentos, al jefe de compañía y al segundo al mando, más una pequeña oficina. El trabajo esclavo no podía dejar de contabilizarse.

El nuevo grito de a formar con las erres bien arrastradas del sargento Rodríguez me sacó de mi estupor. En lo adelante siempre formaríamos en el mismo lugar, no lejos de la barraca de los oficiales. Los once de Jaronú caímos en el pelotón 1. En lo adelante yo sería el número 28. Además de utilizar un número para llamarnos, también utilizarían la palabra elemento. A eso nos reducían, a ser “elementos”.

A la voz de marchen, nos encaminamos de nuevo al comedor donde nos dieron dos dedos de café claro y un pedazo de pan que engullimos con la rapidez del hambriento. Al salir, un paseo breve por las obligadas letrinas me puso frente a una realidad que no me esperaba, o me enfermaba o salía inmune de todo aquello.

Y de nuevo a formar, a marchar bajo el sol por no sé cuántas horas. Cinco minutos de descanso y me precipité al lavadero a tomar agua cometiendo el gran error de beber rápido. En medio de la formación, esperando la próxima voz de mando, vomité lo poco que había tragado. Pedí permiso para salir de la formación. ¡Negativo! Me respondió el sargento Rodríguez. Creí que me iba a desmayar. El 27, un guajiro de Santa Lucía y el 29, Ercilio Serrano, otro guajiro, me sostuvieron por los brazos. ¡Compañía atención! ¡Derecha, dré! ¡De frente, marchen! Nunca supe de dónde saqué fuerzas, pero aguanté hasta el almuerzo que consistió de nuevo en sardinas y boniato salcochado con su cáscara para variar el menú. Las porciones fueron de nuevo escasas y devoradas en pocos minutos.

Por la tarde nos dieron lo que sería nuestro uniforme: dos pantalones, uno azul y otro verde oliva; una camisa gris, una gorra, el distintivo, un sombrero de guano y un par de botas. Nos dieron además dos calzoncillos, dos pares de medias, un minúsculo pedazo de tela antiséptica que serviría de toalla y un jabón. Como calzado un par de botas carmelitas de trabajo, ¡y a arreglárselas para encontrar el buen número! El intercambio de botas entre unos y otros sirvió para entablar un poco la conversación. Los testigos de Jehová, que ya eran tres, rechazaron todo lo que fuera de color verde oliva. Había gente de Minas, Senado, Nuevitas, Sola, Holguín, Morón. Los de la ciudad de Camagüey seríamos unos 15. Para casi todos, más que la ropa, tener un jabón en las manos fue de amplio regocijo.

Las tablas que servían de piso en las duchas parecían más rojas que la propia tierra. Una veintena de llaves conectadas a tubos servían para ducharse. Duro momento la primera vez en que por grupos, sucios y desnudos, tratábamos de guardar una distancia prudencial. La principal preocupación era mantener el espacio vital, quitarse el churre de encima y ponerse el dichoso uniforme que al menos estaba limpio.

Nos volvieron a cansar de tanto marchar y marchar, ¡ni que fuéramos cadetes para desfile militar! La comida fue la repetición del almuerzo y la noche cerró con una marcha más y el grito obligado de patria o muerte que el sargento Rodríguez nos hacía repetir hasta que se cansara.

Raro campamento dizque militar. No había asta ni mucho menos bandera. Nunca se cantaría el himno nacional ni siquiera en las fiestas patrias. Imposible cantarlo, vivíamos en cadenas y en afrenta y oprobio sumidos. La Patria había dejado de ser ara para ser pedestal.


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Ver textos anteriores de Víctor Mozo, en el blog

Presentación del adagio del ballet "Vértigo", por Arts Ballet Theatre of Florida, en el XXVI Festival Internacional de La Habana (por Baltasar Santiago Martín)

Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín, que comparta con los lectores, su texto sobre la presentación del adagio del ballet Vértigo, por Arts Ballet Theatre of Florida en el XXVI Festival Internacional de La Habana, incluido en el próximo número de la revista Caritate, Octubre-Noviembre-Diciembre 2018.

Foto/Nancy Reyes Suárez
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El domingo 4 de noviembre de 2018, en el marco del XXVI Festival Internacional de La Habana, la primera bailarina venezolana Mary Carmen Catoya y el bailarín brasileño Johnny Almeida, ambos pertenecientes a la compañía Arts Ballet Theatre of Florida, bailaron el adagio del segundo acto de Vértigo, un ballet en proceso, con coreografía del Maestro Vladimir Issaev (también director de la compañía), y música compuesta por Bernard Herrman (New York, 1911-1975) en 1958, por encargo de Alfred Hitchcock, especialmente para su película homónima, cuyo argumento ha sido llevado a libreto para ballet por este servidor.

Aunque ya este adagio había sido estrenado en el XXII Festival Internacional de Ballet de Miami, para esta cita habanera el Maestro Vladimir Issaev enriqueció aún más su coreografía, con cambios además en el vestuario de la pareja protagonista que lo hicieron todavía más vistoso.

Vuelvo a citar, como en mi reseña del estreno miamense, las palabras del gran escritor Guillermo Cabrera Infante sobre la banda sonora de la película, cuya gran fuerza y belleza me inspiraron la idea de emplearla y adaptar el argumento para un ballet homónimo:
(…) Pocas veces el arte de un director de cine ha sido tan bien servido por su músico como en Vértigo, una película que se puede oír transcurrir con los ojos cerrados mientras la música suena sugerente. 
(…) Esa música no viene de ninguna parte, viene de todas partes, es la música ubicua, la música total, la música del cine, en que las imágenes son otra forma de música, pero donde la música es la forma final de las imágenes.
Insisto, por tanto, en que el primer mérito que tiene este adagio es haber demostrado con creces que “esa música” puede ser bailada, que su drama ha podido encontrar a un talentoso coreógrafo y a una dotada pareja de bailarines de ballet para asumirlo, como ha sido el caso del Maestro Issaev, y de Catoya y Almeida, que en su actuación en la función de La Habana estuvieron brillantes, muy seguros y entregados a sus atormentados personajes.

Más allá del hecho artístico en sí, me complace mucho que una pareja de bailarines de una compañía de ballet de la Florida haya vuelto a ser invitada a este festival, a sabiendas de que en las dos ocasiones Mary Carmen iba a bailar coreografías con libreto mío, que no comulgo en absoluto con el régimen que ha destruido nuestro país, y que no me autocensuro ni me reprimo para criticarlo.

Como bien dicen que una imagen vale más que mil palabras, acompaño esta crónica “impresionista” con las sugerentes y preciosas fotos que la gran fotógrafa y pintora Nancy Reyes Suárez (ver “Arteraciones II”) me hizo el favor de tomar ese día para CARITATE:


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Ver textos anteriores de Baltasar Santiago Martín, en el blog

Friday, November 30, 2018

Little Havana estrena bandera


Raúl de la Rosa, un director artístico en total plenitud (por Baltasar Santiago Martín)

Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín, que comparta con los lectores, su entrevista a Raúl de la Rosa, incluida en el próximo número de la revista Caritate, Octubre-Noviembre-Diciembre 2018.


Raúl Jesús de la Rosa Moya, director artístico cubano de Espectáculos Musicales radicado en La Habana, Cuba, ya con más de 30 años de experiencia en la profesión, nació el 17 de abril de 19y49 en Cruces, antigua provincia de Las Villas.


Se inició en el gran espectáculo con la creación y puesta en escena del espectáculo Vedettísima, una revista musical en torno a la figura de Rosita Fornés, nuestra primera vedette, y de ahí hasta la fecha ha dirigido presentaciones muy importantes de esta artista, como La Fornés del 2000, Rosita Fornés, mis tres vidas, Tres tiempos de mujer, hasta, incluso, la gira nacional con el espectáculo Una Rosa para todos, por 18 ciudades de todo el país.


Es especialista en Teatro Musical, y con esas características ha puesto en escena obras y selecciones del repertorio nacional e internacional, tanto en lo lírico –zarzuelas y operetas, como María la O, La Princesa de las Czardas, La Duquesa del Bal Tabarin y Las Leandras–, como comedias musicales, tales como Mame (La tía Meim), Hello, Dolly!, La jaula de las locas (La Cage aux Folles), así como otros espectáculos de revista con fragmentos de estas obras principales del Music Hall.

La Princesa de las Czardas
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En muchas ocasiones ha montado las coreografías de sus propios espectáculos, ya que posee una base técnica de ballet, disciplina que ha impartido en talleres, sobre todo el ballet aplicado al teatro musical.

Sus puestas en escena han recorrido los escenarios de los principales teatros de Cuba: Karl Marx, Mella, Gran Teatro de La Habana, América, Sauto, Terry, Heredia, Principal de Camagüey, Principal de Ciego de Ávila, La Caridad, Amadeo Roldán, etc.

Ha dirigido a las principales figuras del arte de su país. Además de a Rosa Fornés, ha tenido bajo su responsabilidad el trabajo de Luis Carbonell –con quien tuvo una entrañable amistad–; Omara Portuondo, Lourdes Torres, Annia Linares, Elena Burke, Mirtha Medina, Farah María, Carlos Manuel, Héctor Quintero, Miriam Ramos, Vania, Haila María Mompié, Antolín, Marcos Medina, Los Drakus, Ana Lidia Méndez, Luis Silva, Churrisco, José Valladares, Carlos Ruiz de la Tejera, José Antonio Rodríguez, Mario Aguirre, Maureen Iznaga, Leyanis López, Aurora Delgado, Niurka Reyes, Ana María Perera, Yolíe, Mundito González, Héctor Téllez, Linda Mirabal, María Eugenia Barrios, Laritza Bacallao, María del Carmen Prieto, Sandra Orce, Anaís Abreu y Yenet Cruz, Raúl Araujo, Alina Clemente, Leticia Nelli, Yenisei del Castillo, Grétel Cazón, Carmita Ruiz, Saeed Mohamed, Dani Barrios, Rafael Espín, Leo Garrido, Ivette Cepeda, Yunier Díaz e Idania Valdés, entre otros.

Espectáculo Chaplin en burlesque
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En sus espectáculos, en varias ocasiones, ha contado con la participación de prestigiosas agrupaciones: el Ballet Nacional de Cuba, la Banda Nacional de Conciertos, la Orquesta Sinfónica Nacional, el Teatro Lírico Nacional; el Ballet, la Orquesta y el Coro de la Televisión Cubana, así como los Coros Nacional de Cuba, Entrevoces, Coralina, Vocal Luna, Vocal Leo y Orfeón Holguín; el Teatro Lírico de Holguín, compañías danzarias: Danza Contemporánea de Cuba, Codanza, Danza del Alma, Danza Libre, Conjunto Folklórico de Camagüey, Comp. Folklórica La Campana, Folklórico Onilé, Latin Dance, El Divino de Cuba, y varias agrupaciones teatrales de todo el país, siendo, a menudo, sus espectáculos grabados y transmitidos por la televisión nacional a todo el país.

Entre sus últimos trabajos se recuerdan el espectáculo Otro Amanecer: Homenaje al maestro Meme Solís, con los intérpretes más populares del momento, y presentado en pantalla el propio Meme, dirigiéndose al público que colmó el teatro América, para aplaudir su música; y en el mismo escenario, el concierto Que hablen, ofrecido y en tributo a Las Diego, con ellas presentes, a teatro lleno.

Estrenó, por primera vez en Cuba, su exitosa versión completa del musical Víctor Victoria, por los 75 años del teatro América. Y en este teatro mantiene, desde hace 10 años, el evento Otoño Trans, el mayor y único evento teatral de los transformistas cubanos.

Dirige la compañía de espectáculos ShowMAX, en la ciudad de Cienfuegos, presentándose en distintos centros culturales y nocturnos de esa ciudad.
Compañía de espectáculos
 ShowMAX
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En cuanto a su confrontación internacional, ha presentado sus trabajos en escenarios teatrales y centros nocturnos de México, Panamá, España, Venezuela, Curazao y Estados Unidos, y se recuerda con agrado la Gala Homenaje a Eliseo Grenet, presentada en el Teatro Manuel Artime, de la ciudad de Miami, con las actuaciones de Malena Burke, Aymé Nuviola, Carlos Manuel, Roberto Torres, Miosotis Parapar, Yolíe, y una gran orquesta acompañante dirigida por el maestro Ernesto Márquez, convirtiéndose entonces en el primer director artístico que, siendo residente en Cuba, dirige un espectáculo en Estados Unidos, con intérpretes todos cubanos del exilio, y en un teatro oficial de la ciudad de Miami.

Durante años dirigió los principales espectáculos de la Jornada Cucalambeana en la provincia de Las Tunas, así como también el Festival Cinemazul. Igualmente dirigió espectáculos importantes en eventos establecidos oficiales, como la Fiesta de la Cubanía en la ciudad de Bayamo, y las Romerías de Mayo y Fiesta Iberoamericana en la ciudad de Holguín.

Tanto en el extranjero como en el territorio nacional, ha impartido conferencias y conversatorios, ilustrados con la participación de bailarines y proyecciones fílmicas sobre el origen, los códigos, características, principales intérpretes y modalidades del espectáculo de teatro musical y las principales formas musicales de Cuba, tales como el son, el pilón, el guaguancó, la rumba, etc.

Actualmente prepara la puesta en escena de La jaula de las locas (La Cage aux Folles), a estrenarse el 23 de noviembre de 2019 en el Teatro América, y el ambicioso proyecto de la representación de Cats, con la compañía de teatro musical Ópera de la Calle.

Además de su labor en la escena en la presentación de obras, trabaja en la asesoría y en la audición de nuevos valores solistas y agrupaciones, así como de espectáculos y compañías. Es jurado permanente de distintos eventos competitivos para intérpretes del género en todo el país.

Bienvenido, Raúl de la Rosa, a la Tertulia de APOGEO del mes de noviembre de 2018 en Art Emporium.

¿Cómo el niño que fuiste –y que espero que todavía lleves dentro– descubrió el teatro?

Supe de este mundo de buena música y de la existencia de un teatro musical, increíblemente, en mi pueblo natal: Cruces, de la actual provincia de Cienfuegos, cuando en las clases de Música de la Secundaria Básica, mi profesora Malula Medialdea nos enseñó las distintas formas musicales, los formatos de las agrupaciones; a identificar los instrumentos por su timbre y las distintas modalidades de representaciones teatrales con un protagónico musical, tales como la ópera, la opereta y la zarzuela. También, en los finales de curso, participé en montajes de escenas o estampas en el Teatro Aparicio de mi pueblo natal.

¿Cómo y cuándo te iniciaste profesionalmente en este giro de la dirección de espectáculos musicales?

Después de ser Asistente de Dirección, de haberme graduado de Productor, y de pasar tres cursos en la Escuela Vocacional de Ballet, que estaba adjunta al Ballet Nacional en su misma sede, incursioné en la dirección artística, pero no fue hasta el montaje de Vedettísima, con nuestra Rosita Fornés, que ya comienzo en grande y para toda la vida en este comprometido rol.

¿Quiénes han sido tus maestros, tus modelos, tus paradigmas?

La misma Rosa, con su profesionalismo, y Luis Carbonell, con su modestia y pedagogía, han sido mis maestros. Admiré mucho, y me sirvieron de ejemplo, los montajes de Héctor Quintero y Nelson Dorr, el modelo a seguir en cuanto a dirección artística en Cuba. Las puestas en escena en el otrora Teatro Musical de La Habana, por la compañía del mismo nombre, y las del Teatro Lírico Nacional, en la sala Federico García Lorca –del hoy GTH “Alicia Alonso” –, definieron mi gusto y mi camino a seguir.

“Nuestra droga es el teatro. Deberíamos asistir a una cura de desintoxicación, pero no queremos”, ha dicho la actriz española Concha Velasco; ¿concuerdas con ella?

Ella tiene toda la razón; es como una adicción de la que te quieres librar, pero no puedes. Y, peor aún, piensas, analizas y concluyes teatralmente sin darte cuenta, porque ya ha pasado a formar parte de tu vida.

¿Te atreverías a dirigir una ópera o un ballet si te lo propusieran?

Cómo no, estaría en mi cuerda. Siempre he querido dirigir La Medium, de Gian Carlo Menotti. Encuentro que el montaje de una ópera es menos complicado que el de una zarzuela u opereta, ya que no tienes que marcar movimientos, expresión y desplazamientos en textos hablados, que se dificultan cuando el intérprete es cantante, pero no actor. En cuanto al ballet, pues he tenido en ocasiones la participación del Ballet Nacional de Cuba en espectáculos míos. Un espectáculo todo de ballet sería muy atractivo para mí.

¿Te consideras un “transgresor”?

Te diría que me gusta o me atrae lo difícil, lo que nadie hace, y me atrae rozar entonces lo que no se puede hacer, pero no llego hasta lo ilegal; digamos que soy atrevido, pero no me considero un transgresor.

¿Cómo ves la salud de las artes escénicas en la Isla?

En Cuba hay mucho talento: buenos intérpretes, dramaturgos y coreógrafos. Esto hace que se hagan representaciones de gran valor artístico en salas idóneas para estos montajes, y se hace un gran esfuerzo por el acondicionamiento técnico y tecnológico de estas, pero hay veces en que el desarrollo y el desempeño se ven afectados por trámites o parámetros burocráticos que demoran en resolverse.

¿Cuál es tu máxima en la vida?

“Trabajar para darle al público lo que sé que quieren ver en un escenario”. Ayudar a quien necesite de mí me hace sentir muy satisfecho.

¿Cuáles son tus obras teatrales musicales predilectas de todos los tiempos?

Me fascinan los Musicales de Broadway, sobre todo los de Jerry Herman; también las revistas españolas, aunque me atrae mucho la opereta, por su música, alegre argumento y posibilidades danzarias.

¿Cuáles son tus metas inmediatas y a largo plazo?

Dirijo una compañía de espectáculos en Cienfuegos actualmente, que se llama ShowMAX, y trabajo para que salga adelante y que mis artistas se sientan a gusto y que cada vez sean mejores.

En pocos días tendré en el Teatro de Variedades América, de La Habana, la oncena edición de Otoño Trans, un evento, el único, que muestra y presenta seriamente a jóvenes transformistas.

Para el próximo año tengo en planes el montaje de Cats, de Andrew Lloyd Webber, con la compañía Ópera de la Calle, y debo estrenar en noviembre el musical La jaula de las locas, de Jerry Herman, también en el América, con un variado elenco.

¿Cuáles son las historias que están teniendo mayor demanda por parte del público cubano: las comedias, los clásicos, etc.?

Por supuesto que la comedia. La vida está dura, y el conflicto que vives en casa día a día la gente no quiere repetirlo en el teatro. Esto es en general, porque cuando hay una buena y creativa puesta, allá va el espectador.

Si te tocara dar clases en una academia de actuación, ¿qué es lo más importante que les dirías a tus alumnos?

Que se crean lo que están haciendo, que vivan el personaje después que lo estudien y lo analicen profundamente, pues si después de esto no se divierten haciéndolo, entonces al público no le va a llegar.

Según tú, ¿la televisión debe ser solo para entretener, o entretenida y culta a la vez?

No resisto la televisión estúpida para cerebros huecos. Es increíble como hay programas de alta factura que suponen un gran gasto de dinero y no transmiten nada positivo. La televisión, además de entretener, debe ser culta. Nuestra misión, además, debe ser educativa, y la televisión es un medio idóneo para instruir.

¿Qué es para ti más importante, la fidelidad o la lealtad?

Ambas están emparentadas. Una conlleva a la otra.

¿Cuál ha sido tu mayor reto?

El montaje de obras que han sido estrenos en Cuba, como Víctor Victoria, de Blake Edwars, que se estrenó exitosamente hace dos años, en el América, por el 75 aniversario de este emblemático teatro. También fue fabuloso homenajear a Las Diego por su obra, llevarlas a Cuba y presentarlas en escena, pudiendo agradecer ellas ese aplauso mayor.


¿Algún sueño no realizado en cuanto a proyectos de dirección?

Me hubiera gustado hacer con Rosa un musical grandioso como Mamma Mia, o haberla dirigido en la puesta completa de una opereta como La casta Susana, pero ya no será posible; se nos hizo tarde.

Sobre el espectáculo Otro Amanecer, Homenaje al maestro Meme Solís, ¿qué fue lo más emocionante?

Bueno, hubo tres cosas emocionantes: el haber podido grabar a Meme en New York dirigiéndose al público que iba a colmar el teatro, y ver eso en la pantalla grande en el escenario, eso fue un gran efecto; el poder de convocatoria que tuvo entre los cantantes, que ninguno se negó a participar –allí estaban todos los del momento–; y el lleno total de público con su gran aplauso.

¿Cómo te gustaría que te recordaran?

Como alguien que siempre fue sincero en todo lo que ofreció, nada más.

¿Algo que quieras agregar?

Mi agradecimiento a la Fundación Apogeo por este trabajo para mí, y a todos los que han distinguido mi labor artística en estos años, así como a los intérpretes, tanto cantantes, actores o bailarines, que han estado conmigo en este camino, a veces angosto, otras veces grandioso y lleno de sorpresas, pero que, sin dudas, nos ha dado muchas satisfacciones.


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Ver textos anteriores de Baltasar Santiago Martín, en el blog


Tu Alma (por Thelma Delgado)

Nota: Cada viernes un poema de Thelma Delgado. Puedes leer sus textos en el blog, en este enlace.



Tu alma


Cuando cansado estés de bocas besar
Y otro cuerpo despierte junto al tuyo
Y preguntes si fue por rencor u orgullo
No lo dudes, no tardes en regresar

Y cuando tu cuerpo pregunte por el mío
Y ya no quieras de nuevo comenzar
Recuerda que yo te abré de esperar
En aquel nuestro lecho allá junto al río

Que los pájaros cantarán de alegría
Ya que la vida nunca ha sido ultriz
Y sin tu calor un día más yo moriría

También tu alma perdonó mi desliz
Y se que el amor en su sabiduría
Nos dejará ser de nuevo muy feliz




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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Presencia femenina en las Guerras Independentistas (por María del Carmen Muzio)


Harto difícil puede resultar la investigación sobre la presencia de la mujer durante nuestras dos grandes guerras del siglo XIX por la independencia de Cuba. Las razones son variadas, y una de ellas es la escasa documentación. Otras son el patrón modélico que las consideraba destinadas únicamente a la salvaguarda del hogar, a la crianza de los hijos, a bordar, tejer; y, en el mejor de los casos, tocar el piano.

Ni los mismos mambises que combatían al retrógrado español veían con agrado la presencia femenina en la manigua. La toleraban, especialmente en los hospitales de sangre, pero si esta se convertía en un soldado más no dejaban de sentir cierta extrañeza.

No obstante, muchísimas de ellas cooperaron de diferentes formas: las más osadas en la propia manigua siguiendo a los esposos, en la curación de los heridos y enfermos, empuñando el rifle o el machete, agentes confidenciales y en los comités de ayuda tanto en la Isla o en la emigración.

Les resultaba imposible a nuestros aguerridos mambises librarse de sus masculinos criterios. Un ejemplo lo ofrece Bernabé Boza cuando anota en su Diario la llegada a la guerra del doctor Hernández «acompañado de su joven y bella esposa»(1): «Soy franco: admiro su belleza femenina, pero no me gusta su valor masculino. Por otro lado: en un campamento una mujer ve y oye, lo que ni ver ni escuchar debe una señora»(2).

El criterio del general de brigada no es suyo exclusivo; muestra el sentir sobre la mujer de la mayoría de aquellos héroes, debido a un añejo «constructo cultural». El grado más alto que se les concedió durante la guerra, aún a las que se batieron en combate, fue el de capitana. De todas las que participaron, tanto en una guerra como en otra, inexplicablemente, una sola alcanzó el de comandante. Todavía en plena República dominaba el pensamiento patriarcal heredado de los mismos peninsulares a los que tan ferozmente combatieron en la manigua. Indiscutiblemente, es un tema que requiere una profunda investigación.

A continuación menciono un grupo que, por supuesto, puede ampliarse en la medida que otras investigaciones nazcan o aparezcan biografías olvidadas en el estante de alguna biblioteca.

En primer lugar se relacionan las que poseen la dicha de hallarse en el Diccionario de Historia Militar de Cuba, tomo I, Biografías editado por Verde Olivo.

Enumeradas por el mismo orden alfabético del Diccionario y de forma sintética son:

Gabriela de la Caridad Azcuy Labrada, Adela (1861-1914). Una de las más conocidas, capitana. Pinareña, se desempeñó como enfermera y también combatió como soldado en importantes combates: Cacarajícara, Tumbas de Estorino, y el dificilísimo de Ceja del Negro, bajo las órdenes del Mayor General Antonio Maceo. Lógicamente, no vestía a la usanza femenina, sino le llaman «de amazona» con machete al cinto y su maletín sanitario.

Ana María de la Soledad Betancourt Agramonte (1832-1901) Creo que resulta muy conocida esta camagüeyana por su discurso en la Asamblea de Guáimaro; sin embargo, antes de marchar a la manigua con su esposo su casa era un depósito de armas y hospedaje.

María Magdalena Cabrales Isaac (1842-1905) Esposa de Antonio Maceo marchó con él y con Mariana a la manigua. Sus dos hijos murieron; cuidaba las heridas de su esposo y a los enfermos. Finalizada la guerra marchó a Costa Rica y Jamaica donde fundó el Club de Mujeres Cubanas y el Club Femenino José Martí respectivamente.

Mariana Grajales Coello (1815-1893) La más conocida de las figuras femeninas por su entrega a la causa independentista aún a costa de la vida de sus propios hijos. Curó heridos en los hospitales de campaña.

Rosa María Castellanos Castellanos, Rosa la Bayamesa (1834-1907) Capitana. Había sido esclava al incorporarse a la guerra. Cuidaba heridos, confeccionaba ropas y fungía como mensajera. Cerca de Santa Cruz del Sur creó el hospital de sangre más grande en las luchas independentistas. Participó en las dos guerras, su conocimiento de las plantas medicinales ayudó en la curación de los heridos. También combatía como soldado.

Trinidad Lagomasino Álvarez (¿) Pocos datos preciso se conocen sobre ella. Capitana, fue mensajera del EL. Mensajera personal del general Máximo Gómez. Lo mismo combatía que atendía heridos. Se le conoció con el sobrenombre de «La Solitaria».

María de la Luz Noriega Hernández (¿-1901) Una de las figuras más atrayentes tanto para una amplia biografía como para una novela. De excepcional belleza se incorpora a la guerra junto a su esposo el médico Francisco Hernández. Capitana. Enfermera, combatiente, Maceo con admiración la llamó «La Reina de Cuba». En Matanzas acompañaba a su esposo enfermo cuando irrumpe una columna invasora que lo fusila frente a ella y la mandan a la colonia penal que existía en Isla de Pinos. Indultada en 1897 regresa a la manigua; contrajo matrimonio nuevamente con el coronel Enrique Yáñiz pero se suicidó en 1901.

Isabel Rubio Díaz (1837-1898) Bastante conocida sobre todo en Pinar del Río donde un municipio lleva su nombre. Capitana. Su casa se convirtió en centro de conspiración; en la manigua se dedicó a la curación de enfermos y heridos. Se encontraba en su hospital de sangre cuando este fue atacado por los españoles, herida y apresada murió tres días después.

Cristina Pérez Pérez (1848-1947) Capitana. Vivía intrincada en el monte cuando la odisea del general José que había desembarcado en Duaba y ella lo ayudó. Espiritista, convenció con sus medio a parte de los abominables «Indios de Yateras» para que se pasaran al EL los que llevarían el nombre de «Rgto. Hatuey». Experta en el manejo de las armas participó en combates además de laborar en los servicios de sanidad.

Mercedes Sirvén Pérez-Puelles (1872-1948) La única mujer que alcanzó el grado de comandante en la guerra. Doctora en Farmacia, hermana del coronel Francisco Sirvén, fundó una «botica revolucionaria» en la manigua para abastecer los diferentes hospitales de sangre. Con una mula y un fusil iba por los campos abasteciéndolos.

Luz Palomares García (185º-1948). Capitana. Marchó desde muy joven a la manigua con su familia que casi toda murió macheteada ante sus ojos por los españoles y ella fue hecha prisionera. Posteriormente, desterrada a Baracoa auxilió a los expedicionarios de la goleta «Honor» desembarcada por Duaba. Su finca se convirtió en refugio de expedicionarios y ella llegó incluso a defenderla con su machete.

Bernarda del Toro Pelegrín, Manana (1852-1911) Esposa del My. Gral. Máximo Gómez. Se incorporó a la guerra junto con su madre y sus hermanos más pequeños; en 1870 se casa con Gómez y sus primeros cuatro hijos nacieron en la manigua. Junto con su esposo e hijos pequeños cruzó la trocha Júcaro-Morón hasta 1877 que sale a Jamaica. Después, en Dominicana rechazó cualquier tipo de ayuda económica. A la muerte de Panchito fundó con su nombre un club revolucionario en Montecristi. Se opuso a la corriente anexionista.

Catalina Valdés (1837-1915) Capitana. Cuatro de sus hijos varones fueron oficiales del EL. Creó un hospital de sangre en Vuelta Abajo que defendió con las armas y nunca pudo ser tomado por los españoles.

Para esta segunda enumeración fue necesario rastrearlas en libros, documentos, u otro material.

Sofía Estévez y Valdés de Rodríguez (1848-1901). Poetisa camagüeyana, casada con el capitán Manuel Rodríguez, viuda, es obligada a emigrar a Cayo Hueso, su casa es refugio de los necesitados.

Rosario Sigarroa (-1924) Patriota cubana quien laboró junto a Alfredo Zayas en la Junta Revolucionaria. Desterrada, estuvo en Tampa hasta la Guerra del ’95 cuando regresa a Cuba y funda hospitales en la manigua. En 1897 fundó El Cubano Libre y durante la república Cuba Libre de escasa duración.

Amalia Simoni Argilagos (1842-1918) Esposa del My. Gral. Ignacio Agramonte. En la manigua colaboró en los hospitales de campaña; arrestada por los españoles no transigió en escribirle al esposo para que traicionara. Desterrada a New York regresa al finalizar la Guerra de los Diez Años pero la obligan a emigrar. Desde entonces se dedicó a recaudar fondos para la independencia.

María Josefa Adán Betancourt, Eva (1855-¿) Esposa del Gral. Alejandro Rodríguez con quien colaboró en sus ideas independentistas. Fue Delegada del Gobierno Revolucionario en su natal Camagüey. Desterrada a Estados Unidos.

Blanca Rosa Téllez del Castillo (1854-¿) Sobre esta patriota aparecen pocos datos. A los 14 años durante el incendio de Bayamo incendió su propia casa y marchó a la manigua, hecha prisionera fue desterrada. Casó con el general Rogelio Castillo.

Clemencia Arango y Solar (¿) Hermana del oficial Raúl Arango. Durante la Guerra del ’95 fue Delegada de la Junta Revolucionaria en La Habana, según Estrada Palma «su mejor confidente» en la capital.

Emilia de Córdova (1853-1920) Durante el gobierno de Weyler asistía espiritualmente a los condenados en capilla a ser fusilados en el Foso de los Laureles. Se dedicó a colectar fondos para la causa independentista, colaboró con las tropas de Máximo Gómez en Matanzas hasta que es deportada. En Cayo Hueso funda una casa de huéspedes que fue refugio de compatriotas; regresó a Cuba durante la Guerra Hispano-cubana- norteamericana como miembro de la Cruz Roja. Durante la República fue la primera mujer mecanógrafa.

América Arias López (1857-1935) Esposa del general José Miguel Gómez lo acompañó a la manigua donde colaboró como enfermera, correo y mensajera.

Magdalena Peñarredonda Dolley (1844-1937) De las mujeres más transgresoras, abandona a su esposo para dedicarse a la lucha independentista. Desterrada a Estados Unidos por publicar un artículo subversivo en fecha tan temprana como 1888. Regresa a partir del Indulto de la Corona. Funge como Delegada de Maceo en Artemisa durante la Invasión y después con Estrada Palma. Prisionera en 1898 en la Casa de Recogidas durante la República no cejó como periodista de criticar la corrupción de los gobiernos.

Candelaria Figueredo Vázquez, Canducha (1852-1914) «La Abanderada». Hija de Perucho Figueredo paseó la bandera cubana por Bayamo el 20 de octubre de 1868. Marchó a la manigua con su familia, fortuitamente no cae prisionera cuando lo hace la mayoría de ellos; pero en 1871 es apresada y desterrada a Jamaica. Casó con el compatriota Federico del Portillo pero no regresó a Cuba hasta que concluyó el gobierno español.

Con seguridad nos aguardan nuevos nombres, o estas mismas claman por un estudio más amplio: la mayoría de nuestras mambisas espera porque se les desempolve del olvido.


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  1. Bernabé Boza, Mi diario de la guerra, tomo I, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974, pp. 172-173.
  2. Ídem. Se refiere a la bellísimoa Luz Noriega, quien llegó a capitana del 6to. Cuerpo del EL, asesinado su esposo delante de ella, jamás se recuperó y se suicidó en 1901. Piedra Martel también ofrece testimonios sobre ella en Mis primeros treinta años.


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María del Carmen Muzio Zarranz (La Habana, 1947). Tiene publicadas las novelas El camafeo negro (1989), Sonata para un espía (1990), La Cuarta Versión (2000) y Dios no te va a entender (2015), así como los ensayos Andrés Quimbisa (2001), María Luisa Milanés: el suicidio de una época (2005) y el libro de cuentos para niños Los perros van al cielo (2004). Ha merecido varios galardones y reconocimientos entre los que destacan su mención en el Concurso Internacional Relato Policial, Semana Negra, Gijón, España (2002) y la del centro “Juan Marinello” por su ensayo sociocultural sobre la figura de Andrés Petit.


Pedro Díaz: de Esclavo a General (por María del Carmen Muzio)


Nuestras guerras independentistas rebosan de nombres gloriosos, algunos mambises más conocidos unos que otros, pero todos necesitados del recuerdo agradecido. Así, en el Museo de los Capitanes Generales, en la sala donde se conserva el bote en que el Lugarteniente General Antonio Maceo burlara la Trocha Mariel-Majana al cruzar en él la bahía, se lo debemos al general Pedro Díaz, quien lo atesorara por su importante significado. También, en una esquina de la misma sala se observa un retrato de este general bastante ignorado.

Pedro Antonio Díaz Molina nació el 17 de enero de1850 en Yaguajay de madre esclava y cuya condición y apellido heredó. En 1869 se incorpora a la manigua; prestó servicio en el Cuerpo de Sanidad y lo mismo atendía a los heridos españoles que a los cubanos. Tuvo, entre otros jefes, a Carlos Roloff y Fernández Cavada. Fueron muchísimas las acciones de guerra en que participó durante la Guerra de los Diez Años en las provincias de Camagüey, Oriente y Las Villas. Terminó la guerra bajo las órdenes de Francisco Carrillo y con el grado de comandante.

Pero no estaría mucho tiempo fuera del campo de batalla, pues se incorpora a la Guerra Chiquita; al concluir, en 1880, había sido ascendido a teniente coronel. Después, durante la tregua, alcanzada su libertad a punta de machete, residió en Remedios donde trabajó como obrero en diferentes ingenios de la zona.

En 1895 se alza en armas, su antiguo jefe Carrillo es detenido, y Pedro Díaz se incorpora a las tropas de la Invasión. Al año siguiente, con Gómez y Maceo, entra en Güira de Melena y Alquízar, entre otros pueblos habaneros. El Generalísimo lo mantiene bajo su mando en La Habana y lo asciende a brigadier. Por otra parte, Maceo lo solicita para su campaña en Vuelta Abajo. Primero lo eleva a jefe de División de Pinar del Río y luego lo asciende a General de División. Muchísimos son los combates en que participa: El Rubí, Tapia, y Ceja del Negro, considerado el más sangriento ocurrido en la zona vueltabajera. Encargado por el Lugarteniente recibió las expediciones de Leyte Vidal y Rius Rivera, las que llevó sin contratiempos hasta el campamento del Titán de Bronce.

Por la necesidad de Maceo de dirigirse a Las Villas, por los problemas históricos bien conocidos, lo selecciona para que lo acompañe y se haga cargo de la 1era. División del 4to. Cuerpo de Ejército. Atravesó en el bote la bahía con Maceo y estuvo presente en el triste combate de San Pedro. El Lugarteniente le había ordenado, durante la batalla, por la impedimenta de la cerca que se adelantara junto con otros para derribarla. Sobre la caída del Titán son innumerables las versiones existentes a las que, desgraciadamente, pocas pueden considerarse fidedigna; lo cierto que atestiguan los testimonios es el implacable e intenso fuego español.

A Pedro Díaz aún hay quien defenestra sobre él: que si corrió en el combate, que Miró Argenter y él le dijeron al Generalísimo que este último había rescatado los cadáveres, versión desmentida más tarde, ya que fueron las tropas de Santiago de las Vegas al mando de Juan Delgado las que encontraron los cadáveres… Son tantas las diferencias que pudiera escribirse una novela, desde que Zertucha (creo que con razón) exclamó ante el cuerpo inerte del Lugarteniente «¡Se acabó la guerra!». Lo cierto es que todos salían heridos, Nodarse, Miró, e iban a buscar refuerzos porque, inexplicablemente, no podían con el cuerpo muerto del General. Entonces, no echen la culpa toda sobre el antiguo esclavo.

Recuperado el cadáver, Pedro Díaz perteneció al selecto grupo conocido como del «pacto del silencio» quienes mantuvieron en absoluto secreto el lugar exacto donde habían sido enterrados los cadáveres de Maceo y Panchito Gómez Toro. Conservó un retazo de la camiseta ensangrentada del Lugarteniente.

Cumplió la misión que Maceo le había dado de marchar a Las Villas; sin embargo, cuando Rius Rivera –quien sustituyera al Titán en la jefatura del 6to. Cuerpo– cae prisionero, Gómez le encomienda que se haga cargo del ejército occidental. Desde que entra en Vuelta Abajo, el 9 de mayo, activó las operaciones militares, fortaleció las redes de información a las que contribuyeron, en Artemisa, Magdalena Peñarredonda y el párroco de San Marcos Evangelista, monseñor Guillermo González Arocha. También ayudó a la población civil víctima de la Reconcentración dictada por Weyler, y aplicó con denuedo la tea incendiaria. Opuesto a los planes autonomistas, durante la Intervención organizó la Junta de Veteranos y Patriotas.

Ya en la República fue electo representante a la Cámara por Artemisa, cargo que desempeñó hasta 1906. Fiel a los ideales independentistas perdidos, se retiró de la política republicana al poblado de Candelaria donde vivió con su compañera de la guerra, Hilaria Bocourt, de cuyo matrimonio nacieron seis hijos. Falleció en Caimito, a los 74 años.

Resulta difícil hallar una acción importante vinculada al Lugarteniente en que no participara este antiguo esclavo por su valentía devenido general. Merecedor de un estudio biográfico, es de los nombres imprescindibles de nuestra historia.



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María del Carmen Muzio Zarranz (La Habana, 1947). Tiene publicadas las novelas El camafeo negro (1989), Sonata para un espía (1990), La Cuarta Versión (2000) y Dios no te va a entender (2015), así como los ensayos Andrés Quimbisa (2001), María Luisa Milanés: el suicidio de una época (2005) y el libro de cuentos para niños Los perros van al cielo (2004). Ha merecido varios galardones y reconocimientos entre los que destacan su mención en el Concurso Internacional Relato Policial, Semana Negra, Gijón, España (2002) y la del centro “Juan Marinello” por su ensayo sociocultural sobre la figura de Andrés Petit.

Ballet Nacional de Cuba, 1969 (Integrantes, repertorio, presentaciones... Catálogo del Festival de Ballet del Gran Teatro del Liceo de Barcelona)

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