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Sunday, June 29, 2025

Ballet "Les Petits Riens" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.




"Les Petits Riens" (“Pequeñas nadas” o “Naderías” en español) es un ballet-pantomima en un acto y tres escenas, estrenado el 11 de junio de 1778 en la Académie Royale de Musique, con coreografía de Jean George Noverre. La música fue compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart, aunque su nombre no apareció en el programa original, por lo cual nunca cobró regalías por esta obra, su única composición para ballet. En 1872, el manuscrito de Mozart fue encontrado en la biblioteca del Teatro Nacional de la Ópera, sin embargo la partitura carecía de numeración por lo que se desconoce en qué orden iban las piezas musicales.


Originalmente, el ballet fue concebido como un interludio durante la ópera bufa de Niccolo Piccini, “Le Finte Gemelle”. La ópera estrenada en Roma, en 1771, había tenido gran éxito, sin embargo la versión parisina de 1778 fue un fracaso y solo tuvo cuatro representaciones, pero el ballet fue bien recibido lo que permitió que siguiera representando separadamente de ópera.


El libreto original fue realizado por el propio coreógrafo, pero también se ha perdido, aunque se sabe que era un ballet anacreóntico, es decir que su temática era graciosa y galante, con aparición de personajes mitológicos. La obra se desarrolla en un escenario campestre, donde se podía ver a Cupido, quien jugaba y hacía bromas. El periódico “Le Ménestrel” publicó, el 26 de enero de 1873, una breve descripción de la obra, aparecida originalmente en el Diario de París, el día del estreno:
(...) "Petits Riens", ballet-pantomima de M. Noverre (...) se compone de tres escenas episódicas que casi se desprenden una de otra. La primera es el Amor atrapado en una red y encerrado en una jaula; la composición es muy agradable. La señorita Guimard y el señor Vestris muestran todas las gracias de las que el sujeto es susceptible. La segunda es el juego del gallito ciego; el señor Dauberval, cuyo talento agrada tanto al público, juega el papel principal. La tercera es un juego de Amor, que presenta a dos pastoras junto a una tercera, disfrazada de pastor. La joven Asselin hace el papel del pastor y las señoritas Guimard y Allard el de las pastoras. Las dos pastoras se enamoran del supuesto pastor, quien, para desengañarlas, acaba descubriendo su seno. Esta escena es muy picante por la inteligencia y las gracias de estas tres famosas bailarinas. Debemos notar que cuando la joven Asselin desilusionó a las dos pastoras, varias voces gritaron bis. Las diversas figuras con las que se completa este ballet fueron muy aplaudidas.
Este estilo bucólico estuvo muy de moda en la segunda mitad del siglo XVIII y gozaba de gran éxito, por ello en el estreno de "Les Petits Riens" los roles principales fueron interpretados por los bailarines más reconocidos de la época: Marie Allard, Madmoiselle Asselin, Marie-Madeleine Guimard, Jean Dauberval y Auguste Vestris.


Tras la recuperación de las partituras de Mozart, la obra fue recoreografiada en diversas ocasiones. Sir Frederik Ashton realizó varias puestas (en 1927, 1928 y 1930) para el Ballet Rambert. Ninette de Valois hizo lo propio en 1928 y 1931 para el Vic-Wells Ballet. Peter Martins creó su propia versión para el New York City Ballet, en el marco de la celebración de los 200 años del nacimiento de Mozart (1987), y David Bintley también realizó una puesta ese mismo año para el Royal Ballet School. La última versión que se dio a conocer es la de Thierry Malandain, para su ballet, en 2005.




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Ver en el blog



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, June 22, 2025

Ballet "Interplay" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Con el título original de “American Concertette” (al igual que la partitura que acompaña), “Interplay” fue estrenada el 1 de junio de 1945 en el Teatro Ziegfeld de Nueva York, durante el Concert Varieties de Billy Rose. Con coreografía de Jerome Robbins, música compuesta por Morton Gould y diseño de vestuario creado por Carl Kent, el elenco original estuvo conformado por Janet Reed, John Kriza, Muriel Bentley, Michael Kidd, Roszika Sabo, Erik Kristen, Bettina Rosay y el propio Robbins.


“Interplay”, como muchos de los ballets de la época, carece de argumento pero no de una idea regente: es una celebración a la juventud despreocupada. Está estructurado en cuatro cuadros, en los cuales siempre permanecen todos los bailarines en escena aunque no todos bailan. Inicia con “Free play” (participan todos los bailarines), luego sigue “Horseplay” (un solo masculino), “Byplay” (un duo) y “Teamplay” (una suerte de competencia de danza entre dos equipos, de cuatro bailarines cada uno).


“Interplay” es la segunda obra de Robbins, estrenada luego del éxito de “Fancy free” (1944). Rápidamente, ese mismo año, fue incorporada al repertorio del Ballet Theatre (luego denominado American Ballet Theatre), del cual Robbins era bailarín y luego maestro de danza, pero con vestuarios de Irene Sharaff. Luego ingresó al repertorio del New York City Ballet (1952), con vestuario de Santo Loquasto, del Joffrey Ballet (1972), del Royal Danish Ballet (1977), del San Francisco Ballet (1990), entre otras compañías.





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Thursday, June 19, 2025

"La bella durmiente" de la Alihaydée Ballet School: un espectáculo excepcional, vivido y reseñado desde adentro. (por Baltasar Santiago Martín)



Tengo que quitarme el sombrero –nunca mejor dicho, pues en este caso, nada menos que el del Rey que tuve el honor de interpretar dentro de la puesta que ahora reseño– ante la prima ballerina forever y gran Maitre Alihaydée Carreño, por su exitosa presentación del precioso ballet La bella durmiente –completo, no una suite simplificada– como función de fin de curso de su muy prestigiosa Escuela de Ballet, en el Miami Children Theater, el domingo 15 de junio de 2025.

En este inmortal ballet, basado en un cuento de hadas de Charles Perrault, con música del genial compositor ruso Piotr Ilich Chaikovski y coreografiado por el gran Marius Petipa –cuya premiere tuvo lugar el 15 de enero de 1890, en el Teatro Mariinski de la ciudad rusa de San Petersburgo–, la malvada hada Carabosse, despechada por no haber sido invitada al bautizo de la princesa Aurora, la maldice a morir a los quince años al pincharse con una aguja, pero el Hada de las Lilas, protectora de Aurora, logra atenuar la maldición y la convierte en un largo sueño de cien años, junto a toda su corte, hasta que un apuesto príncipe, llamado Desirée, la despierta con un beso de amor. El ballet concluye con una gran boda, donde participan varios personajes de los cuentos infantiles, como la princesa Florinda, el Gato con Botas, entre otros.

En la función del domingo 15 de junio, la jovencísima bailarina Natalie Martínez se calzó las zapatillas de la princesa Aurora, protagonista de este cuento de hadas, como si fuera su propia historia, con gran encanto y virtuosismo, muestra tanto de su innegable talento como del cuidado trabajo de su ensayadora, la maestra y directora de la escuela, la gran Aly Carreño; mientras que Isaiah González fue su muy solícito acompañante como el príncipe Desirée (aunque el programa de mano dice “príncipe Felipe / Philip”.

En el primer acto, resuelto de forma muy entendible para toda la audiencia, tanto Amanda Margolles, como el Hada de las Lilas, que Erin Martin, como la malvada Carabosse, se lucieron en grado sumo en sus cruciales personajes, con un trabajo muy parejo, a la altura de la pareja protagonista; todo ello en presencia del Rey y de la Reina, a cargo de mi persona y de Anita Curbelo respectivamente, pero como no me corresponde hablar de mí mismo, sí puedo elogiar el gran trabajo actoral de mi compañera, así como su muy coherente reacción de rechazo ante la aparición y maldición de Carabosse; cosa que en otras puestas de este ballet que he reseñado no ha sucedido, amén de su interacción con la bebé en sus brazos y luego con la nodriza que se la lleva, muy bien interpretada por Giuliana Virgilio.

A su vez, las diez hadas que acudieron al bautizo de Aurora también se lucieron en sus respectivas variaciones.

A continuación, con el correspondiente salto en el tiempo, tuvo lugar la celebración de los quince años de la princesa Aurora, con el famoso Vals que abre esta escena, interpretado elegantemente por 17 jóvenes bailarinas, para dar paso luego al hermoso Adagio de la rosa, en el que Alihaydée empleó de modo muy inteligente a varios dúos de sus alumnas para sustituir a los caballeros originales; adagio que Natalie bailó musical y precisa, con hermosos arabesques y sostenidos balances.

De nuevo, tengo que celebrar la reacción de rechazo por parte de Anita como la Reina, ante la entrega del ramo de flores a la princesa por parte de una misteriosa dama, que no es otra que Carabosse disfrazada, ya que los reyes deben tener muy presente la terrible maldición, imposible de olvidar, proferida por la bruja en el prólogo del ballet.


Luego de la oportuna intervención del Hada de las Lilas, que transforma la aparente muerte de Aurora en un largo sueño –tal y como el hada había prometido al inicio–, Aurora es cargada por sus atribulados padres (¡esa Anita de nuevo toda una actriz!) y transportada hacia donde descansará dormida por cien años, al igual que los reyes y toda la corte.

Tras otro gran salto en el tiempo, el Hada de las Lilas se aparece ante el príncipe Desirée para contarle la historia de Aurora, la cual, pese a que está dormida en el palacio, se “bilocaliza” ante él y bailan juntos en el bosque, acompañados por el Hada de las Lilas y por otras jóvenes princesas, todo ello para incitarlo a ir a despertarla.

Tanto el Hada Amanda, la princesa Natalie como el príncipe Isaiah, al igual que las jóvenes princesas acompañantes, lograron en esta escena una atmósfera de ensoñación muy hermosa, para preparar el despertar de Natalie / Aurora por el beso de Isaiah / Desirée.

Con el cetro o amuleto que el Hada de las Lilas le entrega, Desirée venció a Carabosse –y aquí Erin volvió a lucirse y a crecerse en su desaparición como el siniestro personaje– y ya no hubo obstáculo para llegar a Natalie y despertarla con un beso de amor, en una escena muy lograda –Disneyliana diría yo–, en la que Natalie e Isaiah lucieron de verdad como una pareja muy enamorada.

En el tercer acto, conocido como Las bodas de Aurora, y que muchas compañías acostumbran a ofrecer por separado, sin bailar el ballet completo, el desfile de personajes de varios conocidos cuentos infantiles resultó muy grato, y lo más relevante fue la princesa Florinda, interpretada por Valentina Galluci con gran virtuosismo, al igual que Karly Padua y Carolina Rivera como las muy simpáticas “gatas princesas”, acompañadas por un séquito de adorables gatitas; sin olvidar el trío formado por Mía García, Erin Martin y Mía Gauhiac.

En el pas de deux con el cual culmina la obra, bailado por la pareja protagonista, el adagio fue inobjetable y Natalie bailó su variación con gran limpieza y virtuosismo, al igual que Isaiah, sobre todo en los jetés y giros, a pesar de que su formación como bailarín no es para el ballet clásico.

Antes de concluir mi reseña, debo elogiar el hermoso vestuario de lujo de todas las niñas participantes y de los bailarines protagonistas; la correcta iluminación de todas las escenas y las proyecciones de fondo para ambientarlas como si se estuviera en un palacio.

En fin, una gran función que agradecer a su directora y a todos los participantes, por mantener viva la magia del ballet para niños y jóvenes, y hacer felices y orgullosos a sus progenitores, nada menos que, justamente, en el Día de los Padres.



Hialeah, 19 de junio de 2025.

Fotos: Abelardo Reguera.



















Sunday, June 15, 2025

Coppelia (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Coppelia  es un ballet con coreografía de Arthur Saint-Leon, con argumento del propio Saint-Léon y Charles Nuitter, sobre un cuento de E.T.A. Hoffmann titulado Der Sandmann (El hombre de arena), publicado en 1815. La música fue creada especialmente por el compositor francés Léo Delibes.

El ballet se estrenó el 25 de mayo de 1870 en la Ópera de París, con Giuseppina Bozzachi interpretando a la joven Swanilda. Fue un gran éxito pero la Guerra franco-prusiana y el consecuente Sitio de París (entre mediados de 1870 y mediados de 1871), pospuso sus representaciones. Sin embargo, se convirtió en uno de los ballets más interpretados por la Ópera de París. Este fue el primer ballet en incluir danzas folclóricas, como czardas, mazurcas y polcas, dando realce al color local y otorgándole realismo a la acción dramática.

El equipo formado por Saint-Leon y Nuittier ya había conseguido un éxito anterior con el ballet La Source (1860), en el que Delibes había contribuido con una parte de la música.

Es un ballet en tres actos que se desarrolla en Cracovia (un pueblo Polaco)

En el primer acto, Swanilda, la joven más linda del pueblo, está de novia con Franz. Cierto día, Franz queda maravillado con una joven que todas las tardes se sienta a leer en la ventana de la casa del Dr. Coppelius, un viejo fabricante de juguetes, inventor con fama de brujo. Franz trata de llamar la atención de la joven de todas las maneras posibles: le hace gestos, la invita a bailar, le tira besos, pero no recibe ninguna respuesta. Swanilda ve a su novio en semejante actitud y termina interpelándolo al respecto.

Más tarde, en la Plaza del pueblo, los campesinos danzan una mazurca, Swanilda y Franz se ven forzados por sus amigos a reencontrarse.

Franz y sus amigos deciden hacerle una broma al Dr. Coppelius, que termina por perder la llave de su casa. Accidentalmente Swanilda la encuentra y decide ingresar a la casa junto a sus amigas.

Durante el segundo acto, Swanilda y sus amigas llegan a una sala llena de personas, pero nadie se mueve. Descubren que son muñecos mecánicos de tamaño real, les dan cuerda y se quedan observando cómo se mueven. Mientras tanto, Swanilda encuentra a Coppelia, la joven que leía en la ventana, detrás de una cortina y descubre que ella ¡también es una muñeca!

El Dr. Coppelius entra y las encuentra urgando entre sus cosas. Varios muñecos todavía están bailando. Coppelius se enoja y las reta por la intromisión. Rápidamente las echa y comienza a ordenar todo. Sin embargo, Swanilda se queda atrapada junto a Coppelia.

Lo que más desea el inventor, es darle vida a Coppelia, por eso cuando ve que Franz ingresa en su casa, lo invita a pasar y le da una bebida mágica que lo adormece, con la idea de transferir su espíritu a Coppelia.

Mientras tanto, Swanilda se ha puesto la ropa de la muñeca y finge ser ella. Cuando Coppelius la busca para darle vida, ve que la muñeca comienza a moverse y a bailar. Swanilda intenta desesperadamente despertar a Franz y, cuando lo consigue, le da cuerda a todos los muñecos para facilitar la huida. El Dr. Coppelius queda confundido y triste al encontrar a Coppelia, sin vida, tras una cortina.

Finalmente, en el tercer acto, Swanilda y Franz están listos para casarse cuando aparece el Dr. Coppelius furioso, reclamando por los daños ocasionados, llega el intendente y le da una bolsa con dinero a Coppelius para tranquilizarlo. Finalmente Swanilda y Franz se casan y todos en el pueblo celebran.


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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).
Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Monday, June 9, 2025

Tres ballets y "Don Quijote Suite", invictos a pesar de la falta de una adecuada iluminación. (por Baltasar Santiago Martín)



El sábado 31 de mayo de 2025 acudí al Teatro Jackie Gleason, de la ciudad de Miami Beach, para ver el espectáculo titulado Don Quijote Suite por el Ballet Clásico Cubano de Miami / Cuban Classical Ballet of Miami, bajo la dirección del Maestro Eriberto Jiménez, que en su primera parte incluyó tres ballets sin relación con Don Quijote: el “pas de trois de las odaliscas”, del ballet El corsario; el solo Narciso y el pas de six del ballet Esmeralda.

El pas de trois de las Odaliscas, del ballet El corsario, con coreografía de Marius Petipa y música de Adolphe Adam, fue bailado por Natalie Álvarez, Eleni Gialas y Elena Victoria, las tres con gran virtuosismo técnico, musicalidad y ejemplar sincronización, sin que el deficiente trabajo de iluminación de los encargados del teatro las pudiera sacar de su admirable concentración.

Eleni Gialas, Natalie Álvarez y Elena Victoria,
 en “el pas de trois de las odaliscas” 
del ballet El corsario.
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A continuación, Ariel Morilla salió a escena para interpretar el solo Narciso, inspirado en el mito griego homónimo – “uno de los mitos griegos de mayor vigencia, clave en los tiempos del ego”, según palabras al respecto de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso–, con música de Nikolái Tcherepnin y coreografía de Eriberto Jiménez; un trabajo muy atractivo que Morilla asumió con gran entrega y adecuada proyección escénica, por ser un personaje que se enamora de sí mismo, al verse reflejado en el agua de un estanque; un drama profundo sobre cómo uno se puede meter tan, tan dentro de sí mismo, que puede llegar a desaparecer como Narciso.

Ariel Morilla como Narciso.
 Narciso, Caravaggio (1597-1599)
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Después de la “desaparición” de Ariel en el piso “ensombrecido” del escenario (no sé si por intención del coreógrafo o de nuevo por el pésimo trabajo de iluminación del teatro), correspondió al pas de six del ballet Esmeralda, con música de Cesare Pugni y coreografía de Jules Perrot, concluir la primera parte de la función, con Liván Rodríguez y Natalia Duque en los papeles protagónicos del capitán Phoebus de Châteaupers y Esmeralda, y Deja Darbonne, Natalia Rocamonde, Leya Simone y Kyra Werbin como sus acompañantes en dicho pas de six.

Natalia Duquey Liván Rodríguez
 como Esmeralda y el capitán Phoebus.
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Aunque siguieron los problemas de iluminación ya mencionados, ello no afectó que tanto Natalia como Liván brillaran en sus personajes (no en balde son una pareja enamorada en la vida real, como los que tan lucidamente les tocó aquí encarnar), muy bien secundados por las 4 “parisinas” ya mencionadas.

Natalia Duquey Liván Rodríguez 
como Esmeralda y el capitán Phoebus.
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Y después de ese París de Víctor Hugo, Esmeralda y Phoebus, tras un adecuado intermedio, pudimos viajar –sin movernos de nuestras lunetas–, a la región española de La Mancha, con sus arquetípicos molinos de viento –y el inevitable pensamiento en el exquisito queso manchego–, gracias a la magia del ballet, con Don Quijote Suite, música del austríaco Ludwig Minkus y coreografía editada por el maestro Eriberto Jiménez sobre la original de Marius Petipa.

Como no se ofreció el ballet Don Quijote completo, sino una suite editada y reducida del mismo, comenzaré mi reseña precisamente cuestionando la edición realizada, en la que se omitió al tabernero Lorenzo, padre de Kitri, opuesto a su noviazgo con el barbero Basilio –para en su lugar casarla con el rico y amanerado francés Camacho–, lo cual desencadena toda la acción posterior: huída de los enamorados, apresamiento por parte de los enviados por Lorenzo e intento de forzada boda de Kitri con Camacho, frustrada por el fingido suicidio de Basilio y la oportuna intervención de Don Quijote, con la feliz boda de Kitri y Basilio al final.

Estimo que fue muy abrupto el paso del primer acto, sin Lorenzo ni Camacho, a la escena del sueño del Quijote con su amada e idealizada Dulcinea y las dríadas, y de ahí ya a la mencionada boda al final, sin el simpático episodio previo del fingido suicidio de Basilio y la intervención del Quijote a favor de los enamorados.

Luego de este comentario sobre la edición del argumento en esta suite, paso a reseñar a los bailarines, que al igual que en los tres ballets ya comentados, sufrieron la misma falta de una adecuada iluminación en todas sus escenas, pero sin el menor menoscabo en su ejemplar desempeño artístico.

Marizé Fumero y Andrew Vecseri, como Kitri y Basilio, le dieron a sus personajes protagónicos la frescura y la vivacidad que ambos demandan, amén de un adecuado virtuosismo técnico, con excelentes cargadas incluidas.

Marizé Fumero y Andrew Vecseri 
como Kitri y Basilio.
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A su vez, Natalie Álvarez ratificó con su Mercedes que es una bailarina con una técnica y una presencia escénica muy notables, mientras que a Ariel Morilla, como el torero Espada, le faltó a mi juicio “sentirse” más en el personaje, para estar a la altura de su brillante compañera, así como resaltar más entre el resto de los toreros, entre los cuales Ihosvani Rodríguez fue sin dudas el más “majo” –y un potencial Espada de lujo para próximos Quijotes.

Marizé Fumero y Andrew Vecseri
 como Kitri y Basilio,
 con majas y majos detrás.
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Como siempre acostumbra, el gran bailarín de carácter Jesús Sanfiel le imprimió a su Don Quijote la dignidad y el empaque requeridos, muy bien secundado por Enrique Villacreses como su fiel e inseparable escudero Sancho Panza.

El gran bailarín de carácter Jesús Sanfiel 
como Don Quijote.
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En resumen, una buena y decorosa función que, pese al desastre de la pésima iluminación imputable al teatro, volvió a ratificar que el ballet tiene sólida casa en Miami y que todos juntos podemos enfrentarnos a los molinos de viento como hizo el Quijote y hasta vencerlos.

Gracias, maestro Eriberto Jiménez, por tanta entrega y devoción por el ballet y el arte en general, fiel continuador del legado del inolvidable Maestro Pedro Pablo Peña.



Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO & ACE Miami
Hialeah, 9 de junio de 2025.

Fotos: Ismael Requejo.

Sunday, June 8, 2025

“New dance” (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.



La obra “New dance”, con coreografía de Doris Humphrey y Charles Weidman, fue estrenada el 3 de agosto de 1935 en el Bennington College, ubicado en Vermont, Estados Unidos. La música fue compuesta por Wallingford Riegger y el vestuario diseñado por Pauline Lawrence, quien trabajaba frecuentemente con la Humphrey-Weidman Company. En el día de su estreno, la obra fue protagonizada por los propios coreógrafos y estuvieron acompañados por su compañía.


“New dance” está estructurada en un único acto con seis cuadros: Preludio, Primer Tema, Segundo Tema, Tercer Tema, Procesional y Celebración. El Preludio y el Tercer Tema fueron coreografiados por Weidman y los cuatro cuadros restantes por Humphrey. A lo largo de la obra, vemos alternarse duos, cuartetos y danzas grupales, al ritmo preciso de la música de Riegger.


Al igual que gran parte de las obras de danza moderna de la época, “New dance” no cuenta una historia, sino que desarrolla un tema. Según dichos de la propia coreógrafa, la obra representa un mundo ideal, donde cada persona tiene una relación harmoniosa con las otras especies. Esta obra forma parte de una trilogía, que se completa con “Theater piece” y “With my red fires” (ambas estrenadas en 1936), aunque nunca se representaron las tres partes en un mismo espectáculo. Tienen como factor aglutinante la exploración de las relaciones humanas pero vistas a través de un cristal utópico. Toca incluso temas que hasta el momento parecían inabordables por la danza moderna, tal el caso de “With my red fires” que trata sobre el amor romántico.


“New dance” fue representada por la Humphrey-Weidman Company y, luego de su disolución, Humphrey realizó el montaje de la obra en diversas oportunidades para sus estudiantes de la Juilliard School. En 1972, Weidman junto a Edith Orcutt y Beatrice Seckler (ambas bailarinas del elenco original) realizaron la reconstrucción de la pieza, siendo representada y filmada el 30 de junio de ese año, en el Connecticut College.









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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, June 1, 2025

Ballet “Rodeo" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


“Rodeo” es un ballet en un acto con coreografía de Agnes de Mille, cuyo estreno fue el 16 de octubre de 1942 en el Metropolitan Opera House. La música fue compuesta por Aaron Copland, el diseño de escenografía estuvo a cargo de Oliver Smith y el de vestuario de K. Love. En el elenco original loos roles principales fueron interpretados por Frederic Franklin, Casimir Kokitch, Milada Mladova y la propia de Mille. Este ballet le fue encargado a Agnes de Mille, novel coreógrafa en esos días, por los Ballet Russes de Montecarlo que, a raíz de la segunda Guerra Mundial, se trasladaron a Estados Unidos. Ella fue quien eligió a Copland para la realización de la música original, debido al éxito de su creación previa para ballet con temática similar, “Billy the Kid” con coreografía de Eugene Loring (1938).

De Mille estaba convencida, como tantos otros en esa misma época, que la danza académica, particularmente el ballet ruso tradicional, estaba alejada del público y carecía de contacto con la realidad. Por eso decide encarar un ballet que represente el “ser estadounidense”, con temática “cowboy”, incorporando a la coreografía tap (también denominado claqué o zapateo americano), danzas folclóricas nativas y danzas de salón, además de movimientos estilizados relacionados con la monta de caballos y el enlace de ganado.


Desde el subtítulo de la obra, "The Courting at Burnt Ranch" (Cortejo en Burnt Ranch), se sugiere una historia de amor entre jóvenes que se encuentran en un rancho. Así es como la primera escena nos muestra a una joven vaquera que actúa como hombre para ser aceptada entre los muchachos del rancho, pero está enamorada del Jefe Wrangler. Ella se les acerca, los sigue, pero representa una molestia para todos, incluso para el Jefe, que solo está interesado en un grupo de chicas citadinas de visita en el rancho.


Durante el rodeo de exhibición para los invitados, Wrangler presume y se muestra ante las señoritas, al tiempo que la Vaquera, en un ataque de celos, decide enfrentarlo montando un caballo. Lamentablemente no sale como ella pensaba, se cae y todos se ríen, por lo que se va llorando. Al finalizar el rodeo, la Vaquera regresa con la intención de llamar la atención del Jefe Wrangler, pero él quiere a la Hija del Ranchero, con quien se retira. La Vaquera queda sola, bailando, hasta que cae triste y contrariada.


En la segunda escena asistimos a un baile en el que participan todos, la gente del rancho y las visitas. Roper, el campeón de enlazado, se acerca a la Vaquera, bailan y se divierten hasta que llega el Jefe Wrangler junto a la Hija del Ranchero. La Vaquera nota que todas las señoritas están con ropa social, mientras ella está en ropa de trabajo. Sale y rápidamente regresa con un vestido. Finalmente atrae la mirada del Jefe Wrangler y éste se da cuenta de que con Roper compiten por su atención. El Campeón, al advertirlo, besa a la Vaquera y ella siente que ha encontrado su verdadero amor. Finalmente, el Jefe regresa con la Hija del Ranchero y todos juntos bailan alegremente.


“Rodeo” fue el puntapié inicial del suceso de De Mille como coreógrafa. La producción original de la obra realizó una exitosa gira, aunque a veces los productores tuvieron problemas para encontrar reemplazo para el rol de la Vaquera. De Mille, coreógrafa y primera intérprete del papel, tenía voto sobre cualquiera nueva puesta de su obra, lo que complicó las reposiciones. Sin embargo, “Rodeo” fue interpretada, entre otros, por el Ballet Theatre (1950), el American Ballet Theatre (1973), el Joffrey Ballet (1976) y el San Francisco Ballet (1989).



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