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Monday, February 1, 2021

"La Avellaneda una y otra vez". Palabras Preliminares por Matías Montes Huidobro (2014)


He escrito La Avellaneda Una y Otra Vez, con el corazón en la boca y un puñal en la garganta, a punto de exclamar “¡Terrible tempestad! ¡Mándame un rayo!”, al modo de Munio Alfonso y de la propia Gertrudis Gómez de Avellaneda, pero como casi todo lo escribo bajo similar impacto, no hay que sorprenderse por el exabrupto. No hay duda que la motivación más inmediata me la ha dado la celebración del bicentenario de su nacimiento, y en no menor medida el propósito del escritor Rolando D.H. Morelli, empeñado en preservar y darles el debido reconocimiento a la vida y obra de una figura que, como Gertrudis Gómez de la Avellaneda, ha sido sometida a múltiples cuestionamientos y que precisamente en el momento en que escribo estas líneas, es el agente propulsor e iniciático de una celebración que merece hacerse por todo lo alto, especialmente entre aquellos que no podemos llevarla a efecto en el territorio que fuera Puerto Príncipe. 

No es sin embargo, la primera vez que me aproximo a Gertrudis Gómez de Avellaneda. Cuando se publicó La Enciclopedia de Cuba, editada por Vicente Báez y publicada por Playor, en 1973, Gastón Baquero se puso en contacto conmigo para poner a mi cargo, la parte correspondiente al teatro, cuya introducción escribí bajo el título de “Teatro colonial cubano: desconcierto trágico-burlesco”, en la cual incluía un acápite destinado a la Avellaneda. De ese mismo año, se publicó, en el Diario las Américas de Miami, con motivo de la conmemoración de su muerte, un artículo que se llamó “Partir es la voz de Tula”, que reproduzco en esta edición. 

Ese mismo año, en un Symposium sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda, que se celebró en New Paltz, New York, en memoria de su fallecimiento en 1873, presenté un trabajo titulado “Las leyes de la acción en el teatro de la Avellaneda”, que en las memorias del symposium que publicaron Gladys Zaldívar y Rosa María Cabrera, fue eliminado por decisión de los editores y que ha permanecido inédito. En 1983, escribo un ensayo, “Rituales versallescos de la Avellaneda”, que presento en la reunión de la American Association of Teachers of Spanish and Portuguese que se celebró en Seattle, también sin editarse, y en mi libro sin publicar, Claves significativas de la literatura cubana. Siglos XVII, XVIII y XIX, le dedico un extenso número de páginas al análisis de sus obras dramáticas. Por consiguiente, el drama que ahora doy a conocer en torno a la vida y obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda, descansa en una bastante extensa, pero no exhaustiva, investigación e interpretación, en busca de claves que me llevaran a un mejor entendimiento de una de los protagonistas más importantes de la literatura dramática cubana.

Pero escribir una pieza dramática sobre la vida y obra de la Avellaneda no es tan fácil como el análisis de sus obras y, de entrada, comprendo que se trata de una aventura escénica peligrosa, de la cual no es fácil salir airoso. Me anteceden, que yo sepa, tres dramaturgos cubanos: Héctor Santiago, cuya obra recuerdo de un montaje que se realizó en Miami ya hace unos cuantos años; textos parciales de una lectura que se hizo, también en Miami, de la obra de Raúl de Cárdenas; y más recientemente, Tula la Magna, de Pedro Monge Rafuls, que tengo en mi poder, y que es la única que he leído. Posiblemente existan puntos en común, ya que partimos de una misma biografía, a la que he ajustado mi propia interpretación del dato biográfico.

Mucho más difícil se hace si se pretende abarcar la totalidad, como es el caso de mi propuesta, en lugar de un segmento de relaciones personales y literarias como ocurrió con Un objeto de deseo, sobre José Martí, que es mucho más compacta. Por otra parte, la protagonista es una figura de tan larga y compleja trayectoria personal, literaria e histórica, y en el plano personal tan llena de contradicciones, que es muy difícil lograr escénicamente, hasta el punto que para poder proyectar los desdoblamientos de su personalidad, decidí convertirla en “tres Tulas”, para simplificar el análisis, y trabajar con tres personajes. Tula, aproximadamente la más joven, alocada y erótica; Gertrudis, de mayor madurez (en la medida de su carácter), física y síquicamente hablando, y La Peregrina, asociada con sus aspectos más luctuosos. Con frecuencia en la obra, aparecen interactuando unas con otras, e inclusive ciertas confusiones al establecer un diálogo entre ellas, son intencionales.

Ante un teatro que ha declarado de forma implícita o explícita, (y que además pide excusas si la obra va más allá de un acto), que el lenguaje es su mayor enemigo, pidiendo excusas adicionales por el uso de la palabra (como si Shakespeare, Calderón o Ibsen tuvieran que hacerlo), vista como enemiga de la acción, a favor de las más desquiciadas extravagancias del espectáculo, atreverse con la vida y obra de una figura dramática y literaria como la Avellaneda, que exige el uso del lenguaje como clave significativa de la acción misma (y como ella hizo para crear estupendos personajes) es decididamente una locura que queda fuera del canon que algunos han inventado. No hay dudas de que su propio teatro, y su obra cumbre, Baltasar, e inclusive su deliciosa y teatral La hija de las flores, hoy en día, sólo la llevarían a escena reduciéndola a hueso y pellejo, y que quizás por ello a pocos se les ha ocurrido montarlas. Bajo tales premisas, dudo que alguien la estrene, y me conformo con que algunos la lean y, como la esperanza es lo último que se pierde, estoy seguro de que se llevará a escena algún día –lo cual es sólo una aparente contradicción. De paso, a Tula la saco ligera de ropa, con alguna fogosa escena con Tassara, y a Sab con el torso desnudo (poca cosa), casi al final de la obra, para ver si van a verlo.

De ahí que decidiera dividirla en una serie de “actos” cuyo conjunto da el “todo”; o el “casi todo”. Aunque hay una diferencia entre una cosa y la otra, el concepto de la obra dentro de la obra funciona como unidades parciales representables por su cuenta, en la cual aplico una variante del más vale tarde que nunca, convertida en más vale algo que nada. Cada acto tiene su nombre y podría funcionar como texto independiente. Podría decirse que se trata de un conjunto de obras en un acto sobre la Avellaneda (siete en total), aunque obviamente la parte no es el todo. 

En todo caso, para que la actriz no se encuentre en el dilema del “mucho texto”, aunque lo haya, al subdividir el personaje de la Avellaneda en tres personajes (más del unipersonal del tercer acto) esto permite una subdivisión competitiva entre varias actrices interpretando cada una de ellas una parcela de un mismo personaje, sin enfrentarse a la tarea de tener que memorizarlo todo, aunque reconozco que con Gertrudis hay bastante. Aunque ciertos personajes masculinos (en particular Tassara, que se me impuso) deben mantener sus señas de identidad, con el uso del coro masculino y la participación alterna que propongo a lo largo de una obra de extenso reparto, el conteo del mismo se reduce a un máximo de doce actores. 

Naturalmente, con todo lo que hay, no está todo. Y la intertextualidad, con la que ya estuve trabajando cuando escribí Un objeto de deseo, la reduje considerablemente. En todo caso, ante ocasionales disyuntivas en que me plantée el problema de corto o no corto, me decidí por no cortar más de lo cortado para que los otros cortaran a su antojo. Pretender que no corten es pedir peras al olmo. Ciertas secuencias, dejan la puerta abierta a cortes (líricos, dramáticos), que naturalmente yo preferiría que no se hiciesen. 

Fiel al documento, a la investigación, a la información crítica, quiero advertir que la ficción no es la historia, y que a la historia, al dato concreto, sólo puede llegarse mediante una ficción que lo complemente –a su modo. A partir del epistolario en particular, que dice mucho pero no lo dice todo (como debió ser la propia intención de la autora), se construye el texto, con cambios por razones técnicas y escénicas que obligan a abrir nuevos caminos, adicionales sugerencias, sin preocuparme la unidad de estilo. Fiel al original en la medida de lo posible, los materiales están ahí para jugar con ellos y ajustarlos a un criterio interpretativo.

Le soy deudor, por consiguiente, a las fuentes, a partir de la propia Avellaneda, cuyo textos más fieles al original aparecen entre comillas, y en especial las secuencias que corresponden a algunas de sus obras, puede que con algunos ligerísimos cambios. Le debo dar las gracias en particular a Carmen Bravo-Villasante, cuyo libro Una vida romántica: la Avellaneda, me sigue fascinando, incluyendo la presencia de Tassara y sus versos, que acaba robándose algunas escenas de la obra. A esto habría que agregar, las investigaciones de Emil Volek y su reciente publicación de las cartas de la Avellaneda, y a un libro algo trasnochado, pero con la pátina del tiempo, de Rafael Marquina; disparates de sus detractores (en particular Martí) y otras fuentes a las que trato de darles crédito en la medida que enriquezcan pero no entorpezcan el desarrollo de la acción.


Diciéndolo de otro modo, ya sea una obra en siete actos o siete actos en un acto, el resultado es:

LA AVELLANEDA UNA Y OTRA VEZ

I Al Partir
II El fin del mundo
III Cartas de una enamorada
IV Una fantasía erótica
V Tour de Force
VI El juicio de Tula
VII La Vuelta a la Patria
Se puede adquirir en “AMAZON” 
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Texto publicado originalmente en este blog el 7 de febrero de 2014.

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ver en el blog: Fragmento de "La Avellaneda una y otra vez" (por Matías Montes Huidobro)

Saturday, October 26, 2019

Fragmentos de "Mi vida detrás del telón. Memorias. Tomo I" (de Matías Montes Huidobro)

Nota del blog: Agradezco a Matías Montes Huidobro, que comparta con los lectores unos fragmentos del Tomo I de sus Memorias, recientemente publicado.

Para adquirir 



La boda de mis padres



Estoy seguro que mi padre, Matías Montes Perrote, un inmigrante perteneciente a esas generaciones de españoles que se integraron a la vida cubana después de la Independencia, hijo de un médico, resintió en pequeña o en gran medida la decisión de que lo enviaran para Cuba cuando era un adolescente, bajo el “protectorado” de los Gancedo, donde empezó trabajando en las tareas más humildes, seguramente sintiéndose humillado por un posición que no le correspondía al hijo de Cesáreo Montes, un respetable hijo de un médico de provincias.

Un pez grande que se come a un chico

Parecíamos felices. La boda de mis padres debió haberse llevado a efecto con todos los requisitos del caso, con su correspondiente y atractiva composición fotográfica donde no se anticipaba la tormenta. Mi padre llegó a hacerse contador de libros de los negocios de madera que tenían los Gancedo en Sagua la Grande, trabajo que llevaba a efecto cuando se casó con mi madre. También estoy seguro que debió enamorarse auténticamente de ella, que podía asociar con todas las virtudes clásicas atribuidas a las mujeres más honestas de la vida española, alienada de toda concepción pecaminosa, como si ella surgiera de las páginas de una novela española del siglo XIX. Yo recuerdo que vivíamos bastante bien, y tengo todavía en mi memoria el zaguán, la sala, el comedor, el traspatio y los cuartos, que configuran más o menos el escenario de mi cuento “La vida bajo las alas”. Algunas reuniones “sociales” que tenía mi mamá con algunas amigas, con unas tazas de café muy bonitas. Y no puedo tener la menor idea de los motivos que llevaron a mi padre a romper con aquella idílica provinciana que me parecía muy estable. En el traspatio tenía una cría de gallinas, y tengo la memoria de un bautizo donde una gallina que se llama Eusebia Cosme hacía su entrada triunfal en la casa con unos pollitos, y mi mamá celebraba el acontecimiento con una amigas invitadas a la merienda. Al fondo había un cuarto donde a veces dormíamos y allí tuve mi primera pesadilla: un pez grande que se tragaba un pez chico.

A mi madre, a pesar de ser mi padre un hombre inteligente y trabajador, seguramente sensible y apasionado, no creo supiera apreciarla debidamente y, sencillamente, nos dejó cuando yo tenía siete años, saltando de Sagua la Grande a Sancti Spíritus. La hizo sufrir mucho con esta separación, y a mí también. No lo juzgo, porque la sicología y la sexualidad son muy complicadas, pero sencillamente a él le debo las primeras pateaduras y gran parte de mis traumas. No creo que me quisiera. De ahí que en “Memorias del tiempo viejo”, una narración corta que corresponde a este período de mi niñez, me sumerjo en la desolación interna de una decapitación emocional de la cual no he podido recuperarme ni siendo un octogenario: el trauma de una ausencia paterna que resultó irreparable. Mi madre era simple y llanamente una santa, que tiene que estar en el reino de los cielos, y a quien le rezo como si fuera la Virgen María.

Vestido de paje, dispuesto para la lucha
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De rodillas y en oración, 
dispuesto a tomar la primera comunión
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Nocao
Estación de Ferrocarril "El Undoso"
Puente el Triunfo
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De mi infancia en Sagua la Grande queda el recuerdo de la Estación de Ferrocarril donde llegaba todos los domingos procedente de Cifuentes; el Colegio de los Reverendos Padres Jesuitas donde hice el primer grado, como correspondía a un niño de mi clase social; el puente el triunfo que conducía a “los jesuitas”; la azotea del Hotal Plaza donde vivía tía Lolin y pasaba toda la semana para estudiar en la Politécnica; los cines Principal, Alkázar y Encanto, donde tía Lolin nos había conseguido un “pase” para irnos a ver películas cuando quisiéramos. En la educación religiosa siempre está presente la imagen de mi madre, de donde me vino la herencia cristiana que, a pesar de mi heterodoxia, iba arraigar en la médula de mi alma, con todos sus traumáticas consecuencias, conflictos emocionales enraizados en el subconsciente, que me enfrentarían al trauma del muro de Dios. Después del kindergarten, pasé a los Jesuitas, que era el paso inevitable hasta convertirme, primero, en un paje modelo listo después para una primera comunión perfeccionista. Era un niño modelo hasta tal punto que la maestra de kindergarten le preguntaba a mi madre si no estaría enfermo. En el subconsciente creería que me estaban adoctrinando para joderme, como efectivamente ocurrió. Justo es decirlo, era un comemierda, dispuesto a recibir la pateadura que me fuere encomendada. Pero mi padre, que después de todo era español y taurino, características que nunca perdió, creo que para su mal, y probablemente el mío, lo recuerdo con dejos de violencia, pero no creo me pusiera jamás una mano encima, aunque seguramente no le daría motivos para hacerlo. Cuando un chiquillo cabrón del primer grado quiso joderme, me sacó del santuario de la calle Colón para que le entrara a trompadas. Las consecuencias de aquel incidente no puedo narrarlas, pues quedaron en el nocao de la memoria, pero siendo yo un chiquillo flaco y enclenque, no creo que ganara la batalla, que debí perder y puede que mi padre, si la perdí, nunca me la perdonaría. Acabaría huyendo al Teatro Principal con Bette Davis y todo el elenco de la Warner Brothers, al Alkázar donde ponían las de la MGM, o en el Encanto con María Duval, Amelia Bence, y en los prostíbulos de Mecha Ortiz.

Colegio de los R.P. Jesuitas
 Teatro Principal
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Un medio hermano

Trabajando para los Gancedo como tenedor de libros en un negocio de maderas, mi padre decidió cuando yo tenía aproximadamente siete años, irse de Sagua y establecerse en Sancti Spíritus. La decisión fue fatal, cuando menos para mí, mucho más para mi madre y seguramente para él. El proceso traumático que se inició a consecuencia de decisión semejante, en el cual simple y llanamente nos abandonó, me ha acompañado toda la vida y seguramente mi persona hubiera sido muy diferente si él, que creo era un empecinado, no hubiera dado semejante paso. Provisionalmente, al parecer, mi madre se quedó por un tiempo con sus hermanas hasta que él se estableciera en Sancti Spíritus y encontrara un lugar decente donde vivir, cuando precisamente lo que hizo fue iniciar otra familia. Juzgarlo, no lo juzgo, pero para mí resultó desastroso. No sé hasta qué punto el fuerte lazo entre las Huidobro fue factor determinante, y sólo recuerdo un par de viajes a Sancti Spíritus, que era una pequeña ciudad de aspecto colonial muy diferente a Sagua, de líneas rectas y trazado tirando a lo neoclásico, donde estuvimos en un hotel, pienso más bien una pensión, y visitamos el aserradero que había abierto, sin condiciones materiales aceptables para que nos quedáramos a vivir allí.

Manina, mi tía y mi madrina, cuyas opiniones eran determinantes en la familia, creo que se opuso que mi madre se quedara en Sancti Spíritus en situación tan precaria. No sé si mi madre cometió un error al no hacerlo, pero esas fueron las circunstancias. En uno de esos viajes mi padre se apareció en la pensión con un niño, y creo haber planteado una reconciliación o solución del conflicto si mi madre aceptaba volver con el niño, propuesta que pareció inaceptable y a la cual seguramente Manina se opuso. Claro está que de esto sólo tengo vagas memorias, como las de una herida que nunca ha podido cerrarse.

Hace unos diez años, cuando estaba haciendo una presentación en la Universidad de Miami, se me apareció aquel niño que era mi medio hermano. Se acercó y me dijo: “¿El nombre de Cesáreo te dice algo?” “Sí, era el nombre de mi abuelo”. “Pues nosotros somos medio hermanos”. “A sí, claro”, le dije más o menos, y nos dimos las manos. Hablamos algo más, que no recuerdo claramente, y la situación era un poco difícil, pero no demasiado. Sin contar que era totalmente inesperada. Afortunadamente, mi hijo estaba presente, para aligerar el encuentro. En el fondo no me importaba, y habían pasado demasiados años para que tuviera significado. Creo que me enseñó una fotografía con mi padre, que tenía en la billetera. Yo no tenía ninguna que mostrarle, porque en la billetera sólo tengo, generalmente, una fotografía de mi madre. Quedamos en que nos veríamos nuevamente y le di mi número de teléfono. Fue un encuentro frío, congelado, pero correcto. Tengo la impresión de que yo fui un poco más espontáneo que él, pero el encuentro no funcionó. Él no me llamó y ahí quedó la cosa. Habían pasado muchos años y aquello no significaba nada.


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Ver Matías Montes Huidobro en en el blog

Friday, May 31, 2019

Día de la Dramaturgia y el Teatro Cubano en el Exilio. 2019 (por Matías Montes Huidobro)

"La Sal de de los Muertos",
 de Matías Montes Huidobro. 
Foto/Ulises Regueiro
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Palabras de Matías Montes Huidobro presentadas en Artefactus Theatre el 30 de mayo del 2019 con motivo de la celebración del Día de la Dramaturgia y el Teatro Cubano en el Exilio.

En el día de hoy se celebra el Día de la Dramaturgia y el Teatro Cubano en el Exilio fundado en homenaje del crítico cubano José Escarpanter, idea conjunta de Artefactos Theatre, en Miami y Ollantay, New York. Esto se dice en pocas palabras, pero significa mucho. Y tiene mucho más meollo que las pocas palabras que lo componen, que paso a interpretar. Un análisis textual de lo expuesto, si empezamos por la palabra “celebración”, nos lleva a enfrentarnos a la dualidad.

¿Una celebración? ¿La celebración de habernos tenido que ir de Cuba por un régimen que estableció el discurso de la intolerancia y la tiranía, con el cual empezó el teatro cubano del exilio? Esta decisión abismal que se nos presentó a todos nosotros en la búsqueda de “una libertad que no te será fácil” como digo en Gas en los poros, y que cada cual puso en práctica cuando pudo o cuando quiso, es la clave existencial de la historia a partir de 1959, y la de todos nosotros, que somos “los acosados” Pero si la “celebración” es el signo de la resistencia, la lucha por la afirmación del ser, y el ser del teatro, entonces hay un giro de noventa grados y somos la historia, que nos asegura la permanencia por mucho que quieran borrarnos del mapa, el to be or not to be de lo que somos. Hasta tal punto que “el otro teatro” que es el de ellos, no puede vivir sin la conciencia del nuestro.

Porque en la guerra de la Madre y la Guillotina que impuso el castrismo, se revierte el proceso de una honda de David bíblica que implica, como punto de partida, el degollamiento de la cabeza de Goliat, aunque todavía no esté en el cesto de la basura, pesadilla recurrente de la historia de Cuba que ha gestado el teatro de la crueldad en escena y fuera de ella, como logro de una estética teatral del oprimido.

Si la crueldad gesta y hace teatro, y la crueldad es materia prima, nosotros somos eso, somos Cuba en el destino del destierro, ya que no estamos allí. Entonces nuestra celebración es nuestra resistencia, es estar aquí en el fin del mundo como principio del todo, como ejemplo de una lucha de más de medio siglo en que las dos ambivalencias adicionales de la dramaturgia y la representación, como dos caras de una misma moneda construye lo más fuerte. Si la palabra de la dramaturgia se une a la gestualidad de la actuación, nos encontramos con una honda de David detrás del telón capaz de descabezar al monstruo imponiendo la dolorosa realidad del destierro. Porque, después de todo, ¿quién se lo iba a decir a Goliat? Es la honda de David de los marginados, porque son estos los que serán los primeros en el conteo histórico, aunque duela vivirlo, llevarlo a escena.

El teatro es el más marginado de todos los géneros literarios, pero en ello consiste su fortaleza. Sirva la marginación de ejemplo. ¿Quién le iba a decir a Fidel Castro que la resistencia de la marginación de los homosexuales y su obsesiva persecución, iba a ser la herida clavada de una resistencia de un hombre nuevo que él mismo se había inventado? ¿Quién le iba a decir a Hítler que las cenizas de un judío incinerado iba a ser la victoria final del más débil que convertido en un puñado de cenizas iban a configurar la mancha histórica del holocausto como si fuera un maldición bíblica al pueblo alemñan? ¿Y quien le puede decir a Trump que ponerle unas esposas a un joven de dieciocho años es un acto criminal y no es mero teatro capaz de quedar fijo en la memoria colectiva? No sólo en Cuba el arroz con pollo es un acto político como dije en Tirando las cartas. Los más débiles son siempre los más fuertes.

Ciertamente es duro, porque la intolerancia es brutal, la tenacidad es desoladora, y la pateadura es de ponerse a gritar. A mí me han puesto fuera de quicio No hay más que verme llevado a escena como me caracteriza Christón Ocon, con mis perretas en Puro Teatro, muecas, saltos y contorsiones incluso con mi bata de casa, porque ese soy yo a punto de ahorcarme.

Pero sólo el teatro podrá darnos la sobevivencia en el exilio. Cada obra que se monte escrita por un dramaturgo en el exilio, en un teatro del exilio, es una reafirmación de nuestra identidad nacional. No es una coletilla que puede tratarse conciliatoriamente como “otro teatro” que finalmente se acepte como bueno para “asumir la totalidad del teatro cubano”, aunque por muy buena que sea la intención, no somos ciudadanos de segunda clase; no somos “el otro”, sino “el todo”, que son connotaciones sutiles pero diferentes, porque “exilio” es núcleo de esta “celebración”, que no tiene lugar en Cuba, pero en el exilio, y el exilio es más cubano que las palmas.

Sirva finalmente el texto de Rubén en Exilio, a modo de marca de fábrica hudidobriana al estilo de Hitchcock. para cerrar estas palabras del día del teatro cubano en el exilio. “Entonces fue cuando entendí, Román. Tenía los ojos cerrados pero todo lo veía claramente. ¡El teatro donde éramos libres! ¡Las candilejas, los vestidos, el maquillaje! ¡Las luces. Román, un centenar de luces que venían hacia mí, hacia nosotros, aquellos fuegos artificiales de nuestra imaginación! ¡Y todo era una fantasía a donde nadie podía llegar,…! ¡El teatro, Victoria, la única verdad posible!



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Ver en el blog 

Tuesday, April 9, 2019

Pro Teatro Cubano presenta: "Puro Teatro" (La navaja de Olofé, La soga y Tirando las cartas)


Pro Teatro Cubano presenta:

"Puro Teatro" (La navaja de Olofé, La soga y Tirando las cartas), de Matías Montes Huidobro.

Foto/Ulises Regueiro
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Marcia Arencibia-Henderson, Christian Ocón e Ivette Kellems.

Dirección: Marcia Arencibia-Henderson
Asistente de dirección: Luis Agüero
Sonido: Saúl Barat - Luces: Leandro Peraza.

Abril 12, 13, 14, 19, 20, 21, 26, 27, 28. Viernes y sábado a las 8 30 p.m y domingo a las 6 00 p.m.

Artefactus Theater
12302 SW 133 Ct.
Miami, Fl. 33186.

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Este montaje bajo la dirección de Marcia Arencibia-Henderson, con un elenco formado por Ivette Kellems, Christian Ocón y Arencibia-Henderson, reúne tres piezas de Matías Montes Huidobro, La navaja de Olofé, Tirando las cartas y La soga, en una compacta y novedosa unidad dramática que es Puro Teatro

Teniendo como punto de referencia fundamental La navaja de Olofé, estrenada en el Primer Festival de Teatro en Miami de 1986, y llevada a escena exitosamente en Brasil y España, vuelve ahora a Miami en una composición metateatral con Tirando las cartas, que se lleva a escena por primera vez y La soga donde los personajes, jugando a las cartas, viven entre la vida, la muerte y el deseo, como si fueran trapecistas de altos vuelos. 

La soga, dada a conocer por primera vez en Caracas en 1994, en las lecturas dramatizadas de Teatro Ensayo, con la participación y dirección de la actriz cubana Laura Zerra, es, según el crítico venezolano Moreno Uribe, “una obra de género minimalista, último boom en cuanto a la dramaturgia universal, que expone brevemente el discurrir del drama humano en síntesis de tiempo y espacio”. “Una cuerda invisible, una soga de pánico”, según acota Eddy Souza, “hizo del cubano un posible suicida, un fugitivo de sí mismo, un inmigrante a la fuerza”. Dirigida y protagonizada por Mauricio Rentería y el Grupo Teatral Olofé, La soga se estrenó en España. Finalmente, llega a Miami interactuando con La navaja de Olofé y Tirando las cartas. Esta última refleja algunas de estas vicisitudes biográficas e históricas de la vida cubana, y trabaja con intertextos que hacen uso del teatro dentro del teatro, que tan importante papel ha jugado en la dramaturgia de Montes Huidobro. Vuelven en particular sobre La navaja de Olofé, vista esta última desde una nueva perspectiva, con referencia a un hipotético montaje en Cuba.


Monday, November 12, 2018

(Miami) Matías Montes Huidobro presenta su "Teatro Completo"


Teatro Completo, publicado por Hypermedia, por el significado personal, teatral e histórico que le adjudico, trasciende cada una de las piezas dramáticas que aparecen en este libro (alguna de los cuales lo hacen por primera vez, como el caso 'Las cuatro brujas' —mención honorífica del concurso Prometeo de 1950—, 'Sucederá mañana' y 'El verano está cerca'), y tiene para mí un significado muy especial porque no son meros textos dramáticos: es como si a través del teatro me hubiera escrito a mí mismo, letra tras letra, palabra tras palabra, por más de ochocientas páginas”. (Matías Montes Huidobro)

Sesión: Imprescindibles de la dramaturgia cubana.


Miércoles, Noviembre 14 a las 8 00 p.m.


 Room 2106 (Building 2, Primer Piso)

Miami International Book Fair 2018 
300 NE Second Av.
Miami, FL 33132



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Ver Matías Montes Huidobro, en el blog

Wednesday, May 30, 2018

Reflexiones del 30 de mayo de 2018. Día de la Dramaturgia y el Teatro Cubano del Exilio (por Matías Montes Huidobro)

Nota del blog: Agradezco a Matías Montes Huidobro, que comparta con los lectores del blog, el texto que presentó hoy 30 de mayo de 2018, en la celebración del Día de la Dramaturgia y el Teatro Cubano del Exilio.

Afiche del Festival
 de Teatro de Miami 2010
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En primer término quiero darles las gracias a Artefactus Cultural Project y en especial a Eddy Díaz Souza por invitarme a esta celebración, que tiene lugar en memoria de un investigador de las artes plásticas cubanas, José Escarpanter, que falleció hace unos años pero que sigue vivo entre nosotros. Lo mismo lo está José Triana, uno de los dramaturgos más importantes de todos los tiempos, que murió en París hace unos meses, así como Francisco Morín, fallecido el año pasado en Nueva York, y Dumé que murió en Miami hace uaños, que se convierten en una viva muestra de la vigencia total del teatro cubano en general y muy en particular del exilio.

Por ese motivo pensé que la noticia de este acto y su significado estarían en la primera página de Galería, en el Miami Herald en español, del pasado fin de semana, dedicadas a nuestra vida social y algo a la cultura, así que el domingo pasado corrí a buscarlo bajo la lluvia, que como está dirigida a la comunidad hispánica de Miami, (porque los americanos tendrán su galería en inglés y las que están en español no la leen), supuestamente dedicada a rendirle homenaje a artistas más o menos famosos, preferiblemente que no sean cubanos del exilio. Al abrirla, me encontré dos páginas enteras dedicadas a Donald Judd, pintor minimalista de cierta importancia, que como todos ustedes saben (y esto es un chiste) es altamente estimado por la cultura de habla hispana local. Pensé en Mijares y Antonia Iriz, que bien merecerían un reconocimiento de ese tipo. Bien pudieran hacerlo con Triana, porque la situación de nuestros dramaturgos desterrados es más difícil todavía: no tenemos galerías que nos vendan y no somos capitalizables.

En cuanto a la historia de la dramaturgia cubana, incluyendo el exilio, va en menos de una página. Tengo el privilegio de haber participado en el movimiento teatral cubano de la República, la Revolución y el Exilio, no precisamente por viejo, porque llegué al exilio cuando tenía treinta años, en 1961. Durante la República, a los 20 años, en 1951, Prometeo y Francisco Morín me premiaron y estrenaron “Sobre las mismas rocas”. Vivía, en San Lázaro 170, donde también vivió Dumé, cruzando la calle por donde estaba el Patronato del Teatro. Por esa década Vigilio Piñera estrena “Electra Garrigó”, “Jesús”, “La boda”; y Carlos Felipe “El Chino”, “Capricho en Rojo”, “El travieso Jimmy”, Ferrer, Ferreira, Manet, Alfonso, un par de obras a lo sumo un par de noches, y paren de contar: con ello termino el teatro cubano de la República. Con la Revolución vivo tres años, y hay que reconocerlo, cambió la cosa para mejorar, antes que se pusiera peor por razones políticas. Primero se puso “Tembladera” de Ramos, vino el boom de Piñera hasta que sacó las paticas del plato, a Felipe le estrenaron su “Requiem…” y muchos jóvenes empezaron a estrenar. A mí, en un período compacto de tres años me premiaron “Las vacas,” me estrenaron cinco obras, me publicaron cuatro y Rine Leal incluyó una de ellas en su antología de obras en un acto; pero como Fidel declaró aquello de con la Revolución todo y contra la Revolución nada, y yo siempre he escrito lo que me da la gana, me fui de Cuba. En cuanto al Exilio, poniendo mi caso de ejemplo, que ejemplar, lo reduzco a una pura cuestión matemática: en aproximadamente algo más de medio siglo, se han llevado a escena diez obras mías, aunque tengo escritas y publicadas unas treinta, algunas de ellas cortas y fáciles de montar, y cinco antologadas, un promedio de un estreno cada cinco años, lo cual demuestra lo jodido que es ser dramaturgo cubano en el exilio y lo mucho que se agradece cuando una obra nuestra se lleva a escena. Afortunadamente, contra una opinión generalizada, el teatro no es obligatoriamente para que se lleve a escena, porque mis obras las estreno en mi cabeza, aunque tengo que reconocer que estrenar estimula y ayuda, y que hacer teatro, en su mayor parte (a menos que esté bien subvencionado) es cosa de locos, y requiere un esfuerzo descomunal, como es el caso de Artefactus, y algunas agrupaciones teatrales merecedoras de nuestra más alta estima, que hacen teatro contra viento y marea.

Monday, April 9, 2018

(Miami) Matías Montes Huidobro presenta su novela "Caravaggio: juego de manos"


La Asociación Nacional de Educadores Cubano-Americanos (NACAE) invita a la presentación del libro Caravaggio: juego de manos, de Matías Montes Huidobro, novela en dos volúmenes y una galería de ilustraciones. 

La presentación del autor estará a cargo del poeta y académico Dr. Orlando Rodríguez Sardiñas

Miércoles 11 de abril de 2018 a las 5:30 p.m. Biblioteca Pública de Coral Gables
3443 Segovia Street
Coral Gables, FL 33134


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Mi interés por la obra de Caravaggio se inicia desde hace muchos años gracias a encuentros con la misma en iglesias y museos. Se incrementa en el año 2010 cuando asisto a la exposición que tiene lugar en Roma en la Scuderie del Quirinale e inicio el proyecto que me lleva a la escritura de esta novela. Un intertexto crítico, sobre la vida y obra del pintor, a partir del análisis de toda su obra plástica, sirve de base al desarrollo.

El análisis sirve de hilo conductor que reinterpreta los hechos reales de la vida de Caravaggio, borrando la línea diferencial entre ficción y realidad, vida y muerte. Por su extensión aparece dividida en dos “libros”, “Nudo” y “Desenlace”, que llevan a una interpretación sui géneris de un total de setenta y ocho obras de Caravaggio. El “argumento” se desarrolla mediante un contrapunto entre la ficción y el ensayo a los efectos de captar la “persona” del pintor por diversos procedimientos literarios. De ahí que los “personajes” de su obra plástica, a partir de la caracterización de la Virgen María, pasan a formar parte activa de la narración. Se integran a la acción contrapuntísticamente en la búsqueda de la intimidad síquica del pintor, compleja y casi inasequible. Pasado, presente y futuro se desplazan del antes al aquí y ahora, interactuando con los cuadros. Escritor cubano, no oculto, a través del estilo mi identidad nacional, que se hace palpable en el desarrollo y las referencias directas libres de tiempo y cronología, como si fuera un vestuario de la acción. El análisis de las obras y la composición del libro no siguen un desarrollo cronológico exacto, sino ajustado al discurso visual y síquico de Caravaggio. 

El Libro Primero corresponde, en líneas generales con la etapa romana; el Libro Segundo comprende, en su mayor parte, su recorrido por Nápoles, Sicilia y Malta. La información gráfica en blanco y negro que acompaña al texto en la presente edición, puede complementarse electrónicamente a través de la página web del autor con reproducciones a todo color de las obras que se discuten. A los efectos, marcar: http: // www. matias-montes-huidobro.com 

Finalmente, el autor agradece a su esposa Yara González Montes y al escritor Luis Agüero, la ayuda recibida en la revisión de las pruebas de esta edición. (Matías Montes Huidobro)

Wednesday, March 7, 2018

José Triana: Vivir después (por Matías Montes Huidobro)


José Triana Triana: Vivir después 


por Matías Montes Huidobro
(para el blog Gaspar, El Lugareño)

Acaba de morir en Francia José Triana (1931-2018), uno de los más importantes dramaturgos cubanos de todos los tiempos, autor de “La noche de los asesinos”. Y destaco este texto con toda intención, porque si bien Triana es el autor de otras de similar importancia (El Mayor General hablará de Teogonía, Medea en el espejo, La muerte del Ñeque, Ceremonial de Guerra, Palabras comunes, Cruzando el puente y algunas piezas cortas), ninguna supera el logro, la importancia y el significado de “La noche de los asesinos”.

Contra el discurso de poder

Con ella se llega al clímax del período de vanguardia y experimentación del teatro cubano del siglo XX, donde culmina, entre la República y la Revolución, el movimiento escénico que tiene su efervescencia a fines de los cincuenta y principio de los sesenta, hito teatral que marcar una línea de continuidad y ruptura del buen quehacer nuestra dramaturgia, que es mucho más importante que las consignas demagógicas. Al recibir el Premio Casa de las Américas en 1965, en pleno apogeo del castrismo, y convertirse en El Gallo de La Habana, se vuelve un éxito irreversible que nadie le puede escatimar. Pero el mismo reconocimiento que recibe dentro y fuera de Cuba, su triunfo internacional, montajes y traducciones, van a representar un cambio de giro que no deja de ser paradójico: gestada en Cuba es un acto de repudio contra el totalitarismo, sea el que sea, de derecha o de izquierda, con revolución y sin ella, “La noche de los asesinos” cargada de vida propia, no se podía detener, ni enterrarla ni acabar con ella porque de inmediato se había vuelto historia. De hecho, esta dependencia de su genética histórica es el motivo de su éxito y su permanencia internacional, lo que le da vigencia a ella y al autor, porque llevando la marca de fábrica de “hecho en Cuba”, era al mismo tiempo una antagonista de lo que Cuba oficialmente presumía ser y era, particularmente a las puertas del más rígido parametraje. Por un conjunto de factores de cariz político va a representar una posición ambigua ya que el triunfo y reconocimiento de la experimentación escénica como fundamento de nuestra dramaturgia, clímax del teatro de la crueldad y del absurdo, personifica una contradicción estética contra los objetivos del quehacer revolucionario cuyas metas pasarían a estar representadas por el Teatro Escambray y la creación colectiva, antítesis de toda vanguardia. Si “La noche de los asesinos” era un acto revolucionario contra el discurso de poder, ahora era un acto contrarrevolucionario implícito. Del pasado republicano y el presente revolucionario se convertía también en un ejercicio rebelde en medio de un estado totalitario. Por lo tanto, Triana no muere sino que pervive.

Ya en el volumen II de mi libro “Cuba detrás del telón. El teatro cubano entre la estética y el compromiso (1962-1969)”, discuto extensamente los altibajos que ha sufrido esta pieza ante la crítica. A pesar del éxito internacional, que la convierte en el mejor vehículo de la Revolución para darle resonancia mundial al teatro cubano y, por extensión, a la Revolución misma en los círculos teatrales, lo que ella representa dramáticamente hablando está sujeto a múltiples críticas en el espacio nacional, ya que, al modo de ver de aquellos que van a restringir su alcance, “La noche de los asesinos” no miran de frente a “un mundo exterior del cual puede llegar la única posibilidad de rescate verdadero [es decir, el comunismo]. Por ello, cuando José Triana la escribe, este ritual de la violencia está operando en el vacío, con la precisión exacta de una maquinaria que mantiene fuera de tiempo un funcionamiento autónomo” (según Graciela Pogolotti). Si la dramaturgia de resistencia estética se estaba viendo, por los más intransigentes, con signos de decadencia que no funcionaban de acuerdo con los designios de la Revolución, la pieza va a ser un grito de alarma que conducirá a la crisis explícita de “Los siete contra Tebas”, porque, después de todo, aquel teatro de la crueldad era un peligro y cuando veas las barbas de tu vecino arder pon las tuyas en remojo. Mucho menos el absurdo, que es un trabalenguas. Lo cierto era que aquellos hermanos desatados y frenéticos serían unos malcriados, unos irresponsables que no había modo de meterlos en cintura, unos niños bitongos o lo que fueran, hasta rebeldes y revolucionarios que no eran de confiar; pero no eran, ni remotamente, marxistas-leninistas, y no creían en ninguna creación colectiva. Eran, en síntesis, unos contrarrevolucionarios esquizofrénicos a los que había que ponerles camisas de fuerza y meterlos en el manicomio.

El chisme: mito trágico

Triana y yo nos conocimos en Cuba entre 1959 y 1961, precisamente dentro del marco de la conmoción escénica que vivía Cuba, uno de los momentos de mayor efervescencia del teatro nacional, que era parte de lo que estaba pasando, pero que no era exacta y necesariamente la Revolución. Compartimos vivencias parecidas en cuanto a lo que ocurría en el teatro en Cuba y tuve el privilegio de asistir al estreno de “Medea en el espejo”, dirigida por Francisco Morín, en Prometeo, que fue un montaje impactante y que ya dejaba constancia de la calidad del dramaturgo. En esos años yo ejercía la crítica teatral en el periódico Revolución y tuve la oportunidad de reseñarla, con un título que me pareció que se ajustaba a las dimensiones de un texto cuyos valores reconocí de inmediato: “el chisme, mito trágico”. Que era como decir, “la bola, mito trágico”, como si no se anticipara nada bueno. Eran años en que la amistad y las rivalidades mantenían una cierta separación que permitía una valoración objetiva de un texto dramático, a mi parecer dentro de una saludable distancia. Porque Triana y yo nos conocíamos, nos tratábamos amistosamente, pero no éramos amigos, ese término tan engañoso con el que delira mucha gente: éramos profesionales en gestación con un ideario común en torno al teatro.

De “Medea en el espejo”, resumí su contenido con un título que siempre me ha gustado mucho: “El chisme: mito trágico”, y escribí, entre otras cosas, que “José Triana nos lleva directamente a una comunión entre las fuerzas cósmicas que conducen a Medea, al cumplimiento de su destino y la corriente humana, de esta tierra, que la impulsan de modo ineludible también, al cumplimiento del mismo. Ambos elementos son los factores que juegan de modo esencial en la misma y conducen a nuestra Medea de solar hacia su fin. Sin embargo, las voces determinantes y fatales no son griegas, sino nuestras. Erundina grita: “A María le han echado un bilongo”. Y María se pregunta: “¿O será cierto que verdaderamente tengo un chino encima? Oh, no me persigas, chino de Cantón”. Entramos así en un universo criollo típico, que va más allá del mundo griego y que constituye no sólo un acierto de contenido sino también de estilo. Pero lo que sobresale de manera verdaderamente única, es el chisme, como expresión de la tragedia griega nacionalizada, y María se siente arrastrada por él, como si fuera un agente activo de la pieza que la conduce a un final inevitable: “La madre, la hija, la madre de su hija. La hija, la madre, la hija de su madre. ¡Que cachumbambé! Ni el médico chino le pone fin a esto”. Pero esta chusmería chancletera, solariega, coral, africana, griega, que es pura estética cubana, no se queda ahí, y un par de años después, en “La muerte del Ñeque”, la tragedia de la sexualidad desenfrenada que paga su hedonismo con la muerte, hace gala de un ludismo coreográfico y crea, con Ñico, Pepe y Juan, un tríptico de la fatalidad que es también un delirio verbal.

Una tragedia nacional

En 1960 se estrena también, esta vez en la Sala Arlequín de Rubén Vigón, una obra que escribe fuera de Cuba, entre 1956 y 1957, “El Mayor General hablará de Teogonía”, durante el proyecto Lunes de Teatro Cubano que se había iniciado poco antes con el montaje de mi obra “Los acosados”. Con “El Mayor General” inicia Triana su obsesión contra la tiranía, como si estuviera en espera del Tirano, aunque ya habíamos conocido a algunos y teníamos a Batista. Lunes de Teatro Cubano fue un proyecto importantísimo a principios de la Revolución y antes de que el teatro estuviera bajo el control del gobierno revolucionario, con un sentido de experimentación que le abrió las puertas a un nutrido grupo de dramaturgos, entre ellos a Triana y a mí. La lucha entre los hermanos que plantea es anterior a “Medea en el espejo”, y aunque tiene menor impacto que esta, es más arriesgada y experimental particularmente por el uso del lenguaje. Es básicamente un alegato absurdista con un lenguaje fragmentado, irracional y esquizofrénico que nos traslada a un devenir alucinante. Escrita antes del triunfo revolucionario, no es un texto que se refiera directamente al castrismo, pero que al paso de los años acrecienta su significado porque todas las tiranías son iguales.

Como me voy de Cuba en 1961, pierdo contacto con Triana. Antes que él saliera de Cuba, durante el proceso represivo que se recrudece a fines de los sesenta y principios de los setenta, escribe “Ceremonial de Guerra” y “Revolico en el Campo de Marte”, que reflejan, cada una a su manera, el estado de persecución, intranquilidades y desajustes, que vive la escena cubana, sometida a presiones insostenibles.

Para 1990, mi esposa y yo, que habíamos fundado Editorial Persona en Hawai, donde publicamos obras dramáticas de autores cubanos (Leopoldo Hernández, José Corrales, Manuel Pereiras y mías), editamos “Ceremonial de guerra”, que Triana había escrito entre 1968 y 1973, en años que debieron ser muy difíciles. De ellos, Triana declara en una entrevista publicada en la revista Encuentro:
Esta obra está escrita porque yo tenía una especie de pesadilla recurrente en la que yo estaba en el campo y alguien me daba un machetazo, yo me veía la pierna podrida y no me podía mover. Era todo un delirio, como sucede en las pesadillas, donde los hechos y las personas se entrecruzan, se transforman y toman niveles diferentes, donde lo imaginario asume una importancia violenta.
Por su parte, Revolico… es una pieza radicalmente transgresora, en muchos sentidos, en franca pugna con el discurso hegemónico de los sesenta, del cual el propio autor dijo: “El de Revolico es el período de mi peor crisis de creación y de injusticia, porque fue una época en la cual todo y todos se confabulaban para negarme después de La noche de los asesinos”. En ella, Triana une sus valores como dramaturgo con los que tenía como poeta, y el discurso se vuelve más transgresor que nunca. La pieza es un revolico entre las piernas cubierto por los taparrabos del deseo, cuyo barroquismo conceptual y metafórico acaba creando un total desparpajo entre La Habana elegante y el delirio habanero, lo que podríamos llamar un barroco bufo.

La última vez que nos vimos fue en el año 2013, cuando se celebró el Congreso “Celebrando a Virgilio”, que organizamos mi esposa y yo, con la colaboración de numerosos intelectuales, escritores y artistas, en la Universidad de Miami, gracias a la cooperación de la bibliotecaria Lesbia Varona; en el cual José Triana, en reconocimiento de su obra dramática y la reciente publicación de sus Obras Completas, fue nuestro dramaturgo invitado y vino en compañía de Chantal, su esposa, resultando un privilegio que ambos estuviera con nosotros.

Ciertamente, a pesar de los valores de todo su teatro y de “La noche de los asesinos”, que se escribe en Cuba, se estrena en Cuba y se premia en Cuba, no deja de ser notorio que en el marco de “nuestro” teatro, Triana muera en París y no en La Habana.

 
 


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Ver  Matías Montes Huidobro en el blog

Tuesday, June 20, 2017

Crónica: Matías Montes Huidobro: Polígrafo de las letras cubanas (por Waldo González López)

Esta crónica de hoy la dedico a la mayor figura de la escena en Miami: Matías Montes Huidobro, del que —al poco tiempo de mi arribo a Miami, seis años atrás— conocí mucho más de su amplia creación literaria, ya que, en La Habana, apenas tenía a mano algunos datos suyos a través de la reprimida y vigilada, troppo lenta y siempre paupérrima “Intranet”, ese engendro creado por el fascistoide castrismo en su particular Gulag, para evitar que el pueblo se comunique con el mundo exterior y disfrute del elemental derecho de libertad, que, solo ahora y con mucha lentitud, ¿permiten? los gendarmes que tienen aprehendidos a los hermanos venezolanos, como otra provincia aherrojada.

De tal suerte, me presentaron al relevante polígrafo cubano, por cuyas virtudes (cultura, bonhomía y sentido del humor), pensé que lo conocía desde mucho tiempo atrás.

Tal hecho que hoy cronico sería en el «Congreso por el Centenario de Virgilio Piñera, Teoría y práctica del teatro cubano del exilio: celebrando a Virgilio» (2012), en cuya sesión dedicada a las “Dramaturgas de la diáspora”, leí a petición suya mi ponencia: “El último bolero o la fragmentación familiar: Nostalgia y crítica en la dramaturgia de Cristina Rebull”, a la que yo conocía desde Cuba, y de la que incluí su pieza homónima El último bolero en mi segunda selección de piezas escénicas Cinco obras en un acto. Teatro cubano de fin de siglo que yo publicara en 2001 por la Editorial Letras Cubanas. (La primera sería: La soledad del actor de fondo Primera antología del monólogo teatral cubano, Ediciones Unión, La Habana, 1999).

Con su particular voluntad creadora, Montes Huidobro descollaría por su incansable quehacer, primero en La Habana, con el estreno de varias piezas suyas (la mayoría de las cuales obtendrían lauros) y con sus ensayos y críticas teatrales, hasta 1961, cuando vendría al exilio de Miami, con su inseparable esposa, la también ensayista y profesora universitaria Yara González.

De tal suerte, se dedicaría a varias facetas de la creación sobre todo en La Florida y en Miami, donde ha realizado la mayor parte de su amplia labor. En primer lugar, la investigación escénica, destacada vertiente de su quehacer por la que, sin asomo de duda, se convertiría en el mayor estudioso de la escena cubana de las dos orillas, cuyo legado integra un haz de serios estudios, iniciados por su ensayo fundacional Persona, vida y máscara y en el teatro cubano (Ediciones Universal, Coleccion Polymitia, 1971), al que luego le seguirán otros esfuerzos relevantes, tales: El teatro cubano en el vórtice del compromiso (2002, de 738 páginas), El teatro cubano durante la República (University of Colorado, 2003) y los cuatro volúmenes de Cuba detras del telón (publicados entre 2008 y 2010 por Ediciones Universal), donde examina con hondura e indeclinable aliento ocho décadas de la historia del teatro cubano en el siglo XX, a lo largo de 762 páginas.

Este trabajo de tal proyección intelectual me evoca el que realizara su colega generacional y ex profesor de Historia del Teatro Cubano y colegamigo de este cronista: Rine Leal (La Habana, 1930-Caracas, 1996), con los dos volúmenes de su historia del teatro en la Isla: La selva oscura, donde dejara la imborrable huella de la escena creada y representada en la Isla desde sus orígenes hasta fines del siglo XIX.

Mas, Montes Huidobro lo supera con creces, pues integra en su indeclinable quehacer, una amplia gama genérica: dramaturgia, narrativa (cuento y, en particular, novela, género o “función” —para decirlo con Alfonso Reyes—, donde descollará con numerosos titulos, muchos de ellos galardonados en Europa), poesía, como asimismo se dedica a la enseñanza universitaria y la edición de libros en su Editorial Persona, en Honolulu, Hawaii, donde fungieran el y Yara como profesores universitarios entre 1965 y 1977.

En consecuencia, resulta vasta y decisiva la labor desplegada por Montes Huidobro en la difusión, la investigación y el análisis de la escena cubana de las dos orillas, por cuanto nos sirve de mucho a los críticos de teatro que poseemos y consultamos sus valiosos libros como asidua referencia de las tablas cubanas de aquí y de allá.

De igual modo, los varios volúmenes de su teatro, constituyen otro factor de alta valía, en tanto resultan piezas de sólida estructura, fecundos contenidos e indudable permanencia, porque sus temas, de algún modo, tienen que ver con la (i)rrealidad de la Cuba (ya no)secreta, peor que la que antes nos revelara María Zambrano (Málaga,1904-Madrid, 1991) en su memorable ensayo homónimo.

Tanto en sus obras en un acto, reunidas en el título homónimo (Ediciones Universal, 1991), que incluye: Sobre las mismas rocas, Los acosados, Gas en los poros (cuyo estreno cumple, en 2017, 55 años, por lo que fue recién reestrenada en Miami, por Artefactus Teatro, dirigida por Eddy Diaz Souza, con las actuaciones de Daisy Fontao y Belkis Proenza), La botija, El tiro por la culata, La madre y la guillotina, La navaja de Olofe y Hablando en chino), como en el resto de sus obras —tal advirtiera la Dra. Esther Sánchez Grey-Alba en las “Palabras preliminaries” de su Teatro Cubano moderno. Dramaturgos (Ediciones Universal, 1991)—
en Montes Huidobro se advierte una marcada tendencia a la experimentación formal que lo llevó frecuentemente al teatro del absurdo, tendencia que había sido introducida por Virgilio Piñera y que José Triana sigue dentro del llamado “teatro de la crueldad”.
Tal aseveración la confirmaría José A. Escarpanter cuando señalara “la exprimentación constante como una de las características de su creación dramática”, tal apuntara en su estudio “Funeral en Teruel y el concepto de la hispanidad” (incluido en Matías Montes Huidobro. Funeral en Teruel, Editorial Persona, Hawaii, 1991).

La propia Sánchez Grey-Alba, tras vincular su dramaturgia con el influjo del existencialismo sartreano —de tanto influjo en los años de formación y aprendizaje habaneros de Montes Huidobro—, afirmará en su propio ensayo incluido en Teatro Cubano Moderno. Dramaturgos:
cuando se estudia a Montes Huidobro, ya sea en su dramaturgia o en su narrativa, se encuentra una angustia humana dominada por la asfixia y la frustracion, y saturada muchas veces de un sustrato histórico en que el que puede reconocerse la tragedia de la patria.
Por su calidad y permanencia, obras suyas han sido incluidas en dos recientes colecciones a cargo de dos autores de otras generaciones, quienes así constatan el reconocimiento de su quehacer: Tirando las cartas, en Teatro cubano de Miami (Editorial Silueta, selección de Luis de la Paz, 2010) y La sal de los muertos en Tres dramaturgos. Tres generaciones (Editorial Silueta, edición, Nota aclaratoria y entrevistas de Rodolfo Martinez Sotomayor, 2012).

 La Sal de los Muertos, puesta en escena por Akuara Teatro
Foto/Ulises Regueiro
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Ambas publicaciones pondrían de nuevo en circulación estas y otras singulares piezas del maestro, a quien Jorge M. Febles y Armando González-Pérez editaran en 1997, el importante volumen: Matías Montes Huidobro. Acercamientos a su obra literaria. A este elogioso tributo, le seguiria, una década después, el aun mayor homenaje, preparado y editado por su infaltable esposa, la Dra. Yara González Montes, quien se ocupara del importante volumen de estudios sobre integralidad creadora, en tanto profundiza en el orbe del escritor, con diversos análisis sobre su labor en la narrativa, la poesía, el teatro y el ensayo: Matías Montes Huidobro: su obsesión por la escritura (Ediciones Universal, 2007).

En consecuencia, se incluyen en este volumen, ensayos sobre su narrativa, a cargo de William Siemens (Desterrados al fuego), Elsa Gilmore y Patricia M. Montilla (Esa fuente de dolor), Jorge Febles (quien explora a fondo su “trilogía del sufrimiento colectivo e individual”: Desterrados al fuego, Esa fuente de dolor y Concierto para sordos), Luis F. González-Cruz (Parto en el cosmos) y Armando González-Pérez (“La aportacion literaria de Matias Montes Huidobro al tema negro”, donde estudia La navaja de Olofé (1982).

Le sigue un detallado análisis de su poesía, en “(Auto)crítica estética y representación de la otredad”, a cargo de Jorge J. Rodríguez-Florido.

Tras esta sección, se incluye Teatro, en la que se aprecian las valoraciones de Jesús Barquet (“Superposición de textos en La Madre y la Guillotina), Rolando D. H. Morelli (“Escribir en vilo: Expresionismo y realidad social en varias de las Obras en un acto”), Georgina J. Whittingham (“El movimiento escénico en Lección de Historia), Jose A. Escarpenter (“El metateatro en Exilio”), David William Foster (“Exilio y la representacion de la identidad gay”), Phyllis Zatlin (“Oscuro total: entre la tragedia griega y el teatro del absurdo”), Yara Gonzalez Montes (“Entre lo dionisíaco y lo apolíneo en Las paraguayas”) y Luis González-Cruz (“Hacia el «eterno masculino»: nuevas visiones de Martí en Un objeto del deseo).

Cierra el sólido bojeo, a través de las vertientes genéricas abordadas por el polígrafo, la sección dedicada al Ensayo, a cargo de la propia Yara González Montes (“La ensayística en la obra literaria de Matías Montes Huidobro”).

Presentación de la antología Teatro cubano de Miami
Matías Montes Huidobro,  Ernesto García , Julie de Grandy,
 Daniel Fernández y José Abreu Felippe 
Octubre 2010
Foto /Blog Gaspar, El Lugareño (by Eva M. Vergara)
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De acuerdo con lo antes leído, tenemos si no toda (lo que resulta imposible, dada el enorme caudal genérico y creativo del prestigioso creador), al menos he podido ofrecer, en esta crónica sintética a él dedicada, la información básica para conocer una porción de la obra del singular creador cubanoamericano, cuya juvenilia se sustenta en su infatigable laboreo. Justo es también añadir que, a pesar de su longevidad y lo distante de su hogar, él con su inseparable Yara, no dejan de asistir a los estrenos teatrales de sus colegas.

En suma, el maestro Matías Montes Huidobro, aun en los momentos más difíciles, no ha perdido su vocación de cubanidad, a cuyo teatro de las dos orillas, nunca ha dejado de apoyar, divulgar y examinar, o mejor aun: servir, tal entendía el vocablo/concepto José Martí.

PARA CONOCER MÁS SOBRE MONTES HUIDOBRO:

Matías Montes Huidobro (Sagua la Grande, Cuba, 1931), dramaturgo, narrador, poeta y ensayista, hizo sus estudios de enseñanza secundaria en el Instituto Nro. 1 de La Habana, obteniendo posteriormente el doctorado en Pedagogía de la Universidad de La Habana. En 1953 se casa con Yara González Fernández-Hermo, de cuyo matrimonio tienen dos hijos, Ana María y Eugenio. En 1951 se da a conocer como poeta con la publicación de su texto “La vaca de los ojos largos”, antologado repetidamente; como narrador, con la publicación de su cuento “El hijo noveno”, en la revista Bohemia; como ensayista, en las páginas de la revista Nueva Generación, de la que sería uno de sus fundadores; y como dramaturgo, al recibir el Premio Prometeo por Sobre las mismas rocas, estrenada ese año. Entre 1959 y 1961 reanuda su actividad creadora con nuevos bríos, estrenando varias obras dramáticas en el breve período de tres años: Los acosados, Gas en los poros, La botija, El tiro por la culata y Las vacas (que recibe el Premio “José Antonio Ramos” en 1960). Ejerce la crítica teatral en el periódico Revolución, donde también publica artículos en la página editorial; colabora extensamente en Lunes de Revolución y es comentarista teatral en un programa semanal de CMBF Televisión Revolución, enseñando en la Escuela de Periodismo hasta su salida de Cuba camino del exilio el 27 de noviembre de 1961. Entre 1962 y 1964 se establece en Meadville, Pennsylvania, donde enseña en las escuelas secundarias de la comunidad. En 1964, lo hará en la Universidad de Hawai, donde también ejercerá su esposa, la también escritora y ensayista Yara Gonzalez, hasta la fecha de jubilación de ambos en 1997 como profesores eméritos de dicha institución, pasando a residir en Miami, donde siguen escribiendo y publicando. Durante su extensa e intensa carrera profesional, Montes Huidobro también ha sido invitado a enseñar en las Universidades de Pittsburgh y en la de Arizona, como en el Swarthmore College, participando en congresos universitarios en EUA y el extranjero. A su vasto trabajo como creador y ensayista, se agrega su labor como divulgador de las letras cubanas. En 1976 funda, con la colaboración de su esposa, la revista Caribe, apareciendo cuatro números. La revista se seguirá publicando posteriormente en una nueva etapa gracias a la labor de los profesores Jorge Febles y Armando González-Pérez, deviniendo uno de los esfuerzos editoriales de mayor permanencia de las letras cubanas en EUA. Entre 1987 y 1991 fundarán Editorial Persona, destinado a preservar el patrimonio cultural cubano, publicando importantes títulos de autores cubanos del exilio, mientras que en 1995, 1998 y 2001, Anales Literarios dará a conocer números monográficos de valor incalculable sobre la dramaturgia, la poesía y la narrativa cubana. Finalmente, en el 2000 establecen Pro Teatro Cubano con un objetivo similar en relación con la escena.



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WALDO GONZÁLEZ LÓPEZ (Puerto Padre, Las Tunas, Cuba, 1946).
Poeta, ensayista, crítico literario y teatral, editor, antólogo y periodista cultural.
Cursó estudios de idioma Francés en el Instituto de Idiomas «Máximo Gorki» (1964-1966).
Se graduó en 1970 en la Escuela de Teatro (Escuela Nacional de Arte), donde creó el Archivo de Dramaturgia e impartió clases de Historia de la Literatura para Niños y Jóvenes, en la Cátedra de Teatro para Niños (cofundada por él) y de Historia del Teatro Universal y Cubano.
En 1979, se licenció en Literatura Hispanoamericana, en la (Universidad de La Habana, 1979).
Integró el Centro Cubano de la Asociación Internacional de Teatro y de Teatristas para la Infancia (ASSITEJ, auspiciada por la UNESCO), como asimismo las Asociaciones de Teatristas y de Escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en sus Secciones de Crítica Teatral, Poesía, Traducción Literaria y Literatura para Niños y Jóvenes.
Fue Asesor del Teatro Nacional de Cuba y de los Centros Iberoamericanos de la Décima (en la capital, La Habana, y en la ciudad de Las Tunas). 
RESUMEN DE SU TRAYECTORIA LITERARIA:
Ha publicado una veintena de poemarios, un volumen de ensayo, tres de crítica y otro de crónicas, así como una treintena de antologías de poesía y poesía para niños, décima, cuento y teatro de autores extranjeros (William Butler Yeats, Jacques Prévert, García Lorca, Rafael Alberti...) y dos de teatro cubano.
Sus versos han sido traducidos a varias lenguas y publicados en Francia, Estados Unidos, México, Colombia y Argentina. Ha traducido del francés a poetas como Marie de France, Molière, Joachim du Bellay y Jacques Prévert, y realizó versiones de poetas para la antología Poesía polaca.
Su labor como poeta, crítico teatral y literario, antólogo y ensayista ha sido reconocida, entre otros estudiosos extranjeros por las pedagogas y antólogas puertorriqueñas Flor Piñeiro e Isabel Freire de Matos en su volumen Literatura Infantil Caribeña; el profesor y ensayista jamaicano Keith Ellis, en su estudio Cuba’s Nicolás Guillén: Poetry and Ideology, y el antólogo y ensayista español Antonio Merino en el prólogo de su antología Nueva poesía cubana.
Prestigiosos ensayistas y críticos cubanos, como, entre otros: los doctores Salvador Bueno y Virgilio López Lemus, los destacados escritores: Adolfo Martí, Imeldo Álvarez y Antonio Gutiérrez Rodríguez se han ocupado de sus múltiples libros.
Ensayos suyos fueron incluidos en las antologías Nuevos críticos cubanos, Acerca de Manuel Cofiño y Valoración múltiple: Onelio Jorge Cardoso.
Fue jurado consuetudinario en eventos literarios, teatrales y de periodismo cultural, y participó en varios Congresos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), foros y otros encuentros con especialistas de Cuba y otros países. 
OBRAS:
Entre sus numerosos libros, resaltan: 
POEMARIOS: 
Que arde al centro de la vida
Salvaje nostalgia
Casablanca
Las palabras prohibidas
Estos malditos versos
Ferocidad del destino
El sepia de la nostalgia
Umbral de la nostalgia (libro de arte, con sus poemas ilustrados por la destacada artista plástica cubana Julia Valdés). 
POEMARIOS PARA NIÑOS: 
Poemas y canciones
Donde cantan los niños
Jinetes del viento
Libro de Darío Damián
Voces de la querencia. 
ANTOLOGÍAS POÉTICAS (CON SELECCIÓN Y PRÓLOGO SUYOS):
-Preciosa y el aire (textos de García Lorca, 1976)
-Los versos de tu amigo (textos de García Lorca para jóvenes, 1978)
-Que soy marinero yo (textos del español Antonio Machado, 1984 , Premio de la Crítica de libros para la infancia, 1985).
-Cazador de colores (poemas del cubano Emilio Ballagas; 1986).
-Paris at night (poemas de Jaques Prévert, con traduc. y pról. suyos, 1993).
-Y Dios… (poemas de William Butler Yeats, 1993).
-Añorado encuentro. Poemas cubanos sobre boleros y canciones (2001).
-Viajera intacta del sueño. Antología de la décima cubana (2001).
-Este amor en que me abraso (décimas de José Martí; 2003).
-De tu reino la ventura. Décimas a las madres (2003).
-Que caí bajo la noche. Panorama de la décima erótica cubana (2004). 
ENSAYOS: 
Escribir para niños y jóvenes (1983).
ESTUDIOS: 
-La lectura, ese esplendor (ensayos sobre lectura y literatura) publicado por Campaña Nacional por la Lectura, Quito, Ecuador (2009).
-Navegas, Isla de Oro. Panorama de la décima para niños (en colaboración con Mayra Hernández; 2009).
-Esta cárcel de aire puro. Panorama de la décima cubana en el siglo XX (en colaboración con Mayra Hernández, en 2 tomos: 2009 y 2010).
CRÍTICA LITERARIA: 

La décima dice más (2005)
La décima, ¿sí o no? (2006), ambos con sendas reediciones. 
CRÍTICA TEATRAL: 
La soledad del actor de fondo. Monólogos cubanos (1989)
Cinco obras en un acto (2001). 
CRÓNICA: 
Niebla de la memoria. 
TERTULIAS:
Entre 1990 y 2010, creó y condujo cinco (5) Tertulias de Poesía, Teatro y Música en importantes centros e instituciones culturales de la capital, como, entre otros: la Fragua Martiana, el Museo Nacional de la Música, el Museo Napoleónico y la UNEAC, donde invitó y presentó importantes poetas, escritores, cantantes, actores, narradores orales y demás artistas cubanos y latinoamericanos. 
DISTINCIONES: 
Diploma al Resultado Científico por su Colaboración a la nueva Historia de la Literatura Cubana, en tres volúmenes, otorgado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente; el Laúd y la Medalla del Cucalambé (Las Tunas); Diploma por la Labor Realizada en Apoyo a la Décima (Universidad “Camilo Cienfuegos”, de Matanzas); Reconocimiento como Escritor y Crítico Literario (Presidencia del Instituto Cubano del Libro) y Distinción por la Cultura Nacional. 
EN MIAMI
Desde su arribo a Miami (julio de 2011), ha sido jurado en dos Concursos Internacionales de Poesía: el de la Editorial Voces de Hoy (2012) y «Facundo Cabral», del Gremio de Artistas Latinoamericanos (GALA, 2013).
Asimismo, ha fungido como jurado de los eventos escénicos: I Festival Internacional de Obras de Pequeño Formato (Compañía teatral ArtSpoken, 2011) y Primer Festival Internacional de la Comedia (Compañía Havanafama, 2013). Fue Jurado de Teatro durante dos ediciones de los Miami Life Awards.
Ha participado, como ponente, en dos importantes eventos teórico-escénicos: con una ponencia sobre la dramaturgia de Cristina Rebull, en el «Congreso Internacional de Dramaturgia y Artes Escénicas. Teoría y Práctica del Teatro Cubano del Exilio Celebrando a Virgilio Piñera, en su Centenario» (Universidad de Miami, 2012) y, con el también crítico Luis de la Paz, realizó la edición de la laureada pieza de Héctor Santiago: Vida y pasión de La Peregrina (Premio Letras de Oro de Teatro, 1995) para su lectura dramatizada, en el Congreso Internacional «Peregrinar sin ausentarse: Gertrudis Gómez de Avellaneda y Gastón Baquero, un puente perdurable entre Cuba y España», efectuado entre los días 5 y 8 de junio, 2014, en la Universidad Internacional de La Florida.
Integró los Consejos Asesores del Festival Internacional de Monólogo “A una voz” y del Gremio de los Artistas Latinoamericanos (GALA).
Mereció el 3er. Premio de Poesía en el Concurso Internacional «Lincoln-Martí» (mayo, 2012).
En julio de 2015, Ediciones Baquiana publicó, en su Colección Caminos de la Poesía, la antología poética Trazo estos signos en la arena, presentada en el Koubek Center por la poeta, narradora, dramaturga y profesora universitaria Dra. Maricel Mayor Marsán, el narrador y dramaturgo Rodolfo Pérez Valero y el poeta y periodista Baltasar Martín.
Miembro-Colaborador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y su revista (RANLE, en Nueva York; 2014) y Miembro del Pen Club de Escritores Cubanos del Exilio (2016), asimismo colabora con diversas publicaciones internacionales, como las webs Encuentro de la Cultura Cubana (España) y teatroenmiami.com (Miami); las revistas digitales Otro Lunes (Alemania), Palabra Abierta (California) y Letra Urbana (Miami), como el blog Gaspar. El Lugareño.
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